Capital social y espacio urbano: un estudio comparado de colonias populares en ciudades mexicanas fronterizas


Social capital and urban space: a comparative study of popular neighborhoods in Mexican border cities


Jesús Emanuel Maldonado García1


Resumen: El objetivo de la ponencia es exponer el análisis sobre la influencia de las condicionales espaciales, en la promoción de capital social y a su vez, la manera en que éstas configuran el espacio urbano de dos colonias populares en ciudades mexicanas fronterizas. El trabajo se funda desde la Teoría del Actor-Red (TAR) y el enfoque del capital social. El estudio constituye un avance en el análisis de los elementos intangibles que forman el capital social y contribuye a la discusión sobre las conexiones que guardan operadores humanos y no humanos, en los procesos de desarrollo urbano.


Abstract: The aim of the paper, is the analysis about the spatial conditions influence in the creation of the social capital and at the same time, the way in which these configures the urban space of the popular neighborhoods in the Mexican border cities. The Actor Network Theory (ANT) and the social capital approach were used to find the research. The study is an advance in the analysis of the intangibles that constitute the social capital and contribute to the discussion on the connections that human and nonhuman keep in the processes of urban development.


Palabras clave: Capital social; espacio urbano; colonias populares; operadores espaciales


Introducción

La necesidad de retomar los operadores espaciales que afectan y transforman la realidad urbana surge al observar las dinámicas complejas del desarrollo de las ciudades contemporáneas. El predominio de una economía de libre mercado, las condiciones globales de desarrollo tecnológico, entre otros factores a gran escala dirigen la inversión de recursos públicos y privados hacia algunas partes de la ciudad en función de la lógica económica de las regiones.


1 Licenciado en Economía y estudiante de la Maestría en Desarrollo Regional por el Colegio de la Frontera Norte bajo la línea de investigación de desarrollo urbano y regional, jmaldonadomdr2016@colef.mx

La desigual distribución de los recursos en el espacio, permiten definir a este último como un campo de relaciones de poder y conflicto compuesto por operadores humanos y no humanos que configuran la manera de habitar, vivir, gobernar, intervenir y gestionar la ciudad. Por un lado, los operadores humanos (individuos, agentes o actores) establecen una serie de relaciones, lazos y redes bajo un escenario de normas y reglas que posibilitan la convivencia, la comunicación, la organización, y el posicionamiento en sociedad. Estas relaciones, lazos y redes, pueden ser entendidas en términos de un capital social, sean en su forma individual o colectiva. Por otra parte, los operadores no humanos (objetos, animales, virus, colonias, programas sociales, políticas públicas, entre otros) se constituyen como medios, interfaces o cuasi-personajes en el espacio al ejercer un tipo de acción espacial sobre las acciones de los operadores humanos, las capacidades generadas desde aquí se conciben bajo la idea de un capital espacial. Por lo tanto, la relación capital social y espacio urbano surge al considerar a las ciudades como el vínculo perfecto donde se mezclan distintas realidades locales dadas a partir de la creación de lazos y redes en el barrio o la colonia y escenarios globales al configurarse un espacio urbano en función de una lógica de acumulación de capital (Cvetinovic, Nedovic y Bolay, 2017: 141).

El objetivo de la ponencia es dar a conocer los avances del proyecto de tesis Capital social y espacio urbano: un estudio comparado de colonias populares en ciudades mexicanas fronterizas en el marco de la Maestría en Desarrollo Regional del Colegio de la Frontera Norte y como parte del proyecto de investigación Las fronteras del siglo XXI: reconfiguración y nuevas funciones. Lo que aquí se presenta es de carácter preliminar, con el fin de introducir directrices temáticas con relación a las conexiones que guarda el capital social y el espacio, para la mediación y solución de conflictos urbanos. El propósito de la investigación es analizar la influencia de las condicionales espaciales en la formación de capital social, y a su vez la manera en que éste último configura el espacio urbano. Referirse a la configuración del espacio se traduce en el análisis del cómo las relaciones, entre operadores humanos y no humanos de las estructuras políticas, sociales y económicas, se organizan, permanecen y se transforman a través del tiempo.

La investigación pretende dilucidar nuevas alternativas para la comprensión y mediación de los conflictos urbanos y ayudar en la mejora de la calidad de vida de los habitantes de aquellas colonias populares de ciudades mexicanas fronterizas carentes de infraestructura, servicios y equipamiento público.

Así, en el primer apartado de este documento se presenta la importancia de estudiar la relación entre capital social y espacio urbano en colonias populares de ciudades mexicanas fronterizas, en el segundo se plantea el marco teórico con el que se funda la investigación, tomando como punto de partida la Teoría del Actor-Red (TAR) y el enfoque del capital social. En el tercer apartado se ilustra la manera de estudiar la relación capital social y espacio urbano a través del método de estudio de caso, con dos unidades de observación: la primera es Nido de las Águilas en la ciudad de Tijuana, Baja California, en la frontera de México con los Estados Unidos de América, y la segunda es la colonia 26 de julio en Ciudad Hidalgo del municipio de Suchiate, Chiapas, en la frontera de México con Guatemala. Por último y a manera de conclusión en el cuarto apartado se presentan algunos resultados esperados y consideraciones finales.


Capital social y espacio urbano una relación compleja

Es un hecho que el crecimiento acelerado de las ciudades se ha convertido en un fenómeno global en el que estas se reorganizan gradualmente a nivel espacial y social (Cvetinovic, Nedovic y Bolay, 2017). En México, tradicionalmente solo unas pocas eran las protagonistas y beneficiarias de las políticas públicas urbanas a nivel nacional. Esta preferencia dio paso a desarrollar un modelo de ciudad en el que se favorecía las acciones orientadas hacia la maximización de los beneficios económicos a través del consumo y financiarización.

Este desarrollo urbano bajo los principios económicos neoliberales tuvo como consecuencia el desplazamiento de algunas partes de la ciudad, y al mismo tiempo sobresalieron ciudades que por su localización y con la entrada en vigor del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, se convirtieron en estratégicas, al ser lugares de flujo y tránsito constante de mercancías y personas.

Es así como algunas ciudades mexicanas fronterizas se posicionaron en el ámbito nacional. Sin embargo, su crecimiento acelerado y orientado por la búsqueda de una tasa de ganancia mayor y una tasa de retorno menor de capital, dio pie a observar la desigual distribución de la inversión de recursos públicos y privados en unos y otros espacios. Un indicador de ello es la desigualdad territorial en sus distintas escalas, que va desde la colonia o barrio, hasta un contexto regional o internacional. Siguiendo a Castells (2006) aquellos lugares que no forman parte de las redes globales de producción, consumo, comunicación y poder se verán desplazados por la doble lógica

de la inclusión y exclusión de dichas redes. Dicho fenómeno es posible observarlo tanto al interior como al exterior de las ciudades.

Además, el predominio de comportamientos egoístas e individualistas promovidos desde las sociedades modernas guían a las personas a desarrollarse en sus capacidades e intereses individuales, sin un sentido de pertenencia a un espacio común desatendiéndose de los problemas compartidos (Girola, 2005: 159-160). Efecto de estos comportamientos conducen a crear un ambiente de desconfianza generalizada. Tan solo en México el nivel de confianza interpersonal de la población fue del 24% (ENCAS, 2011). Otro ejemplo de la presencia de comportamientos individualistas y egoístas se refleja en la existencia de una segregación del espacio urbano, que reduce la funcionalidad de todas las partes de la ciudad y a su vez diluye las oportunidades de aumentar el contacto, las relaciones vecinales, el intercambio, la comunicación y la identidad con el espacio (IMPLAN, 2010).

En consecuencia el estudio del capital social y espacio urbano de colonias populares se enmarcan como casos de estudio al convertirse en el vínculo perfecto de dos realidades distintas. Por un lado la realidad local en el que actores, agentes, individuos, organizaciones, asociaciones, entre otros, establecen redes y lazos caracterizados por elementos intangibles (como la confianza, la solidaridad y reciprocidad) como parte de un capital social, con la posibilidad de generar una mejor interacción y convivencia con los demás, y por el otro, un espacio urbano diseñado en función de una lógica global, con zonas en donde grandes plazas comerciales se han convertido en los nuevos espacios públicos favoreciendo el consumo de mercancías, pero al mismo tiempo, lugares como las colonias populares caracterizadas por la carencia de la infraestructura vial adecuada para su acceso y movilidad, el equipamiento urbano básico, servicios públicos eficientes y accesibles, irregularidad del suelo, así como, bajos ingresos familiares, entre otros factores que limitan el desarrollo y el proceso de mejora del hábitat, es decir, la consolidación urbana (Alegría y Ordoñez, 2005: 54).

En este sentido es posible identificar en varias ciudades mexicanas, como las fronterizas, una desconexión entre la ciudad y la colonia. Donde las acciones de diversos actores gubernamentales, principalmente, son orientadas por una lógica económica global dejando a un lado las experiencias de la vida urbana local y aquellos espacios con múltiples interfaces económicas, políticas y culturales en el que emergen dinámicas de interacción social y distribución

espacial que terminan por afectar el desarrollo urbano de la ciudad (Cvetinovic, Nedovic y Bolay, 2017).

En la mayoría de las veces, las investigaciones son planteadas desde un enfoque u otro, o de forma unidireccional, separando las distintas conexiones producidas entre operadores humanos con un determinado capital social y operadores no humanos capaces de generar un capital espacial que afecten el flujo de relaciones ejercidas de manera mutua.

Algunos autores como Dascal (2007), De la Torre (2009) y Córdova y Romo (2015) han intentado expresar la relación entre ambos elementos, sin embargo, los resultados no terminan por abarcar la heterogeneidad de los operadores espaciales. Por ejemplo, Dascal (2007) presenta la relación entre espacio público y capital social, aproximándose mediante la revisión conceptual de cada término. Da un mayor énfasis al análisis del espacio público desde tres visiones: el espacio de aprendizaje, el espacio de libertad y el espacio de control. Para la cuestión del capital social, aborda únicamente la visión de Putnam y Durston (2001). El autor subraya su interés sobre el espacio público y su producción social así como el contexto en el que se origina. Da cuenta sobre el surgimiento de “nuevos espacios públicos” y su contribución a la construcción de aprendizajes desde la dimensión de una ciudadanía global. Define al espacio público como el lugar para la promoción del capital social. Pues es ahí, donde éste último es producto de la participación, el involucramiento de los ciudadanos en los asuntos públicos a través de la construcción de ciudadanía. Además, el uso y disfrute de los nuevos espacios públicos como los centros comerciales, parques periurbanos o nacionales y el campo (agrícola) son lugares adecuados para la construcción de ciudadanía y por ende de capital social. Resalta la diferencia de los espacios públicos tradicionales y los “nuevos” por el tipo de identidad que se crea como parte de una sociedad global y de consumo, así como de la creación de procesos simbólicos y psicológicos.

Por otra parte, De la Torre (2009) presenta la relación que guarda el capital social de los usuarios y el espacio público, a través del estudio de caso de un parque en León, Guanajuato. El autor concluye que el capital social se canaliza a través de la organización de los colonos, y que la participación de cada uno de ellos define la densidad en cuanto a su volumen. Además, establece que la antigüedad de residencia en la colonia permite una mayor interacción entre las personas formando un conjunto de relaciones o contactos intensos y frecuentes entre los vecinos. Por último, las condiciones del espacio urbano como el nivel de desconfianza manifestado por los residentes

se asocia con los niveles de inseguridad urbana y, por lo tanto, el capital social se constituye como una fuente de control social en lo relativo al problema de la seguridad de la colonia.

Por último, Córdova y Romo (2015) cuestionan la manera en qué el espacio urbano influye en la configuración del actor social y cómo éste último construye ese espacio a través de las dimensiones de apropiación y percepción. Parten de la premisa que el actor social interactúa y se apropia del espacio urbano. Concluyen que el déficit presupuestal de la administración local actúa como elemento desintegrador del espacio y articulación con los actores sociales. Por lo que la falta de canales de comunicación social y la búsqueda de los intereses individuales se constituyen como un factor más que obstaculiza la reconfiguración del espacio y el actor. Si bien, este último trabajo no hace explícita la relación entre espacio urbano y capital social, en cuanto a su mutua configuración, la aproximación desde el actor social como agente de relaciones sociales con otros actores promueve y crea un capital social. Es así, como el capital social de los actores y a la configuración del espacio urbano da pie a considerar el papel del Estado y sus instituciones en la promoción de dicho capital.

Los estudios citados anteriormente, a manera de una muestra de muchos de ellos, no terminan por articular la relación espacio urbano y capital social al no considerar la influencia de los operadores no humanos sobre las acciones de los operadores humanos. En el caso de Dascal (2007) se limita a los operadores humanos a través de los ciudadanos. De la Torre (2009) se centra en los colonos/usuarios del espacio público y por último Córdova y Romo (2015) amplían su análisis al considerar operadores humanos de tipo colectivo y operadores híbridos como el Estado y sus instituciones.

Llegados a este punto, las visiones tradicionales de desarrollo usadas en el estudio del capital social y espacio urbano no han permitido considerar en su análisis, explicación y solución de los conflictos urbanos la gama de operadores espaciales y mutua configuración en la realidad urbana. Considerar en el análisis la relación entre capital social y espacio urbano desde una perspectiva que ayude a entender la organización y transformación de las estructuras políticas, económicas y sociales como un proceso complejo, permitirá concebir a las ciudades como un efecto relacional e incierto de determinadas redes al generar una especie de amalgamas con diversas prácticas y atributos, que en su conjunto resultan ser un ensamblaje urbano híbrido y múltiple (Grau, Íñiguez y Subirats, 2011: 192).

En este sentido se propone articular y converger dos visiones complementarias y no excluyentes como la teoría del actor-red y el enfoque del capital social haciendo de la investigación en el ámbito urbano un proceso complejo en el que se comprenda cómo interactúan distintas fuerzas sociales en el espacio urbano y en los distintos procesos de organización y transformación de cada una de las estructuras políticas, sociales y económicas. De igual forma, considerar las redes como parte de un capital social ayuda a explicar elementos intangibles como la confianza, la solidaridad y la reciprocidad, entre otros, útiles para la gestión de recursos e implementación de acciones sobre la configuración del espacio urbano en sus múltiples dimensiones.


Teoría del actor-red (TAR)

De acuerdo con Callén etal. (2011: 7), la TAR tiene sus inicios en París entre los años de 1978 y 1982, a partir de la preocupación de algunos académicos con relación a la historia de las ingenierías y la administración. A partir de esta preocupación fue que en 1982 aparece el término actor-red desde los trabajos de Callon. Farías (2011: 151) identifica que durante los últimos treinta años son los trabajos de Latour (2005), Latour y Woolgar (1986), Callon (1986, 1998) y Law (1986, 2004) los que consolidaron la TAR en los estudios sociales contemporáneos. Por su parte, Grau, Íñiguez y Subirats (2011: 70) conciben a la TAR como una de las críticas más contundentes y sistemáticas para la renovación del pensamiento social.

En los estudios tradicionales sobre el ámbito urbano se consideraba a la ciudad como objetos inertes y carentes de sentido de lo “social”. La TAR se enmarca sobre una nueva concepción o visión de la ciudad que deja a un lado los principios clásicos referidos al estudio de las ciudades. Este enfoque se distancia de aquellos donde se da un peso rotundo a la configuración del espacio como un producto único de las relaciones sociales entre operadores humanos, sean estos en términos de lo colectivo (instituciones, organizaciones, asociaciones, entre otros) o de lo individual (actor, agente o individuo). Esta perspectiva alternativa a lo tradicional, reconoce y pone de manifiesto la conformación del espacio por operadores espaciales humanos y no humanos y su papel como intermediarios o interfaces espaciales.

En consonancia con las ideas de Farías (2011), Callén etal. (2011) y Grau, Íñiguez y Subirats (2011) la TAR se constituye como un enfoque que no trata de dar explicaciones causales, sino más bien se funda sobre su carácter complejo de abordar los problemas urbanos, su re-

conceptualización de la ciudad, y su visión híbrida de los elementos que estructuran la vida cotidiana en el espacio.

Farías (2011: 153) propone adoptar la TAR como “una posición ontológica sobre la cual fundar la investigación empírica y desde ella establecer los parámetros que permitan generar explicaciones y descripciones no de verdad o veracidad sino más bien de plausibilidad y éxito”. En este sentido, una de las preguntas centrales que ofrece la TAR se da al cuestionar cómo los grandes sistemas técnicos de la ciudad determinan sus configuraciones espaciales, económicas y sociales. Así mismo, Grau, Íñiguez y Subirats (2011: 192) presentan su concepción de la ciudad, misma que se retoma para esta investigación, de tal manera que:


[…] Una ciudad deja de estar definida en términos exclusivamente humanos y se entiende como un colectivo también técnico y “natural”. Formada, por lo tanto, por humanos y por no humanos. Hablamos de ciudades hibridas […] La ciudad comparte una condición heterogénea, relacional y distribuida, y no pueden encuadrarse en ninguna categoría usual, puesto que son simultáneamente naturales, sociales y discursivas […] La ciudad es un efecto relacional e incierto en el interior de determinadas redes de prácticas (Farías, 2011). La ciudad no es un producto acabado. Es el resultado de una amalgama de múltiples prácticas y atributos heterogéneos. La ciudad es el resultado de la constante actualización de ensamblajes, de versiones, interseccionado entre sí. Ya no hablamos de ciudades, sino de ensamblajes urbanos […] la ciudad es un objeto múltiple en términos ontológicos. Es un ensamblaje urbano hibrido y múltiple.


Ante la nueva concepción de la ciudad y su espacio, la TAR permite concebir distintos tipos de operadores espaciales (Lévy y Lussault, 2000 citado en Lussault, 2015) representados en la figura 1, donde se observa que los operadores o actantes, no son necesariamente personas, y se encuentran dotados por cierta capacidad de acción o actancia, sea esta individual o colectiva (Lussualt, 2015, p. 142). La actancia ejercida por operadores no humanos y actantes híbridos no se desarrolla por el objeto en sí, sino es en el discurso, en las representaciones simbólicas, imágenes, entre otras, donde las personas otorgan la capacidad de actuar sobre sus propias acciones.

Figura 1. Elementos y operadores espaciales


Actante u operador


Humano Híbrido No humano


Casi - Personaje o Simple protagonista



Individuo Colectivo (organización,

institución


Disposición espacial (paisaje, objeto espacial,

Operadores vivos (animales, virus, etc.)

Artefactos, objetos técnicos

Actor Agente asociación, etc.)


Fuente: tomada de Lussault (2015).


En síntesis, la TAR no supone un marco con el cual dar una explicación causal del problema, sino más bien se presenta como un punto de partida, dinámico y cambiante, que ayuda a situarnos de manera ontológica al inicio de la investigación. Desde esta perspectiva lo que interesa es comprender cómo se producen las relaciones entre los operadores humanos y no humanos, actores y actantes, de los grandes sistemas sociotécnicos que configuran el espacio urbano y al mismo tiempo cómo se ensamblan y cómo éstas se encuentran alrededor, sobre, y entre distintas entidades constituyéndose como nuevas entidades híbridas, complejas y reales (Callén et al., 2011: 4).


Teoría del capital social

Ahora bien, una vez fundada la investigación en términos ontológicos con la TAR, la teoría del capital social ayuda a comprender y explicar cómo interactúan las fuerzas sociales con los procesos económicos. Con la TAR identificamos que el espacio está compuesto por operadores espaciales en el que se establecen vínculos entre sí y que en el marco de la creación de los lazos, relaciones y redes, son los operadores no humanos y actantes híbridos, “actores” principales al constituirse como intermediarios, escenarios o interfaces con la posibilidad de interactuar, sociabilizar y compatibilizar acciones en un campo de relaciones de poder y conflicto.

Consideramos importante converger la visión de la TAR y la teoría del capital social ya que

el enfoque del capital social no explica cuáles son los operadores físicos que permiten la interacción y sociabilidad sobre las que se fundan las relaciones sociales, lazos y redes caracterizados por elementos intangibles como la confianza, la cooperación, la solidaridad, entre otros. Sin embargo, lo que si explica el enfoque del capital social, una vez dadas las relaciones sociales y fortalecidos aquellos elementos intangibles, la manera en que a través de redes interpersonales o institucionalizadas u otras formas, éste capital social se constituye como un elemento central, que hace frente al orden de las estructuras sociales y económicas.

De acuerdo con Saltalamacchia (2015) se pueden identificar por lo menos dos grandes tradiciones de pensamiento sobre el capital social. La primera, es la escuela norteamericana de Coleman y Putnam y seguidores, quienes enfatizan su estudio sobre la interacción e integración social. La segunda tradición es aquella liderada por Bourdieu, quien pone el acento sobre las determinaciones histórico-culturales y el conflicto en las relaciones de dominio y subordinación. Posicionarse desde la última visión es definir al capital social como “el conjunto de recursos reales y potenciales que están ligados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento mutuo y de inter-reconocimiento” (Bourdieu, 2011: 221). Para esta investigación se propone adoptar esta última definición.

Es importante considerar que la teoría del capital social ha logrado ser una alternativa para entender diversos problemas y fenómenos sociales, y dada la popularidad y adopción del término en las ciencias sociales su conceptualización suele ser imprecisa y confusa. A pesar de esto, los trabajos y reflexiones de los últimos años han logrado consolidar este enfoque como una corriente de pensamiento en las ciencias sociales y por lo tanto elaborar un estado de la cuestión conlleva al mismo tiempo un reto metodológico.

Para una mayor comprensión limitamos el enfoque del capital social a las dos grandes tradiciones identificadas por Saltalamacchia (2015). Sin embargo, es importante considerar que existen una gran diversidad de autores, instituciones y organizaciones, como el Banco Mundial que han intentado definir y operacionalizar al capital social.

En este sentido, el cuadro 1 a manera de síntesis, muestra solamente las dos grandes tradiciones que identifica Saltalamacchia (2015). Por un lado la tradición norteamericana liderada por Coleman y Putnam como grandes referentes consideran al capital social como un activo personal al facilitar las acciones de los individuos. Al mismo tiempo el capital social desde esta

visión se torna productivo, al generar un alto nivel de confianza interpersonal y que por su intangibilidad resulta ser un atributo de las sociedades.

Los estudios realizados desde esta tradición emergen principalmente desde la economía y la ciencia política, por lo que, algunos conceptos con los que se ha asociado al capital social es la democracia, el desarrollo empresarial, las instituciones, entre otros.


Cuadro 1. Tradiciones de los estudios del capital social



Escuela norteamericana

Tradición de Pierre Bourdieu

Principales disciplinas

Economía y ciencia política

Sociología, antropología, enfoques rurales

Autores principales

Robert D. Putnam y James Coleman

Pierre Bourdieu

Definición principal

El capital social es un activo personal que facilita las acciones de los individuos, es productivo y un atributo de las comunidades en las que las instituciones aseguran la confianza interindividual.

Conjunto de recursos reales y potenciales que están ligados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento mutuo y de inter-reconocimiento.

Origen del capital social

Producto de una teoría del consenso, efecto de interacciones sociales en la que participan individuos iguales, diferenciados por su desempeño relativo en esas interacciones.

Depende de la extensión de la red de conexiones que puede movilizar con eficacia y en el volumen de capital económico, cultural o simbólico que se posee. Se trata de una red que no se crea por la sola voluntad de los individuos sino que se requiere de condiciones histórico-

sociales que la faciliten

Conceptos relacionados

Democracia, desarrollo

empresarial, instituciones, individuo, racionalidad.

Habitus, campo, estructura, capital económico, simbólico y cultural, redes.

Fuente: elaboración propia con base en Saltalamacchia (2015)


Por otra parte desde la tradición de Pierre Bourdieu, el capital social es un recurso determinando estructuralmente inmerso en un campo de relaciones de poder y conflicto en el que los actores hacen uso de él para cambiar o sostenerse en una posición social (Saltamacchia, 2015: 36). Por lo tanto el capital social dependerá de la extensión de la red de conexiones que pueda movilizar con eficacia.

En este sentido, el capital social se ha operacionalizado de manera frecuente a través de su

observación mediante el análisis de redes, ya que ayuda a comprender cómo interactúan fuerzas sociales en distintos procesos para propiciar el desarrollo de las capacidades de los individuos (Bagnasco, 2003:91 citado en Caravaca y González, 2009), así como de la infraestructura social y física necesaria para la interacción social, constituyéndolo como un recurso para la acción. Ésta última entendida como aquella que efectiviza la interacción e intervención entre elementos heterogéneos, no realizada a través de categorías o atributos, sino por medio de la creación de lazos o vínculos y transferencia de información entre ellos, e incluso cuando estos no están directamente conectados (Cabrera, 2011). En los párrafos siguientes, damos cuenta de algunas concepciones y resultados de investigaciones que si bien, han sido fundamentales para el desarrollo de la teoría del capital social y las dos grandes tradiciones mencionadas anteriormente, su aplicabilidad a distintos ámbitos son ejemplo de viabilidad e identificación del capital social de forma empírica.

En primer lugar, Durston (2001: 1) define el capital social “como el contenido de ciertas relaciones sociales, las actitudes de confianza y las conductas de reciprocidad y cooperación, que hacen posibles mayores beneficios que los que podrían lograrse sin estos activos”. Postula que existen dos tipos de capital social: uno individual y el otro comunitario (o colectivo). En su aspecto individual toma la forma de redes interpersonales que permiten vincularse con los otros en intercambios sociales, contactos y favores; y la otra, la forma colectiva, se refiere a la institucionalización de las relaciones de cooperación y ayuda recíproca en el marco de organizaciones, empresas, comunidades locales y grupos que integran la sociedad civil.

Por otra parte, Fukuyama (1996, 1999, 2000 y 2003 citado en Díaz y Figueras, 2003) define al capital social como normas o valores compartidos que promueven la cooperación entre individuos, en el ámbito económico, reduce los costos de transacción y en el ámbito político promueve la clase asociativa, que es necesaria para la existencia de un gobierno limitado y la democracia moderna.

Así mismo, la influencia que ha tenido el enfoque del capital social a diferentes organismos internacionales ha sido notable. Desde esta lógica, Woolcock (2000: 13-14) argumentó que el problema radica en no hacer una distinción adecuada entre los diferentes tipos de capital social. Por lo que, propone tres tipos: bonding o unión, bridging o puente y lingking o de vínculo.

Por otra parte, la aplicabilidad del enfoque del capital social en contextos de alta vulnerabilidad da muestra de cómo éste se constituye como una alternativa para la mejora de la

calidad de vida de la población. De esto modo, González y Maldonado (2014) abordan el concepto de capital social como una estrategia para superar la pobreza; los autores mencionan que la movilización de capital social dentro de los sectores más pobres deberá ser considerada conjuntamente como un sistema económico dinámico, incluyente, aunado a un sistema sociopolítico que sea consistente con los objetivos de inclusión; señalan que en el caso de las comunidades indígenas en el estado de Guerrero (grupos vulnerables) es factible el uso de capital social, como una estrategia para superar la pobreza pues la existencia de elementos como la cooperación resulta ser un factor predominante en las relaciones sociales entre los miembros de la comunidad.


Articulación del capital social y espacio urbano: el caso de colonias populares en ciudades mexicanas fronterizas

En este apartado se da cuenta del estudio de caso seleccionado para analizar la influencia de las condicionales espaciales en la promoción de capital social y a su vez, la manera en que este último configura el espacio urbano de dos colonias populares en dos ciudades mexicanas fronterizas. El enfoque utilizado en esta investigación es de carácter exploratorio y multimétodo. La metodología adoptada es mayoritariamente de tipo cualitativo bajo el método de estudio de caso. Con este combinamos una serie de herramientas y técnicas que conducirán la investigación hacia la triangulación metodológica.

Para ello, las zonas de estudio se seleccionaron a partir de los siguientes criterios: similitud en términos de la condición de los elementos físicos del espacio urbano en cuanto a su infraestructura vial, servicios públicos, equipamiento público, rezago social, problemas en términos de violencia e inseguridad y un rango de población de la colonia entre 1,500 y 2,000 habitantes. Además de su pertenencia a alguna ciudad mexicana fronteriza.

En este sentido, para el estudio se seleccionaron dos colonias populares, ubicadas en dos ciudades fronterizas de México: Ciudad Hidalgo y Tijuana. La primera ciudad se ubica en el municipio de Suchiate, Chiapas en la frontera sur del país y la segunda en la frontera norte, en el estado de Baja California. De cada una de estas ciudades se seleccionó una colonia: la colonia 26 de julio y la colonia Nido de las Águilas, respectivamente.

En primer lugar, Ciudad Hidalgo comparte frontera internacional con la ciudad de Tecún

Umán en Guatemala; pertenece al municipio de Suchiate en el estado de Chiapas, tiene una población total de 12,678 habitantes (INEGI, 2010), el 52.1% son mujeres y el 47.9% son hombres; forma parte del cruce fronterizo entre Guatemala y México, y se presenta como uno de los principales lugares de tránsito de los migrantes centroamericanos con destino a los Estados Unidos de América.

La colonia 26 de julio cuenta con 1,579 habitantes según estimaciones a partir de datos del Inventario Nacional de Viviendas 2016 (INVI, 2016) y se localiza en la periferia de la ciudad; presenta un índice de rezago social alto según información del Plan Municipal de Suchiate 2015- 2018. Además, según información del Atlas de Riesgos Naturales del Municipio de Suchiate 2011 el 90% de la extensión total de la colonia es inundable y se ve afectada constantemente en temporada de lluvias. Los datos de la tabla 1 muestran algunas características del entorno urbano de la colonia.


Tabla 1. Características del entorno urbano de la colonia 26 de julio.

En todas las

En alguna

En ninguna

No


vialidades

vialidad

vialidad

especificado

Recubrimiento de la calle

0

26

14

0

Banqueta

0

5

35

0

Guarnición

0

23

17

0

Árboles o palmeras

5

35

0

0

Rampa para silla de ruedas

0

0

40

0

Alumbrado público

22

18

0

0

Letrero con nombre de la calle

0

0

40

0

Teléfono público

0

0

40

0

Restricción del paso a peatones

40

0

0

0

Restricción del paso a

automóviles


40


0


0


0

Puesto semifijo

0

4

36

0

Puesto ambulante

0

1

39

0

Cantidad de manzanas de la unidad: 40

Manzanas con


Fuente: Inventario Nacional de Viviendas 2016. Fecha de actualización: 2014

Por otro parte, la ciudad de Tijuana comparte frontera internacional con el estado de California en Estados Unidos; cuenta con una población total de 1, 559,683 habitantes de los cuales 783,653 son hombres y 776,030 son mujeres según el Censo de Población y Vivienda 2010. La ciudad de Tijuana forma parte del Sistema Urbano Principal (SUP) y de la región Baja California- California considerada como una ciudad estratégica y centro de concentración económica nacional (IMPLAN, 2010). La ciudad concentra el 49.6% de la población total de Baja California.

Nido de las Águilas se ubica en la periferia de la ciudad de Tijuana sobre los límites con el municipio de Tecate. Cuenta con 1,963 habitantes y con una superficie urbana total de 1,712.6951 hectáreas según el IMPLAN (2010). Durante el año 2002 la colonia contaba con una superficie urbana total de 433.7330 hectáreas mientras que para el año 2009 la cifra ascendió a 1,044.6048 hectáreas. Cuenta con un nivel de saturación urbana del 50% al 80%; siendo una de las mayores densidades domiciliarias con una cifra de 4.6 hab/viv. La colonia presenta una concentración poblacional mayor que otras colonias de la ciudad, con carencias de equipamiento público agudizando la inestabilidad social e incrementando la tasa de movilidad urbana para adquirir los servicios de infraestructura que demanda la población (IMPLAN, 2010). La tabla 2 muestra datos con relación a algunas de las características del entorno urbano de la colonia.


Tabla 2. Características del entorno urbano de la colonia Nido de las Águilas.

Cantidad de manzanas de la unidad: 35


Manzanas con En todas las

En alguna

En ninguna

No


vialidades

vialidad

vialidad

especificado

Recubrimiento de la calle

1

21

12

1

Banqueta

0

3

31

1

Guarnición

1

21

12

1

Árboles o palmeras

0

15

19

1

Rampa para silla de ruedas

0

0

34

1

Alumbrado público

14

20

0

1

Letrero con nombre de la calle

0

0

34

1

Teléfono público

0

0

34

1

Restricción del paso a peatones

34

0

0

1

Restricción del paso a automóviles

34

0

0

1


Puesto semifijo

0

0

34

1

Puesto ambulante

0

0

34

1

Fuente: Inventario Nacional de Viviendas 2016. Fecha de actualización: 2014.


Una vez definidas las colonias populares se procedió a recabar información en notas periodísticas, redes sociales, informes oficiales, Sistemas de Información Geográfica (SIG) y literatura especializada, con el fin de elaborar una evaluación de las condiciones del espacio urbano de cada colonia. Con el desarrollo de la investigación y el trabajo de campo correspondiente se pretende profundizar la evaluación del espacio urbano mediante el trabajo con grupo focales que corresponderán a las unidades familiares de las colonias. Con ello se pretende abarcar la heterogeneidad de los participantes (intergeneracional y género) para la aplicación de la técnica de cartografía social.

La cartografía social aportará los elementos necesarios para identificar en el espacio aquellos operadores no humanos. Risler y Ares (2013) explican el uso de la cartografía social como un proceso de creación del lugar a partir de la enunciación de los relatos dominantes sobre los territorios. Con esta técnica es posible identificar las problemáticas del territorio identificando tanto a los responsables y reflexionando las conexiones existentes con el espacio. Mediante la realización de talleres de mapeo colectivo con las unidades familiares de las colonias se tendrá como resultado un mapa colectivo que complementará los datos recabados con anterioridad en las bases de datos oficiales, y con ello la identificación de las conexiones existentes y la influencia de los operadores no humanos.

Por otra parte para la evaluación del capital social en las colonias a través de los grupos focales se pretende hacer uso del instrumento de generador de nombres propuesto por Onyx y Bullen (2000 citado en Inés y Contreras, 2015: 67). Este instrumento permite reconocer las relaciones existentes entre las personas abarcando dimensiones de la red tales como la intensidad, extensión, medios de contacto, tipo de relación y localización de la red.


Consideraciones finales

Como se mencionó al inicio de este documento los avances que presentamos aquí corresponden a resultados preliminares. En primer lugar la aplicación de la articulación de la TAR y la teoría del

capital social al caso de estudio ha permitido formular el modelo de análisis de la figura 2.


Colectivo

(organización, Capital social

institución colectivo (redes

Servicios públicos

Capital

espacial

Equipamiento

Capital social individual (redes

interpersonales)

Individuo (actor,

agente)

Operador no humano

Operador humano

Figura 2. Modelo de análisis


Espacio urbano híbrido, múltiple y complejo


Infraestructura vial



Espacio urbano híbrido, múltiple y complejo


Otros objetos u operadores

(animales, o

Fuente: elaboración propia.


Con ello se da cuenta que las colonias populares de ciudades mexicanas fronterizas deben ser vistas como un espacio urbano híbrido, múltiple y complejo. Por un lado los operadores humanos en términos del capital social en su forma individual o colectiva y por el otro los operadores no humanos correspondientes a las condiciones espaciales en cuanto su infraestructura, equipamiento, servicios y otros operadores, en término de un capital espacial. Ante lo anterior, es en las colonias populares como Nido de las Águilas o 26 de julio donde el capital social y el espacio urbano coexisten determinándose de manera mutua. Por ejemplo, En una nota periodística publicada por El Financiero el 27 de enero del 2017 (ver fragmento en cuadro 2), se relata a partir de entrevistas realizada a uno de los habitantes de la Colonia Nido de la Águilas, la manera en que elementos del espacio urbano como la malla fronteriza suelen identificarse en este caso como un actante que determina el desplazamiento dentro de la colonia.


Cuadro 2. Fragmento de la nota periodística publicada por El Financiero.


Al final de la valla fronteriza estadounidense y donde termina la mexicana, Tijuana, se erige Nido de las Águilas, pequeña comunidad de casas de lámina cuyos habitantes se preguntan si el muro de Donald Trump terminará incluso por desterrarlos de su pobre vecindario [..]


"Si me van a sacar de aquí ya de plano que me digan 'ahí está el dinero y váyase'", comenta Lucía Solís, señalando primero la valla de láminas de metal oxidado que está a unos 20 metros de su casa y luego dibujando un muro imaginario que pasa por encima de su casa [...] Desde su casa ve como indocumentados "cruzan por la malla a cada hora", […] también se observa una unidad de la Patrulla Fronteriza estadounidense justo donde terminan las láminas, un punto que los lugareños llaman "la esquina", a la que nadie se acerca ante la vigilancia constante de los agentes y el riesgo de ser confundidos con indocumentados […]"¿Y si se les antoja poner el muro de este lado? Todos, prácticamente todos, tenemos miedo del muro (...), no sabemos hasta dónde va a llegar", comenta González, para quien vivir en una localidad empobrecida al pie de la valla fronteriza es como "vivir en una prisión".

Fuente: AFP El Financiero (27 de enero de 2017).


Desde esta reseña se reflexiona cómo los operadores no humanos del espacio urbano reiteran la precariedad de las condicionales espaciales de la colonia Nido de las Águilas, y la manera en que elementos intangibles relacionados con el temor, la desconfianza hacia las instituciones públicas de ambos lados de la frontera, entre otros limitan el actuar y desarrollo de los habitantes.

El hecho de llamarle a algún lugar “la esquina” hace que éste se constituya como un actante al limitar la movilidad de los vecinos sobre la misma colonia. La actancia ejercida por la esquina se encuentra condicionada por los atributos del miedo y control que los propios vecinos perciben de manera que este se configura como un operador dominante y controlador del espacio, con un poder intrínseco capaz de influenciar la manera en que se habita, se vive, se interviene, se gobierna y gestiona la ciudad.

Por último, con la investigación finalizada se espera comprobar que las condiciones del espacio urbano en colonias populares de ciudades mexicanas fronterizas y la formación de capital social se influyen de manera muta a través de un proceso de correlación intensa. Ésta se establece al momento en que las condiciones del espacio urbano y aquellos elementos no humanos del

territorio figuran como medios o plataformas para la interacción y sociabilidad. La carencia de infraestructura, servicios y equipamiento público en las colonias populares no permite consolidar un marco comunitario que propicie la acción colectiva e intervención del territorio. Ya que el capital social, y sus elementos intangibles como la confianza, la solidaridad y la reciprocidad, ante su ausencia, en estos lugares revierten cualquier tipo de acción gubernamental, ante la falta de confianza por parte de los habitantes hacia las administraciones locales, desincentivando cualquier tipo de intervención.

Por lo tanto, la diferencia de las condicionales del espacio urbano en la construcción de elementos intangibles en las colonias populares 26 de julio y Nido de las Águilas se constituye como un obstáculo para la formación de redes entre vecinos de la misma colonia. Todo ello, ha generado un círculo vicioso que afecta la posibilidad de relacionarse con otros y al mismo tiempo no ha logrado configurar un espacio urbano incluyente en el que se manifiesten los mecanismos necesarios para la reivindicación del mismo, su mejora y contribución en el desarrollo y cohesión del territorio y de las personas que en el habitan.

Se propone avanzar en la identificación de los operadores humanos desde una perspectiva relacional en el que se identifiquen las diversas conexiones entre actores y actantes con el fin de generar elementos de complejidad dirigidos hacia la implementación de políticas públicas urbanas que impacten de manera directa en la realidad y experiencia urbana.


Referencias

AFP (27 de enero de 2017). Habitantes de Nido de las Águilas temen que Trump les quite sus casas. El Financiero, extraído de http://www.elfinanciero.com.mx/mundo/comunidad-en- la-linea-fronteriza-teme-perder-sus-casas-por-muro-de-trump.html

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