CONSEJO MEXICANO DE CIENCIAS SOCIALES

Una geopolítica del acceso abierto

Una geopolítica del acceso abierto: información, software y lectura

Resumen: El llamado a una apertura en relación con el acceso a la literatura científica en la actualidad se ha generalizado. Desde consejos de ciencia y tecnología hasta instituciones universitarias, pasando por las recomendaciones de organizaciones intergubernamentales, los principales actores en la producción de conocimiento parecen convencidos de que el futuro de la circulación y el uso de conocimiento depende del acceso abierto. En este artículo se explora en primer lugar el contexto en el cual debe situarse este llamado: las asimetrías del conocimiento. Luego se analiza la consecuencia que dicha apertura puede tener en la producción y consumo de información, datos y conocimiento. Como respuesta a ello, se mencionan y describen nuevas prácticas epistémicas: la softwarización del procesamiento de datos y la lectura estratégica.

Palabras clave: acceso abierto; circulación del conocimiento; software.

Pensemos, por un momento, en lo siguiente: una mañana, los que nos dedicamos a la producción y consumo de cultura (en mi caso, conocimiento de las ciencias sociales), nos levantamos y nos enteramos que todo el conocimiento está, ahora, disponible. Está abierto. Ya nada ni nadie nos puede separar de nuestras fuentes de valiosos datos que, muy frecuentemente, han sido inaccesibles. De repente, y gracias a la ubicuidad de internet y a la incursión de los dispositivos electrónicos (desde la computadora de escritorio al último modelo de teléfono celular), todo está al alcance de la mano. Supongamos, para extender este escenario, que limitaciones culturales básicas (como la multiplicidad de lenguas o la educación formal que se suele requerir para hacer búsquedas sofisticadas) también han desaparecido. Claro, con ellas se fueron algunos patrones de organización del conocimiento, pero eso parece un precio bajo frente al caudal de información ganado. Sin barreras, los productores culturales, los científicos, los filósofos  y  los  artistas  habitan,  desde  esa mañana,  un  mundo  de total  acceso,  de disponibilidad infinita, de oportunidades inmediatas. Y, entonces, quizá por su inmanente tendencia a la crítica, se preguntan ¿y ahora cómo hacemos para lidiar con tanto material?

¿Cómo organizo mi tiempo para leer todos esos artículos? ¿Cómo estructuro mi quehacer para poder revisar esos millones de videos que me permiten recorrer virtualmente museos, archivos, bases de datos? En ese momento comprendemos tres aspectos del nuevo paisaje que caracteriza el comienzo del siglo XXI y sobre el que me explayaré en las próximas secciones.

  1. El problema de acceso a la información es parte de un conjunto más amplio de asuntos que llamaremos asimetrías del conocimiento.
  2. La apertura a grandes volúmenes de datos, a códigos de software y a infinitas bibliotecas y hemerotecas interconectadas sólo desplaza el problema de la asimetría sin solucionarlo, incluso en más de un sentido lo potencia.
  3. Surgen algunas prácticas nuevas (por ejemplo, lo que llamaré lectura estratégica y la “softwarización” del procesamiento de datos), y tienden a desaparecer otras (como la visita permanente a bibliotecas y la consulta de archivos).

En este análisis, mi argumento estará dividido en seis partes. Comienzo por una breve reflexión histórico-sociológica sobre la abundancia de información y la posibilidad, recurrente, de que se vuelva un exceso. Empero, aunque la noción de exceso parece implicar necesariamente un juicio de valor, busco observar más bien de qué manera esta noción ha llevado a la aparición de estrategias para lidiar con ese caudal de información. Luego introduzco la cuestión de las asimetrías y comienzo por señalar aspectos teóricos de ese fenómeno con el fin de introducir, al final de esa sección, la importancia de los estudios de infraestructura académica como dimensión constitutiva de las asimetrías. Posteriormente busco llamar la atención sobre la necesidad de mirar las prácticas de los productores de conocimiento en lugar de sus productos, dado que ellas permiten abrir la caja negra que han sido, a lo largo de la historia, el arte, la filosofía y la ciencia.

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[Texto publicado en la Revista Estudios Sociológicos]

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