CONSEJO MEXICANO DE CIENCIAS SOCIALES

Literatura y Ciencias Sociales

May 15, 2014
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La creciente especialización de las ciencias sociales, y la estipulación y formalización de lo que se considera científico frente a lo que no lo es, ha llevado a una progresiva brecha entre el lenguaje propio de nuestras disciplinas y las expresiones literarias. Lo anterior tiene su justificación en la necesidad de que las ciencias sociales tienen que contar con un aparato conceptual propio que, alejado del juego y el uso de metáforas, permita entendernos entre nosotros y ser lo suficientemente precisos. Sin embargo, también es cierto que, estas características frecuentemente hacen que los textos académicos sean áridos y poco amables, y sólo puedan ser accesibles a un número escaso de lectores.

En este sentido, no está de más recordar que los grandes autores de nuestra tradición clásica, fueron  también grandes escritores que sabían seducir a sus lectores con un lenguaje que recuperaba la buena literatura. Algunos casos notables hacen evidente esta relación. En su diagnóstico sobre la burguesía, Carlos Marx se nutre de las críticas presentes en La comedia Humana de Honorato de Balzac. Si bien es cierto que no se sabe de una referencia explícita a Julio Verne en las obras de Max Weber, la famosa alusión a la “jaula de hierro” que resume el diagnóstico sobre la burocracia, ya había aparecido en Veinte mil leguas de viaje submarino, para nombrar a este último invento antes de que existiera en la realidad. Por otro lado, cuando en una entrevista a Sigmund Freud se le preguntó si tenía predecesores, responde de manera enfática que todo ya había sido dicho por Shakespeare y Dostoievski.

Y es que efectivamente, las obras de Shakespeare nos brindan algunos de los mejores retratos que la ciencia política puede obtener sobre los juegos de poder y los comportamientos humanos que siguen operando en el mundo de las elites. Para entender los móviles y consecuencias de la ambición desmedida hay que leer a Macbeth, para aprender la importancia de actuar a tiempo en la vida política pocos textos como Hamlet, y para alertarnos sobre el papel de la intriga en los asuntos públicos, nada mejor que re-leer los parlamentos más importantes de Yago en Otelo.

La literatura más reciente también nos brinda una gran riqueza. Es mucho lo que perdemos al  no leer los textos originales, y limitarnos a las versiones cinematográficas y más populares  de algunos de figuras célebres que surgieron de las plumas  de grandes escritores(as). Uno de los casos más notables es la del Dr. Frankenstein, de Mary Shelley que en la obra original es el nombre del inventor y no de su creatura y además esta última es noble en sus orígenes, y sólo se convierte en un monstruo amenazante y temerario tras sufrir los efectos del rechazo y la exclusión social ¿Por qué no leer esta libro a la luz de las aportaciones de Goffmann sobre el estigma?

De igual forma, las tesis sobre Norbert Elias en torno a la relaciones entre civilización y autocontrol social, pueden ser analizadas a la luz de la novela The Beginning of the day, de Kazio Ishiguro. Las reflexiones del mayordomo protagonista en esta obra hacen evidente el alto grado de disciplina, autocontención y control de las emociones que ha tenido que desarrollar parar realizar eficientemente sus tareas, nos permiten comprender los vínculos entre lo “público” y lo “privado”, y la importancia del comportamiento adecuado y las “buenas maneras” en el marco de las cambiantes relaciones de poder de la sociedad inglesa después de la Primera Guerra Mundial.

En términos de la producción latinoamericana, los ejemplos son abundantes. Difícil encontrar diagnósticos más atinados sobre nuestros dictadores, aplicables a la noción de patrimonialismo en Max Weber, que los que se encuentran en El recurso del método de Alejo Carpentier, El señor presidente de Miguel Ángel Asturias, y El otoño del patriarca de Gabriel Garcia Márquez. .

La enumeración de la buena literatura que podría nutrir a las ciencias sociales es inmensa. Por eso debemos preguntarnos ¿por qué hemos abandonado la lectura de estas obras? ¿Cómo las podemos incorporar en los planes de estudio y a nuestras investigaciones? Evidentemente las lecciones de estás rebasan por mucho sus contenidos. Su verdadero potencial está en la posibilidad que brindan para escribir mejor. No estaría de más que los académicos(as) y estudiantes nos dejáramos contagiar de la buena prosa e intentáramos que nuestros textos sean más amenos a nuestros lectores(as).

Twitter:@ginazabludovsky

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5 Comentarios

  1. Pingback: “Literatura y Ciencias Sociales” por Gina Zabludovsky | Gina Zabludovsky Kuper

  2. Interesante propuesta. Nunca es tarde si la dicha es buena. Aunque para mi gusto la autora no se atrevió a cruzar su particular Rubicón y ser más atrevida en su propuesta. Y es que sobre lo que propone ya ha habido varios debates e incluso aportes originales. Geertz analizó las estrategias retóricas de distintos antropólogos en Works and Lives, 1988 (traducción: El antropólogo como autor 1989)… o como los novelistas inspiraron ciertos la escritura de ciertos trabajos. Antes, Clifford y Marcus señalaron: “Se asume, en este libro [Writing Cultures, 1986], que lo poético y lo político son cosas inseparables; y que lo científico está implícito en ello, no en sus márgenes. O sea, como en todo proceso histórico y lingüístico” (1991: 26-27). De hecho, lo poético, lo político y lo científico no tienen por qué estar separados en un mismo enfoque o trabajo, sin embargo, este tipo de planteamientos epistemológicos han sido considerados postmodernos o, si se prefiere, heterodoxos y radicales. Si hacemos caso a Octavio Paz, Marx leía poesía. Sea como fuere, qué bien que la Dra. Gina Zabludovsky, aunque sea tímidamente, saca a la palestra este debate. El lector que no hace lecturas ingenuas sabe que la Ciencia Social actual es, en gran medida, literatura chatarra amarrada con junk theory y aderezada con una incultura que ya parece una plaga bíblica. Por supuesto que hay excepciones, unas más notorias que otras, pero precisamente a esas excepciones de las CCSS de aquende y allende se les reconoce a la legua una cabeza bien iluminada y el poso que dejó la buena literatura en su ser y quehacer. En fin… si alguien consiguió el doctorado sin haber leído la mayoría de obras y autores que citó o un canon equivalente… mejor apaga y vámonos.

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  3. Encomiable el texto de Gina. Debo recordar que en la antropología mexicana es añeja la relación con la literatura. Van algunos ejemplos: Juan Pérez Jolote de Ricardo Pozas es un libro excepcional en el que el antropólogo escribe con la disciplina, si, del lenguaje literario, pero también sin la rigidez de los términos especializados. El libro de Pozas pasó a pertenecer a lo que el crítico de literatura, Joseph Sommers, nombró el ciclo de Chiapas, en el que está ubicado otro notable antropólogo, Carlo Antonio Castro, autor de Los Hombres Verdaderos. Más reciente es la producción de Jesús Morales Bermúdez, Premio Nacional de Literatura, con una novela espléndida, La Novela de la Selva. Yo mismo he escrito texto que relacionan a la antropología con la literatura. El ejercicio etnográfico tiene una relación estrecha con el buen escribir, como así insistieron los antropólogos mexicanos y también, los ingleses. En fin, es un tema que debemos seguir pensando además de tomar en serio lo que dice Guillermo Alonso. Cuando inicié el estudio de Los Altos de Jalisco, recomedé a los estudiantes que me acompañaban que era imprecindible leer a Agustín Yáñez, Las Tierras Flacas, y, por supuesto, a Juan Rulfo, tanto Pedro Páramo como El Llano en LLamas. Para entender el «alma alteña» de Jalsico hay que leer a Plascencia, notable poeta místico. En fin, el tema es fascinante y que bien que Gina nos lo recuerda.

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  4. Guillermo y Andrés

    Gracias por sus comentarios que son muy enriquecedores. Espero que podamos seguir con este intercambio de ideas.

    Responder
  5. Soy una alumna de la carrera de Historia en la Universidad de Sonora. Sonará algo pueril, pero por la misma burla de mis compañeros y profesores de la escuela, sentía que las menciones literarias que hacía en mis aportes para mis participaciones en clase eran tonterías.

    Con decir que un maestro me aconsejó que en vez de estudiar Historia debería haber estado mejor en la escuela de Letras.

    Gracias a este artículo, me alegro leer que no soy la única persona en creer que la literatura no está lejos de las ciencias sociales.

    Es muy preocupante que todavía la mayoría de los profesionistas sigan mirando las ciencias sociales como un lastre. A mí me preocupan mucho los niños y los jóvenes cuando tienen contacto con estas materias en su formación en la educación primaria y secundaria.

    Mi meta principal es cambiar la mentalidad de estos pequeños protagonistas del mundo del mañana a través de estas ciencias. El ser humano es una maravilla y el aporte que dan las ciencias sociales lo son también.

    Saludos Ariana ^^

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