Imágenes sociales de la masculinidad en jóvenes universitarios Social images of masculinity in young university students

Araceli Ramírez Meda1, Angélica Leonor Sandoval Gómez2 y Cesar Amador Díaz Pelayo3


Resumen: Este trabajo muestra avances de una investigación descriptiva realizada con jóvenes universitarios en el Sur de Jalisco; se toman aspectos regionales en cuanto a la asignación de roles sociales en contextos culturales ligados a modelos tradicionales de hombría. La aplicación de un instrumento rescató ideas de estudiantes hombres y mujeres de diversas licenciaturas para identificar los roles asignados a los hombres, considerando aspectos como expresiones culturales, sentimientos y amistades.


Abstract: This work shows advances of a descriptive investigation carried out with university students in South Jalisco; regional aspects are taken regarding the assignment of social roles in cultural contexts linked to traditional models of manhood. The application of an instrument rescued ideas from male and female students of different degrees to identify the roles assigned to men, considering aspects such as cultural expressions, feelings and friendships.


Palabras clave: Masculinidades; roles; jóvenes; imagen social


Introducción

En este documento se muestran avances de una investigación realizada referente al imaginario social de la masculinidad. Los objetivos planteados en el proyecto se encaminaron a estudiar las representaciones sociales en jóvenes universitarios del sur del Estado de Jalisco, por lo tanto; las categorías que se describen son las expresiones culturales, sentimientos y amistades. Está organizado en apartados relativos a la problemática abordada, las teorías que sustentaron el análisis, la metodología y resultados obtenidos.

El estudio de las representaciones y prácticas vinculadas a la masculinidad se ha vuelto


1 Doctora en Ciencias del Desarrollo Humano, CUCSUR de la Universidad de Guadalajara, estudios de género, soychely1@hotmail.com.

2 Profesora adscrita al Centro Universitario de la Costa Sur de la Universidad de Guadalajara

3 Profesor de tiempo completo del Centro Universitario de la Costa Sur de la Universidad de Guadalajara

una tarea inherente al desarrollo de la sociedad, indagar sobre el proceso que se ha seguido en el afán de explicar el equilibrio entre géneros, equivale a proporcionar una visión más amplia de los distintos elementos que interactúan para lograrlo. Desde las primeras ideas aportadas por Lagarde (1993), Lamas (2000), Bourdieu (2000), en cuanto a brindar explicaciones del entarimado social y complicado de las relaciones entre hombres y mujeres, hasta las aportaciones de Touraine (2000), donde hace referencia a la difícil tarea de ¿Podremos vivir juntos? Surgen líneas de investigación respecto a los roles que actualmente se observan en la sociedad y las nuevas formas de convivencia que dictan el actuar de los seres humanos.

Las formas de interacción que se observan en la actualidad, es una constante en los estudios de género, la construcción moderna de la identidad de ser hombre o mujer, y en épocas recientes la construcción cultural de masculinidad, en relación a las percepciones tradicionales que implican la ruptura de estereotipos, que generaron las interrogantes que guiaron la investigación.

Si partimos del enfoque tradicional del concepto de género como una categoría construida social y culturalmente viene a definir qué se entiende en cada sociedad y cultura en particular del alcance de lo femenino y masculino, por ello delimita valores, conductas y expectativas que se espera sean propias de los hombres y cuáles de las mujeres en ese contexto determinado, además como lo afirma Lagarde (1993), lo femenino y lo masculino se aprende y por lo tanto se puede modificar. El género explicaría en nuestra sociedad las desigualdades entre los seres humanos. En ese sentido, los niños y las niñas se convierten en hombres y mujeres como resultado del proceso de socialización que implica fomentar las actitudes adecuadas para la convivencia.

En México, la masculinidad tiene un significado particular, pues existen tradiciones que asocian ser mexicano con ser hombre, cada cultura posee una serie de códigos, estereotipos y roles que rigen el comportamiento, actitudes y expectativas de hombres y mujeres, por lo que afirman los expertos, que existe una definición cultural de la masculinidad que atraviesa y condiciona las diversas identidades.

De este modo, lo que se espera de los hombres y el significado social de ser varones, responde a lo que se ha creado con el paso de los años como falsas verdades, por lo que como han afirmado diversos expertos en el área, no son innatas ni naturales, sino que son el resultado de

prácticas transmitidas socialmente. Pero esto no significa que exista una identidad única como afirma Connell (1995), ni un modelo de masculinidad cerrado, puesto que en la realidad se observan formas diferentes de ser hombre condicionadas por la edad, clase social, etnia, preferencia sexual, así las cosas, de acuerdo al autor en comento, existen diferentes modelos dominantes o hegemónicos de masculinidad acorde a una sociedad y momento histórico.

En Jalisco la cultura marca al igual que en muchas regiones del país, connotaciones que implican la masculinidad vinculada a la charrería, la imagen de hombre fuerte y responsable de proveer lo necesario al hogar, que ha estado presente desde tiempos ancestrales, ha sido motivo de indagaciones que implican una nueva visión, al observar al varón como ser humano con la libertad de expresar emociones y sentimientos, y los roles que se desempeñan en el ámbito social, laboral y sobre todo al interior de las familias.

En la Región Sierra de Amula del Estado de Jalisco, que es el espacio territorial donde se realizó la indagación, ubicada al sur del estado, aún siguen presentes manifestaciones culturales arraigadas, caracterizadas por roles tradicionales asignados a hombres y mujeres, las actividades económicas identificadas giran en torno a la agricultura y la ganadería, pequeñas y medianas empresas de producción o prestación de servicios, generalmente familiares, además la presencia de la universidad en la región, ha proporcionado la oportunidad a muchos adolescentes de acceder a una carrera profesional, con lo cual se podría reflexionar si la educación es un medio para transformar concepciones en torno a la equidad de género, al considerar que los jóvenes profesionistas llevan a cabo un proceso de transformación de las ideas preconcebidas y la influencia de la cultura. Cabe mencionar que en el imaginario social de la masculinidad en la región de estudio, siguen presentes influencias patriarcales en el reconocimiento del rol hacia el varón como sexo fuerte, las relaciones se construyen a través de prácticas que excluyen e incluyen, intimidan y explotan.

Un rescate de estereotipo masculino, se encuentra en las aportaciones de Palomar (2005), en su investigación realizada en los Altos de Jalisco, referente al significado de ser hombre y el discurso de género, se rescatan experiencias de varones en torno a la influencia de la cultura.

Además estudios recientes relativos a la temática los encontramos en Machillot (2013), quien expone un recorrido de la manera en que son referidos los hombres, los mexicanos, la mexicanidad, la identidad, por lo que según este autor, el análisis de los estereotipos es una tarea

pendiente para entender las situaciones que influyen en la construcción de la identidad y como se dan las relaciones entre grupos. Se recata además la necesidad de que los estereotipos deben ser revalorados, al tomar en cuenta el imaginario social de grupos en particular y la carga simbólica, puesto que van ligados a la cultura y a los significados sociales.

Salgero (2013), aborda consideraciones en torno a la identidad del sujeto, el proceso de construcción del mismo a través de las relaciones que sostiene con los otros, ya sea en los lazos familiares que los vinculan, al reflejar el sentido de identidad inherente al sentido de un todo, incluso en las redes sociales. Otras aportaciones se identifican en Mena y Torres (2013), partiendo de un estudio realizado en México, acerca de las relaciones de los hombres en su rol de padres, como se relacionan con los hijos y las hijas, siguiendo el papel de proveedores y como esta situación marca los comportamientos y expresiones de la crianza y el cuidado.


Aproximaciones teóricas

La masculinidad se ha estudiado desde diferentes perspectivas teóricas, aquellas que la consideran como una extensión del orden de género, otras como una jerarquía socialmente definida, que se encuentra objetivada en los cuerpos y las mentes de hombres y mujeres, así como en las estructuras e instituciones sociales. Dos de los principales autores más interesados en teorizar respecto a la masculinidad son Connell y Bourdieu, los cuales analizan las relaciones de poder y realizan sus estudios desde la perspectiva sociológica.

Para Connell (2003), la masculinidad es una dimensión del orden de género que remite a una estructura de relaciones sociales, la cual involucra relaciones específicas con los cuerpos y define posibilidades y consecuencias diferenciales para las personas. Concretamente se refiere a las posiciones de poder, a las prácticas por las cuales los hombres y las mujeres se comprometen con esa posición de género; y a los efectos de esas prácticas en la experiencia corporal, la personalidad y la cultura. El género es una forma de ordenamiento de la práctica social que responde a situaciones particulares y se genera dentro de estructuras definidas de relaciones sociales; así, cuando se habla de masculinidad y feminidad estamos nombrando configuraciones de prácticas de género donde confluyen múltiples discursos que se intersectan en la vida individual. La masculinidad, al igual que la feminidad, siempre está asociada a contradicciones internas y rupturas históricas.

De acuerdo con Connell (2003), la estructura de género tiene cuatro dimensiones en las cuales se inserta la masculinidad: relaciones de poder, de producción, emocionales y simbólicas; el poder como una dimensión del género es central en la explicación del orden social porque permite entender no sólo las dinámicas de control que ejercen los hombres sobre las mujeres, sino las distintas formas de poder que ejercen los hombres sobre otros hombres o las mujeres sobre otras mujeres, así como las que se ejercen desde el Estado, las corporaciones o las leyes.

El análisis del poder también permite identificar las distintas formas de resistencia que desarrollan los grupos y las personas para debilitarlo; en las relaciones de producción el orden de género se basa también en la división sexual del trabajo, es decir, en el sistema social que asigna determinadas actividades a los hombres y a las mujeres y que, además, otorga significados y valores jerárquicos diferenciados al trabajo masculino y al femenino. Ello crea asimetrías estructurales y coloca a las mujeres en desventaja en términos de ingreso, beneficios laborales, oportunidades de promoción y de acceso al consumo.

Además, la división entre las esferas pública y privada que separa el espacio productivo del reproductivo asigna a las mujeres al ámbito del trabajo invisible, devaluado y no pagado, mientras que a los hombres los coloca material y simbólicamente en el espacio del trabajo remunerado, la acción colectiva y el poder.

Respecto a las relaciones emocionales constituyen una dimensión central del orden de género, pues en ellas convergen el deseo, el erotismo y la vida emocional. La carga emocional atribuida a lo masculino y a lo femenino se dirige no sólo hacia las personas sino también hacia las instituciones y las entidades públicas. El terreno de la sexualidad está marcado por la doble moral y por la exclusión de las mujeres incluso de la apropiación de su propio cuerpo y del derecho al placer, mientras que concede a los varones dividendos en términos de honor y prestigio para el ejercicio de la actividad sexual.

En las relaciones simbólicas toda relación de género se construye en función de los significados compartidos asociados a lo masculino y femenino, pues la sociedad es indudablemente un mundo de significados. Si bien cada cultura ha desarrollado sus propios esquemas de interpretación, en todas ellas el lugar simbólico de la autoridad es siempre masculino.

Además, las relaciones simbólicas involucran la totalidad del sistema de comunicación de

una sociedad en tanto que incluye el lenguaje hablado y el escrito; el lenguaje corporal; la forma de vestir; los rituales de iniciación y los religiosos; las actividades como el deporte o el trabajo; y los productos culturales como el cine, la fotografía o la danza. Así, hablar de hombre o mujer va mucho más allá de una enunciación descriptiva; nos remite a un sistema de interpretación acumulado a lo largo de la historia que define un lugar físico y un lugar simbólico para cada persona en el entramado social.

Así pues, Connell (2003), menciona que la elaboración de las masculinidades contemporáneas requiere identificar la crisis en el orden genérico en las cuatro dimensiones descritas, pues estas relaciones han sufrido transformaciones importantes, de manera histórica la legitimidad del poder patriarcal, aunado a ello la emancipación de las mujeres, ha modificado las relaciones de poder en todos los espacios sociales y ha creado nuevas identidades genéricas tanto en los espacios públicos como en los privados, en las relaciones sentimentales, cambiando las actividades tradicionales de masculinidad.

Por su parte Bourdieu (2000), analiza las relaciones del poder, manejando el concepto de violencia de forma figurada para expresar lo que define como dominación masculina. Inicia con cuestionamientos respecto a los mecanismos históricos que permiten una eternización relativa de las estructuras de dominación; cuestiona el porqué del orden establecido con sus relaciones de dominación, derechos y atropellos, privilegios e injusticias se perpetúa con tanta facilidad; y por qué las condiciones de existencia más intolerables pueden aparecer tan a menudo como aceptables e, incluso, naturales. Lo que aparece como eterno sólo es el producto de un trabajo de eternización realizado por instituciones como la Iglesia, la familia, la escuela o el Estado mediante sus procesos de discriminación.

El efecto de la dominación simbólica señalado por Bourdieu (2000) se produce a través de los esquemas de percepción, de apreciación y de acción por medio de los cuales los dominados adoptan para sí mismos un punto de vista idéntico al del dominador y contribuyen, de esa manera, a su propia dominación, en ocasiones sin darse cuenta.

Bourdieu desarrolla en su tesis acerca de la dominación masculina su concepción de masculinidad; no obstante, la explicación resulta inacabada en tanto que al acentuar el sentido del poder sólo como dominación y destacar el importante papel de la violencia simbólica, se pierden de vista las distintas formas de articulación entre agentes e instituciones que permiten mantener,

debilitar o transformar el carácter estructural de la dominación masculina. Los poderes dependen también del lugar que ocupan los individuos en la sociedad y de la relación económica, política y cultural que exista.

Moscovici (1979) por su parte, señala que la representación social es “una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos” (17). Plantea que una representación es un corpus organizado de conocimiento y una entre tantas actividades psíquicas que posibilita hacer que una realidad física y social sea inteligible, integrándose de esta manera en una relación cotidiana.

Por lo tanto, es una ganancia que tienen los grupos sociales para darle sentido a lo que hacen, generando espacios de creación de formas de vida y particularidad a su existencia, en los cuales no solo se contemplan opiniones acerca de imágenes sino que se adentra en los códigos de valores, ideas, experiencias del contexto donde se desarrolla el individuo, todos los seres humanos forjan su esencia a través de historia personal y grupal, así entonces se forjan en los grupos códigos que determinan las forma de relacionarse, se construyen símbolos que delimitan el actuar y la expresión de ideologías particulares y representativas de comunidades, que señalan el grado de adhesión que se mantiene a lo largo de la vida y que se transmiten entre generaciones, constituyen características o rasgos que los definen como individuos pertenecientes a una colectividad determinada.

Por lo tanto cuando se realizan estudios en torno a la imagen social, como es el caso de esta investigación, se debe considerar al individuo en su contexto con la simbología y significados de los valores y los medios de comunicación que utiliza el individuo perteneciente al grupo. En otras palabras, como se construye la historia personal y grupal de los individuos que están siendo objeto de indagación. Los jóvenes que se integran a un centro universitario traen consigo una carga social transmitida desde el seno familiar y comunal de su lugar de origen, con representaciones culturales asumidas, al interactuar con otros seres humanos en el espacio de la universidad, se observan nuevas formas de relacionarse y además del intercambio de ideas y experiencias para deconstruir nuevas formas de convivencia y sentires.

En este aprendizaje compartido se dan los universos de opinión mencionados por Moscovici (1979), la información, con referencia a los conocimientos del objeto de estudio, que muestran las características del grupo, experiencias y contenido cultural; el campo de

representación, a través del cual se observan y comprenden los significados y alcances de los comportamientos en los discursos de los participantes como referencia para el análisis; la actitud referida a las expresiones y las imágenes de las conductas, así como las motivaciones presentes en los individuos.


Acercamiento metodológico

Para llevar a cabo la investigación, inicialmente se realizaron acercamientos teóricos que dieran cuenta del estado que guardan los estudios realizados en torno a la masculinidad, priorizando en el análisis documental indagaciones realizadas en Latinoamérica, México y particularmente en el estado de Jalisco, por ser caracterizado por manifestaciones culturales propios. Una vez integrado el apartado de antecedentes de investigaciones, se procedió al planteamiento de las preguntas generadoras, y la elección del enfoque cualitativo que de acuerdo a Pérez Serrano (1998), se considera como un proceso activo, sistemático y riguroso de indagación en el cual se toman decisiones sobre lo investigable en el campo de estudio; al considerar que de acuerdo a los objetivos, se realizó un acercamiento al objeto de estudio que es la masculinidad desde el punto de vista de jóvenes, el diseño se fue construyendo conforme se avanzó en la recopilación de información a través de experiencias compartidas de las personas que intervinieron.

Taylor y Bodgan (1986), consideran como características de la investigación cualitativa, las siguientes: inductiva, porque propicia la construcción de conceptos partiendo de datos y no de modelos; se observa el escenario de la investigación y a los actores desde una perspectiva holística, en virtud de que el investigador toma en cuenta el pasado de las personas y el contexto donde se encuentra, que en este estudio fueron los espacios de la universidad.

La población se integró con jóvenes estudiantes de las licenciaturas de Abogado, Psicología, Educación, Turismo, Ingeniería agrónoma, Ingeniería en Obras y Servicios, para tratar de incluir puntos de vista de estudiantes de las carreras que se ofertan en la Región Sur del estado de Jalisco. Los criterios de inclusión fueron la voluntad de participar, que fueran estudiantes, de 18 a 21 años, originarios de los municipios de la zona de influencia de las universidades de la Región del estudio, sin importar el ciclo que cursaran, de ambos géneros.

La muestra se integró con 200 estudiantes, a quienes se les aplicó un instrumento previamente diseñado, con opciones de respuesta, así como preguntas abiertas donde pudieran

expresar sus vivencias y experiencias. Una vez recabada la información se procedió a la elaboración de categorías para el análisis, en este documento se exponen las categorías relativas a la expresiones culturales, sentimientos y amistades, optando por la elaboración de tablas que incluyeran las subcategorías en base a las manifestaciones comunes de los participantes, no en el afán de minimizar los resultados sino en realizar una reducción de los datos para facilitar la discusión de resultados.


Discusión de resultados

La masculinidad como objeto de estudio de las Ciencias Sociales, ha sido estudiada en diferentes vertientes, como la identidad de género, manifestaciones culturales, estereotipos, resaltando las distinciones construidas considerando la diferenciación sexual en algunos casos, pero además tomando en cuenta la raza, origen, condiciones de marginación entre otros. Como quedó expuesto en páginas anteriores autores como Connell (2003), Bourdieu (2000), Ramírez (2003), aportan datos sobre el avance de las investigaciones en torno al tema, sin profundizar necesariamente en los comportamientos de jóvenes como es el caso de la presente investigación cuyos resultados se exponen a continuación:


Expresiones culturales


Gráfica 1. Expresión a través del vestuario


Fuente: Elaboración propia

Como se observa en la gráfica número 1, la tendencia de las respuestas es de mayor apertura en las mujeres hacia la situación del uso del color rosa en el vestido, aunque si bien es cierto en las respuestas de los varones es poca la diferencia en cuanto a que ambos géneros pueden utilizarlo, llama la atención que en segundo lugar, en el caso de los hombres se inclina más hacia el uso del rosa en las mujeres, lo que resaltan distinciones forjadas en relación a la diferencia sexual y no de género, situación que hace visible la influencia de la cultura regional en torno a los estereotipos interiorizados, que se transmiten y entremezclan entre los jóvenes cuando comparten espacios comunes como es la universidad, sin dejar atrás lo transmitido desde el seno familiar como espacio primario de educación. El uso de cinto grabado, bota vaquera, camisas a cuadros son rasgos de la región que permiten identificar a los jóvenes por su lugar de origen. Esto como resultado de las expresiones culturales masculinas como lo afirma Palomar (2005), en su estudio de estereotipos masculinos al norte de Jalisco.


Gráfica 2. Expresiones corporales (tatuajes)


Fuente: Elaboración propia


El utilizar los tatuajes como expresión corporal es tan antigua como la humanidad misma, nos basta con revisar manifestaciones de culturas ancestrales, para identificar como ha sido una forma de comunicación entre miembros de diversas sociedades. En la gráfica número 2, en las respuestas de los varones se observa una gran mayoría hacia la asignación de que el tatuar la ceja

es socialmente aceptado en el caso de las mujeres; situación que se repite en la opinión de las mujeres, lo cual confirma la reproducción de estereotipos de género que siguen presentes en la ideología de los jóvenes. Las preferencias de tatuaje en los varones se observan de manera más común en otras partes del cuerpo, como brazos, piernas, etc. En ese sentido se puede afirmar con fundamento en las respuestas analizadas en el cuadro que antecede, que las identidades masculinas giran hacia la conservación del cuidado de la imagen de hombre.


Grafica 3. Expresiones corporales (depilarse)


Fuente: Elaboración propia


La imagen corporal como elemento esencial de la construcción de las identidades de género, establece las pautas que se aprecian en las opiniones vertidas en la gráfica número 3, en el caso de los hombres manifiestan que ambos géneros pueden depilarse, esto vinculado a la búsqueda de la aceptación en el grupo al que pertenecen y condicionado por las relaciones sociales.


Sentimientos y amistades

Para este apartado se elaboraron subcategorías para analizar las respuestas por género, agrupándose las mismas por similitudes en las mismas, en razón de que fueron preguntas abiertas.

Cuadro 1. Expresiones (llanto)


De acuerdo a la cultura de la Región, ¿Qué opinas de un hombre que

llora?

Que es homosexual.

Que los hombres no deben llorar, muestran debilidad.

Que es una expresión de sentimientos.

H

M

H

M

H

M


5


5


85

15


35


55


Fuente: Elaboración propia


Los hombres de acuerdo a Bourdieu (2000), construyen su identidad sobre ejes de poder y dominio que son el resultado de patrones heredados, y que representan una fuente de dolor para ellos, al enseñarles desde épocas tempranas la represión de sentimientos y emociones como llorar, signo que es asociado a debilidad, con ello contrario a la imagen de hombría que se pretende cultivar en el hombre, sin embargo esto genera en el varón sufrimiento ante la represión y la amenaza de ser estimagtizado como algo femenino y no permitido en el grupo social al que pertenece. Como se ha venido comentando a lo largo de este trabajo, la cultura jalisciense implica modelos hegemónicos que siguen presentes en algunas regiones como el sur del estado, más asociado a manifestaciones de hombría y sexo fuerte. Sin embargo la tendencia del hombre joven como lo indica la respuestas del cuadro número 1, indican un avance en las ideologías de considerar el llanto como una expresión de sentimientos, por lo que se puede afirmar que el camino para la deconstrucción de las identidades de género es de mayor apertura y aceptación de los sentimientos que circundan las relaciones entre las generaciones de universitarios.


Cuadro 2. Expresiones (sentimientos y amistades)


A los chicos les cuesta mucho identificar sus sentimientos y expresarlos.

No. Siempre ha habido hombres que escriben poesía, componen canciones, dibujan, pintan…

Si, por los roles masculinos señalados en medios masivos de comunicación como son películas, series, trabajos, programas, profesiones, publicidad, etc.

Si, por

vergüenza a ser señalados u objeto de burla.

H

M

H

M

H

M


37


13


45

10


20


75


Fuente: Elaboración propia

La manifestación de sentimientos y emociones son situaciones que se aprenden, vinculadas a los usos y costumbres de los grupos sociales, son representaciones en términos de Moscovici, por lo tanto el proceso de construcción de la masculinidad como se mencionó, está asociado fuertemente a estas prácticas sociales, el poeta, el músico, el pintor expresa emociones a través del arte, y socialmente estas conductas son aceptadas, en la primera subcategoría del cuadro número 2, así lo señalan las mujeres, (37), mientras que en el caso del segundo apartado de acuerdo a las respuestas de los varones (20), se observa el reconocimiento de la influencia de los medios de comunicación, en el imaginario de un modelo de hombre; en el tercer apartado se confirma la barreras sociales que impiden la libre expresión de sentimientos por temor a ser rechazados o señalados por la colectividad, las respuestas de los hombres (75), indican el reconocimiento patrones culturales arraigados, por lo que esto indica el camino que falta por recorrer; de acuerdo con Seidler (2006), nos encontramos en una época de cambios, redefiniciones, crisis y deconstrucciones en las masculinidades.


Conclusiones

Es indudable que aún falta mucho por andar en el camino de estudios de masculinidades, el análisis desde diferentes enfoques, para tratar de explicar el proceso de construcción de identidades de género, como quedó expuesto a lo largo de este documento, representan el esfuerzo de expertos que desde la sociología, filosofía, la cultura y la educación, permean el imaginario de los jóvenes para dilucidar y ofrecer explicaciones, de las nuevas formas de representaciones sociales, los procesos de identidad masculina y la imagen de hombre fuerte que implica así mismo, las condiciones de vulnerabilidad al negárseles el derecho de la libre expresión de sentimientos.

En las respuestas vertidas por los jóvenes entrevistados, se aprecia el avance en las transformaciones de las relaciones humanas, el reconocimiento de la necesidad de minimizar modelos de masculinidad dominante y avanzar hacia la comprensión de identidades masculinas locales enfocadas a prácticas desligadas de prejuicios, que vayan más allá de etiquetas que han estado presentes en la sociedad desde tiempos inmemoriales.

Las tareas pendientes para el estado de Jalisco es la apertura hacia nuevas formas de pensamiento y expresión, encaminadas a alcanzar un ideal de sociedad que propicie relaciones

que vayan más allá de los modelos heredados de los que se espera ser hombre y macho. Los estudios de masculinidades en jóvenes, es un avance para hacer visibles las condiciones de hombres y mujeres en el difícil camino de encontrar las respuestas para la gran pregunta ¿Cómo podemos vivir juntos?


Referencias

Bourdieu, P. (2002) La distinción, Taurus, México.

(2000) La dominación masculina, Anagrama, Barcelona. Traducido por Joaquín Jordá. Connell, R. (2003) Masculinidades, Universidad Nacional Autónoma de México, México, D. F.

Lamas, M. (1996) El Género y la construcción cultural de la diferencia sexual, UNAM, México. Lagarde, M. (1997) Los cautiverios de las mujeres: madre esposas, monjas, putas, presas y locas,

UNAM, México.

Machillot, D. (2013). El estudio de los estereotipos masculinos mexicanos en las ciencias humanas y sociales: un recorrido crítico-histórico, en Ramírez Rodríguez, J. C. y G. (Coords),

Masculinidades: el juego de género de los hombres en el que participan las mujeres. Plaza y Valdés/Universidad de Guadalajara, México.

Mena P. y Torres L. (2013) Prácticas paternas en divorciados, viudos y abandonados, en Ramírez Rodríguez, J. C. y G. (Coords), Masculinidades: el juego de género de los hombres en el que

participan las mujeres. Plaza y Valdés/Universidad de Guadalajara, México.

Mora, M. (2002) La teoría de las representaciones sociales de Serge Moscovici, Athenea Digital,

2. Disponible en http://blues.uab.es/athenea/num2/mora.pdf

Moscovici, S. (1979) El psicoanálisis, su imagen y su público, Huemul, Buenos Aires.

Otegui, R. (1999) La construcción social de la masculinidad, Política y Sociedad, 32, (151-160), Universidad Complutense de Madrid, Madrid.

Palomar, C. (2005) El Orden discursivo de género en los Altos de Jalisco, México, Universidad de Guadalajara, México.

Pérez, G. (1998) Investigación cualitativa. Retos e interrogantes, La muralla, Madrid.

Ramírez, M. (2003) Hombres violentos. Un estudio antropológico de la violencia masculina, Plaza y Valdés/ Instituto Jalisciense de las Mujeres, México.

Rodríguez, J. C. y G. (coord.), Masculinidades: el juego de género de los hombres en el que participan las mujeres. Plaza y Valdés/Universidad de Guadalajara, México.

Salguero, M. (2013) Masculinidad como configuración dinámica de identidades, en Ramírez Rodríguez, J. C. y G. (coord.), Masculinidades: el juego de género de los hombres en el que

participan las mujeres. Plaza y Valdés/Universidad de Guadalajara, México.

Seidler, V. (2000), La sinrazón masculina. Masculinidad y teoría social, UNAM-PUEG-CIESAS- Paidós, México

Taylor, S. y Bodgan, R. (1986) Introducción a los métodos cualitativos de investigación, Paidós, Buenos Aires.

Touraine, A. (2000) ¿Podremos vivir juntos? México, CFE