Cirilo Antonio Guzmán1 y Ana Lily Oropeza Aguilar2
Palabras clave: movimientos sociales; élites políticas; democratización.
Para analizar el proceso político y la dinámica social de Tabasco de 1980 a 2015 es obligado conceptualizar los Movimientos Sociales y determinar cómo se construyen estos en ciertos periodos o coyunturas históricas. Esto nos permitirá entender las dinámicas de movilización social en Tabasco y las pautas del cambio que se dio en las estructuras del sistema político en un proceso de liberalización política y que dieron como resultado el cambio de un sistema autoritario con partido hegemónico a un sistema competitivo plural.
Son muchos los autores que abordan desde la teoría el tema de los movimientos sociales, sin
1 Profesor investigador en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y Doctorante en Historia y Estudios Regionales por la Universidad Veracruzana.
2 Licenciada en Ciencia Política y estudiante de la maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Morelos.
embargo, en este apartado nos centraremos en las aproximaciones conceptuales de Melucci, Tilly y Tarrow, ya que ellos aportan los elementos necesarios para el estudio en cuestión. Alberto Melucci, por sus aportes teóricos sobre acción colectiva y conflicto social, así como sus estudios sobre nuevos movimientos sociales, es situado como un referente a nivel global. Para este autor los movimientos sociales son construcciones sociales y más que “una consecuencia de crisis o disfunciones, más que una expresión de creencias, la acción colectiva es construida gracias a una inversión organizativa”.1Desde su perspectiva los movimientos son sistemas de acción en el sentido de que sus estructuras son construidas por objetivos, creencias, decisiones e intercambios, todos ellos operando en un campo sistémico donde aparece el conflicto. Los movimientos sociales constituyen de esta forma construcciones en la medida en que la acción social es realizada por actores que recurren a bienes (limitados) ofrecidos por el medio ambiente dentro del cual interactúan. Los actores no se encuentran guiados sólo por un interés objetivo derivado de su posición social sino un entorno cargado de subjetividad y de limitaciones en cada margen de acción. Esto implica que la realidad social que estudia el analista debe ser comprendida dentro de acciones que implican la subjetividad de los actores.2 Para Charles Tilly los movimientos sociales son organizaciones que tienen una campaña, es decir un objetivo por el que se moviliza, una serie de repertorios de acción colectiva organizada y las demostraciones de y demostraciones públicas y concertadas de valor, unidad, número y compromiso. Algo que va dejar asentado el autor es que los movimientos sociales si bien ejecutados por grupos, aun cuando tienen cierta organización entre ellos, estos no son grupos organizados. Los movimientos sociales no pueden tener historias que se auto perpetúen, porque consisten en interacciones intermitentes entre quienes desafían a quienes detentan el poder, los públicos y frecuentemente entre muchos otros actores tales como rivales, enemigos, fuerzas enemigas, reporteros y oportunistas3. En el caso de Sidney Tarrow, un movimiento social es un fenómeno histórico y no universal, el cual está sujeto a cambio. Es una campaña realizada por diversos actores que utilizan un repertorio de actuaciones, con reclamaciones públicas en donde intervienen distintas combinaciones de organizaciones, redes, tradiciones, solidaridades que la mantienen activa. En el plano de análisis de los tres autores, los movimientos sociales se definen como desafíos colectivos planteados por personas que comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción mantenida con las élites, los oponentes y las autoridades. En la interacción entre movimientos y destinatarios (políticos) de las
demandas, tiene un papel clave lo que desde el enfoque del proceso político se denomina la estructura de oportunidad política.4
Como podemos ver en las definiciones de estos autores, las diferencias existentes son en la metodología y la forma de abordar la aprensión del objeto de estudio, mientras que Melucci propone el análisis de la acción solidaria y la acción colectiva desde el constructivismo social y considera que los movimientos sociales provocan cambios estructurales; Tilly da importancia a las redes de confianza donde analiza reivindicaciones identitarias y de oposición; para Tarrow la importancia versa en la estructura de oportunidad que lo lleva a poner énfasis en las campañas, repertorio de acción, movilizan recursos económicos, simbólicos y emotivos.
En esta diversidad de las propuestas y aprovechando sus aportaciones podríamos definir, coincidiendo con Pedro Ibarra, a los movimientos sociales como una determinada forma (no una forma cualquiera) de juntarse un grupo y reclamar lo que ellos creen que son sus derechos. En si el movimiento social es una forma de acción colectiva, y la existencia de una acción colectiva implica la preexistencia de un conflicto, de una tensión que trata de resolver –haciéndolo visible, dándole dimensiones- esa acción colectiva”. 5
Lo importante la conceptualización de los movimientos sociales es que permite entender que no cualquier conflicto desemboca en una acción colectiva, ni toma la forma de un movimiento social. Sino que éste debe tener ciertas características: primero que aparece en la escena social porque existen tensiones estructurales que vulneran intereses como en el caso tabasqueño en los años ochenta, donde diversos grupos sociales con demandas distintas (campesinos, petroleros, barrenderos, activistas sociales y políticos), se movilizan en exigencia de atención a sus demandas, ante las élites autoritarias que dirigen al Estado; segundo porque quienes deberían dar soluciones a las quejas o demandas no pueden por deficiencias organizativas o no quieren hacerlo, caso específico de las élites locales de Tabasco y Pemex que se confrontaron con los campesinos y líderes de las comunidades por no querer responder a las demandas sociales; tercero, porque hay una población o grupo que no está de acuerdo en la respuesta que se le da a sus demandas, o porque considera que la forma de actuar del grupo dominante o en el poder no es el correcto, y considera que vive en una situación que es injusta y que hay que cambiar. Al respecto la sociedad tabasqueña o un sector de ella exigen que cesen las prácticas autoritarias de las élites y se den procesos de apertura en la toma de decisiones políticas.
Para entender las razones que indujeron a que la sociedad en Tabasco no gozara de una ciudadanía participativa en asuntos públicos para finales del siglo XX, es necesario rebuscar en sus antecedentes culturales, sociales y políticos, durante la Colonia y el periodo posrevolucionario.
En el periodo de la Colonia las relaciones de dominación se dieron de acuerdo al estatus social y las castas. Sólo un grupo reducido de individuos gozó de derechos políticos reduciendo a los demás a un régimen de dominación política y económica. Este tipo de relación social permitió el empoderamiento de este reducido grupo que se apropió de las posiciones políticas y de la mayor parte de las haciendas y ranchos de la entidad. Con la Independencia de México en el siglo XIX, los cambios en esta composición fueron pocos, si bien cambiaron las personas que tenían el control político, las relaciones de poder económico se mantuvieron y las condiciones sociales de la mayor parte de la población, que eran campesinos asalariados no mejoró nada. Durante ambos periodos la composición social se estructuró en tres grupos: por un lado, las élites que tenían el control de los bienes económicos y políticos, representadas por los comerciantes y hacendados; una clase media de pequeños comerciantes y poseedores de pequeñas tierras o algún oficio; y los indígenas o campesinos los cuales eran explotados por los grandes terratenientes madereros o hacendados.
Al respecto autores como Balcazar6, Vera7 y López8, argumentan que en Tabasco ni la
Independencia, ni las Leyes de Reforma pudieron romper con las formas de predominio que ejercían las élites hacia los campesinos, los cuales tuvieron derechos sociales y políticos muy limitados. Aún más, este sistema de dominio y explotación vino acrecentarse en el porfiriato, como producto de la exigencia de mano de obra barata por el incipiente desarrollo del sistema capitalista. Si bien el desarrollo económico sufrió cambios positivos con la explotación forestal y agrícola, actividades de las cuales dependía la economía estatal, las condiciones de los trabajadores fueron en detrimento por el abuso de los hacendados quienes contaron con el apoyo de las autoridades locales. La explotación del campesinado y de los indígenas se institucionalizo al crear leyes que permitían el acasillamiento de los trabajadores en las fincas madereras o haciendas agrícolas. La condición de los peones acasillados llegó a ser similar o peor a la condición de los esclavos de otros países.9 Los derechos políticos y participación en cargos de
gobierno quedaron limitada a esa pequeña oligarquía terrateniente.
Es en la segunda década del siglo XX, con la Revolución Mexicana que los tabasqueños y los mexicanos pudieron romper con ese molde de dominación existente. En el caso de Tabasco, si bien el reparto agrario fue muy limitado, los campesinos obtuvieron derechos sociales y políticos plasmados en la nueva Constitución y en la práctica cotidiana. El problema fue que los beneficios sociales que recibieron limitaron la construcción de una ciudadanía que les permitiera ser partícipes de las decisiones estatales. Al contrario, dentro de esta nueva modalidad, ante la falta de una cultura de participación social en las decisiones estatales, se consolidaron liderazgos políticos de cortes autoritarios como el de Tomas Garrido Canabal, Francisco Trujillo Gurria y Carlos Alberto Madrazo Becerra, entro otros. Aún más, el sistema político mexicano se edificó bajo un sistema de corte autoritario corporativo que fortaleció un presidencialismo que tuvo como soporte a un partido (Partido Revolucionario Institucional) de Estado donde se representaba a todos los sectores sociales.10 Después de la revolución a lo largo del siglo XX, se fortaleció un sistema representativo a costa del detrimento de la participación social y de la construcción de un sistema democrático.
En Tabasco, este sistema instituyó a un ciudadano a modo, que únicamente participaría
políticamente cuando sus representantes o líderes lo indicaran. Es hasta la década de los 70´s cuando la sociedad inicia una serie de movilizaciones y protestas contra el gobierno, pues este no tuvo la capacidad para resolver y dar solución a las demandas de campesinos y pescadores que habían sufrido afectaciones de derrame de hidrocarburos en sus propiedades y daños en las plantaciones agrícola y forestal producto de la lluvia acida provocada por la explotación en los campos petroleros.
Estos movimientos buscaron, por primera vez, desde fuera de los causes corporativos, exigir la indemnización de Pemex por la contaminación de casi 40 mil hectáreas productoras de cacao, coco, caña de azúcar y pastizales para ganado. Todas ellas ubicadas en la región Chontalpa del estado. El conflicto se alargaría hasta finales de los ochenta ante la negativa y los métodos autoritarios implementado por las autoridades para desactivar dicho movimiento.11
En ese mismo contexto para los años ochenta las inversiones que habían llegado con el objetivo de crear la infraestructura para la explotación y transporte del hidrocarburo, empezaron a reducirse producto de la baja del precio del petróleo y de los problemas por los que atravesaba la
economía nacional. Como efecto se inició la privatización de una serie de empresas estatales.
Ante esta circunstancia nacional del declive de la economía, los estratos sociales pobres fueron los más afectados al reducirse las fuentes de empleo y el encarecimiento de los productos básicos con la inflación traída por el petróleo. Estas circunstancias debilitaron los mecanismos de control político del Estado y del Partido Revolucionario Institucional, lo que dio pauta para entrar en una nueva dinámica social y política.
En 1988, producto de la ruptura política de los grupos políticos priistas a nivel nacional, por primera vez después de muchas décadas de predominio del Partido Revolucionario Institucional, se entró en una nueva dinámica de competencia política. El candidato presidencial priista Carlos Salinas de Gortari enfrentó a un candidato competitivo en la figura de Cuauhtémoc Cárdenas Sólorzano.
Los problemas sociales, económicos y políticos dieron pauta para que la sociedad en el proceso electoral federal, optara por un candidato que no representaba los intereses del Estado. Si bien, la oposición no ganó la elección presidencial, dejo el precedente que la ciudadanía no estaba conforme con los gobiernos priistas y sus políticas.
El cambio en el sistema de partidos a nivel nacional, con el nacimiento del Frente Democrático Nacional bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas, provocó que en muchos de los estados del país, se gestara un movimiento parecido al nacional. Uno de los casos significativos fue el de Tabasco, en dónde la inconformidad social presentada en los años 70 y 80 se mantenía latente. Si bien, el gobierno había logrado reprimir las manifestaciones sociales con el uso de la fuerza del ejército, los inconformes Sólo esperaban que la estructura de oportunidad se abriera para iniciar nuevamente con las movilizaciones políticas.
Ante esta fuerza social de inconformes, los partidos políticos de izquierda que en las elecciones anteriores habían funcionado como partidos satélites del PRI, estatal, vieron un espacio de oportunidad para postular un candidato propio, capaz de movilizar a estos grupos que estaban en contra de los gobiernos priistas. Siguiendo el ejemplo de la elección federal se unieron para postular una candidatura común a la gubernatura. 12
Para ellos, Andrés Manuel López Obrador13, expresidente del PRI (1983), con González
Pedrero, y edificador de los camellones chontales desde el Instituto Indigenista de Tabasco (1971-1977) fue el candidato con el perfil idóneo. A pesar, de ser un político de mediano perfil salido de las filas del pueblo y no de las élites tradicionales de Tabasco, los dirigentes de la izquierda tabasqueña y Cuauhtémoc Cárdenas, líder del movimiento nacional, aceptaron su postulación
Si bien, luego de un proceso electoral accidentado, con trabas para realizar la campaña en todo el estado, con medios de información y las estructuras estatales en contra, López Obrador acudió en 1988 a las urnas sin lograr ganar la gubernatura.14 El aparato de Estado que organizó la elección y el cierre de filas de las élites políticas y económicas de la entidad, no permitieron el triunfo opositor. Lo interesante es que en tan sólo tres meses de campaña logró aglutinar a los grupos antagonismo con las instituciones estatales y sus élites. Nuevamente aquellos sectores marginados que habían sido aplastados por la fuerza del ejército, se sintieron fortalecidos para iniciar con sus manifestaciones, aunque a diferencia de los años anteriores en donde habían actuado sin la tutela de las corporaciones políticas, en esta ocasión lo hacían bajo el liderazgo de Andrés M. López Obrador.
En Tabasco la conjunción de los diversos grupos de inconformes y movimientos colectivos fue lo que permitió la construcción del liderazgo político de Andrés Manuel López y a la vez ese liderazgo permitió el fortalecimiento electoral del Partido de la Revolución Democrática. Esto se debió a que estos sectores organizados desde años atrás, y que habían confrontado al gobierno con poco éxito, vieron en Obrador, la estructura de oportunidad que no habían tenido en los movimientos de protesta de los años 70 y 80.
Los más relevantes fueron:
Indígenas y campesinos afectados por la industria petrolera: El pacto Ribereño
Desde 1976, los campesinos e indígenas de la Chontalpa y otras zonas al ver que el gobierno y Pemex no atendían sus demandas por la contaminación a sus plantaciones agrícolas, se organizaron y constituyeron lo que denominaron el Pacto Ribereño, organización encargada de llevar de manera organizada las exigencias de pago. A diferencia de otras ocasiones se intentó
consolidar un movimiento autónomo sin el respaldo de organismos corporativos afiliados al PRI. Ante negativas de la paraestatal y del gobierno estatal y federal de atender sus peticiones decidieron iniciar la toma de pozos petroleros y carreteras que daban acceso a las zonas de explotación. El gobierno federal y estatal como medida reprimió el movimiento enviando el ejército y encarcelando a los líderes de la organización. A esto se sumó, una campaña de desprestigio orquestada por el estado a través de los medios de comunicación oficiales, acusándolos de agitadores. En ese mismo contexto la organización campesina priista, CNC, que durante años se había jactado de ser la representante de los intereses de los campesinos se colocó en defensa del gobierno, alegando que el movimiento era ilegitimo y sin representatividad.
Ante tales circunstancias los campesinos se vieron desprotegidos y traicionados por quienes debían defenderlos. Posterior a ello y después de un tiempo de inanición y reagrupamiento, reiniciaron las exigencias de pago de daños, pero esta vez lo hicieron por los cauces legales y con la intermediación de la CNC, a quien Pemex reconoció como interlocutor oficial. Nuevamente fracasaron.
De 1978 a 1988 se mantuvieron las exigencias y movilizaciones, por lo cual el gobierno creó la CODERET (Comisión de Estimación de las Reclamaciones del Estado de Tabasco), para entender las demandas de los afectados por PEMEX. Se realizaron algunos pagos, pero la paraestatal exigía que las demandas se realizaran de manera individual con la finalidad de debilitar la organización y a la vez los movimientos de protesta. Durante todo este periodo las instituciones dieron largas a los miembros del movimiento al grado que para mediados de los ochenta el movimiento se fue disolviendo, ya que la represión y la compra de líderes y representantes jurídicos por parte del gobierno, empezó a dar resultados. Como efecto, los indígenas y campesinos quedaron inconformes y resentidos por la agresión y falta de atención de las instituciones federales y estatales. La candidatura de oposición de López Obrador se presentó como la oportunidad para encauzar nuevamente sus demandas y como una forma de revancha contra el Estado que durante años los mantuvo engañados e intimidados, por lo cual se sumaron en su apoyo.
Líderes y redes priistas inconformes por ser excluidas de las decisiones del partido
Con la llegada de López Obrador en 1983 a la dirigencia estatal del PRI, se promovió dentro de la
militancia, los seccionales y líderes municipales que la democratización que proponía para el partido era real. Esta se basaba en darle prioridad a la participación social para la toma de decisiones. La propuesta de hacer del PRI y de sus seccionales la pieza fundamental para combatir la corrupción de los presidentes municipales y los funcionarios de gobierno, quienes veían al patrimonio estatal como de su propiedad, provocó el descontento de la élite local príista contra López Obrador. El proyecto tenía la finalidad de que cada seccional se apropiara del cuidado de la obra de gobierno, revisando que el monto de inversión presupuestado se ejecutara sin ningún desvío.15. Los primeros en manifestar su oposición al proyecto fueron los presidentes municipales ya que no les gusto la intromisión del líder del partido en los asuntos municipales y exigieron al gobernador Enrique González Pedrero la dimisión de su dirigente. El gobernador para evitarse conflictos políticos, decidió remover a López Obrador, quien apenas llevaba 8 meses de mandato. Sin embargo, la militancia y algunos líderes guardaron respeto y simpatías por el proyecto del exdirigente al cual seguirán posteriormente como candidato opositor.
El proyecto de democratización al interior del PRI, no puedo llevarse a cabo por Andrés
Manuel. Sin embargo, en 1985, el gobernador González Pedrero como líder político de ese instituto, abrió por primera vez, la consulta a las bases para la selección de los candidatos a las presidencias municipales. El experimento resultó exitoso pues en la mayoría de los casos salieron como candidatos, políticos de base y con respaldo popular, dejando en el camino a aspirantes que únicamente contaban con el respaldo de las élites oligárquicas o de los grupos gubernamentales. Por primera vez, la militancia del partido había sido tomada en cuenta para designar a sus representantes. Esto motivó que para las elecciones de 1988, la militancia y los líderes que aspiraban a ser candidatos a presidentes municipales se inconformaran ante la decisión cupular de designar a los candidatos sin consultar al pueblo16.
Para 1988, ya sin González Pedrero, que había pedido licencia para ocupar un cargo en el PRI nacional, en las elecciones municipales el PRI estatal no respetó las trayectorias y trabajo de base de varios aspirantes y se impuso en los cargos de elección a viejos caciques municipales cercanos al candidato a la gubernatura Salvador Neme Castillo. Ante esta inconformidad, inició una serie de disidencias de las redes de apoyo de los líderes excluidos. La militancia priista excluida por el candidato a la gubernatura encontró la estructura de oportunidad política de las que hablan Melucci, Tilly y Tarrow para cobrarse la afrenta de los grupos de poder estatales
apoyando la primera candidatura de una oposición real que hacia un llamado a conformar la democracia estatal. Grupos enteros de indígenas, campesinos y militantes del partido se sumaron a López obrador.17
Otro elemento que jugó a favor de la suma de apoyos al nuevo movimiento, fue la exclusión que hizo el candidato priista a la gubernatura, Salvador Neme, a la corriente afín al exgobernador Pedrero, lo que motivó a que la mayoría de la red que había acompañado a López Obrador en la dirigencia del CDE del PRI y algunos exfuncionarios de gobierno, renunciaran a su militancia para sumarse en apoyo a la candidatura opositora. Esto fortaleció de manera efectiva la campaña de López Obrador, pues todos ellos eran políticos profesionales con experiencia electoral. Los más representativos fueron Darwin González Ballina, líder de las comunidades Agrarias (CNC y diputado federal en ese momento); el exsecretario General del PRI, Laureano Naranjo Cobian; el exsecretario de Comunicación social, Carlos Alberto Wilson; entre muchos otros de las estructuras municipales del PRI.18
En este mismo tenor López Obrador recibió el apoyo de caciques tradicionales con influencia municipal y estatal que no habían sido llamados a colaborar con el candidato priista. La exclusión en la campaña los puso sobre aviso de que serían excluidos de los beneficios del poder gubernamental. Aun cuando éstos no renunciaron a su partido ni apoyaron abiertamente la candidatura opositora, si motivaron a sus seguidores para que lo hicieran, otros financiaron económicamente el proyecto. Con el tiempo y en la medida que López Obrador se fue fortaleciendo, los empresarios más importantes de Tabasco se fueron sumando al nuevo partido.
Sector religioso
Desde los años setenta un grupo de jesuitas había construido una red de Comunidades Eclesiales de Base en varios municipios de extracción indígena, donde promovían la teología de la liberalización. Esta red se había encargado de promover ideas democráticas y de participación social. Su participación en la organización de los movimientos ecologistas y pro-derechos humanos había sido fundamental, por lo cual, ante la cerrazón del Estado con el cual se mantenían en constante conflicto y motivados por el Obispo de Tabasco, Rafael García, se sumaron a brindar el apoyo al movimiento opositor.19
La candidatura de López Obrador, se dio en uno de los momentos idóneos donde el
antagonismo social contra el gobierno estaba en su mejor momento. Todas estas demandas sociales lograron confluirse en el discurso de democratización que López Obrador articuló en su campaña. Gracias a estos elementos el nuevo líder constituye para la masa sedienta el elemento aglutinador.
La noción de hegemonía que supone que dichos significantes se constituyan en un terreno en el cual las demandas no obedecen a una lógica determinada a priori, se inscriben en la nueva lógica de contingencia López-obradorista.
Estos factores y actores constituirían la base organizativa y de apoyo que llevaría al movimiento opositor a construir un liderazgo en tan corto tiempo. Sin embargo, algo que fue fundamental y que otros actores políticos no tuvieron, fue la capacidad organizativa, discursiva y beligerante de López Obrador.
La consolidación de López Obrador como líder opositor en Tabasco, y la suma de actores que habían sido elementos claves para los movimientos sociales organizados de 1970 a 1988, permitieron que en Tabasco el sistema autoritario se fuera debilitando y que surgieran un sinfín de manifestaciones colectivas. Desde el momento en que perdió por primera vez la gubernatura en 1988, el líder opositor no paró de movilizar a los grupos sociales, tanto a nivel local como nacional, para exigir la democratización y el respeto al voto en la entidad y el país. Su facilidad para crear un discurso populista con corte mesiánico, le permitió sumar a más gente de la población civil, que día a día veía los triunfos del líder opositor y los beneficios que para ellos lograba. Sus logros mediáticos se estructuraron en el siguiente orden:
En 1991, después de crear una estructura electoral sólida, objetó la legalidad de las elecciones intermedias y acusó de orquestar el fraude electoral al gobernador Neme Castillo. Con su “éxodo por la democracia” en el cual llevó a cientos de manifestantes desde Tabasco hasta el zócalo capitalino, obtuvo como resultado, la anulación de las elecciones municipales en Cárdenas, Nacajuca y Macuspana, y el nombramiento de concejos municipales dirigidos por perredistas; a inicios de 1992, se adjudica la renuncia del gobernador Salvador Neme Castillo, aun cuando ésta había sido producto del conflicto entre las élites priistas locales y nacionales; en ese mismo año sus logros van más allá de Tabasco al liderar las movilizaciones en defensa de trabajadores despedidos por Pemex. Para ellos, negocia con éxito el pago de prestaciones y salarios, no sólo en Tabasco sino en todas las zonas petroleras del país.
Estos triunfos liderados por López Obrador le permitieron en las elecciones locales de 1994, seis años después de haber iniciado el movimiento político, que en su segunda postulación a la gubernatura lograra obtener 200 mil votos (37.7 por ciento), contra 297 mil (56.10 por ciento) de Roberto Madrazo. Su derrota motiva un conflicto poselectoral de mayores magnitudes que los anteriores y organiza la llamada "Caravana por la Democracia" hacia la ciudad de México. En Tabasco, la protesta incluye nuevas tomas de las instalaciones petroleras y a la vez logra exhibir con cajas de documentos el fraude electoral orquestado en Tabasco; sus simpatizantes en Tabasco se declararon en desobediencia civil e instalaron un gobierno paralelo al fallar los acuerdos realizados por López Obrador y el presidente de la República, Ernesto Zedillo, en donde convenían la destitución de Madrazo. El fracaso de los acuerdos entre la oposición y la presidencia de la República, se da como producto de la rebelión de las élites locales priistas que por primera vez en Tabasco confrontan a la federación en defensa del gobernador electo. En esta confrontación las élites locales inician otro movimiento, el de la defensa los intereses de la oligarquía local. Por primera vez los empresarios locales y la élite priista se movilización a favor de un gobernador en el afán de no perder los privilegios que da el poder político.20 Ante esta circunstancia el movimiento político de López Obrador se posicionó a nivel nacional ya que la prensa nacional e internacional le dio seguimiento, aun cuando no pudo destituir a Madrazo.
Con esa proyección nacional, a finales de los años noventa el líder opositor que dio pauta
a un sin fin de protestas contra el régimen autoritario, inicia una carrera política en el PRD nacional que lo llevaría a la regencia del Distrito Federal y la candidatura a la Presidencia de la Republica. Con el retiro de López Obrador de la vida política tabasqueña, los movimientos sociales de un pueblo descontento y doblegado por las élites y oligarquías estatales cesaron para canalizar sus demandas mediante el Partido de la Revolución Democrática. La institucionalización de este partido que empezó a ganar espacios de representación en el congreso estatal y federal, así como en las presidencias municipales, llevó a que la sociedad perdiera la capacidad de movilización ha como lo había tenido con López Obrador.
López Obrador de 1988 a el año 2000 logró constituirse a nivel local y nacional como el significante vacío de la lógica populista, su capacidad discursiva apelando al pueblo, con quien se identificaba por venir de ese estrato, construyó en el imaginario colectivo un enemigo para el
pueblo: la oligarquía local representada por los gobernantes Salvador Neme Castillo, Mario Trujillo, Leandro Rovirosa Wade, Manuel Gurria y Roberto Madrazo. Todos ellos juntos con los empresarios locales constituían el enemigo del pueblo, pues de acuerdo al discurso de López Obrador estos eran los que habían saqueado las arcas del erario público para enriquecerse y perpetuarse en el poder. Aún más en el mitin de 1994, todos estos actores se organizaron para llevar a Madrazo al poder en contra de la voluntad de una parte de la población.
López obrador en ese enfrentamiento pudo hacer visible a ese enemigo que sólo era imaginario para el pueblo. En el movimiento de 1994, todos tuvieron que dar la cara para defender sus intereses, los medios de comunicación de radio y prensa mostraron los rostros y voces de la clase pudiente de Tabasco que defendía sus intereses ante el riesgo que llegara al poder alguien contrario a sus intereses. En ese enfrentamiento se presentaron dos bandos que la prensa controlada por el gobierno denominó: “Los bien nacidos de Tabasco”, aquellos que se según su propio discurso, querían y sabían que era lo mejor para Tabasco; por el otro, el de la masa, liderada por un opositor que, según el discurso oficial, únicamente buscaba la desestabilización y la afectación del desarrollo de la entidad, el que buscaba la división de la sociedad.
Si bien, en ese periodo las manifestaciones y el liderazgo de López Obrador no lograron sacar al PRI del poder, si le sirvió para posicionar al PRD como la segunda fuerza electoral del estado. Los movimientos de protesta bajo su liderazgo lograron las primeras alternancias municipales en la entidad, así como a que los grupos de campesinos y obreros tuvieran voz ante el Estado, los cuales durante años, cada que se habían manifestado habían sido reprimidos con la fuerza pública. De igual forma, obligó a que las élites políticas y gubernamentales crearan programas sociales para los grupos desprotegidos y atendieran muchas de sus demandas. En un primer momento podemos agregar que lo más importante del movimiento social fue la apertura para la competencia política trazando así la ruta para la alternancia política en la gubernatura. Sin embargo, en su propio éxito estaba su debilidad, pues si bien se abrió la competencia política, no se construyó en este proceso, una sociedad civil capaz de sobrevivir sin el liderazgo político. Se pensó que el sistema de representación sería suficiente para consolidar un régimen democrático.
En el contexto de cambios que se fueron desarrollando en Tabasco y en el proceso de la liberalización política nacional, la concepción de los actores políticos y académicos fue que en la medida que se fortaleciera la competencia política, y se dieran los procesos de alternancia partidista a nivel municipal, estatal y federal la democratización iría permeando en las instituciones existentes.21 El problema radicó en que en la medida que se dio la competitividad electoral y cambio el sistema de partidos de hegemónico a competitivo, se debilito el movimiento social y las protestas y demandas sociales se canalizaron por la vía de la representación partidista. En Tabasco de 1980 a 1990, empezó a crecer una fuerte movilización social, con una organización horizontal que empezó a confrontar a las instituciones políticas y exigir mayores demandas sociales. Sin embargo, para el año 2000, la institucionalización de sus representantes en posiciones partidistas dentro del PRD y posteriormente dentro de los espacios de representación dentro del Congreso y los cabildos municipales opacó a una sociedad que empezaba a crear espacios de deliberación política.
En Tabasco desde 1982, la entidad –como en otros estados- entró en un periodo de
liberalización política motivado por los fuertes movimientos sociales liderados por López Obrador. Esto dio pauta al fortalecimiento del PRD que en cada proceso electoral fue acumulando un número mayor de votos (ver gráfica 1 y 2),22 lo que llevó a que en el 2012 se experimentará el primer gobierno de alternancia en la gubernatura.
100
78 1988-2012
43.3
37.7
56.1
50.7
51.7
40.4
50
8.38
20.9
PAN
42.9
45.9
2.53
42.1 PRI
43.2
0.4
0
2.1 3.52 4.6
PRD
1988 1994 2000 2001 2006 2012
Fuente: Elaboración propia con datos del INE.
Cuadro 1. Votos por partido en Tabasco, 1988-2012 | ||||||
PARTIDO | 1988 | 1994 | 2000 | 2001 (Elección extraordinaria) | 2006 | 2012 |
PAN | 989 | 13,410 | 56,463 | 14,949 | 29,982 | 50,672 |
PRI | 205,515 | 297,365 | 298,969 | 364,688 | 440,237 | 466,499 |
PRD | 54,890 | 200,087 | 290,968 | 330,721 | 358,444 | 547,663 |
Fuente: Elaboración propia con datos del INE.
Tabasco 1997-2015
17
0 | 0 | 0 | 0 | 0 |
12
11 11
6 6
0 0 0
5
0 0 0 0 0
10 10
9
5
7
0 0 0
4
2 2
1 1
0 0
1997 2000 2003 2006 2009 2012 2015
PAN PRI PRD PEVM MORENA
Fuente: Elaboración propia con datos del INE.
En el nuevo contexto de competitividad partidista que entró Tabasco del año 200023 al 2012, los gobernadores como líderes de la política local, echaron mano de la consolidación de alianzas con la oposición (PRD y PAN), ya que la salida de López Obrador al escenario nacional implicó que el PRD quedará en manos de políticos locales que no pudieron controlar la alta corrupción de la mayoría de aquellos ganaron las presidencias municipales o las diputaciones locales o federales bajo sus siglas. El PRD en la medida que fue ganando los espacios municipales creó desde las alcaldías un sistema de redes clientelares parecidas a las del PRI, opacando la construcción de una ciudadanía participativa y de espacios de debate para el impulso de políticas gubernamentales. Si bien desde el año 2000 a la fecha las instituciones
gubernamentales fueron sufriendo modificaciones, estas se fueron reformando de acuerdo al interés de las élites locales y en muy poca medida a favor de un sistema democrático en donde la sociedad tuviera espacios de participación. Los intereses de ésta última quedaron manos de sus representantes políticos (diputados locales y federales, senadores, presidentes municipales y gobernador), que sólo vieron la manera de apropiarse de los recursos del presupuesto estatal.
El resultado del fortalecimiento del sistema de partidos dio paso a la ruptura del régimen autoritario y provocó una escisión en la unidad de las élites políticas, pues ante la alta competitividad electoral, el PRI ya no pudo garantizar los triunfos electorales de sus candidatos y muchos de los miembros de esta se pasaron a las filas de la oposición. Si bien esto fue funcional para que el PRD fuera más competitivo (ver cuadro 1 y graficas 1 y 2), no hubo un cambio en las formas tradicionales de hacer política. El crecimiento electoral del PRD, motivó a que las demandas sociales se canalizaran a través de sus representantes políticos en el Congreso y en las presidencias municipales. En este proceso la movilidad social se fue concentrando en lo electoral con una alta dependencia de los líderes políticos.
El cambio en el sistema de partidos y en la composición de las fuerzas políticas que integraron el congreso local, obligaron a que los gobernadores tuvieran que conciliar y negociar las reformas constitucionales que buscaban un cambio en pos de un sistema democrático. En la mayoría de los casos, se compró a los miembros de la oposición para ir direccionando los cambios a favor de los grupos de interés y del beneficio de las élites. Esto provocó el desencanto de la población, obligando a que el PRD local y los demás partidos implementaran un sistema de política clientelar-electoral con el afán de mantener su competitividad política.
En este contexto de 1988 en que la entidad entro en una fuerte movilidad social liderada por Andrés M. López Obrador, y del año 2000 en adelante, el afán de canalizar las demandas sociales bajo la representación política de sus líderes, limitó la participación de los grupos sociales, quedando estos como simples electores sin tener mayor incidencia dentro del sistema de toma de decisiones.
En este proceso de institucionalización de lo electoral, de las prácticas clientelares como medio para el fortalecimiento de los partidos políticos, y un sistema de alianzas de las élites políticas para el acceso al poder, el cambio político en Tabasco no llevó a la construcción de un sistema democrático, sino a una alternancia política con un gobierno semi-autoritario, bajo un
esquema de pluralismo político. Hoy aun cuando desde el 2012 el PRD ganó por primera vez la gubernatura, el desencanto ciudadano es muy alto. El gobernador actual, Arturo Núñez Jiménez quien ganó la gubernatura bajo las siglas del PRD, no ha logrado impulsar el cambio prometido, al contrario, la entidad se encuentra en una crisis social y económica. Los altos niveles de inseguridad en que se encuentra el estado, la falta de recursos para incentivar el desarrollo y la creación de empleos tienen en una encrucijada a la entidad. El sistema de representación política no ha sido funcional, sino un lastre para la democratización y el desarrollo económico.
El caso de Tabasco nos muestra como los movimientos sociales dieron vida a la construcción de una fortaleza electoral y a forzar la apertura a la liberalización política, sin embargo, también nos muestran como estos movimientos sociales cuando pierden su identidad y son cooptados por los partidos políticos pierden vigencia y son orillados a funcionar como meras clientelas electorales. A diferencia de otras experiencias, esta entidad no constituía un sistema democrático y ni lo constituye en la actualidad. Un líder populista con una capacidad discursiva mesiánica logró articular las demandas heterogéneas de los diversos sectores de la sociedad que habían sido excluidos. Dio poder y funcionalidad a la acción colectiva mediante una hegemonía, la cual articuló y representó identidades cuya existencia no podían darse sin una construcción política. Sin ese discurso antagónico, que representara a los grupos marginados y desplazados de los beneficios estatales, los movimientos sociales en Tabasco no hubieran encontrado fuerza para romper el statu quo de las élites autoritarias, sin embargo, nos queda claro que los movimientos sociales deben mantenerse en constante movilidad para mantener su vigencia y no dejar en manos de los partidos políticos o líderes el destino de la sociedad y las instituciones. Las sociedades deben crear sistemas en donde la participación ciudadana este vigente y se tomen decisiones horizontales. Las élites o partidos políticos siempre buscaran representar los intereses de unos cuantos y no de la sociedad en general.
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Notas
1 Melucci, A. (1999), “Teoría de la acción colectiva” en Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, El colegio de México, p, p. 10
2 Chihu Amparan, Aquiles y López Gallegos, Alejandro (2007), La construcción de la identidad colectiva en Alberto Melucci, Polis[online], vol.3, n.1, pp.125-159.
3 Tilly, Charles, (2010), Los movimientos sociales 1768-2008. Critica, Barcelona.
4 Tarrow, Sidney, (1997), El poder en movimiento. Movimientos sociales, acción colectiva y política. Madrid: Alianza, 1997, Pag. 21
5 Elena Grau y Pedro Ibarra (coord.). Anuario de Movimientos Sociales, Icaria Editorial y Getiko
Fundazioa. Barcelona, 2000, pp. 9-26.
6 Cfr. Balcazar Antonio Elías, Tabasco en sepia. Economía y sociedad. 1880-1940, México, UJAT, 2003.
7 Véase, Torres Vera, Trinidad, Historia de Tabasco, México, UJAT, 2000.
8 Cfr. López Obrador, Andrés, 2015, El poder en el trópico, México, Planeta, 2015.
9 Los hacendados en busca de mano de obra para explotar sus tierras implementaron un sistema de enganche que obligaba a los campesinos a quedarse a trabajar de por vida junto con sus familias. Véase López Obrador, op. cit., p. 481-490 y Balcázar Antonio, 2009, op. cit., p. 100.
10 Véase Antonio Guzman, Cirilo, “Historia política local de Tabasco, Federación y estado en el contexto de la política local, 1958-2006” en Historia política contemporánea de Tabasco 1958-2008, tomo 1, Gobierno del estado de Tabasco, 2009.
11 Véase Guzmán Ríos, Juan Carlos, Las redes de poder: la construcción de un bloque opositor en Tabasco, 1988-2003, tesis UV, 2008; Aguilar Sánchez, Martin, Movimientos Sociales y democracia en México, México, UV, 2009; y diario Presente.
12 Los partidos que apoyaron la candidatura de López Obrador fueron el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, Popular Socialista, Demócrata Mexicano y Mexicano Socialista.
13Andrés Manuel López Obrador nació en Tepetitán en el municipio de Macuspana, Tabasco, el 13 de noviembre de 1953. Hijo de Andrés López y Manuela Obrador, comerciantes de origen español, tuvo una infancia modesta en compañía de siete hermanos. Estudió la licenciatura de Ciencias Políticas y Administración Pública de la UNAM de 1973 a 1986. Colaboró en la campaña, del candidato del PRI a senador por Tabasco, el poeta Carlos Pellicer Cámara. De 1977 a 1982 fue delegado del Instituto Nacional Indigenista en el mismo estado, puesto creado para atender las necesidades de los indígenas de la región de Nacajuca, ciudad en la que vivió durante cinco años. A principios de 1983 fue elegido presidente del comité ejecutivo estatal del PRI, cargo al que renunció en noviembre del mismo año. De regreso a la Ciudad de México, en 1984, asumió la Dirección de Promoción Social del Instituto Nacional de Protección al Consumidor.
14 Obtuvo 54,890 votos (20 por ciento) contra 205, 515 (78.2 por ciento) del candidato priista Salvador Neme Castillo.
15 López Obrador organizó más de mil 600 comités seccionales, que vigilaban a los 17 alcaldes, la mayoría de los cuales no tardó en quejarse ante González Pedrero de que no los dejaban “trabajar”, el gobernador cedió a las presiones y luego de ocho meses -el 16 de agosto de 1983- le pidió la renuncia a López Obrador como dirigente del PRI y lo designó oficial mayor del gobierno estatal. Véase Antonio Guzmán, Cirilo, “Historia Política Local de Tabasco. Federación y estado en el contexto de la política local, 1958-2006” en Historia política contemporánea de Tabasco 1958-2008. México, ICT/ Culturas en Movimiento, 2009, p. 209.
16 Idem.
17 Diarios Tabasco hoy y Presente, agosto de 1988.
18Diarios Tabasco hoy y Presente, agosto, septiembre y octubre de 1988.
19 Ver Aguilar Sánchez, op. cit., pp. 74-77.
20 En esta manifestación a favor del gobierno de Madrazo, intervinieron para proteger sus intereses, empresarios de la construcción, de la comunicación, líderes políticos militantes del PRI y otros partidos, ganaderos, taxistas, volqueteros, asociaciones civiles de distinto orden y miembros de la sociedad civil. 21Al hablar sobre las estrategias para el cambio hacia un régimen poliárquico, Roberto Dahl subrayaba la conveniencia de progresar hacia la liberalización desde los niveles inferiores de gobierno, ya que eran un ámbito
ideal para socializar a la oposición y al gobierno en los procesos de construcción de la participación y el debate público a la vez que mantenía acotada la amenaza potencial para el sistema nacional, Véase Roberto Dahl, La poliarquía. Participación y oposición, Madrid, Tecnos, 1989, p. 201, con este referente autores como José Woldenberg, y Jaquelin Peschard, entre otros, fueron promotores de dicha idea.
22 De los otros partidos solo el PAN ha logrado ganar 2 presidencias municipales en el año 2009. Aunque a nivel estatal su votación ha sido limitada a un 10% del total.
23 En la elección del año 2000 por primera vez el PRI, el margen de triunfo del PRI, es del 1%, las irregularidades del proceso llevaron a la anulación de la elección. Al año siguiente en la elección extraordinaria el PRI gano con el candidato anterior.