Inserción de la población rural en la economía de subsistencia en el espacio urbano de la ciudad de Zacatecas-Guadalupe, como efecto de la expansión urbana, 1988-2017


The inclusion of the rural population in the subsistence economy inside of the urban space of Zacatecas-Guadalupe city, as the effect of urban sprawl, 1988-2017


Javier Ezau Pérez Rodríguez1


Resumen: En México, ante la implementación del modelo neoliberal, la caída del salario, crisis estructural en el campo, aumento y concentración de las actividades terciarias en la ciudad, la población rural buscó diversificar su ingreso bajo condiciones de subsistencia y trabajo precario. El objetivo de este documento consiste en presentar la propuesta de investigación y avances en el estado de la cuestión en torno a la inserción de la población rural en la economía de subsistencia en el espacio urbano de la ciudad de Zacatecas-Guadalupe, como efecto de la expansión urbana, 1988-2017.


Abstract: In Mexico, the implementation of the neoliberal model, falling income, structural crisis of field, rise and concentration of the tertiary activities in the city, the rural population looked for diversify their incomes under subsistence and uncertain labor conditions. The objective of this document is to present the proposal of investigation and previews of the state of the art around to the inclusion of the rural population in the subsistence economy inside of the urban space of Zacatecas-Guadalupe city, as the effect of urban sprawl, 1988-2017.


Palabras clave: economía de subsistencia; flexibilización; precarización; urbano-rural; expansión urbana.


Planteamiento del problema

En México, con la implementación de la agenda neoliberal, el valor real del salario sufrió una caída de entre 40 a 50 por ciento (Harvey, 2007a) lo que afectó en primer lugar a la población urbana y a la recomposición del empleo y economía de las ciudades. En tanto, la población rural ha venido arrastrando desde la década de los setenta una profunda crisis estructural y debilitamiento de los productores agrícolas de pequeña escala (Larralde, 2011). Entre 1992 a 2004 los hogares dedicados únicamente a las actividades agropecuarias pasaron de 11 a 1.7 por



1 Estudiante del Doctorado de Estudios del Desarrollo, Geógrafo, Universidad Autónoma de Zacatecas, relación urbano-rural, ezpzrz@gmail.com.


ciento (Mora y Cerón, 2015). En un lapso de 12 años la población rural empeñada exclusivamente a las ocupaciones del campo y la ganadería casi desapareció. La población en su conjunto buscó formas para complementar su ingreso, pero la rural fue la más perjudicada. La desigualdad social y económica (Hernández, Ornelas, y Castillo, 2015) que esa población padece en el territorio con influencia metropolitana; la crisis de más de treinta años del sector primario que trasformó el trabajo de los habitantes rurales (Larralde, 2011); la nula presencia de programas de desarrollo para el campo no asistencialistas (Serna, 2006); y las actividades económicas de la ciudad dirigidas a una “economía terciaria [que] determina la estructura urbana y fija los mecanismos a través de los cuales sus pobladores deterioran su bienestar social” (González, 2009: 17), decantó en la inserción de la población rural en la economía de subsistencia del espacio urbano a través de la precariedad de su fuerza de trabajo y la explotación, factores asociados a la expansión urbana que actualmente se presenta.

La conformación de zonas metropolitanas en México y concentración de la población en esos espacios inició en la mitad del siglo XX, con una marcada tendencia a la concentración económica (Garza, 1985; Iracheta, 1988; Sobrino, 1993), producto de; “la penetración del capitalismo en el campo y la expulsión del campesinado hacia las ciudades” (Hernández, 2015: 113). En México, “en el año 2010, la población total alcanzó los 113.11 millones, de los cuales 26.23 millones (23.18 por ciento) era población rural” (Cabrera y López, 2015: 135). La población rural ya no se dedicó a actividades del campo, buscó vivir de las ciudades a través del uso de estrategias y mecanismos de inserción urbana y economía de subsistencia.

La función y expansión urbana de la capital de Zacatecas pronto resintió los efectos socioterritoriales del cambio de modelo de desarrollo y puesta en marcha de la política neoliberal. Entre 1990 a 2000, la recomposición del empleo de los municipios de Zacatecas y Guadalupe se dirigió hacia la reducción de trabajadores agropecuarios al pasar de 8.9 a 3.8 por ciento, en tan sólo diez años, y un aumento de empleos comerciales y profesionistas de 10 a 14.3 y de 4.2 a 7.3 por ciento, (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 1990, 2000). En 2010, las actividades económicas del espacio urbano apuntaron al comercio, servicios sociales, gobierno e industria, y una casi desaparición de las actividades agropecuarias que representaron 0.86 por ciento (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2010). En 2016 se tuvo una composición del empleo hacia las actividades de comercio, construcción y servicios, 19.8, 13.4 y 9.9 por ciento,


respectivamente; en contraste las actividades del campo y la ganadería representaron 2.5% (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2016). La redistribución en la composición del empleo en los municipios y ciudad de Zacatecas-Guadalupe [CZG] incide en los territorios rurales cercanos a la urbe. A partir del análisis espacial realizado a la CZG se pudo constatar que, en un lapso de 11 años, entre 1990 a 2001, se extendió aproximadamente 1,619 hectáreas y una incorporación de por lo menos cinco localidades rurales a la mancha urbana (véase imagen 1). La dispersión del área urbana en el territorio favorece la adhesión de “núcleos emergentes que abastecen de mano de obra y proveen otros servicios [a la CZG]” (Gaviria, 2017: 159). En 2017, el área que cubre la ciudad zacatecana representó una extensión aproximada de 6,602 hectáreas y la adhesión de más de diez localidades rurales (véase imagen 1). Esa función y expansión urbana es reflejo del cambio de la composición de la economía de la ciudad y desarrollo desigual de los territorios urbano-rurales. La población de esas localidades buscó nuevos mecanismos de sobrevivencia ante la recomposición de la economía de la ciudad, mediante la diversificación de actividades productivas y precarización de su trabajo en el espacio urbano de la ciudad.

En la CZG hay modalidades que ejemplifican la problemática, aquí se analizarán a) la elaboración y distribución de lácteos por el propio productor en los espacios urbanos para su venta. El productor adsorbe el costo social de traslado, pago posterior del producto y condiciones de autoempleo caracterizadas por la falta de seguridad social y prestaciones; b) en los mercados móviles, los vendedores carecen de estabilidad económica y seguridad laboral, actividades terciarias que pueden extenderse más allá de lo planeado, que dependen de las condiciones climáticas y de la disposición de clientes a comprar productos para satisfacer sus necesidades; c) los habitantes de algunas localidades cercanas a CZG están relacionados con la limpieza y venta de verdura al natural, que permite a sus habitantes integrarse a la economía de subsistencia del espacio urbano, creando una división de trabajo que permite la eficiencia y el abaratamiento del producto; d) el servicio de empleadas domésticas en la ciudad a través del movimiento cotidiano a los lugares de trabajo y retorno a los espacios de vida, se caracteriza por la falta de seguridad social, ingresos restringidos y jornadas de trabajo inestables. En todos ellos se genera una condición de excedente de fuerza de trabajo, productos y servicios que es apropiado por los habitantes del espacio urbano, sobre todo los empleadores y en términos más generales los consumidores de sus productos, en detrimento del ingreso de la población rural que absorbe los


costos de transferencia.


Imagen 1. Expansión urbana de la ciudad de Zacatecas-Guadalupe. 1990-2017


Elaboración propia a partir de Imágenes de Satélite Landsat 5, 7 y 8. Fuente: EarthExplorer. (s. f.). Recuperado el 20 de abril de 2017 de: https://earthexplorer.usgs.gov/order/ Conjunto de datos vectoriales: INEGI. (2016). Marco Geoestadístico Nacional. Recuperado el 24 de abril de 2017 de: http://www.beta.inegi.org.mx/app/biblioteca/ficha.html?upc=702825217341


En resumen, el cambio de modelo económico de desarrollo, desplome del valor real del salario, incremento y concentración de población urbana, y recomposición de los espacios de trabajo, empleo y actividades económicas en la ciudad, retiro de los apoyos al campo, desvanecimiento de los hogares rurales y traslado de su población hacia la metrópoli y la vocación de la ciudad hacia el sector de actividad terciario, ponderó la decisión de la población rural para insertarse en la economía de subsistencia del espacio urbano. Las preguntas de investigación son:


Hipótesis

El modelo de desarrollo neoliberal incide en el crecimiento y territorialidad de las áreas urbanas, así como en su composición y vocación económica. La función y concentración de actividades económicas en el espacio urbano va en aumento, los espacios de trabajo permiten diferentes modalidades de incorporación de fuerza de trabajo de la población rural.

El Estado facilita los procesos de generación de infraestructura, conversión de la tierra a suelo, expropiación de propiedad para la expansión urbana y permite la pérdida de valor del salario y precarización del trabajo. La población rural deprecia su fuerza de trabajo a un costo muy por debajo del valor de la fuerza de trabajo de los habitantes de la ciudad, con lo cual deteriora su condición biológica, social y económica.

Esas modalidades de inserción en el trabajo difieren entre la población rural que vive en la mancha urbana de aquella que habita en las localidades rurales cercanas a la ciudad. Los que viven dentro, intercalan su trabajo en la ciudad con sus ocupaciones del campo y la ganadería. Por el contrario, los que viven fuera complementan sus actividades agropecuarias con la comercialización de sus productos.

El tamaño, función y expansión de la ciudad se beneficia de las localidades rurales aledañas donde su población no tiene mayor capacidad de crecimiento económico, sus actividades no manifiestan encadenamientos productivos y carece de organización social y política, el espacio urbano lo que hace es precarizar el trabajo.


Justificación

Los estudios de la ciudad realizados a Zacatecas y Guadalupe son de corte arquitectónico y de política pública, relacionados a la conservación y equipamiento urbano, y no a la planeación y crecimiento de la ciudad. Menos aún existen estudios que contengan la variable espacial como elemento principal. Este proyecto de investigación busca tomar en cuenta la variable territorial y sus implicaciones dentro del proceso de inserción de la población rural en la economía de subsistencia y expansión urbana de la ciudad. Los resultados obtenidos darán luz a nuevas formas de analizar la ciudad, además de volver a poner en la mesa de discusión la pertinencia de los estudios urbanos y la economía política en los estudios del desarrollo.


Objetivo general

Analizar la inserción de la población rural en la economía de subsistencia en el espacio urbano de la ciudad de Zacatecas-Guadalupe como efecto de la expansión urbana, 1988-2017.


Estrategia metodológica

El contexto del modelo neoliberal, incorporación física y funcional de las localidades rurales a la ciudad, cambio de uso de suelo para la construcción de infraestructura urbana y vivienda, se contestará a través de consultas hemerográficas, bibliográficas, bases de datos especializadas y análisis de fotografía aérea, con el fin de conocer los procesos que dieron forma, función y expansión a la ciudad. Posteriormente serán analizadas las localidades de El Orito, Picones y La Pimienta en el municipio de Zacatecas, cuya particularidad es su incorporación física a la ciudad, y la elaboración, venta y distribución de lácteos por el propio productor; en La Pimienta parte de su población se dedica a dar el servicio de empleadas domésticas en la CZG. En tanto que San Ramón, Guadalupe se caracteriza por la llegada de habitantes que laboran en dependencias de gobierno y arriban a los fraccionamientos ahí construidos. La recolección de datos se realizará en las localidades, no en la ciudad.

El grado de participación del Estado y los agentes económicos en el proceso de crecimiento de la mancha urbana e inserción en el trabajo se analizará a través de evolución y composición de la Población Económicamente Activa [PEA] de la ciudad, se revisarán los montos de inversión en infraestructura y equipamiento urbano, así como consulta de bibliografía


especializada.

Las formas de inserción en el espacio de trabajo urbano realizadas por la población rural se conocerán a través de la consulta de bibliografía referente al tema. Para los que viven dentro de la ciudad se llevarán a cabo entrevistas y encuestas a esa población ya identificada. Para comprobar las circunstancias en que se realiza el servicio doméstico se diseñará un cuestionario que se aplicará en la localidad de residencia de algunas empleadas, ese cuestionario incluirá preguntas sobre transportación, trabajo y estilo de vida, que decantará en la generación de cartografía de historias de vida. De la misma forma se realizarán entrevistas para conocer las estrategias de la población rural que vive en sus comunidades y trabaja en el espacio urbano de la CZG, el área de estudio será la cabecera municipal de Trancoso, donde se cuenta con personas que están dispuestas a la observación participante y aplicación de cuestionarios.

El análisis y correlación de las localidades rurales y sus beneficios con el entorno urbano se desarrollará y complementará con las respuestas que se captarán y procesarán durante las encuestas que se aplicarán a la población rural que trabaja en la ciudad, el grado de encadenamiento productivo, y su organización social y política se conocerá al momento del análisis del grado de desvalorización de los productores del campo en las localidades antes mencionadas. Así se conocerá sí la ciudad mantiene una estrategia socioterritorial de no integración de las localidades rurales como proveedoras de productos del campo con valor agregado.

Durante el proceso metodológico se irán concatenando las variables y resultados que darán respuesta a las hipótesis sucesivas. Los datos obtenidos, así como los consultados en diversas bases de datos serán contrastados, analizados y reclasificados, para dar contraste a las hipótesis y a los postulados teóricos, que culminará con la redacción de la tesis.


Mercado de trabajo, precarización, flexibilización, informalidad y marginalidad

Dentro de las investigaciones sobre el mercado de trabajo hay quienes enfatizan las condiciones socioeconómicas de la población dentro de lo laboral como sinónimo de trabajo que aluden a condiciones de flexibilización y precariedad (Canales, 2012; Mora Salas, 2010). Los que están fuera de la norma son calificados como informales (Partida, 2000; Portes, 2004). Otras investigaciones se refieren a la transformación de la estructura del mercado de trabajo como


efecto de la re-estructuración de la producción y uso de la tecnología como parte del proceso de trabajo y vínculo laboral, así como diferentes condiciones de contratación, periodos de trabajo y relación salarial (Maza Díaz y Santoyo, 2016; Sotelo Valencia, 1998). Otra mirada contempla las características del trabajo urbano a partir de las diferencias entre población urbana y rural que son preponderantes para determinar su inserción, como subsistencia, trabajo independiente y marginalidad (Castells, 1981; Pradilla, 1993; Singer, 1983).

Desde la teoría crítica se reconoce el proceso de inserción en el espacio de trabajo urbano como la incorporación “al proceso de producción urbano” (Singer, 1983: 51), que analiza la integración de la población rural proveniente de áreas en economía de subsistencia, sus causas y efectos, y deja de lado la distinción de economía para referirse al mercado laboral, y economía de subsistencia para encuadrar las características relacionadas al mercado de trabajo. En la ciudad se identifican “dos formas: la de la actividad individual, familiar o de pequeño grupo, y la de la actividad colectiva de las empresas y los servicios públicos o privados que ocupan (…) asalariados” (George, 1982: 205). El espacio de trabajo se clasifica de acuerdo a su organización, en dos grupos, el individual, de tipo familiar o de pequeño grupo, que vale la pena resaltar no es asalariado y, el colectivo, asociado a las empresas y donde los trabajadores sí son asalariados. Además, se identifica que parte de la población que llega a la ciudad para incorporarse al proceso productivo de la urbe proviene de áreas rurales ocupadas a la economía de subsistencia, es decir, se caracterizan por dedicarse a la agricultura y ganadería de autoconsumo y de escasa o nula sobreproducción; se habla de dos tipos de economía que interaccionan dentro de la ciudad, la economía como sinónimo de mercado laboral, como aquel donde hay salario y prestaciones, y economía de subsistencia como equivalente de mercado de trabajo, donde los trabajadores sólo reciben un ingreso.

Desde la postura neoclásica se observó que a principios de la década de 1980 (Climent Sanjuán, 2015) el mercado de trabajo se caracterizó por un incremento de la incertidumbre a caer en la pobreza, resultado de una precarización, condiciones sociales y laborales que, a pesar de trabajar varios miembros de la familia, no permite una mejora social. Dicho de otra forma, las consecuencias “de la actual (…) [situación] económica nos muestra una nueva realidad, y es que la integración en el mercado de trabajo ya no garantiza la salida de la pobreza” (Climent Sanjuán, 2015: 272). En ese sentido, el mercado de trabajo se caracteriza por “la precarización del empleo.


(…) en el que predominan las unidades productivas centradas en el hogar y la informalidad”, provocado por los cambios estructurales dentro del mercado de trabajo relacionados no sólo a los diferentes tipos de contratación, permanencia y prolongación del trabajo y estructura de las relaciones salariales y días de trabajo (Maza Díaz y Santoyo, 2016: 86). Sino, además, al cambio en la estructura de producción y uso de la tecnología dentro del mundo del trabajo y relaciones laborales (Sotelo Valencia, 1998).

Esas condiciones del mercado de trabajo se agravaron a partir de la puesta en marcha del modelo neoliberal, donde la precarización figuró como el componente dentro del mercado de trabajo que no permite salir de la pobreza: el tener trabajo ya no garantizaba mejorar la condición social y económica en que llegaron los habitantes de las áreas rurales. Así, el mercado de trabajo comenzó a caracterizarse por: precarizar los empleos, diversificar las formas de contratación, acortar la permanencia y aumentar el tiempo y días en el trabajo y restructuración salarial y, uso de tecnología. Este tipo de investigaciones permiten identificar diferentes escenarios dentro del proceso de inserción de la población rural en la economía de subsistencia en el espacio urbano.

El punto y aparte lo constituye un segundo conjunto de investigaciones desde la perspectiva de mercado de trabajo como equivalente de mercado laboral, visión neoclásica donde la población que trabaja es por antonomasia empleados, que cuentan con contrato de trabajo, prestaciones laborales y seguridad social, los empleados fuera de la norma se catalogan dentro de la economía informal, aspecto que dificulta el avance de las investigaciones. Un primer aporte a esas investigaciones se realizó al repensar la perspectiva de análisis, a través del ámbito de “las transformaciones del mercado de trabajo (flexibilidad, desregulación, precarización, entre otros)” (Canales, 2012: 292), que logró identificar que la flexibilización y la precarización son parte de sus modificaciones, pero no se determina qué característica fue primero. En ese sentido, Salazar y Azamar (2014: 189) mencionan que fueron resultado “de la implementación del modelo económico neoliberal (…) sobre la flexibilización de las relaciones laborales y en consecuencia, sobre la precarización del empleo en nuestro país”, efecto de un pausado crecimiento del empleo formal entre 1990 a 2010, como producto de la flexibilización en el trabajo. Las características que fomentaron la flexibilización laboral y precarización fueron identificadas a partir de la profunda restructuración y reducción del gasto público, la cada vez menos participación del Estado y la apertura de mercados, como resultado de la “modernización productiva emerge (…)


la flexibilización del trabajo y la desregulación laboral (…), orientadas hacia la precarización y el deterioro del empleo” (Gutiérrez Garza, 1999: 22). Ese deterioro del mercado laboral se caracteriza por la falta de seguridad para conseguir o mantener el empleo, baja salarial y falta de prestaciones, elementos asociados a la economía de mercado abierto (González Chávez, 2004).

De lo anterior se derivan tres conjuntos de características: a partir del mercado, desde el Estado para fomentar la flexibilización y precarización, y como resultado del deterioro del mercado laboral. En el primero de ellos, el mercado, se replantea la posición del análisis para reconocer las derivaciones del mercado de trabajo que se inclinan hacia la flexibilización de las relaciones laborales y del trabajo, y precarización del empleo, fenómeno apreciado a partir del lento crecimiento de la economía y el empleo, esas primeras características fueron efecto de la implementación del modelo económico de fase neoliberal. El segundo grupo, está relacionado con el Estado, en el sentido de permitir una intensa reestructuración política y económica, disminución del gasto público, retiro de su intervención y mercado abierto, que da como consecuencia la identificación del último conjunto de características asociadas a la degeneración del mercado laboral, como lo es la falta de certeza de obtener trabajo, baja salarial y ausencia de prestaciones.

Los orígenes de la precarización se analizaron en una investigación que argumentó que se debe a la búsqueda de condiciones a favor del capital, que reflejó la pérdida de negociación de los trabajadores para demandar mejores condiciones laborales, pero, principalmente en la redistribución geográfica de la producción que fomentó la reproducción excesiva de la fuerza de trabajo, con características de no organizada, barata y adaptable a cualquier modo de producción sin resistencia (Mora Salas, 2010). Otra investigación analizó la precarización a partir de su identificación en el espacio, como “la reducción de la capacidad de reproducción social en las áreas de mayor concentración [de] población” (Monroy, 2015: 244); la contribución radica en identificar el espacio donde se da con mayor fuerza el fenómeno; el empleo precario refiere a “las condiciones laborales como resultado de los procesos de restructuración económica y productiva” (Mora Salas, 2010: 34). Es decir, es en las relaciones laborales y no sus condiciones sociales “lo precario no es el individuo sino el puesto de trabajo” (Mora Salas, 2010: 47).

Por su parte Climent (2015: 273) identificó que el impacto en las relaciones laborales se debe a “los nuevos procesos productivos, los cambios tecnológicos y la creciente flexibilización y


precarización del mercado de trabajo”. Con características asociadas a segmentar la situación de trabajo y la división en dos sentidos, por un lado, de la fuerza de trabajo, por el otro, de las jornadas de trabajo, como resultado de la pérdida de beneficios obtenidos durante la lucha obrera (González Chávez, 2004), La flexibilización lo que busca es la desarticulación de la relación trabajador y los horarios de trabajo.

A modo de orden de ideas, se identifican las características de la causa de la precarización como circunstancias en beneficio del capital, donde se fomenta el reacomodo geográfico de la producción y disminución de la capacidad de reproducción social en áreas de alta densidad demográfica y situación laboral. Se identifica la flexibilización en los espacios de baja actividad económica y división de la condición del trabajo y tiempos de trabajo, resultado de la pérdida de beneficios obtenidos en otro tiempo.

Desde el pensamiento ortodoxo y sectores empresariales se insisten en resaltar el fenómeno del trabajo precario como trabajo informal. Desde la “perspectiva regulatoria (…) [se relaciona] la informalidad con la ilegalidad y la precariedad laboral” (Tokman, 2003: 10); “sector marginal o residual de la economía capitalista” (Márquez, Delgado, y Pérez, 2006: 100); con la intención de desacreditar esas actividades productivas que afectan sus intereses. Que “mediante programas neoliberales y la ideología neoclásica, fueron imponiendo sus criterios a las economías dependientes y en beneficio de las grandes empresas” (González Chávez, 2004: 102). Dicho de otra forma, el proletariado informal1 se mantiene al margen de la regulación y protección del marco jurídico, se caracteriza por la falta de prestaciones y preceptos en materia de trabajo asalariado, ese sector de la población subsiste del trabajo no formalizado (González Chávez, 2004; Portes, 2004). Su análisis se complica; por la falta de diagnósticos, diferentes interpretaciones y variedad de actividades informales que derivan en distintas estrategias, donde es posible identificar la constante de falta de contrato de trabajo por escrito, sin derecho a asistencia social, elevados riesgos de trabajo ni ahorro para el retiro, y más horas de trabajo de lo permitido (Tokman, 2003). Una de sus principales características es la existencia de acuerdos que difuminan las explicaciones relacionadas a los problemas socioeconómicos de ese sector de la población, mientras unos lo consideran la brecha para sobrepasar el atraso en materia económica, otros lo catalogan como la prueba veraz de la existencia del subdesarrollo y el revés del neoliberalismo (Contreras, 1997). Dos perspectivas de una misma categoría, de ahí la importancia


de analizar las transformaciones de los procesos productivos, razón por la cual su delimitación se convierte en debate sin llegar a definiciones concretas.

En suma, los aspectos relacionados a la informalidad se caracterizan por desprenderse de una postura de regulación del trabajo, lo que está fuera del alcance de la norma es catalogado como trabajo no regulado, ilegal y precario, así, la exclusión, sobrevivencia y subsistencia forman parte de sus características. Los trabajadores inmersos en esas condiciones se caracterizan por la ausencia de protección jurídica y prestaciones, con riesgos en el trabajo y horarios extensos. Sus implicaciones sobresalen por la amplia gama de interpretaciones y por la falta de un diagnóstico confiable.

Desde la perspectiva de los estudios críticos se señala que como efecto de la migración interna campo-ciudad “las condiciones como resultado del desdoblamiento de las relaciones capitalistas de producción y el intercambio mercantil no implicó la absorción total de la nueva población urbana” (Pradilla, 1993: 33). Así, el proceso de inserción, y precarización del trabajo fue al alza. El desdoblamiento de esas relaciones laborales capitalistas; mantienen su auge a partir de las políticas de corte neoliberal caracterizadas por el desgaste y desaparición de lugares de trabajo, ““[R]elaciones laborales modernas”, (…). Bajo el discurso de la eficiencia, el desarrollo profesional, la productividad y la modernización” (Montes y Ventrici, 2010: 103-104). Las investigaciones realizadas en la ciudad de Zacatecas-Guadalupe analizaron que la reproducción precaria familiar se identifica “como un proceso a través del cual los hogares aspiran cubrir sus necesidades básicas (…) con ingresos y recursos escasos” (González, Acosta, González, Ramírez, y Sepúlveda, 2007: 11). Se observa “[e]l autoempleo como respuesta individual y familiar de subsistencia” (Márquez et al., 2006: 101), esa condición hace alusión a la precarización, sacrificio laboral y trabajo familiar, inseguridad del trabajo, ausencia de prestaciones y prolongación de sus horarios, (Márquez et al., 2006). Esas condiciones de marginación de la población urbana que intenta insertarse en el espacio de producción de la ciudad, aluden condiciones de trabajo que rayan en la clandestinidad. Lo que hace ver a ese sector de la población al margen de la economía. La marginalidad es la “no integración a la economía capitalista” y al beneficio de “ciertos servicios urbanos” (Singer, 1983: 67). se describe como la falta de capacidad de la economía de libre mercado para dotar de vivienda y servicios urbanos a un sector de la población urbana que perciben un salario u obtiene sus ingresos en la informalidad (Castells, 1981). La


discusión apunta en dejar claro que confundir la marginalidad urbana como marginalidad económica va más allá de una simple dimensión espacial y social, en el sentido que no coinciden “es más bien la consecuencia de la crisis del sistema urbano, incapaz de responder a las necesidades de una mayoría de la población” (Castells, 1981: 46). Así, ante la incapacidad de la economía de producción urbana por proveer vivienda y condiciones laborales a la población que llega de las áreas rurales y aumento de trabajo de subsistencia es que la ciudad adquiere otros matices.

Desde los estudios críticos sobresale la insistencia de analizar la relación capital-trabajo vinculada a las características y modificaciones que tuvo como punto de partida la implementación del modelo de desarrollo de sesgo neoliberal, aumento en la tasa de explotación y desaparición de espacios de trabajo, así el incremento del desempleo deteriora las condiciones de vida de la población urbana en beneficio del capital, como resultado se identifica a una población trabajadora más pobre. Aspectos asociados con la precarización, que desde este punto de vista está relacionado con cubrir necesidades esenciales para la reproducción social, básicamente a través del autoempleo como estrategias de subsistencia, determinadas por la carencia de prestaciones laborales, horarios extensos de trabajo, intensidad laboral y participación de los miembros de la familia. En tanto que la marginalidad se delimita como la exclusión a la economía de mercado y servicios urbanos. La marginalidad es la confluencia e identificación de factores sociales y económicos en el espacio geográfico.


Relación Urbano-Rural

El análisis de las características de la ciudad y lo urbano; (McKelligan y Treviño, 2011) va más allá de una forma opuesta a una simple demarcación sobre el territorio. Abordar su delimitación espacial en oposición al campo y lo rural en términos euclidianos dificulta el reconocimiento de las características de interrelación social y económicas en el territorio, la observación espacial del fenómeno indica; que “[l]a frontera que divide el campo de la ciudad es una línea imaginaria (…). En realidad (…) las parcelas ejidales o comunales ubicadas en la periferia urbana están continuamente ofertando lotes e induciendo con ello el asentamiento de nuevos pobladores” (Bazant, 2008: 41). Es el punto de confluencia que se destaca por ser “ese espacio de transición, ese territorio disperso que se caracteriza por la vivienda tradicional (…) y las actividades


económicas (…) primarias (…) [que] se va transformando conforme se acerca la ciudad” (Ascencio López, Jerónimo Vargas, y Romero Pérez, 2015: 60). Para esta última investigación más que identificar las características de la vivienda y las actividades económicas que se desarrollan en ese espacio de confluencia, interesa el grado de influencia entre la conjunción de lo urbano y lo rural, el aporte va allá de lo espacial. “La relación urbano-rural no sólo incluye la cuestión espacial, sino la influencia que estas relaciones pueden generar en el territorio donde la movilidad es cada vez más dinámica” (Ascencio López et al., 2015: 60). Para Ávila (2015) el elemento central de los procesos de transformación del territorio son los factores económicos que suceden en ese espacio de confluencia urbano-rural, “el análisis de los fenómenos periurbanos (…) se fundamenta en la consolidación de procesos como la pluriactividad y la diversidad de los ingresos en las unidades familiares rurales, (…) donde el empleo de origen urbano se hace presente con mayor frecuencia” (Ávila Sánchez, 2015: 43).

La investigación de Sassen (2010) deja de lado la discusión de ese espacio donde convergen las relaciones urbanas y rurales, pero contribuye en resaltar la importancia del estudio de la relación argumentativa entre campo y ciudad, por ser el punto de confluencia y separación de las clases sociales a partir de la división espacial y social de las actividades económicas: el Estado, como producto de la reconfiguración de la clase social rural y generación de clases urbana. La relación campo y ciudad “se encuentra profundamente implicada en el surgimiento del Estado, (…), mediante la formación de estructuras de clase regionales. La alteración de las estructuras de clase rurales y el nacimiento de la nueva clase urbana” (Sassen, 2010: 90). Vale la pena mencionar que se considera a la ciudad como el espacio donde llegan los habitantes rurales a incorporarse al proceso de producción urbano, sin embargo, en tanto se realiza esa adhesión, transfiere esa población recién llegada a la economía de subsistencia (Singer, 1983).

Desde una visión de los estudios críticos, a diferencia del campo, el espacio urbano (George, 1982; Singer, 1983) sobresale por la magnitud, heterogeneidad, demanda técnica y de fuerza de trabajo, por la cantidad de empleos y transferencia y diversidad de sectores de actividad. De ahí que el estudio del espacio geográfico del campo y la ciudad no debe ser entendido como una simple relación de actores sociales, sino como una relación de clases sociales (Castells, 2014). Desde el punto de vista espacial (Olivera Lozano y Rodríguez, 2015) se identifica a la ciudad como lugar de manifestación de los procesos de re-estructuración alentados


por la política de corte neoliberal y punto estratégico de esa doctrina que de forma simultanea expone los fracasos de ese sistema económico. El reconocimiento de la urbe se da a partir de su expansión, así “La ciudad (…) habría de ser la creación del capitalismo industrial. (…) centro capital del comercio y la distribución (…) [que] evolucionaron durante la expansión de la ciudad” (Williams, 2001: 194-195).

Hasta el momento las características que se identifican desde los estudios críticos de la ciudad reconocen que el espacio urbano no es una simple representación territorial en términos de límites administrativos, que no representan la constitución de la influencia espacial de la ciudad en la región. Es el espacio donde la población rural se incorpora al trabajo de subsistencia en tanto logra su inserción en la dinámica del modelo de producción urbano. Así, recurrir a un análisis más perseverante permitirá ir identificando a la ciudad como el lugar de comienzo de nuevos modos de producción y manifestación de desigualdad entorno a su desarrollo, donde la característica principal entre la ciudad y el campo se establece como una relación de intercambio desigual.


Condiciones de atracción

La observación al fenómeno de inserción en la economía de subsistencia en el espacio urbano se desarrolla a partir de la atracción de la población rural hacia la ciudad; en gran medida se debe a la diversidad de “oferta de empleos de toda clase y categoría” (George, 1982: 209). Una de sus características son las oportunidades comerciales y de servicios, así como la posibilidad de ocupar “el espacio [urbano] dejado por la población de residentes de la ciudad que emigraron hacia otras regiones del país” (Ortíz Álvarez, 2009: 47). Esas “ciudades (…) fungen como centros rectores de la actividad económica de la región, mientras que los (…) ejidos rurales operan como centros de abastecimiento por la diversidad de ofertas comerciales (…), o incluso surten de mano de obra a aquellos centros urbanos” (Guzmán y Macías, 2011: 79); se identifica el factor de atracción comercial, de servicios y de fuerza de trabajo que ejercen las ciudades sobre las áreas rurales. Castells (2014) lo describe como un fenómeno multiescalar y centro de atracción a nivel nacional y regional, que es resultado del abandono del campo, y no del abanico de oportunidades de trabajo urbano, es así que contradice en parte los argumentos antes descritos, al decir que “La afluencia a las ciudades es considerada generalmente como resultado de un


“push” rural más que de un “pull” urbano, (…) más como descomposición de la sociedad rural que como una capacidad de dinamismo por parte de la sociedad urbana” (Castells, 2014: 58). Su argumento se remite a las causas más que a los efectos, se enfoca en “saber porque, a partir de esa penetración de una formación social por otra, existe migración cuando de hecho las oportunidades de empleo urbano son muy inferiores” (Castells, 2014: 58).

Algunas razones que dan respuesta, indican que el factor de atracción fundamental hacia la ciudad es, desde las perspectiva de las localidades rurales, “los lazos sociales, derivados de una situación de clase común”, entre los habitantes con más tiempo y los recién llegados (Singer, 1983: 70). Donde tienen la posibilidad de apropiarse de enseñanzas, auxilio material y oportunidades de trabajo, otros factores son la construcción de vías de comunicación, aumento de las relaciones capitalistas en las áreas rurales, incremento de capital en determinados espacios y peticiones de trabajo y finalmente el rompimiento de los instrumentos de retención de la población rural en el campo (Singer, 1983). En este último factor conviene decir que las modificaciones al artículo 27 constitucional, en 1992 (Olivera Lozano y Rodríguez, 2015; Pradilla, 1993); y respectivas leyes, impulsaron la movilidad de la población rural hacia la ciudad, “[d]urante décadas (…) el ejido y la comunidad (…) sirvieron de ancla del campesinado al campo, pues abandonarlo significaba la pérdida de los derechos agrarios y la tierra, (…) ello sirvió de regulador de los movimientos migratorios del campo a la ciudad” (Pradilla, 1993: 67). Retomando los factores identificados por Singer (1983) algunos de ellos coinciden con los argumentos de Castells (2014) en el sentido de ser un “empuje” rural más que un “jalón” urbano, como son: el incremento de las relaciones capitalistas en el espacio rural y desarticulación de las políticas de sujeción de la población rural en el campo. Por lo que Castells (2014) insiste en el análisis de “la migración a la ciudad como “producto de la descomposición de las estructuras rurales” (2014: 60); y no de factores de atracción de la ciudad para entender porque “parece normal el que no sea absorbido por el sistema productivo urbano” (2014: 60); de tal manera que el fenómeno de inserción de la población rural en la economía de subsistencia en el espacio urbano es visto como “la búsqueda de una mayor probabilidad de supervivencia” (2014: 60).

Hasta este punto se identifican diferentes factores de atracción hacia la ciudad y de expulsión desde el campo, de acuerdo a sus características las relacionadas al espacio corresponden a la oportunidad de ocupar el lugar dejado por otros y a la pérdida de fuerza de


retención de la población rural en sus localidades de origen, además de la construcción de caminos y carreteras que intensifican la fuerza de atracción-expulsión y concentración de capital en la ciudad y aumento de la relaciones capitalistas en el campo. Desde lo económico los factores de atracción ofrecen una diversidad de oportunidades comerciales y de servicios, así como de ofertas de trabajo en comparación con las áreas rurales. En lo social la atracción es a partir de las oportunidades de trabajo que permiten la inserción de cualquier estrato de clase social, se reconoce que los lazos sociales juegan un papel preponderante en el éxito de adquirir trabajo, experiencias previas y apoyo material. Adicional a eso, se identifican las características de las causas de expulsión de los habitantes de los espacios rurales hacia el área urbana, relacionadas con el descuido del campo y deterioro de la sociedad rural. En resumen, hasta ahora se identifica que los factores de atracción tienen la función de hacer de la ciudad el eje que determine las actividades económicas y funciones de otros espacios de menor rango, romper los instrumentos de retención e incentivar la llegada de habitantes rurales en busca de trabajo e incrementar la intensidad de las relaciones capitalistas en el campo, al tiempo que las condiciones de abandono y descomposición social de la población rural aceleran la inercia de insertarse en el espacio urbano de trabajo.

Desde la visión neoclásica la competitividad es vista como los factores de atracción que ejercen las ciudades. Las características que se identifican (Lugo Botello, 2011) se relacionan con la capacidad de respuesta y negociación que la ciudad realiza ante los “nuevos roles de la economía nacional y global” y su integración depende de “oferta[r] una mejor calidad de vida” (Lugo Botello, 2011: 197). Aspectos relacionados con la adaptación e integración no sólo de una ciudad sino de una región urbana a los mercados internacionales y de libre comercio, donde las localidades sometidas a la influencia de la ciudad se encuentran desprotegidas. Hasta este momento se ha identificado que la competitividad urbana está relacionada con el grado de adaptación de espacio urbano a la economía abierta y de libre mercado, donde las localidades aledañas difícilmente se toman en cuenta.


Función y expansión urbana

Los estudios urbanos dan cuenta del proceso de expansión urbana y forma de la ciudad como resultado de sus funciones, relacionadas al espacio urbano de trabajo, concentración de


actividades, atracción de población rural y acumulación de capital. A inicios del siglo XVIII, la ciudad amurallada fue enclave de soberanía y seguridad. Sin embargo, ya resguardaba en su espacio una latente expansión urbana y, “una heterogeneidad económica y social muy pronunciada en comparación con el campo” (Foucault, 2008: 24). Tan pronto el modelo de producción social establecido en la urbe tuvo como objetivo la acumulación de capital; y “la correspondiente monetarización de las operaciones económicas” (Sassen, 2010: 73). Su confinamiento y fortificación representó un problema para los intereses de los habitantes. La ciudad desbordo sus fronteras más allá de sus muros, y con eso, su expansión e influencia territorial.

El análisis de la ciudad no sólo refiere al estudio de su economía y expansión urbana, sino a su función y grado de influencia en el espacio. Así, “[e]n la formación de las ciudades (…) se puede discernir la posibilidad de una configuración específica de la territorialidad” (Sassen, 2010: 71). La expansión de la ciudad es reflejo del peso de su función sobre el territorio. La característica principal encontrada fue la identificación de dos tipos de funciones que realiza la ciudad; como centro de gravedad de los territorios más allá de su área de influencia inmediata; y, como piedra angular entre las diferentes localidades que le rodean; “[l]as ciudades articulan dos tipos de geografías: primero, la geografía de una red urbana translocal; segundo, la geografía de la centralidad frente a las zonas del interior” (Sassen, 2010: 70-71). Para ello, “tiende a conformar una red de comunicación y articulación territorial, apropiándose de las relaciones funcionales” (Lugo Botello, 2011: 21). La ciudad determina hasta donde llega el límite de sus funciones (George, 1982). La identificación de esos dos fines contribuye para entender que el análisis de la ciudad remite al estudio de su función y expansión urbana.

La ciudad cumple un papel central en la concentración de riqueza, ya sea regional o lejana y dar nuevos valores a las mercancías para comercializarlas (George, 1982; Sassen, 2010). Es decir, es en la ciudad donde toman nuevos impulsos y significados, por ser el espacio socialmente construido por el capital. El dominio en el plano social es visto como una función representada en la organización territorial, basada en los procesos de control y expansión, y en el acomodo de las casas entorno a los espacios de trabajo (Azuara Monter, Huffschmid, y Cerda García, 2011; Williams, 2001). La forma de la expansión de la ciudad, es reflejo de su función.

Otra característica funcional de la ciudad es distribuir el capital y productos del campo y


administrar el intercambio de fuerza de trabajo de la región, pero sobre todo, organizar el “éxodo rural” hacia el área urbana, en otras palabras, “absorbe los excedentes de mano de obra de su región” (George, 1982: 275). Es mantener el ejército de trabajadores en el espacio mismo donde se requiere, una forma de hacerlo es a través de la transferencia hacia el sector terciario; (Singer, 1983: 68-69) “es la manifestación más obvia de la expansión de esos mecanismos. (…) de transferencias de excedente (…) de la fuerza de trabajo no aprovechada. (…). En la medida en que ésta crea condiciones de supervivencia en el medio urbano para quienes no logran integrarse a la economía capitalista”. La ciudad funge como espacio de concentración de capital e intensificación de la demanda de habitantes rurales, que fomenta el proceso de crecimiento de la mancha urbana con características de precarización (Becerra y López, 2013).

Se identifica la función comercial como la principal de ellas, así como administrar el espacio urbano de trabajo a través del ejercicio de control, expansión y dominio sobre las áreas rurales para la transferencia y adsorción de excedente de trabajadores de esas áreas, hacia el sector terciario de subsistencia con el único propósito de persuadirlos en tanto se les requiera. Como también proveer de nuevos impulsos, valores y significados a las mercancías. En suma, la ciudad tiene como fin la función contradictoria de concentrar y distribuir el capital.

La expansión urbana se caracteriza por “el aumento gradual de suelo urbano que año con año se incorpora al desarrollo urbano”(Lugo Botello, 2011: 101) Cabe señalar que el efecto de la expansión urbana, no sólo contempla al continuum urbano, además incluye “las comunidades urbanas que cotidianamente intercambian productos, servicios y (…) [fuerza de trabajo] al interior del área urbana” (Lugo Botello, 2011: 20). De tal forma que la expansión de la ciudad se da de “manera atomizada a muy baja densidad. (…) no es perceptible a simple vista sino que con los años se va densificando y la antes periferia va gradualmente anexándose a la mancha urbana” (Bazant, 2008: 39).

Los estudios regionales dan cuenta de eso. A partir de 1992 el impulso que dio aliento al fenómeno de expansión de las ciudades fue la reforma al artículo 27 de la constitución y leyes relacionadas (Olivera Lozano y Rodríguez, 2015; Pradilla, 1993); “que llevó a la privatización del ejido y abrió (…) el mercado de suelo urbano en las periferias de las ciudades” (Olivera Lozano y Rodríguez, 2015: 65). En el área urbana de Zacatecas-Guadalupe se identificó la producción permanente de espacio urbano, cambio social, económico y estilo de vida que ha


tenido como referente la participación del Estado y particulares. Que ha alentado desde la década de 1960, la expansión de la capital zacatecana con la cabecera municipal de Guadalupe y su posterior consolidación urbana, acciones como la construcción de infraestructura para comunicaciones y transporte fueron las más notables; en la década de los setenta, la apertura de nuevos fraccionamientos suburbanos y los inmuebles para proveer servicios públicos ayudaron al crecimiento de la ciudad; en 1980 se realiza un cambio social y económico en la ciudad, la tercerización de la economía de Zacatecas (González, 2009). Que junto con “la desregulación del suelo ejidal, (…) propició un aumento acelerado e incontrolado interés por el suelo urbano en las zonas de atracción entre lo urbano y lo rural que a la postre generó una mayor expansión urbana” (Lugo Botello, 2011: 309). “[L]os procesos fundamentales de acumulación de capital que generan el cambio social, económico y político” (Harvey, 2007b: 137); y el crecimiento a manera de expansión urbana están determinados por las condiciones atractivas al capital.

Ya sea desde la perspectiva de los estudios urbanos o los estudios sobre la región, la forma que adquiere la expansión de la ciudad se caracteriza por ser el rasgo más evidente de sus funciones, asociadas a procesos de heterogeneidad, concentración de actividades, atracción de población rural, espacio de trabajo y acumulación de capital.


Conclusiones

El avance en la investigación referente al estado de la cuestión permite identificar las diferencias entre mercado de trabajo y economía de subsistencia desde dos posturas teóricas. La hegemónica que utiliza el concepto de mercado de trabajo y mercado laboral de manera indistinta, donde las condiciones están determinadas por la confluencia de características de tres elementos; del mercado de trabajo: referente a la flexibilización de las relaciones laborales y tiempo de trabajo y precarización del empleo; del Estado: relacionadas a la reestructuración económica, austeridad del gasto público y mercado abierto; y del deterioro del mercado laboral: asociadas a cada vez menos certeza de conservar u obtener un trabajo, bajos salarios y ausencia de prestaciones. Y la teoría crítica, que se define por sus aportes en el análisis de la organización del mercado de producción en el espacio urbano, la identificación de la población rural como la más afectada, la clasificación de diferentes economías para referirse a determinadas condiciones de trabajo, la acotación de economía como sinónimo del trabajo por salario y prestaciones, y economía de


subsistencia como equivalente de trabajo y percepción de un ingreso; la identificación de la precarización se da como componente del espacio de trabajo urbano en condiciones de implantación del modelo neoliberal y transformación de su estructura correspondiente al deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores. Es en ésta perspectiva teórica donde se adquieren más elementos de análisis que se ajustan para el avance de esta investigación.

A la ciudad se le confiere las siguientes funciones: administrar el espacio de producción urbano, controlar las áreas rurales inmediatas a su influencia, absorber el excedente de trabajadores del campo en el sector terciario de subsistencia, proveer de nuevos valores a las mercancías y llevar a cabo la función comercial, la ciudad tiene la obligación de concentrar y distribuir el capital. Se identifica que la perspectiva crítica alude a la ciudad como un elemento más allá de cuestiones territoriales, donde los límites no representan su grado de influencia e incorpora a la población rural en la economía de subsistencia en tanto se inserta en el modelo de producción urbano. El avance de esta investigación se apega a los postulados de la visión crítica, las características encontradas hasta ahora permiten una mayor explicación del fenómeno.


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