Etnólogos y antropólogos en el México de hoy
Durante los días 19, 20 y 21 de septiembre se celebró en Morelia, Michoacán, el Segundo Congreso Nacional de Antropología Social y Etnología, convocado por el CIESAS, el Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la Red Mexicana Formadora de Antropólogos (RED-MIFA) y el Colegio de Michoacán, institución que fungió como sede del Congreso. El centro de reunión fue el edificio del Palacio Clavijero, espléndido, en la señorial ciudad capital del Estado de Michoacán. Asistieron alrededor de 2,000 académicos y académicas que escucharon las ponencias de 900 colegas. El Congreso rebasó las expectativas tanto de los patrocinadores como de los organizadores al colmarse los espacios dispuestos para los simposios y las mesas, además de las conferencias magistrales y las presentaciones de libros. Fue estimulante observar a estudiantes de ciencias sociales de diversas partes del país, atendiendo a las reuniones y participando con preguntas e intervenciones. El siguiente Congreso se llevará a cabo en 2014, teniendo como sede al CIESAS-D.F.
Más allá de las circunstancias organizativas del Congreso, que fueron óptimas, una mirada a las ponencias revela la variedad temática que están abordando los etnólogos y los antropólogos sociales en México. Prácticamente no existe aspecto de la vida del país que no esté siendo sujeto a una investigación y a las reflexiones pertinentes. Ello contrasta con la escasa presencia nacional que ambas disciplinas tienen en un país en el que, durante un tiempo, estuvieron en los primeros planos de la opinión pública. Los trabajos leídos en el Congreso de Morelia, traslucen una compleja realidad mexicana, problemas difíciles y lo que más preocupa, una indiferencia notable de la administración pública hacia los resultados de las investigaciones en Ciencias Sociales. La situación es grave. Pareciera que los académicos vivimos en un país diferente al que se imaginan los círculos de poder y las formas políticas que controlan al Estado Nacional. Sencillamente existe una desvinculación entre resultados de la investigación y diseño más ejecución de las políticas públicas. Es más, al escuchar el cúmulo de datos que van demostrando el divorcio entre administración pública y academia en México, no es posible dejarse de preguntar ¿y quién diseña las políticas públicas en este país? ¿con qué criterios? ¿de qué fuentes obtienen los políticos sus informaciones? ¿a qué se debe la insensibilidad de los círculos de poder hacia los resultados de investigación?
Otro aspecto es que la calidad de las investigaciones es notable. Los niveles de la reflexión están planteados, con sus excepciones, por profesionales solventes, lo cual es reconocido internacionalmente, a juzgar, por ejemplo, por el alto número de estudiantes de posgrado provenientes de diversos países, incluidos los Europeos y los Estados Unidos. ¡Qué paradoja! Mientras las ciencias sociales que se hacen en México cada vez son más reconocidas internacionalmente por su calidad, la indiferencia de la administración pública crece. Sin duda, es una situación a debatir porque implica el futuro de la investigación y el del país. ¿Seremos forjadores de científicos sociales para otros países mientras en el nuestro nadie hace caso de los resultados?
En un momento, la antropología y la etnología estuvieron vinculadas al Estado Nacional de manera estrecha al coincidir en el propósito de establecer una sociedad de cultura nacional. La expresión de esa vinculación entre Estado Nacional y Antropólogos fue el indigenismo, quizá una de las escasas política de Estado que se han configurado en México. El objetivo era conformar una sociedad de cultura nacional, asimilando a las culturas indígenas a una supuesta configuración nacional que exigía –a ojos del Estado Nacional- el que los pueblos indios aceptaran el mestizaje y la asimilación con todo lo que eso implica. Una vez rota esa vinculación, antropólogos, etnólogos y Estado Nacional, se pusieron mutuamente de espaldas. El Estado Nacional, en cierto sentido, tomó en cuenta a las corrientes críticas del indigenismo sobre todo, a los movimientos sociales de los propios pueblos indios y aceptó modificar la Constitución de tal manera que actualmente se reconoce que México es un país plural culturalmente hablando. Se avanzó un paso más con la creación del Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas (INALI) y la expedición de la Ley de Derechos Lingüísticos que reconoce que todas las lenguas que se hablan en México son Nacionales y los hablantes tienen el derecho de usarlas en toda ocasión. A partir de esos puntos, la indiferencia hacia los resultados de la investigación por parte del Estado Nacional y de la administración pública en general, ha sido evidente.
Convendría tener la opinión de otros colegas, así antropólogos y etnólogos como sociólogos, científicos políticos, demógrafos, historiadores, para sopesar si lo que aquí expongo es real o es sólo una percepción particular. Habría que pensar en temas como el del presupuesto por ley (1% del PIB) que debe otorgarse a la investigación científica, no sólo su cumplimiento sino cómo se distribuye. Habría que pensar en la actitud de los círculos de poder hacia las ciencias sociales en general, en un ámbito que no es sensible a la crítica en términos positivos, sino que tiende a concebirla como una amenaza. Son temas que deben dirimirse justo en este tiempo de relevo del poder.
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Buena tarde Andrés,
estaré al tanto del próximo congreso pues me parece que la antropología de la ciencia y la tecnología en México no tienen mucha visibilidad y existimos algunos colegas que prácticamos este dominio.
saludos
Antonio Arellano
Estimado Dr. Fabregas,
Estoy de acuerdo en la mayoría de los postulados que usted propone al respecto de la gran variedad de investigaciones en ciencias sociales que son un reflejo de las problemáticas sociales vividas en nuestro país. Al igual concuerdo totalmente en que hay un divorcio entre adminitración pública (en sus tres órdenes de gobierno) y la academia.
Sin embargo, ¿qué estan haciendo las instituciones científicas, los centros de investigación y las instituciones científicas en general para reestablecer esta comunicación?
Sólo por mencionar el caso de la antropología, ¿cuantos seminarios de antropología aplicada se imparten actualmente en las escuelas de antropología del país, contando los posgrados?, sin temor a equivocarme si son más 1 en todo el país son muchos; ¿con qué herramientas se dotan a los científicos sociales en el país para pasar de la teoría a la praxis?,¿cuántos programas de estudios de antropología/ciencias sociales del país se preocupan por formar a profesionales, no sólo en investigación formal, sino también en la aplicación de la ciencia y en el diseño de políticas publicas?
Si es una amenza, concuerdo con usted, que la administración pública y la academia científica esten desvinculados. Pero es justo preguntarse con qué herramientas reales cuentan los antropólogos para enfrentar esta asociación y presentar propuestas reales, medibles y con una visión del corto, mediano y largo plazo.
Este es un tema que también hay que tomar en cuenta, pues hay un problema de fondo y de forma, a nivel nacional sobre cómo vincularse con la administración pública y los hacedores de las políticas públicas de este país. Es hora creó yo de replantearse el papel de las ciencias sociales y la reformulación de los planes de estudio a nivel licenciatura y posgrado en este país.
saludos cordiales
Miguel Z. Chávez Loeza
Estimado Dr. Fábregas:
Estoy de acuerdo con su apreciación, la cual también se aplica para la demografía y quisiera hacer tres comentarios.
En primer lugar, nunca habíamos tenido la gran cantidad de información sociodemográfica con la que contamos ahora. Existen además estudios de altísima calidad señalando «focos rojos» en los temas demográficos como serían, por ejemplo, el prácticamente estancamiento en la fecundidad adolescente y el aumento en la mortalidad entre los varones jóvenes entre 15 y 29 años. Estos son dos ejemplos donde la evidencia demográfica es amplia pero no se ha correspondido con una integración a la agenda de las políticas públicas o con la definición de políticas claras para atender estas problemáticas. En ese sentido, el esfuerzo por acercar y hacer que se tomen en cuenta los resultados de investigación traspasa a varias disciplinas de las ciencias sociales.
En segundo lugar, coincido con el argumento de Miguel Chávez de que las comunidades académicas tenemos que hacer un esfuerzo por acercarnos más a los diversos actores que podrían aprovechar los resultados de investigación para informar la acción pública. Además del gobierno federal, creo que nos hace falta acercarnos a otros actores como legisladores, gobiernos estatales y municipales. En un mundo de información abundante, no sé cual es la mejor forma. En la Sociedad Mexicana de Demografía recién comenzamos un proyecto de una revista que busca difundir más ampiamente los resultados recientes en la investigación en población (www.somede.org/coyuntura-demografica). De ninguna manera es suficiente, pero creemos que es un esfuerzo importante por comunicar mejor lo que hacemos y lo que observamos.
Finalmente, dado que trata el tema de los estudios sobre indigenismo en México, quisiera comentarle que–desafortunadamente–en el caso de la investigación sociodemográfica,son muy pocos los trabajos que están aprovechando la información que se genera para dar panoramas amplios (nacionales, estatales o inclusive municipales) sobre la dinámica demográfica de las poblaciones indígenas. Para mí, es un tema pendiente en nuestra agenda de investigación que tal vez requiera un mayor acercamiento con quienes sí están trabajando sobre estos temas con otras perspectivas.
Saludos,
Silvia E. Giorguli
(presidente de la Sociedad Mexicana de Demografía)
Buenas tardes:
he visto vuestro vuestro estupendo congreso y me gustaría participar con mi reflexión.
Soy española, licenciada en sociología y actualmente estudiante de último año de antropología.
La realidad por aquí no difiere a nivel de apoyo e interés institucional en materia de ciencias sociales e investigación en general.
La realidad a nivel de diversidad cultural y lingúística es rica aquí, pero la situación económica actual no proporciona apoyos para el conocimiento.
Saludos
Acerca de los comentarios recibidos sobre mi texto, hago las siguientes apreciaciones:
1. Quizá COMECSO, en coordinación con el Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales y la RED-MIFA, podrían convocar a una discusión de los importantes puntos que plantea Miguel Zimi en su comentario. Concuerdo con él.
2. Antonio Arellano señala la importancia de discutir la antropología de la ciencia y la tecnología. Es una rama de la disciplina que es urgente apoyar.
3. El comentario de Silvia E. Giourguli llama la atención hacia la necesidad de una mayor vinculación entre las ciencias sociales en México. Estoy de acuerdo que un tema pendiente es la sociodemografía de los pueblos indígenas de México. Es una apreciación de la mayor importancia.
4. El comentario de la colega de España, Anabel, es triste, pero real.
A todos los colegas y las colegas que se han tomado el tiempo en hacer sus comentarios les quedo muy reconocido.