Gladys Karina Sánchez Juárez1
Palabras clave: políticas sociales; pobreza; desigualdad.
Desde mediados de la década de los setenta del siglo XX, la desigualdad en el mundo creció, particularmente en los países ricos (Pikety, 2013; Székely, 1999), esto es importante porque mientras más se amplíen las brechas de la desigualdad, se obstruyen los procesos de desarrollo social en los diferentes países. Para el caso de México en particular, en el año 2015 el proceso de desigualdad sugiere en lo concreto que más de 23 millones de personas no puedan adquirir ni siquiera los elementos principales de una canasta básica (Esquivel, 2015), además de que para el año 2016, 53 millones de personas se encontraban en situación de pobreza. En ese mismo sentido, desde la década de los setenta se comenzaron a instrumentar políticas sociales de combate a la pobreza; sin embargo, fue hasta la década de los ochenta cuando el combate a la pobreza se tomó como un objetivo prioritario en las políticas sociales.
Pese a los esfuerzos y resultados de estas políticas en México, la pobreza no ha disminuido significativamente y sigue siendo eminentemente rural. En este caso, el programa emblemático dentro de la política social fue “Oportunidades” que es de carácter focalizado y se dirige tanto a la población urbana como rural, en el sexenio actual podemos considerar que dicho programa toma el nombre de “Prospera”, en tanto que, su lógica de operación prácticamente igual para el año 2017.
En Oaxaca, durante el año 2014 66.8% de la población se encontraba en condiciones de pobreza, esto de acuerdo con los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), la mayor parte de esta población es rural. Partimos de que 33% de la población oaxaqueña se dedica al sector primario y pese a que mucha de esta población es productiva y es beneficiaria del programa hoy denominado Prospera, a pesar de ello las condiciones de carácter estructural limitan su desarrollo social, por tanto, analizaremos las consecuencias de esta situación.
La desigualdad es una situación que ha generado una preocupación internacional, por lo cual en cada país del mundo tratan de superar esta condición de su sociedad. Para este trabajo partimos de reconocer que la desigualdad va más allá de la posibilidad de no contar con ingresos monetarios, ya que más bien, ésta última es sólo uno de los aspectos de la desigualdad porque si bien, tiene que ver con la concentración del ingreso, también se refiere al acceso de las necesidades básicas en la sociedad, reconociendo que estas necesidades son un derecho social, por tanto, el acceso a la salud, educación, alimentación y vivienda, conforman esa gama de derechos, ya que cuando una sociedad no cuenta con estos derechos básicos, su participación ciudadana se ve limitada porque sólo tienen tiempo para tratar de sobrevivir y por lo mismo no son visibles o escuchados (Torres, 2016).
En este sentido, se observa que las personas más afectadas por esto son las personas más pobres, es decir, se cumple la hipótesis económica del círculo de pobreza, que resulta casi imposible superar y por tanto es población vulnerable que se encuentra en condiciones de desigualdad por ser pobres de ingresos económicos y con falta de acceso a los derechos básicos, por ello, consideramos necesario investigar y analizar estas condiciones, puesto que es una forma
de darle voz a esas personas, que se han quedado excluidas, sin voz, sin capacidad de participar en las decisiones que afectan sus vidas y las de sus hijos.
En este trabajo también se reconoce que la desigualdad limita el desarrollo del capital físico, social y humano necesario para mejorar las condiciones de vida y el bienestar de las personas. Además, en la etapa actual de globalización se observa una excesiva e indebida influencia de los poderes económicos y privados en la política pública, situación que debe cambiarse porque esta interferencia también es una limitante para el ejercicio de los derechos ciudadanos.
De esta forma, coincidimos en que cuando las brechas de la desigualdad lejos de disminuir aumentan, genera que tanto los procesos democráticos, como los de bienestar social se encuentren estancados o incluso en retroceso. Esta situación se constata en nuestro país, puesto que México se encuentra dentro del 25% de los países con mayores niveles de desigualdad del mundo (Esquivel, 2015).
Por lo cual consideramos que las políticas de desarrollo social implementadas en México y de forma particular en el estado de Oaxaca, quizá no son las más oportunas para favorecer a la población local, toda vez que ni las inversiones en infraestructura y energía han tomado en cuenta la diversidad cultural, natural y social, así como las diferenciaciones económicas que esto significa para la sociedad, puesto que al parecer los modelos de desarrollo que se han implementado no son incluyentes al no tomar en consideración a los actores locales de cada comunidad como agentes de su propio desarrollo.
Por lo cual, consideramos que las investigaciones y análisis sobre estos temas resultan pertinentes para tener elementos que permitan identificar las limitaciones y los alcances de los modelos de desarrollo que se han implementado respecto a la disminución de la pobreza y desigualdad, puesto que de ello puede depender la disminución de ambas condiciones, ya que partimos de que es necesario tomar en cuenta la historia de cada comunidad, sus costumbres y su forma de relacionarse con el medioambiente es condición imperante.
En esta línea de reflexión es necesario aclarar que en el marco de la discusión acerca del concepto de Desarrollo existen una serie de concepciones sobre lo que significa desarrollo, el contexto en el que surge este concepto es sobre una base del pensamiento moderno, por lo cual, es importante realizar una crítica al respecto, dado que la políticas públicas en el mundo se
establecen aparentemente para impulsar el desarrollo y sin embargo, no todas las sociedades se organizan, piensan y viven desde los planteamientos del modernismo.
Por tanto, es pertinente discutir sobre el concepto para llegar a una de-construcción conceptual y abrir paso a la construcción de un concepto “otro” sobre Desarrollo, un concepto que se construya con la recuperación de diversas formas de ver el mundo desde la diversidad de los espacios locales del país y de esta manera repensar las formas para impulsar el bienestar social en México en general.
Desde la visión occidental que ha fungido como hegemónica sólo se percibe el desarrollo desde el punto de vista económico ya que la economía o el mercado son los ejes que rigen el estatus actual de una sociedad. Por otro lado, la visión occidental es estructurada de acuerdo al pensamiento moderno como modelo ideológico que se materializa en el progreso a través de la modernización como instrumento para lograr tal modernidad en una sociedad. De esta forma, la modernidad es reducida a modernización en tanto instrumento del proceso de acumulación.
De acuerdo con Villoro (1992), el pensamiento moderno inició cuando el hombre dejó de verse desde la totalidad del ente que lo abarca para ver al ente desde el hombre, a tal grado que el mundo y sus elementos los convierte sólo en medios para lograr su proyecto, mismo que consiste en conocer las cosas para transformarlas, de tal forma que el comprenderlas servirá para dominarlas, considerando entonces al mundo sólo como elemento observable y transformable, de tal forma que el pensamiento moderno es de carácter emancipatorio porque trata de liberarse de obstáculos que no permiten cumplir con sus objetivos y de dominio porque su objetivo final es dominar al mundo como objeto a través de la ciencia y las técnicas modernas.
Por tanto, en esta visión el objetivo del intelecto es la transformación de las cosas, convirtiendo al intelecto como la capacidad de ordenar el mundo según modelos racionales que son de carácter instrumental, porque sólo es una racionalidad que sirve para identificar los mejores medios para lograr el proyecto de transformación, una racionalidad instrumental aplicada para la dominación de la naturaleza, a las relaciones sociales en su forma de ordenar toda la sociedad haciendo a un lado a las sociedades antiguas quienes se basaban en creencias y valoraciones heredadas.
La racionalización de la sociedad comprende entonces a la economía mediante las leyes del mercado y a la administración pública a través de la creación del Estado. Con todo ello, el
objetivo es lograr el funcionamiento eficaz de la sociedad; sin embargo, no se logró a partir de experiencias de regímenes totalitarios, por ello en las sociedades “más desarrolladas” se inclinaron por la aplicación de la democracia.
De esta manera, la democracia surgió como propuesta para solucionar la arbitrariedad de las decisiones dentro de un grupo social; sin embargo, la realidad parece mostrar que sólo se ha convertido en un artificio que el hombre mismo determina para controlar o mantener cierto poder, de tal manera que la política ha dejado de ser la forma para decidir el futuro de una sociedad, reduciéndose a una mera técnica que procura mantener el funcionamiento de una máquina regulada. Finalmente, retomo textualmente a Villoro: “…El sujeto se vuelve y se reduce a sólo un despreocupado consumidor como papel que el sistema le otorga…” (Villoro, 1992:85-98).
En esa misma perspectiva de análisis, la modernidad se entiende como una visión de mundo que planta al ser humano como el centro del Universo, es decir, es una visión atropocéntrica con el objetivo de que el ser humano busque de manera ineluctable, el progreso entendido como proceso de modernización en los ámbitos tecnológicos, intelectuales e incluso morales, puesto que se piensa en una idea lineal y evolutiva pensando en una idea de que la sociedad tiene que evolucionar en ascendente (Villoro, 1992).
Si bien es cierto que el proyecto de la modernidad desde la visión occidental parecía tener la intención de lograr el progreso a través de la modernización, al parecer ha fracasado ese intento que apunta a la autodestrucción de la misma, debido a que sus objetivos económicos no se lograron, pues existen evidencias a través de los indicadores estadísticos.
[...] millones de personas que viven (¿viven?) hoy por hoy debajo de la línea de pobreza en América Latina, dan cuenta del fracaso estruendoso de un modelo de sociedad y desarrollo fundamentado en la competencia despiadada, en la acumulación ilimitada de riqueza por unos pocos y la distribución irracional de la pobreza en la gran mayoría (Albán, 2005:45).
Las evidencias económicas indican el fracaso del proyecto de modernidad como un modelo que se autodestruye porque no logró alcanzar sus objetivos, por ello se ha vuelto necesario buscar alternativas de desarrollo desde una perspectiva diferente al pensamiento
moderno.
Sin embargo, es desde la visión occidental a partir de la cual se construye el concepto desarrollo, el cual sólo es reducido a pensarlo únicamente en su dimensión económica, puesto que se considera que si la población tiene ingresos monetarios con ello es suficiente para lograr su bienestar.
A lo anterior, se agrega que esta idea se fundamenta en el pensamiento moderno para crear una forma de ver el mundo y así se piensa al funcionamiento de la sociedad como si se tratara de una gran máquina donde los engranes no pueden continuar desarticulados, una máquina cuyo funcionamiento se tratara de elementos independientes, como si la cultura no fuera un factor determinante para el comportamiento de una sociedad, como si la política no influyera sobre la vida cotidiana de un grupo social, o como si la economía se tratara sólo de cifras numéricas que indican si la máquina funciona correctamente o no.
Entonces, desarrollo desde esta visión hegemónica se concibe sólo al punto de considerar que una nación, un estado o una localidad se considera sociedad desarrollada por el grado de poder adquisitivo que tienen sus habitantes o de acuerdo con los indicadores macroeconómicos que determinan el potencial de una nación o localidad.
Sin embargo, en las localidades campesinas existe una visión del mundo diferente a la visión hegemónica, por ello surgen posiciones de resistencia dentro de las localidades para no aceptar el modelo de desarrollo estructurado principalmente por las agencias internacionales (Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, Fondo Monetario Internacional, etc.), quienes son las encargadas en la actualidad de impulsar el desarrollo en países pobres. Evidentemente al impulsar un desarrollo desde la perspectiva occidental, esta acción termina como una imposición de la forma de ver el mundo.
Bajo el contexto actual, cabe preguntarse: ¿Para el caso de México se puede hablar de desarrollo?, tal como lo hace en su discurso el gobierno federal a través del Informe General del Medio Ambiente del año 2002.
El IDH surge dentro del ámbito de la economía, cuando se reconoce que más allá del capital económico, la verdadera riqueza de las naciones descansa en sus habitantes. En este sentido, una nación será más rica si sus habitantes son capaces de desarrollar todo su
potencial, experimentando vidas productivas y aportando su creatividad. Para desarrollarse plenamente se considera que los ciudadanos requieren de un ingreso digno que satisfaga sus necesidades básicas de una educación apropiada, de una vida larga y saludable, y del reconocimiento y participación en sus comunidades. Además, deben contar con oportunidades para su desarrollo, libertad política y respeto a sus derechos humanos. Si estas condiciones se satisfacen, cada persona está en condición de elegir aquello que más valora y la forma de vida que considere mejor. El desarrollo humano está cercanamente ligado a la libertad (PNUD, 2002).
Si partimos de este concepto de desarrollo tendremos que analizar primero ¿cuántas personas de esta nación no cuentan al menos con las necesidades básicas?, ¿cuántas personas son ultrajadas al violar sus derechos humanos?, ¿cuántas personas no tienen oportunidades de tener una educación básica?, ¿quiénes participan en la toma de decisiones de la vida política?, ¿a quiénes benefician las políticas económicas del país?, ¿cuántas personas sufren la discriminación por ser diferentes a la cultura occidentalizada?
Las interrogantes anteriores son precisamente la base para pensar que desarrollo es un concepto que se debe construir colectivamente, con base en el principio de la democracia participativa y el reconocimiento de la heterogeneidad de grupos sociales.
Todos estos principios deben ser los ejes articuladores del desarrollo alternativo de una sociedad. Sin embargo, en el modelo económico actual parece más importante mantener el funcionamiento de la gran máquina que se ha creado, haciendo a un lado la idea de una democracia participativa. Por ello tomando en cuenta que en los países latinoamericanos no se ha logrado un funcionamiento óptimo de la máquina, quizá esto puede dar la oportunidad de generar alternativas para la construcción de un desarrollo alternativo.
Con las premisas anteriores considero que el desarrollo debería concebirse desde la construcción colectiva de los diferentes grupos sociales, en donde cada grupo tiene su propia forma de entender el mundo, tal es el caso de las culturas étnicas que pueden explicarse como sujetos sociales conformados para la búsqueda de una vida en donde se reconozca y se valore cada cultura, donde las relaciones de poder se modifiquen de tal forma que los grupos subalternos dejen de ser considerados como tales, ya que en la historia de un país colonizado ha predominado
la idea de que el dominado es inferior y en todo caso al que se le debe explotar para los fines de las economías desarrolladas.
Con esto intento decir que también la forma de entender, explicar y construir el desarrollo es una forma de colonizar a una nación o una localidad, por ello es que estoy de acuerdo con todos aquéllos teóricos latinoamericanos, acerca de que el desarrollo debe ser un proceso planteado y construido por los actores sociales involucrados.
Por otro lado, dado que el Estado-Nación, ha sido también un artificio de la modernidad, pero que sin embargo, existe de manera concreta, ya que, es en ese plano donde se dan una serie de conflictos de lucha por el poder, puesto que constantemente el Estado parece ser la arena en donde se da la disputa por el desarrollo.
En ese sentido, el Estado, a través de las políticas públicas definen el rumbo del desarrollo en un país, por ejemplo el caso concreto de México, en donde la políticas para impulsar el bienestar se establecieron políticas sociales focalizadas con el objetivo de disminuir la pobreza, aunque nuevamente se centra exclusivamente en el nivel de ingresos monetarios y se dejan de lado los elementos que involucran la posible disminución de la desigualdad.
Siguiendo la discusión anterior debemos diferenciar que pobreza se refiere a la exclusivamente a la capacidad económica de la población y cuando se habla de desigualdad nos referimos a la falta de necesidades básicas de una sociedad que se consideran derechos porque sin ellos no puede pensarse en su capacidad ciudadana, por ello la desigualdad hace referencia a dimensiones sociales y políticas.
En los países en los que se adoptó de forma dogmática las políticas neoliberales, entre ellos México, su ideología es que los recursos son escasos y por tanto deben optimizarse al máximo, por lo que se deben planear mejor los programas sociales, es decir disminuir sus costos y tener resultados eficientes en el número de personas que pueden ser apoyadas para su bienestar, con el menor gasto social posible.
A este planteamiento se suma que desde los años noventa predominó en el discurso nacional y en los organismos internacionales la preocupación por disminuir la pobreza en todo el mundo, en tanto que en muchos países el crecimiento económico no necesariamente refleja
bienestar para la población en general, por lo cual, desde esa década y a la fecha se impulsa un tipo de política social principalmente la que tiene como objetivo reducir o combatir la pobreza, a través de políticas focalizadas (Ziccardi, 2008; Ornelas, 2006).
En este sentido, debemos aclarar que por políticas públicas entendemos que son las acciones de una autoridad gubernamental que se basan en un flujo de información para dar solución a los asuntos públicos (Lachera, 2002; 2004), en tanto que son decisiones para dar solución a problemáticas sociales, las políticas sociales son un tipo particular de políticas públicas (Ziccardi, 2008).
Dentro de dichas políticas sociales, en México las que se enfatizaron fueron las de combate a la pobreza, para operarlas se definieron programas focalizados de asistencia a la población pobre porque se planteaba que a través de estos pueden priorizarse los núcleos de atención, además al ser un subsidio al consumo, esto permite que disminuya de manera inmediata la carencia de necesidades básicas (Calderon, 2009; Ornelas, 2006).
En esta visión, uno de los grandes límites es que la pobreza sólo se mide por el nivel de ingresos monetarios que cada familia tiene para satisfacer sus necesidades básicas; sin embargo, al ser un subsidio que está dirigido al consumo, no reactiva las actividades económicas y productivas.
Debido a que en México desde finales de la década de los ochenta, las políticas públicas se delinearon en función de planteamientos neoliberales dogmáticos, porque en el país se impusieron los lineamientos internacionales, por tanto, una de las exigencias en un contexto de competencia internacional es demostrar la competitividad y eficiencia en los diversos ramos productivos; sin embargo, ambos términos sólo hacen referencia a sectores de altos rendimientos, tecnificados y con capacidad financiera para competir en un ambiente de libre mercado, por lo cual en el caso de los productores agropecuarios que son minifundistas, además de contar con una cultura campesina, en las instituciones gubernamentales se les consideró sólo como población pobre.
De tal forma que el sector social campesino, mismo que produce alimentos en pequeña escala, se les redujo casi exclusivamente a población en condiciones de pobreza, por tanto, sólo algunas políticas sociales los podían beneficiar, en concreto a través de las transferencias monetarias condicionadas, ya que en el discurso neoliberal estos sectores no son productivos y es
más sencillo acercarles recursos económicos, aunque ínfimos, pero pueden cubrir algunas necesidades sobre todo de consumo, con esto se logra reflejar una disminución en los indicadores de pobreza del país. Además, históricamente las políticas sociales se han concentrado en las zonas rurales, debido a que es donde se localiza el mayor número de personas en condiciones de pobreza (Calderón, 2009; Ornelas, 2008, Ziccardi, 2006).
Debido a que se abandonó la visión de las políticas universalistas para centrarse en las focalizadas, en México se incursionó como país pionero en retomar este enfoque en la definición de programas bajo esta estructura, por lo cual el primer instrumento con este corte fue el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) que se implementó en el sexenio de Carlos salinas de Gortari entre los años 1989 y 1994 (Ornelas, 2008).
Este programa, a diferencia de los que sucedieron, contemplaba el apoyo a ciertos proyectos productivos en zonas rurales, por ejemplo, a través de este, algunas organizaciones se configuraron y obtuvieron apoyos económicos para organizar sus procesos productivos en colectivo. Si bien, este programa no tuvo los resultados que anunciaron, algunos grupos, sobre todo en comunidades indígenas y en particular algunos campesinos que se dedican a la producción de café lograron configurarse en esta época con los apoyos mínimos que de alguna manera les permitió sobrevivir, porque de otra forma quedarían totalmente excluidos y sin posibilidades de continuar como campesinos. Esto último se argumenta en función de lo que directamente relatan en sus historias algunos cafeticultores que están organizados en Chiapas y Oaxaca. Entonces cabe aclarar, que la configuración de organizaciones de campesinos cafeticultores es resultado de la fuerte presión del mercado y del Estado a finales de los ochenta; sin embargo, también es parte de las acciones que los propios campesinos decidieron con el objetivo de hacer frente a los cambios que el modelo neoliberal imponía (Hernández).
A partir de 1994, desapareció Pronasol y se creó el Programa de Salud, Educación y Alimentación (Pogresa) durante el sexenio de Ernesto Zedillo entre los años 1994 y 2000, nuevamente en el sexenio de Vicente Fox hay un cambio de nombre porque el programa funcionaba de forma muy similar, solo que entre los años 2000 y 2006 su nombre fue Programa de Desarrollo Humano Oportunidades, posteriormente en el sexenio 2006 – 2012 con Felipe Calderón el programa mantiene el mismo nombre y finalmente en el sexenio 2012-2018 el programa se denomina Prospera, los cuatro programas mencionados prácticamente han tenido
una operación similar puesto que se trata de una transferencia monetaria que va dirigida al consumo.
Para el caso de nuestro estudio, el análisis se centra en familias que se dedican a la producción de café orgánico y que comercializan en condiciones de comercio justo, campesinos que están organizados a través de un colectivo. Sin embargo, observamos que entre sus ingresos económicos están presentes los subsidios asistenciales, mismos que actualmente representan un porcentaje importante para que sus familias subsistan.
Se realizó trabajo de campo una localidad que lleva por nombre El ocote y pertenece al municipio de Tataltepec de Valdés, mismo que se ubica en la región de la costa del estado de Oaxaca.
Oaxaca, es un estado que se caracteriza por su división política altamente pulverizada, debido a que cuenta con 570 municipios, de los cuales 96 de ellos se encuentran en condiciones de pobreza extrema, 296 en pobreza moderada (Coneval, 2010).
Oaxaca es un estado que aún mantiene 52.67% de su población en localidades menores a 2,499 habitantes, por esta situación, 32.41% de la población económicamente activa se registra dentro del sector primario (Censo de población y vivienda 2010, INEGI), datos que indican la importancia que tiene la población rural dentro del estado.
De manera general en el estado existe un total de 3,930, 833 personas, esto durante el año 2012 de acuerdo con los datos del INEGI. De esta población, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en sus datos más recientes, indica que durante el año 2014 66.8% de la población se encuentra en condiciones de pobreza, es decir 2,662,700 personas son pobres.
En el estado existen 570 municipios, de los cuales 318 se registran con un alto y muy alto grado de rezago social. Con estos datos estadísticos se comprueba que Oaxaca, a pesar de ser un estado con una elevada diversidad natural, en términos económicos su población es de las más rezagadas frente al conjunto de las entidades federativas.
Respecto a la ocupación económica de la población, 33% de la misma se dedica al sector primario, 19% desarrolla su actividad económica en el sector secundario y 48% en el sector
terciario. En este mismo sentido, de acuerdo con los datos de aportación al Producto Interno Bruto, el sector primario tiene una participación de 3% con respecto al total nacional. Estos datos nos permiten expresar que en general la población del sector agropecuario es importante por la cantidad de personas que depende económicamente de esta actividad, además de la importancia que representa para la economía del país.
De acuerdo con el informe sobre desigualdad en el estado de Oaxaca editado por Oxfam en México, 67% de la población de Oaxaca vive en pobreza, mientras tanto, la clase política incrementa su riqueza de manera escandalosa (Torres, 2016).
En el marco de estas condiciones estatales, el municipio de Tataltepec de Valdés cuenta con 5,869 habitantes, ocho localidades conforman este municipio, registra un grado de marginación Muy Alto, la localidad que se visitó fue El Ocote, la cual cuenta con 220 habitantes está a 577 msnm, se encuentra a una hora de camino de la cabecera municipal sobre terracería, con un camino sumamente accidentado, por lo cual el acceso se dificulta.
Se trata de población rural, cuya actividad económica se centra en la actividad agropecuaria, por tanto, su economía y su reproducción social dependen de estas actividades, al tiempo que también dependen de los programas de asistencia social que reciben.
En general se trata de población, que por sus condiciones orográficas, tienen grandes deficiencias de infraestructura, principalmente por su camino que está en una situación sumamente deteriorada, el traslado de los vehículos es complicada y muy costoso porque en esas condiciones el transporte se deteriora fácilmente; sin embargo, tienen que pagar el costo porque lo requieren para transportar producción como el café que entregan a la organización en dónde están organizados, o bien, para trasladar ganado, o para llevar víveres que compran en la cabecera municipal o en el municipio de Rio Grande.
A estas condiciones de su localidad, se agrega que los cultivos son de temporal, por tanto, en el caso del café que cultivan, a pesar de que es un cultivo que cumple con normas de la agricultura orgánica, eso no los deja exentos de enfrentar crisis por las condiciones cambiantes del clima, de tal forma, otro de los problemas que sufrieron recientemente fue la perdida de sus cafetales debido a la plaga de roya que afectó fuertemente su cultivo, esta plaga es un hongo que debilita a las plantas y provoca que el fruto caiga antes de su maduración.
Hubo población que tuvo menor afectación con la roya, sin embargo, sus pérdidas fueron
de 80% de su producción de café, esta situación si bien los desalentó, están conscientes que es de las pocas alternativas que tienen para mantener la economía de sus familias, por tanto, tuvieron que realizar la renovación de plantas, aunque tienen que pensar en cambiar la variedad del que muestre ser resistente a la roya.
En otro momento de su historia, enfrentaron crisis ambientales porque el huracán Paulina afectó sus cultivos, sus casas y sus caminos, enfrentaron incendios que se dieron en años anteriores al huracán y una sequía de casi un año, que para la población que se dedica a la producción agropecuaria es catastrófica porque de ello depende su actividad productiva.
En general, aunque la población de El Ocote produce café y algunos otros también se dedican a la ganadería en pequeña escala, toda la población cultiva maíz y frijol porque son granos básicos para el consumo familiar. Otro porcentaje de la población también produce tomate y aguacate.
Debido a las crisis que enfrentan con el café, en la actualidad tienen la inquietud de incursionar en el cultivo de cacao como otra opción para obtener ingresos, de tal forma, los campesinos de que viven en esta localidad, tienen una diversificación económica y productiva.
Esto lo observamos con su producción del aromático que es un cultivo de suma importancia por los ingresos que les ha representado, aunque también tienen algunas cabezas de ganado que les genera ingresos monetarios en ciertas épocas del año. A esto se suma que también cultivan granos básicos para el consumo familiar y de esta forma pueden tener una parte de sus alimentos con producción propia y finalmente encontramos que prácticamente todas las familias reciben el subsidio de Prospera.
A pesar, de que es población que se esfuerza por producir, necesita recurrir a las transferencias monetarias, sin embargo, esto tampoco es suficiente para alcanzar ciertos niveles de bienestar porque las escuelas de nivel medio superior en adelante no existen en la localidad, por tanto, las familias tienen que buscar diversas formas de obtener ingresos para que los jóvenes puedan asistir a la escuela, puesto que esto resulta costoso para ellos.
En cuanto al sistema de salud, tampoco existe y por tanto cuando tienen complicaciones de salud, para esta población significa un elevado costo que muchas veces no pueden pagar, primero porque estar enfermo implica que dejen de trabajar y si dejan de trabajar no tienen ingresos económicos ni siquiera para movilizarse de la localidad a la cabecera municipal. En caso
de contar con algunos recursos porque el conjunto de la familia les apoya, esto es sumamente difícil para todo el núcleo familiar, al grado de que estar enfermo con ciertas enfermedades graves significa un riesgo total en la vida.
Con ello, observamos que a pesar de todos los ingresos económicos que pueden obtener, tanto de actividades productivas como por el programa Prospera, esto no es una condición que solvente sus necesidades porque notamos que sus carencias están relacionadas directamente con las carencias de infraestructura, de los derechos básicos de acceso a la salud, educación y vivienda; asimismo está relacionada con la falta de atención al campo, puesto que esta población es campesina y es la vía que tienen para mantener su reproducción social.
Por tanto, consideramos que si bien, el programa Prospera aminora su condición de pobreza porque en ciertos momentos les proporciona ingresos monetarios, esta situación genera dependencia y es un paliativo que en el momento que esto llegue a su fin, la población se encontrará en mayores índices de vulnerabilidad porque sólo se genera dependencia económica sin impulsar su capital social, físico, intelectual y económico.
Con la investigación realizada, podemos asumir que si bien, las transferencias monetarias benefician a la gente que lo necesita, estas sólo deberían ser una forma para solventar las necesidades inmediatas y que deben ser programas acompañados de apoyos que generen capacidades de producción y no sólo que genere dependencia económica.
Por tanto, incluso nos atrevemos a reflexionar que estos programas si no van acompañados de apoyo técnico para fortalecer las actividades económicas productivas de la población, sólo aumentan las brechas de desigualdad porque es población que se vulnera cada vez más al generar dependencia del Estado.
Una vez que esta dependencia se arraiga, es la forma en que se puede lucrar y controlar a través de la pobreza, puesto que es población que no logra fortalecer sus capacidades productivas, por las diversas crisis que enfrentan solos, que cómo describimos, enfrentan los cambios drásticos del clima, las plagas y la fluctuación de precios en el mercado, para el caso de cultivos que exportan como el café.
Por otra parte, también observamos que la población de la localidad que visitamos está
consciente que acepta el programa de prospera porque en efecto lo necesita, sin embargo, no están pensando en depender exclusivamente de este ingreso, puesto que continúan realizando sus actividades productivas, a pesar de las adversidades que enfrentan.
En otro sentido, el grupo de familias a quienes entrevistamos participan en una organización que se denomina Yeni Navan, en donde comercializan su café con sellos de orgánico y de comercio justo, aunque esta situación que representa gran esfuerzo para esta familias, porque estar organizados tiene su grado de complicación porque deben participar en reuniones y cumplir con la normatividad estricta de la agricultura orgánica; esto tampoco es suficiente para superar el nivel de carencias que son a nivel de localidad y no sólo de carácter individual.
Por ello, también argumentamos que si bien, las políticas sociales focalizadas se dirigen a núcleos de población que presenta grandes necesidades económicas, eso no debiera significar que se abandone o se dejen de atender las debilidades de infraestructura local y municipal.
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