Ignacio Marcelino López Sandoval1 y César Octavio Vargas
Téllez2
Palabras clave: competitividad; desarrollo; desarrollo regional.
La competitividad y el desarrollo son dos conceptos que están íntimamente relacionados. Tradicionalmente se ha definido el desarrollo económico, como el crecimiento sostenido en el largo plazo con el objetivo de crear riqueza para promover la prosperidad o bienestar económico y social de todos los habitantes de un país o región. Es decir, implica crecimiento general de las regiones y sectores productivos de un país, de manera más o menos homogénea, que permita mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de sus pobladores.
1 Doctor en Ciencias Sociales con Mención en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Profesor Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Cuajimalpa. Adscrito al
Departamento de Estudios Institucionales. Líneas de investigación desarrollo e instituciones en México; Políticas públicas y elección pública. Correo Electrónico: ilopez@correo.uam.mx.
2 Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Barcelona. Profesor Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Cuajimalpa. Adscrito al Departamento de Estudios Institucionales.
Líneas de investigación desarrollo e instituciones en México; Desigualdad y políticas públicas, Regulación económica. Correo Electrónico: cvargas@correo.uam.mx.
La Delegación de Milpa Alta por su vocación agrícola provee de productos primarios a la Ciudad de México, pues representa el 41% de la extensión agrícola de toda la entidad. Las actividades agrícolas, de transformación y servicios presentan por lo general bajos niveles de productividad y eficiencia que se transcriben en bajos niveles de competitividad y desarrollo de la delegación. Estos elementos han condicionado la baja rentabilidad de los productos agrícolas, que se refleja en bajos ingresos de la población y en los altos índices de marginación y pobreza; por ello es necesario fortalecer y diversificar las actividades productivas de esta región e impulsar la competitividad y el desarrollo.
La principal fuente de ingreso de los pobladores de esta delegación proviene del sector agrícola y el comercio. Las remuneraciones derivadas de otras actividades diferentes a la agricultura generan el complemento de los ingresos de los pobladores. Según información del INEGI (2010), la Población Económicamente Activa (PEA) fue de 21,752 personas. De éstas el 18.3% se ubicó en el sector primario, 17.2% sector secundario y 64.5% sector de servicios.
El objetivo de este trabajo es determinar cuáles han sido los principales factores que han condicionado el bajo nivel de competitividad y de desarrollo en la Delegación de Milpa Alta. Mediante una encuesta se pretende generar información, a nivel local, que permita a través de un modelo de regresión determinar los factores que han condicionado la competitividad y el desarrollo de la Delegación Política
En este primer documento se considera una revisión teórica del desarrollo económico y de la metodología para elaborar el modelo econométrico para medir el desarrollo económico.
La Cd. de México está integrada por 16 delegaciones, dentro de las cuales la Delegación Política Milpa Alta destaca por sus altos índices de marginación y pobreza respecto al resto de las otras delegaciones. Según CONAPO (2010), en una escala del 0 al 100, el índice de marginación de Milpa Alta fue de 15.068 mientras que la delegación Benito Juárez reportó el 1.211. Esta delegación enfrenta altos índices de analfabetismo, un elevado número de viviendas con piso de tierra, y en algunas zonas carencia de servicios básicos como: energía eléctrica, agua potable, drenaje, etc.
Aun cuando la delegación tiene 64 planteles educativos desde preescolar a nivel superior,
ocupa el primer lugar en analfabetismo en la Cd. de México. Un porcentaje importante de la población de Milpa Alta solo cuenta con educación primaria como nivel máximo de estudios (INEGI, 2010).
Según información del INEGI (2010), la Población Económicamente Activa (PEA) fue de 21,752 personas. De la PEA el 18.3% se ubicó en el sector primario, 17.2% sector secundario y 64.5% sector de servicios. La principal fuente de ingreso de los pobladores de esta delegación proviene del sector agrícola y el comercio. Las remuneraciones derivadas de otras actividades diferentes a la agricultura generan el complemento de los ingresos de los pobladores
En términos económicos, por su vocación agrícola, Milpa Alta provee de algunos productos primarios a la Ciudad de México, representa el 41% de la extensión agrícola de la entidad. El principal cultivo, es el nopal, que ocupa una superficie de 4,159 hectáreas atendidas por 5,000 productores, que generan 400,000 toneladas anuales (SAGARPA, 2012).
Sin embargo, las actividades agrícolas, de transformación y servicios muestran por lo general bajos niveles de productividad y eficiencia, que se transcriben en niveles mínimos de competitividad y desarrollo de la delegación. Estos elementos han condicionado la rentabilidad de los productos agrícolas, que se refleja en bajos ingresos de la población y en los altos índices de marginación y pobreza; por ello es necesario fortalecer y diversificar las actividades productivas de esta región e impulsar la competitividad y el desarrollo.
En función de esta situación de marginación y pobreza que enfrenta la delegación se realiza la siguiente pregunta de investigación ¿Cuáles han sido los principales factores que han condicionado el bajo nivel de competitividad y de desarrollo en la Delegación de Milpa Alta?
La hipótesis planteada en este estudio es que “existen un conjunto de factores que han condicionado la competitividad y el desarrollo regional: dotación de factores productivos, la inversión, el capital humano (bajo nivel educativo de la población), las ventajas competitivas empresariales, la infraestructura, la tecnología e innovación, y las instituciones (formales e informales), entendidas como las reglas que regulan los procesos productivos.
Por reglas formales entendemos toda la regulación jurídica, mientras que por las reglas informales estarían vinculadas a las costumbres, idiosincrasia y hábitos de la población, hábitos y rutinas que pueden estar condicionando el nivel de desarrollo de esta demarcación.
La competitividad y el desarrollo son dos conceptos que están íntimamente relacionados. Tradicionalmente se ha definido el desarrollo económico, como el crecimiento sostenido en el largo plazo con el objetivo de crear riqueza para promover la prosperidad o bienestar económico y social de todos los habitantes de un país o región. Es decir, implica crecimiento general de las regiones y sectores productivos de un país, de manera más o menos homogénea, que permita mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de sus pobladores.
El Diccionario de Economía (1987), define desarrollo económico simplemente como crecimiento económico. Este término, no sólo se emplea para describir las medidas cuantitativas de una economía en crecimiento, como el PIB per cápita, sino los cambios económicos, sociales y de cualquier otro tipo que dan lugar al crecimiento.
En este sentido y considerando las principales teorías del desarrollo “el crecimiento económico a largo plazo depende casi por completo de un solo factor: una productividad creciente” (Krugman, 2007:191), que genera competitividad. Por ello, tendríamos que preguntarnos que explica la productividad creciente. Para el enfoque neoclásico, existen tres factores que afectan el crecimiento de la producción: capital físico, trabajo y desarrollo tecnológico.
Un planteamiento más completo es el que establece Aoki (2000:66)
“en términos generales se identifican tres fuentes del crecimiento de una economía: i) incrementos de insumos tangibles, como el capital, la mano de obra y el capital humano;
ii) incremento de la eficiencia técnica y de asignación, y iii) incremento de insumos intangibles, como el capital de investigación y desarrollo (ID), la adopción de nuevos métodos gerenciales o de modos organizacionales de la producción”.
Las economías con un elevado crecimiento son aquellas que incrementan la inversión, aumentan el capital humano e incorporan de manera constante avances tecnológicos, o las tres cosas a la vez. Sin embargo, el gran problema en generar el desarrollo, es quien asigna recursos y coordina el proceso de crecimiento, en el que todos los participantes deben obtener una recompensa por su esfuerzo1: el mercado o el Estado, o una combinación de ambos; y si es esta
última, cuál será la participación óptima de cada uno que asegure el mayor crecimiento para una economía.
En general, el crecimiento sostenido a largo plazo se genera por un conjunto de factores que condicionan la competitividad sistémica de un país o región.
El término competitividad se utiliza en distintos ámbitos de la economía y de la vida cotidiana, siendo más común en las empresas aunque, también, se habla de industrias, países, estados, ciudades, regiones e, incluso, de personas competitivas.
Por tanto, la competitividad es una forma de abordar el desempeño económico relativo de las unidades de análisis en un sentido comparativo. Es útil para identificar unidades que están rezagadas, pero no provee las razones de este atraso (Dunning, Hoesel & Narula, 1998).
La competitividad como concepto y alcance toman un significado distinto de acuerdo con la escala de estudio y de la unidad de análisis que se defina, pudiendo ser ésta empresa, sector, región, estado, ciudad o zona metropolitana. Por tradición, han existido dos niveles o unidades: la microeconómica de la empresa y la macroeconómica de los países.
En el primero, la competitividad reside en su capacidad de producir, de manera consistente y rentable, bienes y servicios que cumplan con los requerimientos de los mercados en términos de calidad y precio (European Commission, 2003); sus indicadores de análisis —por ejemplo, el margen de utilidad neta o la cuota de mercado— son fácilmente cuantificables (Sobrino, 2005).
En el nivel macroeconómico, la competitividad nacional es entendida como el grado en el cual un país puede, bajo condiciones de mercado libre y “justo”, producir bienes y servicios que superen la prueba de los mercados internacionales y, al mismo tiempo, mantener y expandir los ingresos reales de su población en el largo plazo (OECD, 1996).
Es importante mencionar que en las definiciones anteriores no está presente el componente territorial, cuyo estudio es un tanto más amplio que su equivalente a nivel de empresas y, por tanto, requiere de metodologías distintas. La diferencia esencial radica no sólo en los distintos objetivos de las unidades de análisis sino, también, en considerar el efecto del desempeño económico de un territorio en el bienestar de su población residente, así como las responsabilidades y funciones que adquiere el sector público en el fomento del crecimiento económico (Sobrino, 2005).
La introducción del componente territorial en la noción de competitividad lleva a considerar otra unidad de análisis distinta en los países: la región. En las últimas décadas, la importancia del papel económico que han adquirido las regiones (y ciudades) ha dado lugar a una nueva literatura sobre el tema (Cabrero, Orhiuela & Ziccardi, 2003). El problema de este nivel intermedio (o meso) es que no quedan claros ni sus determinantes ni sus alcances. Por un lado, puede concebirse como una agregación de la competitividad de las empresas y, por el otro, como un derivado de la competitividad de un país.
La competitividad regional (o urbana) puede ser definida como el éxito con el que las regiones y ciudades compiten de alguna manera entre sí (Kitson, Martin & Tyler, 2004). Esto implica, pues, la identificación de los determinantes fundamentales de la prosperidad de una localidad, así como los recursos y factores que definen el desempeño económico de algún territorio, es decir, las ventajas competitivas (Turok, 2004).
Una primera forma de abordar la competitividad regional es como un agregado de la microeconómica, de las empresas. En principio, los intereses de éstas deberían ser paralelos a aquéllos de las regiones; sin embargo, hay un evidente conflicto de objetivos: las empresas buscarán maximizar sus beneficios y aumentar su productividad, pero no perseguirán los objetivos de la región, como la mejora en el bienestar de la población a través de mayores ingresos (Sobrino, 2005). El interés por incrementar la productividad no debe opacar el hecho de transferir estas ganancias por productividad a las personas mediante mejores salarios (Turok, 2004).
Una segunda opción de entender la competitividad regional es como un derivado de la macroeconómica. A diferencia de los países, los movimientos en el tipo de cambio y la flexibilidad de los precios y salarios en una región no existen o no tienen el mismo efecto. Por el contrario, la movilidad interregional de los factores, trabajo y capital puede tener importantes consecuencias a niveles regionales (European Commission, 2003).
En cuanto al intento por definir un concepto más inclusivo de competitividad urbana o regional, que incluya tanto atributos de las empresas como de los países, Porter (1995) destaca las cualidades nacionales, como la tecnología y la producción con rendimientos crecientes a escala, dando importancia a las ventajas competitivas que una región presenta, mientras que Krugman (1996) retoma la ventaja comparativa en función del trabajo y los salarios relativos afirmando,
además, que no son las ciudades las que compiten unas con otras sino las empresas que se encuentran en ella.
Para ambos autores, el único concepto significativo de competitividad es el de productividad, es decir, la eficiencia en la utilización de los recursos, la cual es determinante para producir crecientes estándares de calidad de vida de los individuos (Porter, 1990) y es la única forma de ser competitivo en el largo plazo (Krugman, 1991). La orientación hacia la competitividad regional responde al enfoque de Porter (1992) en cuanto a que las ventajas competitivas se crean y mantienen en un proceso muy localizado. Los cambios en la productividad son tanto causa como consecuencia de la evolución de fuerzas dinámicas que operan en la economía: progreso tecnológico, acumulación de capital físico y humano, empresas y arreglos institucionales (Nadiri, 1970).
El estudio sobre productividad regional tiene que estudiar otras dimensiones características de un territorio (Martin & Sunley, 2003), por ejemplo: innovación, inversión, trabajo calificado, infraestructura, habilidades empresariales y condiciones institucionales.
La preferencia de empresas y personas de localizarse en un sitio limitado de lugares sugiere que la concentración ofrece ventajas económicas a las localidades (Turok, 2004).
La identificación de los estados y regiones dentro de ellos como centros de competitividad, por sobre la idea de competitividades nacionales, ha motivado a definir los sistemas locales y regionales que surgen alrededor de los recursos y ventajas reveladas de cada región (Unger, 2012). Existe muchos escritos sugerentes en el sentido de que las regiones pueden ser definidas más ambiciosamente como aglomeraciones locales de empresas, instituciones educativas y gubernamentales, capacidades de investigación y desarrollo, entrenamiento, consultoría técnica, trabajadores especializados, entre otras (Porter, 1990; Enright, 1998).
La diversidad de formas de acercarse a la competitividad de las actividades y las regiones permite suponer un alto grado de discrecionalidad al estimarlas. Sin embargo, si se considera deseable impulsar la competitividad y promover la integración de unas regiones con otras y, así, lograr su inserción dentro de una economía global más eficiente (Cabrero, Orihuela & Ziccardi, 2007), es necesario poner en marcha políticas económicas orientadas a la promoción del crecimiento y el desarrollo sustentable de las economías regionales. Por esta razón se han desarrollado en la literatura índices que permiten dar una clara idea del comportamiento de las
diferentes regiones, así como para predecir y prevenir cambios e impulsar el desarrollo económico (OECD, 2011).
Uno de los componentes importantes del desarrollo y la competitividad regional son las instituciones. Por ello es una variable importante a considerar en el cuestionario y en el modelo econométrico.
Desde la concepción que tiene North (1995) las Instituciones son las reglas del juego en una sociedad o, más formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre, que dan forma a la interacción humana. Por consiguiente, estructuran incentivos en el intercambio humano, sea político, social o económico. El cambio institucional conforma el modo en que las sociedades evolucionan a lo largo del tiempo, por lo cual es la clave para entender el cambio histórico, pero sobre todo como disminuyen los costos de transacción (costos por la búsqueda de información y por hacer cumplir los contratos) que fomentan la competitividad y el crecimiento de una sociedad.
Para Butelman (1988), la Teoría de la Pedagogía Institucional, la institución suele considerase equivalente: 1) A un sistema de normas o regulaciones generales; 2) A una estructura u organización social; 3) A Un lugar de producción y de relaciones de producción.
Así, la institución, como un sistema de normas o regulaciones generales sería equivalente a instituir educación y aprendizaje. Y consiste entonces en prever una serie de acciones que incluyen un contenido organizado y organizador, verificando y confirmando en la experiencia como válido, que luego se trasforma en normas y regulaciones tanto generales como específicas. Tales normas se inscriben en la sociedad como respuestas: a) a la existencia de una carencia o demanda social permanente que requiere cambios y crecimiento; b) a demandas temporarias y variables de diferentes sectores dentro de la sociedad que buscan ser satisfechas de acuerdo con sus propias características históricas, ideológicas, de costumbres, mitos y creencias.
Por otro lado, a fin de estudiar el peso de las instituciones (reglas formales e informales) en el nivel de competitividad y en el desarrollo regional, se requiere el análisis de las instituciones jurídicas, el cual según Castro (2004), se puede llevar a cabo desde una doble perspectiva: la tradición romanista y la concepción de los institucionalistas contemporáneos. “Según la primera, puede identificarse con las figuras o realidades jurídicas complejas que constituyen bloques de actuación unitaria dentro del respectivo sistema jurídico de relaciones.
Según la segunda, es una realidad o ente social complejo que está dotado de organización interna, de tal modo que la actividad de todos sus miembros se realiza según el orden jurídico exigido por la idea directriz del orden jurídico que los aglutina”.
En sentido estricto el presente estudio se desarrollará bajo el enfoque teórico del institucionalismo económico.
El presente proyecto es una investigación de corte cuantitativo que pretende identificar e indicar el peso de los principales factores en la competitividad y en el desarrollo regional de la Delegación de Milpa Alta. Pero, sobre todo, del peso de las instituciones (reglas) formales e informales y del nivel educativo. Considerando principalmente la teoría del desarrollo neoclásica y del institucionalismo económico, histórico y jurídico para la construcción del modelo econométrico.
Así como incorporar la metodología y las variables consideradas en el índice sistémico de competitividad realizado por A-regional (2011). La competitividad como concepto y alcance toman un significado distinto de acuerdo con la escala de estudio y de la unidad de análisis que se defina, pudiendo ser ésta empresa, sector, región, estado, ciudad o zona metropolitana. Por tradición, existen dos niveles: el nivel microeconómico de la empresa y el macroeconómico de los países. El índice sistémico incorpora los dos e incluye el ámbito internacional, el regional y local con la participación de empresas, organizaciones privadas y públicas, gobierno, sociedad, organizaciones educativas, etc.
El proyecto contempla tres etapas: 1) En la primera etapa se realiza la revisión de literatura sobre: desarrollo, desarrollo regional, competitividad y sobre la metodología del índice sistémico de competitividad, que permitirá la construcción de un modelo teórico de desarrollo regional y del índice sistémico de competitividad, además de la construcción de los dos modelos econométricos relacionados con cada tema. Así como el diseño, elaboración y prueba piloto de los instrumentos para obtener información de jefes de familia, empresarios y gobierno local y estatal. Además de definir el tipo de muestreo y el tamaño de muestra (diseño muestral), para obtener la información requerida. Considerando el tamaño de la población reportado por INEGI en el último Censo de Población y Vivienda que fue de 137,927 habitantes y considerando la
heterogeneidad (varianza en el ingreso) de la población se realizarán aproximadamente 1,500 encuestas a jefes de familias, 200 a empresas de diferentes ramos y 40 a funcionarios delegacionales y estatales; 2) La segunda etapa, se relaciona con la aplicación de las encuestas a jefes de familia, empresas y funcionarios del gobierno local y estatal (trabajo de campo) en los doce pueblos de la Delegación; además de la captura de la información. Se realizará una base de datos en Excel y SPSS; 3) La tercera etapa es el análisis de los resultados, incorporando la operacionalización de los modelos econométricos para determinar el índice sistémico de competitividad y el peso de los factores en el desarrollo de la región.
En general se utilizarán técnicas estadísticas y econométricas para el análisis de los resultados y la construcción del índice sistémico de competitividad. Para determinar el peso relativo de los factores que condicionan el desarrollo y la competitividad se utilizará una regresión múltiple y un análisis factorial o de componentes principales en el caso de las variables que integrarán el índice sistémico de competitividad. Normalmente la construcción de índices se apoya en la técnica de ecuaciones estructurales con variables latentes.
La Delegación Política de Milpa Alta, es la delegación con el mayor índice de marginación y pobreza de las 16 delegaciones que forman parte del Distrito Federal y con el menor índice de desarrollo. Esta investigación reportará los principales factores que han condicionado el bajo nivel de competitividad y desarrollo de esta región. Mediante estos resultados se podrán establecer criterios para la elaboración de políticas públicas y asignación de recursos que fomenten la competitividad y el desarrollo. En este sentido la población de esta delegación se verá beneficiada al mejorar sus niveles de ingresos y disminuir su marginación y pobreza.
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Notas
1 Es importante generar incentivos o estructuras de incentivos que fomenten la cooperación y coordinación de todos los agentes económicos y políticos para sincronizar su participación dentro de las empresas, industrias, cadenas y sectores productivos en diferentes niveles: empresario, empresa, local, regional, nacional e internacional. Estableciendo con ello los pilares de la competitividad, el crecimiento y el desarrollo de una economía.