25 años de movimiento zapatista
ONTEAIKEN, núm. 27
Iniciativa del Programa de Acción Colectiva y Conflicto Social
25 años de movimiento zapatista: desde el desencanto a la digna rabia
Alice Poma y Tommaso Gravante, coordinadores
Presentación
Por Alice Poma y Tommaso Gravante *
El discurso hegemónico de la última década del siglo XX, en todo el mundo, promovió sin cuestionamiento la idea de que el mercado, el capitalismo, y la globalización, eran fenómenos necesarios y beneficiosos para toda sociedad. El eslogan There is no alternative -No hay alternativa- o más conocido como TINA y qué caracterizó el pensamiento político del Primer Ministro conservador Margaret Thatcher en el Reino Unido (1979-1990), se veía materializado en la aplicación autoritaria de nuevas políticas neoliberales en gran parte de los países occidentales. La caída del muro de Berlín, el fin de la guerra fría, el derrumbe la Unión Soviética, el fracaso de la lucha armada como motor de cambio social, la desagregación de los más grandes partidos comunistas como el ruso y el italiano, fueron eventos que indicaban claramente que no había más alternativa que abrazar la ideología neoliberal.
Los mismos movimientos sociales se encontraban aturdidos y sin capacidad de réplica y acción social. La primera guerra del Golfo (1990-1991) y la guerra de Yugoslavia de 1991 confirmaron la incapacidad de la sociedad civil europea y norteamericana de poder frenar esa barbarie y masacre humano. Las guerras ‘humanitarias’ promovidas por la NATO y apoyadas por la ONU reflejaban como la ideología que estaba detrás del TINA podía ir más allá de los mercados y tener capacidad de una amplia reconfiguración geo- política gracias a su aparato bélico.
En fin, los primeros años noventa del siglo XX fueron marcados por un desencanto y una impotencia generalizada, y parecían indicarnos un camino a un solo sentido: hacia un mundo donde parecía no haber lugar para la rebeldía y la construcción de alternativas fundadas en la justicia social.
En este contexto desalentador, el primero de enero de 1994, desde una remota región de México, en el estado del Chiapas, una chispa de esperanza prendió los ánimos de los inconformes de todo el mundo poniendo las bases para un nuevo imaginario. En coincidencia con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre Estados Unidos, Canadá y México el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), de forma sorpresiva, inició una insurrección armada en el estado de Chiapas. Una vez ocupadas distintas cabeceras municipales, los rebeldes emitieron la Declaración de la Selva Lacandona, reivindicando “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz” (http://enlacezapatista. ezln.org.mx/1994/01/01/primera-declaracion-de-la-selva-lacandona/.
Lo que parecía ser, por aquel tiempo, un acto bastante naíf y similar a lo que habían hecho decenas de guerrillas que habían caracterizado décadas atrás la región Latinoamérica, logró, por distintas razones, convertirse en una de las experiencias de rebeldía más importantes a nivel internacional, con amplias bases y consecuencias sociales, tanto da convertirse en un punto de referencia para innumerables luchas en el futuro. Más allá de los impactos políticos del movimiento (Inclán, 2018) lo que se destaca en este dossier, son los impactos culturales y biográficos que raramente son puestos en evidencia en el zapatismo. Estos impactos, muchas veces invisibilizados, y difícilmente medibles, además de haber sido en muchos casos inesperados e involuntarios, son los que permiten explicar la trascendencia del zapatismo.
Un ejemplo del impacto cultural del zapatismo, es cómo a lo largo de los últimos veinticinco años, logró construir una nueva narrativa impregnada de emociones, metáforas e ironía, que rompió con las narrativas dominantes, tanto neoliberal, como de la izquierda marxista.
El capitalismo es un sistema cultural, además que económico, que “afecta todo lo que toca” (Hochschild, 2008: 301): cómo nos relacionamos con los otros, nuestro estilo de vida, nuestra salud, nuestros sueños y cómo sentimos y expresamos nuestras emociones. Desafiar las narrativas dominantes y crear discursos y prácticas alternativas es, o tendría que ser, una de las razones de ser de los movimientos sociales. En el caso del movimiento zapatista, tanto su práctica como su discurso han logrado inspirar innumerables experiencias que de una forma u otra se reapropiaron de este imaginario rebelde. Esta narrativa llego a otras comunidades indígenas del continente latinoamericano, así como a experiencias urbanas en Europa, América (del Norte y del Sur) o Asia (Tokio, por ejemplo), que son muy lejanas geográficamente y culturalmente de las comunidades rebeldes en la Selva Lacandona.
Un elemento de esta narrativa que, a nuestro entender, permite comprender cómo los zapatistas llegaron tan lejos, alimentando el imaginario de centenares de grupos, fue la capacidad de romper con algunas reglas del sentir del sistema de dominación. El concepto de reglas del sentir fue propuesto por Hochschild (1979), y se definen como directrices para la evaluación de la alineación entre las emociones y la situación. Como escribió la autora: las reglas del sentir “definen lo que imaginamos que deberíamos y no deberíamos sentir. Suelen interiorizarse en profundidad y gobiernan nuestra manera de sentir” (2008: 121).
Una de las reglas del sentir que desafió el zapatismo, fue la supresión de la rabia hacía el opresor. La reivindicación de una ‘digna rabia’, es decir, “una rabia que va abriendo otras perspectivas, creando otras cosas”, y que no solamente rompe con el sentimiento de sumisión al cual nos han educado, sino también sienta las bases para el proceso de identificación de todos los que se sienten oprimidos. Como escribió John Holloway: “la rabia anticapitalista es una digna rabia porque rompe con la condición de víctima, porque ya tiene el deseo de otra cosa, de un mundo diferente, porque detrás de los gritos y de las barricadas hay otra cosa, la construcción de otras relaciones sociales, la creación de otro hacer, de otro amar”.
Reivindicar el derecho a expresar la rabia, el dolor o el sentido de injusticia fue uno de los elementos movilizadores del zapatismo, que consiguió crear solidaridad y una identidad colectiva no basada en principio cognitivos o ideológicos, sino en la condición de opresión.
La digna rabia es solamente una componente de lo que podemos llamar una “política de la empatía”, es decir, una política que se base en la comprensión del sentido de injusticia que sienten los otros. “Vuestro dolor es nuestro dolor” y “Vuestra rabia es nuestra rabia” por ejemplos, son solamente dos de los más recientes elementos de esta política de la empatía que caracteriza el zapatismo y que se manifestó en solidaridad con los sucesos de Ayoztinapa.
Lo que han hecho los zapatistas no es nuevo ni único, ya que por ejemplo el movimiento feminista desde los años sesenta y setenta del siglo XX ya había desafiado esta regla, pero no por eso es menos importante. Otra regla que han desafiado los zapatistas, ha sido la vergüenza de ser indígenas. La trasformación de la vergüenza en orgullo es una estrategia que ha sido empleada por los movimientos LGTBQI, que como muestra Gould (2009) también consiguieron canalizar el dolor en rabia.
En el caso del zapatismo, en particular, un amigo de origen oaxaqueño, nacido y crecido en la capital, una vez nos contó que cuando participó en la Marcha del Color de la Tierra en 2001 por primera vez en su vida se sintió orgullosos de ser indígena. Superar la vergüenza que acompaña el estigma de ser indígena en un país racista, es un cambio biográfico y cultural que creemos necesario evidenciar.
Este dossier, es así una manera de visibilizar los impactos menos visibles del movimiento zapatista, a sus veinticinco años. Lejos de querer hacer un recuento historio y/o político de la experiencia de las comunidades zapatistas rebeldes o del EZLN, cosa que compete solamente a sus protagonistas, las aportaciones que hemos reunido, proporcionan diferentes perceptivas y miradas hacia el zapatismo.
Entre las razones que nos animaron a coordinar este dossier, no es secundaria la actual descalificación, represión e invisibilización del zapatismo, y de las demás experiencias autónomas y desde abajo, por parte de las fuerzas neoliberales y conservadoras que están ganando terreno en todo el mundo, así como de los gobiernos de izquierdas, que no han demostrado representar una alternativa al modelo neoliberal. Después de veinticinco años, los zapatistas siguen sufriendo represión y ataques en sus territorios, tanto por paramilitares, como a causa de megaproyectos que se quieren desarrollar su la región.
El vigesimoquinto aniversario del levantamiento se caracterizó por reconocer las dificultades y los límites del movimiento, que se resumen en las palabras “estamos solos como hace veinticinco años”, pero también la voluntad a no resignarse y a no rendirse, que se resumen en el lema “Aquí estamos y aquí seguimos”, y también en las siguientes palabas: “vamos a defender lo que hemos construido y que lo estamos demostrándole al pueblo de México y del mundo que somos nosotros los que estamos construyendo, mujeres y hombres, no vamos a permitir a que vengan a destruirnos”.
La situación actual y el profundo respeto que sentimos hacia el movimiento zapatista, para todo lo que ha logrado en estos veinticinco años y el imaginario que ha construido, con todo de errores y límites, fue lo que más nos motivó a recopilar las aportaciones que presentamos en este dossier. A eso, añadimos el impacto que dejó el zapatismo en nuestra experiencia personal. Aún nos acordamos de cómo, hace veinticinco años, llegó la chispa, cuando éramos más jóvenes y vivíamos en una Italia sepultada bajo los escombros del viejo sistema político que, a principio de los noventa, cayó bajo el peso de la corrupción, el clientelismo y las mafias. Vivíamos en un país que estaba experimentado una guerra en su vecindad, por primera vez después de la segunda guerra mundial. Fuimos testigos asombrados de las masacres en Yugoslavia y de la complicidad de todos los gobiernos, sindicados y partidos cómplices de lo que estaba pasando a pocos kilómetros de nuestras casas, y que, además, silenciaban las protestas de los que no estaban conformes.
Las pocas imágenes que llegaban desde Chiapas en aquel entonces, por los medios convencionales, o que conseguimos a través de la búsqueda aproximativa en una red de Internet aún primordial y sucesivamente gracias a las horas pasadas delante de Netscape Navigator, nos presentaban una realidad donde aún existían rebeldía, dignidad y alternativas a los horrores humanos que estábamos viviendo. Una realidad donde sí existían alternativas al futuro sin salida al que estaban intentando educarnos y, poco a poco, amansando con promesas de bienestar.
El pasamontaña, el Sub, los murales y la bandera negra con la estrella roja fueron apropiados por miles de jóvenes -de los cuales muchos nunca habían pisado tierra mexicana- y pronto se transformaron en símbolos de lucha, oposición y rechazo al sistema que estábamos viviendo. Cada persona y/o grupo se apropió de la experiencia zapatista a su manera, en base a su ideología política, biografía y necesidades. De hecho, los italianos que llegaron en Chiapas eran de todo color político desde los marxistas autoritarios hasta los anarquistas; desde el sindicato corporativista hasta el anarco-sindicalismo; pasando por católicos de base, hinchas, artistas, o simples curiosos que querían ver la revolución con sus propios ojos.
Este fenómeno no fue exclusivo de Italia. La experiencia zapatista logró dar la energía a miles de experiencias que formaron distintas redes de apoyo, las cuales algunos años más tardes confluirán en el movimiento anti-globalización, que este mismo año cumple veinte años desde la histórica batalla de Seattle.
Todo esto, nos llamó a reflexionar sobre la capacidad y potencialidad de las comunidades rebeldes zapatistas en desarrollar un imaginario radical no solamente en México sino en múltiples experiencias situadas en contextos socio-culturales totalmente diferente del mexicano.
Pues, de allí la invitación a participar desde diferentes perspectivas sobre qué componentes caracteriza este imaginario rebelde. Por toda la carga biográfica, emocional y política que implica hablar del movimiento zapatista, el trabajo de las y los autores no ha sido simple. Esto se refleja en el desarrollo de los textos que algunas veces dan la impresión de ser desvinculados entre ellos. Sin embargo, además de la riqueza de los textos, lo que queremos resaltar es que todos son entrelazados y reflejan ese hilo de esperanza que supuso la insurgencia zapatista en 1994, y el otro mundo que desde entonces llevan construyendo desde su territorio.
Los primeros tres textos dialogan entre ellos y proponen al lector, por un lado, la hoja de vida del EZLN para ver cómo ha transitado de ser una aparente guerrilla tradicional a una expresión política inédita. Inédita históricamente porque, por sus formas de ser, hacer y narrar, además de ser una crítica constructiva al modelo neoliberal, ha puesto en evidencia la crisis de la democracia liberal y de la izquierda tradicional. Por otro lado, estos textos también debaten sobre la idea o horizonte de construir otros mundos y una nueva imagen de revolución.
El segundo apartado de este dossier, Movimientos en acción, analiza el impacto del imaginario zapatista en dos experiencias sociales situadas en geografías distintas: una la comunidad indígena de Mezcala (Jalisco, México) y la otra la experiencia urbana del Centro Social Ruptura en Guadalajara (México). Los dos textos nos hablan de la dificultad de territorializar los proyectos políticos, asentarlos en una realidad concreta y de cómo se puede implementar un -propio- proyecto de autonomía.
Los últimos dos textos que componen el apartado Mirando de Re-OJO, son dos ensayos escritos con un estilo narrativo muy similar entre ellos: la pièce teatral. Los autores de los dos textos nos presentan escenas situadas en lugares distintos: Grecia, Budapest, Bolivia, la Sierra Zapoteca (Oaxaca, México), Chiapas. Geografías distintas, pero todas vinculadas por esa lucecita incómoda en medio de la larga noche neoliberal, tanto en Latinoamérica como en el mundo. Dos ensayos que reflexionan cómo el zapatismo fue un acontecimiento más allá de los actores presentes en Chiapas y de sus propios discursos, capaz de crear un imaginario que pudo extenderse en el tiempo y espacio.
Por último, además de agradecer a todos los autores que se han involucrado en este proyecto editorial, queríamos agradecer el equipo del Boletín Onteaiken que nos invitó a coordinar un dossier y aceptó con entusiasmo la propuesta de dedicar un número al imaginario rebelde zapatista.
Los textos que presentamos en este dossier no tienen la presunción de abarcar por completo lo que representó el imaginario zapatista para muchas y muchos inconformes con el sistema actual de dominación. Sin duda, hay aspectos que no se han podido tocar por motivos de espacio, tiempo, etc. A pesar de este límite, esperamos haber conseguido transmitir el potencial del imaginario que ha generado el movimiento zapatista con su dignidad rebelde, al cual creemos que no se le pueda quitar el valor de haber sido capaz de crear e iluminar otros mundos posibles.
* Alice Poma pertenece al Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM (México) E-Mail de contacto: alicepoma@gmail.com. Tommaso Gravante pertenece al Laboratorio de Análisis de Organizaciones y Movimientos Sociales, CEIICH, UNAM (México) E-Mail de contacto: t.gravante@gmail.com
Referencias
GOULD, D. (2009). Moving Politics: Emotion and ACT UP’s Fight Against AIDS, University of Chicago Press, Chicago.
HOCHSCHILD, A. R. (1979); Emotion work, feeling rules, and social structure, American Journal of Sociology, núm. 85, pp. 551-575.
_______. (2008). La mercantilización de la vida íntima. Apuntes de la casa y el trabajo, Katz, Buenos Aires.
INCLÁN, M. (2018). The Zapatista Movement and Mexico’s Democratic Transition.
Mobilization, Success and Survival, Oxford University Press, Oxford.
Contenido
Discusiones teóricas-metodológicas
La imaginación zapatista no va al poder Jorge Regalado |
La experiencia zapatista. En torno a una nueva imagen de revolución Sergio Tilcher |
Ensayo del otro mundo posible Raúl Romero Gallardo |
Movimientos en acción
Territorio y autogestión generalizada. Los ecos de la autonomía zapatista del EZLN en las ciudades Hugo Marcelo Sandoval Vargas |
El imaginario zapatista en la autonomía de la comunidad indígena de Mezcala Adrián Hipólito Hernández y Sofía Herrera Rivera |
Mirando de Re-OJO
El encanto del zapatismo. Una lucecita incómoda en medio de una larga noche Leonidas Oikonomakis |
Imaginarios geográficos: comunidad, zapatismo y deseo Melquiades (Kiado) Cruz y Oliver Fröhling |
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