Ana Margarita Alvarado Juárez1
Palabras clave: Migración; migración de retorno; convivencia escolar; nivel medio superior
En enero de 2018 la Secretaría de Educación Pública, a través de la Subsecretaría de Educación Media Superior, dio a conocer la Reforma Integral de la Educación Media Superior en México, esta reforma, entre muchas cosas más, considera la importancia de reconocer a la Educación Media Superior como una oportunidad para la formación de personas cuyos conocimientos y habilidades les permitan desarrollarse de manera satisfactoria, tanto en sus estudios de nivel superior, como en el ámbito laboral y, de manera más general en la vida.
1 Doctora en Ciencias Sociales, en el área de Estudios Rurales, Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. Líneas de investigación: Migración, remesas y sus efectos en las comunidades rurales. Correo: ana_alvarado38@hotmail.com
Se consideran cuatro ejes fundamentales que tienen que ver con la construcción de un Marco Curricular Común; la definición de los distintos subsistemas para ser regulados e integrados de manera específica al Sistema Nacional de Bachillerato; la importancia de buscar mecanismos de gestión para la formación docente, apoyos diversos a los estudiantes, una evaluación integral y la forma en que se reconocerán los estudios realizados mediante una certificación nacional.
En el Marco Curricular Común se contemplan cinco niveles de concreción curricular: el consenso entre las instituciones de Educación Media Superior en torno al perfil del egresado y las competencias a desarrollar; los aportes de cada institución para mejorar su filosofía e identidad; la oferta educativa para responder adecuadamente a la demanda de los estudiantes; los aportes de cada plantel en términos de adecuaciones curriculares, tutoría y actividades extraescolares, y sobre todo, la decisión del docente sobre planeación, desarrollo y evaluación del proceso de aprendizaje, mismo que se desarrolla al interior del aula.
Considerando lo anterior, el salón de clases se convierte en un lugar privilegiado, donde los estudiantes se desarrollan en lo personal, en lo social, en lo moral y en lo emocional o afectivo. El salón de clases se transforma en un microcosmos, porque en su intimidad, confluyen: personalidades, creencias, ideologías, costumbres, diversidad cultural, sentimientos, emociones, identidad sexual, valores, tolerancia, respeto, agresividad, tristeza, alegría, felicidad, enojo, amor, desamor, depresión, melancolía, llanto, risas, celebraciones, normas, reglas, tareas, exposiciones, examen, miedo, angustia, desesperación, poder, análisis, reflexión, indisciplina, ausentismo, deserción, desmotivación, lazos entre compañeros y maestros, celebraciones, duelo, presentaciones de música, baile, teatro, conflictos, proceso y ritmo de aprendizaje, la lista es interminable, sin embargo, todo lo anterior se sintetiza en clima del aula o convivencia escolar.
El ser humano necesita la convivencia con sus pares, pues al convivir aprende a relacionarse mejor con otros seres humanos. La sana convivencia escolar por tanto es un derecho y un deber que tienen todos los miembros de la comunidad educativa, cuyo fundamento principal es la dignidad de las personas y el respeto que estas se deben. Esta sana convivencia permite el crecimiento personal, proporcionando armonía como estudiantes, como docentes, como administrativos o como directivos, por lo que es necesario buscar ambientes armónicos, coordinados, que resalten las sanas costumbres evitando al máximo la violencia en todos sus expresiones y manifestaciones.
La sana convivencia permite a los estudiantes desarrollarse como personas, expresarse, dialogar, resolver las diferencias, saber trabajar en equipo, solidarizarse, valorar a los demás, ser tolerante, aceptar las opiniones y la forma de ser de los compañeros, incluir al compañero en grupos de trabajo sin discriminar, sobre todo, aprender a convivir con los otros.
Sin duda, en la actualidad, nos podemos percatar que existe una tendencia al individualismo, al aislamiento, el otro no importa, no interesa, los demás se vuelven ajenos, no constituyen significativamente parte de la estructura a la cual pertenecemos. Lo anterior, porque la actual atmósfera en que se desenvuelven los estudiantes tiende a privilegiar el espíritu de competencia y el éxito individual, haciendo a un lado la cooperación colectiva e incluso, en algunos casos, la amistad.
En este sentido, se torna coherente que en la escuela, específicamente en el salón de clases, se debe trabajar con mucha seriedad y responsabilidad en el descubrimiento y entendimiento del otro. Jacques Delors, en su informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, plantea la importancia del descubrimiento del otro, es decir, que la educación tiene la noble misión de contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos.
Pero este conocimiento de la otredad, que no es igual a nosotros, pero que podemos respetar, reconocer y poder convivir en armonía, exige un gran esfuerzo, ante todo reflexionar profundamente sobre la complejidad humana. Esta complejidad genera una convivencia escolar ambigua, abstracta, indecisa, incierta, confusa, y es por eso que se debe replantear la importancia de las diversas acciones de los estudiantes, su comportamiento, su forma de ser, su actuación, es decir, muchas veces no se debe juzgar sin saber realmente que es lo que determina un comportamiento o una forma de ser en específico.
Considerando lo anterior, queda claro que en un salón de clases, los estudiantes tienen intereses y comportamientos diversos, debido a las situaciones muy particulares que matizan su vida, habrá entonces estudiantes con problemas de salud, económicos, familiares, afectivos, aquellos que no han definido su identidad sexual, los que forman parte de familias disfuncionales, los que están viviendo con abuelos, tíos u otros porque sus padres están en proceso de divorcio, y los hay también aquellos que forman parte de familias migrantes y que en su momento también se vieron en la necesidad de salir del país, por necesidad económica, o muchas veces también, por
tradición.
Estos estudiantes que han sido migrantes y que de alguna manera regresan para reincorporarse a su vida anterior muchas veces son rechazados y les cuesta mucho adaptarse a la escuela y reiniciar una convivencia escolar normal. En este contexto, resulta pertinente, analizar qué sucede en el salón de clases, a partir de un proceso de retorno, o en algunos casos, de inserción a una sociedad diferente y a una escuela distinta. En esta ponencia se presenta un diagnóstico de la convivencia escolar en el nivel bachillerato con estudiantes de retorno, para ello se incluyen los conceptos sobre convivencia escolar y migración de retorno, el contexto de estudio y los resultados del trabajo de campo realizado durante los años 2016 y 2017.
En las últimas décadas, la migración de retorno en México es un fenómeno que adquiere mayor relevancia, esto por el incremento en el número de personas que se ven implicadas. De acuerdo con Anguiano, la migración de retorno se origina por tres situaciones: “1) la crisis económica y financiera que impacta en las oportunidades de empleo en Estados Unidos, 2) las expulsiones desde el interior de Estados Unidos, mediante redadas en centros de trabajo, barrios e incluso viviendas, transportes públicos y controles de tráfico y 3) la iniciativas legislativas anti-inmigrantes en distintas entidades de Estados Unidos. Todo ello ha influido en las decisiones de las migrantes por retornar a México” (Anguiano-Tellez, Cruz y Garbey-Burey, 2013: 121).
La migración de retorno constituye un fenómeno complejo y multicausal que requiere estudiarse considerando el contexto socioeconómico, así como las motivaciones individuales y familiares. En este sentido, es posible identificar la participación de diferentes factores desde “las bases estructurales, las condiciones sociales y políticas, la formación de redes familiares, el capital social de los migrantes […] y un largo etcétera” (Canales, 2012: 131).
Autores como Massey y Espinosa (1997) resaltan cinco consideraciones fundamentales sobre la decisión del retorno:
a) el capital humano, conformado por las habilidades, conocimientos y capacidades adquiridas en el extranjero; b) el capital social, o redes sociales en ambas partes, entre más familias se establezcan en Estados Unidos, las posibilidades de retorno y contacto con la comunidad de origen disminuyen con el tiempo: c) capital físico o material, o el número de
propiedades, terrenos, parcelas agrícolas con las que cuenta en su comunidad de origen; d) las condiciones económicas de la comunidad de origen donde la diversificación económica y las posibilidades de inversión juegan un papel importante en la duración de la estancia en el extranjero; e) las condiciones macroeconómicas en ambos países, en donde la inflación, crisis y devaluación influyen a la hora de retornar o invertir (Massey y Espinosa, 1997:35).
Significa que el migrante decide retornar porque ya ha cumplido sus proyectos personales y familiares, además de contar con el apoyo de sus redes sociales, de las destrezas desarrolladas durante su estancia y del contexto económico y social favorable. Sin embargo, en ocasiones, la decisión del retorno no es tomada por el migrante, sino que se ve obligado a retornar a su país ante la deportación. Al respecto, Durand elabora una clasificación del retorno incluyendo este tipo de situaciones:
1.- Retorno voluntario del migrante establecido, se refiere a la persona que regresa de manera voluntaria y después de una larga estancia, incluso después de haber vivido varias décadas en el extranjero, tener documentos en regla e incluso haber adoptado otra nacionalidad. En este rubro, se agrupan los migrantes jubilados o retirados que vuelven a su lugar de origen, por razones afectivas, prácticas o económicas. 2.- Retorno del migrante temporal, se ubican a los trabajadores temporales, sujetos a programas específicos donde el contrato exige u obliga al retorno. En el caso de México, los ejemplos son: Programa Bracero con Estados Unidos (1942-1964) y los Programas actuales de visas H2a y H2b de trabajadores temporales para la agricultura y los servicios. 3.- Retorno transgeneracional. En tercer lugar, se puede considerar una migración de retorno que atraviesa las generaciones. Se trata del retorno, ya no del migrante, sino de su descendencia: hijos, nietos, bisnietos, un fenómeno cada vez más relevante y que empieza a ser estudiado en distintos contextos nacionales. 4.- Retorno forzado, este tipo de retorno es aquel que se hace en condiciones forzadas, que pueden ser por razones económicas, políticas y raciales. 5.- El retorno del fracasado, en este rubro se incluye el retorno del migrante que se ve forzado a volver a su lugar de origen por las circunstancias. En la mayoría de los casos se trata del migrante fracasado, que no pudo cumplir con sus expectativas. 6.- El retorno programado, se considera aquí el retorno programado, de carácter oficial. De acuerdo con el autor, el caso más representativo es sin duda el de Israel, que promovió el retorno de los judíos a
nivel mundial, independientemente de su raza o nacionalidad (Durand, 2006: 170-174). Una vez que se realiza el retorno al país de origen de los migrantes, sea por cualquier razón,
el proceso siguiente es la reinserción. Se trata de la reincorporación a las actividades escolares, económicas y sociales. También se da el caso de jóvenes que han nacido en Estados Unidos y se insertan por primera vez en la sociedad mexicana.
Otro de los conceptos revisados para este trabajo es el de convivencia escolar, al respecto autores como García y López (2011) plantean que constituye un reto presente y futuro para las instituciones educativas. Construir una escuela que permita interiorizar hábitos y actitudes positivas, así como la construcción valores como el diálogo, la tolerancia, la participación, la aceptación del otro, la construcción de identidades diversas y el respeto a la diferencia.
Por ello, en las instituciones educativas, específicamente al interior de cada salón de clases se necesita que los docentes reconsideren la importancia de la planeación para que su práctica se vea fortalecida con una adecuada organización en las actividades de enseñanza y aprendizaje, sin soslayar el trabajo colaborativo, la adecuada comunicación y el respeto de todos los agentes que dan vida a la comunidad escolar, teniendo presente el saber vivir juntos (García y López, 2011). En este orden de ideas, Martínez-Otero (2001) plantea que la convivencia se tiene que practicar cotidianamente, vivir el uno junto al otro, solo así la dimensión humana se puede hacer realidad, nunca de manera aislada, siempre contando con el esfuerzo y compromiso del otro.
Para Cecilia Fierro y María Fortoul (2011), la convivencia impacta más allá de las tareas cotidianas escolares, implica una fuerza intrínseca que al coincidir en un punto de referencia traerá como consecuencia que se eleven los estándares de calidad, principalmente en el ámbito del aprendizaje de los estudiantes y por ende en los procesos de formación de los docentes, mismos que con una mirada renovada y con una profunda convicción de su rol como protagonistas de la educación podrán ver y en consecuencia actuar con claridad en lo que hasta hace algunos años dormitaba a la sombra de la educación, es decir, la inclusión y la diversidad. Por otro lado, plantean que los estudiantes también tienen que intentar repensar en la sociedad del futuro que está necesitada de acuerdos que regulen la vida en común, que se establezcan acuerdos de convivencia pacífica para no dañar ni a los seres humanos ni a su entorno del cual forma parte, para ello se necesitan herramientas que contribuyan a buscar una sociedad pacífica, tolerante, inclusiva, respetuosa, colaborativa, solidaria en todas sus aristas.
Otra perspectiva se plantea desde la convivencia democrática que propone el desarrollo de las capacidades reflexivas y herramientas para trabajar con otros, resolver conflictos en términos pacíficos y plantear acuerdos para regular la vida en común. Bajo esta propuesta, García y López (2011) consideran que la convivencia es un indicador de bienestar social dado que es una construcción colectiva y dinámica integrada por las interrelaciones humanas de las personas que participan en el ámbito escolar, es un marco de derechos y obligaciones cuya influencia va más allá del espacio escolar.
Los cambios que se deben dar en las instituciones educativas presuponen el establecimiento de nuevas modalidades y estrategias de formación y socialización en el aula (Viveros, 2002). Así, la escuela está formada a partir de la sociedad y al mismo tiempo es una expresión de ésta. En otras palabras, lo que se habla en la escuela, es el lenguaje particular de la sociedad que se encuentra en un contexto social, político y cultural en los que se incluyen, por ejemplo, los procesos de migración.
Por lo anterior, resulta pertinente reflexionar sobre la forma en que los diferentes procesos de migración internacional de retorno intervienen en la convivencia escolar. Esto es, los jóvenes que regresan después de una experiencia migratoria o aquellos que nunca han vivido en México y se integran a la sociedad mexicana por primera vez, enfrentan procesos de transición y conciliación ante diferentes estilos de vida y formas de pensar que generan, en ocasiones procesos de exclusión y discriminación.
La división municipal del estado de Oaxaca es única en el territorio nacional, en términos del número de municipios que lo integran, dividiéndose en 570 municipios y 30 distritos; siendo uno de estos, el distrito de Tlacolula. Este distrito pertenece a la región de Valles Centrales está integrado por 25 municipios: Magdalena Teitipac, Rojas de Cuauhtémoc, San Bartolomé Quialana, San Dionisio Ocotepec, San Francisco Lachigoló, San Juan del Río, San Juan Guelavía, San Juan Teitipac, San Lorenzo Albarradas, San Lucas Quiaviní, San Pablo Villa de Mitla, San Pedro Quiatoni, San Pedro Totolápam, San Sebastián Abasolo, San Sebastián Teitipac, Santa Ana del Valle, Santa Cruz Papalutla, Santa María Guelacé, Santa María Zoquitlán, Santiago Matatlán, Santo Domingo Albarradas, Teotitlán del Valle, San Jerónimo Tlacochahuaya, Tlacolula de
Matamoros y Villa Díaz Ordaz; así como 283 localidades, de las cuales 254 son de tipo rural.
Según datos del Censo de Población y Vivienda, el distrito de Tlacolula tiene 117,032 habitantes (INEGI, 2010) con un incremento del 8% para el siguiente lustro, lo que representa 9,379 habitantes (INEGI, 2015). En términos de los movimientos de población, se registra un dinamismo importante siendo una de las tres regiones del estado con mayor migración hacia Estados Unidos. Los registros del Consejo Nacional de Población indican que los municipios: Magdalena Teitipac, San Bartolomé Quialana, San Juan del Río, San Lucas Quiaviní, Santa Ana del Valle y Santiago Matatlán cuentan con un alto grado de intensidad migatoria (CONAPO, 2012).
Por su parte, San Bartolomé Quialana
(17.43%), San Juan del Río (11.66%) y Santa Ana del Valle (12.34%) presentan los porcentajes más altos de viviendas con migrantes retornados. En cuanto a la recepción de remesas, San Bartolomé Quialana (35.53%), Santa Ana del Valle (30.28%) y San Lucas Quiaviní (48.70%) son los que reciben más que los otros municipios.
En este contexto de migración, es en los últimos años que se observa la migración de retorno, que incluye población de jóvenes en edad escolar por lo que resulta pertinente observar lo que sucede ante este fenómeno.
Conviene ahora comentar que el Colegio de Bachilleres ubicado en el distrito de Tlacolula, durante el año 2016 contó con una matrícula de 559 alumnos; su planta docente está integrada por 16 profesores. También ofrece a sus estudiantes, servicios de atención psicológica y actividades paraescolares.
Se realizó una encuesta dirigida a estudiantes del Colegio de Bachilleres del Estado de Oaxaca (COBAO), Plantel 46, ubicado en la comunidad de Tlacolula de Matamoros, Oaxaca. Se aplicaron un total de 187 cuestionarios divididos de la siguiente manera: 161 a los cinco grupos de quinto semestre y 26 a un grupo de tercer semestre. El cuestionario cuenta con 47 reactivos agrupados en
5 apartados, más uno con información general. Se planteó como objetivo identificar las características de la convivencia escolar en el nivel medio superior a través de comportamientos en el espacio áulico y las relaciones interpersonales entre estudiantes, profesores y autoridades educativas.
Instrumento
El cuestionario consideró las siguientes variables: Convivencia Escolar:
Se respeta a los que vienen de otras comunidades Se respeta a los que hablan otras lenguas
Hay compañerismo entre estudiantes
Los estudiantes cuidamos el material y equipo
Podemos hablar y resolver los problemas que se presentan entre estudiantes Los estudiantes amenazan a otros compañeros
Los profesores corrigen nuestros errores sin insultarnos ni ofendernos
Las actividades culturales que se organizan nos ayudan a mejorar la convivencia entre compañeros
Se realizan actividades deportivas que nos ayudan a llevarnos mejor
Los trabajos transversales ayudan a platicar y llegar a acuerdos mejorando la convivencia. Comportamientos disruptivos:
Golpean a otros compañeros Amenazan a los demás
Dicen groserías a otros compañeros Ponen apodos a los demás
Roban las cosas de otros Ignoran a otros compañeros
Rompen los materiales de los demás Maltratan el mobiliario escolar Respetan las normas de la clase Relación profesores-alumnos:
Tienen un trato de respeto con sus estudiantes Tienen una relación de amistad con sus estudiantes
Se preocupan por el rendimiento escolar de los estudiantes Ayudan a los estudiantes en problemas personales Fomentan el trabajo en equipo
Golpean a los estudiantes
Acosan sexualmente a las estudiantes Ponen apodos a los estudiantes Relación entre compañeros:
Golpean a otros compañeros Amenazan a los demás
Dicen groserías a otros compañeros Ponen apodos a los demás
Roban las cosas de otros Ignoran a otros compañeros
Rompen los materiales de los demás Maltratan el mobiliario escolar Respetan las normas de la clase Participación individual:
Asistes a clases
Tienes interés por la escuela
Has recibido insultos de otros compañeros en redes sociales Respetas los acuerdos de la clase
Te escapas de la escuela en horas de clase
Te llevas bien con la mayoría de tus compañeros Te sientes rechazado por tus compañeros Discutes con tus compañeros de clase
Apoyas a compañeros en sus problemas Asesoras a otros en sus tareas
Encuentras facilidad para trabajar en equipo
El que los estudiantes pertenezcan a comunidades como Santa Ana del Valle, San Juan Guelavía, San Bartolomé Quialana, Mitla, entre otros, muestra la gran diversidad y complejidad que acompañan sus relaciones sociales. Asimismo, constituye un elemento relevante en el desarrollo
de las actividades educativas, pues refleja un mosaico de experiencias sociales, culturales y educativas que impactan en las relaciones entre compañeros y profesores y, por lo tanto, tiene efectos en la convivencia escolar.
En el ámbito escolar se pueden encontrar diversas agresiones físicas a la comunidad estudiantil y educadores que varían en intensidad y frecuencia. Estas agresiones van desde robos, deterioro intencionado de material, insultos, burlas, y amenazas. Éstas serían algunas manifestaciones de la violencia física o psicológica que más se repite en los centros escolares, y que se van naturalizando y se reproducen en la cotidianidad de la vida escolar. Es por ello que en el primer apartado de la encuesta se indaga en conocer de forma general como se manifiesta la convivencia en su escuela. Consta de diez reactivos y los resultados se presentan en Grafica 1.
Gráfica 1 PFourceennteta:jTerdaebafrjoecdueenccaimapdoe, r2e0s1p7uestas de convivencia escolar en el nivel bachillerato.
Llama la atención los tres primeros reactivos, puesto que al ser una escuela que su matrícula cuenta con alumnos de diversas comunidades vecinas a Tlacolula de Matamoros, que es donde se encuentra el COBAO, los porcentajes que corresponden a “casi siempre”, invita a una necesaria revisión de la convivencia en el colegio. Puesto que acciones de discriminación, exclusión y burlas se han naturalizado como parte de la convivencia escolar.
En este mismo sentido el siguiente reactivo que pregunta sobre el respeto a quienes hablan
otras lenguas, como el zapoteco de los Valles centrales o el inglés de Norteamérica, por mencionar algunos que corresponden a su lugar de nacimiento y procedencia. El reconocimiento y respeto hacia lo diferente es complejo, sobre todo para aquellas personas que solamente son monolingües, que aunado a los procesos de alfabetización y castellanización, se desvaloró la diversidad de lenguas existentes en el país, desvalorándolas por considerarles como contrarios al discurso del desarrollo. Entonces, estás prácticas e ideas siguen persistiendo en la actualidad y más en los jóvenes, que lo ven como parte de su convivencia.
Dentro del trabajo de campo se pudo observar que sus formas de relacionarse están permeadas por conductas que lejos de abonar a una convivencia, se traducen en prácticas disruptivas, como el molestar a compañeros mientras están haciendo algún trabajo pendiente o mientras están transitando por la escuela.
La relación profesor-alumno es un tipo de relación asimétrica en lo que se refiere a poder, edad, conocimientos. Este tipo de relación es importante analizarla para entender la convivencia escolar, al respecto en el segundo apartado se consta de ocho reactivos que indagan en este punto que se presentan en la gráfica 2.
Gráfica 2. Porcentaje de frecuencia de respuestas sobre la relación profesores-alumnos
Fuente: Trabajo de campo, 2017
Las profundas y rápidas mudanzas sociales y educativas comportan un cambio en los roles tradicionales que a veces son fuente de conflictos. En general, algunos de los problemas que surgen en la relación profesor-alumno tienen su origen en aspectos como: desmotivación del alumno, fracaso escolar, conductas disruptivas, falta de comunicación, metodologías poco atractivas, insuficiente sensibilidad hacia las necesidades de los alumnos. Todo ello aunado al contexto de migración de los estudiantes y de las comunidades, que contribuye a no estar preparados para atender sus experiencias y necesidades.
Es por esta razón que reactivos como el fomento del trabajo en equipo, el ayudar o preocupación del rendimiento escolar se presenta con una constante de casi siempre. Puesto que siempre se cuenta con la capacitación constante para poder atender la diversidad que se presenta en un espacio áulico. Por otro lado, para que un grupo funcione bien debe estar cohesionado, sus miembros deben sentirse parte del mismo y orgullosos de pertenecer a él.
Esto se logra cuando existen las condiciones para que el alumnado sienta satisfacción por asistir a la escuela y participar en las actividades. Al respecto en el tercer apartado se preguntaron nueve reactivos relacionados con la interacción entre profesor y estudiante, así como la participación del alumno en la clase con énfasis en actividades disruptivas. En la Gráfica 3 se presentan los resultados, destacando la conducta de hablar constantemente con lo que se interrumpe el ritmo de la clase y, por ende, el aprovechamiento escolar. Destaca también que la mitad de los estudiantes contestaron que nunca se burlan del profesor con lo que se muestra el respeto por la autoridad del docente.
Gráfica 3. Porcentaje de frecuencia de respuestas sobre la relación entre compañeros
Fuente: Trabajo de campo, 2017
La convivencia se basa en un equilibrio en el que los miembros de un grupo comparten metas y normas, pero que no siempre se llegan a cumplir por la misma dinámica dentro del aula y de la escuela. Esto es lo que vendrían siendo las conductas disruptivas como el jugar en el salón, hablar de temas que no tienen relación con lo que se está abordando, además de mostrarse irrespetuosos con sus profesores. Durante la aplicación de las encuestas se puedo observar, cuando se solicitaba permiso con los profesores para aplicar las encuestas, que los estudiantes aprovechan cualquier oportunidad para poder levantarse y jugar o molestar a algún compañero.
La migración de mexicanos hacia Estados Unidos trae consigo una serie de implicaciones configurándose como un fenómeno complejo, lo es tanto por el número de migrantes, como por las consecuencias personales, familiares y sociales.
El proceso migratorio tiene diferentes vertientes en el tema educativo, una de estas es el proceso del retorno de los jóvenes que se insertan a la dinámica escolar.
La dinámica que se observó en el Colegio de Bachilleres del Estado de Oaxaca, plantel 46, se orienta a que los jóvenes retornados requieren aprender nuevas formas de interactuar con sus compañeros, a su vez, los jóvenes que no han tenido la experiencia migratoria necesitan desarrollar nuevas habilidades sociales para reconocer al otro y aprender a convivir en armonía, generando ambientes adecuados para el aprendizaje.
Otra situación importante es que los profesores, orientadores y personal directivo, realicen pruebas tipo diagnóstico para identificar las fortalezas y debilidades en términos de los conocimientos, habilidades y valores, pues algunos se enfrentan a una cultura diferente y no tienen la misma formación que un estudiante mexicano, en términos de los contenidos programáticos de diferentes materias. Por su parte, es necesario que el personal docente tenga la orientación necesaria para la atención de este tipo de estudiantes dirigiéndolos hacia una educación para la convivencia escolar.
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