Ciencia vs Nostradamus
Ciencia vs Nostradamus
Ricardo Mansilla
Prediction is very difficult, especially about the future.
N. Bohr
Hace 15 años, durante tres días de julio de 2005 y bajo los auspicios de Microsoft Research se reunieron en Venecia un grupo de reconocidos científicos de muy diversas áreas del conocimiento para elaborar un reporte acerca del papel y futuro de la ciencia en los siguientes 15 años, haciendo énfasis en el impacto que las computadoras digitales y las ciencias de la computación tendrían en la cultura de nuestra civilización en el 2020.
El título del informe fue Hacia la Ciencia del 2020.[1] El equipo que lo compuso exhibía un fuerte carácter multidisciplinario: biólogos, químicos, bioquímicos, físicos, médicos, astrónomos, matemáticos y especialistas en ciencias de la computación, provenientes de 15 países.
Los objetivos declarados del informe eran estimular el debate y la discusión dentro de la comunidad científica y la sociedad acerca de las direcciones que la ciencia debería tomar en las próximas décadas y el creciente papel de las computadoras en ese empeño; apuntalar la importancia de las ciencias en la sociedad y galvanizar el esfuerzo de la comunidad científica en el uso de las ciencias de la computación enfocado a atacar los problemas más desafiantes de nuestras sociedades.
Todavía faltaba un año para que Twitter y Facebook se hicieran públicos[2] y se iniciara la rotunda incursión de nuestra civilización en el mundo digital. Sin embargo, los organizadores de este esfuerzo argumentaban que la intersección entre la computación y otras ciencias particulares era el más importante desarrollo en el futuro cercano de nuestra especie.
Los desafíos globales hacia los cuales se quería dirigir la consideración de la comunidad científica eran la comprensión de sistemas biológicos tales como la célula, el sistema inmune y el cerebro humano; revolucionar la medicina a través de la computación, en particular por medio de la inteligencia artificial; mejorar la comprensión del Universo, del origen de la vida y por último el desafío que ya por aquel entonces representaban las epidemias globales.
En aquellos días, se habían sufrido ya las consecuencias de la influenza aviar H5N1, el virus zoonótico de Nipah, el brote de fiebre aftosa en Reino Unido en 2001, el virus del Nilo, la encefalopatía espongiforme bovina (conocida comúnmente como fiebre de las vacas locas). Casi todos estos patógenos eran de tipo zoonótico, esto es, se originan en un hospedero animal y después, a través de mutaciones pasan a los seres humanos. Si el lector cree que está teniendo un déjà vu, no es ningún desvarío.
Las páginas 56 y 57 del informe están dedicadas a las epidemias globales. Fueron escritas por Neil Ferguson, epidemiólogo y profesor de Biomatemáticas del Imperial College de Londres.[3] Son seis párrafos que documentaban la idea de que “el desafío que enfrenta la Humanidad es anticiparse y prepararse para las futuras amenazas … e identificar y contener nuevos brotes epidémicos no observados aún, en la medida en que estos aparezcan”.
Según Ferguson, las computadoras jugarían un papel central en cuatro áreas de la lucha contra las enfermedades infecciosas: ayudarían en la rápida recolección y análisis de las secuencias genómicas de los virus; apoyarían la vigilancia epidemiológica a niveles locales y regionales; facilitarían el desempeño de modelos predictivos realistas de la evolución de las epidemias y facilitarían la comunicación entre los miembros de equipos interdisciplinarios creados en respuesta a los brotes epidémicos. Pero el mensaje más importante de estas páginas fue: “Dada la velocidad de difusión de una nueva pandemia de influenza o de otro virus tipo SARS, la planificación avanzada es crítica… enfrentar los desafíos de infecciones emergentes tales como la gripe aviar requerirá de planes de respuesta a escalas global, continental, nacional y local”.
Quince años después observamos que aquellas directivas cayeron en saco roto a escala global. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus declaró al COVID-19 como pandemia el 11 de marzo de este año. En la conferencia de prensa donde hizo público el anuncio declaró: “Estamos profundamente preocupados tanto por los niveles alarmantes de propagación y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción.”
En algunos casos, los datos recolectados por los gobiernos son de tan mala calidad que no permiten que los modelos teóricos hagan buenas predicciones. Con frecuencia hay una subvaluación de los casos positivos y de los muertos. En los países donde se han hecho pocas pruebas, se debe agregar la incertidumbre sobre la cantidad de infectados asintomáticos, que en una enfermedad como el COVID-19, con un periodo de incubación tan largo inyecta otra falta de certeza que hacen inservibles a los pronósticos.
El ciudadano común se siente atrapado en la vorágine de cifras, datos y noticias, en ocasiones contradictorias. Tal situación puede orillarlo a la búsqueda de lucidez en zonas comprometidas por la trivialidad. En días pasados, ha recorrido las redes sociales (al punto de convertirse en tendencia) una supuesta predicción de Nostradamus que se refiere a la pandemia que sufrimos. La ubicua ambigüedad que distingue a su tratado Les Propheties ha permitido que muchas personas interpretaran la frase “la gran plaga de la ciudad marítima no cesará hasta que se vengue la muerte”[4] como una predicción de la actual pandemia. A la luz de lo que se ha discutido en estas líneas, tal augurio había sido hecho con toda precisión hace 15 años.
[1] Towards 2020 Science, Microsoft Corporation, 2006.
https://www.microsoft.com/en-us/research/publication/towards-2020-science-2/
[2] Recordemos que no fue hasta 2006 que Facebook permitió que se incorporara a la red social cualquier persona que tuviera correo electrónico. Con anterioridad, solo podían acceder a la misma los estudiantes de determinadas universidades o escuelas estadounidenses. El servicio de Twitter se hizo público en julio de 2006, es decir, un año después de la celebración de la reunión de Venecia.
[3] En la actual pandemia Ferguson y su equipo utilizaron modelos estadísticos y concluyeron que los casos de enfermedad COVID-19 se detectaron de manera incorrecta por las autoridades chinas.
[4] Les Propheties, Century 2.53
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