Instituciones microfinancieras: un contraste entre Bangladesh y México Microfinance Institutions: a contrast between Bangladesh and Mexico

Roberto Soto Esquivel1


Resumen: El microfinanciamiento dirigido a los más pobres, en especial a las mujeres, obliga a cuestionarse su funcionalidad. Esto es así por diversos factores: pocos resultados positivos para las usuarias y el potencial de crisis sistémica en el sector. Lo anterior, es consecuencia de diversas transformaciones como son: De ser instituciones solidarias pasaron a transformarse en lucrativas. Sus fuentes de financiamiento se han modificado. Bangladesh y México son dos casos donde esta industria ha evolucionado de manera importante. Por tanto, el objetivo de este trabajo es contrastar los aspectos financieros y los efectos socioeconómicos de las microfinanzas en ambos países.


Abstract: The microfinance aimed to the poorest, especially women, forces to question their functionality. This is due to several factors: few positive results for users and the potential for systemic crisis in the sector. The above is the result of various transformations such as: From being solidary institutions, they have become lucrative. Your

funding sources have been modified. Bangladesh and Mexico are two

cases where this

industry has evolved

significantly. Therefore, the goal of this paper is to contrast the financial aspects and the socioeconomic effects of microfinance in both countries.


Palabras clave: Microfinanzas; Mujeres; pobreza; crisis; rentabilidad


Introducción

En la actualidad, la industria de las


microfinanzas obtiene altos


niveles de rentabilidad al

apropiarse del ahorro de las personas, en especial, de los más pobres (en su mayoría, mujeres). Sin embargo, el alejamiento de su función tradicional (solidaridad) por la búsqueda de la ganancia en el corto plazo, están provocando problemas de sobre-apalancamiento en las familias, lo que ha generado escenarios de crisis en diversos países. Esto es porque los préstamos a través

del microcrédito se otorgan a tasas de interés muy altas,

afectando

de manera agravante el

patrimonio de la población. Pero tambn

por la

condiciones propias de las economías que


1 Doctor en economía, Profesor-Investigador de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, correo electrónico: rosoes2008@gmail.com, Linea de investigación: economía financiera

presentan escenarios de estancamiento económico combinada con una mala distribución de la riqueza que puede generar.

Esta situación se presenta a partir de que las personas son vistas como “clientes” tomando la idea básica de los promotores de las microfinanzas, quienes argumentaron que, con el acercamiento del crédito, los pobres podrán incrementar su nivel de bienestar.

Para ello y con el respaldo de las instituciones financieras internacionales como son el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, se buscó bancarizar a los sectores más desprotegidos, para poderlos incorporarlos a la actividad económica y poder salir de la pobreza. En este contexto, se busca que los pobres se ayuden a si mismos mediante el autoempleo, en especial las mujeres marginadas, que compiten por el crédito escaso en mercados restringidos.

En síntesis, para sus promotores, las microfinanzas se crearon para poder corregir las imperfecciones del mercado crediticio tradicional, sin embargo, estas posturas son refutadas ante los diversos escenarios de crisis ocurridas en India, Marruecos, Nicaragua, Bosnia, Pakistán, etc.

Autores críticos como Bateman [2013], Bateman y Chang [2012], Veltmeyer [2012], entre otros, consideran qué, con este modelo financiero, lo que se está originando es una intervención anti-desarrollo, donde se profundiza la pobreza y la desigualdad en las regiones que lo adoptan. Veltmeyer [2012] afirma que esta práctica se aplica en un contexto neoliberal donde el Estado no tiene la obligación de generar empleo, muchos menos de otorgar a los pobres los recursos productivos necesarios como es la tierra.

Por tanto, el objetivo de este trabajo es realizar un análisis comparativo de dos distintos escenarios donde las microfinanzas, como modelo financiero, se han consolidado de manera importante. Tal es el caso de Bangladesh y México, donde se destacarán algunos aspectos financieros relevantes, así como sus resultados socioeconómicos en los destinatarios del crédito. Para ello, este trabajo se divide en tres partes, en la primera se efectuará una revisión de los impulsores de las microfinanzas, en la segunda, se sintetizará la postura crítica de este modelo financiero, para concluir, se abordará los aspectos más relevantes desde una visión financiera y social de los dos casos de referencia.

Rentabilidad como objetivo

El modelo económico neoliberal, sostiene que las microfinanzas tienen dos objetivos básicos: acercar el crédito a las personas y crear capacidad empresarial que les permita salir de la pobreza [Bateman y Chang, 2012]. Esta postura va acompañada por una antipatía implícita a toda forma de intervención estatal. Para ello, Hulme y Mosley [1996], muestran, en el marco de la desregulación y la liberalización financiera, el financiamiento al desarrollo promovido por el Estado desde la posguerra y hasta el inicio de los setenta resultó ser un fracaso; es decir, la banca de desarrollo al no cumplir su objetivo, como una institución estatal para incorporar los grandes proyectos de desarrollo y abatir la pobreza, tendría que ser sustituida o minimizada aun simple intermediario financiero.

Como señala Parguez,


en términos modernos, los gobernantes “administradores” desean someter a las sociedades que funcionan según un modelo de “acumulación por el crédito” a la camisa de fuerza de un régimen de “acumulación por el tributo”. ¿Qué desean los gobernantes de los años ochenta? Comprimir el déficit presupuestal, aumentar los beneficios a costa de reducir los salarios, incitar a una mayor abstinencia, neutralizar el dinero al tiempo que apoyan la expansión de los mercados financieros [Parguez, 2013: 160].


En este sentido, la opción de financiamiento serían las microfinanzas las cuales van dirigidas principalmente a los pequeños empresarios o microempresarios que no pueden acceder al crédito de la banca privada o tradicional y donde se busca fomentar el emprendedurismo, pues se consideraba que “la participación y el fortalecimiento de las comunidades locales son factores determinantes para un desarrollo sostenible desde el punto de vista económico y social a largo plazo” [Foschiatto y Stumpo, 2006: 21-22]. El microcrédito, para estos autores, es un instrumento que permite que la actividad productiva impulsada desde abajo (bottom-up) pueda ser más exitosa.

De tal manera, los que defienden este modelo de microfinanciamiento consideran que

cada comunidad local pobre poseía el potencial para reducir su pobreza de forma significativa y tener una sostenible trayectoria de desarrollo económico y social “desde abajo”. Lo único que se requería para realizar ese masivo potencial era confrontar la restricción fundamental que supuestamente, encadena a los pobres y a los desempleados en los países en desarrollo –la falta de capital. Con acceso garantizado a un micropréstamo, los pobres podrían crear y/o expandir microempresas, generar un flujo de ingreso, crecer su patrimonio individual y del hogar y, tanto su pobreza y de la comunidad pronto sería relegada al pasado [Bateman, 2013: 3].


De este modo surge un sistema paralelo al tradicional, el microfinanciamiento, que forma parte del sistema financiero sombra y cuyo objetivo aparente es otorgar liquidez a los agentes económicos que no necesariamente pueden acceder a ella en los circuitos financieros de la banca comercial tradicional; es decir, contribuir a relajar las restricciones a la acumulación de capital productivo que sufre la población de menores ingresos [Biosca, 2014].

Siguiendo esta línea debemos retomar lo señalado por Yunus, quien concebía a este modelo financiero, no como una forma de caridad, sino como un negocio que tiene un objetivo social, que es ayudar a la gente a salir de la pobreza [Bateman, 2014].

De esta forma, los impulsores del microfinanciamiento sostenían que éste sería la alternativa para satisfacer las necesidades del crédito e incrementar los negocios, en otras palabras, el modelo de microfinanzas se convirtió en una de las políticas internacionales de desarrollo más importantes en las últimas tres décadas. Muchos afirman que las microfinanzas están cambiando al mundo [Bateman, 2013].

Por tanto, el microcrédito permearía con creces los circuitos financieros empoderando principalmente a las mujeres en los términos que se plantearon los organismos financieros durante los noventa. Estos lineamientos incluso quedarían plasmados en los documentos de Naciones Unidos y posteriormente en los objetivos del Tercer Milenio.

Quienes fomentan esta forma de financiamiento, consideran tres elementos clave para su formación:

  1. Consideraban que las mujeres al tomar el liderazgo como emprendedoras no sólo lograrían un mayor empoderamiento sino serían sujetos importantes para

    disminuir las desigualdades y abatir la pobreza. Las mujeres pasarían a ser participantes activos como agentes económicos en el proceso productivo.

  2. Las microfinanzas fueron impulsadas con gran fuerza durante la década de los ochenta y noventa del siglo XX, a partir de las reformas estructurales del Washington Consensus, que se implementaron tanto en los países asiáticos como en latinoamericanos. Un participante clave en este modelo han sido las ONGs, que, como instituciones enfocadas a proyectos productivos, en muchos casos se volvieron microfinancieras con un poder monetario tan fuerte o superior que el propio Estado.

  3. Con las microfinanzas se busca bancarizan a los más pobres, hacerles accesible la entrada al sistema, así como contar con ambiente institucional de negocios sano. Lo anterior permitirá lograr dos aspectos muy importantes: alcanzar estabilidad financiera y, disponibilidad de capitales para la sociedad en su conjunto. Por tanto, un país cuya población tiene acceso al crédito, en su mayoría tendrá desde esta óptica un mayor crecimiento económico y acercar el mercado financiero a los pobres es fundamental para lograr la profundización financiera.

Sin embargo, esta postura ha sido duramente cuestionada, debido a que, como va dirigida a los más pobres, cualquier situación adversa, los afectará severamente.


Microfinanzas con una visión crítica

Los críticos al modelo microfinanciero sostienen que esta industria no satisface las necesidades básicas de una sociedad como son: mejora en vivienda, vías de comunicación, acceso al agua, salud y educación. Pero si han ido captando el ahorro de las familias de escasos recursos que usualmente utilizaban otro tipo de servicios financieros informales como son las denominadas tandas (forma informal de financiamiento).

Bateman argumenta que se está transformando al mundo, pero de forma altamente destructiva y que constituye una intervención anti-desarrollo que profundiza la pobreza, inequidad y el rezago [Bateman: 2013]. Lo anterior se sostiene porque los microcréditos ayudaron al sector informal como una forma de mom and pop o pequeños negocios cuyos trabajadores no llegan a tener seguridad social. Muchos de ellos, tanto el jefe y el empleado son la misma persona. En su mayoría son unidades económicas familiares. En este sentido, en la

economía informal, las instituciones y el propio Estado han desaparecido y donde los agentes económicos (empresas familiares) construyen sus propias formas de organización.

Al respecto el propio Bateman argumenta que el modelo de microfinanzas esta causalmente asociado con la progresiva desindustrialización, infantilización e informalización de la economía, lo que finalmente destruye la capacidad de aumentar la productividad y, por tanto, la posibilidad de asegurar el desarrollo sostenible, el crecimiento y la reducción de largo plazo de la pobreza [Bateman, 2013:4]. Lo anterior se profundiza por el desmantelamiento de la banca de desarrollo que es considerada ineficiente y que paulatinamente se le ha descapitalizado.

En este sentido, se pone a debate algunos mitos de la economía de las microfinanzas. 1) las microfinanzas son esencialmente para otorgar créditos; 2) el secreto de las tasas de retorno altas responde al modelo del Banco Grameen de Bangladesh y Banco Sol de Bolivia; 3) las microfinanzas tienen un gran impacto social y han sido un mecanismo muy importante para la reducción de la pobreza y el empoderamiento de las mujeres; 4) los prestamistas de microcréditos están sirviendo a los pobres y haciendo ganancias [Armendáriz y Murdoch, 2006:32]. A continuación, abordaremos su explicación.

Primero, el microcrédito ha sido un mito al ser tratado como la bandera del desarrollo. Se argumenta que las microfinancieras acercan financiamiento a enormes sectores de la población que difícilmente pueden encontrarlo en el sector bancario tradicional. Sin embargo, la solidaridad desaparece y la usura es la determinante en los circuitos financieros, la cual es característica principal de las instituciones que otorgan crédito a los sectores marginales y donde la autoridad monetaria pareciera que no tiene control sobre ellas.

Segundo, existe un punto de inflexión, el cual se ubica en la década de los noventa del siglo XX, cuando el modelo subsidiado original de Grameen Bank empezó a eliminarse paulatinamente para ser reemplazado por una mejor práctica, a través de una versión comercializada basada en la ganancia [Bateman, 2013]. Es decir, se pasa del viejo paradigma de la oferta del crédito subsidiado a uno nuevo: el microfinanciamiento comercialmente sostenible.

Para Robinson este paradigma enfatiza la idea de que, dada la existencia de condiciones macroeconómicas, políticas, legales, regulatorias y demográficas favorables; las instituciones comerciales pueden desarrollarse para proporcionar intermediación financiera para los pobres activos y pueden proporcionar servicios a nivel local de manera rentable, sostenible, sin subsidios

y con una amplia cobertura [Robinson, 2001].

Tercero, en teoría, el modelo de microfinanzas opera bajo la suposición de la existencia del vaciado de mercado, es decir, se cumpliría la ley de Say, en caso contrario, se toparía con la restricción de la demanda local, pero como menciona Bateman, eso es lo que en la práctica no ocurre. Es decir, al existir un incremento en la oferta, conduce a una competencia feroz y a una entrada y salida de empresas del mercado, en otras palabras, hay una sobresaturación de mercados. Como señala Bateman, los empleos, ingresos y ganancias se cancelan, así como la productividad y el crecimiento, por tanto, la pobreza no se ve disminuida como lo señalan los impulsores del modelo [Bateman, 2013].

Por último, no existe evidencia de que la pobreza esté disminuyendo, de hecho algunos argumentan que este modelo fue impulsado, más por los postulados del neoliberalismo, que por erradicar el problema de pobreza, donde las microfinancieras han obtenido enormes ganancias obtenidas por el excesivo cobro de intereses, los cuales son pagados por sus clientes – principalmente mujeres pobres-, lo que desvanece los impactos positivos en la población de la estrategia financiera por lo que los mitos no se cumplen. Para poder confirmar o desmentir ambas posturas, analizaremos dos casos que presentan similitudes y contradicciones en sus resultados, ya sea financieros como sociales.


Eficiencia Financiera: Bangladesh y México

Las instituciones microfinancieras buscan hacer más rentable sus operaciones. Tanto en Bangladesh y México muestran resultados positivos. En ambos países, el crédito está dirigido principalmente a las mujeres. Durante 1999, se otorgó más del 90% de los recursos a las mujeres, para el 2015, estos porcentajes se mantuvieron relativamente estables, donde el destino crediticio hacia las mujeres fue de un 95% en Bangladesh a 85% en México.

Sin embargo, existe una diferencia sustancial en el cobro del crédito, mientras qué durante 1999, en Bangladesh se cobraba 9 dólares por el financiamiento, en México el costo estuvo por arriba de 115 dólares. Esta tendencia, en los años de estudio (como muestra la gráfica uno) se mantiene, si bien en Bangladesh aumenta poco, en México prácticamente se ha duplicado.


Gráfica 1


Es decir, existe una diferencia sustancial en el costo del microcrédito entre ambos países. Lo que puede explicar en parte, la enorme disparidad entre la eficiencia operativa entre ambos países (ver gráfica 2).


Gráfica 2


Aunque en Bangladesh logró mantenerse constante en un promedio de 17% de 1999 a 2014, en México alcanza valores de 46%. En otras palabras, se ha logrado que las instituciones

microfinancieras (IMF) funcionen de forma eficiente, para que el negocio del microcrédito sea sostenible en el largo plazo.

La diferencia entre ambos se explica porque en Bangladesh surgen las microfinanzas de forma solidaria donde las organizaciones no gubernamentales (ONG’s) jugaron un papel fundamental en su desarrollo, aunque en la actualidad ha perdido fuerza esta situación. Mientras que, en México predomina una visión más rentista, en particular, en la institución más dominante del sistema, como es Compartamos Banco.

Sin embargo, hay un indicador que muestra preocupación, al menos en el caso mexicano, que son los préstamos incobrables (ver gráfica 3).


Gráfica 3


En Bangladesh, a principios de la primera década del siglo XXI, se tuvieron valores por arriba del 2%, pero a partir del 2004 han mantenido un descenso significativo hasta ser casi cero. Sin embargo, esta situación es diferente en México, porque tienen una tendencia al alza, siendo superior en más de tres veces al mayor valor registrado en el país asiático. Esto puede deberse a diversas razones, entre ellas, que los prestamos no se han canalizado a actividades que impliquen generar efectos multiplicadores en la inversión realizada, por ejemplo, se adquiere los recursos para pagar deuda, es decir, se está generando un fenómeno tipo ponzi.

A pesar de esto, el negocio de las IMF ha mantenido niveles de rentabilidad altos, incluso superiores a las instituciones bancarias tradicionales (ver gráfica 4)

Gráfica 4


Por un lado, el ROA (rendimientos sobre activos), alcanza valores positivos en ambos países, (con excepción de 1999 para el caso mexicano), aunque en México muestra una tendencia más inestable que en Bangladesh. Es decir, el manejo de los activos se realiza de mejor forma en Bangladesh que en México.

Si analizamos el ROE (rendimientos sobre el capital), la gráfica 5 muestra una tendencia más favorable en Bangladesh que en México, lo que puede ser explicado por el mejor manejo en el uso de sus recursos financieros.


Gráfica 5


En otras palabras, la viabilidad comercial y la fortaleza del patrimonio es mayor en Bangladesh que en México. Lo que quiere decir que, existe una mayor estabilidad entre los

ingresos y gastos de en el país asiático que en el latinoamericano porque se han generado resultados netos de manera sostenida y de largo plazo.

Tal como se indica en The Economist [2015], en Bangladesh se ha mejorada la supervisión prudencial, que permite crear una mejor cultura y practica financiera, tanto de los prestamistas como de los prestatarios, acompañados por una regulación gubernamental adecuada. Mientras que, en México existe un entorno de sobreendeudamiento, principalmente en las instituciones no reguladas, así como la falta de penetración financiera, en especial en las zonas más desfavorecidas, ocasionada, en parte, por problemas de inseguridad que aqueja a estas zonas (sin excluir las áreas urbanas).


Efectos socioeconómicos contrastantes

En los estudios que se hacen sobre la IMF, por lo general, se enfocan solo en los resultados financieros de éstas, sin embargo, es fundamental dar seguimiento al impacto socioeconómico que genera el microcrédito. Como ya hemos analizado, la mayoría de crédito se destina a las mujeres. Pero se tiene una peculiaridad muy importante, son pobres o muy pobres (gráfica 6 y 7) y esta situación se presenta en ambos países.


Grafica 6


Esta situación es la que sostienen los impulsores de este modelo financiero, el microcrédito debe estar dirigido hacia los pobres, y con ayuda de éste podrán salir de esta situación.

Gráfica 7


Sin embargo, existen diferencias importantes entre ambos países. Mientras que, en Bangladesh la mayoría del crédito se destina al sector considerado pobre y/o muy pobre, en México, si bien el destino son las mujeres (en su mayoría), no todas se encuentran en situación de vulnerabilidad en comparación al país asiático.

Como nos muestra la gráfica 8, los que reciben el crédito se encuentran en áreas rurales, pero como se puede ver en la gráfica, existen diferencias entre los países que se analizan. En parte puede ser explicado, como se mencionó párrafos arriba, porque su penetración se dificulta por el entorno violento en que se encuentran las regiones rurales, que es donde predominan los más vulnerables.


Gráfica 8

Por otra parte, las IMF tienen como objetivo central el otorgar crédito a mujeres pobres en áreas rurales y si analizamos su rango de edad, tal como muestra la gráfica 9, a partir de la segunda década del siglo XXI, el destino del crédito está dirigido hacia personas no consideradas jóvenes, situación que se presenta en ambos países.

Es decir, existe una enorme dificultad de generar actividad productiva, en el sector donde potencialmente pueden ser más eficientes.


Gráfica 9


Aunque en el país asiático la preferencia por los jóvenes es mayor que en México. Esto es importante, en este segundo caso, porque un rango importante de la población se encuentra en esta situación, sin embargo, su acceso al crédito, tanto en las instituciones financieras tradicionales como en la IMF, es limitado.

Una vez conocido quienes son los sujetos de crédito, es importante analizar cuál hacia donde se canaliza. Aquí también se muestran diferencias sustanciales entre Bangladesh y México. Por un lado, como se observa en la gráfica 10, la meta del uso del crédito es el combatir la vulnerabilidad de las personas. Sin embargo, mientras que en Bangladesh el objetivo del financiamiento está dirigido al combate a la pobreza (en un 98%) en México, sólo el 68% tiene esta finalidad.

Gráfica 10


Esta característica es muy importante, porque para combatir la pobreza es necesario de financiamiento para generar empresas y, por tanto, empleos. Nuevamente habrá diferencias sustanciales entre ambos países, tal como se puede ver en la gráfica 11.

Mientras que, en Bangladesh, el 80% del crédito está destinado a crear nuevas empresas, en México, en los últimos años, menos del 50% de los recursos son dirigidos a la creación de éstas.


Gráfica 11


Esto quiere decir, que la mitad de los recursos que se otorgan en México tienen como finalidad el uso improductivo y, por tanto, no se generan las condiciones económicas necesarias para combatir la pobreza de manera eficiente

En relación con lo anterior, es importante conocer, sí de las empresas que existen, éstas reciben algún tipo de financiamiento. Tal como lo podemos observar en la gráfica 12, la mayoría de las empresas tienen acceso al microfinanciamiento, aunque la tendencia sigue siendo la misma entre ambos países, se presenta en mayor proporción en Bangladesh.


Gráfica 12


Esta situación de financiamiento dirigido a las empresas es fundamental, porque es una forma de poder generar los empleos que se requieren para combatir la pobreza. Para ello, analizando la gráfica 13, podemos observar que el nivel de empleo que se crea a partir del microcrédito.

Nuevamente existe una distinción importante. El uso del crédito en Bangladesh es más productivo que en México, por tanto, en el combate a la pobreza. Es decir, con el financiamiento de nuevas empresas o de las ya existentes se generan empleos que ayudan a disminuir las condiciones de vulnerabilidad en las personas, pero esto se manifiesta más en el país asiático que en México.

En otras palabras, tanto en Bangladesh como en México, la industria microfinanciera ha tenido un desenvolvimiento importante, los resultados sociales son dispares, debido en parte al tratamiento que se le ha dado, por un lado, en Bangladesh existen ONG´s, instituciones privadas y el mismo gobierno que son parte importante del microfinanciamiento, mientras que en México,

predomina un monopolio encabezado por Compartamos Banco que ha lucrado con la pobreza de la población y se cuenta con una autoridad financiera muy ineficiente en la regulación de las instituciones.


Gráfica 13


Sin embargo, es necesario realizar un análisis de la calidad del empleo que se genera, esto es: cuenta con prestaciones sociales, es temporal o permanente; así como la situación de las empresas: su funcionamiento es de largo plazo, el entorno en que se encuentran, entre muchas otras situaciones que no se trataron en esta investigación.


Conclusión

Existen diferencias marcadas en lo que rodea al modelo microfinanciero en Bangladesh y México. El costo del crédito, es la principal diferencia existente, aunque debemos considerar también que las economías son distintas en funcionamiento. Si bien, en ambas persiste el subdesarrollo, el manejo de las microfinanzas no es igual.

Mientras que en país asiático se cuenta con una mayor cultura microfinanciera, en especial porque ahí se desarrollaron primero. Por ejemplo, se ha procurado incentivar más el ahorro que la solicitud del crédito; esto es posible porque en un primer momento, se otorgó crédito para generar actividad productiva, en particular, por la creación de microempresas, tal

como muestran los indicadores mostrados. Mientas que, en México el entorno socioeconómico y la poca educación en la metería no ha permitido un mejor desenvolvimiento. Se ha financiado más el comercio informal o el autoempleo poco productivo y se destaca mucho el financiamiento tipo ponzi.

Sin embargo, autores como Bateman sugieren que es necesario una transformación de fondo en la política económica y en particular en el modelo de financiamiento (corte comercial, poco ético y de codicia). Sugiere que se debe regresar a su objetivo original: tener una misión social, que estimule el establecimiento de empresas formales y productivas, en particular las pequeñas y medianas empresas, si bien esto está ocurriendo en Bangladesh no es así en el caso de México.

Para alcanzar lo anterior, los gobiernos deben asumir su responsabilidad en áreas como educación, salud, vivienda, financiamiento (microfinanciamiento); creando programas que combatan la pobreza y el atraso en las áreas mencionadas, entre otras, y no sólo administrando esos problemas. En esto, la banca microfinanciera pública debería ser una alternativa en el proceso del otorgamiento crediticio y no dejar todo a las libres fuerzas del mercado, que por definición buscarán la ganancia en el corto plazo, es decir, lucrarán con los pobres.


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