Marco Antonio Leyva Piña1
Palabras clave: consenso cómplice; docencia
En el país, las políticas económicas neoliberales continúan dejando marcas preocupantes en las universidades públicas, conformando en ellas una envestidura empresarial amparada en discursos y prácticas que seducen al pensamiento para ser reproducidas como las únicas posibilidades de futuro para la educación en ambientes económicos competitivos. En la mayoría de las universidades públicas se presenta un doble movimiento, se producen publicaciones que critican a esas políticas por sus limitaciones para cumplir con las expectativas para las que fueron diseñadas y por los efectos negativos que causan a los trabajadores, en contraparte un segmento significativo de sus académicos se han adaptado, algunos con críticas, a las políticas
universitarias neoliberales convirtiéndose de hecho en sus consumidores activos.
En la Universidad Autónoma Metropolitana las presiones económicas neoliberales han impactado sus funciones sustanciales como la docencia. En 1989, adaptó el sistema de deshomologación salarial con cambios a través de los años y con efectos favorables y desfavorables, logró retener a un buen número de académicos y atraer a otros para integrarse a esta institución, y a su vez generó una profunda diferenciación de los académicos al privilegiar la productividad del trabajo académico con repercusiones inesperadas en la calidad de la investigación, en su compromiso con la intuición y en la docencia.
Esa estrategia de salario flexible universitario constituido con indicadores de desempeño individual modificó al trabajo académico y las relaciones entre los académicos que transcurren alentadas por el “individualismo y obtención de máximos montos de recursos posibles en el menor plazo, y sin reparar en los medios para lograrlo”( Gil:2005,40) El nuevo modelo salarial meritocrático incentivó a la investigación en deterioro de la docencia, que para reanimarla se generaron programas específicos como las Políticas operacionales de docencia y políticas operativas de docencia para cada Unidad e incentivos económicos que se integrarían a los demás, como la beca de docencia, que requieren ser valorados para indagar sus efectos concretos en la docencia.
En este contexto de transformación de la UAM cada Unidad que la integra ha gozado de márgenes de autonomía para su propia apropiación de las políticas institucionales, en el caso de Iztapalapa la docencia se encuentra en el centro de preocupación de sus actores educativos, inclusive una parte de profesores tienen la opinión de que fracasaron y visualizan efectos más desfavorables que favorables para los alumnos. En este entorno se reflexiona la problemática de la docencia en la licenciatura de Sociología, que se desarrolla en condiciones que provienen del ambiente educativo expuesto y de las propias especificidades que se viven en esa carrera, como las derivadas de la propia composición de los alumnos como: orígenes sociales, formación académica previa, capital cultural y tecnológico bajo. La cuestión fundamental que se atiende en este documento es el desencuentro de profesores y alumnos en el proceso de enseñanza y aprendizaje en el aula, y pese a las inconformidades expresadas se siguen reproduciendo las prácticas que se critican. Argumento que en la licenciatura de Sociología en la Unidad Iztapalapa las prácticas docentes, entendidas como una relación de reciprocidad académica entre profesores
y alumnos, se sustentan en una forma consensual que denomino consenso cómplice.
En la UAM Iztapalapa la docencia es un problema relevante y las causas que contribuyen a resultados deficientes son diversos, resaltan tres para este estudio de caso: políticas neoliberales en educación, la carrera académica y políticas de docencia inadecuadas en su diseño y aplicación administrativa.
En el sistema universitario las actividades sustanciales son investigación, docencia y extensión universitaria que se encuentran asediadas por las políticas económicas, políticas y sociales que datan de 1980. Ya a 38 años de aplicación de políticas neoliberales universitarias, existe una acumulación de conocimiento científico crítica de los efectos negativos que tienen esas iniciativas en los trabajadores universitarios y reprocha la continuidad de un enfoque económico y empresarial en las orientaciones de las funciones sustanciales de las universidades que conduce a la mercantilización del conocimiento científico.
Cada universidad se apropia a su manera de las políticas económicas y sociales neoliberales, las respuestas se encuentran condicionadas por sus contextos sociales y culturales, a la correlación de fuerzas internas, a sus burocracias en el poder. En la UAM, una política que incide en su organización y funcionamiento general es la carrera académica, forma específica de la deshomologación salarial en el sistema universitario, con beneficios positivos y negativos para los profesores. Con base a la carrera académica la universidad pudo preservar a sus académicos que ganaban salarios que se deterioraban progresivamente, además de lograr desarrollar una profesionalización académica impresionante.
A su vez, en cada Unidad de la UAM, los actores educativos se apropiaron de forma específica de las políticas de rectoría general. En la Unidad Iztapalapa se concedió mayor importancia a la investigación y actualmente el 53.48 % de su planta de académicos forman parte del Sistema Nacional de Investigadores, son los que tienen mejores condiciones académicas para el desarrollo de la investigación, prestigio académico y buen vivir. (UAM: 2016)
Esta permanente constitución académica favorable económicamente convive con aspectos criticables, en los académicos se formó una especie de individualismo posesivo que los conduce por un camino de aspiraciones económicas interminable, además de las becas a la permanencia,
al reconocimiento a la antigüedad, a la docencia, apoyos periódicos a la investigación, pertenecer al SNI y de premios diversos en reconocimiento a su labor académica, subsiste un espíritu económico egoísta.
El individualismo posesivo de los académicos se reproduce en condiciones de exigencias laborales intensas, como una especie de sobrecarga de trabajo ligada a la investigación que se privilegia en la Unidad, dando lugar a la aparición de un nuevo lenguaje coloquial entre los académicos que así lo expresan: puntitis y papelitis. Otra de las situaciones en las que desempeñan sus trabajos los académicos es la progresiva colonización de la vida académica por la racionalidad administrativa, situación que experimentan como pérdida de autonomía en decisiones que corresponden a instancias académicas.
En este contexto de fortalecimiento de la investigación como política prioritaria de la Unidad hay que comprender a la docencia, para unos como el espacio más reacio para insertarse en las expectativas de cambio neoliberales, para otros de asimilar iniciativas de académicos que reconocen la necesidad de transformación de la docencia desde orientaciones pedagógicas que nacen de la propia experiencia de los docentes, del reconocimiento de la pertenencia social de los estudiantes y de lo que requiere la sociedad.
En la UAM se ha tratado de revitalizar a la docencia, desde 1999 se impulsaron una serie de iniciativas institucionales entre las que destacan: las Políticas Generales de la Universidad Autónoma Metropolitana aprobadas por el Colegio Académico en 2001, lineamientos institucionales que integran a las políticas específicas de Docencia. Continuaron los esfuerzos institucionales que se plasmaron en la aprobación de las Políticas Operacionales de Docencia en 2003 y cada Unidad tuvo márgenes de autonomía para que en ese marco general institucional diseñaran las propias, en la Unidad Iztapalapa se crearon las Políticas Operativas de Docencia (PODIS) en 2003, (UAM: 2017; 2003). A las PODIS se le agregarían otras iniciativas institucionales aprobadas por el Colegio Académico en 2007, estás fueron las Políticas Operativas para el Desarrollo de las Tutorías Académicas y las Políticas Operativas para el Desarrollo de la Movilidad de Alumnos en la UAM-I (UAM, 2007).
Las PODIS es un documento de conducción de la docencia merecedor para ser discutido ya que en sus 20 años de vida sus resultados se encuentran muy alejados de los esperados e
inclusive de forma hipotética se puede proponer que tiene efectos indeseables que en lugar de reactivar la docencia profundizaron su crisis, observación que amerita ser atendida.
De las PODIS resaltan los elementos que a continuación se expondrán como un recurso de contextualización para la comprensión de la docencia en la licenciatura de Sociología. A tono del lenguaje predominante de la ola neoliberal contiene a la flexibilidad curricular que se sustenta en la conjugación de una serie de asignaturas del tronco disciplinar con las de otras licenciaturas de la división y de otras divisiones. Por ejemplo, a los alumnos de Sociología se les exigen cursar UEAs de su propia disciplina, y una cantidad delimitada de asignaturas en la División CSH y Humanidades y de las otras dos Divisiones académicas que integran a la Unidad.
Cada licenciatura tuvo cierto margen de acción para acomodarse a la flexibilidad curricular, las experiencias de los profesores y alumnos son diferentes, aun así existe un ambiente de preocupación académica por la visualización de efectos negativos para ciertos segmentos de estudiantes de la Unidad, en parte los de la licenciatura de Sociología. Los profesores están de acuerdo con la orientación interdisciplinaria de la UAM, la preocupación radica en la configuración de la flexibilidad curricular constituida en la práctica docente concreta que muestra rasgos indeseables.
Otra de las opciones para reactivar la docencia es la corresponsabilidad que propone un modo activo de relacionarse entre profesores y alumnos en su formación académica, por medio de la constitución de espacios de interlocución, asesoría, seguimiento y evaluación de las actividades docentes, dentro y fuera del aula. Se considera al alumno como el responsable activo, con la asesoría de su tutor académico, en la construcción de su propio currículo escolar. (PODIS, 2003)
En la licenciatura de Sociología, se estima que los alumnos gocen de un mayor margen de decisión en la organización de su plan de trabajo, circunstancia más plegada a lo administrativo que a un fortalecimiento en sus capacidades de pensamiento. En el plano de la práctica de la corresponsabilidad se localiza un nudo de dificultades como la ineficacia del programa de las tutorías a los alumnos.
Los profesores se sienten ajenos a ese programa y representa sobrecarga de trabajo y para los alumnos es una medida autoritaria que tienen que cumplir, al final las prácticas se reducen a una simulación docente para la firma de la beca PRONABES: los profesores firman el
documento de renovación de beca para los alumnos como una forma de apoyarlos en la continuación de sus estudios y los alumnos acuden a su asesor estrictamente para la firma de la beca, cada uno de los actores al lograr su cometido dejan de verse hasta un año, cuando aparece de nueva cuenta la convocatoria de renovación de esa beca. Para los profesores de la licenciatura las tutorías son una colonización administrativa de la academia y para los alumnos una política sin sentido a la que se encuentran sujetos para sobrevivir en la Unidad, constituyendo una simulación docente entre profesores y alumnos para seguir adelante cada uno con sus propios intereses. (La docencia en la licenciatura en Sociología; 2016, UAMI)
En la perspectiva de que el estudiante asuma mayor responsabilidad en su formación académica, las PODIS proponen dotarle de un conjunto de habilidades básicas relativas a la expresión oral y escrita, al manejo de lenguajes formales y de lenguas extranjeras, es otra iniciativa que tiene contenidos atractivos que se cumplen de forma parcial, como las referencias a las primeras destrezas señaladas.
Los profesores de la licenciatura señalan con profunda preocupación que los estudiantes tienen serias dificultades para la comprensión de textos escritos y para redactar, recuerdan que las asignaturas de lectura y redacción fueron eliminadas de los planes de estudio por no tener los resultados esperados para los alumnos y en su lugar se propuso que los profesores de cada licenciatura asumieran la responsabilidad que antes tenían los profesores de las asignaturas descartadas, así se procedió generando un problema mayor, ahora nadie se hace responsable de apoyar a los alumnos en la comprensión de textos y en su comunicación escrita: todo quedó a la deriva.
Esa estrategia docente de las autoridades desde su diseño estaba confinada al fracaso, diluir responsabilidades para asumirse bajo el ideal autoritario de la obligación de todos somos responsables ha terminado por lo menos en un caos en la División de CSH, y los profesores se encuentran ante restricciones como: el tamaño de los grupos de estudiantes que atienden, el tiempo que dedican a la investigación y percibir que enseñar a leer y escribir está fuera de su campo de funciones para los que fueron contratados.
Tampoco los estudiantes de la licenciatura tienen intenciones para remediar un asunto del que tienen conciencia, cuando se abren cursos de lectura y redacción por parte de la Coordinación de la licenciatura o de la División de CSH la asistencia es mínima, reproduciéndose el problema
de la comunicación escrita hasta la terminación de sus estudios de licenciatura: en la práctica prevalece un ánimo colectivo desesperanzador nada se puede hacer para que los estudiantes resuelvan los inconvenientes básicos de su formación académica.
Y por último, se propone la vinculación de la docencia con la investigación para fortalecer la docencia al fomentar en profesores y alumnos un conjunto de habilidades y actitudes que propicien el rigor en el pensamiento, el análisis sistemático y un espíritu crítico ante los temas de estudio. Es otro buen propósito institucional que se reduce en la práctica a que los alumnos lean los textos de sus profesores que les dan clase, relacionar a los alumnos a proyectos de investigación concretos es una aspiración entendible y poco viable, ya que la investigación tiene sus propias condiciones de operar y es ajena a la incorporación de las masas a la producción de conocimiento, algunos alumnos logran llamar la atención de algún profesor-investigador para ser integrados a sus investigaciones, pero solo una minoría lo logra, y esa posibilidad que se espera sea abierta para todos los alumnos opera como una especie de caza talentos.
En este contexto situacional, cada División académica y licenciaturas conforman experiencias con puntos en común y diferencias sustanciales, que exige de ser atendido con investigaciones más rigurosas con el dato, aun así este encuadre de la licenciatura de Sociología en el malestar de la docencia del que forma parte ayuda a indagar cómo en esa carrera profesores y alumnos se apropian de ese entorno de enseñanza-aprendizaje y construyen reglas y subjetividades que les permiten seguir adelante, cada quien por su propia senda que algunas veces llegan a entrecruzarse de forma contingente y sin mayores ánimos de respuesta colectiva.
La docencia tiende a ser distinguida a partir de las prácticas de enseñanza del profesor universitario consideradas como de transmisión y apropiación de un conocimiento en el aula, que pueden hacerse extensivas para su comprensión y regulación a nivel de la universidad y de los contextos educativos de las que forma parte. En esta ponencia, considero incluir en la docencia las prácticas de los alumnos universitarios formuladas como aprendizaje y para su conocimiento hacerlas extensivas al aula, a la institución y a los contextos que las condicionan histórica y socialmente. Propongo para esta ponencia a la docencia como un campo relacional del profesor
con el alumno trazado por prácticas de enseñanza- aprendizaje de conocimientos científicos y sociales en el espacio universitario. Constituirse como profesor y alumno en la universidad se realiza frente a los saberes instituidos, a las prácticas de poder, a los orígenes y posiciones sociales de los actores educativos.
La licenciatura de Sociología está integrada por 32 profesores de tiempo completo, con una edad promedio de 60 años aproximadamente, son más hombres que mujeres, y en su mayoría tienen nivel de Doctorado. Tienen estabilidad laboral que se expresa en sus niveles de antigüedad que oscilan entre el profesor con mayor antigüedad de 43 años, y la profesora de menor antigüedad con 5 años de permanencia en la licenciatura.
La planta de profesores de la licenciatura comparte con sus colegas la exigencia de la investigación y en el conjunto de becas que ofrece la Universidad, la que tiene un mayor aprecio es la del reconocimiento a la permanencia, especie de beca por productividad en las empresas, cuya obtención depende del esfuerzo personal y a veces de elementos contingentes azarosos derivados de las prácticas de los pares académicos de la propia universidad que evalúan a los académicos. Asimismo, pertenecer al SNI es una posibilidad presente en el horizonte de los profesores de la licenciatura, la cantidad que lo consigue es fluctuante y actualmente hay 10 que se encuentran inscritos a ese programa.
Una de las becas que goza de menor reconocimiento es la de docencia que se otorga por la cantidad de cursos impartidos anualmente y oscila entre una asignatura a seis o más, dadas en un año de docencia. La beca de docencia la obtiene casi todo el personal que la solicita, los criterios para otorgarla son muy laxos y pierde atractivo de competencia y prestigio entre los jugadores a los reconocimientos económicos.
En la licenciatura existe un desequilibrio entre la investigación y la docencia, la primera absorbe la mayor parte de la energía y del tiempo de los profesores por la importancia económica y prestigio que representan, en cambio la segunda se aprecia como una actividad secundaria, a la que se le dedica el tiempo justo calculado por las necesidades de la investigación y del tipo de estudiante que se tiene en la licenciatura. Entonces en la investigación tenemos a un académico que se encuentra exigido por el síndrome de la meritocracia y un conjunto de regulaciones laborales que tienden a oprimirlo, en contraparte en la docencia se experimenta una vida relajada, propiciada por el mayor control respecto a sus actividades docentes que también tiene sus propios
efectos indeseados.
En la Unidad, como en todas las licenciaturas los profesores han realizado un esfuerzo para profesionalizarse que ha consistido en lo fundamental en la realización de estudios de doctorado y posdoctorado con apoyo de la institución, sus beneficios son indudables para la investigación. La licenciatura al tener una planta de profesores mayoritaria de doctores ofrece una buena imagen académica a los estudiantes y hacia el público externo, impresión que se llega a traducir como admiración de los alumnos que no se traduce en su aumento de nivel académico (Grupo focal de alumnos: 20 de julio de 2016)
Esa estrategia de profesionalización de los académicos no tuvo su correspondencia en la docencia, los profesores con más altos niveles de formación son los que menos preocupados se encuentran por adquirir competencias pedagógicas e incluso de esos profesores, se dan casos en la Unidad, que no desean atender a estudiantes de licenciatura y menos en los primeros trimestres y si llegan acceder es por la coacción de obtención de la beca de la docencia, en la licenciatura de sociología no se presenta ese problema y si otros de carácter más subjetivo.
En entrevistas realizadas a profesores, apareció reiteradamente una imagen de la docencia como transmisión de conocimiento, uno de ellos afirmó: “a los profesores se les paga por hablar en clase, sino que harían”. (Grupo Focal profesores, 27/10/2016) Esta concepción del profesorado se encuentra anclada en la tradición pedagógica que prevalece en la disciplina sociológica, sí el profesor aprendió de esa manera y le ha funcionado en lo personal, entonces para qué buscar cambios pedagógicos. En la licenciatura, esa forma de enseñanza, como transmisión de conocimiento impera en el aula y de sus consecuencias no previstas e indeseables es el silencio de los alumnos al generar malestar docente, opiniones de los profesores se sintetizan en: “preocupa que los alumnos no participan en el aula eso genera abatimiento e impotencia, con nada despiertan.” (Grupo Focal Profesores, 27/10/2016)
Para la mayoría de los profesores las preocupaciones por la docencia poco tienen que ver con sus formas de enseñanza y en la carencia de su formación pedagógica, las principales causas hay que buscarlas en la formación académica de los alumnos. Los profesores expresan de forma reiterada en las conversaciones cotidianas y en el Colegio de Profesores la deficiente formación de los alumnos de nuevo ingreso problema ante el que sienten impotencia ya que lo conciben como un problema estructural del sistema educativo mexicano, en dado caso los responsables son
los profesores de educación básica situación con incidencias en el ambiente académico de la carrera.
En el Colegio de Profesores se ha dialogado respecto a lo que se puede hacer con estudiantes que tienen severas dificultades para la comprensión de notas periodísticas y más con textos sociológicos, se intercambia información sin llegar a propuestas concretas y una de ellas es elevar los puntajes para la admisión de alumnos de nuevo ingreso, ya que llega a suceder que se aceptan alumnos con 40 respuestas favorables de un examen que contempla 120 preguntas, y en casos excepcionales llegan a resolver 80 positivamente, en abstracto la operación puede ser sencilla y en lo concreto presenta dificultades que es necesario contemplar como las presiones estatales hacia rectoría general para contribuir a enfrentar la demanda estudiantil a nivel universitario y por otro lado, sí la cantidad de alumnos que pueden ser aceptados se afecta, se corre el riesgo de una disminución que podría generar el imaginario colectivo de que la mejor opción sería cerrar la carrera por una escaza demanda.
La crítica de los profesores a la formación de los alumnos tiene fundamento, lo que llama la atención es que muchos de ellos logran terminar la licenciatura, con una deficiente formación académica en teoría y metodología, y sin haber remontado el lastre de su comunicación oral y escrita. Para los profesores de la licenciatura el desempeño de los alumnos no depende de su inteligencia, como tampoco se le puede atribuir en su totalidad a sus orígenes sociales y experiencia de vida personal, la comprensión se encuentra en el funcionamiento del sistema educativo a nivel nacional postrado al corporativismo sindical, a las políticas neoliberales y a la corrupción política. (Grupo Focal Profesores, 27/10/2016)
Los profesores perciben a sus alumnos con un bajo compromiso con sus estudios, consideran que invierten el mínimo de tiempo en el aprendizaje de la disciplina científica y observan que para ellos sus clases se reducen a sentarse por dos horas a escuchar al profesor, leer de vez en cuando y hacer trabajos de última hora que terminan siendo pegotes del internet y en muchos casos la calidad de sus documentos se encuentra atrapada en los requisitos aprendidos en el bachillerato.
Hay apreciaciones que la actividad docente se realiza en solitario y esa condición se experimenta de forma diferente en lo personal y colectivamente. En el caso de la licenciatura, la enseñanza es una actividad individual en la que el profesor es el soberano en el aula. Recordemos
que en la UAM prevalece el criterio de libertad de cátedra, valor y práctica que hay que preservar como un monumento a la autonomía en tiempos en que se desea reglamentar toda la vida universitaria como solución a los problemas que hay en la institución. Esta libertad en la enseñanza implica una seguridad en el control de los contenidos de las asignaturas a impartir, por otro lado, en las formas de enseñanza que son decididas de forma individual, ambas funciones normalizadas por los profesores como experiencias que les corresponde en exclusivo por formar parte de sus atribuciones laborales y sin ser ubicadas en los discursos educativos que producen saberes instituidos para justificar prácticas docentes.
Los profesores de la licenciatura comparten su experiencia docente en las conversaciones con sus pares académicos de forma contingente, como una forma de desahogo de su malestar docente, otras veces aprovecha los colegios de profesores, que se realizan uno por trimestre, para manifestar la pésima formación académica de los estudiantes, sin embargo en la mayoría de ellos no cabe la autocrítica y menos la posibilidad de trabajar de forma colectiva la que se percibe que restaría tiempo a la investigación, ya cargada por si de compromisos específicos. A diferencia de la presencia del trabajo colegiado en la investigación por medio de “áreas de investigación”, la enseñanza carece de “áreas de docencia” u otra forma que impulse el trabajo colectivo entre los profesores que aprendieron desde su propia formación, enseñar en el aula es el principal atributo del profesor.
Aclaro que de ninguna forma se culpabiliza a los profesores de su propio malestar docente, que para tener una comprensión más real abría que incorporar otras variables como la cantidad de salones que tiene la licenciatura para atender a sus alumnos y la infraestructura en la que tienen que laborar, es cierto que hay condiciones estructurales que escapan a su control, como el tipo de alumnos que se reciben en la licenciatura, aun así cuentan con márgenes de autonomía en la toma de decisiones que aprovechan para elegir sus rutas de trabajo académico, para la mayoría de ellos la definición se encuentra en la investigación por ser una actividad de producción de conocimiento atractiva por sí misma y por disfrutar de mayores reconocimientos económicos y recursos de poder en la comunidad universitaria.
La docencia se encuentra constituida por la dualidad de la enseñanza y el aprendizaje lo que implica una óptica de relacionamiento entre el profesor que enseña y el alumno que aprende para comprender de forma integral un problema que a todos atañe. Una forma de conocer a los
alumnos de la licenciatura es saber su procedencia social y educativa. En una investigación realizada a candidatos a estudiar sociología en la Unidad, con una muestra de 4,029 alumnos en el periodo de 2003-2016 se encontraron los resultados siguientes: es una licenciatura feminizada con 63%son mujeres y 37% son hombres; la edad promedio es de 19 años y son egresados del Colegio de Bachilleres, el 44.2%; el 35% trabajan y dicen que lo seguirán haciendo durante sus estudios, pese a que el 80%, del promedio anterior, expresaron que sus empleos son eventuales y poco tienen que ver con los estudios que desean estudiar.
Son aspirantes que pertenecen a las clases populares, el ingreso familiar mensual más bajo es de menos 1,000 con un porcentaje de 3.2%; en el porcentaje más alto de 24.2% ganan entre 3,000-3,999; solo el 2.5% llegan a 15,000 a más. Esas condiciones económicas se reflejan en su consumo, por ejemplo, el 91.6 usa como medio de transporte al metro. En el índice cultural que se presenta en ese informe los aspirantes se distribuyen de la forma siguiente: el 49.6% tiene un índice de capital cultural medio, el 45.8% tiene un índice de capital cultural bajo, y sólo el 4.4% tienen un índice de capital cultural alto.
Con relación al capital doméstico, construido a partir de la indagación si tenían televisión, antena parabólica, teléfono, Horno de microondas, aparato de sonido, tanque de gas estacionario, videograbadora, cocina integral, TV por cable y computadora.se pudo observar que el 75.8% tiene un índice de capital bajo. A los estudiantes de Sociología al terminar sus estudios de licenciatura se les aplica un cuestionario para indagar respecto a la satisfacción que ellos tienen respecto a sus estudios de licenciatura y la universidad. El 58.23% de los egresados mencionó que elegiría la misma carrera y el 41.77% señaló que no y su interés estaría en cursar una licenciatura de Administración.
Con relación a la licenciatura destaca que el 56.79% de los egresados estuvo satisfecho con la impartición de conocimientos de metodología y en términos generales 31.43% de los egresados está totalmente satisfecho con la formación profesional recibida en la UAM. Asimismo, el 55.28% estuvo totalmente satisfecho con el nivel académico de los profesores y en términos generales el 32.52% declaró un alto grado de satisfacción con la organización y administración académica de la UAM. (Hernández, Leyva, Rodríguez: 2007)
Esa información contribuye a elaborar inferencias para el conocimiento de los alumnos en la licenciatura en análisis, y una es que las clases populares son sus principales suministradoras
de estudiantes. La composición económica de esos alumnos impacta en el desarrollo de sus estudios desde su inicio hasta el final. Los datos económicos son una pálida sombra en comparación de las historias que comparten cuando han adquirido confianza con alguno de sus profesores o como en uno de los grupos focales en donde una alumna compartió las circunstancias en que se desenvuelve para poder estudiar; por ejemplo, tener para comer lo mínimo y poder ir a clases cuando hay para pagar el transporte. (Grupo Focal Teoría clásica, 10/09/2016)
Entre los profesores se comparte que la formación académica de los alumnos no puede definirse en términos de la sensibilidad de sus orígenes sociales y económicos, lo que puede entenderse es que son alumnos que requieren de una atención intensa para lograr florecer académicamente y si sus profesores se encuentran definidos hacia la investigación, entonces estamos en una situación de mucha tensión soterrada y tolerada.
Los alumnos perciben que la docencia es un espacio que poco interesa a los profesores, ya que su verdadera preocupación se encuentra en la investigación. (Grupo Focal Profesores, 27/10/2016). Notan que los profesores en clase realizan comentarios de las investigaciones que realizan y de sus publicaciones, y son mínimas las observaciones hacia la docencia en la licenciatura y hacia su propia práctica docente. (Mir: 10/09/2016)
Los alumnos son críticos de las formas de enseñanza de los profesores, perciben que su principal problema es que carecen de formación pedagógica, dicen pasar de una asignatura a otra y el método es similar, los profesores se dedican a practicar su monologo, aún conscientes de que a muchos de los alumnos se les dificulta esa forma de enseñanza, persisten en ella y se experimenta como un destino académico. Los alumnos carecen de una perspectiva pedagógica que les permita comprender las críticas que realizan a sus profesores, por un lado, señalan sus deficiencias pedagógicas y por otro, terminan valorando las clases conferencia de dos horas, quizá por ser la tradición de enseñanza en la que se han formado y porque implica el menor esfuerzo para ellos en su actuación en el aula.
En la docencia en el aula, el profesor es el soberano, el que decide todo, el que habla todo el tiempo, el que pasa o reprueba resguardado en su poder que le concede su conocimiento, la tradición docente y las reglas formales e informales concedidas y cuidadas por la propia institución, los alumnos la consideran una estrategia pedagógica que produce “aburrimiento,
cansa, deprime, duerme” y pese a ello hay que aceptarla “no hay de otra”. (Grupo Focal Teoría clásica, 10/09/2016)
El monologo de los profesores y el silencio de los alumnos son el centro de la docencia en la licenciatura, y su persistencia se mantiene con creencias y costumbres que la han naturalizado, a veces algunos profesores se atreven a transgredir ese modelo por medio de prácticas con intenciones dialógicas que han mostrado buena aceptación por los alumnos. Existe un conjunto de esas experiencias valiosas que valdría la pena compartir entre los profesores para persuadirse colectivamente de que si hay caminos docentes alternativos que se pueden construir con un mayor beneficio para los estudiantes.
Los profesores de la licenciatura impulsan a la teoría y a la metodología como elementos fundamentales en la formación académica de los alumnos a los que les cuesta comprender por su formación académica previa y por su experiencia de enseñanza de la teoría sociológica que consideran como muy abstracta, que llegan a denominar como teorista y a la que no le encuentran mucho sentido práctico, ni utilidad para comprender el pedazo de mundo que les tocó vivir. Los alumnos al no lograr construir un sentido propio de la teoría quedan vacunados desde los primeros trimestres para su aprendizaje.
Los alumnos de la licenciatura que participaron en un grupo focal expresaron sus críticas hacia el aprendizaje de la teoría sociológica, aprecian que al final de cursar siete asignaturas sus aprendizajes son pobres, se preguntan si más y más teoría sociológica implica comprender más el mundo en que viven y al terminar su licenciatura se van sin respuesta clara y comprensible, terminan por considerar que la teoría es puro rollo. (Grupo Focal Teoría clásica, 10/09/2016)
Los estudiantes se entusiasman por la práctica, son grandes sus deseos por ir a las comunidades, contactar con la gente, entenderlas en el terreno propio de las acciones de seres humanos de carne y hueso. Demandan prácticas de campo regulares y organizadas formalmente que rebasen las intenciones individuales de algún profesor y hasta el momento es una demanda que tiene en contra muchas situaciones la principal: es una licenciatura que desde sus orígenes nació para ser enseñada en el aula. (Grupo Focal Sociología Aplicada, 6/08/2016)
Los estudiantes con preocupación plantean su hartazgo a una formación que empieza y termina en el aula, circunscrita a la lectura de planteamientos teóricos que no llegan a comprender y son autocríticos con relación a esa situación, aceptan que su formación académica
no es la idónea para la comprensión de textos complejos y reconocen que tampoco tienen un compromiso serio con sus estudios, se les dificulta leer todas las lecturas en tiempo y orden correspondiente por asignatura y terminan por desarrollarse con graves vacíos de cumplimiento con las expectativas de sus profesores.
En la reforma del plan de estudios de la licenciatura, 2013, se atendió la demanda de los estudiantes por integrar al plan de estudios conocimientos aplicados y se integraron cuatro asignaturas que conformaron un bloque para el entendimiento de la acción social en la praxis sociológica. Esas asignaturas han tenido resultados parciales a los esperados por diferentes motivos uno de ellos relevante: se carece de presupuesto económico adecuado para apoyar a los estudiantes en la realización de prácticas de campo o profesionales. A esta limitación estructural de peso hay otras que se tienen que considerar, esas asignaturas que se orientan hacia la aplicación del conocimiento a través de prácticas profesionales han sido atrapadas por la forma tradicional de enseñanza en la licenciatura, y se convirtieron en una enseñanza teórica de la práctica de la intervención social confinando al alumno al salón de clase.
La cuestión de la separación de la teoría con la práctica no es una responsabilidad de los estudiantes, aunque sean sus principales receptores, esto también se debe a la creencia de los profesores respecto a los propósitos y alcances de la sociología. Hay profesores que consideran que la sociología es una ciencia y su enseñanza tiene que limitarse a desarrollar capacidades de pensamiento, lo que implica una organización curricular con fuerte énfasis en teoría y metodología, para dar cuenta de esa exigencia académica. Una formación sociológica que pretenda en su horizonte la solución de problemas sociales es algo poco deseable y menos de abrirse a una reflexión sería de las reducidas oportunidades de empleo de los egresados, condición laboral ajena a la formación del sociólogo y a su profesión.
Otros profesores están de acuerdo en la formación científica del sociólogo que se puede vincular a la aplicación del conocimiento sociológico, y sin pretender que se vaya a resolver el problema del mercado de trabajo del sociólogo se puede aspirar, sin descuidar a la teoría y metodología, a un conocimiento aplicado a los problemas sociales sin caer en el empirismo o uso exclusivo de técnicas, lo que impone la formación de alumnos con habilidades, actitudes y conocimientos para tratar con personas en sus mundos concretos de acción social. Cuando los alumnos entran al mundo de lo aplicado, cuando realizan prácticas de campo y de acción social,
algunos descubren el gusto por estudiar sociología, empiezan a encontrar sentido a la sociología (Grupo Focal Profesores 27/10/2016)
A los alumnos de la licenciatura se les complica encontrar canales de comunicación adecuados con sus profesores, hay una brecha generacional que tiende a presentarse como insalvable. Los profesores representan un promedio de aproximadamente 60 años y los estudiantes tienen una edad, en general, entre 18 años y 25 años, los primeros formados en el texto escrito y los segundos son hijos de la cultura digital, situación que tiende a presentar dificultades en la convivencia y en la comunicación e incide en los procesos de enseñanza – aprendizaje al fortalecer el monologo.
Los alumnos consideran que sus profesores se han especializado en temas sociales que poco les llaman la atención. Ellos como hijos de la era del presente se sienten atraídos para comprender y tratar problemáticas relacionadas con el: narcotráfico, seguridad interna, drogadicción en los jóvenes, feminicidio, movimientos contraculturales, entre una gama amplia de problemáticas sociales ausentes en el plan de estudios, como en la práctica investigativa de los profesores. Se entiende que los profesores han dedicado décadas en la especialización de un tema y han logrado reconocimiento en su campo de especialización condición académica que desean preservar, mientras tanto los estudiantes demandan otra mirada de los problemas sociales que al no lograrse terminan por adaptarse a la oferta de los profesores, sin pasión, sin entusiasmo y sin suficiente energía.
Esta brecha generacional también incide en la representación que tienen profesores y alumnos de su propio comportamiento en el aula, algunos alumnos perciben que determinados profesores muestran actitudes autoritarias en su trato con ellos, en el aula y fuera de la misma. Dicen notarlos cansados y estresados generando un ambiente académico tenso que llega expresarse en su máxima expresión cuando los alumnos solicitan aclaración de las calificaciones, y se encuentran con un camino espinoso que es difícil de recorrer, a veces con razón y otras sin ella, que sintetizan una característica de los profesores en general: “ellos siempre tienen la razón”. (Grupo Focal Metodología, 29/09/2016).
Algo interesante sucede en la licenciatura, los alumnos valoran sus estudios pese a las dificultades de aprendizaje que vivieron y de las difíciles oportunidades de empleo que sabe que enfrentará al concluir su carrera, quizá por provenir de ambientes familiares en el que ser un
profesionista no es algo común y si estimado, quizá porque profundizaron en el aprendizaje del conformismo aprendido durante sus estudios previos.
En la licenciatura de sociología se padece una crisis de la docencia que consiste en una institucionalización estéril de políticas de la docencia (PODIS) imbricada con prácticas docentes de conveniencia, para los profesores implican individualismo en la enseñanza y para los alumnos envuelven un sentido precario de lo que estudian. Como se ha planteado en este documento, la crisis de la docencia carece de un origen único o una sola causa, sino que ésta obedece a procesos sociales complejos, que se gestan en y fuera de la universidad.
La crisis de la docencia es una construcción entre autoridades, profesores y alumnos en diferentes espacios de la universidad, en los que resalta el aula. Las autoridades diseñan políticas que terminan aprobándose por la correlación de fuerzas al interior de la universidad, y en la Unidad se dejan transcurrir pese a las repercusiones negativas que producen en la mayoría de los alumnos, como en la licenciatura de sociología. Los profesores han constituido prácticas docentes individualistas en parte aprendidas por su experiencia en el aprendizaje de la enseñanza de la sociología y por otro lado, por resguardarlas a través de su preferencia en las actividades que ofrecen los mejores reconocimientos académicos, ambas raíces producen indiferencia hacia la problemática de la docencia en la licenciatura.
Los alumnos reproducen su habitus académico del nivel escolar anterior sin lograr adquirir una disciplina científica y aumentar sus capacidades cognitivas de forma seria, lo que experimentan como incomprensión hacia la sociología como ciencia y profesión, situación que se agudiza por su percepción de las escazas oportunidades de empleo que tendrán que enfrentar en un futuro inmediato, generándoles síntomas de depresión académica como apatía, silencio, y una cultura del ahí se va.
En la actualidad, cuando se logra analizar de forma colectiva a las prácticas docentes se hace visible el malestar oculto de las formas de enseñanza-aprendizaje que nos indica que su permanencia en el tiempo tiene soporte en un consenso construido por los propios actores de forma recíproca, para mantener una convivencia conformada por indiferencia, apariencias, silencios y complicidades para salir adelante en el logro de expectativas personales. Entender las
causas y los mecanismos que subyacen en la crisis de la docencia es fundamental para descubrir si subsisten ánimos, posibilidades y condiciones para repensarla en contextos en que los discursos normativos neoliberales tienen la delantera sobre las respuestas de los profesores y alumnos en el aula y en la universidad en su conjunto.
Se ha esbozado en este documento, que la organización académica en la universidad y en las licenciaturas se encuentra condicionada por la presión de las políticas estatales universitarias, imposición que se experimenta de forma diferentes en las Unidades y al interior de ellas, lo que implica que profesores y alumnos tienen márgenes de acción para apropiarse con su propio sello e historicidad de esas recomendaciones estatales, forjando procesos y respuestas particulares de diferenciación en las licenciaturas con relación a la docencia.
Planteamientos de Weber y Gramsci pueden ayudar a comprender la base que establece las relaciones de reciprocidad entre profesores y alumnos en el campo de la docencia. Ellos realizaron contribuciones fundamentales para entender la producción de consenso en la sociedad, el primero al descubrir los mecanismos que garantizan la obediencia al orden constituido, y el segundo por dar respuesta al por qué y bajo qué condiciones es posible contener, asimilar u organizar las luchas inherentes a la relación entre las clases antagónicas (Mabel: 2008, s/p)
Weber se preocupa por indagar las fuentes de legitimidad de la obediencia entre dominantes y dominados, su esfuerzo se distancia de cualquier intención esencialista o abstracta de la dominación y en su lugar sustenta su posición en la creencia de la validez con relación a lo que es racional, dominación legal-burocrática, en la coacción de la tradición, dominación patrimonialista, y en cualidades especiales que poseen los individuos como el carisma, formas que corresponden a su tipología de la acción social.
La propuesta de Weber respecto a los tipos ideales de la dominación se asume como una sugerencia para realizar investigación social, en ella no se agota la riqueza que posee la realidad concreta al contrario sugiere la construcción de una diversidad de posibilidades de construcción de formas de dominación, lo que implica desechar un uso deductivo de la posición metodológica del sociólogo alemán.
En el caso de la licenciatura se descarta que haya indicios de formas de producción del consenso que descansen en la fuerza de la tradición o en el carisma, las relaciones entre profesores se rigen por ordenamientos legales y por los significados construidos en la apropiación
de esas prescripciones de su vida laboral en el campus, dando lugar a otras condiciones de producción de consenso visibles en profesores que sin adaptarse totalmente a las reglas formales las critican y las aceptan como destinos que presentan dificultades para ser cambiadas, hay otros que fingen la aceptación de esos mandamientos legales para lograr concretar sus intereses económicos personales y también están presentes los que prefieren estar en el campo de la invisibilidad para no molestar y ser molestados.
Los alumnos saben que se encuentran sujetos a reglamentaciones que regulan a la universidad y hay apartados legales diseñados para resguardar los derechos de los alumnos, y se apropian de forma diferenciada de esa constitución legal que norma el comportamiento en el campus. Hay alumnos que están convencidos en esos ordenamientos legales a los que hay que adaptarse, otros que sin interesarse por la legalidad se adaptan desinteresadamente a los preceptos jurídicos que norman su comportamiento y los que intentan llamar la atención para revisarlos y revocar los mandatos que se encuentran fuera de su marco ideológico, generando conflicto cuya interpretación resulta compleja para la teoría de la obediencia Weberiana.
La organización académica en la Unidad se encuentra elaborada a partir de reglas y de un conjunto de instituciones que le dan soporte, cuyo predomino para la comprensión del consenso no elimina a otras posibilidades de regulación de las relaciones entre los actores educativos, al contrario lo que se observa es un ensamblaje con otras forma de consenso de larga duración que tienen relevancia en la estructuración de la docencia y otras formas emergentes reconocidas en el carisma sin llegar a ser dominantes.
Profesores y alumnos mirados como productores de consenso en relaciones de reciprocidad diferenciada, permite entenderlos como sujetos activos generadores de sentido respecto a la docencia, además de la apropiación de las formas de enseñanza- aprendizaje que realizan aportan sentido que contribuye a la formación de consenso para mantener la reproducción de las interacciones sociales en el tiempo.
La perdurabilidad de una forma de dominación que depende de los mecanismos de legitimidad en los que se sustenta son insuficientes, recuperando a Gramsci también las percepciones y los sentidos de las condiciones estructurales en que se desarrollan los actores educativos dentro y fuera de la universidad participan en la construcción de la dominación. La disminución o pérdida en la creencia en la validez del principio en que se asienta la pretensión de
legitimidad de una dominación, puede encontrarse en el descubrimiento de las condiciones materiales en las que se desenvuelven los profesores y los alumnos, y pueden ofrecer conocimiento de cómo perdura el consenso a través del tiempo. La ideología y su descubrimiento por los actores educativos también generan procesos de constitución de nuevos consensos o de desobediencia que escapa a la comprensión de la dominación en Weber.
En los profesores la carrera académica y la pertenencia al SNI han generado diferentes condiciones de diferenciación social y de percepciones diversificadas con relación a la docencia. Como ya mencionó, ese sistema de des-homologación salarial a través de premios económicos ha traído en sus beneficiados una especie de individualismo posesivo con relación a la docencia, critican esa estrategia neoliberal de productividad hacia los trabajadores y sus repercusiones en la sociedad y terminan por aceptarla como una opción de la que depende su trabajo científico.
La racionalidad económica se convirtió en condicionante en la construcción de las interacciones de los profesores y alumnos en el campo de la docencia. El profesor se siente acaparado en su energía y tiempo por la investigación y en menor medida se hace visible por su compromiso con la docencia, tiene carencia en sus creencias de autosuficiencia pedagógica y en la imposibilidad de cambiar la formación académica de los estudiantes, salvo en algunas excepciones, actúa con indiferencia hacia la elaboración de propuestas que puedan animar la conversación permanente y reflexivo entre sus pares con la intención de modificar el proceso de enseñanza-aprendizaje que termina por perjudicar a todos.
Los alumnos también se encuentran invadidos por la racionalidad económica expresada en la preocupación que proviene de sus orígenes sociales, el peso que tienen las oportunidades de empleo asociadas a la profesión marca a sus prácticas académicas y condicionan un sentido precario al aprendizaje de la sociología como ciencia, además de orientar a la menor inversión de tiempo en sus estudios.
El individualismo posesivo de los profesores y la indolencia de los alumnos a su proceso de formación académica son tramas en reciprocidad que permiten la construcción de negociaciones subjetivas entre profesores y alumnos que cristalizan en lo que denomino el consenso cómplice. Esta forma consensual es una toma y daca, los profesores reproducen la indiferencia hacia la docencia y los alumnos reproducen conformidad hacia un programa del que tienen muchas dudas y opiniones encontradas. El consenso cómplice como una producción activa
de profesores y alumnos que descansa, no en la regla institucional sino en el intercambio negociado de reciprocidades concretas y subjetivas entre los actores implicados en salir adelante, para los profesores sólo unos alumnos merecen terminar la licenciatura y sin embargo no obstaculizan para que la mayor parte logre ese resultado académico y para los alumnos me aguanto a terminar una licenciatura respecto a las que tengo muchas dudas y aún mi insatisfacción por los aprendizajes logrados, ya que los apruebo con un porcentaje bajo a mis profesores, como manifiestan los egresados.
Si los profesores asumieran su rol académico sin concesiones y los estudiantes insatisfechos con la licenciatura se atrevieran a salirse de la carrera habría una baja sensible de la matricula estudiantil, ambas situaciones inconvenientes por razones prácticas para los mismos actores educativos se contienen para preservar los intereses individuales, aunque se termine afectando negativamente a la licenciatura. El consenso cómplice sintetiza la imagen de profesores consumidores y reproductores de las políticas neoliberales económicas en educación y de alumnos atrapados en la racionalidad económica que les impide la apreciación y la relevancia en el desarrollo de sus capacidades de pensamiento. El estar en la universidad, los actores se encuentran condicionados por el principio de la acumulación de dinero, las razones para justificar ese proceder sobran, la voluntad del conformismo invadió a la academia y la interrogación necesaria es: ¿cómo romper el consenso cómplice?
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