Ilithya Guevara Hernández1, Nahum Hernández Bolaños2 y
Anyetzin Rivera Hernández3
Palabras clave: Desarrollo rural territorial; pobreza; turismo ecológico; cuenca.
A pesar de las acciones que la avanzada del desarrollo ha llevado a las zonas rurales de nuestro país, los resultados siguen siendo insuficientes en la mayoría de los casos, dejando a su paso un
incremento en las desigualdades que acrecientan la brecha entre la pobreza, la marginación y el bienestar social. Cadereyta de Montes es uno de los municipios del semidesierto queretano, su historia ha estado marcada por las grandes diferencias entre quienes ostentan el poder económico, político y por lo tanto social, y quienes han vivido al margen de la situación. En donde la mayoría de las poblaciones rurales siguen padeciendo niveles altos y muy altos de marginación.
Uno de las propuestas para coadyuvar a disminuir dicha polarización y mejorar las condiciones de vida de los habitantes es a través del desarrollo rural territorial, que surge como propuesta crítica al desarrollo hegemónico y que está fundamentada en el establecimiento de los límites geográficos de la intervención, pero no sólo de forma física, sino considerando las características socioculturales, identitarias y económicas de la región en un proceso de cambio que es construido con la participación de todos los actores involucrados. Lo hemos incluido como parte del proyecto de manejo integral de la Microcuenca del Palmar que busca coordinar el trabajo de conservación, manejo sustentable de los recursos naturales, seguridad hídrica y soberanía alimentaria, así como el turismo natural-ecológico. Desde el autodiagnóstico y propuestas de atención al proyecto turístico de La Isla, que funciona desde finales de los 90´s, con su posterior consolidación como cooperativa de producción en la población de Tzibanzá, a partir del manejo de cabañas, restaurante y pesca comercial y deportiva, con el objetivo de potencializar la propuesta desde el manejo ecológico de los recursos, la participación comunitaria, y el reconocimiento y participación de los actores involucrados.
Aquí se presentan los avances en cuanto a la recopilación de información estadística y la primera estancia de campo, a partir de la cual se construyeron las herramientas metodológicas para una segunda etapa que empezará en febrero de 2018 y que concluirá en diciembre del mismo año.
Está divido en cuatro secciones en la primera de ellas se describe de manera general la comunidad de Tzibanzá, su historia y características sociodemográficas de la población, considerando su papel en la delegación y el municipio. En la segunda se esboza el marco teórico y conceptual, desde el cual parte la investigación desde el desarrollo rural territorial, territorialidad, identidad, cultura y turismo. En la tercera se plantea la metodología y las herramientas que serán utilizadas para la recopilación y análisis de información empírica. Finalmente, a manera de conclusión se presentan los primeros resultados del contexto
socioeconómico de Tzibanzá y las características generales en que funciona el proyecto de la Isla.
Ubicación geográfico-espacial
La comunidad de Tzibanzá (mapa 2) pertenece a la delegación del Palmar, en el municipio de Cadereyta de Montes que es uno de los 18 del estado de Querétaro. Se encuentra ubicada en lo que se denomina el Semidesierto queretano, compuesto por los municipios de Peñamiller, Tolimán, Colón y Cadereyta de Montes, que representa una de las zonas con mayor marginación1 del estado de Querétaro (mapa 1). El municipio de Cadereyta se divide en 9 delegaciones a saber: Vizarrón, El Doctor, Boye, Maconí, El Palmar, La Esperanza, Higuerillas, Bella Vista del Río y Pathé, con 243 localidades, de las cuales 2 son consideradas urbanas y 241 rurales (INEGI, 2017). De acuerdo con el Plan de Desarrollo Municipal 2015-2018, se cuenta con una población total de 86,445 habitantes de los cuales 42,506 son mujeres y 43,939 son hombres (Presidencia Municipal de Cadereyta de Montes, 2015: 16).
Fuente: http://siglo.inafed.gob.mx/enciclopedia/EMM22queretaro/municipios/22000/22r000-01.jpg
Si bien es cierto, no existen fuentes escritas que nos permitan caracterizar la historia de la formación de la comunidad, consideraremos los registros oficiales que nos mencionan que:
“los primeros antecedentes de población humana en esta zona datan de la época prehispánica cuando se sabe que esta región fue habitada por grupos nómadas recolectores-cazadores-pescadores hace más de 8,000 años. Cuando llegaron los colonos españoles a esta zona era un punto de la frontera entre la Gran Chichimeca y Xilotepec, estaba habitada por nativos chichimecos pertenecientes a la macrobanda de los pames, quienes nunca rindieran tributo a ningún otro pueblo y se mantuvieran en constante resistencia a la colonización y evangelización europea” (Cadereyta de Montes Pueblo Mágico, 2018).
Además de la consolidación del ejido uno de los elementos que ha marcado el devenir histórico de la comunidad, es la construcción de la presa Zimapán que diera inicio en 1989, por parte de la Comisión Federal de Electricidad –CFE- (García, 2003) y la afectación resultada del mismo, particularmente en las actividades productivas derivado del cambio en el nivel de agua, para este caso particular. La presa está ubicada en el cauce que une los ríos San Juan y Tula, entre los límites de los municipios de Cadereyta de Montes y Zimapán de los estados de Querétaro e Hidalgo respectivamente; y, a partir de dicha presa el cauce toma el nombre de Río Moctezuma, fue puesta en operaciones el 27 de septiembre de 1996, cuenta con una central hidroeléctrica capaz de generar 292 mega watts de energía eléctrica, su embalse tiene una capacidad aproximada a 1,360 hectómetros cúbicos de agua (Cadereyta Pueblo Mágico, 2017). A pesar de los cambios que este megaproyecto resultó para los habitantes de Tzibantzá no se han encontrado referencias a la comunidad, pues no hubo reubicación física, es decir el poblado quedó ubicado en el mismo espacio, pero cambiaron las colindancias que ahora se encuentran inundadas y con ello sus actividades económico-productivas.
El impacto fue socioeconómico, pero también ambiental, afectando parte de la flora y la fauna del lugar. No obstante, los problemas generados con ello, los habitantes lograron reapropiarse del territorio con la explotación de la pesca –que fue sembrada- y que desde finales de los 90’s dio paso a la construcción del desarrollo del proyecto turístico de “La Isla”. Que será
el objeto de la investigación considerando que están inmersos en una comunidad más amplia y que todos quienes habitan en el espacio, participen o no de este proceso se ven afectados positiva o negativamente con este.
Información sociodemográfica
De acuerdo con Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL, 2017) el 72.9% de la población de Cadereyta vive en pobreza, y 17.2% en pobreza extrema. El índice de rezago social es medio, y tiene una marginación que hasta 2005 era Alta y que a partir del 2010 es Media, pero en términos comunitarios siguen estando la mayoría en Alta y Muy Alta marginación (cuadro 1). Tzibanzá tiene una marginación Alta hasta 2010 (Microrregiones, 2017).
Fuente: Plan de Manejo de la Microcuenca del Palmar, Maestría en Gestión Integrada de Cuencas Generación 2017-2019
Uno de los elementos que han dificultado la eliminación de dichas condiciones es la falta de empleo, la poca cualificación y por lo tanto los salarios que se ofertan en la zona, así como el deterioro ambiental, por mencionar algunos de los más importantes. A pesar de las acciones realizadas por los 3 niveles de gobierno para atender dichas necesidades, los resultados aún
siguen siendo insuficientes.
Municipio | Número de localidades | Grado de Marginación | Grado de Rezago social | localidades con marginación muy alta | localidades con marginación muy alta | ||
2005 | 2010 | 2005 | 2010 | ||||
Cadereyta de Montes | 243 | Medio | Medio | 53 | 38 | 95 | 127 |
Colón | 130 | Medio | Bajo | 9 | 8 | 44 | 51 |
Peñamiller | 139 | Medio | Medio | 20 | 13 | 78 | 94 |
Tolimán | 111 | Medio | Medio | 16 | 12 | 51 | 64 |
Querétaro | 272 | Muy Bajo | Muy Bajo | 9 | 9 | 80 | 114 |
Fuente: elaboración propia con datos obtenidos de www.coneval.gob.mx y de www.microrregiones.gob.mx
Tzibanzá pertenece al ejido de Tziquia, el que incluye además la comunidad del Terrero, y la que lleva el nombre del ejido. El cual data del decreto del 07-enero-1929, cuya dotación tuvo efecto el 10-febrero-1930, con un total de 3216 ha., con una ampliación de 1440 ha. el 20-marzo- 1937. Está señalada la expropiación por parte de CFE del 10-febrero-1992 de 206.3040 ha. Consideran de estas 798.297 ha. parceladas; 67.1597 ha. de asentamiento humano; y 4026.3659 ha. de uso común. Si bien es cierto, es un ejido con una extensión de tierra considerable, la mayor parte de las tierras no son aptas para cultivo y lo que fue expropiado e inundado por la construcción de la presa Zimapán era la zona de parcelas para Tzibanzá2 (Phina, 2017). Aún falta recabar información sobre el número de ejidatarios en cada una de las comunidades en la actualidad y el de avecindados, en la fecha de la constitución del ejido aparecían 67 beneficiarios, sin especificar su distribución en las tres comunidades.
Tzibanzá cuenta con 372 habitantes de los cuales 174 son mujeres y 178 hombres. El 52.1%del total de habitantes son mujeres, 239 son mayores de edad, es decir el 73%. El 31.45% de los habitantes de Tzibanzá (117), se encuentran entre los 15 y 49 años. El 27.4% de la población está entre los 0 y 14 años de edad. Dentro del indicador de Hogares en viviendas particulares habitadas. Se considera un hogar en cada vivienda particular. Incluye casa
independiente; departamento en edificio; vivienda en vecindad; vivienda en cuarto de azotea; local no construido para habitación; vivienda móvil; refugio o clase no especificada, se registraron 91 hogares. De este total los Hogares donde el jefe es hombre es un total de 84.6%. El total de viviendas particulares habitadas, deshabitadas, de uso temporal y colectivo. Incluye a las viviendas particulares sin información de sus ocupantes es de 101, por lo que matemáticamente, se deduce que 10 viviendas están sin habitarse (INEGI, 2017). Características sociodemográficas generales (Cuadro 2):
Indígenas | Discapacidades | Alfabetismo | Analfabetismo | Salud beneficiarios |
3 | 32 | 296 | 56 | 298 |
Fuente: elaboración propia con información del www.inegi.gob.mx
La propuesta se enmarca dentro de la perspectiva del desarrollo3 rural territorial, que retoma lo planteado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) denominado proyecto de Desarrollo Regional. Lo anterior se refería a la construcción y puesta en marcha de formas de articulación local a partir de la recuperación de ideas, proyectos, programas y políticas que ya existen en un determinado territorio, con el objetivo de contribuir al proceso de desarrollo sostenible desde la vinculación entre distintos actores, la generación de capacidades y promoción de proyectos territoriales. Al tiempo que se proporcionan las condiciones para que los actores involucrados generen sus propios caminos de aprendizaje (Soto, et. al., 2007). Se busca la incorporación de la intervención en el territorio desde abajo en el reconocimiento de los actores involucrados en el mismo, con la cultura y la identidad como base que permite la apropiación y reconstrucción de un territorio dado. En donde el territorio construido pasa a ser un espacio de desarrollo multidimensional, que conjunta diversas racionalidades y que permite potencializar el capital existente –natural, social, económico-, se entiende el territorio como se mencionó anteriormente y como espacio construido en donde se genera territorialidad4 (Flores, 2007).
Desde el desarrollo rural territorial se busca establecer los elementos que se encuentran inmersos en el territorio y que están atravesados por las interrelaciones sociales tanto de los actores locales como de los que intervienen en la zona, desde las instituciones gubernamentales, los capitales privados, las organizaciones no gubernamentales, de productores, hasta llegar a los habitantes que dependen y explotan los recursos naturales y sociales con los que cuentan para sobrevivir con los suyos. Se consideran las conexiones entre territorialidad y sostenibilidad, para definir principios y modelos de sustentabilidad territorial, y la autoreproducción sostenible de sistemas. Reconociendo la importancia del papel del territorio y lo local en los procesos de transformación política y social (Dematteis y Governa, 2005).
En este estudio la delimitación espacial se hace desde el concepto del territorio, el cual puede estar divido en términos político-administrativos, al que se denomina territorio dado, o bien como una construcción espacio-territorio, que contempla el encuentro entre actores sociales en un espacio geográfico dado, que busca identificar y resolver un problema social (Flores, 2007). A lo que agregaremos la delimitación “natural” y que responde a las características geográfico naturales de una región específica, que puede ser representada a partir de las cuencas hidrológicas. Si bien es cierto, que dicha delimitación es también en sentido del espacio dado, permite la aproximación sistémica de las problemáticas sociales entendidas como el conjunto de situaciones a las que se enfrentan los individuos y los grupos en el lugar en el que habitan, es decir, se retoma la construcción social del territorio en un espacio físico que está marcado por condiciones geográficas especiales. Por ello, se recupera la aportación multidisciplinaria relativa a las cuencas hidrográficas, entendidas como:
“[…] unidades del paisaje que, debido a su topografía, hacen que el agua drene a un punto común. […] tienen límites bien definidos (su parteaguas), lo que permite aislar de manera más eficiente los flujos de entrada de agua al ecosistema. […] nos permiten tener un mejor conocimiento de lo que ocurre con las salidas de agua, porque presentan una boca por la que se concentran los flujos de salida por escorrentía. […] al ser expresiones naturales del paisaje, en el que sus límites están definidos de manera funcional, muchos de los procesos que controlan la dinámica del ecosistema son contenidos hacia el interior de dicho espacio” (Mass y Cotler, 2007, pp. 46).
En la cuenca se conjuntan condiciones particulares de clima, relieve, suelo y vegetación que controlan los procesos hidrológicos que, a su vez determinan la cantidad y calidad del agua, así como su distribución espacial y temporal. Que a su vez están condicionados por la apropiación territorial que se determina por el uso cotidiano de los recursos por parte de los grupos que lo habitan, dicha apropiación es histórica y no es ajena a la reglamentación del Estado que restringe el acceso a los recursos que en ella se encuentran. Entendemos el territorio como el espacio de articulación de estrategias de desarrollo, fruto de una construcción social de forma concreta y abstracta, a partir de la apropiación del espacio por parte de los grupos, no sólo en términos geográficos y políticos, sino como espacio de reproducción de cultura e identidades5 que deviene en una serie de actividades productivas, redes sociales, organización, que le da sentido a la reproducción social (Concheiro y Roberto Diego, 2002; Flores, 2007; Gonçalves, 2001; González Casanova, 2004). Como lo menciona Burgos y Bocco (2015:13) “la noción de cuenca hidrográfica ha mostrado un gran potencial para entender y organizar la relación entre la sociedad y la naturaleza en espacios geográficos específicos; ello ha propiciado el uso de esta unidad en la gestión del espacio y la toma de decisiones, dando lugar al manejo o gestión de cuencas”.
Es por ello que, con base en la experiencia que se lleva a cabo a partir del programa de Maestría en Gestión Integrada de Cuencas, que ha trabajado con distintas microcuencas, tanto a nivel estatal como en otros estados, se plantea un plan de manejo para la región denominada Microcuenca El Palmar6 (mapa 2) que busca coadyuvar a la resolución de los problemas más apremiantes de la zona. El enfoque del manejo de cuencas centra la atención, en primer lugar, en los habitantes de las comunidades, considerando a la vez a los organismos gubernamentales, como agentes administradores del territorio y que permite un balance entre la conservación y manejo del patrimonio natural y las actividades socioeconómicas (Rojas, 2003 citado en Pineda, 2005).
Uno de los elementos que forman parte del proceso de manejo, y el desarrollo rural territorial de la región, es sin duda la cuestión turística, pues no se busca eliminar prácticas productivas o de autoempleo de las poblaciones, sino por el contrario, a partir del trabajo conjunto mejorar las prácticas existentes para posibilitar un mejor aprovechamiento de los
recursos naturales y sociales, así como, la sensibilización de la importancia de trabajar de manera sistémica. El poder articular las actividades turísticas con el manejo de los recursos posibilita la generación de fuentes de empleo al tiempo que permite el uso responsable de los recursos naturales. De ahí la selección del proyecto de La Isla que, no sólo se encuentra en un área de presión para la microcuenca del Palmar, sino que además es resultado de un megaproyecto de desarrollo.
Como ha sido ampliamente estudiado uno de los elementos que han contribuido al desarrollo sostenido de los pueblos es el impulso de actividades turísticas que buscan la preservación y el disfrute de las áreas naturales. El turismo es considerado un hecho social irreversible que genera una serie de interrelaciones e intercambios que tienen consecuencias en diversos elementos de la vida cotidiana y la organización social, además del impacto económico y ambiental (Gurría, 2000).
Es así, como surge el turismo sustentable para “atender las necesidades de los turistas actuales y de las regiones receptoras, mientras se protege y fomentan oportunidades futuras que sirvan para la gestión de los recursos, satisfacción de las necesidades económicas, sociales y estéticas de la población” (WOT, 1993, citado en: González-Ávila, pp. 130). El concepto nace con la idea no solo de preservar los recursos naturales sino de incluir y proteger la integridad cultural de las comunidades locales. En México, el turismo sustentable se le ha denominado turismo alternativo, y se subdivide en: turismo ecológico, turismo de aventura y turismo rural.
El término turismo rural, considera la cultura local como un componente clave del producto ofrecido (SECTUR, 2004, citado en González-Ávila, pp. 130). Es una forma de turismo influida por factores medioambientales, y como resultado de la concientización que las sociedades actuales han impulsado, de ahí la aparición de consumidores que demandan una forma diferente de disfrutar su tiempo de ocio. En este, se consideran el agroturismo y todas aquellas actividades deportivas, culturales, gastronómicas, etc., que se desarrollen en el medio rural y que dependen de las características naturales, geográficas y etnológicas de cada región (Serrano y Molina, 2002). Es importante considerar como parte de este proceso el impacto sociocultural que tendrán tanto los turistas como los receptores al intercambiar mundos de vida diferentes, y considerando que una de las atracciones es la naturaleza debe ser una actividad que está organizada en torno a la sustentabilidad.
Se reconoce así el turismo como una de las actividades que, además de estar en marcha en la zona de estudio, es una de las fortalezas que se puede potencializar a partir de mejores prácticas ecológicas, pero también desde la sensibilización y la capacitación de los actores locales involucrados que, les permita tomar las riendas de su propio desarrollo.
Sin importar el alcance de los proyectos, el impacto debe medirse en función de las necesidades locales, desde una lógica no capitalista que no privilegia solo el crecimiento económico. La dificultad de un acompañamiento a largo plazo que posibilite medir estos y otros resultados, es en muchas ocasiones uno de los retos para quienes se encuentran como beneficiarios del desarrollo. Tal es el caso de Tzibanzá en el Municipio de Cadereyta de Montes, que desde finales de los 90 lleva a cabo un proyecto turístico, como resultado de la construcción de la presa Zimapán, y que hoy en día se realizan actividades que incluyen la pesca comercial y deportiva, y que a pesar de los esfuerzos la cooperativa no ha podido consolidarse. Al igual que la mayoría de proyectos de desarrollo en nuestro país, Tzibanzá no ha contado con el acompañamiento y capacitación que les permita potencializar los beneficios de la propuesta, como resultado de los cambios de gobierno tanto a nivel municipal como estatal, y que los ha llevado a una continua demanda –ante las mismas instancias- de apoyos que podrían ser resueltos si ellos tuvieran la posibilidad de ser autogestivos.
El proyecto está planteado desde una perspectiva social multidisciplinaria, buscando conjugar el aspecto cualitativo y cuantitativo de los hechos para de esta manera acercarnos a una realidad social, entender sus interacciones y desde su cultura, su identidad y las identidades a las que se enfrentan, para poder construir nuevas formas de entender y de vivir el desarrollo en el área del turismo ecológico.
Se propone como una intervención aplicada que, si bien no ha sido participativa en la construcción de la propuesta de investigación, sí es incluyente, pues surge de la demanda sentida por parte de quienes están a cargo de la cooperativa de pesca en Tzibanzá que son la voz de los 93 socios activos. Quienes se enfrentan todos los días a nuevos retos ante la complejidad que un proyecto “turístico ecológico” implica no sólo en la prestación de servicios, demanda de los mismos, sino en la medición del impacto ambiental, económico y social tanto para quienes
participan de las actividades como para la comunidad en general.
Se entiende la participación como el proceso que permite la construcción de conocimiento de manera conjunta, en donde los/las investigadoras aparecen como facilitadores que buscan la recopilación de información y posibilitan el análisis desde la generación de preguntas que permitan a los involucrados mirar su realidad de manera crítica. En las visitas de campo que se han realizado durante los meses de octubre y noviembre de 2017, se detectaron las principales necesidades sentidas por parte de quienes coordinan la cooperativa y que son la capacitación administrativa y de servicio al turista, así como dificultades de organización interna. Con esta información se está elaborando una propuesta de diagnóstico participativo con cada una de las áreas que conforman la cooperativa: pesca deportiva, pesca comercial, restaurante, restaurante de La Isla, cabañas. Este incluye la recopilación de información sobre las experiencias que cada uno de los grupos tiene en el trabajo de la cooperativa, incluirá prestadores de servicio social y estudiantes de administración de empresas, gestión turística y gastronomía de Universidad Autónoma de Querétaro; lo que posibilitará que cada área se enfoque en lo necesario para el buen funcionamiento de cada uno de los servicios ofertados. Lo anterior está acompañado de entrevistas a profundidad semi-estructuradas tanto con actores claves de la cooperativa, autoridades municipales, y con quienes habitan en la comunidad y no participan de ella. Los ejes para las entrevistas serán:
Historia que, incluirá la formación de la comunidad, el ejido, la presa Zimapán, la cooperativa, el proyecto turístico; memorias, actores que han participado y principales dificultades.
Características culturales e identitarias, cambios sentidos, dificultades enfrentadas para los cambios, migración, actividades productivas y su importancia simbólica, relación con otras comunidades e importancia de ésta en el desarrollo de sus actividades; religiosidad como elemento que posiblemente interfiere en la organización comunitaria, percepción como se identifican al interior y desde la visión de los otros.
Socioeconómicas, principales actividades que sostienen a las familias/comunidad, como se realizan, problemas principales, tiempo que se dedica a cada actividad, el
papel de la cooperativa en la economía familiar/comunitaria, impacto de la actividad turística y derrama económica.
Tanto las entrevistas como los talleres de autodiagnóstico estarán acompañados de estancias y visitas de campo que permitan a partir de la observación participativa y no participativa la triangulación de la información. La última etapa del proyecto supone el desarrollo de una serie de planes estratégicos, capacitaciones –solicitadas-, y la asesoría y búsqueda de financiamiento para realizarlas.
La cooperativa de pesca deportiva y comercial que más tarde se complementa con el proyecto turístico de La Isla en Tzibanzá, nace ante la necesidad inminente de la construcción de la presa Zimapán y la posterior afectación a las comunidades. Una de las respuestas por parte del gobierno federal fue la siembre de tilapia y mojarra que posibilitará “sustituir” la cosecha no sólo de maíz, sino de hortalizas que se hacia a la rivera del río, esto llevó a un proceso de reconfiguración no solo de actividades productivas, sino también alimenticias y fuentes de empleo. En un ir y venir entre conflictos y falta de permisos para la pesca comercial y la posterior comercialización de lo que se obtenía se logró el establecimiento de la cooperativa que hoy en día, cuenta con 93 socios activos. Hay una mesa directiva de 5 miembros que son “elegidos” en asamblea general cada 3 años, a pesar de que ante la falta de interés por la participación pueden ser parte de los cargos por un tiempo indefinido. Uno de los problemas que se generan es que las actividades que se desarrollan para la cooperativa no están remuneradas económicamente, pues las ganancias se dividen entre los socios activos7.
El proyecto de las cabañas estaba pensado para Buena Vista del Río, pero al no ser
aceptado por la población se los ofrecieron a ellos a finales de los 90’s. En estas fechas da inicio la pesca comercial a pesar de ser una cooperativa lo hacen de manera independiente. A partir del 95-96 ellos quedaron a cargo de administración, no han tenido capacitación en la preparación de alimentos o la atención al cliente, se aprende viendo y luego lo comparten.
Las lanchas que utilizan para la pesca vienen tanto de inversión privada como de apoyos de SAGARPA. Adicionalmente cuentan con equipo para el manejo del pez, una vez que ha sido pescado, para que puedan limpiarlo, congelarlo, envasarlo y comercializarlo. Sin embargo, esta
área de la cooperativa está en pausa, porque no hay algún responsable de darle seguimiento al proyecto, y a su vez la gente no se ha apropiado de los mismos para no depender de un tercero.
La Isla, opera en 3 secciones, el restaurante -que se encuentra en el embarcadero-, el restaurante de La Isla, y las cabañas, en estas funciones existen 20 posiciones que son consideradas fuentes de empleo y cuyos participantes reciben una remuneración. No han tenido capacitación sobre como manejar dichas funciones y esto genera que los demás socios no quieran participar. Es así como el proyecto ha venido funcionando con altibajos, divisiones internas, perdidas económicas y falta de perspectiva a futuro, y, sin embargo, ha sobrevivido con la necesidad de quienes participan del proyecto y con las experiencias del día a día. Por lo que la propuesta es impulsar la iniciativa local en una suma de acciones que posibiliten que este se vuelva redituable para quienes participan de ella, pero también para el resto de la comunidad, en un proceso de aprendizaje participativo, horizontal y orientado hacia la autogestión.
Como lo hemos revisado uno de los elementos que ha marcado el medio rural en México y en toda América Latina son los programas, proyectos y políticas de desarrollo que llegan a las comunidades como una alternativa ante las dificultades que enfrentan para sobrevivir con los suyos, o como resultado de la construcción de megaproyectos que son construidos para beneficio general de la población. Las evaluaciones que se hacen de los resultados de estas experiencias no siempre son positivas, particularmente porque los proyectos no tienen una continuidad en el acompañamiento, es por ello que la propuesta de desarrollo rural territorial en Tzibanzá busca que los actores se vuelvan agentes activos de su proceso de desarrollo, en acompañamiento con quien desde la academia y la experiencia laboral se dedica a operar proyectos de cooperativas que son altamente redituables para quienes participan de ellas. Desde la participación y el reconocimiento de su identidad y cultura que permita que la propuesta sea un trabajo conjunto que a mediano plazo les permita resolver los problemas más apremiantes, pero pensado hacia la autogestión que posibilite que aún sin acompañamiento directo ellos/ellas puedan obtener recursos y manejar los que ya se generan en beneficio de la propia cooperativa.
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Notas
1 En la actualidad se utilizan una serie de indicadores diferenciados para medir la calidad de vida de las personas en los que se incluyen grados de marginación, pobreza y rezago social. Además de que los datos son a nivel municipal, muchas de las comunidades se encuentran en grados más bajos de los que se reflejan en general. Se utilizarán los tres en el presente proyecto dado que cada uno hace referencia a diferentes elementos a los que tienen acceso o no las poblaciones, en este caso rurales de nuestro país.
2 Información recopilada de www.phina.gob y charlas informales con habitantes de la comunidad.
3 Si bien es cierto, el concepto de desarrollo ha sido muy polémico por sus implicaciones sociales y su origen hegemónico-capitalista, aquí será retomado desde su postura crítica y como un concepto que nos permite hablar de, entender y medir los cambios en todos los ámbitos que componen la vida cotidiana de los grupos que posibilitan una vida mejor y no sólo desde el crecimiento económico. Y que solo puede ser explicado dentro del contexto histórico y sociocultural específico.
4 La territorialidad es el sentimiento de pertenencia y modo de actuar en un espacio geográfico dado, en donde el mismo espacio es socialmente producido por el conjunto de las relaciones sociales, económicas,
políticas y culturales entre los individuos y los grupos, por lo que es el resultado tanto de la acción de la naturaleza como de la propia dinámica social, relaciones sociales interconectadas, que fortalecen el sentido de identidad (Flores, 2007; Rodríguez, 2015).
5 Entendemos por cultura todos aquellos elementos materiales e inmateriales que permiten organizar la vida social de un grupo a partir del sentido que se representa en una serie de símbolos y significaciones que son compartidas por los integrantes del mismo, que tiene un contexto histórico. La identidad colectiva siguiendo a Giménez (2005) es cultura interiorizada, que posibilita la pertenencia de los actores sociales a un grupo específico, que posibilita el reconocimiento de lo propio en contraposición con lo ajeno, que es compartida y aceptada más o menos por cada uno de los integrantes que la comparten. La identidad es también parte del proceso de desarrollo de las comunidades, la llegada de programas y proyectos establecen una interacción entre los diferentes actores de desarrollo. El proceso de desarrollo ha llevado consigo un desdoblamiento de distintas identidades tanto de los agentes del desarrollo como de quienes los reciben, pues implica una identificación de los otros y desde los otros, de lo que las comunidades mismas son. La identidad comunitaria, se ha convertido entonces en ese espacio de confrontamiento y negociación, entre dos formas distintas de identificación del medio rural. De aquí nace la importancia de considerar la identidad como uno de los ejes que atraviesa la construcción territorial y por lo tanto el desarrollo.
6 La propuesta de manejo de la Microcuenca del Palmar se enmarca en el Plan de Gestión Integral de Cuencas para el Estado de Querétaro (PLANGIC) que promueve los lineamientos de la política ambiental y que posibilita la armonización del crecimiento económico y el combate a la pobreza con la protección del medio ambiente (Pineda, et. al., 2005).
7 La información de esta sección se obtuvo de las entrevistas realizadas por parte de los investigadores con el secretario y el presidente de la cooperativa en octubre de 2017, y una segunda que tuvo lugar en noviembre de 2017 en la cual asistió además de los tres miembros de la mesa directiva, el encargado del restaurante del embarcadero.