Las Ciencias sociales y el coronavirus
Presentación
Las primeras versiones de los capítulos contenidos en este libro, excepto del último de ellos, fueron presentadas en el ciclo Las Ciencias Sociales y el Coronavirus organizado por el Consejo Mexicano de Ciencias Sociales, A.C., y transmitidas en vivo por YouTube del 12 de mayo al 30 de junio del 2020.
La motivación del Ciclo fue simple. Para ese momento ya era claro que nos encontrábamos en una emergencia sanitaria mundial de proporciones históricas. La evidencia epidemiológica internacional mostraba la gravedad y los alcances de la pandemia. Por esos motivos, el 13 de marzo anunciamos que se posponía el VII Congreso Nacional de Ciencias Sociales, Las Ciencias sociales en la transición, programado del 30 de marzo al 2 de abril en la Universidad Autónoma de Nuevo León, en Monterrey. Aunque hubo quienes nos dijeron que nos estábamos precipitando, que ya tenían sus reservaciones de pasaje y hotel, consideramos que para la fecha de inauguración del Congreso no habría condiciones para llevarlo a cabo y que, al anunciar la decisión en ese momento, dábamos por lo menos una semana más para que los participantes hicieran las cancelaciones del caso y redujeran sus pérdidas. A la semana siguiente, se anunciaron las restricciones a las reuniones en Nuevo León y en otros estados del país, confirmando que habíamos tomado la decisión más responsable. No podíamos viajar ni propiciar reuniones grandes en espacios cerrados porque los riesgos de contagio eran muy altos.
Nos quedamos con todo listo para el Congreso, el programa, los kits de bienvenida, las reservaciones, los boletos, los ponentes, los conferencistas magistrales, todo. Después de meses de preparativos, esta fue una decisión que dejó muy frustrados a quienes estuvimos involucrados de una u otra manera en el magno evento académico bienal del COMECSO.
Las semanas siguientes fueron de desasosiego y confusión, de tratar de recuperar los depósitos y anticipos para la realización del Congreso, de búsqueda de información comprobable en medio de noticias exageradas o de plano falsas, de adaptación a las nuevas circunstancias, de familiarizarnos a marchas forzadas con el uso de programas que nos permitieran mudar nuestras actividades, de los salones y oficinas, a espacios virtuales para seguir trabajando a distancia. Fueron también días de azoro por lo que reportaban los diarios y los noticieros, de revaloración de muchas actividades mal pagadas y con deficientes condiciones laborales, pero indispensables para sortear la emergencia. También merecía todo nuestro reconocimiento el valor mostrado por los trabajadores de la salud que, pese a no contar con equipo suficiente y de calidad para desarrollar su trabajo en condiciones de seguridad, se mantenían en la primera línea de batalla contra el coronavirus. Quienes teníamos el privilegio de continuar trabajando en casa sin riesgos de contagio nos preguntábamos, ¿qué podemos hacer?, ¿cómo ayudar sin salir de casa? Particularmente, quienes nos dedicamos a las Ciencias sociales nos preguntábamos ¿cómo podemos ayudar con base en las Ciencias sociales? O de otra manera, ¿cómo pueden las Ciencias sociales ayudar a salir lo mejor librados de esta situación que, por su gravedad y duración, adquiere el perfil de un desastre?
Las primeras semanas de la cuarentena leíamos todo lo que encontrábamos sobre el coronavirus, acerca de pandemias anteriores y sus efectos sobre la población, sobre los mercados de trabajo, sobre los cambios históricos que desataron o aceleraron. También sobre el virus, la enfermedad, su tratamiento, la capacidad del sistema hospitalario, la producción de vacunas. Pronto nos dimos cuenta de que estábamos, no solamente ante una emergencia sanitaria que amenazaba la vida de decenas de miles de personas en nuestro país, sino que se gestaba un desastre porque las medidas adoptadas por las autoridades para contener los contagios y salvar vidas acarrearían otros efectos negativos.
El llamado a quedarse en casa, por ser una medida homogénea, inevitablemente ha tenido impactos muy diferentes en una población fracturada por desigualdades que, en ciertos grupos de la población se acumulan y refuerzan, multiplicando con ello sus efectos negativos. No toda la población podía quedarse en casa, como pedían las autoridades. Quienes realizan actividades indispensables, aunque pudieran quedarse en casa, no debían hacerlo: personal de limpieza, policías, bomberos, personal del sector salud, desde conductores de ambulancias hasta enfermeros y médicas, pasando por encargados de triajes, de la administración, mantenimiento y limpieza de clínicas y hospitales. Quienes perciben ingresos que apenas les permiten vivir al día tampoco pueden quedarse en casa porque, si no trabajan, no pueden poner lo más indispensable en la mesa. Pero, además, el cierre de empresas dedicadas a actividades no esenciales detuvo la producción, el comercio, la prestación de servicios, provocó despidos y suspendió de manera súbita los ingresos de muchas familias. El resultado fue que la economía se detuvo por la contracción simultánea de la oferta y la demanda de bienes y servicios. Esa combinación ha provocado severas consecuencias económicas, sociales, psicológicas, consecuencias que podrían tener efectos políticos, sea en forma de protestas y saqueos —recuérdese lo que sucedió a raíz del llamado “gasolinazo,” entre enero y marzo del 2017—, o expresarse en las elecciones intermedias del 2021.
Es inocultable que la situación actual se debe a la aparición de un nuevo virus para el que no hay tratamiento ni vacuna y que es altamente contagioso. Pero también se debe a las decisiones que se tomaron para enfrentarlo—como la cuarentena generalizada que produjo una profunda depresión económica por la caída de la oferta y la demanda—, por otras que no se tomaron, pese a que fueron recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, como el uso obligatorio de cubrebocas, la realización masiva de pruebas, el seguimiento a los contactos de las personas contagiadas para romper las cadenas de contagio, el apoyo a quienes viven al día y no podían quedarse en casa, a las empresas que estaban en riesgo de quebrar, endeudarse o descapitalizarse, a quienes perdieron sus empleos e ingresos y no estaban cubiertos por ningún programa social.
Ante esta situación, nos sentimos obligados a mostrar que el conocimiento acumulado y las capacidades instaladas de investigación en Ciencias sociales podrían ser de gran ayuda para comprender la gravedad de la situación, analizar las consecuencias de las decisiones que se estaban tomando y de las que se desestimaban, anticipar hasta donde fuera posible sus consecuencias, dar seguimiento a los procesos en curso, actualizar los diagnósticos sobre lo que sucedía y de sus tendencias inerciales. Lo anterior sería la base para proponer cursos de intervención de los sectores gubernamental, legislativo, empresarial y social que evitaran que los costos sociales aumentaran y se exacerbaran, como ha ocurrido, en los grupos más vulnerables de la población.
Así, concebimos un ciclo de apenas 16 conferencias sobre algunos de tantos temas que ameritan ser considerados de manera juiciosa, con base en evidencias y orientados a proponer formas viables y efectivas de intervención. El ciclo de conferencias y este libro han de contar como una muestra de lo que las Ciencias sociales pueden aportar al conocimiento de los problemas causados por la pandemia y las medidas adoptadas para combatirla, incluida la inexplicable lentitud de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) para aprobar, por ejemplo, los respiradores portátiles desarrollados por la UNAM, que probablemente habrían salvado algunas vidas.
El ciclo de conferencias fue muy exitoso. En el Cuadro 1 y el Gráfico 1 presentamos el número de visitas que han tenido en YouTube. Llama la atención que la conferencia más vista sea la referida al impacto psicológico de la pandemia (3 746), seguida de la referida a la interpretación que le daban algunos de los científicos sociales más reconocidos internacionalmente (1 774). Las dos menos vistas se refieren a las estrategias económicas frente al covid-19 y el cambio climático (454) y la que considera los impactos territoriales de la pandemia de acuerdo con las vulnerabilidades locales (533).
En cualquier caso, es claro que esos números habrían sido inalcanzables si el Ciclo hubiera sido presencial: ¡17872 en total! Pese a los esfuerzos de difusión, no es raro que algunas conferencias atraigan un público muy reducido. Las causas son múltiples. En algunos días hay sobre-oferta de eventos académicos y los interesados se dividen entre ellos, no es sencillo desplazarse a los auditorios donde se imparten; los académicos conocidos atraen más la atención que los menos conocidos. Son numerosos los costos de oportunidad que hay que sortear para atender actividades académicas en la Ciudad de México. Que muchas personas interesadas en los temas tratados tuvieran tiempo disponible debido a la cuarentena, que para mayo ya habíamos aprendido a usar Zoom, la facilidad para conectarse y el hecho de que las conferencias quedaran grabadas y disponibles para ser vistas en el canal de YouTube del COMECSO tan pronto eran impartidas, es decir, sin necesidad de ningún procesamiento posterior, facilitó enormemente que el ciclo de conferencias llegara a una audiencia tan grande. Tanto colegas interesados en impartir una conferencia como personas interesadas en es- cucharlas nos han preguntado cuándo se trasmitirá la segunda temporada del Ciclo.
Como decía, el ciclo de conferencias fue un éxito. Cuando lo iniciamos, nuestro canal de YouTube contaba con 164 suscriptores. Cuando lo terminamos alcanzamos 764. Al momento de cerrar esta presentación ya sumaban 895. Aumentaron también nuestros seguidores en Facebook y en Twitter y el tráfico en el portal del COMECSO (<https://www.COMECSO.com/>) se duplicó en relación con el periodo inmediato anterior.
Estos datos muestran que los temas tratados desde la perspectiva de las Ciencias sociales despertaron un vivo interés en amplios públicos que querían informarse y comprender mejor los temas anunciados. Pero, además, sabemos que algunas de las conferencias han sido usadas en clases, que han sido recomendadas por quienes las vieron, que no solo las han visto académicos, sino que llegaron a un público más amplio. Algunos de nuestros conferencistas han sido invitados a otros foros para ampliar lo que plantearon en sus conferencias o impartir nuevas pláticas.
Con base en lo anterior, podemos afirmar que los resultados de la investigación en Ciencias sociales importan, no solo a nuestros colegas académicos, sino también a públicos extra-académicos. Por ello, resulta imperativo que hagamos mucho más de lo hecho hasta ahora para poner nuestros conocimientos y hallazgos a disposición de los tomadores de decisiones en los diversos sectores, presentándoles opciones y recomendaciones de intervención basadas en evidencias. Este es un momento en el que urge renovar la disposición de los científicos sociales y de las instituciones académicas a las que se encuentran adscritos, a comunicar sus conocimientos y hallazgos para que puedan ser apropiados por la ciudadanía, que les ayude a discernir la información veraz de la falsa, lo que sucede a su alrededor y se conozcan las opciones de intervención que recomiendan los especialistas.
El ciclo de conferencias y esta publicación no habrían sido posibles sin la entusiasta participación del equipo del COMECSO. Roberto Holguín se hizo cargo de la transmisión de las conferencias, en las que fungió también como moderador. Lo hizo con una maestría y soltura que daba la impresión de que a eso se había dedicado toda su vida. La difusión de las actividades estuvo a cargo de Laura Gutiérrez Hernández, Astrid Gutiérrez López y Anabel Meave, quienes realizaron un trabajo excepcional en condiciones difíciles. El cuidado de la edición estuvo a cargo de Julio Gustavo Jasso, Consuelo Yerena y Astrid Gutiérrez López. El primero se ocupó también de la formación de libro.
Agradecemos al doctor Mauricio Sánchez Menchero, director del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, que generosamente aloja la sede del COMECSO, por su apoyo para la publicación de este libro. También agradecemos a su equipo de colaboradoras, Elke Köppen, secretaria académica, María Elena Olivera, secretaria técnica, y María del Consuelo Yerena Capistrán, jefa del Departamento de Publicaciones, por las facilidades que nos dieron para la publicación de este libro.
Esperamos que este volumen, igual que el ciclo de conferencias, sea recibido como una muestra de la capacidad de las Ciencias sociales para comprender los problemas de nuestro tiempo y sus apresurados e inesperados cambios y que, con base en el conocimiento acumulado durante décadas y con investigaciones sobre los nuevos problemas y sus mutaciones, actualicemos diagnósticos y propuestas de intervención de los sectores gubernamental, legislativo, social y empresarial para que, entre todos, hagamos menos profundas y duraderas las consecuencias negativas de la pandemia y más rápida la recuperación.
Jorge Cadena-Roa
Secretario Ejecutivo del COMECSO
Investigador del CEIICH-UNAM
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