Algunos elementos presentes en las evaluaciones del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) que producen una apreciación desfavorable de proyectos y especialistas en ciencias sociales e impactan negativamente en su desempeño.
1 Presentación
El presente documento es un resultado del coloquio “¿Qué pasa con las ciencias sociales en México?” del proyecto de investigación “Las ciencias sociales en México. Un enfoque regional” del Consejo Mexicano de Ciencias Sociales (COMECSO), llevado al cabo los días 12 y 13 de noviembre de 2014 en Unidad de Posgrado de la UNAM, en la Ciudad de México. Un borrador del mismo fue comentado durante la reunión del Comité Directivo (CD) del COMECSO el día 14 de noviembre de 2014, que, después de recoger opiniones y propuestas de modificación de los integrantes del CD, decidió publicarlo como documento de trabajo para impulsar la discusión sobre las modalidades y las consecuencias de la evaluación académica.
2 Comentarios generales previos
2.1 Las siguientes consideraciones se expresan con respecto a la evaluación de solicitudes ingreso y renovación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) correspondientes a las áreas IV y V y con respecto a la evaluación de proyectos, publicaciones, estancias, etcétera, correspondientes a estas dos áreas mencionadas, centrándose ante todo, en la situación de las ciencias sociales. No se consideran aquí aspectos generales de la evaluación académica que tienen efectos negativos sobre el conjunto de la actividad científica en el país y que han sido objetos de otros análisis y propuestas, algunas de ellas elaboradas por diversas comisiones de trabajo del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT).
Es obvio que no todos los aspectos a continuación señalados son de incumbencia directa del CONACYT, pero el papel pionero del mismo en la evaluación académica ha llevado a que muchas de sus prácticas reales o supuestas sean repetidas y/o reforzadas en otras instituciones y programas, por lo que parece importante señalarlos para la discusión.
2.2 A pesar de que las ciencias sociales y humanas se distinguen claramente de las ciencias llamadas exactas y naturales, no forman un conjunto homogéneo. Tanto al interior de las ciencias sociales como al interior de cada una de ellas existen campos y corrientes, de las que algunas características se acercan más a las prácticas comunes en las ciencias exactas y naturales, mientras que otras se asemejan más a las humanidades.
Una diversidad semejante puede observarse también en la práctica científica de un solo investigador en diferentes etapas de su trayectoria o con respecto al tratamiento de diferentes temáticas.
Todo esto hace imperativo sustituir la evaluación cuantitativa y de corto plazo actualmente predominante por la evaluación cualitativa y de largo alcance.
2.3 Tanto por las características señaladas en el inciso anterior como a causa de otros elementos resulta erróneo utilizar un único esquema de criterios para la evaluación académica y, además, para todas las disciplinas. Más bien, el esquema básico para la evaluación de un conjunto de disciplinas similares debe contar con una buena cantidad de equivalencias para permitir una evaluación flexible y acorde a las circunstancias variadas y cambiantes de la generación y comunicación del conocimiento en ciencias sociales, de las diferentes tareas que se presentan a lo largo de dichos procesos cognitivos y de los diferentes tipo de investigación llevados al cabo en diferentes momentos por un investigador o grupo de investigadores.[1]
En este contexto conviene señalar que si bien los períodos multianuales de evaluación del SNI dejan más espacio al desarrollo del conocimiento, las evaluaciones anuales o bianuales para los complementos salariales («estímulos») institucionales, imprimen una dinámica cortoplacista inadecuada a la planeación y la evaluación académicas, amén de propiciar la exigencia de la realización de muchas actividades diferentes (investigación, docencia, difusión, divulgación, vinculación, tutorías, etc.) en un mismo lapso de 12 o 24 meses.
2.4 La adecuación pendiente de los esquemas de evaluación a las características propias de las ciencias sociales y humanas es una tarea urgente, ya que es patente que la situación actual, en la cual criterios tomados de las prácticas usuales en ciencias exactas y naturales, aunados a la imposición de criterios homogeneizantes de tipo burocrático, no solamente están distorsionando la percepción del conocimiento sociocientífico por parte de las instancias evaluadoras y de los responsables de las políticas públicas en el campo científico y tecnológico. También están tergiversando la práctica de las ciencias sociales, porque matizan las actividades de planeación y las expectativas de los aparatos institucionales y de los mismos científicos sociales que se sienten empujados a abandonar prácticas, temáticas y debates que cuentan con una larga tradición en el país y que han generado resultados ampliamente reconocidos a nivel mundial. Al mismo tiempo se impulsa la generación de actividades formalmente correspondientes a las ciencias naturales y exactas o los estereotipos burocráticos, pero que operan únicamente como pantallas de las actividades reales, lo que incluso plantea problemas éticos y de imagen antes los estudiantes.[2]
3 Tipos de publicación e idiomas en las que se redactan textos en ciencias sociales
3.1 A pesar de que el texto escrito es el principal medio de comunicación de resultados de investigación en ciencias sociales, hay que recordar que también existen otras clases de resultados, entre ellos material audiovisual (videos, documentales, programas de radio y televisión, entrevistas y otros materiales difundidos solamente en la www) y exposiciones (tanto fotográficas como de objetos, tanto en museos como en eventos especializados).[3] Nuevamente se plantea aquí el tema señalado de las equivalencias.
3.2 En las ciencias naturales y exactas, el medio principal de comunicación de resultados es el artículo (muchas veces de autoría colectiva) en revista especializada (y con una marcada preferencia de publicación en inglés). en cambio, las ciencias sociales cuentan con una amplia gama de tipos de textos (entre ellos, varios formatos de artículo en revista disciplinar especializada, varios formatos de artículo en revista multidisciplinaria especializada y en revistas no especializadas de circulación más amplia, textos basados en investigación publicados en suplementos culturales e incluso en la sección de análisis de periódicos,[4] capítulos de libros, folletos, libros individuales y colectivos, ensayos de diferente tipo publicados en diferentes medios, monografías, estudios comparativos, escritos testimoniales, reseñas de diferente tipo, etcétera); casi siempre se trata de textos de autoría única, y en su abrumadora mayoría se publican en castellano (lo cual tiene que ver, ante todo, con el propósito de ser accesible también para tomadores de decisión –muchas veces con formación universitaria en ciencias sociales–, para divulgadores en diferentes medios y para la población nacional o regional en general así como para servir de impulso para el debate de la opinión pública sobre asuntos de interés regional o nacional).
Una consecuencia de lo anterior es que resulta totalmente inadecuado el conteo de publicaciones según su lugar (revista o editorial) de publicación. Por consiguiente, hay que revisar y evaluar la calidad de cada texto, la pertinencia de sus fuentes y de su argumentación así como la coherencia interna del texto, la congruencia de su objetivo con su desarrollo y sus conclusiones, y con el destinatario al que se dirige.
3.3 Consecuencias casi nunca consideradas derivan del hecho de que en México se hablan, aparte del castellano, 68 lenguas indígenas consagradas desde hace una década por la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas. El que para hablantes de una lengua indígena como lengua materna el castellano resulte su segunda lengua, suele ser tan poco tomado en cuenta en la evaluación académica como la necesidad que tienen investigadores y tesistas en ciertas regiones del país, de aprender con un alto grado de dominio una lengua adicional.
No puede omitirse la observación de que la publicación o traducción de textos de ciencias sociales en tales lenguas implica un esfuerzo enorme de innovación lingüística.
3.4 Si bien el padrón de revistas científicas en el ámbito de las ciencias sociales y humanas contiene un buen número de revistas que la comunidad científicosocial reconoce como revistas de alta calidad, es patente que el número de revistas en ciencias sociales publicadas en el país es varias veces mayor y que en muchas de éstas últimas se publican textos de la misma calidad que en las revistas inscritas en el padrón mencionado. Al mismo tiempo, se observa que los requisitos establecidos por el CONACYT para tal inscripción, restringen fuertemente la iniciativa y la acción creativa del consejo editorial (la cual es reducida a la selección de dictaminadores y la recepción y el conteo de los dictámenes), amén de generar conductas completamente irracionales tales como no poder utilizar la revista de la propia institución para la publicación de resultados de investigación generados en y financiados por la institución; igualmente se inhibe fuertemente el debate entre textos y autores (restringiendo la publicación de traducciones y de números temáticos, etc.).
3.5 Otra razón más que hace inevitable la revisión detallada y la evaluación cualitativa de los textos, de sus lugares de publicación y su contextualización en la trayectoria de un investigador, es la re-publicación y traducción de textos. Lo que en un caso es una repetición simple o apenas disimulada de un mismo texto a falta de otros productos de trabajo, también puede ser, en otro caso, resultado del interés despertado por un determinado texto, el cual es solicitado tal cual o con pequeñas modificaciones por otra publicación (revista, libro, antología, etcétera, en la misma lengua u otra). Por otra parte, muchas veces una traducción o una re-edición es verificada y revisada y a veces actualizada por el autor.
También es posible que sucesivas versiones de un texto puedan entenderse como pasos en la elaboración de un modelo y donde cada paso en sí mismo significa un aporte a la discusión especializada. Finalmente hay que recordar nuevamente que en toda América Latina, la línea divisoria entre textos publicados en revistas especializadas y en revistas de contenido más general y hasta periódicos no es tan nítida en ciencias sociales y humanas como en otras disciplinas; muchas veces, revistas de contenido general publican textos de científicos sociales precisamente por su competencia científica. Además, no es infrecuente que determinados sucesos y procesos sociales y culturales exigen un análisis científico inmediato que solamente en ciertas revistas y periódicos puede publicarse cuando una publicación en una revista científica especializada puede tardar muchos meses y hasta años.
Todos estos y algunos otros fenómenos son perceptibles solamente a través de la cuidadosa evaluación cualitativa de texto por texto y en el marco de la trayectoria general del investigador (que se podría facilitar si a un autor en estas circunstancias se le pide agregar una explicación de la situación)[5].
3.6 Se observa con beneplácito que, hasta donde se tiene conocimiento, la práctica establecida en muchos comités y comisiones omite el conteo de citas como parte de la evaluación en el campo de las ciencias sociales y humanas, ya que, por una parte, muchas veces un autor o una obra se cita para manifestar el desacuerdo con una investigación, un argumento o una conclusión (por lo que no se entiende por qué tal cita deba ser considerado como algo positivo en la evaluación de un autor o de una obra) y que, por otra parte, la mayoría de los resultados de investigación arriba mencionados no generan citas recopilables con los medios usuales en ciencias naturales y exactas (los cuales, además, no suelen considerar publicaciones en castellano realizadas en el país). Sin embargo, llama la atención que en algunos casos empieza a pedirse hasta de un dictaminador de revista citas recientes – cuando, por una parte, su competencia científica y temática puede no tener nada que ver con ellas, y, por otra, la selección del dictaminador se hace con base en la competencia académica de los integrantes del consejo editorial o asesor respectivo.
3.7 Finalmente hay que señalar que es patente que un investigador ubicado en la ciudad de México, donde están concentradas casi todas las bibliotecas científicas del país, necesita menos tiempo y esfuerzo para reunir materiales bibliográfico, hemerográfico y documental que un investigador ubicado en una ciudad de provincia, donde la adquisición de materiales bibliográficos por parte de las bibliotecas es imprevisible y tardada, donde incluso la compra privada y personal de libros es tardada, donde las universidades cuentan con muy pocas suscripciones e incluso desactualizadas, donde el acceso a internet es muchas veces de hecho inexistente.[6]
4. Participación en la formación de recursos humanos
4.1 Si bien es altamente deseable que la investigación científica sea también un espacio para la formación de futuros investigadores y que los investigadores participen en actividades de docencia, la llamada participación en la formación de recursos humanos puede tener diferentes formas, ritmos y dinámicas. Estas derivan tanto de las diferentes fases de una investigación como de la existencia de programas de docencia y de tesistas en la localidad en la que labora el investigador. Así, por ejemplo, fases de investigación con la necesidad de una intensa movilidad del investigador a causa de observación in situ o estancias en bibliotecas, perjudicarían determinadas actividades de docencia y no deberían ser penalizadas como faltas de interés por la docencia.
Por otra parte, dado que en numerosas ciudades del país se cuenta con pocos programas de docencia y tesistas de grado y de posgrado con relación al número de investigadores, éstos últimos muchas veces no tienen oportunidad de participar en docencia y dirección de tesis. Tales diferencias regionales, que dependen también de los usos y costumbres en determinadas instituciones académicas, deben ser tomadas mucho más en cuenta que hasta ahora.
4.2 Hay, además, una amplia gama de actividades relacionadas con la “formación de recursos humanos” en un sentido amplio tales como la dirección de proyectos de servicio social, la participación en estancias y veranos de las investigación científica nacionales y locales, la impartición de módulos y conferencias en diplomados, la participación en mesas-panel, la elaboración de bibliografías especializadas y de material audiovisual y otras actividades de actualización profesional, la participación en programas de inserción laboral etc., que en su caso deben de tomarse en cuenta para la evaluación del rubro de formación de recursos humanos. O sea, nuevamente, se plantea el tema de las equivalencias en los esquemas de evaluación.
5 Las diferencias entre las regiones
5.1 Como ya se comentó, las diferencias entre las regiones, pero también entre las instituciones (a veces de origen local, a veces de origen federal – contando éstas últimas con agendas y lógicas determinadas en la capital del país) deben ser tomadas en cuenta para la evaluación de las actividades y las trayectorias de los investigadores. Esto no se refiere únicamente a la infraestructura básica disponible (biblioteca, hemeroteca, equipo e instalaciones para el acceso efectivo a internet, vehículos para el traslado a los lugares de observación, etcétera).
A diferencia, por ejemplo, de los centros públicos de investigación y de las universidades capitalinas, en muchas universidades de provincia la investigación es afectada negativamente por al menos dos factores importantes. Por una parte, la investigación científica suele ser considerada como de segundo orden o como actividad principalmente orientada a complementar el proceso de enseñanza-aprendizaje; esto se manifiesta, por ejemplo, en la distribución del presupuesto y en los esquemas de evaluación institucionales. Por otra parte, la errónea diferenciación entre investigación a secas, que se realiza en el centro del país, y la investigación “regional” que se realiza en provincia, ha llevado a múltiples restricciones infraestructurales y presupuestales para la realización de actividades de investigación y difusión del conocimiento sociocientífico fuera de la región y con perspectiva suprarregional y nacional.
5.2 En este contexto hay que mencionar también que la organización prácticamente forzosa –aunque no pocas veces con un alto grado de ficción– por Cuerpos Académicos obra, en no pocas universidades de provincia como elemento limitante para la actividad de investigación creativa e innovadora, ya que no permite al investigador realizar actividades no contempladas en los planes y la normatividad del Cuerpo Académico. Igualmente, la estrecha concepción de «participación en la formación de recursos humanos» ha llevado, en algunos casos, a la desintegración de incipientes grupos de investigación y, en otros, a la creación de posgrados únicamente en función de los intereses de la evaluación de las actividades de los docentes.
6 La incidencia de la normatividad en la formación doctoral
6.1 Ya se han mencionado problemas específicos para la investigación en ciencias sociales en general que afectan también la realización de los estudios doctorales en el interior del país y que incluso pueden llegar a establecer una perniciosa clasificación entre doctorados de primera y de segunda, según el lugar donde se otorgue el título.
6.2 Un problema especial para las ciencias sociales es la reciente exigencia para los doctorandos de publicar partes de su investigación doctoral todavía durante sus estudios en revistas consideradas de alta calidad. Al parecer, tal exigencia es consecuencia de que se le está pidiendo a los recién doctorados que quieren ingresar como candidatos al Sistema Nacional de Investigadores, que tengan este tipo de publicación.
Si bien en ciencias naturales y exactas puede ser relativamente fácil y sin mayores consecuencias para el conjunto de la investigación doctoral, publicar resultados parciales de la investigación doctoral antes de la terminación de la misma, en ciencias sociales y humanas esto resulta mucho más difícil. Es más, parece realmente inconveniente y contrario al proceso de formación, establecer tal exigencia, ya que una tesis en ciencias sociales es más que la suma de sus capítulos. La tesis es un esfuerzo de comprensión de un fenómeno social que difícilmente permite la publicación de resultados relevantes antes de su terminación. Posteriormente, la posibilidad de publicar algunos aspectos de la misma en forma de artículos puede ser una perspectiva interesante, para la cual, por ejemplo, la candidatura en el SNI puede ser un buen momento. Lo contrario, empero, parece una vez más una imposición de la forma de construir el conocimiento en disciplinas ajenas a las ciencias sociales y debería ser eliminada.
6.3 Algo semejante vale para la recientemente introducida exigencia, en programas doctorales y otros, de que los directores de tesis publiquen textos formulados conjuntamente con sus estudiantes. Si bien esto puede ser una práctica válida en ciencias de laboratorio y de ingeniería, es totalmente inusual en ciencias sociales y humanas. Incluso, en no pocos casos, esta exigencia ha llevado a acusaciones de todo tipo sobre el “robo” de información, intromisión indebida en procesos de conocimiento para fines de promoción personal de los docentes, explotación indebida de estudiantes para agrandar las listas de publicaciones de los directores y otras más. Pero más grave es la tergiversación de la investigación de tesis, la cual, a pesar de ser un proceso guiado, es un proceso personal de abordar un problema cognitivo y de formular resultados, por lo cual debería eliminarse esta exigencia en el caso de las tesis. Por la fuerte marca personal de los estudios sociales y humanos, que se expresa también en el papel significativo del lenguaje personal en la escritura, debe eliminarse en todos los ámbitos la exigencia de productos “colectivos” y, en dado caso, reducirse a una sugerencia cuidadosamente argumentada.
7 Difusión, divulgación, vinculación
7.1 Como las demás ciencias, también las ciencias sociales tienen un aspecto del tipo «ciencia básica» y otro del tipo «ciencia aplicada» o ingeniería. Pero especialmente en provincia las ciencias sociales son consideradas como generadoras de recetas para resolver problemas prácticos, incrementar el control políticos sobre determinados procesos sociales, etc., mientras que actividades y proyectos de investigación centrados en problemas conceptuales y metodológicos son considerados pérdida de tiempo. El que tales proyectos tengan muchas dificultades de encontrar financiamiento, aumenta su grado de indeseabilidad en muchas instituciones.
Por ello resulta importante reforzar las fuentes de financiamiento y modificar los esquemas de evaluación de corto plazo.
7.2 Los Fondos Regionales no suelen considerar o no considerar suficientemente las ciencias sociales y humanas, ni para la formulación de sus prioridades, ni para el otorgamiento de recursos financieros.
Si bien el CONACYT no tiene responsabilidad directa con respecto a los criterios utilizados en las diferentes regiones, debería dar indicaciones generales para contrarrestar esta situación que ha sido reclamada una y otra vez en diferentes regiones y entidades federativas.
7.3 En este contexto hay que reiterar nuevamente que los criterios actualmente vigentes para la evaluación de publicaciones (revistas y productos de la investigación sociocientífica) bloquean la vinculación real entre investigadores y población en general, tanto la población estudiada en un proyecto como la ciudadanía posiblemente interesada en los resultados, dado que revistas de divulgación, textos sin aparato científico[7] o resultados parciales parafraseados para públicos lectores poco acostumbrados al estudio de textos de ciencias sociales y humanas, «no cuentan» para las evaluaciones.
Este ejemplo muestra además, que no se trata de una cuestión aislada – sino aquí se bloquea formas nuevas y no paternalistas de investigación social, tanto de tipo teórico como de tipo «aplicado», tales como la investigación colaborativa o la investigación social en contextos interculturales.
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[1] Así, por ejemplo, en una fase inicial de un proyecto es más factible la publicación de reseñas críticas que de un artículo con resultados; una vez concluida una investigación, puede dedicarse un tiempo a la publicación de artículos en revistas especializadas y otro a la publicación de textos en revistas de carácter general, entrevistas en radio y televisión, producción de videos, etc.; en ciertos proyectos aplicados es conveniente contar con un cierto número de estudiantes en servicio social, mientras que en otros conviene más la asesoría o dirección de tesis; en coyunturas de escasez presupuestal aguda, la estancia invitada en una biblioteca puede llevar a la publicación de capítulos o artículos de revisión bibliográfica o la edición de documentos o traducciones, mientras que en otras épocas puede ser más adecuado reportes con información de campo. Todos estos son ejemplos de posibles y necesarias equivalencias.
[2] La gama de este tipo de conductas observables a causa de las presiones de los sistemas de evaluación es bastante amplia y va desde la identificación de coautorías en realidad inexistentes hasta la conformación de equipos de investigación y de docencia igualmente inexistentes pero formalmente acordes con las exigencias institucionales. Sin embargo, aún así se generan no pocas actividades burocráticas «de adecuación» y crean una imagen poco atractiva (por decir lo menos) en el estudiantado testigo de dichas prácticas.
[3] Conviene destacar esto, porque todavía se recuerda que durante varios años las comisiones evaluadoras del SNI no contaban con los aparatos necesarios para revisar tales materiales, los cuales, en consecuencia, no podían ser evaluados.
[4] Uno de los ejemplos más conocidos es el más famoso texto mexicano sobre la teoría de la dependencia, (sobre las «siete tesis equivocadas»), uno de los artículos mexicanos más re-editados y traducidos y reproducidos en antologías científicas de muchos países, el cual se publicó originalmente en la sección de opinión de un periódico. Otro ejemplo es un capítulo de una tesis o trabajo de investigación publicado en un boletín interno de una institución académica con consejo de evaluadores científicos, que circula en algunas docenas de ejemplares impresos, mientras que este mismo texto publicado en un suplemento cultural regional se distribuye con decenas de miles de ejemplares. Ambos ejemplos subrayan la necesidad de la revisión del texto como tal y no su «evaluación» a través de la clasificación (negativa) del lugar en donde se publicó.
[5] Podría considerarse en el futuro la auto-evaluación de resultados de investigación por parte de un/a investigador/a como parte de su informe.
[6] A pesar de que pueda sonar exagerado, existen múltiples relatos sobre llenados de formatos del CONACYT en cibercafés a deshoras a causa de la pobre infraestructura en las dependencias universitarias, dificultades incluso en época de lluvias por la falta de energía eléctrica en las instituciones académicas.
[7] Vale la pena considerar en este contexto la famosa obra México Profundo, resultado de muchos años de investigación y una de las obras antropológicas mexicanas más exitosas en términos de número de ejemplares distribuidos, se publicó expresamente sin aparato científico ni modelo teórico (esta parte se publicó y re-publicó como capítulo y como artículo en diversas antologías y revistas), precisamente para poder tener lectores en la ciudadanía en general y en movimientos sociales de América Latina. Aún así ha sido citada prolíficamente en miles de lugares y publicada su traducción inglesa por una universidad norteamericana.
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