Familias, hogares y migración en la Sierra Gorda de Querétaro Families, homes and migration in Sierra Gorda, Querétaro

Armando Sánchez Albarrán1


Resumen: Se presentan resultados de una encuesta a familias de la Sierra Gorda de Querétaro en febrero de 2016 del municipio de Jalpan de Serra en el área de influencia de la Reserva Natural Sierra Gorda: Escobedo de Zaragoza, Concá y Landa de Matamoros. El estudio parte de la conceptualización del patrón familiar mesoamericano Disponemos de información sobre el total de miembros del hogar y de la familia, lo que nos permite estimar el significado cuantitativo de la emigración a nivel de las familias del ejido.


Abstract: Survey results are presented to 120 families in the Sierra Gorda of Querétaro in February 2016 in order to understand the processes of social reproduction. The first results obtained throw us information regarding the type and family cycle which reveals extensive families, however, contrasts with the small areas of land for planting due to the historical characteristics of the reform process agrarian occurring there. Internal migration and international are just one of the strategies of social reproduction supplemented by agricultural activities.


Palabras clave: familias; hogares; migraciones; reproducción social; sistema familiar mesoamericano


Introducción

Una rápida mirada a las publicaciones sociológicas sobre cuestiones de desarrollo de la última década, lleva a notar un creciente número de trabajos sobre migraciones, en especial desde zonas rurales, a los Estados Unidos. Los temas que más destacan son: (a) estudios sobre remesas de los migrantes a los Estados Unidos hacia sus lugares de origen, usando estadísticas y encuestas oficiales norteamericanas o nacionales; (b) informes sobre experiencias individuales de migrantes internacionales. Estos estudios suelen referirse a unas cuantas personas y a las redes en que se



1 Doctor Armando Sánchez Albarrán. Profesor investigador del Departamento de Sociología, adscrito al Cuerpo de Investigación en Sociología Rural, de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Azcapotzalco. Correo: armando_sa2002@yahoo.com.mx. Este trabajo forma parte de un análisis más completo en el que participa también el maestro Oscar Cuellar Saavedra profesor investigador del Departamento de Sociología de la UAM-A. En la realización del presente trabajo se contó con la colaboración de los ayudantes de Sociología Teresa Bonilla Reynoso y Alejandro González González.

apoyan, incluyendo descripciones de algunos circuitos migratorios específicos. (c) Ensayos sobre hogares o familias “transnacionales”, es decir, familias que suelen tener residencia en México y en los Estados Unidos y cuyos miembros conviven discontinuamente en ambos lugares. También (d), hay investigaciones sobre mujeres rurales que se quedan a cargo de sus hijos y que deben mantener relaciones relativamente cordiales con sus suegros, a quienes sus maridos eventualmente les han encargado su cuidado; y (e) publicaciones sobre migraciones internas, incluyendo trabajos sobre jornaleros que se desplazan a campos de trabajo agrícola del norte del país, a veces acompañados por sus familias. Finalmente, en el período más reciente han aumentado los ensayos sobre los retornados y sobre las dificultades que enfrenta la migración a los Estados Unidos.

El grueso de los trabajos sobre migraciones comparte algunas características bastante típicas, a saber: salvo los artículos sobre remesas, la mayoría tienden a ser micro-estudios, que se basan en unas cuantas entrevistas realizadas sin pretender representatividad alguna, y que incluso sesgan deliberadamente sus muestras para destacar algún aspecto de lo que les interesan a sus autores. Los trabajos sobre mujeres suelen hacerse desde perspectivas de género, pero incluso en este caso, muchos carecen de planteamientos teóricamente fundamentados. Se tiende a dar por sentado que las migraciones obedecen a razones económicas –aunque ahora también sociales- y/o que expresan “estrategias de sobrevivencia familiares”, sin que sin embargo sus autores definan los términos que usan ni se refieran a los procesos de toma de decisiones involucrados. De hecho, aunque se hable de familias y de estrategias familiares, se toma como unidad de análisis a individuos y no a colectivos (por ej., Forero, Román y Salas, 2013). Así, se distancian de los requisitos básicos de la investigación sociológica. Por eso, no es difícil estar de acuerdo con Genoveva Roldán, cuando dice que aquí “predomina la investigación empírica que oscila entre trabajos de nivel microscópico y propuestas empíricas generales que además de estar confeccionadas con múltiples deficiencias conceptuales, poco aportan a la construcción teórica” (Roldán, 2012: 64).

En contraposición con lo indicado, el objetivo central de nuestro trabajo ha sido explorar la utilidad del enfoque centrado en las familias para: (1) evaluar su eventual potencial descriptivo y explicativo respecto de algunos aspectos de la migración; a la vez que (2) estudiar algunos de los efectos que esta podría estar teniendo sobre la reproducción social familiar. Adoptar esta perspectiva significó centrarse en el análisis de la relación entre migración y reproducción familiar,

lo que tiene exigencias teóricas y metodológicas. Respecto de lo primero, tomamos pie en los planteamientos sobre la reproducción social campesina vinculados con las características del sistema familiar mesoamericano, estudiado por algunos antropólogos (Robichaux, 2001; 2002; González Montes, 1989; Cancian, 1965). En cuanto a lo segundo, nos enfocamos en los colectivos familiares, incluyendo a los miembros residentes y a los emigrantes. Esto exigió combinar técnicas sociológicas y antropológicas para la recolección de los datos. Aplicamos una encuesta sociológica sobre las características personales y laborales de cada uno de los miembros de las familias entrevistadas, residentes y no residentes, e hicimos entrevistas en profundidad con los jefes de familia para elaborar genealogías que nos ayudaron a complementar la información familiar inter- generacional.

En este artículo se hace una primera mirada a las características socio-demográficas de la familia en la comunidad y a la manera como ellas parecen estar siendo afectadas por la masiva migración de los hijos, al punto de poner en crisis el sistema tradicional de reproducción familiar. Para fines de exposición se parte en el primer apartado de los aspectos teóricos y metodológicos del enfoque y se precisa el significado de los principales conceptos usados en el análisis. Posteriormente, en el segundo apartado se analizan las características sociodemográficas de las familias y de los hogares entrevistados. En el tercero, se estudian las relaciones entre el ciclo doméstico y la composición de parentesco de la familia, por un lado, y la migración, por otro. En la parte final se concluye analizando el significado cuantitativo y cualitativo de las migraciones para la reproducción social campesina, en particular, atendiendo a los desafíos que ella representa para la reproducción del sistema familiar mesoamericano.


1 Aspectos teóricos y metodológicos

Hemos dicho que, aunque en la investigación sociológica mexicana actual sobre migraciones suele haber referencias a las familias de los migrantes, prácticamente no hay estudios que recojan y analicen información sistemática sobre ellas y sus miembros. Tampoco el lenguaje que se usa suele ser preciso. Los autores tienden a hablar indistintamente de hogares, de grupos domésticos o de unidades domésticas “en el entendido” de que se trata de familias, pero usando estos términos sin mayor cuidado. Para nosotros es absolutamente necesario precisar los conceptos y aclarar sus relaciones. En principio, definimos a la familia como un conjunto de personas emparentadas, es

decir, relacionadas por lazos de afinidad y de consanguinidad, y al hogar como el subconjunto de miembros de una familia más otras personas que viven en una misma casa (Cuéllar y Muñiz, 1988). Esta determinación del concepto de hogar incluye el de co-residencia y admite la convivencia de algunas personas no emparentadas con los miembros que sí lo están1, mientras que el concepto de familia no presenta exigencias de co-residencia, pero sí de relaciones de consanguinidad y afinidad entre los miembros de distintas generaciones. Más precisamente, aquí hablaremos de familia para referirnos a la pareja conyugal que reside en el hogar paterno (en la comunidad) y a sus hijos vivos, sea que estos residan o no con ellos. Esto también comprende a otros parientes directos de primer grado, en línea ascendente o descendiente, de los jefes (o sea, a padres y nietos de los miembros de la pareja conyugal) y en su caso, a sus respectivas parejas. Al hablar de hogares, incluimos a todas las personas, parientes o no, que residen en casa de la pareja conyugal (padres), pero no a los hijos que emigraron. Por último, eventualmente usaremos los términos de grupo doméstico o unidad doméstica como sinónimos del hogar.

Estas definiciones pueden parecer bastante estáticas. Una manera más dinámica de referirse a la familia consiste en verla como un sistema de transformaciones, o más precisamente como un sistema de relaciones que teóricamente se constituye a partir de la unión de una pareja (unión conyugal) que se va transformando a lo largo del tiempo (Chayanov, 1974: 52). La familia se presenta, así como una especie de “organismo” que en principio se va haciendo más numeroso y complejo, hasta un punto, a partir del cual empieza a declinar hasta que desaparece o “muere” –sea por la muerte física de los progenitores y/o por la salida de los hijos del hogar (Cuéllar y Muñiz, 1988). A la evolución de la familia en el tiempo la llamamos ciclo de desarrollo familiar o ciclo doméstico. A lo largo de este, las familias van experimentando cambios en su tamaño o número de integrantes, en la composición por edad y sexo de estos, en la relación entre consumidores y trabajadores y, eventualmente, en su composición de parentesco (cf. Fortes, 1971 [1957]; asimismo, Foster, 1978)2.

Nos interesa destacar el concepto de composición de parentesco, que refiere a los tipos de relaciones de consanguinidad y de afinidad existentes entre los miembros del grupo doméstico en un dado momento del tiempo. Para dar cuenta de la composición de parentesco de los hogares, los estudiosos suelen usar la clasificación de INEGI, que toma como base la noción de familia nuclear

o conyugal (compuesta por padre y/o madre e hijos) y agrega otras posibilidades3. Nosotros usamos la terminología de INEGI simplificándola. Distinguimos sólo dos tipos de hogares: nucleares y extendidos. En el primero incluimos los hogares nucleares completos e incompletos, y en el segundo, los hogares extensos y los compuestos.

En relación con el ciclo de desarrollo, importa tener presente el modelo del desarrollo de la familia de Chayanov. Este es una simplificación útil, un primer instrumento para el análisis, que tiene algunos supuestos básicos, a saber: que la familia se constituye a partir de la unión de un hombre y de una mujer sanos y capaces de procrear, de 25 y 20 años respectivamente, que se establecen en casa propia (neolocalidad). El modelo supone que la pareja tiene un hijo al cabo del primer año de la unión y que desde entonces se reproduce con un espacio intergenésico medio de tres años (sobrevive un hijo cada tres años), hasta que la madre pierde sus capacidades reproductivas (o comienza la desagregación de la familia). Chayanov (1974: 52-53) presenta un esquema siplificado del crecimiento de la familia por un período de 26 años, que comprende el ciclo familiar desde la unión hasta el momento en que el hijo mayor alcanza la edad de casarse (25 años). La familia tendría entonces 11 personas (nueve hijos) y comenzaría la fase de disolución4. El despliegue de este modelo facilita identificar los puntos de cambio en el ciclo de desarrollo familiar, y muchos autores usan el criterio de la edad como indicador del desarrollo de la capacidad de trabajo de los hijos y de la composición por edades de la familia. Así, por ejemplo, Fortes (1971) distingue tres fases en el ciclo de desarrollo de una familia conyugal: una inicial, en que la pareja va teniendo hijos pequeños que dependen de los padres; otra intermedia, en que los hijos se van haciendo mayores e incorporando a las tareas colectivas, y una fase final, que se caracteriza porque la mayoría de los hijos son ya adultos y empiezan a casarse y a separarse del hogar de origen.

Ahora bien, usar este modelo exige adecuarlo a las condiciones socio-culturales locales

(para un ejemplo, ver Foster, 1978; y 1982). En particular, es importante conocer las pautas culturales sobre formación de uniones, residencia y herencia, ya que ellas suelen determinar cambios típicos en la composición de parentesco de los hogares a lo largo del tiempo. En el caso mexicano resulta fundamental recordar los rasgos básicos de lo que David Robichaux (2001, 2002) ha llamado “el sistema familiar mesoamericano”, vigente sobre todo en las culturas de origen indígena5. Se puede describir así: (1) al casarse (al unirse) la joven pareja suele irse a vivir a casa de los papás de él (residencia viri o patrilocal); (2) la residencia en casa de los padres de él tiende

a ser prolongada, y significa el dominio de la suegra sobre la nuera; (3) la separación e independencia de la joven pareja lleva tiempo: primero establecen su fogón propio (cocina aparte) y luego, las habitaciones propias, aunque todavía dentro del solar familiar paterno. (4) Finalmente, la pareja se establece por cuenta propia y de manera independiente, en el solar paterno o en otro lugar (cercano). (5) Cuando hay otros hijos varones casaderos, estos repiten la pauta indicada y se van agregando al hogar paterno (aglomeración). (6) El último hijo repite la pauta al casarse y acompaña a los padres en su vejez, heredando la casa y el solar paterno a la muerte de estos (“ultimogenitura”)6. A esto hay que agregar (7) la tendencia a distribuir por igual la tierra del padre entre los hijos varones, aunque en muchos lugares las hijas mujeres también heredan (Robichaux, 2002).

Son claras las diferencias entre estos dos modelos. Nos detendremos en una de ellas, de importancia para nuestro enfoque analítico. Es evidente que Chayanov sólo considera familias que, en la terminología del INEGI, siempre serían hogares nucleares. También lo es que, por sus supuestos, que excluyen el control de la fecundidad, las familias podrían crecer hasta un cierto número máximo de miembros como consecuencia de la simple reproducción demográfica de la pareja original. Por otro lado, la simplicidad de este modelo facilita distinguir fases del desarrollo familiar basadas en el número de miembros o en la distribución de sus edades o en la relación consumidores-trabajadores. Pero no en su estructura de parentesco. En efecto, luego del nacimiento del segundo hijo, esta no cambia. Sus componentes son: una relación de pareja; relaciones entre padres e hijos y relaciones entre hermanos.

En el modelo familiar mesoamericano, en cambio, la pauta de residencia se encuentra estrechamente ligada con variaciones en la composición de parentesco. Es decir, las fases del ciclo de desarrollo familiar se basan en, a la vez que definen, el tipo de composición de parentesco de la aglomeración familiar en los distintos momentos del tiempo (Soledad González, 1989, presentó un esquema gráfico de este ciclo recurrente de desarrollo familiar. Para un esquema algo distinto, véase White, 1974). En efecto, la joven pareja comienza incorporándose como sunconjunto subordinado a un hogar extenso (o que se vuelve extenso por esa incorporación), para después establecerse como nuclear y, finalmente, volver a ser parte de una unidad extensa, sólo que ahora ocupando ella la posición dominante. Parece obvio que, si el esposo tiene otros hermanos varones, en algún momento sus uniones pueden hacer bastante más complejo al agregado familiar global.

Un enfoque analítico adecuado para estudiar las caracteríticas centrales de las familias y las unidades domésticas debería tomar en cuenta estos rasgos estructurales que derivan del sistema familiar mexicano. Para ello, planteamos una tipología simple de situaciones que resulta de combinar el ciclo de desarrollo familiar con la composición de parentesco de los hogares. Si distinguimos tres fases del ciclo (corta, media y larga) y dos tipos de estructuras de parentesco (“hogares nucleares” y “hogares extensos”), tendremos una tipología de seis categorías o tipos simples. En la tercera parte de este trabajo usamos esta tipología, con modificaciones derivadas del examen de los datos, para analizar las migraciones de la micro-región Ahitic.

Otro tema que destaca en relación con el uso de estos modelos, es que coinciden en un supueso fundamental: ambos implícitamente suponen que hay tierra suficiente, es decir, que la reproducción campesina, en principio, opera sobre una relación positiva entre tierra y población. Sin embargo, a lo largo del tiempo ella tiende a hacerse negativa.

Ciertamente, durante gran parte del largo período de la reforma agraria, tanto el acceso real a la tierra como la perspectiva de su disponibilidad virtual tuvieron consecuencias positivas sobre el crecimiento de la población; y, por esta vía, sobre la supuesta disponibilidad real de aquel recurso a largo plazo. En el contexto de la reforma agraria mexicana, que se caracterizó por no tener plazo fijo de término (esto es, por ser indeterminada en su término y recurrente en su proceso), estas consecuencias contribuyeron a ir haciendo difícil el acceso a la tierra a largo plazo, sin por ello dar lugar a una disminución significativa de la fecundidad. Asimismo, el desarrollo industrial y urbano, por otra parte facilitado y alimentado por la reforma agraria, pudo contribuir a desalojar un flujo creciente de población que migraba desde el campo hacia las ciudades en busca de ingresos y oportunidades, desplazando así en el tiempo, el advenimiento del fin del reparto de tierra7. Para muchas familias campesinas, las migraciones significaron la posibilidad de obtener recursos que podían destinar a mantener sus explotaciones agrícolas, pese al desarrollo de condiciones objetivamene adversas en la relación tierra-población (Palerm, 1980; Arizpe, 1980). Por razones de espacio no podemos incursionar en este tema, pero nos parece importante al menos dejarlo indicarlo.


Aspectos metodológicos

Nuestro tema central aquí es el de las relaciones entre: (a) el ciclo de desarrollo familiar y la

composición de parentesco de los hogares, por un lado; y (b) el volumen y características generales de las migraciones, por otro. Para obtener información sobre los contextos familiares y socio- económicos de la migración, aplicamos un cuestionario que distingue claramente entre miembros que residen en el hogar e hijos que no residen en él y que emigraron. Esto también facilita analizar la incidencia de la migración en las familias y en los hogares.


Los módulos del cuestionario son los siguientes.


  1. Ficha de personas que residen en el hogar. En Ella se preguntó por la edad, el sexo y la relación de parentesco de cada residente con el jefe del hogar. Aquí también se incluyeron preguntas sobre la escolaridad de cada persona y si trabajaba o no, con especificación de si lo hacía con otros miembros de la familia; en el predio familiar; y/o fuera de este. También se preguntó si la persona recibía ingresos por su trabajo y si normalmente aportaba para los gastos de la casa.


  2. Ficha de hijos emigrados. Un segundo módulo indagó sobre los hijos que habían emigrado y que no residían en el hogar. Las preguntas se referían al sexo, a la edad y la escolaridad de los hijos emigrantes, así como al lugar de residencia actual. De cada uno de ellos se obtuvo información sobre su estado civil y situación laboral, incluyendo el tipo de trabajo que realizaba y si enviaba apoyo económico a los padres. Es importante destacar que, tratándose de las hijas, en esta ficha se buscó incluir solamente a las que había emigrado fuera de la micro región. La idea aquí era descarta a las hijas que al casarse habían dejado el hogar paterno para establecerse en casa de los padres de sus maridos sin dejar la región.


  3. Ficha de actividades económicas de la unidad doméstica. En este módulo se preguntó si se disponía de tierra, el número de hectáreas que se tenía y la clase de título para el uso (propiedad, arriendo, préstamo, etc.), más otras cuestiones sobre las actividades agrícolas que realizaba el jefe del hogar, y la forma en que laboraba (sólo, con familiares, alquilando trabajadores, etc.). Además se indagó por tipos de cultivo y otros aspectos relacionados con el desarrollo del trabajo y las actividades agrícolas.

La información de la ficha de miembros residentes del hogar nos permite hacernos una idea de la estructura y características de los hogares del ejido, en particular, de la fase del ciclo doméstico en que se encontraban al mmento de la encuesta, de su composición de parentesco, de la composición por edad y sexo de sus miembros, de la carga demográfica o relación consumidores- trabajadores y de otras características de interés socio-demográfico. La ficha de hijos emigrados nos permite estimar el volumen y en su caso, la secuencia de las migraciones y cotejar la actualidad o pertinencia de algunos planteamientos teóricos –por ejemplo, sobre las “migraciones por relevos” (Arizpe, 1980). O bien, las tesis de Quesnel y sus asociados acerca de la eventual configuración de “archipiélagos familiares” y la creación de redes extra-locales de parentesco. Por último, nos lleva también a preguntarnos sobre los efectos que la migración masiva puede haber tenido sobre la pervivencia del sistema familiar mesoamericano de que habla Robichaux.


  1. La poblacion de la Sierra Gorda de Querétaro

    La Sierra Gorda de Querétaro selocaliza en la región caracterizada por la sierra alta a una altura de 3 mil msnm enmarcada entre amplios y profundos cañones bañados por los rios Santa María, Extórz y Moctezuma (Véase mapa 1).


    Mapa 1 Ubicación Sierra Gorda


    Ilustración 1 Mapa Ubicación Sierra Gorda https://www.zonaturistica.com/hoteles-en/420/sierra-gorda- queretaro.mapa-ubicacion.html? ecoalojamientos=1


    En la mayor parte de la sierra gorda se encuentra la Reserva de la Biósfera Sierra Gorda la cual ocupa el 76% de su superficie donde podemos señalar la existencia de plantas y animales endémicos. Las principales poblaciones serranas son Pinal de Amoles, Jalpa de Serra, Arroyo Seco, Landa de Matamoroe y San Joaquín.


  2. Análisis de las Hogares y familias

En la tabla 1 presentamos algunos datos básicos sobre los hogares de la Sierra Gorda de Querétaro considerando el Tipo de Hogar y Ciclo doméstico (Véase tabla 1).


Tabla 1 Tipo de hogar por Ciclo doméstico



Ciclo doméstico

Total

Corto

Mediano

Largo



Recuento

81

77.9%

9

8.7%

3

2.9%

93

89.4%

1

1.0%

9

8.7%

0

0.0%

10

9.6%

0

0.0%

1

1.0%

0

0.0%

1

1.0%

82

78.8%

19

18.3%

3

2.9%

104

100.0%


Nuclear




%



Recuento

Tipo de hogar

Extendido




%



Recuento


Padres solos




%



Recuento

Total





% total

Fuente: Propia.


Destaca el hecho de que predominan como las familias nucleares, 82 casos, con un 78.8%, seguidas de las familias extendidas, 19 casos, con el 18.3% y padres solos, tres casos, con el 2.9%. En tanto que, considerando el ciclo doméstico de las familias a partir de la edad de la mujer,

para el caso el ciclo corto corresponde a mujeres de hasta los 40 años; le sigue el ciclo medio de 41 a 50, y el ciclo largo a mujeres mayores de 51 años. En las familias de ciclo corto encontramos que son la mayoría con un 89.4%, seguido de ciclo medio con un 9.6% y en el ciclo largo ubicamos una persona que representa apenas el 1% (Véase gráfica 1).

Gráfica 1 Tipo de hogar por Ciclo doméstico


Podemos destacar además que el 70% de los jefes de familia no cuentan con tierras, así que sus trabajos se ubican principalmente como jornaleros en la misma región y quienes migran lo hacen principalmente en actividades como la construcción.


3.1 Número de integrantes

Las familiares nucleares se integran por 82 personas, que representa el 78.1%, con 1 a 4 integrantes. Las familias extendidas, 20 casos, que representan el 19%, con entre 5 a 7 integrantes; mientras que las familias de padres solos representan el 2.9% en tres casos cada uno con una persona (Véase tabla 2).


Tabla 2 Tipo de familia

Tipo de familia

Casos

%

Familia nuclear 1 a 4 personas

82

78.1%

Familia extendida 5 a 7 personas

20

19%

Solos 1 persona

3

2.9%

Total

105

100

Fuente: Propia


Para este estudio se considera en la familia la inclusión tanto a los miembros que viven en el hogar como a miembros que migraron (que no viven en la localidad). En tanto que por hogar se comprende a los miembros de la familia que viven en la localidad, en casa del ejidatario o de su viuda

En la tabla 3 se analiza el caso de la relación entre el ciclo doméstico y la migración del jefe de familia. Observamos que, de un total de 104 casos, en el ciclo domestico corto, es decir, donde la edad de la mujer no rebasa los 40 años, de los 93 casos, que representa el 89.4% de la muestra, de ese subtotal, el 36.5% de jefes de familia; mientras que el 52.9% vive en la comunidad. En familias de ciclo medio con 10 jefes de familia que representa el 9.6%, de ellos, sale el 1.9% de jefes de familia, mientras que el 7.7% vive en la comunidad. En tanto que, en familias de ciclo largo, sale una persona con el 1% que vive en la comunidad (Véase tabla 3).


Tabla3 Ciclo doméstico por migración jefe del hogar



¿Migra jefe hogar?

Total

vive aquí

vive fuera



Recuento

55

52.9%

8

7.7%

1

1.0%

64

61.5%

38

36.5%

2

1.9%

0

0.0%

40

38.5%

93

89.4%

10

9.6%

1

1.0%

104

100.0%


Corto




%



Recuento

Ciclo doméstico

Mediano




%



Recuento


Largo




%



Recuento

Total





% Total


Ante el problema de la escasez de tierras, un porcentaje grande de jefes de familia se ve obligado a trabajar fuera de la comunidad. Mientras que otro tanto trabaja como jornalero para otros productores.


Por último, algunos jefes de familia trabajan localmente en la misma comunidad en actividades de servicios.


Conclusiones

A diferencia de otros estudios como en el caso de las familias en la huasteca Veracruzana (Oscar- Sánchez, 2017), o bien, en familias indígenas mazahuas del Estado de México (Sánchez-Cuellar, 2017), en la que la mayoría de las familias se ubican en el tipo de familia extendida, en el caso de la Sierra Gorda de Querétaro destaca el fuerte porcentaje de familias nucleares.

La primera observación importante es que casi tres cuartas partes de los jefes de familia no cuentan con tierra propia, sino que trabajan como jornaleros o bien, se ven obligados a migrar fuera de la comunidad como migración interna o externa. En las zonas de estudio se encontró que el tipo de orografía, la mayor parte son montañas de piedra y con fuerte inclinación.

En un segundo avance se analizará el llamado “efecto Prospera”, es decir, revisar el efecto de que una gran cantidad de hijos se encuentran inscritos en la educación media y media superior. Lo anterior asegura en cierta medida que tanto hombres como mujeres podrán colocarse como empleados fuera de la región de estudio.

En síntesis, la mayor parte de las familias analizadas depende de los ingresos obtenidos de

actividades extra agrícolas. Es decir, no sólo hay un problema fuerte de escases de tierras, sino que además desde hace años se depende exclusivamente de los ingresos obtenidos del exterior.


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Notas


1Si en el hogar hay personas no emparentadas con las demás, esperaríamos que sean empleados o sirvientes. Pero también una familia puede haber admitido a algún pariente varón como hijo (xocoyotl) cuando los padres sólo tuvieron hijas mujeres; o haberle dado este reconocimiento al marido de alguna de ellas (Palerm, 1980). Nosotros no encontramos personas no emparentadas con el jefe, ni hogares conformados sólo por personas no emparentadas entre sí.

2 En principio, estos conceptos se usan para referirse a los hogares. Pero también se los suele emplear para

hablar de las familias, refiriéndose solo a los parientes co-residentes (cuando no hay hijos que no vivan en el hogar o bien, cuando por alguna razón se decide no tomarlos en cuenta en el análisis).

3 Las otras situaciones que considera INEGI son: (i) hogares nucleares incompletos (en que falta uno de los cónyuges); (ii) hogares o familias extensas, que tienen uno o más componentes (hogares) nucleares y/o además, otro tipo de parientes (tíos, primos, abuelos, etc.); (iii) grupos domésticos “compuestos”, es decir,

hogares nucleares y/o extensos solos o combinados, que además incluyen a algún no pariente; y (iv) agrupaciones de individuos co-residentes no emparentados entre sí (sobre esto, ver Tuirán, 1994). Nótese

(v) que en la clasificación de INEGI no es claro el status ni el nombre de los hogares o grupos domésticos conformados sólo por hermanos solteros huérfanos.

4 Este modelo es parte del enfoque más amplio de Chayanov sobre la reproducción campesina, cuyos supuestos deben tenerse presentes al aplicarlos a contextos actuales.

5Aunque Robichaux ha sido quien más ampliamente ha investigado y difundido los rasgos característicos

de esta pauta cultural, ella había sido localmente identificada por Francesca M. Cancian (1965) en sus investigaciones en Chiapas, y por Soledad González (1989), en su trabajo sobre los hogares de Xalatlaco, Edo. de México.

6 Una pauta cultural similar existe todavía en muchas comunidades rurales de Tailandia, con algunas diferencias: (i) la joven pareja va a vivir a casa de los padres de ella; (ii) al casarse, las hijas se suceden en

el hogar de sus padres (sólo una vive en casa de sus padres cada vez); y (iii) la últimogenitura es femenina (Foster, 1982).

7 Un punto importante es el de como la escasez de tierra, junto con el desarrollo de la industria y las actividades terciarias en el sector urbano, pueden combinarse con medidas legales para generar o fortalecer migraciones desde el campo hacia las ciudades. De hecho, la reforma constitucional de 1992, que declaró terminada la reforma agraria y que estableció la obligación de los ejidatarios de nombrar a un solo heredero

de los derechos a la tierra, en regiones de alta fecundidad y declinante mortalidad infantil parece haber tenido el efecto de aumentar el número de jóvenes sin tierra, y como resultado de ello –y de factores contextuales-, también el monto y el tipo de emigraciones fuera de las zonas rurales (Léonard, Quesnel y del Rey, 2004; Quesnel y del Rey, 2005; del Rey y Quesnel, 2007).