La pandemia y sus imágenes

Juan Manuel Martínez Trejo

Sobre un fondo negro, el mundo apareció cubierto con un gran letrero de “Cerrado”. Esa fue la forma en que la revista británica The Economist visualizó a La Tierra en su edición del 21 de marzo de 2020. Desde semanas antes, los medios de comunicación ya habían comenzado a llenarse de imágenes con diferentes ángulos alrededor del Covid-19.

Durante el tiempo del confinamiento y en la apertura paulatina han predominado los sentimientos contrastantes, tanto en el espacio individual como en el plano de la batalla emprendida por la humanidad, para hacer frente al descomunal reto sanitario. En medio de un escenario de estupor y tragedia tuvimos que reaprender nuestra vida familiar, educativa y laboral. También fue necesario que diéramos una nueva dimensión a nuestras emociones: con el uso del cubrebocas se volvió más importante la expresividad de nuestros ojos, ansiosos de mostrar afectos y de encontrar respuestas; y las pantallas pasaron a ser el espacio en el cual fluyeron nuestros llamados a la fe, nuestras plegarias y nuestras frases de aliento. Fueron la vía para los reencuentros, pero también para las despedidas.

Con el paso del tiempo toda esa galería irá teniendo un valor cada vez más importante. Serán el testimonio histórico del mundo desafiado por una pandemia y sus secuelas.

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En abril de 2021, la fundación World Press Photo dio a conocer que un mexicano se integraba a su lista de ganadores anuales como segundo lugar en la categoría “Retrato Individual”. Iván Macías captó el rostro de una de las tantas heroínas en la larga batalla contra el Covid-19: una doctora de un hospital de la Ciudad de México con la piel del rostro lastimada por las gafas y por el cubrebocas tras una larga e intensa jornada de trabajo. Esa fue una de las facetas con las cuales el género humano dejó constancia de que no se dejaría doblegar.

Fueron múltiples las expresiones con las cuales individuos y grupos, anónimos y públicos, hicieron frente al temor y la desesperanza, para dar paso a la creatividad y a las expresiones de solidaridad. Por ejemplo, en abril de 2020, el tenor Andrea Bocelli ofreció gratuitamente en su Canal de Youtube un recital de 30 minutos desde el ‘Duomo de Milán’, en Italia. Inició con una frase de siete palabras llenas de fe que, por las circunstancias, trascendía un credo específico: «Creo en la fuerza de rezar juntos», y, como lo subrayaron varios medios, lo hizo en Domingo de Resurrección, una fecha con alto contenido simbólico. Como él, muchas otras personas improvisaron sus balcones o las salas de su casa para compartir su arte, un bálsamo indispensable en los momentos de zozobra.

Es de esperarse que no volvamos a ser los mismos o que sentimientos y palabras adquieran otro valor: los conceptos de cercanía y lejanía; los de amistad, amor y empatía; los de desánimo y alegría; y quizás ocurra lo mismo con las valoraciones que hagamos del tiempo libre y con la distinción entre lo urgente y lo fundamental.

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Para mayo de 2021, las vacunas han comenzado a dar un respiro al mundo. Pero la tarea está lejos de terminar. A mediados de abril, la agencia informativa Bloomberg recogió en un análisis las alertas marcadas por analistas: la pandemia dejará “cicatrices duraderas” en la economía mundial; por primera vez desde la década de los 90’s hubo una contracción de la clase media mundial; el avance tecnológico está causando la supresión de más puestos de trabajo; los países emergentes y los de bajos ingresos son los que sufrirán más.

En lo educativo, un foco de alerta sobre México lo prendió el estudio realizado por el Departamento de Educación de la Universidad Iberoamericana, con el apoyo del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de esa misma institución y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), así como con la asesoría de otras seis instituciones. El dato más relevante fue que uno de cada cuatro estudiantes de diferentes niveles estaba pensando en la posibilidad de abandonar la escuela. De ese universo, un 75% mencionó que su intención se debía a factores directamente relacionados con la pandemia, fueran económicos, socioemocionales u otros.

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Por lo que respecta a la política, comenzaron a verse cambios importantes en el ejercicio de gobierno, en la realización de campañas electorales y, en general, en la construcción de consensos. Sin duda veremos más ajustes en los años siguientes habida cuenta de la apretada agenda de temas por resolver que ha dejado la pandemia.

Por lo pronto, en la sucesión de imágenes y símbolos, para el registro histórico quedaron los contrastes en el comportamiento de líderes mundiales ante la pandemia. El cubrebocas adquirió un peso relevante en la composición de su capital simbólico y político: la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de EU, Joe Biden, optaron por ser ejemplos al abogar por su uso. En cambio, Donald Trump –cuando aún era mandatario de EU- fue captado al momento de desprenderse ansiosamente de la mascarilla antes de ofrecer una conferencia en la Casa Blanca tras su convalecencia por Covid-19.

En tanto, las Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación (TRIC) quedaron en el centro del quehacer humano. Ayudaron a que las personas se mantuvieran informadas, a la comunicación personal y al entretenimiento, lo mismo que a la continuación de actividades educativas y económicas. En la contraparte hay que citar la saturación informativa y la desinformación.

Para la gobernanza queda como tarea pendiente la continuación de las reflexiones acerca de los parámetros en los que debe desenvolverse la relación entre los Estados y las grandes firmas tecnológicas, que han adquirido un peso económico relevante y una influencia creciente en la definición de los temas de la agenda pública.

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Un aspecto previsible es que en la era post-Covid19 las mujeres serán un sector central en la búsqueda de soluciones y en el trazo de estrategias. Es importante considerar que, como ocurre con otras piezas del rompecabezas social, prevalecen los contrastes en los escenarios que se abren ante ellas.

A finales de abril de 2021, las crónicas e imágenes sobre el primer discurso de Joe Biden ante el Congreso de Estados Unidos por los 100 días de su gobierno resaltaron un hecho inédito en la historia de ese país: dos mujeres flanquearon al mandatario: Kamala Harris, vicepresidenta, y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes. Mientras tanto, la imagen y la agenda de la joven Greta Thunberg recibieron un relanzamiento debido a que el tema del cambio climático regresó a los primeros planos del mapa geoestratégico de la mano de Biden.

La otra cara de la moneda: en diferentes partes el mundo las mujeres han proseguido una lucha intensa en pro de sus derechos. Ello se volvió imperativo por el crecimiento de la violencia familiar durante el confinamiento. Pero hubo otro elemento que agregó la pandemia: en marzo de 2021, la Organización Internacional del Trabajo dio a conocer que la crisis económica ocasionó que 13 millones de mujeres perdieran sus empleos en América Latina y el Caribe.

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Frente a este panorama es necesario enfatizar que la empatía y la solidaridad -la importancia del esfuerzo conjunto- serán piezas fundamentales de la resiliencia mundial. En la familia, en la escuela, en nuestros centros de trabajo, en la política, en la economía. A todos corresponde escribir un párrafo de historia en los próximos años. Hagámoslo con convicción, con compromiso y con responsabilidad.