Neutralidad impuesta | Justus Friedrich
Neutralidad impuesta. El Soconusco, Chiapas, en búsqueda de su identidad, 1824-1842
Justus Friedrich Fenner Bieling
Editorial: CIMSUR
Entidad editora: UNAM-Coordinación de Humanidades
ISBN: 978-607-30-2868-4
Año: 2019
Palabras clave: Soconusco, neutralidad y pertenencia política
Páginas: 377
Resumen: Durante los años de 1825 a 1842 el Soconusco, como zona fronteriza en disputa, vivió una impuesta «neutralidad». Su vida cotidiana, determinada por el conflicto sobre la pertenencia política a México o a Centroamérica, obligó a su población a vivir bajo la constante amenaza de ser invadido por una u otra de las dos naciones. Fueron 17 años de lucha interna por definir la pertenencia política del departamento, durante los cuales tuvo lugar la formación de una élite local ladina que iba a gobernar la región por el resto del siglo XIX.
Introducción
Los capítulos
Después de una explicación sobre el contexto general en 1824 y 1825, inicio con un intento por recrear una visión sobre cómo podría imaginarse el Soconusco a principios de la Independencia. Para lograrlo eché mano de un informe militar que encargó el gobierno centroamericano a principios de 1826 para organizar su defensa contra un posible ataque mexicano. El autor, José Arjona, recopiló información sobre los pueblos, la gente, la producción, el comercio, los caminos y la vegetación del Soconusco. Donde fue necesario, retomé fuentes previas a la Independencia para complementar el contenido del informe.
En los siguientes tres capítulos sigo los pasos de varios personajes de la vida religiosa y política del Soconusco, como fueron José Llauger y Everardo y Landero, curas propietarios de Tapachula y Escuintla, respectivamente, además de Silverio Escobar y algunos de sus parientes, caudillos en los mismos dos pueblos. Aunque alcanzan cierto protagonismo en el relato, no ha sido la intención reconstruir sus vidas, sino más bien recuperar su presencia en el Soconusco durante largos años. Sus formas de pensar y de actuar me sirvieron para acercarme a varios temas de importancia durante los 17 años de «neutralidad». Lo anterior explica por qué estos personajes desaparecen y vuelven a aparecer en uno u otro momento en diferentes contextos.
El tema omnipresente, y que aparece al analizar casi cualquier aspecto de la vida durante los 17 años, es la división entre los bandos pro-Centroamérica y pro-México, que como una línea invisible divide y enfrenta a todo el pueblo soconusquense. Al tratar asuntos sobre la tenencia de la tierra y la cría de ganado, o la relación entre la Iglesia y los pueblos indígenas, la conformación de los cabildos o la justicia, al igual que el posicionamiento de cada una de las tres cabeceras con respecto a la importante cuestión del asilo político, nos topamos con el tema de la pertenencia política del Soconusco a una de las dos naciones. Como se verá más adelante, la adhesión a uno u otro bando marcó profundamente la vida cotidiana de la población e incluso llegó a provocar intervenciones militares de ambas naciones vecinas. En el Capítulo 2, a través de la historia del cura José Llauger, se analiza el poder decadente de la Iglesia sobre los pueblos, así como la nueva conciencia política y social de la población indígena y de las organizaciones religiosas, entre ellas las cofradías, después de la Constitución de Cádiz. Por medio de este acercamiento puede comprenderse qué significaba para los pueblos la propiedad de ganado en la defensa cotidiana de la tierra, qué implicaba para los ladinos vivir sin bancos ni cajas fuertes y qué tan difícil resultó construir una iglesia parroquial duradera en una región donde no existían ni el material ni la experiencia para tal edificación, lo que obligaba a mantener redes de contactos y de intercambio que incluyeron tanto a Tonalá, del lado mexicano, como a la provincia de Quetzaltenango, del lado guatemalteco.
En el Capítulo 3 se presenta un análisis de la tenencia de la tierra desde la llegada de los ladinos durante el siglo xviii. Considerar lo ocurrido en décadas anteriores a la Independencia ofrece la posibilidad de ver de cerca cómo la intriga y el poder político ayudaron a que el grupo ladino se estableciera como dueño de las principales haciendas de ganado y cómo se fue reduciendo el espacio de los pueblos originarios, lo que aumentó la conflictividad entre hacendados y pueblos. Al depender la Iglesia y sus parroquias de los donativos y diezmos, se entiende mejor por qué no realizaron ningún intento por tomar partido en favor de los intereses de los pueblos, cuando estos no cumplían con el diezmo y a duras penas podían juntar el dinero para pagar las misas, fiestas, bautismos, bodas y entierros.
El Capítulo 4 está dedicado a facilitar la comprensión de lo que significaba vivir en un territorio arbitrariamente declarado «neutral» y sin autoridades mayores que los alcaldes primeros, que debían cumplir con tres funciones a la vez: jefes de la administración civil, jueces de Primera Instancia y comandantes de la milicia. Siguiendo de nuevo los pasos del caudillo Silverio Escobar y sus compañeros, se comprende cómo este sistema de autogobierno local, antes que representar un mecanismo de la democracia de base, se prestó a que se formaran cacicazgos locales que sometieron la vida de los pobladores y la seguridad de sus bienes a la arbitrariedad del alcalde en turno.
En el Capítulo 5 se continúa tratando la temática de la neutralidad, que llevó a los ayuntamientos de las tres cabeceras a considerarse con poderes soberanos y capaces de ofrecer o negar asilo político a los refugiados y ex- patriados, principalmente a los procedentes de Centroamérica. Alrededor de la presencia del expresidente centroamericano Manuel José de Arce, esta cuestión no solo sacudió las relaciones del Soconusco con Centroamérica, y en especial con Guatemala, sino igualmente entre las tres cabeceras, que se posicionaron conforme a la convicción política de sus cabildos en favor o en contra de recibir y apoyar a los que buscaban asilo. En este contexto nació una interesante polémica —retomada en el Capítulo 6— sobre los pros y contras de las obligaciones humanitarias de un Estado en cuanto a ofrecer y garantizar asilo político, conforme al «derecho de gentes», a los refugiados centroamericanos. Es una discusión que en gran medida adelantó argumentos y posiciones que se repiten incluso en la actualidad y que han encontrado cabida en la codificación internacional del derecho de asilo político. La discusión y la práctica del asilo quedaron truncadas en 1832, cuando Centroamérica invadió el Soconusco y cortó de tajo cualquier ilusión con respecto a la efectividad de su neutralidad. Los siguientes 10 años, hasta 1842, son el tema del Capítulo 7, en el que se analiza qué había en realidad detrás del proyecto de «neutralidad» y por qué ambas repúblicas hicieron todo lo posible por socavar su propia propuesta. Ese año México terminó la disputa al aprovechar el desmoronamiento de la República Federal de Centroamérica y ocupar militarmente el Soconusco.
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