Ichan Tecolotl, edición especial, noviembre 2022
Ichan Tecolotl, edición especial, noviembre 2022
Sistemas socioecológicos. Debates desde la pluralidad
Presentación
Sistemas socioecológicos. Debates desde la pluralidad
Julio Ulises Morales López
Laura Montesi Altamirano
Cátedras Conacyt- CIESAS Pacífico Sur
Son muchos y muy profundos los debates académicos en torno a los sistemas socioecológicos (entendidos como las interacciones y relaciones entre humanos y no humanos en nichos naturales). Una mirada minuciosa de los entornos ecológicos nos sugiere que éstos son siempre sociales, en al menos dos sentidos: porque hay una creciente determinación antrópica en ellos, sean o no habitados o sean o no protegidos por los seres humanos, y porque el carácter ‘social’ está presente también en las entidades no humanas. Como muestra de lo primero, podemos mencionar el calentamiento de los glaciares árticos que está provocando su deshielo y la emisión de la CO2 que se mantuvo cautiva por miles de años en el permafrost (El País, 2012); como muestra de lo segundo, nos gusta evocar las asociaciones hongos-plantas, tan comunes en la naturaleza.
Estudiar los sistemas socioecológicos significa, por un lado, abordar las dimensiones naturales con sus interacciones en leyes y procesos fisicoquímicos, en este sentido, la naturaleza es aquella dada por todas las formas de vida existentes en el planeta, mientras por su parte, los procesos sociales son todas las interacciones e intercambios entre organismos humanos y no humanos, de esta manera, el ensamblaje socioecológico significa una agenda amplia que inter y transdisciplinariamente busca estrechar tradiciones científicas para abordar problemas comunes en los nichos biológicos y sociales.
Los importantes efectos antrópicos en los ecosistemas han aumentado en intensidad y escala en tiempos recientes, lo que ha propiciado investigaciones que buscan entender y atender con urgencia los efectos derivados del colonialismo y del capitalismo, siendo estos últimos modelos que han ponderado la mercantilización de todo cuanto pueda ser comprendido como recurso, incluyendo el así dicho “capital natural”. Colonialismo y capitalismo, entonces, son macrofenómenos fundamentales de lo que hoy conocemos como Antropoceno, o sea la época geológica actual que ha sido impactada vertiginosamente por fines económicos, políticos, sociales y culturales, causando profundas transformaciones en la naturaleza y poniendo en crisis su preservación y capacidad de resiliencia.
Y es bajo este concepto de Antropoceno que los debates socioecológicos han adquirido un matiz especial, orientado a discernir entre los efectos derivados de la expansión humana en el globo, identificar las formas de contrarrestarlos o al menos mitigarlos, y documentar los impactos en la biodiversidad ante la explotación de nuevas formas de recursos, los estragos dados por efectos climatológicos y sus consecuencias sociales y naturales. Por otro lado, surgen nuevas formas de atender problemáticas y sumar conocimientos para resguardar acervos biológicos y proponer innovaciones frente a los retos descritos, en pocas palabras, el Antropoceno nos convoca a centrar las miradas locales siempre desde los efectos globales, así como a comprender los efectos diferenciados que este proceso planetario tiene en sistemas socioecológicos específicos.
Es bajo este panorama que, con relación a México, nos preguntamos ¿Cuáles son los debates socioecológicos centrales ante los acelerados cambios megaestructurales de los que somos testigos y actores? ¿Qué papel está desempeñando la investigación socioecológica fuera de las perspectivas utilitarias que convierten la ‘naturaleza’ en un recurso comercial?
En México, las discusiones socioecológicas constituyen un tema destacado, pues es considerado un país megadiverso, está ubicado como el segundo país a nivel mundial en ecosistemas y el cuarto con más especies diferentes siendo 2,500 protegidas (NOTISEM, 2013). Por su ubicación geográfica entre dos océanos, posee 11,122 kilómetros de playas lo cual nos permite tener idea de la diversidad biológica asociada al mar, siendo mayor la superficie oceánica (65 %) que la terrestre (35 %) (Gobierno de México, 2018), por su parte, existen 68 pueblos indígenas y afrodescendientes (DOF, 2020) que habitan en regiones con vital relación ecológica, lo cual enriquece aún más los nichos socioecológicos ya que se entrelazan cultura y naturaleza como un ‘ensamblaje’ complejo.
No obstante, los datos anteriores significan complejos desafíos en las esferas de preservar todas las formas de vida en los diversos ecosistemas. Para Badii, Guillen, Rodríguez, Lugo, Aguilar y Acuña (2015) la pérdida de biodiversidad en México se debe principalmente a: 1) el cambio de uso de suelo, ya que no solo hablamos de las especies visibles sino de la compleja cantidad de hongos y bacterias presentes en los tipos de suelos, de esta forma, el crecimiento poblacional, los monocultivos y la ganadería industrial están siendo determinantes, 2) la especies invasoras, ya sean especies vegetales, animales, virus o bacterias, 3) la contaminación ambiental, que acarrea una destrucción a gran escala por efectos directos y secundarios, 4) la crisis climática, el calentamiento global y las fluctuaciones de fenómenos naturales extremos, que ponen en riesgo a las especies ante cambios vertiginosos sin darse tiempo para adaptaciones. De esta forma, los retos para la conservación son cada vez mayores ante tantos determinantes entre sí sinérgicos.
Por su parte, es importante tener en cuenta los aspectos sociodemográficos para comprender la pérdida de biodiversidad, sobre todo cuando el 52.8 % de la población total se encuentra en situación de pobreza por ingresos económicos, de esta el 17.2% está en pobreza extrema (CONEVAL, 2020) siendo la subsistencia diaria la principal preocupación de gran parte de la población. A esta pobreza se adhieren problemáticas ambientales severas como el cambio climático y el aumento del nivel del mar en las zonas costeras, ya que según datos del Consejo Consultivo del Agua A.C., para el 2050 el aumento del mar afectará a 55 millones de mexicanos (Consejo Consultivo del Agua A.C., 2020), dicho fenómeno tendrá impactos de índole ecológica y económica, así mismo, en el año 2022 casi dos tercios del total de municipios en México están viviendo ya una intensa sequía significando un 48 % del territorio mexicano (New York Times, 2022), todo lo anterior, con los impactos sociales y ecológicos relacionados.
Es bajo este contexto de urgencia y crisis estructural, que el presente número de la revista Ichan Tecolotl ha decidido abordar los sistemas socioecológicos para mostrar una discusión más profunda y pertinente de algunos de los retos que están presente en México y en el contexto global. El origen de este número surge de la presentación que investigadoras catedráticas y catedráticos Conacyt (hoy Investigadoras e investigadores por México) tuvieron en dos Simposios del VIII Congreso Mexicano de Ecología, celebrado en la ciudad de Oaxaca de Juárez, los días 22-27 de mayo de 2022. En estas presentaciones se debatieron muchos temas que desde la investigación básica y aplicada buscaron dar cuenta de casos estudiados desde disciplinas diversas como: la biología, la ecología, las ciencias ambientales, la antropología social, la geografía, entre otras. Uno de los grandes retos radica en repensar las relaciones sociedad-naturaleza y humanos-no humanos de tal manera que las “recetas” para procurar el bienestar de las sociedades humanas no sea a costa de ulteriores deterioros ambientales. Los ensayos aquí recopilados muestran casos, entendimientos y debates diversos, no necesariamente en la misma tónica o con la misma visión de las cosas. Consideramos que esta diversidad constituye una riqueza para el enfrentamiento de temáticas que son siempre más de interés público y colectivo.
El artículo de Lorena María Durán Riveroll nos introduce al mundo de las microalgas, alimento fundamental de toda la cadena trófica incluyéndonos a los humanos, y de los “FAN” –florecimientos algales nocivos– que en años recientes han venido incrementándose en frecuencia y extensión. Como nos explica en su texto, los desechos derivados de las actividades agrícolas y urbanas podrían estar causando estos florecimientos algales nocivos, cuyos impactos son ramificados y complejos, no solamente de índole ecológica, sino también sanitaria, social y económica. Lorena también pone el dedo en la llaga cuando resalta que las investigaciones y los monitoreos de la salud de los mares en México son insuficientes, sobre todo en algunos estados del país.
Destacable el trabajo de Nadia Reyes Arroyo y Vera Camacho Valdez, pues ellas nos explican el surgimiento y uso del concepto “servicios ecosistémicos”, acuñado en ciertos ámbitos académicos y de política pública para comprender, medir y considerar las distintas maneras en que los ecosistemas contribuyen al bienestar de las poblaciones humanas. A partir de un análisis crítico, Nadia y Vera muestran cómo el acercamiento desde la dimensión económica ha prevalecido a costa de otras dimensiones, sobre todo las intangibles de tipo sociocultural. Su llamado, entonces, es hacia la integración de acercamientos mixtos cualicuantitativos y la colaboración entre diversas disciplinas con el fin de comprender mejor las relaciones humano-naturaleza y promover mejores políticas de manejo medioambiental.
Siempre en esta línea de (de)construcción de conceptos que luego se aterrizan en prácticas sociales y políticas, Laura Montesi y Julio Morales debaten múltiples dimensiones de la “pobreza energética”, centrándose en cómo lo sociocultural influye en la manera en que entendemos, representamos e intervenimos la pobreza. Aprovechando de la experiencia madurada por Laura a raíz de su participación en un proyecto de introducción de tecnologías de cocción sustentables en una comunidad indígena de Oaxaca, los autores reflexionan sobre sostenibilidad y eficiencia energética, mostrando las lógicas ecológicas y sociales del horno tradicional basado en la combustión de madera y del horno solar basado en la energía térmica. Su análisis aconseja cautela al abordar las posibles asociaciones entre pobreza energética y quema de biomasa.
En el trabajo de Lislie Solís Montero, Alma Rosa Hernández Tovar y Alfredo Castillo Vera, se resalta el aporte ecológico y social de las plantaciones de cacao. Las autoras nos dan una excelente retrospectiva histórica del consumo del cacao en México, para luego centrarse en analizar las variedades criollas escasamente comerciales, mostrando que preservan elementos genéticos de gran valor e importancia tanto ecológica como cultural, de esta forma, estos cacaotales destacan agroecológicamente al conjuntar ecosistemas de especies diversas como aves y artrópodos, entre muchas otras. Así mismo, en este artículo se enseña el papel de los insectos polinizadores del cacao como un tema de oportunidad para investigaciones futuras, así como los análisis sobre enfermedades que provocan la muerte de estos árboles, lo anterior podría contribuir a disminuir las enormes pérdidas económicas y muchos otros efectos ecosistémicos concatenados que impactan a millones de personas en México y otros países de América.
A continuación, el artículo de Juan López Sauceda aborda el concepto de calidad de vida (CDV) que deriva de dos líneas, por un lado, un entendimiento subjetivo de la CDV por región geográfica, mientras por otro, estándares y métricas basadas en indicadores generalizados. El autor discute el concepto de emanador de información, como elemento intrínseco dado en los entornos socioecológicos que envía estímulos de forma continua y sin esperar una respuesta determinada de la comunidad de individuos. Dicha información puede ser traducida a modo de bit de información y con ello clasificada. La investigación advierte que, con la información anterior, es posible realizar intervenciones sobre la CDV usando como insumo los bits de información derivados de las comunidades.
Por su parte, la contribución de Gabriela Mendoza-González, Dalia Méndez Funes y Lizbeth Márquez Pérez, nos brinda la oportunidad de comprender el alto valor ecológico y social que existe en las costas (playas y dunas costeras), y de percatarnos del impacto medioambiental que han provocado las actividades humanas, induciendo pérdida de biodiversidad y funciones ambientales clave para el equilibrio regional. De esta forma, las autoras señalan la importancia de los proyectos de restauración de las costas, siendo indispensable comprenderlos como sistemas socioecológicos cuya naturaleza dinámica e interactiva deberá ser tomada en cuenta tanto para la conservación y el restablecimiento. La investigación profundiza en la restauración de dunas costeras en Yucatán desde un enfoque socioecológico y transdisciplinario, de esta forma, se destaca la conjugación de actores y agentes tanto biológicos-naturales como sociales-culturales, iluminando el trabajo colaborativo con las comunidades.
Finalmente, Magaly Salas nos recuerda, desde Colombia, que el manejo del medio ambiente no puede entenderse sin considerar su dimensión política que se manifiesta en las pugnas por el territorio y las disparidades de poder, por ejemplo, entre las poblaciones indígenas y el Estado-nación. A través de testimonios por momentos estremecedores de campesinos/as de la etnia Nasa cultivadores –entre otras cosas, de la planta de coca–, Magaly nos explica cómo las aspersiones aéreas con glifosato para erradicar los cultivos de coca se han estado implementando en el Putumayo como estrategia necropolítica, afectando flora y fauna, recursos hídricos y alimentarios, y por ende la viabilidad misma de la vida del pueblo Nasa.
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Bibliografía:
Badii, Mohammad H., A.Guillen, C.E. Rodríguez, O. Lugo, J. Aguilar y M. Acuña (2015, “Pérdida de biodiversidad: causas y efectos”, en Daena: International Journal of Good Conscience, vol.10, núm. 2, pp. 156-174. Disponible en <http://www.spentamexico.org/v10-n2/A10.10(2)156-174.pdf >.
CONEVAL (2020), “Medición de la pobreza 2020. Pobreza en México”. Disponible en: https://www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/PobrezaInicio.aspx
Diario Oficial de la Federación (2020), “Programa Institucional 2020-2024 del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.” México, 09 septiembre. Disponible en: <https://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5600020&fecha=09/09/2020#gsc.tab=0>
“La emisión de CO2 en el Ártico es 10 veces mayor de lo estimado” (2012), El País, Sociedad, Barcelona, 29 de agosto. Disponible en: <https://elpais.com/sociedad/2012/08/29/actualidad/1346264531_379503.html>
Gobierno de México (2018), “Océanos y mares de México.” Secretaria del Medio ambiente y recursos naturales. Disponible en <https://www.gob.mx/semarnat/articulos/oceanos-y-mares-de-mexico#:~:text=%C2%B7%20Los%20estados%20costeros%20poseen%20en,y%20113%20con%20influencia%20costera>
“Cazando el agua: una cruel sequía afecta México” (2022), The New York Times, 3 de agosto, Disponible en: <https://www.nytimes.com/es/2022/08/03/espanol/mexico-monterrey-agua-sequia.html>
NOTISEM (2013), “Un país megadiverso”, Secretaria de Relaciones Exteriores. Disponible en: https://embamex.sre.gob.mx/dinamarca/images/pdf/meganota.pdf
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