CONSEJO MEXICANO DE CIENCIAS SOCIALES

Como la pandemia cambió mi vida

Mar 24, 2021
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Saúl Jahir Ramírez Muñoz

Aún recuerdo aquel 31 de diciembre del 2019 a unas horas de recibir el año 2020 mientras estaba pidiendo que sea un buen año para todos. En la primeras dos semanas empezaba a escuchar sobre un virus extraño en China que afectaba en las vías respiratorias. No le ponía mucha atención porque creía que era como la influenza, que pronto se solucionaría y que sería controlado. Yo soy de ver mucho las noticias por las noches y empecé a ver que Europa empezaba a tener este contagio con las mismas características que sufrían los contagiados en China. Al pasar las semanas empecé a oír en las noticias que había contagios en Estados Unidos. Mientras no le daba mucha importancia, hacía comentarios sobre esta situación con mis profesores de la escuela y día con día eran las mismas preguntas: ¿llegará a México el virus? ¿Es muy fuerte? ¿Cambiará el ritmo de nuestra vida? Era tan grande mi incertidumbre que empecé a investigar qué era este virus, dónde se dio el primer contagio, cuáles eran sus síntomas. Me enteré que ya había el primer caso de muerte por el virus, que la OMS le puso COVID 19, pero seguía en mi vida cotidiana, donde todos los viernes y sábados eran de ir de antro con mis amigos o salir algún lugar. Todo era fiesta y diversión. De lunes a viernes en mis labores de trabajo por la mañana y por la tarde ir a la escuela.

El 20 de marzo le festejábamos el cumpleaños a mi amigo en la escuela y aún recuerdo esa misma tarde-noche de viernes haciendo planes para salir el fin de semana, ya que cumplía 18 años y debíamos de festejarlo en grande. Mis amigos y yo, al despedirnos, nos dimos un fuerte abrazo y dijimos ya al salir del salón estas palabras que nunca se me olvidaran “NOS VEMOS EL MARTES,” “NO SE TE OLVIDE LA TAREA” y “LOS QUIERO MUCHO AMIGOS.” Al día siguiente, sábado, dan la noticia y un boletín de la UNAM: el lunes se cerrarían todos los planteles porque una PANDEMIA se aproximaba proclamada por la OMS para todo el mundo. Por mi mente pasó, “solo serán 1 o 2 meses de que se quite esto” y hacíamos reuniones por WhatsApp sobre cómo estaban y como veían esta pandemia. Pasaron los meses en los que me había imaginado que pasaría todo, pero mi temor de contagiarme crecía ya que convivo con mis abuelitos y ellos son las personas más vulnerables para este virus. Yo aún tenía planes. Ese año pensaba comprarme un carro, pero veía que la gente se quedaba sin empleo y sentía que mi trabajo estaba en juego. Salía con temor a trabajar, sentía que en el transporte público podría contagiarme. Entonces, opté por comprarme mi PRIMERA MOTO para poder salvaguardar la salud de mis abuelitos y no tener ese temor de contagiarlos. Conforme pasaban los meses mi entusiasmo iba a la baja ya que me empezaba aburrir en mi casa porque yo era de salir con mis amigos de divertirme al antro. Hasta septiembre inicié mis clases en línea, lo cual hasta ahora no es de mi agrado ya que siento que no aprendo y no le pongo el empeño que le ponía a la escuela presencial.

Conforme pasa el tiempo siento que los días son simples, siento que hago lo mismo y que mi vida es aburrida. Antes de la pandemia me iba a diferentes lugares, me iba a pasear en el metro, subir al micro. Extraño hacerlo. Ahí encontraba algo nuevo. Los vendedores solían subirse a vender cualquier producto y de novedad y lo compraba. Extraño salir a pasear con mi familia, extraño salir a jugar futbol, extraño ir al cine, EXTRAÑO MUCHAS COSAS. Pero, por otra parte, sé que hago un bien al no exponerme: 1) por mis abuelos, 2) no quiero propagar más contagios, trato y sé que aún me cuesta acatar las restricciones que me ha puesto mi familia y el gobierno. A veces veo las cosas positivamente, que habrán más días para celebrar cumpleaños, salidas y muchas cosas que me gustaba hacer mientras ahora nos toca quedarnos en casa y ver que va a pasar.

En el 2021 llegan las primeras vacunas a México y otras partes del mundo. Sé y tengo fe que esa es la esperanza y la luz al final del túnel, que ya pronto se mejorará esto.

Mientras mis abuelos estén bien yo estaré bien, aunque mis momentos de juventud se pasen como agua, yo seguiré salvaguardando su vida y salud y siempre protegidos por que como dicen “HAY MÁS TIEMPO, QUE VIDA”.

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