Jorge Armando Sánchez Bazán1 y Alejandra Chávez Ramírez2
Palabras clave: acción colectiva; identidad colectiva; movimiento LGBTTTI; diversidad sexual.
En la actualidad, el tema de la diversidad sexual se encuentra cada vez más presente en los medios de comunicación, en las investigaciones académicas, en las discusiones religiosas y políticas, así como poco a poco en la agenda de los Estados. Esta situación no se debe a que la población lésbico, gay, bisexual, tranvesti, transgénero, transexual e intersexual1 haya crecido en
1 Maestro en Psicología Aplicada. Estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales. Universidad de Colima.
2 Doctora en Ciencias Políticas y Sociales. Profesora e Investigadora de Tiempo Completo. Universidad de Colima.
número, sino que ésta ha decido dejar de silenciarse y evidenciar los aspectos de su vida que se han visto afectados. El tema se ha colocado en la agenda pública, a pesar de que los esfuerzos de reconocimiento de esta población y sus derechos, han estado presentes desde finales del siglo antepasado.
Durante más de cien años, han existido una serie de movimientos políticos de oposición en torno a la sexualidad y los asuntos sexuales, entre ellos el feminismo y las campañas a favor de los derechos homosexuales. De acuerdo a Weeks (1997), estos movimientos de reforma sexual que aparecieron en países como Gran Bretaña y Alemania del siglo XIX son los antecedentes de los movimientos modernos de gays y lesbianas. Nicolas (2013) señala que los objetivos de estos primeros movimientos eran el reconocimiento y aceptación de la homosexualidad como una forma “natural” de la sexualidad humana, así como la igualdad de derechos mediante la ampliación de la ley para que cubriese esta población.
Posterior a la Segunda Guerra Mundial, en Europa, las organizaciones gays más contemporáneas se consideran herederas de las ideas revolucionarias introducidas por los grupos políticos de homosexuales que se formaron en las secuelas de los acontecimientos de 1968. Gunther (2004) señala que en Francia a mitad de la década de 1950 y hasta 1970, el Club Arcadie era la organización de homosexuales más dominante en el terreno político y social. Mientras tanto, en Estados Unidos, las grandes concentraciones urbanas de hombres y mujeres jóvenes que regresaban de la Segunda Guerra Mundial, permitieron que se dieran los encuentros y se politizaran las identidades, contribuyendo a la emergencia del movimiento de liberación homosexual moderno. De esta forma, en ciudades como San Francisco, Los Ángeles y Nueva York, surgieron agrupaciones como Daughters of Bilitis y Mattachine Society denominadas “homófilas”, ya que estaban interesadas en la aceptación de los homosexuales y lesbianas mediante la asimilación de los roles de género masculinos y femeninos impuestos por la sociedad (Esterberg, 1994).
Para algunos activistas e investigadores el surgimiento del movimiento lésbico-gay moderno está asociado a la revuelta del 28 de junio 1969 en el bar Stonewall Inn ubicado en el barrio de Greenwich Village en Nueva York, el cual es considerado un evento emblemático no sólo en Estados Unidos sino en otras partes del mundo (Pozas, 2013). En América Latina, Argentina es considerado el primer país en presentar movilizaciones homosexuales, con el grupo
Nuestro Mundo (Felliti, 2006; Figari, 2010; Palmeiro, 2011). En México, de acuerdo a Lizárraga (2010), el origen del movimiento de liberación homosexual está ligado al movimiento estudiantil que tuvo una escena trágica el 2 de octubre de 1968, cuando el gobierno federal ordena una represión militar de tal magnitud que el evento termina en la conocida matanza de Tlatelolco.
Como podemos darnos cuenta, la incorporación del tema de la diversidad sexual y el reconocimiento de los derechos de las personas independientemente de cualquier condición sexo- genérica han sido colocados en el espacio público desde hace más de un siglo en países europeos y norteamericanos. No obstante, la presencia en países latinoamericanos, como México, e incluso en las entidades federativas al interior del país, tienen una existencia de algunas décadas. De esta forma, el movimiento lésbico-gay ha surgido en diferentes momentos y con condiciones diferenciadas, aglutinando una variedad de personas con diferentes identidades, orientaciones y expresiones sexuales. Partiendo de un marco teórico constructivista, el objetivo de esta investigación es explicar los factores que permiten generar una unidad visible entre personas tan distintas, con necesidades y estilos de vida particulares, pero que emprenden acciones colectivas que los identifican como parte de un movimiento social mexicano en torno a la sexualidad.
En Europa, durante la década de los ochenta, surge el paradigma de los nuevos movimientos sociales como un cuestionamiento al enfoque tradicional (marxista) que había prevalecido en ese continente cuyo principio de explicación se encontraba en la división de las clases sociales. La idea según la cual estas últimas dan lugar al único conflicto real y estructural en la sociedad choca con la importancia que adquieren los conflictos basados en las identidades y otras formas de solidaridad que no pueden interpretarse en estos términos y tienen central importancia en las nuevas formas de acción colectiva (Melucci, 1980). Las reivindicaciones de los movimientos sociales en los países occidentales se han desplazado desde los factores económicos que impulsaban a participar en los movimientos clásicos a otros de carácter cultural relacionados con la identidad individual, el medio ambiente, la estructura tradicional de roles en la familia, la seguridad colectiva de los ciudadanos y las relaciones militares entre bloques de países en conflicto.
Este enfoque se ocupó principalmente del papel que desempeñan los procesos de
construcción de identidades colectivas en su formación que, según Hunt y Benford (2004), venía a sustituir el concepto de conciencia de clases. Laraña (1999) señala que la principal aportación de este paradigma de investigación consistió en situar las identidades de los seguidores de los nuevos movimientos sociales en un primer plano, siendo la principal plataforma para motivar a la participación. Mientras que, la revisión de la producción sobre identidades colectivas y movimientos sociales realizada por Polleta y Jasper (2001), nos muestra que ha sido útil respecto a procesos como el surgimiento, reclutamiento, compromiso, elección de tácticas y estrategias, así como los resultados o consecuencias de los mismos.
Para Buechler (1995), aunque las teorías de los nuevos movimientos sociales tienen diferencias significativas, la mayoría de ellas comparten algunas características. Primero, subrayan la acción colectiva en la sociedad civil o la esfera cultural como una arena mayor para la acción colectiva junto a la acción instrumental en el estado o la esfera política. Segundo, recalcan la importancia de procesos que promueven la autonomía y autodeterminación en lugar de estrategias para maximizar la influencia y el poder. Tercero, enfatizan el rol de los valores posmaterialistas en la mayoría de la acción colectiva contemporánea como opuesta a conflictos sobre recursos materiales. Cuarto, tienden a problematizar el proceso, a menudo frágil, de construcción de identidades colectivas e identificación de grupos de interés, en vez de asumir que esos grupos de conflicto y sus intereses están determinados estructuralmente. Quinto, acentúan la naturaleza socialmente construida de los agravios e ideología, más que asumir que pueden ser deducidas de la locación estructural de un grupo. Finalmente, reconocen una variedad de redes sumergidas, latentes y temporales que frecuentemente subyace la acción colectiva, antes que asumir las formas organizacionales centralizadas son prerrequisitos para la movilización exitosa.
Cuando se trata de observar fenómenos en su contexto “natural” para poder analizarlos, la metodología tanto cualitativa como cuantitativa nos ofrece una gama amplia de posibilidades. En el caso de la metodología cuantitativa, tenemos los diseños no experimentales que, de acuerdo a Muijs (2004), incluyen métodos como: la encuesta, la investigación histórica, la observación y el análisis de conjunto de datos existentes. En este sentido, se ha seleccionado como base el diseño cuantitativo no experimental, transversal, correlacional, centrado en la encuesta.
Nuestra población la definimos como aquellos actores del movimiento de diversidad sexual que se encuentra actualmente emprendiendo la acción colectiva en el contexto nacional mexicano. Desde esta perspectiva, dichos actores se pueden identificar por alguna de las siguientes características: primero, son personas que se identifican como homosexuales, gays, lesbianas, bisexuales, transgénero, transexuales, intersexuales, travestis, pansexuales o queer, es decir que no pertenecen a la categorías tradicionales construidas de manera binaria y complementario bajo los opuestos mujer-hombre heterosexuales, por lo que en su vida cotidiana realizan acciones que rompen las normas sociales asociadas al género y la sexualidad; segundo, personas que se consideran a sí mismas como integrantes de organizaciones de reconocimiento de la diversidad sexual, independientemente de si pertenecen o no a alguna categoría identitaria antes mencionada; y, finalmente, colaboradores del movimiento de diversidad sexual, es decir personas que emprenden acciones a favor de los grupos o personas de este sector poblacional, ya sea en apoyo continuo o esporádico, pero que no pertenecen a una agrupación, colectivo, organización o asociación de las mencionadas anteriormente.
De esta forma, nos enfrentamos a la dificultad de calcular el tamaño de la población debido a varias situaciones que complejizan el acceso a esta población. En primer lugar, los censos, conteos de población y encuestas oficiales realizadas por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática2 (INEGI) no contemplan variables sobre las identidades y orientaciones sexuales que permitan delimitar el marco muestral. Aunado a lo anterior, aun cuando se incluyeran dichas variables, al ser consideradas aspectos de nuestra vida íntima o datos muy personales, así como el estigma asociado a no ser heterosexual, provocaría que las personas no den información al respecto, sobre todo cuando aún no hacen pública su orientación o identidad. Por otro lado, tenemos el problema de la cantidad de organizaciones, agrupaciones, colectivos o asociaciones que trabajan en el tema, pues tampoco hay un registro confiable de la cantidad de éstas, ya que se crean y disuelven de manera constante. Finalmente, existe la dificultad de contar las personas que participan en las acciones colectivas, ya que algunas lo hacen de manera esporádica, otras han participado y actualmente han dejado de hacerlo, además de que no hay un consenso en las estimaciones que se hacen de la cantidad de personas que se involucran en actos públicos de protesta o manifestaciones de celebración como las marchas del orgullo que se celebran en diferentes ciudades de la República Mexicana.
A partir de estas condiciones, donde no se conoce el tamaño de la población al no contar con información suficiente sobre la cantidad de personas, asociaciones y otras formas de colectividad que participan en lo que se denomina movimiento de diversidad sexual, se recurrió a procedimientos de muestreo no probabilístico. Estos tienen como característica definitoria que la selección de personas o eventos a ser incluidos en la muestra no se da de manera aleatoria, sino que depende de causas relacionadas con las características de la investigación, de quien hace la muestra, del conocimiento o particularidades de la población. Al depender de un proceso de toma de decisiones del equipo de investigación, supone una selección informal y presenta dos grande desventajas para la generalización de resultados hacia la población: la primera es que, al no ser probabilística, no es posible calcular con precisión el error estándar, es decir, no podemos calcular con qué nivel de confianza hacemos una estimación; y, la segunda es que, si consideramos que la estadística inferencial se basa en la teoría de la probabilidad, las pruebas estadísticas en muestras no probabilísticas tienen un valor que solo puede aplicarse a la muestra y no a la población.
En esta investigación se ha optado por la combinación de tres de estas técnicas: el muestreo por conveniencia, el muestreo intencionado y el muestreo en cadena o bola de nieve. El primero, según Muijs (2004), es particularmente frecuente y usado cuando los investigadores tienen fácil acceso a sitios particulares e invitan a las personas de esos lugares a su investigación. En el muestreo intencionado, el investigador ya conoce algo acerca de las personas o casos específicos y, de manera deliberada, selecciona algunos porque ellos son vistos como posibilidades de producir datos más valiosos. Finalmente, en la técnica de la bola de nieve o muestreo en cadena, la selección de participantes emerge a través de un proceso de referencia de una persona a la siguiente hasta lograr la muestra deseada (Descombe, 2007).
La convocatoria a participar en la investigación se hizo mediante el uso de herramientas como la red social Facebook y el correo electrónico. Primero, se hizo la invitación directa a participar de los y las activistas más visibles del movimiento de diversidad sexual dirigida mediante mensaje privado a su perfil de dicha red social. Posterior a ello, se enviaron mensajes de correo electrónico a las organizaciones que aparecen en el Sistema de Información del Registro Federal de Organizaciones de la Sociedad Civil y cuyos nombres se relacionan con la diversidad sexual y de género3. En seguida, se hizo una convocatoria dirigida a las páginas de
colectivos, causas, asociaciones civiles, eventos (jornadas y marchas), servicios, organizaciones no gubernamentales, dependencias gubernamentales que trabajan con temas como: la diversidad sexual, las comunidades gays y lésbicas, la transexualidad y transgeneridad, el apoyo familiar, la sexualidad, el género, los derechos sexuales y reproductivos, el VIH-SIDA, la salud sexual, el feminismo, el combate a la homofobia (así como transfobia) y otros temas afines. Finalmente, se publicó directamente en los muros de algunos grupos con temática relacionada.
Para calcular la tasa de respuesta que tuvimos, podemos partir de la cantidad de mensajes que se enviaron para solicitar apoyo en el llenado del cuestionario. Por correo electrónico, se mandaron 91 mensajes a organizaciones de la sociedad civil. Mediante Facebook, se hicieron: 136 envíos directos a perfiles personales de activistas; 658 solicitud a páginas de colectivos, agrupaciones, organizaciones y eventos sobre diversidad sexual; 22 solicitud a perfiles de organizaciones y colectivos; 3 solicitudes dirigidas a dependencias gubernamentales sobre el tema; y, se compartió en 3 grupos cerrados (Antología del disparate homófobo; Familias por la diversidad sexual; El clóset es para la ropa, no para las personas). Es decir, que en total se envió en 1004 ocasiones que, en contraste con las 536 respuestas obtenidas, nos da una taza de respuesta un poco mayor al 50%.
La encuesta se aplicó por internet mediante un cuestionario en línea que es autoadministrado. Este instrumento se diseñó en la aplicación que google ha desarrollado con el nombre de formularios Google o Google forms. Esta plataforma permite redactar un formulario con preguntas de diverso tipo: respuesta corta, párrafo, selección múltiple, cuadrículas, escalas, entre otras.
Al finalizar su elaboración, la dirección o liga se puede enviar mediante correo electrónico, redes sociales o colocarse directamente en una página web. Las personas pueden entrar a dicha localización y contestar el cuestionario, siendo registradas las respuestas en una hoja de Excel al finalizar completamente su llenado por cada usuario. Esto último constituye una ventaja en cuanto a la sistematización y posterior análisis.
El instrumento cuantitativo consiste en un cuestionario construido a partir de la indagación exploratoria con algunos grupos LGBT, así como instrumentos similares desarrollados por equipos profesionales de la Universidad de Colima, el Centro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Humanos, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y la
Universidad Nacional Autónoma de México. Este cuestionario consta de 58 ítems organizados en ocho ejes temáticos, que son: datos sociodemográficos, datos de identificación; comunicación y emociones; violencia y discriminación; percepción; ciudadanía y participación; y, por último, organización. Se incluyeron preguntas cerradas; escalas dicotómicas, numéricas y visuales; así como, preguntas de opción múltiple.
Los 58 reactivos que contiene el cuestionario, se dividen en 52 preguntas cerradas y 6 abiertas. Todas las preguntas abiertas son de respuesta corta: fecha de nacimiento, localidad o ciudad de residencia, edad en que se enteró de su orientación sexual o identidad de género, rol o función dentro de la organización LGBTTTI, nombre de la organización fecha de fundación y cantidad de participantes de la misma. Mientras que, las 52 interrogantes de respuesta cerrada se pueden clasificar en: 26 preguntas de opción múltiple que admite solo una respuesta, de las cuales 6 son dicotómicas (dos posibles respuestas) y 20 son politómicas (tres o más opciones); 7 son de opción múltiple con posibilidad de señalar más de una opción de respuesta (multirrespuesta); y, 19 índices o escalas4 (numéricas y tipo lickert).
La estrategia más eficaz para minimizar los problemas es asegurarse de pilotar los instrumentos. Primero, fueron leídos y revisados por algunos expertos. A continuación, se usaron con un pequeño grupo de personas de manera individual, solicitándoles que hicieran comentarios sobre la redacción y claridad de las preguntas, así como de las opciones de respuesta presentadas. Posterior a ello, se colocó en el perfil de Facebook personal una liga del cuestionario diseñado en una plataforma SurveyMonkey, que más adelante fue sustituyó con la de Google. Finalmente, se probó la versión final.
Posterior a su aplicación, los cuestionarios fueron codificados y capturados en una matriz o base de datos diseñada para tales propósitos en el programa informático SPSS. Con esa información se pueden emplear una gran variedad de métodos estadísticos para analizar los datos obtenidos. En primer lugar, se plantea un análisis estadístico descriptivo que nos permitan observar la distribución de frecuencias de las variables de estudio, así como las medidas de tendencia central y de dispersión. Finalmente, se propone la realización de cruces estadísticos entre variables con el objetivo de observar la relación que existe entre las diferentes categorías seleccionadas para estudio. Este análisis tiene como fin caracterizar la población estudiada, así como las variables de interés.
Entre junio y noviembre de 2017 se obtuvieron 609 respuestas al cuestionario enviado en línea, de las cuales se eliminaron las duplicadas, lográndose un total de 536 registros de personas gays, lesbianas, bisexuales, transgénero, transexuales, travestis, intersexuales, así como heterosexuales que participan en organizaciones de apoyo o reconocimiento de la diversidad sexual, que viven o nacieron en México. Esto permite presentar un panorama respecto a nuestras variables de estudio. Aquí se presentan los resultados encontrados a partir de las respuestas brindadas por los y las participantes de la investigación.
Con el propósito de caracterizar la muestra de participantes en este estudio, las primeras preguntas se dirigieron a indagar sobre las variables sociodemográficas relacionada con lugares y fechas de nacimiento, estado y localidad en la residen, escolaridad, así como saber su estado actual respecto a si estudian, trabajan y si reciben un ingreso económico fijo. A diferencia de otros cuestionarios, el sexo o género de las personas que participaron, junto con sus identificaciones, se convierte en uno de los ejes centrales para el análisis y no se considera sólo una variable sociodemográfica como las mencionadas. Para ello, se presentan en un apartado diferente las dimensiones de sexo de nacimiento, sexo legal asignado, identidades sexuales (genéricas, eróticas y políticas), así como las orientaciones sexuales.
Por las características de la población, no se realizó un muestreo probabilístico, pero se buscó que cada entidad federativa del país tuviera una representación en cuanto a la cantidad de respuestas emitidas por participantes. Las respuestas se organizaron las respuestas de acuerdo a ocho regiones geográficas5 basadas en encuestas oficiales realizadas sobre ciudadanía, discriminación o juventud. En cuanto a su representación en el total de participantes del cuestionario: el mayor porcentaje de respuesta lo presentó la región occidente con el 28% del total, seguido de la ciudad de México con el 23% y la región centro con el 15%. Los menores porcentajes fueron de las regiones del bajío con 9%, la región noroeste con el 8%, la región noreste con el 6%, la región sureste con el 6% y la región sur con 6%.
Gráfica 1. Porcentaje de respuesta según región geográfica Fuente: Elaboración propia
En cuanto al año de nacimiento, de las 536 respuestas, 40 no contestaron y el resto de la muestra se ubicó entre el rango de años que van de 1941 a 2004. Esto implica que son 60 años de diferencia entre la persona más joven y la de mayor edad que participaron de manera espontánea. Mediante la identificación de medidas de tendencia central, podemos observar que la media se coloca en el año 1986, la mediana en el año 1989 y la moda en 1993. Es decir, que nuestros casos se ubican principalmente entre los 20 y 40 años de edad.
Respecto a la escolaridad de los y las participantes de este estudio, se les preguntó cuál fue el último nivel de estudios. Como resultado, se generó una concentración importante entre personas que contestaron que habían concluido una licenciatura o ingeniería (263), con un 49.1% de los casos, así como que quienes señalaron que habían finalizado estudios de posgrado en especialidad, maestría o doctorado (110), lo que representa el 20.5% de la muestra.
Gráfica 2. Histograma de año de nacimiento de los y las participantes Fuente: Elaboración propia
En menor cantidad se encuentran quienes respondieron que: habían concluido bachillerato o preparatoria (124), siendo el 23.1%; quienes dijeron que sólo tenían secundaria (38), con el 7.1%; y, finalmente, una persona que realizó estudios de primaria, representando el 0.2% del total.
Respecto a la relación entre estudio, trabajo actual e ingreso en nuestra muestra también podemos observar algunos datos relevantes. La principal concentración de respuestas se encuentra entre personas que reciben ingreso económico (376), siendo mayor los que sólo trabajan (220), seguido de quienes estudian y trabajan (103) y, de quienes sólo estudian (41).
Gráfica 3. Porcentaje de respuesta de acuerdo a nivel escolar Fuente: Elaboración propia
Posterior a ello, observamos la cantidad de respuestas de quienes no reciben ingreso, siendo mayor quienes sólo estudian (63), quienes sólo trabajan (47) y quienes estudian y trabajan (26). La menor cantidad de respuestas se encuentran entre personas que no estudian ni trabajan (36), siendo mayor las que no reciben ingreso (24) contra las que sí reciben un ingreso (12).
Tabla 1. Cruce de variables Trabaja actualmente, estudia actualmente y recibe ingreso económico Fuente: Elaboración propia
A partir de esta caracterización social y demográfica de quienes participaron enviando sus respuestas al cuestionario, se pueden concluir algunas cuestiones. En primer lugar, hay una gran variabilidad respecto a las edades de las personas involucradas en este movimiento social, lo cual incluye personas de diferentes generaciones y que presentan atributos particulares de la época en la que crecieron. Aunado a ello, se observa una alta participación de estudiantes y personas que concluyeron un nivel de estudios superior y posgrado, lo cual habla de un movimiento compuesto básicamente por profesionistas que buscan hacer cambios al sistema político y a las normas sociales respecto a la sexualidad y el género, lo cual concuerda con los planteamientos de Offe (1985) sobre quienes participan en los nuevos movimientos sociales. Por otro lado, aunque se recibieron respuestas de muchas localidades, predominan aquellas concentraciones urbanas que presentan condiciones particulares para el establecimiento de un activismo por el reconocimiento de la diversidad sexual, tales como las zonas metropolitanas y ciudades con mayores poblaciones en el país. Finalmente, podemos hablar también de polos o concentraciones de agrupaciones y activistas en el centro, particularmente en la zona metropolitana del valle de México, lo cual históricamente ha sido un espacio para el desarrollo de los movimientos sociales en este país.
En la muestra estudiada, se encontró una correlación negativa estadísticamente significativa, aunque no muy fuerte (-0.188), entre la edad del participante y el año de fundación de la agrupación en la que participa. Es decir, los individuos más jóvenes se encontraron participando en agrupaciones más recientes, mientras que los activistas de mayor edad pertenecían a organizaciones con más tiempo de trayectoria. Esta división pudiera indicarnos la diferencia entre los objetivos perseguidos por los activistas más jóvenes que no concuerdan con los planteamientos de las agrupaciones de mayor trayectoria, una brecha generacional, la necesidad de fundar agrupaciones que representen sus intereses o la búsqueda de formar grupos con los pares coetáneos.
Asimismo, la edad tuvo una correlación significativa en sentido negativo con la edad en
que las personas se dieron cuenta sobre su orientación sexual o identidad de género, aunque nuevamente se trata de una correlación débil (-0.142). Esto significa que, entre los y las participantes del estudio, los mayores fueron conscientes de su sexualidad a edad más temprana que los participantes más jóvenes. Asimismo, se obtuvo una correlación positiva significativa estadísticamente (0.239) entre la edad del participante y el índice de comunicación de la sexualidad, siendo los más jóvenes quienes menos han comunicado su orientación sexual o identidad de género a otras personas. Esto puede indicar que se requiere de cierto tiempo o nivel de maduración para que las personas decidan hablar de su sexualidad con otras personas y que no solo basta con que las condiciones sociales cambien para que los más jóvenes comenten sus orientaciones e identidades.
Otras correlaciones positivas estadísticamente significativas se encontraron entre la variable edad de los y las participantes y variables como: índice de actos de discriminación o violencia vívidos; índice de acciones de ruptura de límites de la agrupación percibidas; índice de participación en organizaciones sociales y políticas; y, por último, índice de participación en acciones del movimiento de diversidad sexual. De aquí, podemos argumentar que a mayor edad de los y las participantes: señalan haber vivido más actos de discriminación y violencia, perciben que las acciones que se emprenden en sus agrupaciones son más disruptivas (de los roles, las normas, el sistema político, los mecanismos de participación); se involucran más en acciones del movimiento de diversidad sexual, así como en organizaciones sociales y políticas.
Tabla 2. Correlaciones no paramétricas de la variable edad en años de los y las participantes Fuente: Elaboración propia
En cuanto a la edad de conocimiento de su orientación sexual o identidad de género, se encontraron correlaciones significativas estadísticamente, aunque no muy fuertes, todas ellas fueron negativas. Las variables con las cuales se encontró esta relación fueron: índice de comunicación de su sexualidad (-0.315); índice de discriminación recibida por variables asociadas a prejuicios sexuales (-0.119); índice de actos de discriminación o violencia vivida (- 0,196); índice participación en organizaciones sociales y políticas (-0.177); y, finalmente, índice de participación en acciones del movimiento de diversidad sexual (-0.113). Esto lo podemos interpretar como que los y las participantes que descubrieron su orientación sexual o identidad de género a edades más tempranas señalaron que: expresaron su identidad de género u orientación sexual a más personas; vivieron más actos de discriminación o violencia; recibieron más discriminación relacionada con prejuicios sexuales; participan o participaron en más organizaciones sociales y políticas; así como participaron en más acciones del movimiento de diversidad sexual que las y los participantes que lo descubrieron a edades más avanzadas.
Tabla 3. Correlaciones no paramétricas de la variable edad de conocimiento de su orientación sexual o identidad de género
Fuente: Elaboración propia
El índice de comunicación de la sexualidad (calculado a partir de las personas a las cuales comentó su orientación sexual o identidad de género) generó correlaciones positivas con algunas de las variables de estudio. Dichas correlaciones fueron algo débiles, pero son estadísticamente significativas. Las variables con las que se asoció fueron: el índice de actos de discriminación o violencia vivida (0.174); el índice de acciones de ruptura de límites de la agrupación percibida
(0.159); el índice de solidaridad percibida como parte de la agrupación (0.190); el índice de asistencia a sitios de encuentro (0.130); el índice de participación en acciones del movimiento de diversidad sexual (0.195); y, el índice de participación en organizaciones sociales y políticas (0.302). Estas correlaciones nos indican que, dentro de la muestra, aquellos participantes que comunicaron su orientación sexual o identidad de género a más personas reportaron: haber más actos de discriminación o violencia; recibir más discriminación por variables asociadas a prejuicios sexuales; percibieron más solidaridad y acciones de ruptura de límites en sus agrupaciones; y, asimismo, su participación en organizaciones sociales y políticas, así como en las acciones del movimiento de diversidad sexual fue mayor que quienes comunicaron su sexualidad a menos personas.
Tabla 4. Correlaciones no paramétricas de la variable índice de comunicación de su sexualidad (orientación sexual o identidad de género)
Fuente: Elaboración propia
El índice de asistencia a sitios de encuentro se correlacionó positivamente con cuatro variables: el índice de actos de discriminación o violencia vivida (0.116); el índice de discriminación recibida por variables asociadas a prejuicios sexuales (0.124); el índice de participación en acciones del movimiento de diversidad sexual (0.099); y, el índice de participación en organizaciones sociales y políticas (0.142). Los resultados en cuanto a la relación entre estas variables nos indican que las y los participantes que más frecuentan estos sitios reportan mayores actos de violencia y discriminación orientadas por prejuicios sexuales. No obstante, también nos muestran que la mayor asistencia a sitios de encuentro se relaciona con una
mayor participación en acciones del movimiento de diversidad sexual y en organizaciones sociales y políticas.
Tabla 5. Correlaciones no paramétricas de la variable índice de asistencia a sitios de encuentro. Fuente: Elaboración propia
El índice de actos de discriminación o violencia vivida tuvo correlaciones positivas con dos variables más: índice de participación en acciones del movimiento de diversidad sexual (0.292) e índice de participación en organizaciones sociales y políticas (0.179). La variable índice de discriminación recibida por variables asociadas a prejuicios sexuales también se correlacionó positivamente con éstas, en 0.196 y 0.179 respectivamente. Lo que nos muestra que las personas que vivieron más discriminación son las que mayormente participan tanto en organizaciones políticas y sociales como en acciones del movimiento de diversidad sexual. Finalmente, los índices relacionados con discriminación se encontraron correlacionados positivamente entre sí de manera estadísticamente significativa (0.565).
Uno de los elementos necesarios dentro de la acción colectiva es la solidaridad percibida por parte de los actores del movimiento. El índice de solidaridad se correlacionó con la dimensión respecto al índice de ruptura de límites de la agrupación percibida (0.147), así como con los índices de participación en acciones del movimiento de diversidad sexual (0.335) y el índice de participación en organizaciones sociales y políticas (0.219).
Tabla 6. Correlaciones no paramétricas de las variables relacionadas con discriminación y participación Fuente: Elaboración propia
Esto nos indica que quien percibe más solidaridad en las agrupaciones es quien más participa tanto en organizaciones como en acciones del movimiento y se involucra en acciones de ruptura de límites.
Tabla 7. Correlaciones no paramétricas de la variable índice de solidaridad percibida como parte de la agrupación
Fuente: Elaboración propia
Finalmente, se encontraron correlaciones positivas estadísticamente significativas entre las variables asociadas a participación y acción. El índice de participación en acciones del movimiento de diversidad sexual se relacionó con dos variables: el índice de acciones de ruptura
de límites de la agrupación percibidas (0.208) y el índice de participación en organizaciones sociales y políticas. Es decir, que quien más participa en acciones del movimiento de diversidad sexual, percibe más disruptivas sus acciones y más se involucra en organizaciones sociales y políticas.
Tabla 8. Correlaciones no paramétricas de la variable índice de participación en acciones del movimiento de diversidad sexual
Fuente: Elaboración propia
Este texto constituye un ejercicio preliminar de presentación de algunos resultados de la investigación doctoral sobre la acción colectiva y su vinculación con variables dentro de la vida cotidiana, la vida pública y la construcción de la identidad colectiva. De esta forma, se encontraron algunas relaciones importantes entre aspectos como son: la discriminación o violencia recibida, la comunicación de la sexualidad, la asistencia a espacios de encuentro, la solidaridad percibida, la participación en organizaciones sociales y políticas, la percepción de acciones de ruptura de límites y la participación en acciones del movimiento de diversidad sexual. Esto nos habla de que, por lo menos en la muestra estudiada, estos factores se encuentran interrelacionados de forma interdependiente. Es necesario hacer un análisis más fino para poder encontrar nuevas relaciones entre otras dimensiones consideradas en la investigación respecto a las variables mencionadas.
Buechler, S. M. (1995). New Social Movement Theories. The Sociological Quarterly, 36 (3),
441-464.
Descombe, M. (2007). Good Research Guide. Buckingham: Open University Press.
Esterberg, K. G. (1994). From Acommodation to Liberation. A Social Movement Analysis of Lesbians in the Homophile Movement. Gender and Society, 8(3), 424–443.
Felliti, K. A. (2006). En defensa de la libertad sexual: discursos y acciones de feministas y homosexuales en los ´70. Temas de Mujeres. Revista del Centro de Estudios Históricos e Interdisciplinario sobre las Mujeres Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de Tucumán, 2(2), 44–63.
Figari, C. (2010). El movimiento LGBTI en América Latina: institucionalizaciones oblicuas. In
A. Massetti, E. Villanueva y M. Gómez (comps.), Movilizaciones, protestas e identidades colectivas en la Argentina del bicentenario (pp. 225–240). Buenos Aires: Nueva Trilce.
Gunther, S. (2004). Building a More Stately Closet: French Gay Movements since the Early 1980s. Journal of the History of Sexuality, 13(3), 326–347.
Hernández S. R., Fernández, C. C. & Baptista, L. M. P. (2010). Metodología de la investigación.
México: McGrawHill.
Hunt, S. A. & Benford, R. D. (2004). Collective Identity, Solidarity, and Commitment. En D. A. Snow, S. A. Soule, H. Kriesi. The Blackwell Companion to Social Movements. (pp. 433-
457) United Kingdom: Blackwell Publishing Ltd.
Laraña, E. (1999). La construcción de los movimientos sociales. Madrid, España: Alianza Editorial.
Lizarraga C., X. (2010). Una memoria de los movimientos en México (Inicios del activismo homosexual en México). In E. Y. Peña S. & L. Hernández A., Iguales pero diferentes: diversidad sexual en contexto. Memorias de la VII Semana Cultural de la Diversidad Sexual (pp. 33–37). México, DF: Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Melucci, A. (1980). The new social movements: A theoretical approach. Social Science Information, 19, 199-226.
Muijs, D. (2004). Doing Quantitative Research in Education with SPSS. Londrés: Sage Publications.
Nicolas, J. (2013). La cuestión homosexual. Papeles Insumisos. Archivo digital de sexualidad y capitalism.
Palmeiro, C. (2012). Locas, milicos, fusiles: Néstor Perlongher y la última dictadura argentina.
Estudios, 19(38), 9–25.
Pozas H., R. (2013). Los 68: encuentro de muchas historias y culminación de muchas batallas.
Perfiles Latinoamericanos, 43, 19–54.
Polleta, F. & Jasper, J. M. (2001). Collective Identity and Social Movements. Annual Review of Sociology, 27, 283-305.
Weeks, J. (1998). Sexualidad. Programa Universitario de Estudios de Género. Universidad Nacional Autónoma de México: México, D.F.
Notas
1 En adelante población LGBTTTI.
2 Organismo público autónomo responsable de normar y coordinar el Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, así como de captar y difundir información de México en cuanto al territorio, los recursos, la población y economía, que permita dar conocer las características de nuestro país y ayudar a la toma de decisiones.
3 Se hicieron búsquedas por nombre en la página de corresponsabilidad del Registro Federal de OSC con las palabras clave: género, diversidad, sexual, VIH, gay, LGBT, transgénero, lesbiana, bisexual, travesti, intersexual y queer.
4 Hernández, Fernández y Baptista (2010) definen las escalas como patrones, conjuntos, medidas o estimaciones regulares de acuerdo con algún estándar o tasa, respecto de una variable. Con base en estos indicadores o variables es que se construyen los índices, cada variable tiene un peso o coeficiente y al final se obtiene una puntuación global.
5 Las regiones se organizaron de la siguiente forma: noroeste (Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora); noreste (Coahuila, Chihuahua, Durango, Nuevo León y Tamaulipas); occidente (Colima, Jalisco, Michoacán y Nayarit); el bajío (Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí y Zacatecas); Ciudad de México; centro (Estado de México, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala); sur (Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Tabasco y Veracruz); y sureste (Campeche, Quintana Roo y Yucatán).