La antropología será protagonista en la comprensión del mundo contemporáneo
Estamos ante una sociedad que ha cambiado radicalmente respecto a las generaciones mayores debido a la introducción de las tecnologías, por lo que los jóvenes antropólogos tienen múltiples temas de estudio a responder sobre los choques intergeneracionales respecto a la vida social, consideró Claudio Lomnitz Adler, miembro del consejo asesor internacional de la Revista Mexicana de Sociología de la UNAM.
“No sabemos qué es la sociedad actual, el Estado, la política, la cultura y el arte, pues todo ha cambiado de manera tan acelerada desde la revolución tecnológica, en los 80, con la transición neoliberal que no sabemos bien ante qué estamos y aún las categorías más básicas necesitan de mayor sustancia”, explicó el investigador al participar en el IX Congreso Nacional de Ciencias Sociales.
Durante la mesa Reflexiones sobre las ciencias sociales en México y Latinoamérica, realizada en el marco de la celebración por el 85 aniversario de la Revista Mexicana de Sociología, el antropólogo calificó las diferencias entre la sociedad actual y las anteriores generaciones como un momento histórico de gran promesa para la antropología, especialmente para América Latina.
Esto debido a que la antropología tiene una reserva privilegiada de conceptos, métodos y tradiciones que podría ser especialmente rica para el momento actual, como práctica corporal de diálogo y construcción de datos, su énfasis en los procesos de construcción de significados y de representación.
“Todas éstas son tradiciones de gran relevancia para revisar la cultura contemporánea, por lo que la antropología está destinada a tener un papel protagónico en la concepción del proceso contemporáneo”, agregó.
A su vez, Alejandro Portes, especialista de la Universidad de Princeton, y miembro del consejo asesor internacional de la Revista Mexicana de Sociología de la UNAM, agregó que parte de la clave de los estudios antropológicos es la incapacidad de sorpresa de la investigación, pues los nuevos estudios deben estar listos para enfrentar que muchos de los preconceptos no se corresponden con la realidad.
“Debemos tratar de documentar no solamente la desigualdad, sino cuáles son sus determinantes y posibles medios de superarla. Eso ya no es la documentación de un fenómeno de desigualdad, sino cómo se puede salir adelante a pesar de condiciones económicas, sociales y políticas difíciles”, comentó el miembro de la Academia Americana de Ciencias y Artes.
Como ejemplo, el investigador explicó que uno de los hallazgos de la literatura empírica en estudios étnicos en Estados Unidos, es el relativo éxito de los asiáticos (comunidades chinas, coreanas o vietnamitas) a pesar de la discriminación racial, pues ciertos grupos han logrado salir adelante y eso no fue por el Estado, sino por las características de la comunidad inmigrante o nivel de capital social.
Momentos antes, Miguel Armando López Leyva, coordinador de Humanidades de la UNAM destacó que este fue el primer evento de una serie de encuentros para celebrar la revista, “una de las más antiguas y, probablemente, la más prestigiada en ciencias sociales en lengua española que existe hoy en día y por eso se celebra la vitalidad de las ciencias sociales que se ve reflejada en los números de su publicación”.
La prioridad es sobrevivir
Durante la mesa Pobreza y desigualdad: Los retos de los derechos humanos, moderada por Luis Raúl González Pérez, presidente de la junta directiva del Club Universidad, investigadoras del ITESO Universidad Jesuita de Guadalajara explicaron que para las niñas y adolescentes que son cuidadas en centros de atención social la supervivencia es la clave de su existencia.
Gabriela Sánchez López, profesora e investigadora del departamento de Psicología, Educación y Salud del ITESO, detalló que el trabajo de investigación inició en 2022 y se han realizado talleres y cursos, además de entrevistas a fondo con integrantes del grupo “Nosotras sobrevivientes” que son jóvenes que viven en un Centro de Asistencia Social Privado en Guadalajara y tienen entre 12 y 17 años.
“Se dice que vivir al menos tres experiencias adversas en la infancia implica que se requiere una respuesta de atención para la salud de niñas, niños y adolescentes. Nuestra muestra acumula 13 experiencias en promedio”, entre las que se encuentran separación parental, guerra o conflicto armado, consumo de sustancias, enfermedad, abandono físico, violencia comunitaria, abuso físico y emocional, entre otras.
Rosa Elena Zapata Sandoval, también investigadora del ITESO, añadió que parte esencial del trabajo con estas jóvenes ha sido identificar que son sujetos de derechos a la educación, salud y a un techo, pues han enfrentado múltiples problemas y confían poco en las personas ajenas.
“Para ellas su prioridad es preservar su vida. No quiere decir que la educación o la salud no sean importantes, pero que prioricen su vida nos dice mucho de lo que han enfrentado”, finalizó.
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