Ana María Martínez Ponce1 y Manuel Ramírez Mercado2
Palabras clave: representaciones sociales; cultura política; jóvenes.
En esta ponencia se realiza una exposición de un avance de la investigación “Representaciones sociales de la ciudadanía y cultura política en jóvenes universitarios”, actualmente en fase exploratoria. Como antecedente de este trabajo se aplicaron encuestas entre la comunidad estudiantil de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón durante los años de 2014, 2015 y 2016, para conocer las características generales de la cultura política. A partir de esos resultados
1 Maestra en Ciencias de la Educación, por la UVM Texcoco. Profesora de Asignatura Definitiva en la Licenciatura en Sociología UNAM-FES Aragón. Correo electrónico: ana.ponce.72@hotmail.com. Líneas de investigación: Educación y Jóvenes universitarios.
2 Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM. Profesor Asociado C de Tiempo Completo Interino, en la licenciatura en Sociología, UNAM-FES Aragón. Líneas de investigación: ciudadanía en jóvenes universitarios; participación electoral y cultura política. Correo electrónico: manuelrm19@hotmail.com.
surgió la inquietud por continuar el ejercicio, pero desde una vertiente cualitativa, a fin de conocer las representaciones sociales que sobre la ciudadanía y la cultura política han desarrollado. Es por ello que en este trabajo se realiza una exposición del primer avance alcanzado, el cual está integrando en la ponencia en dos secciones; la primera, se contempla la discusión conceptual sobre las representaciones sociales, estableciendo los puentes de comunicación entre la psicología social y la sociología, para ello los aportes de Sergei Moscovici y Denise Jodelet, son contrastados con elementos de la fenomenología desarrollados por Alfred Schutz, Peter L. Berger y de Thomas Luckmann. Esta parte de la contextualización conceptual es reforzada en la segunda sección de este trabajo por medio de la presentación del resultado de una serie de ejercicios exploratorios sobre representaciones sociales con los estudiantes de la FES Aragón, cuyo desglose permite identificar las características de la cultura política y los aspectos de objetivación, anclaje y estructuras de sentido vinculadas a las representaciones.
Para el desarrollo de una investigación es necesario establecer las referencias teóricas que sustenten tanto el proceso de la investigación como la interpretación de los resultados, es por ello que esta ponencia trata de los aspectos teóricos de las representaciones sociales, la cultura política y los jóvenes universitarios. En el caso de las representaciones sociales se tiene varios autores en consideración para el desarrollo de la propia categoría. Los representantes más significativos en la construcción del concepto de las representaciones sociales son Sergei Moscovici y Denise Jodelet, que desde la psicología social observan y definen qué es una representación social, para ello estos autores se respaldan en aspectos sociológicos y de manera particular de las interpretaciones de la micro-sociología, es por ello que iniciaremos con la fenomenología de Alfred Schutz, Peter L. Berger y de Thomas Luckmann.
Lo importante para las representaciones sociales son los individuos y sus acciones sociales a partir de la subjetividad y la intersubjetividad, así que antes de definirlas es importante establecer qué es la vida cotidiana. De acuerdo con Alfred Schutz y Thomas Luckmann (1973), ellos denominan el mundo de la vida cotidiana como todo conocimiento pre-científico que hace posible otorgar sentido y significado a los actos y resultado de los mismos. Es así que los individuos pueden ser comprendidos por los otros individuos (semejantes) y, al mismo tiempo,
ellos por el individuo, además de que sólo ahí pueden actuar de manera conjunta. El conocimiento que se adquiere en la vida cotidiana y que permite comprender la realidad y construirla subjetivamente, viene “de la experiencia subjetiva de la vida cotidiana” (Berger y Luckmann, 2008: 35), en ella los individuos son conscientes, elemento fundamental para que el aprendizaje constantemente de su entorno social, físico y abstracto y con ello la acumulación de significados subjetivos que permiten ordenar la vida cotidiana y realizar una acción determinada. También el lenguaje interviene en el ordenamiento de la realidad y de la construcción subjetiva de esa realidad.
Toda objetivación se realiza en el mundo de la vida cotidiana, ya que es allí donde se está conformado las actitudes del sentido común, las experiencias incuestionables, que le otorgan orden a la realidad, y que no implican un cuestionamiento por parte del individuo, sólo se aprehende. Esta actitud natural, recreada por presuposiciones, es parte esencial del “mí” y de “otros hombres” (semejantes) con quienes se comparte ese mundo y a nivel de experiencia y de conciencia, denominada como parte de un “mundo intersubjetivo”. Uno de los aspectos centrales en este planteamiento tiene que ver con una base social y cultural compartida, el mundo exterior se presenta de la misma forma para uno y otros, por ello el significado de la realidad se muestra en el mismo plano de interpretación, toda vez que previamente fue “experimentado, dominado y nombrado por nuestros predecesores”, (Schutz y Luckmann, 1973: 26), de ahí su esencia social.
La interacción entre el mundo natural, del sentido común y los semejantes, son presentado como parte sustancial del sentido situacional del individuo:
Es evidente para mí, en la actitud natural que puedo actuar sobre mis semejantes y que también ellos pueden actuar sobre mí. Sé que puedo entrar en múltiples relaciones sociales con ellos. Ese conocimiento contiene también el supuesto implícito de que ellos, mis semejantes, experimentan sus relaciones —que, recíprocamente, me incluyen— de una manera que es, para todos los fines prácticos, similar a la manera en que yo los experimento a ellos (Schutz y Luckmann, 1973: 26).
Para Schutz, Luckmann y Berger, el mundo social y el mundo cultural están estrechamente ligados, al considerar que prevalece una relación constante entre las cosas
materiales, la experiencia vivida por lo antecesores y “los estratos de sentido” por medio de los cuales los afloran los objetos culturales, la existencia de los semejantes y la interpretación de movimientos en “actos, gestos y comunicaciones”. En este contexto el individuo organiza y ordena su vida cotidiana en su “aquí” y su “ahora”, ya que es el punto de partida en el mundo de la vida cotidiana, es decir, el tiempo y el espacio del individuo determina el significado de los objetos, de las personas, de las relaciones con el objeto social y con los aspectos abstractos tanto de la vida diaria como de lo que no está incluida.
Así la subjetividad, la conciencia, el lenguaje como el espacio-tiempo de un individuo, permite la objetivación de todo lo que está fuera del propio individuo y que, por medio de la subjetividad lo construye, lo nombra y lo clasifica, con la intención de ordenar la realidad y evitar lo caótico de la realidad social en la que se vive. Esta dualidad entre el mundo sensorial y físico, por una parte, y los estratos de sentido, por otra, establecen un punto de partida para adentrarnos en las estructuras del mundo de la vida cotidiana. Para Schutz y Luckmann la convergencia entre estos dos aspectos es lo que permite identificar la forma mediante la cual se actúa y se transforma el mundo de la vida, al reconocer que en éste el individuo encuentra la posibilidad de operar mediante el mundo físico (incluyendo el mismo cuerpo) para expresar ideas o generar actos, que son dotados de sentido, en el contexto del mundo social compartido: “nuestros movimientos corporales se insertan en el mundo de la vida y transforman sus objetos y sus relaciones recíprocas. Al mismo tiempo esos objetos ofrecen a nuestras acciones una resistencia que debemos superar o a la cual debemos rendirnos.” (Schutz y Luckmann, 1973: 28)
La actitud natural recibe influencias directas de varios aspectos a considerar. En primer lugar, el mundo de la vida cotidiana es algo ya dado al individuo. En segundo lugar, para actuar en él y operar sobre él es necesario comprenderlo. En tercer lugar, el pensamiento está vinculado a motivos pragmáticos. De ahí que la estructura del pensar dentro de la actitud natural, en términos de Schutz y Luckmann, conlleve a la explicitación y comprensión del mundo, en ese plano el acervo de conocimiento, que recupera todas las experiencias propias y las compartidas, constituye tipificaciones que permiten nombrar los objetos, fenómenos, situaciones y todo aquello envuelto en la vida cotidiana que pretenda ser explicitado por el individuo y que parte del presupuesto de que estas tipificaciones son compartidas por los semejantes. “Toda explicitación dentro del mundo de la vida procede dentro del medio constituido por los asuntos que ya han sido
explicitados, dentro de una realidad que es fundamental y típicamente familiar” (Schutz y Luckmann, 1973: 28)
La confianza en la preservación del acervo de conocimiento conlleva al supuesto <<y así sucesivamente>>, mientras que la certeza de repetir los actos exitosos lleva al supuesto
<<siempre puedo volver a hacerlo>>:
Ambas idealizaciones y los supuestos acerca de la constancia de la estructura del mundo que en ellas se basan —la validez de mi experiencia anterior y, por otra parte, mi capacidad de operar sobre el mundo— son aspectos esenciales del pensar dentro de la actitud natural (Schutz y Luckmann, 1973, p. 28).
Los individuos entonces construyen una estructura mental donde ordenan y sobre todo los diferentes objetos con los que interactúa constantemente tienen un significado significante, es por ello que las acciones que realiza tienen una carga significativa de sentido, ya que el mismo individuo le atribuye a esos objetos y sus propias acciones, es aquí donde las representaciones sociales como categoría de análisis es fundamental, ya que es precisamente la forma de objetivizar y de aprehender del conocimiento del sentido común.
Dependiendo de lo que representa o del significado del objeto es la reacción del individuo, para Denise Jodelet, la objetivación y el anclaje permite establecer analíticamente el vínculo entre ciencia y explicación de lo social, a partir del vínculo entre conocimiento y representación social. En el caso de la objetivación y de acuerdo con Jodelet puede “(…) definirse como una operación formadora de imagen y estructurante” (1986: 481) y las observa en tres fases:
Selección y descontextualización de los elementos de la teoría. (…)
Formación de un núcleo figurativo: una estructura de imagen reproducirá de manera visible una estructura conceptual. (…)
Naturalización: el modelo figurativo permitirá concretar, al coordinarlos, cada uno de los elementos que se transforman en seres de la naturaleza.” (Jodelet, 1986: 482-483)
La primera fase refiere cómo las personas se apropian de imágenes y hechos concretos a partir de los referentes culturales y normativos que socialmente les son significativos. Es decir, para asociar una enfermedad cualquiera no se requiere términos científicos o conocimiento científico, tan sólo se seleccionan elementos que pueden ser expresados como una condición particular y/o como una cualidad de alguna persona, lo cual es socialmente aceptado en el entorno donde viven el sujeto que representa la imagen de enfermedad y quienes la interpretan con sus recursos culturales y de vínculos sociales que tienen al alcance, esto es el conocimiento que viene de la vida cotidiana y que se considera el sentido común.
La segunda fase, el núcleo figurativo, es la esquematización estructurante, consiste en hacer concretos los elementos figurativos de las representaciones sociales es, además, el elemento bajo el cual se estructuran las representaciones sociales. Para la fenomenología serían las tipificaciones, ya que al ordenar y clasificar lo que se realiza es estructurar el exterior y con ello se da sentido y significado a los diferentes objetos de interacción.
Por último, la naturalización permite que las imágenes asociadas a las figuras se conviertan en realidad. Con ello, el pensamiento y la realidad son conectados en la representación social, es decir, sí para un joven la política es corrupción, se piensa y al mismo tiempo es verdad, así es la realidad del individuo. Entonces qué son las representaciones sociales. De acuerdo con Jodelet una representación social son: “(…) concierne a la manera cómo nosotros, sujetos sociales, aprehendemos los acontecimientos de la vida diaria, las características de nuestro medio ambiente, las informaciones que en él circulan, a las personas de nuestro entorno próximo o lejano” (Jodelet, 1986: 473).
La autora además refiere que las representaciones sociales son imágenes, que permiten interpretar y reflexionar la vida cotidiana, ya sea situaciones, eventos o a los individuos. Al ser una forma de dar sentido y significado a hechos concretos, vinculan aspectos psicológicos y sociales. Como Jodelet lo menciona:
Imágenes que condensan un conjunto de significados; sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede, e incluso, dar sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quienes tenemos algo que ver; teorías que permiten establecer hechos sobre ellos. Y a menudo,
cuando se les comprende dentro de la realidad concreta de nuestra vida social, las representaciones sociales son todo ello en conjunto (Jodelet, 1986: 472).
Las representaciones sociales para Jodelet, son formas de conocimiento socialmente adquirido basado en el sentido común, mismo que apoya a interpretar y otorgar sentido a la estructura social. La orientación del sentido comprensivo y comunicativo del mundo social a través de las representaciones permite identificar la lógica organizativa de los referentes psicológicos condicionados por el contexto social del individuo y por los procesos de interacción que le competen. Estas ideas de Jodelet surgen de las posturas teóricas de Sergei Moscovici (1979) donde identifica a la representación social como “una modalidad particular del conocimiento”, y es definida como:
Una representación social es alternativamente el signo, el doble de un objeto valorizado socialmente (…) una representación siempre es representación de alguien, así como es representación de una cosa (…) el diagrama de las relaciones y de los intereses sociales es legible, a cada momento, a través de las imágenes, las informaciones y los lenguajes. Representarse no es solamente seleccionar, completar un ser objetivamente determinado mediante un suplemento del alma subjetiva (Moscovici, 1979: 17-18).
Un tipo de conocimiento vinculado a la comunicación y comportamiento de los individuos. La idea planteada por Moscovici indica un reconocimiento de las actividades psicológicas en el proceso de interpretación de la realidad, al mismo tiempo que resalta el proceso de interacción del individuo mediante este conocimiento socialmente constituido. De igual manera, el autor reconoce la relación entre el aspecto psíquico, la fenomenología y la interacción social.
En el caso de Jodelet y de Moscovici, las representaciones sociales tiene una base psicosocial, para autores como Manuel Cárdenas, Luis Parra, Juan Picón, Héctor Pineda, Rodrigo Rojas (2007), Álvaro Díaz Gómez (2005) y Sandra Aramaya Umaña (2002), la posición de la categoría de las representaciones sociales son más sociales que psicológicas, ya que en las diferentes interacciones que el individuo realiza a lo largo y ancho de su vida cotidiana le da
elementos y conocimiento para conformar la esencia de la representación social. En el caso de Manuel Cárdenas y compañía, la representación social es:
(…) una forma de pensamiento construida comunitariamente mediante procesos de comunicación grupal. Se trata del denominado «pensamiento del sentido común». Ahora bien, decíamos que tiene un carácter práctico en tanto prescribe comportamientos a los miembros del grupo y en tanto permite que en esas prácticas sus integrantes puedan encontrar un soporte de su identidad. Una representación integra la información que circula en el medio social y permite hacer inteligible el entorno en que tiene lugar la convivencia entre grupos (Cárdenas, 2007: 77).
Así que la construcción social de la realidad implica distintos caminos, en el caso de las representaciones sociales es importante considerar dos elementos básicos: la función práctica y el origen compartido. Por una parte, es preciso observar la capacidad de asimilación de expresiones nuevas de conocimiento, para enriquecer las percepciones de las cosas, eventos, situaciones o individuos, es por ello que el sentido común más que un elemento que obstruye el conocimiento, es un referente en la funcionalidad práctica de asimilación y reflexión de la representación. De igual manera, la reflexión de la representación lleva a considerar la importancia de los esquemas socialmente compartidos, en este caso las representaciones sociales organizan, esquematizan y apoyan el desarrollo del sujeto dentro del mundo social de la cotidianeidad.
Para Álvaro Díaz las representaciones siempre son sociales ya que “se constituyen en el proceso de interrelación humana, entre hombres y mujeres quienes interactuamos física y simbólicamente” (Díaz, 2005: 182). Es decir, los procesos de interacción de cualquier sujeto se reconocen en el ejercicio social, en cuanto habla de la forma cómo está constituido un grupo, las formas de comunicación existentes en éste y las formas particulares de identidad social que les compete y que, en el mejor de los casos, el sujeto lo hace evidente. Las representaciones sociales son de grupos, de historia humana como Díaz lo refiere: “Las representaciones sociales, por lo tanto, son históricas, situadas, colectivas, relativas, referidas a grupos y clases sociales específicas. Demarcan comprensiones de mundo y se refieren por lo tanto a conocimientos que tenemos sobre él” (2005: 182).
Las representaciones sociales son esos elemento teórico-metodológico que sirve para observar el cómo los individuos hacen referencia y actúan de acuerdo a la forma que estructuran subjetivamente la vida cotidiana, el conocimiento que se genera y sobre todo el conocimiento que surge en las interacciones con los diferentes objetos (físicos, sociales y abstractos). Por ello, Sandra Aramaya, define las representaciones sociales como:
Sistemas cognitivos en los que es posible reconocer la presencia de estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener una orientación actitudinal positiva o negativa. Se constituyen, a su vez, como sistemas de códigos, valores, lógicas clasificatorias, principios interpretativos y orientadores de las prácticas, que definen la llamada conciencia colectiva, la cual se rige con fuerza normativa en tanto instituye los límites y las posibilidades de la forma en que las mujeres y los hombres actúan en el mundo (2002: 11).
Concluyendo lo que menciona Aramaya (2002), las representaciones sociales son, sistemas de conocimiento que generan actitudes y definen la conciencia colectiva, la cual norma el comportamiento social. El pensamiento social, condensa procesos psíquicos mediante los cuales el sujeto ordena e interpreta el mundo, los cuales a su vez denotan la construcción social de las prácticas sociales mediante los procesos de interacción del sujeto con el entorno, con otros sujetos y con el grupo social.
Si es así, entonces los jóvenes inmersos en un contexto tanto nacional (macro-social) como en su vida cotidiana (micro-social), en interacciones constantes desde la familia hasta el mundo laboral (para algunos), construirán estructuras subjetivas que le permita ordenar y clasificar la realidad objetiva para darle respuesta, pero cada acto social sea político, cultural o económico tiene una representación social, es decir, un significado con sentido, que le genera certeza de su acción ya que en el pensamiento tiene establecido lo que es verdad y lo que no es verdad para ellos, siempre y de acuerdo a las formas de asimilación de la realidad social.
Para esta investigación el sujeto a estudiar son los jóvenes universitarios, el objeto de estudio es
el desafecto político, que tiene que ver con los temas de cultura política, en este sentido lo importante es cómo los jóvenes universitarios construyen estructuras subjetivas que comparten sobre la política y los valores que se asumen y que tienen un significado significante, que le dan sentido para realizar sus acciones previo a la toma de decisiones. Hay que tomar en cuenta que la construcción de las representaciones sociales es históricas y colectivas como bien hace mención Álvaro Díaz, las generaciones pasadas transmiten su conocimiento del sentido común junto con sus experiencias a la generación siguiente, que las procesa y que les comienza a dar significado dependiendo de las interacciones sociales y de su propia experiencia.
En México los procesos políticos y las formas de democracia, han generado representaciones sociales diferentes en los individuos, esto porque depende de la historia biográfica, social e histórica de cada grupo social o clase social. Los jóvenes no son la excepción, ellos atribuyen sentido y significado a la política, a la participación y a la democracia, aunque en el conocimiento científico no se establezca de la forma en que ellos la estructuran subjetivamente. Para ello se realizó una prueba exploratoria con los jóvenes estudiantes de la FES Aragón, con la intención de observar las representaciones sociales sobre la ciudadanía y la cultura política, con tres técnicas de recopilación de información: la asociación libre de ideas, la carta asociativa y las elecciones sucesivas por bloques, lo que derivó en la siguiente información:
Asociación de ideas. Las representaciones sociales de la ciudadanía están orientadas al plano civil y político, mientras que la asignación hacia los asuntos de bienestar social y económico que configuran la ciudadanía social es más débil en las menciones de los estudiantes. Así conceptos como: democracia, los derechos, la participación, la cultura y las leyes (ciudadanía civil), son más importantes que los conceptos: legitimidad, población, política, territorio y voto (ciudadanía política) y que los conceptos: transformación, demandas sociales, cambio (ciudadanía social). Por otra parte, las representaciones sociales sobre la política están más relacionadas con la democracia, el poder, los partidos políticos, la corrupción, el Estado, las leyes y la participación. En primera instancia, estos resultados indican una clara orientación de los estudiantes hacia la observación de situaciones generales como lo son los procedimientos y las bases estructurales del conocimiento de la política, pero denotan una menor atención a las particularidades de estos procesos que implican la actividad de los actores y las instituciones políticas.
Carta asociativa. Las palabras más asociadas a la ciudadanía son: participación, democracia, derechos, legitimidad. Se observa un marcado interés en la ciudadanía de tipo civil, como tipo primario de reconocimiento de derechos y obligaciones de libertad individual frente al Estado, en un segundo plano la ciudadanía política, que engloban los procesos políticos y electorales, y en un tercer plano la ciudadanía social, los derechos de bienestar económico y social. El mismo ejercicio aplicado a la política ha dado como resultado que las palabras más asociadas a la política son: democracia, poder, corrupción, legitimidad y partidos políticos. De igual manera, se observa una connotación negativa dentro de estas asociaciones a la política.
Elecciones sucesivas por bloques. Los estudiantes ligeramente manifiestan una mayor connotación negativa al término de ciudadanía, entre las que destacan el proceso electoral y el voto, junto con el espacio público, familia, comunidad y pueblo, que podría pensarse como aspectos positivos de la ciudadanía. Por otra parte, la valoración positiva es ligeramente menor, pero integra algunos conceptos ya identificados en las dos técnicas anteriores, tales como: participación, derechos y democracia, acompañados de la referencia al Estado, la cultura, el gobierno y las instituciones, lo cual deja ver la vinculación cívica y política de las representaciones sociales de la ciudadanía. Las representaciones sociales de la política en los estudiantes de la FES Aragón es ligeramente negativa con ideas como: estéril, desinformada y falsa. Mientras que en las valoraciones positivas los alumnos la vinculan con: la democracia, el poder, real, teórica y práctica.
Estos ejercicios se complementaron con la aplicación de un cuestionario abierto para seguir profundizando en esta etapa exploratoria en las actitudes políticas de los jóvenes estudiantes de la FES Aragón. Como parte de la recuperación de las respuestas se identificó que ellos manifiestan estar interesados en participar en asuntos públicos para atender problemas comunes. Estas expresiones conllevan a sustentar una idea de desarrollo político y democrático que prevalece en ellos, ya sea como refuerzo de los lazos comunitarios, de derechos y obligaciones o como un compromiso participativo que previene posibles efectos negativos sobre ellos y su familia. De igual manera, este tipo de participación conlleva a reconocer la pluralidad de intereses y formas de expresión que existen en la colectividad. Junto con estas formas de observar la participación, también se presentan expresiones que denotan desconfianza en la participación como una forma de influir en las decisiones o de incentivar el carácter simbólico del
espacio público, así como la poca credibilidad en la acción estatal. Estas respuestas hacen evidente el sentido común en los estudiantes, considerando que hay un sustento mayoritario en las creencias y las percepciones e incluso en la opinión personal, y menos en las experiencias concretas.
Los alumnos de la FES Aragón presentan opiniones divididas al considerar la posibilidad de ser consultados o no en la toma de decisiones por parte del gobierno. Para quienes prefieren un gobierno fuerte que atienda los problemas sin consultar a la población las opiniones se apoyan en argumentos que refieren a la dificultad para consultar a toda la población, así como la importancia de contar con gobernantes mejor preparados para tomar decisiones y para atender las necesidades de la ciudadanía. Por otra parte, aquellos que prefieren ser consultados muestran menos claridad en sus argumentos y denotan mayor desconfianza, al expresar que no creen que les lleguen a tomar en cuenta, o que prevalece descontento social o jerarquizar los problemas para resolverlos. Estas respuestas se sustentan, a su vez, en creencias de los alumnos, conjuntada con opiniones y, en menor medida, en percepciones que tienen de la toma de decisiones y ejecución de las mismas por parte de la estructura gubernamental.
En su mayoría los estudiantes de la FES Aragón hacen patente su desconfianza hacia elecciones, las respuestas dejan ver el vínculo con el fraude, la compra de votos, el robo, la corrupción, la manipulación y la pérdida de credibilidad en estas. Todas estas connotaciones negativas y formas de adjetivación que predominan entre la población mexicana y que, no corresponden a experiencias concretas y sí como una forma de apropiación de los discursos que, en el ambiente escolar, familiar y en el espacio público en general, están latentes. Que previamente ya se había señalado con la fenomenología (Schutz y Luckmann, 1973: 26) al identificar la relación entre las experiencias vividas por los antecesores y los estratos de sentido, mediante los cuales afloran los objetos culturales, en este caso el sentido de la política para los jóvenes estudiantes.
Aunado a estas formas de expresión también se observa lo que se ha denominado como “acervo de conocimientos”, al identificar en estos jóvenes universitarios que la política representa tan sólo un método para seleccionar cargos de representación, en la cual la sociedad mexicana participa, aunque estén enmarcadas en prácticas fraudulentas. También se observa muy poca referencia a la participación ciudadana y a la información para tomar decisiones. Las respuestas
de los estudiantes se sustentan en una creencia generalizada sobre la participación electoral y el funcionamiento de las instituciones encargadas de dar certeza y credibilidad a las mismas.
Al abordar el tema de los partidos políticos se observa una valoración negativa de manera categórica. Los alumnos hacen patente expresiones que cuestionan de manera profunda el papel de mediación y promoción de la participación ciudadana que les corresponde, con lo cual se observa un claro distanciamiento entre la estructura social y la representación de intereses. Expresiones como: “no hay un proyecto”, “no son legítimos”, “sólo proponen y no cumplen”, “sólo les interesa obtener recursos y el poder”, “sólo ven intereses propios”, atienden el punto central de la crisis de representación política para los jóvenes (universitarios) en el país. De igual manera, las expresiones: “gastan erario”, “deberían ser menos”, “son inservibles”, “nido de cobardes”, reafirman esta desconfianza y cuestionan aún más la posibilidad de que éstos se presenten como los agentes de la promoción de la participación ciudadana y de la vida democrática nacional como lo ha considerado el Instituto Nacional Electoral (INE). Al igual que en el caso de las elecciones, en estas respuestas predomina una creencia generalizada, sobre la actividad limitada de los partidos para promover la participación ciudadana.
Al igual que en el caso de las elecciones y de los partidos políticos en este caso los estudiantes de la FES Aragón tienen una valoración negativa de los políticos, y por ende de la política. Las expresiones recuperadas con el instrumento hacen evidente un entorno de desconfianza hacia el papel de los políticos en la vida pública del país, la cual se ve reforzada al señalarlos como: “no son los más preparados”, viven de la política”, “corruptos”, “delincuentes”, “necesitamos que cumplan sus propuestas”, permiten identificar que la lectura de la función pública está plagada de personajes que les falta vocación para el servicio público, practican la demagogia y se presentan vulnerables a un contexto determinado por la corrupción, lo cual los lleva a ser propensos a delinquir y a dejar de lado los intereses de la ciudadanía. Ahora bien, este tipo de expresiones se sustentan tanto en una creencia compartida, como en opiniones y muy poco en experiencias concretas, pero en conjunto configuran lo que Jodelet denomina la construcción selectiva de la objetivación (Jodelet, 1986: 483), al fungir como referentes culturales y normativos socialmente significativos; también estas respuestas integran la esquematización estructurante de las representaciones sociales, al vincularlo con algo concreto: la falta de preparación y la corrupción, entre otros; todo ello desemboca en el tercer elemento: la
naturalización, al permitir que las imágenes de las elecciones, los partidos y los políticos se proyecten como algo real.
El desglose de las respuestas permitió adentrase aún más en el ejercicio de las inferencias para conocer a mayor profundidad los aspectos que configuran las representaciones sociales de la cultura política. Un aspecto central es que ayudan a identificar expresiones que denotan un problema de interés en la actitud que tiene la sociedad mexicana para platicar e involucrarse en situaciones que competen la convivencia en el espacio público. En primera instancia, este interés es expresado mayoritariamente de forma negativa, ya sea como apatía, desinterés, indiferencia. El común denominador es una percepción del espacio público y de los actores involucrados en éste en dos vertientes: las personas (de forma concreta) y el interés púbico (en abstracto) que deja ver una vinculación con las estructuras de poder y de gobierno.
En el primer caso, es importante observar la posición del individuo frente a estos dos actores, al mostrar que el sujeto colectivo, que conjunta al individuo y al otro o los otros individuos, al reconocer un problema o situación en común (espacio público) se constituye mediante actos egoístas, en el cual prevalecen actitudes que niegan la posibilidad de la integración de voluntades individuales, de ahí que las referencias a la apatía, el desinterés, la indiferencia adquieren sentido para el individuo que se posiciona frente a este situación y le permiten interpretar las pocas o nulas posibilidades que tiene la sociedad mexicana en constituirse en un actor colectivo que recree el espacio público dando vida a la convivencia social.
De igual manera, habría que considerar el sentido de orientación del interés en la convivencia en el espacio público que reflejan los jóvenes estudiantes, dado que dejan abierta la posibilidad de interpretar la convivencia social como el equilibrio entre el interés individual y el colectivo, cuyo objetivo se dirige hacia la idea de cambio o de impacto en la vida cotidiana. Es en ese sentido, la observación de actitudes que reflejan una negación de la integración de la comunidad como punto de referencia de la convivencia social también habla de la identificación de experiencias (propias o compartidas de otros) donde ese sujeto colectivo no existe, lo cual lleva al repliegue de los intereses individuales, la poca disponibilidad para invertir el tiempo libre en estos asuntos e incluso la referencia al interés en la convivencia como un distractor de las actividades cotidianas.
El segundo caso, el espacio público como vinculación con las estructuras de poder y de gobierno, se dejan ver dos claras expresiones: una que habla de la negación a colaborar en actividades donde la estructura gubernamental esté presente y, la otra, la creencia en el “control de los asuntos públicos” por agentes externos a la voluntad de los individuos. Estas dos expresiones sintetizan las actitudes del desafecto político, que identifica la propensión a colaborar en el espacio público con reservas, las cuales demeritan la posibilidad de concretar actos que generen satisfacción y reviertan las actitudes negativas que expresan. De igual manera, la clara desconfianza hacia la estructura gubernamental limita la posibilidad de cooperación y los lazos de solidaridad que moldean la relación entre sociedad y gobierno, en la que la percepción limitada de la acción gubernamental repercute en la debilidad de una sociedad civil necesaria para recrear el espacio público. De igual manera, los jóvenes estudiantes también hacen evidente la cultura de la sospecha, que está arraigada en núcleos sociales y que les permite explicar actos y eventos desarrollados en el espacio público, los cuales denotan información y conocimiento limitado de los temas que derivan en este tipo de explicaciones que sirven como atajos explicativos.
Fuente: Elaboración propia
El tema de la confianza es una preocupación mayúscula en las formas expresivas
recuperadas de los jóvenes estudiantes de la FES Aragón, las cuales son citadas en aspectos que denotan cohesión, familiaridad, la posibilidad de tomar decisiones, así como altos niveles de desconfianza hacia la interacción intersubjetiva y con actores e instituciones públicas. En este caso saltan a la vista los dos niveles identificados en las actitudes que incentivan e inhiben el interés en participar en asuntos del espacio público, toda vez que las respuestas de los estudiantes indican las relaciones sociales que le otorgan sentido a la integración social entre los individuos y, por otra parte, la confianza hacia las instituciones y actores políticos.
En la primera de estas, las relaciones sociales que otorgan sentido a la integración social, la edad es un elemento sustancial en el desarrollo de la confianza, al ser reconocido como un elemento que posibilita compartir gustos, temas e intereses comunes, lo que incentiva la interacción y la convivencia social. La edad abre la posibilidad de interactuar con dos grupos en concreto: los compañeros de escuela y los amigos, que pueden ser dentro o fuera de la institución educativa. Así, la confianza construida a partir de lazos generacionales hace evidente que la comunicación entre éstos es un elemento adicional para compartir inquietudes, para socializar experiencias y para construir representaciones sociales de proyectos de vida compartidos. Apuntalando esta forma de comprender la confianza se identifica también las relaciones con el núcleo familiar, al reconocer que la familiaridad genera vínculos más fuertes que la sola amistad y el compañerismo, las relaciones afectivas construidas en esta institución permite integrar un elemento adicional: el conocimiento de la personalidad, que encuentra, potencialmente, puntos de referencia más estables en las relaciones afectivas de los padres y hermanos.
En este mismo orden de ideas, la desconfianza aflora al abrir la posibilidad de ampliar la interacción hacia personas que no constituyen el espacio cotidiano de las relaciones escolares, de amistad y/o familiares. Reconocer que en las personas priva la desconfianza, como evidencia de una actitud negativa que se ve reflejada en el debilitamiento de la cohesión social y de las pocas posibilidades para trazar proyectos comunes, con la consecuente percepción de lazos colaborativos poco propicios para actuar en el espacio público y concretar cambios en la participación social, recurriendo así a la tesis de la cultura de la sospecha como recurso explicativo de la existencia de agentes externos que inhiben la confianza y el interés en la recreación del espacio público.
La segunda de estas, la confianza hacia las instituciones y actores políticos, deja ver una
lectura particular de las relaciones entre la sociedad y la estructura política, para ello se distinguen tres niveles de representación social: a) la actitud ante la posibilidad de la consulta, b) la percepción de los actores políticos y, c) la interpretación de la participación electoral. En la posibilidad de la consulta pública hay una imagen de la necesidad de un gobierno fuerte que toma decisiones sin consultar a la población, en este caso la negación de la participación ciudadana mantiene concordancia con los argumentos identificados en el primer rubro de la confianza, pues la ausencia de un sujeto colectivo que genere contrapeso a la estructura política, deja ver su aplicación en esta estrategia de acción gubernamental consensada para superar las diferencias y desacuerdos sobre el interés común, sin importar que esta actitud derive en actitudes autoritarias del gobierno, siempre y cuando muestre eficiencia en la cosa pública. En este caso la confianza se genera a partir de la capacidad de tomar decisiones y mostrar eficiencia al atender problemas públicos, sin importar si eso diluye la posibilidad de la articulación de la sociedad civil y de la participación ciudadana. Respecto a la percepción de los actores políticos, es claro que se tiene que distinguir entre la percepción sobre los políticos y la generada acerca de los partidos políticos. Sobre los políticos afloran las representaciones de situaciones problemáticas vinculadas con la preparación o profesionalización para desempeñar funciones que atiendan el interés público, esto lleva a diferenciar la esfera del interés individual frente a las necesidades colectivas, estas últimas le otorgan sentido a la función púbica. Aunado a ello, la confianza está trazada por la honestidad y la congruencia del discurso y las acciones derivadas del desempeño público del político. No obstante, estos referentes, que fungen como tipos ideales, la realidad concreta para los estudiantes está enmarcada por la práctica de la corrupción y la demagogia. El político que ve por el interés personal, que vive de la política, que es corrupto y que no atiende los problemas de la comunidad, es el prototipo conocido, de ahí que ello desemboque en un alto nivel de desconfianza hacia estos actores encargados de la función pública.
Fuente: Elaboración propia
En relación a los partidos políticos, aflora una percepción que guía tres elementos: la actividad de mediación de intereses entre la ciudadanía y la esfera gubernamental, el proyecto político que representan y el desempeño como entidades de interés público. Para los estudiantes estos temas son expresados en un sentido negativo, al considerar que el papel de mediación y representación de interés se ve trastocado al ponderar la agenda particular de los partidos frente al interés de la ciudadanía; de igual manera, los jóvenes estudiantes consideran que esta mediación se ve minimizada por la ausencia de proyectos políticos de los partidos, en este caso el cuestionamiento gira en torno a la propensión a emplear los recursos públicos para beneficios propios y la inclinación a participar de la corrupción, como eje fundamental de su actividad más que a establecer vínculos con la ciudadanía a través del diseño de proyectos políticos de nación. Esta situación deriva en una evaluación del desempeño como entidades de interés público, la cual sólo matiza la visión negativa que de éstos se tiene, la forma de adjetivar es clara referencia de ello: “cobardes”, “corruptos”, “son un chiste”, “inservibles”, y cuyo juicio es contundente: “deben ser menos”, “siempre gana el mismo”, “inservibles”, “no hay competencia”. En síntesis, la confianza hacia los partidos políticos se construye al generar las condiciones de mediación y representación de intereses, al anteponer la representación de intereses de la ciudadanía, trazados
en proyectos políticos, frente a las motivaciones particulares de los políticos y/o partidos, también al generar mayor responsabilidad en la función pública, trasparentando el uso de los recursos públicos, incentivando la competencia, entre otras más. Al no haber condiciones para ello, lo que aflora es una marcada desconfianza tanto a los partidos políticos como a los políticos mismos.
Apatía Desinterés
Obligación como ciudadanos Colaborar si las decisiones afectan
Indiferencia Desconfianza Desinformación
Genera reflexión y participación Tomar mejores decisiones Satisfacción para todos
Estar enterado
Hacer creer que las personas colaboran Con buena información por parte de los ciudadanos
Más interés por las necesidades de los ciudadanos
No benefician
Reconocer la diversidad Complicado influir en las decisiones Falta de interés en asuntos públicos
Es imposible consultar a toda la población
El gobierno hace lo que quiere
Que se atienda a la población sin consultarla
Gobierno fuerte y cumplidor
Gobierno que tome en cuenta a las personas
Mucho fraude, pero importante votar Irregularidades que apuntan a fraudes Se ha perdido la credibilidad
No se respeta la decisión del pueblo La corrupción está adentro
No hay proyecto Sólo gastan el erario Deberían ser menos Son inservibles Ninguno
Nido de cobardes Siempre gana el mismo
Se venden con facilidad
Fuente: Elaboración propia
No cumplen lo que prometen
Deberían ver las necesidades colectivas Deberían ayudar más a las comunidades
Nefastos
No son los más preparados Viven de la política
Son delincuentes Son corruptos
En lo referente a la interpretación de la participación electoral, se observan dos tendencias: una que se dirige hacia el proceso en general y otra sobre las percepciones particulares del acto de votar. Sobre el proceso en general, de nueva cuenta se presenta la percepción sobre la actuación de las instituciones que guían el proceso y de los actores involucrados en el mismo, la cultura de la sospecha toma forma al promover una fachada de participación democrática en la cual se incentiva una creencia generalizada que apunta hacia la colaboración ciudadana en el cambio político por medio de la participación electoral, pero esta creencia es contrastada con una realidad contundente: “En México no se respeta la decisión del pueblo”, esto apunta inevitablemente que las fallas de integración del sujeto colectivo, que inhibe la construcción de ciudadanía y de la participación de la sociedad civil, que genera contrapeso a los actores e instituciones del sistema político, en este caso representados en acciones concretas de manipulación de la conciencia y de acto mismo de participación, pues participar cuando se sabe que no será respetada la decisión lo convierte en un acto irracional; así, desde la perspectiva de los jóvenes estudiantes, la relación entre credibilidad, legitimidad y confianza no está plenamente construida.
De igual manera, si la lectura del proceso general apunta a la situación descrita, el acto mismo de votar, como segunda vertiente, conjunta la poca participación ciudadana, el abstencionismo, con actos que demeritan la libre elección, como lo son: la compra de votos, las irregularidades y el fraude electoral, todo ello refuerza una representación social negativa de la
participación electoral. De esta manera, la confianza se construye en un sistema electoral que garantiza procesos en los cuales la ciudadanía tiene certeza de la transparencia en el proceso mismo, de la libre participación y del respecto de la decisión reflejada en el resultado, al no generarse la representación social de que ello existe, lo que se observa es un alto nivel de desconfianza.
Después de haber realizado la presentación de los resultados preliminares del estudio exploratorio sobre las representaciones sociales de la ciudadanía y cultura política en los jóvenes estudiantes de la FES Aragón, se pueden establecer las siguientes conclusiones.
En relación a la pretensión de identificar el desafecto hacia la política y las expresiones de ciudadanía en los jóvenes universitarios, se observó que las representaciones sociales mantienen un estrecho vínculo con las experiencias del sentido común que recrea los vínculos sociales y culturales de la vida cotidiana, por lo que la representación de la política adquiere una connotación negativa al estar impregnada en las relaciones sociales que configuran lo que Schutz y Luckmann denominan el acervo de conocimiento, del cual los jóvenes universitarios se apoyan para realizar las expresiones públicas acerca de lo que representa para ellos la política.
Por otra parte, al ser el desafecto político una constante en la sociedad mexicana los jóvenes universitarios tienen a tomarlo como punto de referencia para realizar la representación social de la política, en este caso los conceptos de objetivación y anclaje de Moscovici y Jodelet apoyan la contextualización teórica, al considerar que el núcleo figurativo de la política conlleva a la naturalización de las prácticas sociales que la acompañan, las cuales se han sintetizado en el esquema 3 de esta ponencia y del cual se pueden señalar las actitudes negativas hacia la participación, la poca confianza en la consulta como mecanismo de toma de decisiones, la idea de fraude y corrupción en los procesos electorales, la poca capacidad de representación política de los partidos y la imagen desgastada de los políticos en la vida nacional.
En ese sentido, la cultura política de los jóvenes universitarios genera una representación social negativa de los procesos, instituciones y actores políticos que dejan en entredicho la posibilidad de reforzar algunos valores cívicos fundamentales que de manera colateral se ven vulnerados en las respuestas de los jóvenes universitarios, tales como: la participación ciudadana
y la consulta pública, al tiempo que dejan sobre la mesa la posibilidad de aceptar un gobierno fuerte que limite las libertades públicas si es preciso para atender los problemas de la población. Si bien estos son aún resultados preliminares, se convierten en un estímulo analítico para continuar con esta investigación para seguir profundizando en la construcción de las representaciones sociales de la cultura política.
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