Los próximos 100 años y la computadora americana

Un interesante libro sobre las tensiones geopolíticas que tendrán lugar en el siglo XXI se abre paso en el mercado y contiene las dosis de provocación y erudición necesarias en el grado justo para ser bestseller publicado en varios idiomas. Lo mejor del imperialismo estadounidense está por venir, así  lo pronostica George Friedman en The Next 100 Years, un libro aún en sus mocedades en idioma inglés, pero que sin duda será referencia global cuando pase a sus etapas en diversas lenguas. En México, preveo una exitosa incursión comercial, cuando se descubra que un importante pronosticador profesional ve a este país como potencia mundial emergente a mediados del siglo XXI y que enfrenta un conflicto severo y militarizado con los EU a finales del mismo siglo.

Previamente  EU habrá tenido que vérselas con Rusia en un remake de la guerra fría y también con Turquía y con Japón mientras que la amenaza islámica se habrá desinflado y las expectativas de China como la potencia mundial se habrán perdido por una crisis interna profunda de ese país. En todo este escenario, EU será el hegemon, tanto por su fuerza económica como por, sobre todo, su capacidad militar, sustentada en la tecnología: menos soldados y más tecnología será la clave de su fuerza. Menos presencia humana en el conflicto y más aparatos destructores que se mueven a velocidades superiores a lo que cualquier enemigo puede hacer.

Será el siglo de EU, inevitablemente. Grandes tendencias son las que explicarán estos escenarios, según el autor, y junto a las tendencias, los límites a las mismas. Las crisis es lo que explicará que los países tengan que enfrentarse o no. La lógica del vida humana, distribuida en espacios separados y economías dispares, será la misma: la guerra y la hegemonía, la lógica de la geopolítica es esa y rebasa a las personalidades que lideran a los países: hacen lo que deben hacer en el marco de sus capacidades y limites, son racionales y eso es todo. Esa es una primera idea provocadora: las cosas son como son; se crece económicamente; se va a elecciones; hay fronteras que otros, hace mucho, crearon; la población crece o decrece; si el PIB es grande, sirve para hacer la guerra; la tecnología tiene sus senderos.

Por ejemplo China, que en pocos años rebasará a EU como potencia económica, en los hechos  está limitada por dos factores: al crecer hoy más que ayer, debe hacerlo mañana más que hoy. Eso es su limitante porque no le da margen a otra situación, la que naturalmente deberá venir; eso será su crisis. Otro factor que la limita es su distribución poblacional, ya que el país en realidad está dividido en dos mitades: hacia las costas se agrupa la población y el interior está despoblado. China es así una suerte de isla: desierto y cordilleras de una parte, selva de otra y el mar. China, así, no tiene otro papel que jugar en la geopolítica más que la de ser un tigre de papel.

Saludablemente cuestionable por sí mismo, el ejercicio de forecasting que nos ofrece Friedman tiene una parte que me interesa: su mirada sobre la tecnología. Al autor le parece importante mostrar tres tendencias tecnológicas que le darán a EU, junto con aspectos demográficos y geográficos, el respaldo para ejercer el protagonismo de su era. La más importante será la tecnología bélica dominando el espacio aéreo, la otra será el control de la transformación energética y la tercera, como matriz de las otras dos, la tecnología digital. Sin embargo, en vez de adelantar los tipos de artefactos y procesos que dominarán el futuro digital, el autor hace una interesante reflexión sobre la combinación entre el pragmatismo y la tecnología que le dan a la cultura americana su carácter único.

Dice Friedman que la tecnología digital concentrada en la computadora es esencialmente el maquinismo estadunidense. Responde al espíritu fundacional de esa nación al convertir los hechos y voluntades humanas a ceros y unos, para transformar lo social y las emociones a lo pragmático. Importa más que las cosas se hagan a que se sepa por qué se hacen. La razón al servicio del logro y no de la contemplación. Las consecuencias de las acciones es la auténtica razón de la acción, como postularía el pragmatismo de Charles Peirce, y la significación de una idea descansa en sus consecuencias prácticas, una idea sin consecuencias carece de sentido.

La  cultura americana encuentra así en la computación la herramienta en que se asienta su principio: no es la verdad abstracta o la belleza lo que importa en la razón de los hechos, sino las cosas hechas en sí mismas. El pragmatismo es el cuerpo de la cultura americana y la computadora es el cuerpo del pragmatismo: “Nada ejemplifica más la cultura americana que la computadora, y nada ha transformado más rápida y profundamente al mundo que su advenimiento. La computadora, más que el automóvil o la Coca-Cola, representa la manifestación única del concepto americano de razón y realidad”.

La manera en cómo la computadora es diseñada, programada y evoluciona es una poderosa fuerza reduccionista. Hoy son la fuerza de las corporaciones, que son  el corazón económico de EU. Si es cierta la fragmentación de la cultura americana, la computadora y las corporaciones son fuerzas que la transforman en algo uniforme.

He aquí una reflexión que no predice, sino que afirma un hecho cultural.  Si la tecnología digital juega ese papel central en la cultura americana, los riesgos para la hegemonía de EU son bastante grandes: la reproducción material de esta tecnología descansa en otros países, pero a la vez la reproducción está asegurada con el rastreo  de la vida material de los habitantes  de este planeta cada vez que llevan a cabo un registro en cualquier artefacto en red. Para ello están las corporaciones de la información, que son estadunidenses. Pero las víctimas son también los americanos.

La tecnología que transforma al mundo es una tecnología culturalmente americana. Pero si transforma al mundo, ¿de qué modo el resto del mundo transformará esa tecnología? Una tecnología inmersa en una cultura puede ser dominada por corporaciones y la información en red puede ser administrada por los poderes militares y de control de ese mismo país. La tecnología  y la cultura del pragmatismo es un espacio interesante de análisis; pero el otro, siendo aún más pragmáticos, es el de la relación entre el poder y esa tecnología. Conocer y prever lo que los  individuos hacen, en tanto consumidores o bien amenazas, es la tendencia tecnológica de la maquinación computacional. ¿He aquí un gran tema o bien es un tema que se desinflaría a las primeras de cambio? Un gran tema sería que el “homodigitalus” (permítaseme este latinismo de botepronto)  es un aborigen de EU; los robots sólo podrán ser la continuidad de los chicos de Detroit, Wichita Falls o Waco. Un tema desinflado sería constatar que la computadora está crecientemente integrada al hombre urbano medio, sea de Tokio, Shanghai, Sao Paulo, Londres, México, etc. , y que una innovación no esperada es la construcción de nuevos lenguajes hombre-máquina en que lo humano es cada vez más representado por máquinas cada vez más humanizadas. La nueva máquina producirá significado y no solo será la máquina de hipertextualidad. Una nueva física de materiales estaría detrás de ello y, por supuesto, nuevas corporaciones. Entonces tal vez no sería tan americana la tecnología de información y comunicación en este siglo y tal vez la geopolítica que nos dibuja Friedman tenga más puntos controvertibles. Por lo pronto, a quienes interese la prospectiva de la tecnología  energética, recomiendo http://martianchronicles.wordpress.com/2010/03/18/book-review-the-next-100-years/