Movilidad internacional y posicionamiento académico en tres sociólogos mexicanos International mobility and academic positioning in three mexican sociologists

Edgar Miguel Góngora Jaramillo1


Resumen: En esta ponencia el interés está en el análisis de las experiencias de movilidad internacional de tres sociólogos mexicanos consolidados en su campo disciplinario. Sugiero que, en la profesión académica contemporánea, la movilidad internacional para hacer estudios de doctorado, estancias de investigación o posdoctorados es una elección estratégica de los actores, capitalizable en función del posicionamiento en la institución de adscripción laboral y en el campo disciplinario de afiliación a lo largo de la trayectoria académica, esto es, a través de inversiones de los capitales académicos e intelectuales adquiridos, permanentemente re-capitalizados y transformados durante la carrera.


Abstract: In this paper, the object of analysis is the experiences of international mobility of three Mexican sociologists consolidated in their disciplinary field. In the contemporary academic profession, international mobility to do PhD studies, research stays and postdocs is a strategic choice of subjects. This choice can be capitalized through the positioning of the subjects in an institution of labor affiliation and in the disciplinary field during the academic trajectory, through investments of the academic and intellectual capitals acquired, permanently re- capitalized and transformed in the career academic.


Palabras clave: movilidad internacional; sociología, profesión académica; trayectorias profesionales.


Introducción

Una de las características actuales de la educación superior y de la investigación científica, en el mundo, es la promoción de la movilidad internacional de estudiantes y académicos. Se espera de ella que dote a quienes la realizan de conocimientos, habilidades y valores que tendrían efectos positivos al retornar a sus países de origen. Planteada así, la movilidad internacional es una


1 Doctor en Ciencias por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV-IPN), especializado en Sociología y en Investigaciones Educativas. Miembro académico de la Red Temática del CONACYT sobre Internacionalización y Movilidades Académicas y Científicas. Líneas de investigación en internacionalización de la educación superior y de la ciencia, así como en redes académicas en ciencias sociales y profesión académica. Correo: mgongorajaramillo@yahoo.com.mx.

apuesta de personas, instituciones y naciones que puede ser estratégica para reforzar las capacidades de producción de conocimientos y la formación profesional. Por ello, conviene realizar estudios que analicen si las promesas de la movilidad internacional se cumplen y, sobre todo, si su cumplimiento está relacionado con factores independientes al de la movilidad en sí misma.

Si integramos la movilidad internacional como un aspecto de la profesión académica contemporánea, conviene preguntarse cómo son capitalizadas las experiencias tanto formativas como de colaboración que se adquieren fuera del país de origen. En este texto1 analizo la articulación de experiencias de movilidad internacional (para hacer estudios de doctorado, estancias posdoctorales o de investigación) con el posicionamiento académico de tres académicos (dos hombres y una mujer) consolidados en la sociología mexicana. La idea que orientó el análisis es que la movilidad internacional es una elección estratégica de los actores que puede ser capitalizada en función de su posicionamiento en el campo académico, tanto a nivel de la adscripción institucional como de la afiliación disciplinaria. Esta idea sugiere que la movilidad internacional dota de capitales a quienes se dedican o se dedicaran a la profesión académica, pero esos capitales únicamente pueden ponerse en juego si existen las condiciones de posibilidad para que ello ocurra y eso depende de la construcción de trayectorias académicas bien posicionadas a lo largo del tiempo, lo que se logra por medio de la operación de estrategias puntuales.

Los casos permiten observar cómo las elecciones estratégicas de movilidad internacional

fueron capitalizadas a lo largo de las trayectorias y cómo influyeron en el posicionamiento de los académicos y en la producción de conocimientos sociológicos de relevancia nacional e internacional. De esa forma, la reconstrucción de los casos identifica la inversión de capitales adquiridos durante las experiencias de movilidad internacional y la relaciona con momentos clave de las trayectorias seleccionadas. Esa línea argumental permite mostrar cómo la capitalización de la movilidad internacional permitió a los académicos elaborar productos de conocimiento sociológico relevantes. En los apartados siguientes muestro el enfoque que orientó la indagación, los aspectos relevantes para la integración analítica de los casos, las razones para la elección de los académicos, la caracterización de cada uno de los tres casos y, finalmente, en las conclusiones pongo en relación los resultados empíricos con el argumento general.

Enfoque del análisis

Para formular el argumento trabajé con la sociología constructivista de Bourdieu, en tanto permite articular lo objetivo (lo externo) y lo subjetivo (lo interiorizado) como parte del mismo fenómeno, que se expresa a través de la práctica de las personas (Bourdieu, 2007: 89). Esa perspectiva es de utilidad porque conduce a entender las trayectorias de los individuos como consecuencias del uso de estrategias posibilitadas por la movilización de los capitales (heredados o adquiridos) con los que cuentan y que les permiten posicionarse en los campos en los que participan.

Las estrategias son resultado de los habitus, como esquemas generadores de prácticas (Bourdieu, 2012: 200), y en consecuencia, de los capitales con los que cuentan las personas para jugar (Bourdieu, 2007:100). De esa forma, las trayectorias son construcciones sociales en las que las posiciones “individuales” se definen por movimientos no lineales en el espacio social y en sus campos, en donde pueden observarse las transformaciones entre los capitales de origen y los de llegada (Bourdieu, 2012: 126). A partir de este enfoque, entenderemos la movilidad internacional, ya sea para hacer estudios doctorales o estancias de investigación durante la carrera académica, como una acción estratégica que dota de capitales a quienes la realizan pero que únicamente es capitalizable si existe integración y posicionamiento en el campo académico, tanto en el ámbito de la adscripción a una institución como en el de la afiliación a una disciplina (Clark, 1987).


La movilidad internacional como acción estratégica

Para efectos de este trabajo es conveniente distinguir entre movilidad internacional para la realización de estudios y movilidad internacional durante la carrera académica. En el primer caso se trata de desplazamientos de variada duración ya sea para cursar estudios completos, para completar algún ciclo formativo o para realizar un intercambio puntual. En el segundo se trata de movimientos para colaborar en actividades académicas en diferentes momentos de la trayectoria profesional. En este texto interesan ambos tipos de movilidad, pero destaco la movilidad de los académicos cuando cursaron estudios doctorales, por razones que muestro más adelante.

La movilidad internacional para la realización de estudios no es una elección incidental sino una estratégica fincada en las expectativas que ella supone, tales como la identificación de

oportunidades futuras de desarrollo profesional; desarrollo académico general; búsqueda de estatus o reconocimiento aprovechando el prestigio de la institución, programa o tutor; desarrollo de vínculos y líneas específicas de investigación; así como vocación de servicio a la sociedad e incremento de conocimientos socioculturales (Grediaga, 2017: 243). Además de ser una elección fundada en expectativas, la movilidad internacional representa una ocasión propicia para la adquisición de capitales específicos. Entre esos están la construcción de capacidades de socialización cosmopolita (Góngora, 2016); la “experiencia civilizatoria” fundada en la construcción de identidades (Mitchell, 2012); el estatus reconocido en y por las comunidades de origen como imaginarios sociales construidos en torno a las ventajas de la movilidad en las trayectorias (Endrizzi, 2010), entre otros. A esos capitales específicos, que pueden ser capitalizados con relativa independencia en el espacio social (por ejemplo, ser identificado como “una persona culta”), deben añadirse los capitales propiamente académicos (conocimientos y socialización académica) e intelectuales adquiridos durante las experiencias de movilidad internacional, los cuales sólo pueden ser capitalizados en función del posicionamiento durante la trayectoria y que son funcionales para campos específicos y no para el conjunto del espacio social.

En ese sentido, la movilidad internacional en las atapas de formación de los futuros académicos es un aspecto que puede tener importantes efectos en las trayectorias. Por ello, la elección del lugar para la realización de estudios doctorales es relevante para quienes aspiran a ocupar plazas académicas. En el caso de dos de los sociólogos tratados en este trabajo, la obtención del doctorado fuera de México fue “la puerta de entrada” (Becher, 2001: 146) a la carrera académica, aunque habían tenido algunas experiencias previas de socialización en la profesión académica; en el tercer caso, la obtención del doctorado en México (pero con estancias fuera) contribuyó a que el sociólogo en cuestión tuviera condiciones institucionales para avanzar en la carrera académica que ya había iniciado.

En la profesión académica, la movilidad internacional es frecuente entre aquellos que construyen su carrera combinando actividades espacialmente situadas en sus instituciones de adscripción con otras realizadas en forma desterritorializada, para posicionar temas y enfoques tanto en los ámbitos locales-nacionales como en los circuitos disciplinarios supranacionales. Ello es así porque la movilidad de académicos facilita la circulación internacional de “portadores de

conocimientos” (Cornu y Gérard, 2015), lo que es un factor clave en la construcción de capacidades para investigación científica. Al respecto, Jöns (2007) muestra que las experiencias adquiridas a través de movimientos por diferentes países propicia el fortalecimiento de las capacidades nacionales tanto de producción como de diseminación de conocimientos. Por su parte, Lawson y Shibayama (2013) enfatizan la relevancia de la movilidad temporal de investigadores para la expansión de redes y la transferencia de conocimientos y Spivak y Matthieu (2012) observan la circulación de ideas derivada de la movilidad internacional de académicos.

Los estudios aludidos indican la relevancia de la movilidad internacional de académicos para el reforzamiento de las capacidades locales (nacionales e institucionales) de investigación científica. A través de la circulación internacional de ideas y conocimientos, del establecimiento de contactos y colaboraciones entre académicos de un país con sus pares de otros, de la comunicación entre ellos, las disciplinas académicas y, sobre todo, sus especialidades tienden a consolidarse. Los casos de los sociólogos que presento en este texto implican experiencias de movilidad internacional tanto en los estudios doctorales como en la trayectoria académica, produjeron conocimientos desde sus espacios institucionales y los consolidaron como líneas originales de investigación y de intervención sociológicas. Al mismo tiempo, desde esos espacios institucionales, pusieron en juego estrategias que les permitieron ganar visibilidad disciplinaria nacional e internacional, lo que repercutió en la acumulación de mayores capitales académicos e intelectuales que fueron puntualmente invertidos durante sus trayectorias.


Elección de los casos y perfil de los sociólogos seleccionados

Los criterios de elección de los académicos fueron los siguientes: contar con una trayectoria larga en la profesión, con estudios de doctorado y experiencias de movilidad internacional durante la carrera, que detentaran posiciones de autoridad en la disciplina de afiliación, que tuvieran líneas de investigación consolidadas y que hubieran alcanzado el máximo nivel en la institución de adscripción. Los tres casos elegidos forman parte del acervo de materiales elaborados para una investigación en la que me interesé por las condiciones de formación de redes académicas en la sociología practicada en México (Góngora, 2014). La información utilizada proviene de entrevistas realizadas entre 2013 y 2014 a los académicos seleccionados, de la sistematización de

sus respectivos currículum vitae, proporcionados por los académicos en formato libre, así como de una entrevista colectiva que involucra a uno de los académicos (Ramalho et al, 2013).

El primer caso corresponde a un investigador adscrito al Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM. Es licenciado en Sociología por la UNAM (1972) y doctor en Sociología (1977) por la Escuela Práctica de Altos Estudios, en Francia. Obtuvo un segundo doctorado (Doctorat sur travaux) en 1996, también en Francia, por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales. Durante su carrera académica realizó estancias posdoctorales en Estados Unidos, Francia y Alemania, además de múltiples estancias de investigación. Es investigador emérito del SNI.

El segundo caso es el de una investigadora también adscrita al IIS de la UNAM. Es licenciada en Sociología por la UNAM (1984), maestra en Sociología (1987) por la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres, de la Universidad de Londres, y doctora en Sociología (1995) por esa misma institución. No cuenta con posdoctorados pero sí con estancias de investigación a lo largo de la carrera. Es investigadora nivel 3 en el SNI.

El tercer caso es el de un investigador adscrito al Departamento de Sociología de la UAM Iztapalapa. Obtuvo una licenciatura en Ingeniería Química por la Universidad Autónoma de Nuevo León, una maestría en la misma disciplina por la UNAM y es doctor en Sociología por El Colegio de México (1984). Antes de concluir el doctorado realizó una estancia de investigación de un año en Italia (1981) y posteriormente estancias posdoctorales en Inglaterra (1995-1996) y en Estados Unidos (2001-2002). Es investigador emérito del SNI.

Los temas abordados en cada uno de los casos versan sobre la elección del doctorado estudiado y en las estancias a lo largo de la carrera, sobre los capitales que se adquirieron en forma de conocimientos y contactos durante esas experiencias, sobre cómo esos capitales fueron puestos en juego a lo largo de sus trayectorias, sobre los productos que derivaron de ello, y sobre cómo la inversión de capitales dio lugar a la adquisición de nuevos que fueron reinvertidos para consolidar la posición en la institución y en la disciplina, con la generación de nuevos productos. En los apartados que siguen muestro, en suma, la relación entre los capitales adquiridos en la movilidad internacional y su capitalización a través del posicionamiento académico.

Caso 1: La intervención como práctica sociológica

En este primer caso, la trayectoria intelectual y académica del investigador está signada por la combinación de trabajo académico y participación política, de la que derivaron líneas de investigación enfocadas a los movimientos sociales, la participación política de los ciudadanos y las problemáticas sociales vinculadas a la pobreza, a la violencia y al medio ambiente. La perspectiva de este académico implicó asumir que la sociología debía conectarse con los problemas sociales del entorno, y por ello, “trabajar desde lo académico para reforzar lo social”. Esa perspectiva está fundada en sus estudios de doctorado en Francia, cuando estuvo bajo la dirección de Alain Touraine: “lo que Touraine nos enseñó fue precisamente a pensar sociológicamente para intervenir en la sociedad, no sólo para observarla”.

Participante en el movimiento estudiantil de 1968 en México, el investigador buscaba explicar(se) las razones políticas y sociales de ese movimiento. De manera fortuita conoció en 1971 a Touraine en Mérida, México, quien estaba en el país por invitación de la dirección del IIS de la UNAM; se contactó con él y le pidió hacer el doctorado en París bajo su dirección, pues ya había ganado una beca del gobierno francés para cursar un doctorado.


Me impresionó mucho el poder intelectual de Alain Touraine, él acababa de publicar el libro de la Producción de la sociedad. En ese momento el interés era por los movimientos sociales, que era una especie de puente entre las ideas del marxismo y la revolución y los movimientos sociales que daba una idea de continuidad y progresión.


Durante sus estudios de doctorado, “pocos leían Producción de la sociedad, pues es un tabique enorme”, pero el ahora académico sí lo hizo y lo utilizó sistemáticamente para la elaboración de su tesis, que fue publicada en México en 1978 con el título México: una democracia utópica. El movimiento estudiantil del 68. Al regresar a México se incorporó al IIS de la UNAM como investigador y desde allí entró en contacto con otros investigadores de México y de América Latina, algunos de los cuales también habían sido estudiantes de Touraine. En sus primeros años en el IIS, coordinó la Revista Mexicana de Sociología que fue, en esa época, un espacio fundamental para la comunicación sociológica en toda América Latina y en la que participaron numerosos sociólogos exiliados en el contexto de las dictaduras. La experiencia

como estudiante de Touraine y los vínculos con pares sudamericanos y mexicanos fueron relevantes para que el investigador tuviera condiciones de capitalización temprana de la perspectiva de la intervención sociológica.

A lo largo de su trayectoria, puso en juego estrategias que le permitieron asentar, en su instituto de adscripción, un conjunto de líneas de investigación sustentadas en los aprendizajes construidos al trabajar con Touraine. Ese asentamiento fue construido como producción local de conocimientos pero también como una red de conocimientos configurada en forma desterritorializada, con el objetivo de desplegar saberes que los ciudadanos pudieran utilizar en sus propios procesos políticos y sociales. Desde esa lógica, realizó un segundo doctorado en Francia “que se otorga con base en la trayectoria académica”, que tuvo como producto un nuevo libro (La sociedad derrotada), además de la oportunidad de dirigir tesis en Francia y, sobre todo, que le facilitó posicionarse en el nivel más alto del SNI.

El académico ha coordinado varios proyectos de investigación a lo largo de su trayectoria, en un trabajo que ha implicado la formación de equipos desterritorializados y la configuración de redes académicas. Los resultados de esos proyectos de investigación fueron dados a conocer en un amplio número de artículos académicos y en la publicación de libros individuales y colectivos que recogieron los hallazgos de los estudios, tales como Pobreza y Organizaciones de la Sociedad Civil; Los movimientos sociales: de lo local a lo global y Cien Historias. Estrategias contra la adversidad en el México de nuestros días, que ilustran tanto su perspectiva académica como la capitalización de la colaboración en redes académicas para la producción y difusión de conocimientos sociológicos orientados a la intervención en problemas sociales.

El interés por la producción de conocimientos para la participación de la ciudadanía ha sido el centro de otros libros de este investigador, tales como La sociedad derrotada (1996), La Desmodernidad Mexicana: y las alternativas a la violencia y a la exclusión en nuestros días (2005) y Reconstruir a México en el siglo XXI. Estrategias para mejorar la calidad de vida y enfrentar la destrucción del medio ambiente (2010). Su posicionamiento en el IIS y su visibilidad disciplinaria como investigador de la intervención sociológica posibilitaron su incursión en actividades políticas y sociales en las que pudo poner en juego la perspectiva aprendida con Touraine. La participación política y social es parte constitutiva del enfoque de la intervención sociológica e implica articular el trabajo académico con actores no académicos para plantear vías

de solución a problemáticas concretas o para promover la organización social. Como consecuencia de esa perspectiva y de la consolidación del académico como un sociólogo de la intervención, en la segunda mitad de la década de 1990,


Me solicitó Cuauhtémoc Cárdenas que participara con su equipo en la campaña para la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, cosa que hice. Trabajamos bastante en eso; yo tenía un interés especial en el fomento a la participación ciudadana. Había estudiado y había ido a Porto Alegre (Brasil) para ver el presupuesto participativo. A mí esa me pareció una oportunidad muy grande de darle fuerza a lo social.


Esa experiencia, aunada a un conjunto de trabajos realizados en la Delegación Tlalpan de la Ciudad de México entre 1998 y 1999, donde colaboró como investigador con comités vecinales “viendo sus problemas, reuniéndonos cada semana, invitando especialistas de todo tipo para ver cuestiones como seguridad, vialidad, uso de suelo”, fortalecieron las capacidades interventoras del académico y contribuyeron a dar una mayor visibilidad a su trabajo, a su posicionamiento en la UNAM y a su autoridad en la sociología. En función de esa dinámica de trabajo sociológico, en 2005 fue invitado por el entonces rector de la UNAM a presentar un proyecto para generar estudios respecto a las regiones de México. Gracias a la viabilidad del proyecto presentado y a su reputación como investigador de la UNAM, ese año inició operaciones el Mega Proyecto “México: las regiones sociales en el siglo XXI. Las ciencias sociales universitarias en el apoyo a experiencias regionales”, sintetizado con el acrónimo de Pro- Regiones. La configuración de Pro-Regiones involucró la participación, como núcleo, de académicos y estudiantes de la UNAM, la UAM Xochimilco, la Universidad Autónoma de Nayarit y la Universidad Latina (particular), además de la concurrencia de académicos de instituciones como el Centro de Investigación en Antropología Social (CIESAS), de la ENAH y de dependencias académicas de la UNAM, distintas al IIS. En el marco de Pro-Regiones, organizó una segunda red asociada a la primera, denominada Red de Estudios de Investigaciones Regionales, a través de la cual “hemos hecho tres coloquios trayendo gente que trabaja en regiones y con proyectos relativamente exitosos; además de esos coloquios, nos reunimos con regularidad, discutimos”. La red Pro-Regiones involucra la participación no sólo de académicos y

estudiantes, sino la de habitantes de los espacios en los que la red trabaja, donde en función de los proyectos específicos concurren temporalmente investigadores pertenecientes a la red en forma laxa.

Los trabajos colaborativos de este investigador, a lo largo de su trayectoria, le permitieron articular redes cuyo objetivo ha sido propiciar la transferencia de conocimientos a la sociedad. En ese sentido, los aprendizajes con Touraine respecto a la sociología de la intervención, fueron capitalizados por el académico en diferentes momentos de la carrera, sirvieron para la acumulación de nuevos capitales académicos, reinvertidos a través del tiempo, y propiciaron la participación de estudiantes y pares a un área de investigación que tiene asegurado su relevo generacional.


Caso 2: Las etnicidades en conflicto nacionalista

El segundo caso ilustra la capitalización de conocimientos y de contactos fraguados durante los estudios de doctorado en un tema compartido internacionalmente por un grupo de estudiantes que concurrieron en Inglaterra. La investigadora en cuestión identificó desde sus estudios de licenciatura el tema que quería desarrollar a lo largo de su carrera: las etnicidades en conflicto nacionalista. Desde la licenciatura, se puso en contacto con especialistas en etnicidad y de esa forma conoció a Rodolfo Stavenhagen, quien le propuso ir a China a realizar estudios monográficos. Al regresar a México, continuó trabajando con Stavenhagen y ese fue el punto decisivo para la elección de los estudios de posgrado: “por medio de él conocí a autores europeos, que trabajaban sobre etnicidad y nacionalismo. Uno de ellos fue Anthony D. Smith, profesor de la London School of Economics and Political Science”. La académica se contactó con Smith para que la aceptará como estudiante de maestría (y posteriormente de doctorado), a lo que el investigador accedió. Al estar en Londres, esta académica mantuvo los lazos con Stavenhagen e incluso los amplió, lo que al paso de los años contribuiría a modelar su propio planteamiento sobre etnicidades, nacionalismos y derechos humanos:


Mientras estaba en Londres, conocí al grupo con el que trabajaba Stavenhagen, que era el grupo de Martin Ennals, quien fue Secretario General de Amnistía Internacional y en ese entonces tenía otra Fundación sobre derechos humanos, una organización hecha para

emitir llamadas de alerta cuando estaban ocurriendo violaciones a los derechos humanos. Yo estuve vinculada con ese grupo de trabajo.


Además de grupos como el aludido, fraguó relaciones con sus compañeros de posgrado, mismas que se mantuvieron en el tiempo y que fueron posibilitadas en buena medida por el liderazgo de Smith:


El profesor Smith dedicaba mucho tiempo a sus estudiantes, conversaba mucho con ellos y había un acercamiento muy humano. Con frecuencia nos invitaba a su casa a tomar té, y siempre invitaba a un grupo de personas, estudiantes, colegas o académicos de otros lados que iban a visitar la Universidad de Londres, y en ese sentido él siempre propiciaba mucho la socialización fuera del aula.


La concurrencia temática entre los estudiantes de ese doctorado favoreció la cooperación académica e intelectual no sólo con el director de tesis, sino entre los compañeros de estudio. Una situación histórica específica, el derrumbe del bloque socialista, propició una actividad académica que sería fundamental para la trayectoria profesional de la investigadora:


Al caer el Muro de Berlín hubo un resurgimiento del nacionalismo y la etnicidad en conflicto, precisamente los temas que nosotros estudiábamos en el doctorado. Ese contexto nos sirvió para organizar una conferencia. Porque muchos de nosotros éramos extranjeros y no podíamos creer que habiendo intelectuales de la talla de Eric Hobsbawm, Ernest Gellner, Anthony Giddens, Alain Touraine –bueno, él estaba en París-, en fin, tanta gente importante y no pasaba nada cuando estaba ocurriendo este gran parteaguas. Le planteamos al profesor Smith nuestra inquietud por organizar una conferencia en la que se discutieran estos temas. La conferencia se llamó “Nationalism in a Post-Marxist World: Contemporary Reflections”. Organizamos esa Conferencia con mucho éxito porque pudimos sentar a cinco personalidades hablando de un tema de inmensa actualidad e impacto. Nosotros convocamos a esas personalidades como estudiantes.

La organización de esa conferencia favoreció que, en el contexto de sus estudios doctorales, la investigadora fundara, a principios de la década de 1990, junto a sus compañeros de generación y con apoyo del director de tesis de todos ellos, la Association for the Study of Ethnicity and Nationalism (ASEN), que existe actualmente y que edita la revista Nations and Nationalism. Esa asociación repercutió en la integración de grupos académicos anclados en diferentes países europeos y americanos, cuya concurrencia temática ha sido desde entonces la etnicidad en conflicto, que han mantenido relaciones de colaboración académica a través del tiempo y en la que la académica ha capitalizado parte de su trabajo.

Al regresar a México e incorporase al IIS de la UNAM, asentó una línea de investigación que capitalizaba los temas estudiados en el doctorado y que le permitieron el escalamiento de su visibilidad nacional e internacional, lo que le confirió un posicionamiento en la institución de adscripción y en el campo disciplinario. Ese posicionamiento como especialista internacional en conflictos étnicos, aunado al posicionamiento internacional de los individuos y grupos de investigación desterritorializados con los que ha trabajado, facilitó la incorporación de la agenda de investigación de la académica y de sus pares (tanto de México como de otros países), en espacios disciplinarios internacionales de primer orden, como es la organización de simposios en varias ediciones del Congreso Mundial de Sociología. La participación en espacios como el referido representó para ella una buena oportunidad de ampliar internacionalmente sus redes de trabajo, así como para coordinar esfuerzos de investigación en estudios comparativos en varias regiones del mundo respecto a las etnicidades y sus conflictos, lo que acarreó consecuencias favorables para la producción de conocimientos desde el IIS de la UNAM.

En ese contexto de posicionamiento académico internacional, destaca la formación, en 2006, de la Association for Research of Ethnicity and Nationalism in the Americas (ARENA), en la Universidad de Carolina del Sur, Estados Unidos, de la que la investigadora fue una de las fundadoras. A través de la interacción en esa red internacional, formuló un proyecto de cobertura continental para documentar conflictos étnicos en las tres regiones de América (Norte, Centro y Sur) y otro orientado al estudio de organizaciones indígenas en América Latina. La realización de esos proyectos implicó la puesta en operación de las capacidades de investigación de la informante, construidas a lo largo de su trayectoria, pero fue asimismo relevante su adscripción institucional a la UNAM como espacio de acción situada.

Respecto al primer proyecto, denominado Conflictos Étnicos y Nacionalismos en las Américas (CETNA), la investigación colectiva documentó ochenta y dos casos de etnicidad en conflicto en las tres regiones de América, que involucraron a cincuenta pueblos indígenas y ciento dos organizaciones. Uno de los resultados de ese proyecto fue la publicación, en 2013, del libro Etnicidad y conflicto en las Américas, en dos volúmenes: el primero dedicado al análisis de conflictos en torno a los territorios indios y el reconocimiento constitucional, en diferentes países del continente, de los derechos de los pueblos indios; el segundo a la violencia y al activismo político identificados en esos pueblos. El segundo proyecto, Organizaciones Indígenas de América Latina (ORGINDAL), implicó la coordinación de actividades de investigación para sistematizar información derivada de más de ciento cincuenta entrevistas a “indígenas, con amplia representación popular, con identidad étnica originaria y con ideólogos, dirigentes, intelectuales y profesionales indígenas”, de México, Ecuador y Bolivia, integrantes de ciento sesenta y siete organizaciones indígenas de esos países.

Los resultados de ambos proyectos de investigación dieron lugar a la creación de un Sistema de Consulta de Organizaciones Indígenas y Conflictos Étnicos en las Américas (SICETNO) coordinado por la académica y anclado en la estructura electrónica de la UNAM, a través del IIS. El SICETNO es una plataforma digital que incluye bases de datos con la información resultante de CETNA y de ORGINDAL. El SICETNO no tiene como única función la de difundir los resultados de esas investigaciones, sino continuar incorporando casos de conflictos étnicos en América e incluyendo a más organizaciones indígenas de México, Ecuador y Bolivia.

Puede observarse que durante su trayectoria profesional, la investigadora mantuvo el tema genérico de sus estudios de posgrado y lo consolidó como una línea de investigación en el Instituto de adscripción. Desde ese espacio de acción situada, ha trabajado en forma desterritorializada para la producción local de conocimientos que, a su vez, tienen repercusiones nacionales e internacionales, tanto en el alcance de las temáticas como en función de la colaboración con pares e instituciones fuera de la UNAM y del país.


Caso 3: Los estudios laborales en México

El tercer caso muestra un conjunto de estrategias puestas en juego para establecer en México la

disciplina sociológica de los estudios laborales, fundada a mediados de la década de 1980 por iniciativa del investigador del que trata este apartado. La institucionalización de esta disciplina involucró estrategias para el posicionamiento de actores y de enfoques; agrupamientos de académicos para construir espacios propicios para la producción de investigaciones, comunicación de resultados y formación de nuevos investigadores; visibilidad internacional; así como articulaciones con otros grupos de investigación cuyos enfoques fueron tornándose similares a los impulsados por el académico líder.

Interesado en el pensamiento marxista y en la acción política, el fundador de los Estudios Laborales en México abandonó tempranamente su formación en ingeniería química para incursionar en la sociología. A finales de la década de 1970 ingresó a El Colegio de México (COLMEX) para cursar un doctorado en Sociología. Allí entró en contacto con el exiliado chileno Hugo Zemelman, quien fue relevante para su formación teórica. El interés del investigador por el trabajo como objeto empírico de estudio data de su época de estudiante de doctorado. El enfoque de su tesis situaba la problemática del agotamiento del modelo de sustitución de importaciones en México y avanzaba en la necesidad de pensar teóricamente las transformaciones que ello acarrearía en el ámbito laboral. A principios de la década de 1980 se trasladó a Italia para escribir la tesis y, sobre todo, para documentarse sobre la corriente del obrerismo italiano:


Me fui a Italia para acabar la tesis. Y allá había un montón de cosas que a México nunca llegaban y me empapé bastante en la corriente obrerista. No sólo en la obra de Panzieri, que era el autor más importante de esta corriente, sino de muchos otros que en México no se manejaban ni siquiera de nombre.


A través de esa corriente italiana, se interesó por el análisis de los procesos laborales (Ramalho et al, 2013: 214) y al regresar a México puso en juego esa perspectiva para convocar a un grupo de jóvenes profesores y estudiantes de posgrado a discutirla y confrontar a la corriente hegemónica de la sociología del trabajo en el país, que era la de historia del movimiento obrero.

Los integrantes de la corriente hegemónica de la sociología del trabajo descalificaban al grupo crítico básicamente por su juventud: “decían que cómo unos estudiantes de posgrado o

profesores de reciente ingreso podíamos criticar años y años de historia del movimiento obrero”. En ese contexto de enfrentamiento, el grupo del investigador formó un seminario para discutir las nuevas temáticas, que tuvo una duración de cuatro años. Fue ese el espacio de formación de la nueva generación de especialistas en estudios laborales en México. En esa etapa fundacional, el grupo de estudios laborales fue alcanzando posiciones académicas, destacadamente en la UAM, publicando trabajos individuales o en coautoría, involucrándose en las reuniones generales de los especialistas en sociología del trabajo a nivel regional y, muy incipientemente, fraguando conexiones con otros investigadores jóvenes de América Latina (sobre todo de Brasil y de Argentina).

El posicionamiento académico del grupo de estudios laborales implicó el desplazamiento de la corriente hegemónica. Ello fue resultado de las estrategias del grupo liderado por el académico para legitimar una agenda de investigación en México y América Latina, que tuvo buena recepción debido a que sus planteamientos estaban acordes con las problemáticas en los ámbitos laborales y productivos del momento. Para los estudios laborales, la UAM representó el centro neurálgico de institucionalización:


La UAM nos dio la posibilidad de construcción muy libre y, en muchas ocasiones, con apoyo de las autoridades para publicar revistas, libros, para hacer coloquios y seminarios. Allí hicimos cursos de formación de profesores, en donde tratábamos las nuevas perspectivas para analizar el trabajo y otros temas que los profesores no conocían porque cuando habían estudiado no se trataban. Algunos de esos profesores jóvenes de la UAM se entusiasmaron y eso fue una línea paralela al seminario fundacional, todavía en los ochenta.


Además de la fundación en 1989 del posgrado en sociología del trabajo en la UAM (después denominado Estudios Laborales), para afianzar la consolidación de la disciplina y abrirla a América Latina, también en 1989 el grupo de la UAM fundó la revista Trabajo, en 1991 ese grupo constituyó, junto a pares de otros países de la región, la Asociación Latinoamericana de Sociología del Trabajo (ALAST), cuyo Primer Congreso fue realizado en 1993, en México, y del cual derivó, en 1995, la Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, cuyo primer director

fue el investigador en cuestión y, en 1996, inició actividades la Asociación Mexicana de Estudios del Trabajo (AMET).

Posicionada y legitimada la red de especialistas en estudios laborales en varias instituciones de educación superior en México y América Latina, inició una etapa (a mediados de la década de 1990) caracterizada por dos dinámicas cruciales: la realización de investigaciones colectivas de amplio alcance y la búsqueda, por parte del líder académico, de nuevos enfoques teóricos y empíricos, en Inglaterra y en Estados Unidos, a través de la realización de estancias posdoctorales.

La búsqueda de interlocutores en países centrales tuvo la intención expresa de conocer desarrollos teóricos y metodológicos en los estudios laborales para adaptarlos a las necesidades de conocimiento y de intervención social en México y América Latina:


¿Y entonces en América Latina qué se hizo? Pues se hizo un arreglo especial, en el que entró sociología del trabajo, a la europea, entró relaciones laborales, a la gringa, entró ciencia política cuando metimos el tema de corporativismo y entró economía cuando se metió mercado de trabajo. Por ello, lo que aquí llamamos estudios laborales no es una calca europea ni gringa, sino que es un traje a la medida para América Latina.


Diseñar ese “traje a la medida” implicó, desde la etapa fundacional, circular conocimientos producidos en otros contextos nacionales, tanto de América Latina como de países europeos y de Estados Unidos. Ello tuvo efectos en la condensación teórica de la red del investigador y en la construcción de un enfoque original para abordar las problemáticas del trabajo en la región.

A nivel regional, la publicación en el año 2000 (pero cuya investigación colectiva inició a mediados de la década de 1990) del Tratado Latinoamericano de Sociología del Trabajo, constituyó un momento crucial en la consolidación del enfoque de los estudios laborales en el campo de la sociología del trabajo y propició el incremento de la visibilidad internacional del grupo del académico:


Estando en Inglaterra (realizando un posdoctorado), ya con contactos muy importantes, se

me ocurrió crear el Tratado Latinoamericano de Sociología del Trabajo. Les escribí a (los) colegas, les propuse un guion y les convoqué a escribir estados de la cuestión sobre diferentes temáticas de los estudios laborales en América Latina (…) El Tratado fue un paso adelante muy fuerte, porque las nuevas generaciones no tienen que hacer todo el recorrido que nosotros hicimos, lo que es muy laborioso: leerte a los obreristas, a los franceses, etcétera. En el Tratado ya está codificado y sintetizado ese recorrido.


Puede observarse que, a través del tiempo, el investigador articuló sus actividades en forma desterritorializada pero en todo momento anclado a su espacio de adscripción institucional, donde se ha concentrado buena parte de la producción de conocimientos. Las asociaciones, las revistas y los libros colectivos producidos contribuyeron centralmente al fortalecimiento de la maestría y el doctorado en estudios laborales de la UAM Iztapalapa, espacio del que han egresado muchos nuevos investigadores que, en algunos casos, participan en las redes del académico tanto en la UAM como en otras instituciones de México y de fuera. No obstante, tanto a nivel nacional como regional, desde el año 2000, se fraguaron rupturas en las redes formadas a través del liderazgo de este académico. Esas rupturas respondieron tanto a cambios en los contextos del mundo del trabajo y de las relaciones laborales, como al interés de algunos de sus integrantes por migrar a otros campos de investigación. En función de esas rupturas, la corriente académica liderada por el investigador estableció conexiones con pares de otras perspectivas teóricas que permitieran volver a adaptar y a construir conocimientos funcionales para las actuales situaciones en los mundos del trabajo y de las relaciones productivas.

En síntesis, el objetivo central del trabajo colectivo liderado por el investigador, a lo largo de su trayectoria, fue ganar la hegemonía en la sociología del trabajo en México para, desde esa posición, constituir una nueva disciplina sociológica: la de los estudios laborales. Una vez conseguida esa hegemonía, los espacios de adscripción institucional y la colaboración desterritorializada funcionaron como mecanismos de coordinación para realizar estudios en gran escala, tanto a nivel nacional como regional, que contribuyeron a la comprensión de los cambios estructurales y de sus efectos en las relaciones laborales y en los procesos de trabajo, así como en las reestructuraciones productivas.

Conclusiones

Los casos analizados corroboran que las elecciones de movilidad internacional para realizar estudios de doctorado, posdoctorados o estancias de investigación, son capitalizables en función del posicionamiento de los individuos, a lo largo de la trayectoria profesional, tanto en la institución de adscripción como en la disciplina de afiliación. En todos los casos, fue observada la adquisición de capitales académicos e intelectuales en las experiencias de movilidad internacional, los cuales fueron invertidos por los investigadores en su recorrido por la carrera académica. Esas inversiones estratégicas de capitales fueron funcionales en tanto los sociólogos fueron admitidos en el campo académico (expresado en la adscripción institucional y en la afiliación disciplinaria) y desde allí jugaron para obtener posiciones que les confirieron autoridad y legitimidad académicas.

La capitalización de lo adquirido en las experiencias de movilidad internacional no debe entenderse como una inversión finalista, es decir, que la capitalización ocurriera únicamente cuando los académicos hubieran llegado a la “cima” del campo (Bourdieu, 1976), sino que los capitales adquiridos fueron invertidos y reconvertidos durante toda la trayectoria profesional (lo que les ha permitido precisamente llegar a la “cima), en un proceso constante de acumulación de aquellos productos que son esperables en la profesión académica, sobre todo publicaciones, dirección de tesis y participación en eventos especializados de la disciplina y de sus especialidades, así como por la formación de asociaciones y conformación de redes nacionales e internacionales. Esa acumulación tuvo como efecto el incremento de la visibilidad académica de los sociólogos seleccionados, lo que los dotó de nuevos capitales susceptibles de ser constantemente invertidos.

La acumulación para el posicionamiento en el campo académico, implicó la puesta en juego de estrategias de colaboración desterritorializada, fundamentalmente a través de la formación de redes y de estancias puntuales de los investigadores fuera de su institución (aprovechando, por ejemplo, el disfrute de años sabáticos). Con esas estrategias, los investigadores pudieron sortear los obstáculos institucionales (como la ausencia de interlocutores en la especialidad desarrollada) para la movilización de recursos académicos e intelectuales, a nivel nacional e internacional, lo que no habría sido factible si hubieran optado por una producción académica meramente local, en tanto, ese tipo de producción tiende a rutinizarse con

el tiempo, al no ser confrontada en espacios disciplinarios externos. De esa forma, la desterritorialización de actividades académicas es una estrategia relevante para la producción de conocimientos pertinentes en los espacios de acción situada (adscripción institucional) del trabajo académico. Al movilizar recursos fuera del centro de investigación y de la institución donde están adscritos los académicos y al incorporar conocimientos generados en otros espacios académicos, las capacidades locales de investigación y de formación de nuevos investigadores se fortalecen.

Es importante asumir lo anterior para estar en condiciones de fomentar, institucional y sectorialmente, mecanismos adecuados que repercutan en mejores condiciones para capitalizar las experiencias de la internacionalización de la educación superior y de la ciencia en los espacios de acción situada para la producción, reproducción, difusión y transferencia de conocimientos. Hasta ahora, ese trabajo ha recaído fundamentalmente en las estrategias de los investigadores, con flexibilidad en los ámbitos institucionales y sectoriales, pero sin una política debidamente integrada que permita desplegar las capacidades de investigación científica producida en contextos locales pero con altos componentes internacionales.

Por ello es importante llamar la atención respecto a la necesidad de contar, en México, con un sistema de información robusto y confiable que permita tener claridad sobre las situaciones de movilidad internacional para cursar estudios de posgrado (sobre todo de doctorado) y, lo que es quizá más relevante, sistematizar las experiencias de movilidad internacional en la trayectoria de los académicos en funciones. Ese conocimiento sistematizado sería de utilidad para el diseño de estrategias institucionales y nacionales que favorecieran la capitalización de las experiencias de movilidad de los investigadores. Ellos ponen en juego sus propias estrategias, siempre insertas en el ámbito objetivo que les presiona, pero eso no elimina la obligación del “sistema de educación superior, investigación científica y desarrollo tecnológico” de construir asimismo estrategias que permitan que las experiencias de movilidad internacional sean todo lo productivas que debieran ser.


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Notas


1 Una versión más amplia de este trabajo fue publicada en Ramírez, Rosalba y José Rodríguez (coord.) (2017) Internacionalización académica y científica. Políticas, itinerarios, saberes e instrumentos, México, CINVESTAV, CONACYT, RIMAC, UNESCO, pp. 63-90.