Sobre la Ciencia Política en México
Para iniciar esta reflexión sobre la Ciencia Política en el México de hoy me gustaría hacer algunas consideraciones acerca de su evolución como campo disciplinario.
Empecemos por la relevancia de observar la creación de los espacios científicos en donde se producen conocimientos en el marco de los procesos de larga duración. Con este punto de referencia es posible afirmar que en el caso de la Ciencia Política mexicana, hablamos de un transcurso de conformación que tiene poco más de sesenta años desde su fundación en 1951.
Así y a partir del espacio universitario y de la investigación en ciencias sociales, el estudio sistemático de la política ha impulsado el desarrollo de una disciplina que ha ganado especificidad y se ha apropiado de objetos de investigación. A lo largo del país se han formado departamentos y centros de estudio dedicados a esta especialidad en las instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas. También ha crecido el número de estudiantes de licenciatura y de posgrado y, en el ámbito de la difusión, se ha incrementado la edición de revistas científicas y los libros dedicados al análisis político profesional. En efecto, alrededor de la Ciencia Política ha surgido una comunidad de conocimiento abocada al estudio de los temas del poder conforme a reglas compartidas de cientificidad. Verdaderas comunidades epistémicas que comparten un vocabulario y preocupaciones teóricas, atentas a los avances de la disciplina en otros países, acumulando esfuerzos tanto teóricos como empíricos, para dar cuenta de los problemas políticos relevantes.
Una mirada en torno a las razones históricas que impulsaron el origen de las ciencias sociales en México y de la ciencia política en particular, nos permite identificar logros fundamentales que delimitan su proceso de institucionalización. Son distintas las etapas que integran este ciclo y también muchos los elementos que en cada uno de sus periodos distintivos se inscriben, pero en su conjunto dan cuenta de un franco momento de consolidación para la Ciencia Política actual.
Ejemplo de lo anterior es la expansión de la disciplina y el incremento en la matrícula de sus estudiantes. Mientras que en 1951 existía sólo un programa académico que ofrecía la Licenciatura, para el año 2010 al menos una institución de educación superior en 29 de las 32 entidades de la república lo ofertaba. Actualmente hay más de ochenta programas nacionales. De igual forma, antes de la década de los setentas había una matrícula de 613 estudiantes, de acuerdo con el Consejo Mexicano de Investigación en Ciencia Política hoy está cifra se acerca a los 12 mil (http://www.comicip.org.mx/historia.html). Además, otro elemento característico del desarrollo disciplinario en nuestro país es la explosión de la política como actividad y como tema de interés general.
En relación con su proceso de institucionalización, en un trabajo reciente hemos propuesto cuatro etapas para su estudio (Valverde y Gutiérrez, “El proceso de institucionalización de la ciencia política mexicana a sesenta años de su desarrollo en México”, 2013)[1]: La primera corre de 1930 a 1950 y se refiere a los principales antecedentes que impulsan la institucionalización de la Ciencia Política en México. Un segundo momento tiene lugar entre 1951 y hasta los años setentas, cuando podemos decir que da inicio la Ciencia Política Académica. Entre 1971 y 1990, es posible observar una clara tarea de investigación en Ciencia Política y la ampliación de la oferta educativa en el país. La etapa de expansión y consolidación de la disciplina, comienza en la década de los noventa y continúa hasta nuestros días.
Frente a los retos que la expansión y consolidación de la disciplina impone a todos quienes conformamos su comunidad, es ineludible aprender a identificarnos. También a reconocernos y a crear senderos entre nosotros. Es tiempo de ampliar nuestra agenda de investigación, pero también de motivar una reflexión desde la propia disciplina.
[1] Karla Valverde Viesca y Enrique Gutiérrez Márquez (2013) “El proceso de institucionalización de la ciencia política mexicana a sesenta años de su desarrollo en México” en, Flavia Freindenberg (Coordinadora) La Ciencia Política en América Latina: docencia e investigación en perspectiva comparada, República Dominicana, FUNGLODE, 2013. En prensa.
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Será interesante leer el artículo completo. El resumen compartido dice poco respecto a los aportes científicos de esta subdisciplina o línea de investigación. La pregunta es cuáles son sus alcances en términos explicativos de una realidad caótica, y de un manejo punitivo o represivo del poder, mismo del que se hacen cómplices las y los propios académicos que dicen estudiar el poder desde la Antropología Política, o la Perspectiva de Género, con tal de….. no perder poder, precisamente. Que gran contradicción ¿no les parece?. Escribo desde la UADY.