Fabiola Sánchez Correa1
Palabras clave: Sociología del trabajo; trabajo informal; proceso de trabajo; relaciones laborales; identidades laborales.
En mi tesis de maestría me interesó investigar cuáles son las relaciones sociales que posibilitan, actualmente, el trabajo de un grupo de franeleros en el Centro Histórico de Coyoacán en la Ciudad de México. A lo largo de la investigación, tanto en el trabajo de campo como en la revisión teórica, el problema de investigación se fue acotando y fuimos encontrando las dimensiones pertinentes que nos permitirían analizar el trabajo de los franeleros como una actividad productiva. Esta búsqueda nos llevó a formular el problema de investigación a partir del concepto de Configuración Socio Técnica del Proceso de Trabajo (De la Garza, 2012). Tal
concepto facilita la integración analítica de diferentes aristas relevantes de investigación, en tanto incluye dimensiones de análisis sobre el proceso de trabajo, las relaciones laborales, la organización del trabajo y la identidad. En consecuencia, esas fueron las dimensiones abordadas en esta investigación para comprender las relaciones sociales en los ámbitos del trabajo que posibilitan la existencia de la actividad en estudio, que nos permiten analizarla como totalidad y, propiamente, entenderla como una actividad productiva.
Por tanto, a partir del análisis de cómo se trabaja y con qué instrumentos de trabajo se lleva a cabo la actividad del franelero, del tipo de interacciones que los franeleros establecen con otros actores que dan sentido y configuran la actividad, de la forma de organización a través del reconocimiento de sectores sociales que la posibilitan o imposibilitan, así como de los códigos que aglutinan subjetivamente a los franeleros, en la investigación que realicé me propuse como objetivo general explicar la posibilidad de existencia de la actividad laboral de los franeleros del Centro histórico de Coyoacán, analizando el trabajo de los franeleros como actividad productiva, específicamente en el ámbito de la informalidad.
A través de los hallazgos en campo, la investigación fue admitiendo un conjunto de objetivos particulares que nos permitieran abordar las relaciones que fui encontrando. Tales objetivos estuvieron alineados a los intereses teóricos y empíricos que hemos mencionado antes, pero los organizamos en función de las especificidades del espacio y de las situaciones concretas de los trabajadores. Por ello estudiamos la actividad de los franeleros a partir de una coyuntura específica, una coyuntura en la que los franeleros estuvieron en posibilidad de perder sus espacios de trabajo con la aplicación de la política pública de concesión del espacio mediante el uso de parquímetros en el Centro de Coyoacán. En razón de ello, nos propusimos como un objetivo particular de la investigación analizar la acción colectiva de los franeleros en esa coyuntura, lo que nos llevó a detallar aspectos respecto a cómo se organizan los franeleros y cuál es su identidad.
En particular, una de las razones por elegir el tema de los franeleros es que es un problema de actualidad en la Ciudad de México, que representa un verdadero interés principalmente para los sectores gubernamentales y empresariales. Por un lado, por la naturaleza del trabajo que se posibilita a partir de la apropiación del espacio público, lugar de gran interés para impulsar políticas de concesión y privatización. Por otro lado, porque este tipo de trabajo
implica un encuentro incomodo entre los sectores medios y los sectores empobrecidos de la sociedad. Pero, principalmente, porque estamos interesados en analizar las especificidades de las actividades productivas como las del franelero y las resistencias a través de medios de trabajo que consisten, principalmente, en apelaciones subjetivas para obtener una retribución monetaria de otros miembros de la sociedad.
Para realizar la investigación elegimos el espacio del centro histórico de Coyoacán debido a que en ese espacio trabajan de manera recurrente, desde hace varios años, franeleros que cuentan con autorización para realizar actividades como Lavadores y Cuidadores de Vehículos, autorización otorgada por la delegación política y el gobierno de la Ciudad de México. El espacio del centro de Coyoacán es relevante como lugar de análisis por muchas de las particularidades que presenta. Primero, porque es un centro histórico muy importante de la ciudad de México tanto por su relevancia en términos turísticos y, en general, por la alta confluencia de diversos sectores sociales que conviven bajo una serie de estructuras productivas diferenciadas, pero todas con diversos niveles de subordinación y confrontación. Un ejemplo de esto son los vecinos de las áreas centrales del centro de Coyoacán, muchos de ellos funcionarios gubernamentales, quienes están en fuertes posibilidades de decidir, a partir de su presión y su posición, la forma de utilización del espacio público de las zonas del centro de Coyoacán. Otra particularidad es la posibilidad de influir en las decisiones de la zona gracias a la tradición de protesta y acciones colectivas de los vecinos, así como los sectores de la población con un perfil progresista, estudiantil, amante de las artesanías y lo tradicional, que asiste cotidianamente al centro de Coyoacán. Finalmente, por el interés que estos espacios en específico representan para los intereses de los capitales privados.
Observamos que, de alguna manera, el interés por el análisis del significado del trabajo como actividad práctica y subjetiva en el pensamiento filosófico, económico y político proviene de la necesidad de explicar las grandes transformaciones sociales que se gestaron con la implantación de las relaciones capitalistas de producción. Aunque la racionalización del trabajo en la fábrica fue histórico y progresivo e implicó la apropiación del conocimiento de los artesanos por parte de los capitalistas no sin una intensa lucha, la reorganización capitalista implicó una re-
estructuración en todos los ámbitos de la vida social, entre ellos el despojo de los antiguos campesinos de sus tierras y economías de subsistencia, el crecimiento de las concentraciones urbanas y los amplios procesos de proletarización que fueron desplazando el trabajo artesanal y la economía familiar. En ese sentido los estudiosos de las transformaciones del capitalismo presupusieron la desaparición de estas actividades con la progresiva proletarización. Por tanto, el acervo de conocimiento y los intereses de investigación estuvieron orientados por un tiempo largo a la reflexión, tanto para explicar su configuración y su posible devenir histórico, como en el interés de transformar las relaciones capitalistas para establecer otras relaciones de producción. También al intentar explicar cómo podrían establecerse correlaciones de fuerza entre los trabajadores y los capitalistas, y también otras teorías sobre cómo evitar las desafecciones que produjo el trabajo fabril. Y también los análisis sobre como hacer mas eficaces los procesos productivos, como intensificar el tiempo de trabajo y las estrategias mas eficaces de abaratar costos. Es decir, se mantuvo un interés primordial en el trabajo de la industria.
Algunos de estos trabajos tradicionales de hecho continuaron desarrollándose, multiplicándose, y generando nuevas composiciones, actividades que con la consolidación de los Estados capitalistas quedaron al margen del proyecto de desarrollo industrial, por lo tanto, de la del interés por parte del Estado como el agente regulador que posibilitó la expansión y el crecimiento de las relaciones capitalistas en los diferentes países. Este sector, que aquí denominamos informal, que sólo en apariencia no tendría relación con el mundo capitalista, al quedar relegado de los intereses del desarrollo nacional, también se relegó de las grandes discusiones académicas, tanto en lo que refiere a su importancia en el conjunto de las relaciones capitalistas, como de ser consideradas propiamente como actividades productivas. Aunque en países como México estas actividades informales fueron relegadas de los intereses desarrollistas del Estado, actualmente representan un sector que agrupa a la mayor parte de la población económicamente activa.
Las transformaciones que trajo consigo el declive del trabajo industrial en los países centrales, es decir lo que los autores observaron cómo el proceso de desmantelamiento del trabajo en la fábrica, trajo consigo en la discusión académica un pesimismo en relación al surgimiento de una nueva sociedad: la sociedad posindustrial que estaría basada en el declive de la sociedad asalariada pasando a constituir una sociedad sin trabajadores, principalmente de consumidores y
en donde el trabajo industrial se estaría automatizando, requiriendo así cada vez menos trabajo humano. Las teorías pesimistas sobre el trabajo han girado a lo largo de los últimos años alrededor de la construcción de una explicación acerca de lo que constituiría la nueva sociedad informatizada, postindustrial, etcétera, y como estaría caracterizada en el ámbito de las relaciones humanas por la incapacidad de crear lazos duraderos y por tanto proyectos colectivos a largo plazo que lograran transformar las relaciones sociales.
La revisión de la literatura que realizamos sobre la concepción del trabajo en la academia, así como la transformación que se dio en la reflexión a partir del deterioro del sector industrial, nos sirve para entrelazar el desfase que consideramos existe entre las teorías de las grandes transformaciones en el ámbito del trabajo y el históricamente presente, creciente, y abundante sector de la sociedad que realiza actividades en los ámbitos relegados de las regulaciones formales de los Estados. La crítica la orientamos en el sentido de que, aunque el sector informal de trabajadores ha sido preponderante en países como México, y otros de economías con capitalismos poco desarrollados, necesitamos esquemas teóricos específicos que nos permitan explicar cómo es que estos ámbitos productivos se relacionan con el capitalismo global, pues encontramos que la discusión con el sector informal ha corrido más o menos al margen de las grandes teorías del trabajo.
En países como México ha sido el sector de los servicios y las actividades dentro de la economía informal, las actividades mas importantes dentro del desarrollo de la historia económica y productiva por lo tanto, las teorías del fin del trabajo desarrolladas en los países centrales, suponen que los despidos, paros y supresión del empleo producidos principalmente a partir de la creciente automatización, no pueden explicar el caso de países como México, en donde el sector industrial ha sido menos preponderante que el sector de servicios y el de actividades en la economía informal. Por tanto, el desempleo y las propias actividades informales no pueden ser entendidas únicamente como producto de los procesos de automatización de la industria. Considero que el sector informal es producto de un largo proceso de exclusión de dichas relaciones desde la implantación de los modos de producción capitalistas.
Considero que, continúa la relevancia de expresar la importancia que tiene diferenciar entre los trabajos en el ámbito formal y en el ámbito informal de la economía, pues si bien han existido discusiones sobre la posibilidad de abandonar el concepto por su falta de consistencia
teórica, considero que nos permite diferenciar los trabajos que tienen una clara relación con la producción capitalista en la que el trabajo asalariado sigue siendo preponderante, aunque las protecciones y contratos sean cada vez más flexibles, pero son actividades que continúan reguladas por el Estado; frente a una serie de actividades con relaciones menos evidentes con la producción capitalista y que se caracterizan, por un lado, por la falta de regulación por parte del Estado y por ser iniciativas de autoempleo personales o colectivas para satisfacer necesidades de ingreso que no necesariamente son asalariadas. Esta distinción es fundamental, pues nos permite diferenciar las formas por medio de las cuales la economía capitalista se auto reproduce mediante esas formas de producción diferenciadas.
La transformación de las teorías a un enfoque centrado en el cuestionamiento de si el trabajo seguiría siendo la relación social articuladora tuvo como base las transformaciones que iniciaron a partir de los años setenta en el que los gobiernos y los segmentos del capital impulsaron por un lado una ofensiva contra el trabajo a través de la flexibilidad laboral, el desmantelamiento de la seguridad social y la intensificación del trabajo, y también la apertura y desregulación de los mercados de bienes y financieros y un régimen de acumulación con dominación financiera (Damián, 2012: 42).
Me interesa destacar cómo distintas perspectivas de los estudios teóricos del trabajo comprendieron el problema de las transformaciones que se gestaron en las relaciones laborales a partir de dicha re-estructuración. Esta transformación del capitalismo a nivel global ha sido distinguida en los estudios académicos a través de diversos conceptos como el de capitalismo informacional (Castells, 2011), sociedad posindustrial (Touraine, 1969), capitalismo globalizado (Olea y Mariña, 2004), capitalismo neoliberal, etcétera.
Como acabamos de discutir, los estudios del trabajo se han ocupado de explicar, en un primer momento, el trabajo industrial y el trabajo vinculado principalmente a la cadena de producción y montaje; explica asimismo esas relaciones a partir de conceptos como taylorismo, fordismo y toyotismo. Con los efectos del neoliberalismo globalizado, a partir de la década de 1990, la discusión académica se abrió al estudio de otros sectores laborales como el de los servicios, pero aparejado a un creciente desinterés por el análisis de los procesos de trabajo.
La discusión académica que se dio en el período se caracteriza por considerar el declive de la producción industrial y el ascenso de la automatización de diversos ámbitos de la producción y del consumo en algunos países, utopía que sin embargo ha mostrado su incapacidad para generalizase en las diversas esferas de la actividad humana, considera que el capitalismo globalizado producto de las revoluciones tecnológicas e informáticas, ha generado una nueva composición de la sociedad, en la que “la sustancial concentración del trabajo en actividades industriales es cosa del pasado” (Olea y Mariña, 2004: 317) pues ahora el sector terciario de los servicios comienzan a ocupar un papel central que antes correspondía al trabajo industrial.
Aunque parten de una premisa correcta, las teorías del postindustrialismo sugiere, por un lado, que la fuente de productividad en el mundo capitalista contemporáneo es la generación de conocimiento mediante el procesamiento de información lo cual añade valor a los productos y a los servicios. Por otro lado, esta corriente sostiene que la producción pasaría a ser irremediablemente de servicios con un claro declive de los trabajos fabriles. Por último, sostienen que en el posindustrialismo los trabajos con altos grados de conocimiento constituirían el núcleo de la nueva estructura social (Castells, 2011: 232).
El estudio de Castells ilustra estos cambios principalmente en los países del Grupo de los Siete (G7), considerando que es posible ilustrar una tendencia en otros países con capitalismos similares o sociedades informacionales. Así, proyecta para el siglo XXI la desaparición progresiva del empleo agrícola y del empleo industrial, así como un ascenso y diversificación de los servicios y de los ejecutivos profesionales y técnicos (Castells, 2011:257). Por lo menos para el caso de los países del G7 considera como ocupaciones principales la de los obreros, técnicos, profesionales, ejecutivos, vendedores, oficinistas y agricultores.
Si para los países de G7, durante el periodo que Castells denomina como sociedades post- agrícolas, y que va de 1920 a 1970 estos países mantuvieron o aumentaron el empleo durante el periodo posindustrial entre 1970 y 1990, “el proceso de reestructuración económica y transformación tecnológica que tuvo lugar durante esas dos décadas condujo a una reducción del empleo industrial en todos los países” (Castells, 2011: 237).
La postura concluyente de las teorías del fin del trabajo es que en la actualidad se vive una mutación brutal de toda la civilización basada en el desempleo. Este supone la supresión del trabajo, o en otras palabras, la ausencia de explotación en una sociedad capitalista en la que el
derecho a la vida se gana cuando los individuos se muestran útiles (empleables, explotables) para la sociedad (Forrester, 2000:19). En esta sociedad de la cibernética, la automatización y las tecnologías revolucionarias, el trabajo ha dejado de serle útil al capital, por lo que los grupos sociales no son necesarios para satisfacer a los mercados “por consiguiente, su vida ya no es legítima sino tolerada” (Forrester, 2000: 31).
Las perspectivas académicas del fin del trabajo, postuladas por intelectuales como Forrester y otros, articulan una visión crítica al sistema capitalista contemporáneo con un pesimismo que, si bien ayuda a la reflexión, no necesariamente da respuesta a los problemas actuales del mundo laboral, como es el de qué hacen las masas de personas que están excluidos de dicho ámbito.
Por su parte, Wacquant habla de lo que sucede después de que diversos sectores desplazados de la economía industrial o formal, fenómeno que denomina como nuevo régimen de marginalidad urbana. Sostiene que la modernización económica, la re estructuración global del capitalismo, la división internacional del trabajo y las industrias basadas en el conocimiento han producido un nuevo régimen de desigualdad y marginalidad urbanas resultados de la creciente desigualdad y al mismo tiempo de una prosperidad económica global; como el autor logra documentar con su estudio, “Nueva York es el hogar de la clase alta más grande del planeta, pero también del mayor ejercito de personas sin techo e indigentes de todo el hemisferio occidental” (Wacquant, 2001: 172).
Wacquant explica cómo se ha dado el proceso de desmantelamiento en la nueva era de la posindustrialización y sostiene como el resto de los autores del fin del trabajo que durante este periodo en que fue aumentado la tecnificación se privilegiaron ciertos puestos de trabajo hiperespecializados en el contexto de una automatización creciente de los ámbitos productivos de la industria, sector que requirió puestos altamente calificados en detrimento de los empleos para los trabajadores con otro tipo de calificaciones (Wacquant, 2001: 172).
El autor sostiene que la marginalidad urbana corresponde a una doble transformación en la esfera del trabajo:
Una es cuantitativa y entraña la eliminación de millones de empleos semicalificados bajo la presión combinada de la automatización y la competencia laboral extranjera. La otra es
cualitativa e implica la degradación y la dispersión de las condiciones básicas de empleo, remuneración y seguridad social para todos los trabajadores, salvo los más protegidos. (Wacquant, 2001: 173)
Sin embargo, para este autor la principal causa de indigencia en las metrópolis de las sociedades avanzadas es el achicamiento y la desarticulación del Estado de bienestar (Wacquant, 2001: 176).
Este mismo problema ha sido considerado de forma diferente en otras disciplinas, como es el caso de algunas corrientes de la economía; para el pensamiento económico neoclásico el progreso tecnológico, en particular el avance en la robótica y en la telemática, no producen paro o supresión del empleo sino un desplazamiento en la actividad que permite extraer un valor mayor para los desplazados de la automatización. El sentido del razonamiento de la economía dominante, en particular de Stoleru, sugiere que la eficacia de la automatización produce tiempo disponible para producir más riquezas ya que la tecnologización libera tiempo de trabajo (Gortz, 1991: 13). Los supuestos de fondo de su planteamiento son, por un lado, que el crecimiento consiste en:
La informatización y la automatización de las tareas domésticas (tele shopping, cocina automática programable por ordenador, casa electrónica, etcétera) y, por otra, en la industrialización y la informatización, al menos parcial, de los servicios de restauración, limpieza, cuidados corporales, enseñanza. (Gortz, 1999:14)
De acuerdo a algunas experiencias empíricas particulares algunos países europeos muestran que “los grados tecnológicos más elevados se asocian por lo general con una tasa de desempleo más baja” (Castells, 2011:284). En ese sentido considera que los efectos de la automatización han mostrado que, al mismo tiempo que elimina algunos empleos, crea otros y modifica sus características.
Para Castells, la etapa del capitalismo actual, que él denomina capitalismo informacional, no causa desempleo por sí mismo pues “la evolución del nivel de empleo no es un dato fijo, que resultaría de la combinación de datos demográficos estables y una tasa de difusión proyectada de
la tecnología de la información. Dependerá en buena medida de decisiones determinadas por la sociedad sobre los usos de la tecnología, sobre la política inmigratoria, sobre la evolución de la familia, sobre la distribución institucional de la jornada laboral en el ciclo vital y sobre el nuevo sistema de relaciones industriales” (Castells, 2011: 293).
La revisión de estas teorías nos permite vislumbrar que el concepto restringido del trabajo analizado anteriormente prevalece en las diversas teorías del fin del trabajo. Aunque las teorías incluyen como parte del análisis del declive industrial el surgimiento de sectores como el de los servicios y el ascenso de la importancia de los profesionistas y técnicos, para los autores esto represento la imposibilidad de que los trabajadores se cohesionaran en una identidad colectiva contra las relaciones de producción capitalistas pues en el ascendente sector de servicios las relaciones capitalistas aparecen desdibujadas de la fuente de explotación.
La revisión de las diferentes posturas sobre el trabajo y el fin del trabajo nos permitieron observar que, de alguna manera, el debate sobre el sector informal de la economía ha transitado solo y ha quedado al margen de las grandes discusiones tanto de lo que ha sido considerado trabajo así como en el análisis sobre el impacto y modificación de la composición de estas actividades productivas a partir de las transformaciones del capitalismo neoliberal, como de su relación con el desempleo producto de la automatización como sugerirían las teorías revisadas. No obstante, aun cuando el desempleo sea una característica estructural de la sociedad actual estas teorías no transitan hacia la explicación de qué sucede con los desempleados que necesitan seguir subsistiendo. Si observamos la realidad a partir de la idea de que el trabajo va más allá de la industria, de los servicios o del sector formal se devela la importancia estructural en el conjunto de relaciones que es el trabajo para la sociedad considerando las mismas expresan una de las tendencias del capitalismo en la que para acrecentar la ganancia los capitalistas no solo se sirven de la explotación o la tecnificación de los medios productivos; sino que el desarrollo del propio capitalismo genera paralelamente un amplio sector de excluidos de las relaciones de producción aunque subsumidos a las relaciones capitalistas, que sobreviven realizando un numero diverso y considerable de actividades, algunas tradicionales y algunas que surgen propiamente para satisfacer las necesidades urbanas, que fueron excluidas del proyecto de Estado nación
capitalista.
Esta distancia entre los grandes debates de las transformaciones del trabajo y el sector informal ha traído problemas adicionales para la comprensión del fenómeno, por ejemplo, cómo comprender estas actividades como configuraciones productivas en las cual los procedimientos de control y disciplinamiento son poco claros. Pero el problema crucial al que nos enfrentamos, cuando estudiamos al sector informal de supervivencia, es en dónde ubicamos esta problemática social en el conjunto de las relaciones del capitalismo global.
Aún con la relativa ausencia de estudios sobre los procesos de trabajo en la informalidad, el cada vez más amplio sector ha hecho que diversos autores converjan en la posición de que en los años ochenta se invirtieron “las posiciones estructurales relativas de los sectores formal e informal, al fomentar el supervivencialismo informal como nuevo modo principal de subsistencia en una mayoría de ciudades del Tercer Mundo” (Davis, 2004: 24).
En los albores del capitalismo del siglo XIX, no existía esta división entre el sector formal y el sector informal, aunque las actividades que ahora podríamos calificar de informales existían de hecho y se practicaban intensamente durante este siglo. La diferencia es histórica pues el fenómeno de informalidad solo puede surgir con el rápido crecimiento de un segmento de la sociedad que depende de un salario regular para subsistir (Portes, 1995: 35). De hecho, durante el capitalismo del siglo XIX el empleo asalariado se asemeja a las condiciones del trabajo informal, es decir, sí el trabajo asalariado actual no mantiene las características informales anteriores del trabajo asalariado, ha sido por las victorias obtenidas por los trabajadores organizados para combatir la explotación (Portes, 1995:35), de acuerdo con el autor, “en la medida en que la historia económica permite estas generalizaciones, se podría decir que bajo el capitalismo del siglo XIX el empleo asalariado se asemejaba más a las condiciones consideradas hoy informales” (Portes, 1995: 34).
Por lo tanto, lo nuevo desde esta primera perspectiva, no es el crecimiento del sector informal sino del formal. El sector formal existe porque es el Estado moderno el que ha institucionalizado la lucha de clases a través de leyes laborales (Portes, 1995: 40). Según Portes el surgimiento de Estado autoritarios corresponde a “el prematuro proceso de proletarización y a la consecuente expansión del segmento protegido de la clase trabajadora” (Portes, 1995: 41). De modo que una de sus estrategias empresariales ha sido en la actualidad retroceder en las
conquistas de la clase trabajadora reduciendo el sector formal.
En ese sentido, el sector formal ha sido entendido históricamente como empresas o actividades caracterizadas porque mantienen en mayor o menor medida condiciones explícitas en cuanto a los derechos y deberes de los trabajadores, de modo que estos pueden amparase legalmente. Sin embargo, en esta investigación consideramos que una de las principales características del empleo formal es que es un trabajo asalariado.
Por el contrario, en el sector informal los trabajadores no están protegidos por leyes laborales y los acuerdos laborales son efectuados verbalmente, además “las condiciones de trabajo y las obligaciones pueden cambiar, y el monto y el periodo de pago de los salarios son frecuentemente impredecibles, esto sin olvidar, como hemos mencionado que cada vez es más frecuente empleos formales que pagan por hora, o a destajo, con o sin contrato, bajos salarios, y rotación en turnos, en gran medida en colusión con sindicatos blancos (call centers, fast, food, pequeñas empresas, barras de abogados etc).
Estas condiciones de producción son obviamente ventajosas para los patronos, ya que les permite obtener más trabajo por menos costo con relativa impunidad. Más importante aún, la mano es mucho más flexible que la contratada formalmente, y esto permite a los patronos contraten trabajadores durante los periodos de auge económico y los despidan con facilidad en los periodos bajos (Portes, 1995: 32).
Aquí considero al sector informal como una suma de actividades heterogéneas unificadas por su relación funcional con la economía capitalista (Portes, 1995: 38). Su funcionalidad radica en que su existencia es la base que permite los bajos salarios y los altos niveles de ganancia empresarial en el ámbito de las relaciones capitalistas formalizadas, “en la medida en que se permita la expansión de las practicas informales en el mundo industrializado, estas contribuirán a la acumulación de capital en ciertos sectores, a costa de un aumento en la desigualdad social” (Portes, 1995: 47). Es decir, el sector informal es fundamental para la reproducción capitalista en lo que respecta a la reproducción de la fuerza de trabajo.
Esta funcionalidad consiste en que la informalidad permite bajos salarios y altas ganancias al proporcionar acceso al consumo a los sectores formales que solo pueden obtener por sus bajos salarios productos baratos producidos en el sector informal, y en el caso de la informalidad de los trabajadores desprotegidos en empresas formales, permite ahorrar a los capitalistas a través de las
políticas de flexibilidad. Por tanto, la informalidad también se ha configurado como una consecuencia por parte de los capitalistas para revertir la tendencia hacia un mercado contractual y reglamentado cuya función es “aliviar desde el punto de vista empresarial las consecuencias del proceso de proletarización” (Portes, 1995:38).
La clase trabajadora informal global es de casi 1.000 millones de personas, lo que la convierte en la clase social más inaudita y con el crecimiento más rápido de la tierra (Davis, 2004: 24), sin embargo, Mike Davis, al igual que otros autores revisados como Portes, considera una ilusión la posición de la OIT y el Banco Mundial respecto a que el sector informal podría sustituir eficazmente en la estimulación al proceso de acumulación, a la economía formal. En realidad “la tendencia macroeconómica real del trabajo informal, en otras palabras, es la reproducción de la pobreza absoluta” por lo que “el sector terciario informal se ha convertido en un terreno de competencia darwiniana entre los pobres” (Davis, 2004: 27).
Aquí considero que, el sector informal se fue desarrollando paralelamente al sector formal; el primero corresponde a las actividades tradicionales antes de la industrialización capitalista que fueron excluidas del interés de los Estados y del capital por no ser consideradas fundamentales para el desarrollo de la economía nacional. Sin embargo, estas actividades con el tiempo, con la transformación de las grandes estructuras se han convertido en un sector diverso que incluye nuevas actividades propias surgidas de las necesidades urbanas y de las necesidades de subsistencia de la población.
También considero que el sector informal surge de los ámbitos de la producción con consecuencias en los ámbitos del consumo. De los ámbitos de producción surge de las situaciones que han señalado las teorías del fin del trabajo, es decir como producto del desmantelamiento que han traído las políticas de economía abierta en amplios sectores de la economía formal. También como hemos señalado, el capitalismo global genera paralelamente para extraer ganancias no solo explotación y tecnificación de las relaciones productivas, sino que excluye a un grupo de seres humanos de las actividades de la economía capitalista formalizada. Esta exclusión tiene consecuencias en el ámbito de la distribución consumo pues como observamos en el caso de México, los sectores sociales que se emplean en la informalidad de supervivencia son sectores altamente empobrecidos los que engrosan principalmente a este sector.
Sin embargo, aún como hemos señalado la informalidad es parte de procesos de exclusión del capitalismo, esta exclusión no implica a-funcionalidad para la reproducción capitalista. Ya hemos señalado que su funcionalidad radica, por un lado, en los bienes y servicios baratos que ofrece pues efectiviza la reproducción de la fuerza de trabajo, por otro lado, libera al capitalista de la obligación de contratar mano de obra y al mismo tiempo mantiene bajo los salarios gracias al excedente de fuerza de trabajo. Pero una dimensión relevante que desarrollo es el carácter engullidor del capital a través de una concepción ampliada del concepto de subsunción real y formal del proceso de trabajo al capital.
Consideramos en esta investigación que los diferentes tipos de trabajos informales están subsumidos informalmente a la economía capitalista, aunque no dentro de la producción capitalista. Es decir que estas actividades se realizan dentro del marco económico, político y social del capitalismo, pero no directamente bajo su lógica productiva dominante. Para Marx existen dos formas de integrar el proceso de trabajo a sus lógicas de producción. El termino de subsunción se refiere al control y transformación que ejerce el capital en el proceso de trabajo, pero el autor distingue dos procesos de subsunción diferenciados. Cuando Marx habla de subsunción formal del proceso de trabajo al capital refiere a una relación en la que el capitalista se adueña del producto del trabajo, pero no transforma el proceso productivo, de acuerdo a Marx el trabajo subsumido formalmente al capital:
Se trata solamente de una interconexión pasajera, una contigüidad que por su naturaleza misma se deshace fácilmente y que – como sucede en la mayoría de los casos de cooperación simple- sólo responde a exigencias excepcionales durante períodos especiales y pasajeros como las que se presentan como las cosechas, la construcción de caminos, etcétera. (Marx, s/f)
Otro ejemplo del proceso de subsunción formal del proceso del trabajo al capital de acuerdo a Marx, se presenta cuando el productor actúa como empleador de sí mismo o cuando el productor proporciona a otro plus trabajo (Marx, 1971: 61). En ese sentido, un trabajo subsumido formalmente al capital no transformara el proceso laboral desde el punto de vista tecnológico, sin
embargo, lo que sí existe durante el proceso productivo es una relación económica de subordinación hacia el capitalista.
El concepto de subsunción real del proceso de trabajo se refiere al control total del proceso de trabajo, de cómo al capital le pertenece todo el proceso y controla tanto el material del trabajo como la destreza y el tiempo y las formas con las que se realiza la actividad, en ese sentido de acuerdo a Marx en la subsunción real el capitalista:
Cuidará que el material de trabajo sea empleado adecuadamente, consumido como tal. Si se desperdicia material, este no entra en el proceso de trabajo, no es consumido como material de trabajo. Lo mismo con los medios de trabajo, en el caso de que el trabajador desgaste su consistencia de alguna manera ajena al propio proceso de trabajo. Cuidará, en fin, de que el trabajador trabaje realmente, que lo haga el tiempo completo y que sólo gaste el tiempo de trabajo necesario, es decir, que trabaje el quantum normal en un tiempo determinado. En todos estos aspectos, el proceso de trabajo y con él el trabajo y el trabajador entran bajo el control del capital, bajo su mando. A esto llamo yo la subsunción real del proceso de trabajo al capital. (Marx, s/f)
Como indica Marx, la productividad, la masa de la producción, la masa de población y de sobrepoblación suscitan nuevas ramas productivas “en las cuales el capital puede trabajar nuevamente en pequeña escala y recorrer nuevamente los diversos estadios de desarrollo, hasta que también comienza a explotarse en escala social esas nuevas ramas de actividad” (Marx, 1971: 73). Nosotros aquí encontramos una respuesta a lo que observamos que también sucede dentro de los ámbitos productivos en la exclusión. Estas nuevas ramas productivas que surgen producto de la exclusión del capitalismo transitan en algunos casos de la subsunción formal a la subsunción real del proceso de trabajo al capital, y buscamos retratar cómo es posible que las actividades en contextos de exclusión, incluso, como observamos en el caso de los franeleros, puede estar indirectamente subsumidos al capital por su función de abaratamiento de los costos de reproducción de mano de obra incorporada al funcionamiento capitalista.
Aquí ampliamos el concepto de subsunción formal a las configuraciones productivas en el contexto de exclusión del capital que no supone una subordinación directa con el capitalista.
En la investigación nos interesó analizar la actividad de los franeleros como un trabajo en el que se genera un valor, a pesar de nos ser productivo en el sentido marxista. El espacio empírico fue el Centro Histórico de Coyoacán. Por ello, nos interesamos en identificar y analizar las relaciones sociales y estructurales que intervienen en el desarrollo de esta actividad laboral informal, así como su posible identificación y explicación de la emergencia de la acción colectiva.
En el ámbito del trabajo informal existen, diversas formas en las que los sujetos inmersos en ese tipo de actividades realizan actividades para la obtención de recursos. En la investigación el interés fue puesto en una actividad informal no estudiada hasta ahora en la literatura sobre el trabajo informal ni abordada desde los estudios laborales. En atención a ello, nos interesó el trabajo de los franeleros porque partimos de que una actividad como ésta, con las características que analizamos, es una actividad de alta precariedad, con respecto los trabajos que garantizan alguna seguridad y estabilidad en el empleo. Por lo que deben ser estudiadas, en tanto expresan una cara de las condiciones en que se realizan actividades laborales informales en la actualidad millones de personas.
La actividad del franelero, analizada como proceso de trabajo, nos permitió observar cómo esta actividad de la informalidad implica especificidades muy concretas en dicho sector. En cuanto al análisis del proceso de trabajo en los franeleros sugerimos que la actividad del franelero es primariamente una actividad “moderna” producto de las necesidades y las consecuencias del crecimiento urbano, que se vuelve una posibilidad a partir de las problemáticas en el uso de los espacios públicos y de la escasez de estacionamientos en la ciudad. El trabajo de los franeleros es una actividad informal relativamente de reciente creación, es decir, su existencia no tiene como fundamento una herencia en las formas de realizar la actividad, como varias formas de trabajo artesanal. La actividad del franelero podría considerarse como una actividad moderna producto de las propias necesidades de la expansión urbana y capitalista.
Para el caso del trabajo de los franeleros, analizado como actividad que genera un producto, reconocemos sus medios de producción desglosados entre los medios de trabajo y el objeto de trabajo. El objeto de trabajo del franelero es proporcionar un servicio informal con características de orden material e inmaterial. El servicio material es el lavado y la estacionada de
automóviles, así como el control de los espacios para la asignación de estacionamiento. Esto lo realiza a partir de determinados medios de trabajo, también materiales e inmateriales. Los medios de trabajo materiales que utiliza son una cubeta y una franela que tienen una función principalmente simbólica: la de indicar que existe una apropiación o un control del espacio por parte de alguien. Pero la apropiación del espacio por sí misma no genera nada, así que el franelero crea otros medios para poder realizar su actividad, y los medios que en este caso crean ante la desposesión son medios inmateriales que consisten en apelaciones subjetivas al cliente por parte del trabajador. Son dos las apelaciones principales que el franelero utiliza como medio de trabajo para efectivizar la actividad: a través de generar confianza con el cliente o coaccionarlo para que pague por la labor. Ambas apelaciones subjetivas se llevan a cabo a partir de un tercer medio de trabajo que consiste en un performance laboral; es con este que el trabajador establece confianza o coacciona por la actividad.
Esta actividad se lleva a cabo bajo una contradicción fundamental que es el de la utilización de un espacio publico como el medio de producción principal de la laboral, situación que los confronta con los automovilistas que utilizan cotidianamente los espacios de Coyoacán, por lo que el proceso de trabajo se presenta como un conflicto o una disputa entre el franelero y el automovilista, por establecer el monto por la actividad.
Por ello consideramos que en la interacción entre el franelero y el automovilista se condensa un encuentro entre dos estratos sociales en las que el automovilista además de verse obligado a pagar por el uso del espacio público, cede ante un estrato económico empobrecido, calificado ideológicamente de delincuente. Esto implica que en la interacción subsiste además de la asimetría en la relación una predisposición a la confrontación por el estigma de clase subyacente.
Los informales, en el caso del Distrito Federal, en cuanto a su condición etaria están concentrados en rangos de gente joven y adulta en edad productiva. Es ese el caso de los franeleros del Centro Histórico de Coyoacán, donde las personas dedicadas a la actividad de franeleros son principalmente varones en edad productiva, de entre cuarenta y cincuenta años de edad; edad que sobrepasa los límites establecidos en la actualidad en la empresa pública o privada para ser candidatos a obtener una contratación. Además, el perfil de los franeleros entrevistados para esta tesis muestra un conjunto de rasgos socio económicos que obstaculizan su inserción en
los mercados de trabajo formales, por lo que la actividad estudiada constituye una forma de sobrevivencia en un entorno laboral formalizado que los excluye. Entre los franeleros del Centro de Coyoacán, una de las razones que aludieron para ejercer esta actividad fue la imposibilidad de ser contratados por razones de edad. Si bien ese fue un factor que pudo tener incidencia en la decisión de eso actores de trabajar en las calles como franeleros, en la investigación exploramos un conjunto más amplio de aspectos que explicarían, desde un punto de vista estructural, las razones de la exclusión de la formalidad y la consecuente puesta en juego de estrategias para trabajar informalmente y obtener recursos económicos.
En ese sentido, aunque en el caso particular de los franeleros del Centro de Coyoacán uno de los motivos centrales, de acuerdo a las narrativas de los entrevistados, para el incremento de los trabajadores en la informalidad es la incapacidad que tienen de insertarse en trabajos formales por razones de edad, los casos estudiados en la esta investigación muestran otra serie de particularidades, entre ellas destaca que antes de trabajar como franeleros, los trabajos en los que se habían insertado los entrevistados fueron trabajos precarios y subordinados en la prestación de servicios, con ingresos económicos muy bajos. Por tanto, estos trabajadores ya habían experimentado con anterioridad condiciones de alta precariedad e inestabilidad laboral, que ha continuado en la actividad como franeleros.
La investigación también nos permitió observar que en la informalidad tienen lugar una serie de resistencias por parte de los sujetos para enfrentar el empobrecimiento y la imposibilidad de acceder a trabajos con ingresos más allá de la subsistencia. La actividad del franelero es, de acuerdo a nuestro abordaje en esta tesis, una configuración de esas resistencias.
El estudio de los franeleros, además, nos permitió identificar los aspectos específicos respecto a cómo se desarrollan este tipo de actividades que utilizan el espacio público como ámbito concreto de materialización. Encontramos que la posibilidad de existencia del trabajo de franelero depende de relaciones y aspectos más amplios que únicamente la disposición individual de los sujetos. Por ello, fue fundamental describir y analizar cómo estas actividades se enfrentan a una serie de estructuras que configuran las posibilidades de acción de aquellos, lo que en este caso son las políticas públicas del uso del espacio, así como la falta estructural de estacionamientos en la Ciudad de México (y específicamente en el Centro de Coyoacán), así como la existencia de una política delegacional y nacional que no actúa salvo en coyunturas
específicas para solucionar o encontrar alternativas para estos trabajadores en alta precariedad. Todas esas condiciones, aunadas a las dinámicas y estrategias de resistencia de los propios franeleros, explican la existencia de este trabajo.
En cuanto a la relación que establecen con otros participantes indirectos del proceso de trabajo, localizamos además de los clientes que son los automovilistas, a los miembros de la delegación quienes regulan el uso del espacio publico, los policías que actúan bajo los mandatos de la delegación, y los vecinos. La acción delegacional consiste en amedrentarlos para que dejen los espacios en los que laboran cotidianamente en fechas especiales, o sí están interesados en la implementación de alguna política de privatización del espacio publico. Sin embargo, esto siempre resulta una complicación debido a que los franeleros defienden el uso del espacio como trabajadores no asalariados, adscripción a la que pertenecen de acuerdo a la regularización que se implemento a estos trabajadores mediante la Secretaria del Trabajo, regularización que los habilita para ejercer la actividad.
Encontramos en los franeleros una organización para la defensa del trabajo espontánea y coyuntural, anclada en la necesidad y la supervivencia, debido a la fragilidad de la organización y también a las características del proceso de trabajo, desembocan en que quede poco por defender más que la posibilidad de continuar ejerciendo su actividad.
Encontramos que el control que establecen las autoridades hacia los franeleros no se ejerce para presionar por las ganancias en el proceso de trabajo, sino, como documentamos, por el control del espacio público. El control que se ejerce hacia los franeleros mantiene las características de lo que Marx, en el siglo XIX, denominó “régimen despótico de producción” en el que se ejerce una dominación de tipo personalista y arbitraria con los trabajadores. Sin embargo, la negociación esta sustentadas en procesos de consenso y conflicto por parte de los actores involucrados.
Es característico que los funcionarios, aprovechándose de las dificultades de los trabajadores en la negociación, porque a pesar de que los franeleros comprenden las dimensiones del problema, reconocen a los responsables del trato vejatorio hacia ellos, al momento de la negociación es en donde encuentran dificultades, principalmente por las barreras simbólicas que separan a estos últimos de los funcionarios, situación que es utilizada para mentirles en cuanto a la ley o los derechos.
Por su parte los automovilistas, aunque reconocen que su actividad es resultado de desigualdades estructurales en materia de empleo, afirman que ellos son los principales afectados pues son quienes deben pagan por el uso del espacio público a particulares.
Calculamos que los franeleros obtienen ingresos, trabajando los siete días de la semana, de aproximadamente 5 600 pesos al mes. Los franeleros desempeñan sus actividades en condiciones de gran riesgo y en absoluta vulnerabilidad. Su actividad es reconocida contradictoriamente por parte de las autoridades, es decir, en reglamentos administrativos se valida su actividad, pero en la práctica no sólo no tienen ningún derecho, sino que se les criminaliza.
Encontramos que los franeleros se auto adscriben en términos más generales como parte de los trabajadores no asalariados de la ciudad, que es la asignación oficial que la Secretaria del Trabajo les da a través de la Subdirección del Trabajo no Asalariado.
Los franeleros consideran una problemática en la que estuvieron envueltos a partir de octubre del 2013 como parte de una embestida general por parte del gobierno central en contra de todos los trabajadores ambulantes, no solo de la zona de Coyoacán, sino de todo el Distrito Federal. En el discurso de los trabajadores se trasluce que consideran que los no asalariados son un tipo particular de trabajadores. Entre ellos reconocen a los vagoneros del metro.
En el nivel de la actividad propia de los franeleros, se reconocen como parte de un grupo de trabajadores que realizan actividades específicas dentro y a lo largo de la ciudad. Ese reconocimiento, tanto de que forman parte del conjunto de trabajadores no asalariados, así como de un grupo más específico que es el de los Cuidadores y Lavadores de Vehículos del Distrito Federal, se aglutina particularmente a partir de una configuración subjetiva en la que saben que como trabajadores en ambos niveles son susceptibles a las embestidas permanentes de criminalización por parte de los gobernantes de la Ciudad de México. Reconocen, en ese sentido, que como trabajadores no asalariados están viviendo, particularmente con el gobierno actual, una situación en la que todos los trabajadores independientes, no asalariados, informales, están siendo atacados por la delegación.
No obstante, en términos del discurso y de la necesidad que tienen de trabajar, al momento de organizarse para defenderse el franelero mantiene una concepción de su trabajo en el sentido de que es una actividad honesta y sobre todo que es “una manera de ganarse el dinero por
la derecha”. Este aspecto de las concepciones acerca de su labor como una actividad honesta y sobre todo como una actividad, aunque indeseable para algunos, necesaria y útil, es el aspecto que les permite realizar acciones colectivas y denunciar los maltratos por parte de la delegación.
Para los franeleros, el gobierno es principalmente el que se les presenta tanto como fuente de negociación como del control de su proceso de trabajo. Por tanto, existe claridad para los trabajadores de que es el gobierno, a través de la delegación, la instancia que permite la continuidad de su actividad. En ese sentido estos trabajadores, en su narrativa, directamente aluden a los delegados, a los jefes de gobierno, a los partidos políticos, como los principales actores que atentan contra todos los trabajadores.
Asimismo, el análisis de esta actividad nos permitió reconocer que en los ámbitos de los trabajos informales no sólo intervienen, de diversas maneras, actores específicos que configuran la actividad, sino que entran en juego aspectos tales como el proceso de trabajo, dimensión que permitió reconocer la actividad como proceso productivo y, por tanto, sostener que este tipo de actividades, aunque simples en apariencia en cuanto a la falta de tecnología de punta o la ausencia de relaciones laborales formales, en realidad sí están respondiendo y actuando a partir de medios y objetos de trabajo que los trabajadores inventan y utilizan para darle un sentido a su actividad y lograr que el cliente retribuya por ella.
Consideramos, también, que estudiar el caso concreto de los franeleros nos permitió encontrar o caracterizar que si bien, como indican los estudios sobre informalidad, estas actividades pueden explicarse como resultado de su relegamiento de los intereses de la economía y del desarrollo capitalista, la implantación de estas relaciones también ha creado una serie de actividades con características informales a partir de las propias necesidades del crecimiento de las ciudades. Ello implica que, desde nuestra perspectiva, el análisis de actividades laborales informales como la de los franeleros, debe ser abordada no sólo desde el punto de vista del desarrollo de un sistema económico, sino desde la construcción social de necesidades en los entornos urbanos. Los franeleros, generan estrategias para obtener ingresos económicos que les permitan satisfacer sus necesidades propias y familiares, pero tales actividades sólo son posibilitadas por la existencia de una necesidad social a resolver, que es la de estacionar vehículos en el espacio público. En tal sentido, los franeleros operan a través de la apropiación del espacio público para ofrecer un servicio, generalmente no pedido pero necesario, y establecer
de ese modo relaciones con clientes.
Encontramos que estas actividades, que definimos como actividades que se realizan como producto de la exclusión social de las relaciones capitalistas de producción y de las instituciones formalizadas, pueden ser reintegradas a las lógicas de la economía dominante mediante lo que Marx denominó subsunción real del proceso de trabajo al capital, pero que aquí utilizamos de manera ampliada para entender, por un lado, el intento en el Centro de Coyoacán de expulsar a los franeleros de los espacios en los que trabajo, como consecuencia de la subsunción al capital que administra por parquímetros y basada en la automatización a partir de la concesión del espacio público en el que, finalmente, la ganancia quedaría en manos de los capitalistas.
Lo anterior nos indica las formas diversas en la que se dan las configuraciones productivas y como las actividades laborales informales, a partir de la confluencia de diversos intereses, pueden entrar o salir, existir o dejar de existir, en función de los cambios de posiciones con respecto a la economía dominante.
Con base en los hallazgos obtenidos en la investigación, podemos sostener que el estudio de actividades de trabajo informal, como la de los franeleros, es de suma relevancia pues consideramos que su expresión en la realidad es reflejo de la tendencia en el crecimiento de una serie de actividades descualificadas, con procesos de trabajos simples que son principalmente estrategias de sobrevivencia de las personas frente a la exclusión o la expulsión. Sin embargo, estas resistencias son, asimismo, configuraciones productivas con procesos de trabajo identificables y que representan actividades que, en el caso de México, realiza el mayor porcentaje de la población económicamente activa, y que no deben ser desdeñadas por los estudios laborales sino contrastadas con las actividades productivas del ámbito formal de la economía. Consideramos, por lo tanto, que no podemos desdeñar la idea de las actividades que se realizan en los ámbitos de la informalidad sino definir sus especifidades en términos de estructuras productivas.
Por tanto, analizamos la actividad del franelero como una estructura productiva a partir del concepto de configuración socio-técnica del proceso de trabajo y del concepto de trabajo no clásico, en tanto nos permitió observar y analizar, de manera integrada, los aspectos que constituyen las actividades laborales del grupo laboral informal seleccionado. Asimismo, el concepto de informalidad, desde cualquier definición que se utilice, quedó corta en esta
investigación, puesto que no basta con decir que son trabajos no registrados –que lo son el caso de los franeleros de Coyoacán a cargo de le delegación o que no cuentan con derechos laborales- sino que se trata de la producción de intangible, y de una interacción, que conforman parte importante del valor generado. El análisis a través de las configuraciones socio-técnicas admiten la integración de aspectos tales como el proceso de trabajo, las relaciones laborales, la acción colectiva y la identidad, aunque de una manera ampliada: relaciones laborales que implican al cliente y que no suponen un patrón. Desde nuestra perspectiva, el abordaje de esas dimensiones respecto a las actividades de los franeleros permitió identificar los aspectos concretos en los que la actividad se da y tiene sentido.
La configuración socio técnica del proceso de trabajo de los franeleros, se caracteriza por ser de autoempleo, porque su propio surgimiento como resistencias frente a la exclusión resulta conformado por medios de trabajo que consisten, básicamente, en apelaciones subjetivas hacia el cliente, sustentadas en una apropiación del espacio público que resulta arbitraria y molesta para otros sectores de la sociedad.
Por tanto, la configuración subjetiva que prevalece frente a la actividad de los franeleros por parte de otros actores del proceso productivo, como son los automovilistas, los vecinos, los policías y los funcionarios delegacionales, es principalmente de desprecio por la actividad y, por parte de las autoridades, la firme convicción de que es una actividad delincuencial. Esta situación genera que los franeleros asuman que es una actividad indeseable, lo que posibilita que los franeleros sufran tratos vejatorios cada determinado tiempo de acuerdo a las disposiciones de las autoridades, sin que otros sectores de la sociedad se pregunten o preocupen por la experiencia cotidiana de posible abuso de autoridad contra estos trabajadores. En ese sentido, parte de la configuración de la actividad del franelero es la invisibilización y molestia por partes de otros sectores de la sociedad, lo cual no ha implicado sin embargo que los franeleros del Centro de Coyoacán dejen de considerar su actividad como importante y legítima para obtener recursos económicos.
Encontramos, en tal virtud, que la actuación de esos otros sectores en juego, podría resultar fundamental en el devenir de estas actividades, como analice durante un conflicto por la instalación pretendida de parquímetros en el Centro de Coyoacán y en donde los franeleros intentaron ser expulsados por las autoridades. Allí observé que quienes realmente impulsaron
acciones colectivas de alto alcance en la zona fueron los vecinos, quienes indirectamente beneficiaron a los franeleros, pero también quienes ignoraron su problemática. Sin embargo, consideramos que estos grupos vulnerables, como son los franeleros, necesitan realmente ir acompañados de la representación de otros sectores que puedan orientarlos o intervenir por ellos en cosas específicas como las negociaciones que se llevaron a cabo con las autoridades.
Las acciones colectivas emprendidas por los franeleros generaron, que estos no hayan sido definitivamente expulsados de los espacios de trabajo que ocupan, pero sin duda las posibilidades de que estos sectores pudieran agruparse en torno, por ejemplo, a la defensa de los trabajadores no asalariados, tendrá que venir acompañada de la acción y el consenso de otros actores menos vulnerados y con mayores capacidades de intervención, negociación y reconocimiento de los derechos de los trabajadores.
La investigación que realice pretendió, por un lado, dar a conocer aspectos entre los franeleros que trabajan en un espacio público específico y con muchas particularidades, por lo tanto, los resultados empíricos no son generalizables, pero desde nuestra perspectiva pueden contribuir a plantear formas de observación y análisis para otro tipo de trabajos informales con semejantes características.
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