Angélica Ojeda García1
Palabras clave: Vulnerabilidad; aculturación; identidad; adaptación
Muchas pueden ser las razones por las que una persona decide dejar su lugar de residencia, su cultura e incluso su familia nuclear. Razones que los estudiosos sobre el tema han condensado bajo la metáfora de que un migrante es aquel que va en busca de alcanzar “el sueño Americano” (Arellanez, Ito y Reyes, 2009).
1 Doctorado en Psicología Social, Universidad Iberoamericana, Cd. de México, línea de investigación grupos vulnerables, migración y salud, y apego-desapego en las relaciones interpersonales, todas con incidencia social a través de Arte Terapia
De acuerdo con el reporte del U. S. Census Bureau (2010) alrededor de 37 millones de migrantes adultos y 3 millones de migrantes niños, entre los 0 y 17 años de edad viven en Estados Unidos. Cabe aclarar que el término migrante lleva implícito, por lo menos de alguno de los miembros de la familia, alguna irregularidad en su residencia legal en el país destino.
Los estudios al respecto enfatizan que independiente de las razones que lo motivaron a tomar la decisión de dejar su país de origen, la población migrante es una población vulnerable pues presenta una serie de factores de riesgo “aquí y ahora en el lugar destino”. Vulnerabilidad que suma tanto la fragilidad emocional con la que el migrante llega al lugar destino, por haber dejado a tras todo lo que le daba soporte e identidad en su lugar de origen, por considerar emigrar como la única opción de afrontar su situación económica y social familiar y tomar el riesgo de llegar a otro lugar, cuya cultura es completamente diferente a la suya, situación que es llamada por estos autores como “choque cultural” (Berry & Sam, 1997). Para Lombard (2014) el término de choque cultural se usa para hacer referencia con una sola palabra las experiencias iniciales de inmersión de una persona a un ambiente cultural no familiar. El cual incluye dos procesos: 1) contacto con una cultura diferente y 2) pérdida de seguridad y predictibilidad de los roles sociales que venía jugando la persona.
Por lo que antes de alcanzar “el sueño americano” tendrán que buscar la manera de disminuir esa vulnerabilidad conocida como En la medida en que responda a las necesidades que demanda el sistema (la mayoría), trabajará ese choque cultural a nivel cognitivo y podrá adaptarse socio psico culturalmente en el lugar destino. Sólo así podrá seguir el camino que se imaginó como la ruta que lo/a llevará a alcanzar el sueño americano.
La migración significa evolución cultural para cualquier país. Implica interacción entre culturas, dominante vs. minoría, en pro de encontrar una serie de puntos de intersección exteriores en miras de alcanzar armonía relacional. De ahí, como en cualquier otro sistema, todo país debe tener límites fronterizos hasta cierto punto permeables, para poder mirar más allá de un contexto nacional, desde la posibilidad de que en un estado de apertura podrá aprender de otros países, de su sistema de organización, de productividad, de seguridad, es decir, tomar lo positivo y mejores prácticas en pro de su desarrollo interno (Ataca & Berry, 1998).
De acuerdo con el análisis de condiciones de vida realizado por la oficina de Desarrollo Mundial (1993) y el Departamento de Salud y Servicios Humanitarios en Estados Unidos (1999; citados por Shobe, Coffman & Dmochowski, 2009) refieren que de una muestra de 99 migrantes: el 41% estaba desempleado, el 48.5% contaba con estudios de secundaria, el 66% no contaba con ninguna licencia de algo o certificación de alguna especialidad u oficio, el 70 % eran residentes sin papeles, el 62% con un ingreso de moderado, el 76% funcionaba socialmente y el 73% no reportaba sintomatología de depresión. Por lo que concluyen que las variables que suelen asociarse para predecir el funcionamiento y adaptación social en una cultura que no les es familiar son: nivel de ingreso en términos de poder adquisitivo para cubrir necesidades básicas y recreativas; el estatus residencial, siendo el de estudiante el que da mayores oportunidades y por ende, el nivel de acceso a recursos o capital social.
De tal suerte que alcanzar el sueño americano está directamente relacionado con la habilidad para construir redes sociales, lograr integrarse a una fuerza de trabajo como fuente para cubrir necesidades básicas de vida (Shobe, et al., 2009). Aspectos que, aterrizados al proceso de adaptación social, se espera que el migrante desarrolle y diseñe su ruta a seguir estratégicamente de tal suerte que en el camino pueda influir en otros, generar redes de apoyo u trabajo, buscar conexión con algún servicio; así como dar apoyo a los suyos (seres queridos y compatriotas) sin descuidar bienestar psicológico.
Una situación de estatus de residente ilegal en el lugar destino, impide entre otras cosas tener un acceso a sistemas de seguridad y bienestar social, lo que repercute en desempleo, improvisaciones de trabajo (el autoempleo), mínima preparación, capacitación y educación, aislamiento y soledad social; así como la falta de una red de apoyo social que puede desembocar en la salud integral y mental del migrante y su familia (Finch, Catalano, Novaco & Vega, 2003; Hancock, 2001).
Al respecto, Camarota (2004) sugiere que el capital educativo es el mejor predictor para el desarrollo de quienes residen legal o ilegalmente en Estados Unidos. Un estatus de adaptado social requiere necesariamente cierto nivel de funcionamiento y salud mental, ambas capacidades para mantener dicho estatus, el empleo, buscar progresar. Shobe et al. (2009) reportaron, a partir de estudiar una muestra de migrantes latinos que estaban en situación sin documentos en el Norte de Carolina, la fuerte asociación que se da entre el acceso y percepción de capital social con el
desarrollo humano, educacional, social y/o financiero que puede alcanzar un migrante. Bienestar que refleja generalmente en materia de salud. Pues a pesar de que la mayoría de los estudios apuntalen la depresión como la consecuencia médica y psico-emocional más reportada en población migrante (Caralano, Aldrete, Vega, Kolody, & Aguilar-Gaxiola, 2000; Kessler, McGonagle, Zhao, & Nelson, 1994; Malgady & Rogler, 1993) seguida por la manifestación de ansiedad y estrés (Vega, Warheit, & Meinhardt, 1986). Chung (2006) ha encontrado que, como grupo minoritario, los migrantes latinos suelen reportar los más altos niveles de salud mental en comparación con otros grupos, pues tienden a hacer comunidades y se suelen apoyar entre paisanos. De igual manera se ha visto que quienes cuentan con capital social (familia, amigos, vecinos, paisanos y se sienten integrados a algún tipo de comunidad o grupo de trabajo como la escuela, agencias de servicio social, sistemas de cuidado y seguridad social) tienden a obtener de éstos modelos que redundan en conocimiento en términos de conductas que funcionan como
preventivas y evitativas de riesgo (Shobe, et al., 2009).
Lee, Yoon y Liu-Tom (2006) y Akhtar (2011) refieren que para asimilar tanto cambio por el que atraviesa el migrante, requiere de constituir una identidad cultural en su meta final de alcanzar la Adaptación Social como reflejo figurativo de alcanzar el sueño Americano.
Un camino podría ser el que proponen, Santiesteban y Mena (2009) cuando refieren que el migrante debería reinterpretar a su contexto todo aquello por lo que atraviesa, de manera interconectada. Con la finalidad de reacomodar tales vivencias a su favor, en entendimiento y en respuesta a las demandas del sistema externo. Aspecto que reafirma la Iniciativa de Salud México-California (ISMECAL, 2005) al referir que el fenómeno de migración implica un proceso de readaptación y un reacomodo de sus esquemas de referencia constante para quienes la viven. En particular obliga a la reinterpretación, re-construcción y re-significación de las circunstancias socioculturales a las que se enfrenta cotidianamente
El término de proceso viene de las ingenierías y de acuerdo a Valencia (2017) se refiere a un conjunto de “actividades interrelacionadas” en desencadenamiento de un evento, cuyo “objetivo” es obtener un resultado específico y que la interactuar transforman sus elementos de entrada en un producto de salida llamado “resultado”. Todo resultado se cualifica según si es el
esperado o no y de acuerdo a tal circunstancia se le da un nombre específico.
En un intento de precisar de manera estructural al proceso, Valencia (2017) describe sus etapas como:
Se debe conocer y desglosar todas las actividades involucradas (de entrada y salida) con base a su definición operativa y secuencial entre las mismas. En el caso del migrante tendrá que hacer un registro de todas las situaciones que debe procesar, afrontar y cambios que deberá generar.
Definir un objetivo a alcanzar del proceso. En este caso la adaptación. Aquí ya el proceso en el caso del migrante ya recibe el apellido de “social” y el nombre de “proceso social”.
Definir el alcance del proceso social y los recursos necesarios, disponibles y no disponibles pero viables de acceso para ello. En gran medida es alcance se ve mediado por la satisfacción dada las necesidades básicas y de bienestar psicológico, como dos formas de aminorar el estrés por el choque cultural.
Crear un paralelo de lo anterior en narrativa que permita cambiar el lenguaje de víctima del migrante a una narrativa de empoderamiento, focalizada a afianzar sus habilidades cognitivas y psicológicas que lo conducirán para seguir caminando hacia la adaptación social. Esto sólo se logrará si existe un nivel de consciencia que permita la interconexión entre las actividades y elementos del proceso, de manera armónica en su estrategia operativa.
Berry y Sam (1997) han reportado que la adquisición de la segunda cultura, es un proceso mucho más complejo por su cualidad de multifacético. Cuatro categorías son las que integran tal dinámica multifacética que interjuegan todo el tiempo; de tal modo que el migrante unas veces alcanzará un tipo de aculturación en algún contexto en particular, pero desarrollará otro tipo en otros contextos. De ahí que los autores a estas categorías las llaman también estrategias de aculturación.
Algo importante que enfatizan Berry y Sam (1997) es que el proceso de aculturación es un individual y personal, pero sus insumos se toman del contexto social y de los grupos que la rodean. Quizás por ello, Benet-Martínez, Leu, Lee y Morris (2002) aluden a este interjuego estratégico de aculturación multifacético como el resultado bajo el término de Identidad Bicultural de Integración
(BII por sus siglas en inglés), producto del proceso de integración entre las 4 estrategias que se expresa bajo un punto de confluencia como un BII armónico o conflicto y tensión (p. 9). LaFromboise et al. (1993) ha encontrado que en el caso de mexicanos migrantes en USA prefieren y reportan una alta motivación en mantener su cultura de origen.
Las teorías de identidad social sugieren que el desarrollo de la identidad es el resultado del proceso que interconecta los diferentes estados y experiencias individuales, dando como producto de salida el llamado “estilo de vida” (Evans, Fomey, Guido, Patton, & Renn, 2010). Su alcance se centra y se expresa como aquella percepción que el migrante reporta con respecto a la sensación de dominio del ambiente cultural (en tradiciones, conducta ética e inclusión comunitaria/Hoare, 1991), lo que la lleva a fortalecer su autoconfianza y ésta a su vez, le da las posibilidades y lo encamina hacia el sueño Americano. El cual con lo dicho hasta aquí puede ya tomar otro término más personal, lo conduce hacia la autorrealización (Karkouti, 2014; Kim, 2012).
Los psicólogos llaman identidad a ese proceso dinámico e interno por el que constantemente pasa una persona que no ha alcanzado su adaptación social óptima (por demanda del sistema externo) que le dé estabilidad emocional y bienestar psicológico (Erikson, 1968; citado por Sargenti, 2001).
Entre el desglose de sus actividades se encuentran: a) monitorear constantemente todo aquello que le haga conflicto o crisis emocional, b) reflexionar en ellos y vislumbrar entre lo bueno y lo malo que observa para discriminar entre la posible influencia positiva o negativa de su presencia en su vida, c) tener presente las demandas del grupo de pertenencia (de origen) y el del de referencia (de destino) al que quiere adaptarse, d) adoptar una actitud de aprendizaje/desaprendizaje para adoptar y adaptar aquellos valores, acciones y tradiciones que demanda el grupo dominante sin cuestionamientos, sino con miras de nutrirse y ampliar su espectro cultural. De ahí que este proceso haga énfasis en un producto de salida: Identidad cultural (Akhtar, 2011; Lee et al., 2006). Se expresa a veces de manera voluntaria y otras resulta involuntaria. Cuando es consciente, el individuo busca alzar la voz y comunicarle al mundo social que le rodea lo que vive cotidianamente. Es decir, es el intermediario ente la experiencia personal y la percepción de las demandas externas. Por lo tanto, su cualidad como identidad personal, social o cultural estará determinado por el contexto.
Chen (2015) define a la identidad cultural como un proceso de negociación entre dos
culturas que busca intersectar e integrarse para alcanzar un ajuste psicológico, para ello el migrante se vale de sus experiencias en este proceso migratorio con respecto al de aculturación. Y dónde tal negociación la integran: tolerancia a contradicciones, vivencia de ambigüedades e incongruencias, una percepción del mundo y la realidad todo el tiempo cambiante y generar una creencia de que los dos lados de las cosas se pueden integrar en un todo (Spencer-Rodgers, Williams & Peng, 2010).
Cabe aclarar que para este autor (Chen, 2015) el lenguaje es una competencia que produce otra como es el bilingüismo y su presencia no integra la identidad cultural, sino sólo facilita el proceso de adaptación e interacción con los otros en el momento, su impacto está más sobre el desarrollo intelectual y el bienestar subjetivo individual.
Luego entonces, Chiu y Chen (2004) proponen un modelo teórico que explica la interacción Cultura-Portador/a-Contexto (CCC por sus siglas en inglés) el cual hace referencia al hecho de que solo cuando logran integrarse la competencia del lenguaje con el proceso de identidad social se alcanza una identidad cultural, e incluso para estos autores su nombre correcto es “identidad etnocultural”. Definen cultura como ‘una red de conocimientos producto de la interconexión entre las personas que nos rodean” (p. 173). Sólo las interacciones entre personas y culturas permiten que al migrante aprehender e interconectar tales conocimientos con el contexto de vida para alcanzar su integración psicológica (BII). Cameron (2004) nombra a este proceso como un apego interpersonal necesario; cuya función psicológica es conectar subjetivamente a la persona con el grupo y generarle una sensación de pertenencia, confort y posibilidades nuevas.
La teoría de identidad social (Tajfel & Turner, 1979) y la de autocategorización (Turner, 1987) proveen un gran marco de entendimiento literario sobre cómo psicológicamente los grupos conectan sus identidades para construir una identidad social-cultural desde lo individual (identidad personal). Según estos modelos teóricos, la persona al entrar en contacto con el grupo entra en un proceso de despersonalización que la coloca en un estado de alerta y de apertura a tomar todo aquello que le sea congruente y la identifique con el contexto que vive en ese momento (la base son los esquemas mentales que trae, conocidos bajo el nombre de auto-esteretipos/Rubin, Milanov & Paolini, 2016). Para Lombard (2014) el proceso de auto-identificación está implícito en el de
aculturación. Su presencia se da en respuesta a bajar la ansiedad que provoca el choque cultural a nivel.
Cualquier aproximación al análisis cultural se sugiere hacerlo desde sus componentes Afectivo, Conductual y Cognitivo (ABC, por sus siglas en inglés/Zhou, Jindal-Snape, Topping, & Todman, 2008). Donde el aspecto afectivo se construye en respuesta al estrés asociado por los cambios y transiciones culturales, los cuales obligan a elegir entre una serie de opciones de estrategias de afrontamiento para dar respuesta a la brevedad a hacer familiar el ambiente social que es no familiar. Entre los recursos más utilizados en esta etapa están: aprender a dar y recibir, resolución de conflictos y problemas, aprender códigos de comunicación no verbal con el grupo de pertenencia y referencia (Ward, Bochner, & Furnham, 2001).
El aspecto cognitivo del choque cultural lo integra cualquier cambio internalizado sobre percepción del mundo externo (Pham & Saltmarsh, 2013) en pro de favorecer la autoestima, la armonía y similitudes intergrupo (Zhou et al., 2008).
Quizás por ello Grotberg (1995) recomienda estudiar: los medios o estrategias que suelen emplear los migrantes ante la separación y desintegración familiar, las habilidades y conocimientos a las que recurre para mantener la calma ante las adversidades, cuáles son las cosas entre las que deben centrar su atención; así como distinguir lo “nuevo” que hacen para reducir el estrés. En formato más concreto, McGinley, Carlo, Crockett, Raffaelli, Torres e Iturbide (2010) recomienda hacerlo desde tres aspectos: sus estilos de afrontamiento, sus habilidades para mantener y/o establecer relaciones interpersonales y, su actitud hacia las condiciones de vida presentes.
Sobre los estilos de afrontamiento en población que emigra de México hacia otras partes del mundo en particular los Estados Unidos, Ojeda y colegas (Ojeda, Cuenca & Espinosa, 2008) han reportado dos estilos de afrontar el estrés: el estilo pasivo y, el estilo activo. Concluyendo que los migrantes para manejar el estrés y la vulnerabilidad social se apoyan de lo conocido, es decir, suelen regresar al uso de estilos de respuesta habituales como es el funcionamiento cotidiano del “quehacer de todos los días”.
Acerca de cómo los migrantes logran mantener y/o establecer sus relaciones interpersonales, Mummert (2003) remarca la importancia de conocer y hacer consciente este proceso en los migrantes, pues de éste dependerá la redefinición y/o reestructuración de sus roles sociales que jugará en el lugar destino (según su edad y atapa de vida), ya que muchas veces esto
no se considera y el resultado es una falta de redes sociales de apoyo para el migrante y su familia. Con respecto a la actitud hacia las condiciones de vida presentes que el migrante tiene opción de adoptar, Vargas-Mendoza, et al. (2004) refieren que ésta dependerá de la permeabilidad con la que interactúen con otros grupos como: la familia extendida, la iglesia y la comunidad, como una forma de reafirmar valores, tradiciones, compartir esquemas mentales, significados sociales, construir medios de respuesta y defensa social, pues éstos son la materia prima para normalizar su
problemática y estar satisfechos con el estilo de vida adoptado en el lugar destino.
Con lo dicho hasta aquí se puede mirar a la migración como todo un proceso que se inicia por un estado de vulnerabilidad voluntario aunque inconsciente, en el que más allá de las razones que se tomaron conscientemente para tomar la decisión, tal proceso implica interconectar una serie de acciones que permitan alcanzar tanto disminuir el estrés por el choque cultural, integrar una identidad personal bicultural como el puente hacia alcanzar la identidad social-cultural como puente de alcanzar el bienestar psicológico y adaptación social en el sistema cultural e dominio, en representación simbólica de llagar a la meta: el sueño americano.
Siendo el proceso migratorio un fenómeno tan complejo producto del choque cultural, que ante la falta de adaptación inmediata, el sistema exterior termina por darles un trato de segregación, discriminación, exclusión o rechazo cultural; situación que a su vez culmina en algún tipo de conflicto de identidad (individual, social, familiar, cultural y/o comunitario) y obligará a la persona a renegociar su respuesta sociocultural en la condición de macro y de “repertorio personal de recursos internos” en la de micro. Involucra diversos factores: sociales, personales, familiares, de comunidad, geográficas, económicos, culturales, contextuales, entre otros (Rivas, 1995). Los estudios previos reportados en la literatura imperan integrar estrategias que faciliten su proceso de adaptación social a nivel macrosocial e individual a nivel microsocial. Estudiarlo desde la apreciación de sus diferentes actores, amplía la posibilidad de tomar acciones para diseñar estrategias que puedan favorecer a dicha población en diferentes contextos. De ahí que la pregunta de investigación fue ¿Cuáles son las estrategias a las que recurren, aprenden o adopta un grupo de Latinos en Estados Unidos para reducir ambos niveles de vulnerabilidad?
Diseño metodológico e instrumento
El presente artículo suma dos investigaciones previas hechas al respecto. Uno cualitativo que exploró los procesos de aculturación, vulnerabilidad y condición de inmigrante a través de entrevistas semiestructuradas mediante el uso de técnicas de arte-terapia (no publicado), de la cual podemos abstraer una aproximación a nivel de respuesta de adaptación micro y, otro cuantitativo, mediante el cual se analizó la escala aculturación mediante estilos de afrontamiento (28 afirmaciones) y, síntomas físicos y expresión emocional (30 adjetivos) publicada en Ojeda (2014) en virtud de visualizar las acciones que toman en pro de alcanzar una adaptación social óptima a nivel macro, ambas en formato Likert.
Muestra
Esta escala fue aplicada a 60 migrantes, todos de origen Mexicano, captados de manera voluntario en el Consulado de México en Los Ángeles, durante una sesión que ofreció la institución de posibilidades de continuar los estudios en el idioma Inglés para hijos de Latinos que demostrarán esta habilidad. Mientras a los hijos se les entrevistaba, los padres respondían esta encuesta. De los cuáles el 78.3% (N=47) vivía con su pareja en los Estados Unidos y el 21.7% (N=13) no. El 66.7% (N=40) no hablaba inglés y el 33.3% (N=20) hablaba español e inglés. Todos migrantes sin documentos. La muestra cualitativa estuvo constituida por 11 participantes, padres y madres de familia, residentes de las comunidades de Mazatepec y Teteltipan (consideradas regiones expulsoras), en el Estado de Puebla, México. A quienes se les entrevisto usando la técnica de collage de la Arte Terapia.
Procedimiento
Lo factores obtenidos de la primera versión fueron sometidos a un análisis confirmatorio (28 reactivos) y en una segunda parte los 30 reactivos restantes, en el procesador estadístico SPSS versión 23. Una vez integrados los datos y reanalizados se compararon con las categorías creadas por el estudio cualitativo no publicado en México.
Resultados
El análisis factorial por componentes principales arrojó 4 factores con un valor eigen de 1 y cuyas cargas factoriales fueron mayor a .40, que explican el 59.14% de la varianza (ver tabla 1).
Tabla 1. Factores resultantes del análisis factorial confirmatorio de la Escala Aculturación por estilos de Afrontamiento en una muestra de migrantes sin residencia legal en los Estados Unidos.
F1=
Alejamiento por Discriminación de Americanos
N=10 M=21.3 DE=9.8 a=.903
Es un estilo que se adopta de alejamiento ante la discriminación y exclusión que los Americanos expresan como una manera de tener estereotipos negativos de los Latinos.
F2=
Pertenencia Cultural con los Americanos N=5
M=15.4 DE=5.4 a=.827
Es un estilo que se adopta debido a que se percibe aceptación por parte de los Americanos.
F3=
Preferencia por Cultura Latina
N=3 M=8.0 DE=3.2 a=.676
Es un estilo que se adopta no tanto por recibir buen trato por parte de los Americanos, sino por
desear y
preferir su cultura antes que la Latina.
F4=
Desadaptación Evitación
N=3 M=4.7 DE=2.3 a=.584
Es un estilo que se adopta deseando no estar en esas circunstancias, por lo que no se mira ninguna posibilidad de retroalimentación positiva al respecto.
F5=
Percibirme como en casa
N=3 M=9.6 DE=3.6 a=.658
Es un estilo que se adopta pensando que esa es su casa y por
consiguiente, mirándole el lado positivo a todo por lo que se
atraviesa.
F6=
Indefinición cultural e incomprensión
N=3 M=6.0 DE=2.3 a=.300
Es el estilo al que menos se recurre porque en sí mismo no tiene una estructura, simplemente se expresa confusión y
falta de
entendimiento a lo que está pasando y a su persona.
Nota: Tabla creada por la autora de este artículo.
Mientras que la escala de síntomas físicos y expresión de emociones arrojó 4 factores que
explican el 56.2% de la varianza (ver tabla 2).
Tabla 2. Factores resultantes del análisis factorial confirmatorio de la Escala Síntomas Físicos y expresión emocional en una muestra de migrantes sin residencia legal en los Estados Unidos.
F1= Me siento Tenso y Estresado
N=7 M=13.61 DE=5.3 a=.824
El migrante se describe emocionalmente bajo un estado de estrés, apatía, enojo, furia, dolor de cabeza, estomacales y falta de apetito.
F2= Me siento negativo y deprimido
N=7 M=13.8 DE=5.7 a=.858
El migrante se describe emocionalmente bajo un estado de infelicidad, tristeza, deprimido, confundido, sin energía e inseguro.
F3= Siento diversos síntomas físicos
N=4 M=6.7 DE=3.3 a=.807
El migrante se describe emocionalmente bajo un estado de problemas para mantener la respiración, de sentir presión en el pecho, sentirse mareado y desesperado.
F4= Me siento con energía
N=4 M=13.37 DE=3.5 a=.708
El migrante se describe emocionalmente bajo un estado de
entusiasmo, con energía, satisfecho con su estilo de vida, bien acompañado y con posibilidades de relacionarse.
Nota: Tabla creada por la autora de este artículo.
La narrativa del análisis cualitativo del estudio desde las voces de quienes se quedan se realizó considerando la metodología conocida como Formal Elements Art Therapy Scale (FEATS) sugerida por Gantt y Mills (2001) en cuanto a aquellos rasgos que se deben observar en las creaciones artísticas y en el diálogo con su autor para entendimiento del mismo:
Sí había plasmado algún tipo de patrón en la organización del collage en cuanto a colores, disposición, organización por actividades según el género, etc.
Observar congruencia entre el título de su arte y su contenido.
Observar sí las líneas que plasman siguen una dirección en particular o no.
Observar la intención de lo que se quiso comunicar con el arte y lo que realmente plasmó (comparar el diálogo con la interpretación que hace de su arte).
Observar, el trazo de la línea, los colores de uso, la organización, el contenido de las fotos, los mensajes escritos, etc.
El entrevistado 1 (ver figura 1), expreso su interés y atención hacia su trabajo, el mismo que le da para comer y lo mantiene, por un lado, activo y por otro, en contacto con la tierra, su lugar de origen, sus costumbres. Es decir, este participante mostró una manera activa de responder ante la separación, el estar ocupado le ayuda a mantener y regresar su modus vivendis de vida. En pocas palabras, su respuesta es una tendencia a buscar adaptarse a través de lo que le es familiar y conocido.
El entrevistado 2, en su arte plasmó su atención hacia mantener la importancia de mantener las tradiciones culturales, entre las que se encuentra, sobre todo en este tipo de poblados, la religión. Explicó que su arte representó un indígena, el cuál colocó en posición de rezo, como una manera de combinar la esencia de lo quienes son (el uso del penacho representado por las plumas rosas), de manifestar y nutrir la fe como una posibilidad de crear una narrativa diferente de las circunstancias, al mismo tiempo de manifestar una acción “de súplica”, pues reconoció que es Mazatepec y Teteltipan son comunidades olvidadas, con muchas carencias. Finalizando, que la participación de sus habitantes es de crucial importancia, haciendo comunidad se pueden crear proyectos en pro de los mismos, pero solo con la co- participación. Manifestó un particular interés por re-orientar a los jóvenes de la comunidad con la esperanza de que no se vayan o emigren, como lo han estado haciendo (como resultado de una tradición cultural), sino que se queden a trabajar por su tierra natal (ver figura 2).
La entrevistada 3, explicó que su arte representaba la imposibilidad de hacer “nada” ante la separación familiar y enfatiza, por lo que plasmaba a una persona como dormido y hace énfasis a la frase de “comer puro chile” como una manera pasiva y evasiva de responder a dicha situación. Esta participante (era mujer), refleja un interés (si se le puede decir de esa manera) por trabajar en su cotidianidad, esa falta de interés no se sabe sí es hacia el proyecto que ahora se le presentaba (la sesión de trabajar con arte) o al modus vivendis de su vida actual (ver figura 3).
Figura 2. Autoexpresión hecha por el sacerdote de la comunidad en el lugar de origen, usando la técnica de collage, con recortes que él mismo eligió. Este participante combina el dibujo y lo complementa con un recorte. La persona que representa es un indígena en señal de las raíces culturales que son la base de estar y de ser. De tal suerte que el pasado siempre cambiará al presente.
Figura 3. Autoexpresión hecha por una madre de familia en el lugar de origen, usando la técnica de collage, con recortes que ella misma eligió. La sencillez de esta representación permite observar ninguna coherencia en el contenido de lo que representa, una falta de sentido y dirección del mismo como señal de una enorme evasión o actitud pasiva ante lo que sucede a su alrededor.
La entrevistada 4, refirió que arte representaba las diferentes funciones que tenía que desempeñar ahora que se encontraba sola con sus hijos; obviamente el más fuerte era su rol de
mamá, pero hasta al campo ahora tenía que ir a trabajar. No obstante, en uno de los recortes plasmaba al papá, a quien se le extrañaba mucho, sobre todo los hijos. Asimismo, habló sobre la necesidad de tener un momento de paz y tranquilidad para ella, por eso incluyó una foto de Dalay Lama (ver figura 4). La entrevistada 5 comentó que su arte representaba las relaciones más valiosas que tenía en su vida, la de su hijo y la de su esposo (ver figura 5).
Figura 4. Autoexpresión hecha por una madre de familia, usando la técnica de collage, con recortes que ella misma eligió.
Figura 5. Autoexpresión hecha por una madre de familia en el lugar de origen, usando la técnica de collage, con recortes que ella misma eligió.
La entrevistada 6, explicó que su arte, visto desde dos angulos, representa la combinación del trabajo, la tierra, la pesca y la casa, por lo que ésta última, como parte central en dónde se lleva a cabo la vida, es coloreda con los colores que representan estas acciones: azul, café y hasta le mezcla un poco de pasto (tierra). Su collage tiene estructura pero no orden en su contenido, como una manera de tener claro su rol dentro de la casa que dirige, pero no fuera de ésta (ver figura 6).
Figura 6.- Autoexpresión hecha por una madre de familia en su lugar de origen, usando la técnica de collage, con recortes que ellos mismos eligieron. En su diseño, curiosamente, se puede apreciar la casa que los “envuelve” y la luz o el sentido de familiaridad que les otorga, cuando se trata de expresar “cómo se sienten lejos de su familiar del otro lado de la frontera”.
La entrevistada 7 fue la unica participante que decidió seguir la directiva al pie de la letra y hacer un dibujo, sin utilizar recortes. Su arte refiere que representa el cómo ella peribe su casa antes y después de la partida de su esposo, unidas por un camino blanco, que se encuentran por ahora escribiendo. Lo que resalta es el contraste de las casas en el color del techo y de las paredes. En el primer caso, refiere que los problemas y dificultades por las que atravesaron es que los llevo a decidir que él se fuera y en el segundo caso, comenta que aunque los problemas económicos son menos (pues él le manda dinero), la casa tiene un color más fuerte, pues son las emociones y la ansiedad cotidiana las que vive con mayor intensidad.
Figura 7.- Autoexpresión por una madre de familia en su lugar de origen, usando lápices de colores. En el dibujo se puede apreciar el contraste entre los colores obscuros de una casa y su contraparte clara, como una expresión de emociones ambivalente que se dan dentro de ese medio o ambiente que los envuelve “la
casa”.
La entrevistada 8, al igual que otras participantes plasmó en su arte básicamente 2 cosas que la mantienen activa e inmersa en su funcionamiento social, que son: su rol de mamá y su trabajo, que es el de hacer comida regional para venderla, e incluso, en festividades comunitarias (ver figura 8).
El entrevistado 9 expresó que su arte representa todo aquello que la da vida, en particular la música y el contar con un grupo de amigos de la comunidad, gracias a la Iglesia (ver figura 9).
La entrevistada 10 expresó que su arte representaba aquello que la hacía sentir bien, el ejercicio, la música, tener a sus hijos cerca, sentir a su familia unidad y la comida (ver figura 10).
El entrevistado 11 nos presentó un arte muy maleable, pues según su autor representa algunos ideales que aún no se le han cumplido como es tener un coche, hasta otros como son el depender económicamente y materialmente de su hijo en Estados Unidos. Refirió que lo único que le queda son sus recuerdos, de cuando estuvo su hijo con él, de pequeño (de ahí que represente el patito de baño).
Figura 8. Autoexpresión por una madre de familia en su lugar de origen, con recortes que ellos mismos eligieron para expresar “cómo se sienten lejos de su familiar del otro lado de la frontera”. En ella se aprecian elementos de uso diario, como la comida, las costumbres, las tradiciones y la música, para afrontar su cotidianidad.
Figura 10.- Autoexpresión hecha por una madre de familia en su lugar de origen, usando la técnica de collage, con recortes que ella misma eligió para expresar “cómo se sienten lejos de su familiar del otro lado de la frontera”. Nuevamente, en ella se aprecian elementos de uso diario, como la comida, las costumbres, las tradiciones y la música, para afrontar su cotidianidad.
Figura 11. Autoexpresión hecha por un padre de familia, usando la técnica de collage, con recortes que él mismo eligió expresar “cómo se sienten lejos de su familiar del otro lado de la frontera”. En este arte se aprecian elementos idealizados, como una manera de representar el “sueño americano”, a favor de aprobación y darle continuidad en algún momento a ese proceso… quizás incluso, haciendo realidad el “sueño mexicano”. Así como otros que comentó estaba en espera de que su hijo se los mandará.
Los análisis aquí reportados confirman de algún modo la tendencia en acciones a la que suelen recurrir la población migrante en busca de su adaptación social. El conocer con qué estilos de
afrontamiento recurren va más allá de conocer acciones y recursos, nos hace referencia al acceso que tienen de éstos y nos habla de la posibilidad de que secuencialmente fungan como otro recurso de afrontamiento. Su análisis permite crear propuestas desde el contexto familiar del migrante y no tanto desde el sistema externo (Grotberg (1995) y McGinley et al. (2010). En cuyos puntos de confluencia, como proceso social, permitirán desarrollar una identidad social por interacción con los demás (Benet-Martínez et al, 2002), reinterpretación y reintegración de experiencias personales (Berry y Sam, 1997; ISMECAL,2005; Santiesteban y Mena, 2009).
Es curioso cómo a pesar de vivir la experiencia a partir de dos contextos completamente distintos, las acciones a las que recurren para afrontar las diferencias que mantienen por el choque cultural mencionado por Lombard (2014), o bien, por la separación familiar, son muy similares, e incluso en orden de aparición y frecuencia de uso. En este estudio se pudo ver que la estrategia a la que se recurre más para afrontar el estrés por aculturación es hacer cosas conocidas y familiares desde dos ámbitos: tradiciones culturales y preferencia por la cultura de origen (LaFromboise et al., 1993) y forjar los roles sociales que han venido desempeñando, o bien, buscar fortalecer otros que habían mantenido lejos (Cameron, 2004; Mummert, 2003). Unos se van con el cometido de alcanzar el sueño Americano y los que se quedan se quedan en la espera y dan lo mejor de sí como una manera de indirectamente también alcanzar ese sueño en el que están incluidos y del cual se mantiene en gran medida su expectativa de vida. Buscan adaptarse emocionalmente a través de conducirse con adecuado comportamiento social, mantenerse ocupados y respondiendo de manera activa. Con ellos se hace evidencia cómo coinciden sus estrategias de afrontamiento y acciones en lo que respecta a su incansable labor de reconstruir sus identidades (personal y social-cultural o “etnocultural” /Chen, 2015).
Las figuras presentadas, desde la Arte Terapia se consideran artes. La mayoría de ellas se pudieron observar la tendencia de emociones que suelen expresar (por ejemplo en las figuras 3, 4, 5 y 7): preocupación, tensión o ansiedad, estrés (Vega, et al., 1986). Por lo que mantenerse ocupados ha sido una de sus mejores estrategias de respuesta y ante la adversidad. El trabajo es uno de ellos, pero la cotidianidad de las demandadas en el hogar y la familia, son la segunda. De tal suerte que existe la tendencia por representar lo familia como el resultado de una mezcla entre el hogar, el campo y su vida diaria (la comida, atender a los hijos).
Finalmente, se pudo ver que las técnicas de arte facilitan la expresión, sin necesidad de
forzar al diálogo, a través de imágenes, dibujos y recortes, los participantes nos comparten sus impresiones, ideas, pensamientos, modus vivendis sin ser intrusivos con ellos. Su aplicación puede hacerse en grupo y a partir de la interpretación que hace de su arte cada participante, los resultados pueden validarse. Siendo el estudio derivado de una población en particular, no hay necesidad de generalizar los mismos, sino enfocarlos hacia canalizar una opción de acción a nivel comunitario en poblaciones como éstas. Solo hay que fortalecerlos y re-orientar sus ideas y fuerza de trabajo en favor a su región.
Akhtar, S. (2011). Immigration and Acculturation: Mouring, Adaptation and the Next Generation.
United States: Jason Aronson.
Anderson, L. E. (1994). A new look at an old construct: Cross-cultural adaptation. International Journal of Intercultural Relations, 18, 293–328.
Arrellanez Hernández, J., Ito Sugiyama, M. E., & Reyes Lagunes, I. (2009). Características psicométricas de una Escala de Ocurrencia e Intensidad del estrés Migratorio (OIEM) en población migrante mexicana a Estados Unidos. Revista Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación Psicológica, 27, 1, 133-155.
Ataca, B. & Berry, J. W. (1998). Psychological, sociocultural and marital adaptation of Turkish immigrant couples in Canada [Electronic version]. International Journal of Psychology, 37, 13-26.
Benet-Martínez, V., Leu, J., Lee, F. & Morris, M. (2002). Negotiating biculturalism: Cultural frame-switching in biculturals with oppositional vs. compatible cultural identities. Journal of Cross-Cultural Psychology, 33, 492–516.
Camarota, S. A. (2004). Economy slowed, but immigration didn’t: The foreign-born population 2000–2004. Washington, DC: Center for Immigration Studies.
Cameron, J. E. (2004). A three-factor model of social identity. Self and Identity, 3, 239–262. doi:10.1080/13576500444000047.
Caralano, R., Aldrete, E., Vega, W., Kolody, B., & Aguilar-Gaxiola, S. (2000). Job loss and major depression among Mexican Americans. Social Science Quarterly, 81(1), 477–487.
Chiu, C. Y. & Chen, J. (2004). Symbols and interactions: Application of the CCC Model to culture,
language, and social identity. In S. H. Ng, C. N. Candlin, & C. Y. Chiu, (Eds.), Language Matters: Communication, Culture, and Identity (pp. 155–182). Hong Kong: City University of Hong Kong Press.
Evans, N.J., Forney, D. S., Guido, F. M., Patton, L. D., & Renn, K. A. (2010). Student development in college:Theory, research, and practice (2nd ed.). San Francisco, CA: Jossey-Bass.
Finch, B. K., Catalano, R. C., Novaco, R. W., & Vega, W. A. (2003). Employment frustration and alcohol abuse/dependence among labor migrants in California. Journal of Immigrant Health, 5(4), 181–186.
Grotberg, E. H. (1995). The international resilience project: Research, application, and policy.
Symposium International Stress e Violence, Lisbon, Portugal.
Hancock, T. (2001). People, partnerships and human progress: Building community capital. Health Promotion International, 16(3), 275–280.
Hoare, C. H. (1991). Psychosocial identity development and cultural others. Journal of Counseling and Development, 70(1), 45-54.
ISMECAL/Iniciativa de Salud Púbica México-California (2005). “Historias de Ir y Venir y la Salud Mental: Manual para Promotores/as de Salud” enfocado a trabajar oportunamente la relación entre estrés y migración, y sus repercusiones en la salud mental”. Manual México- California: Centro de Investigación de Políticas Públicas de California.
Karkouti, Ibrahim Mohamad (2014). Examining psychosocial identity development theories: a guideline for professional practice. Education, 135(2, Winter), 257-263.
Kessler, R. C., McGonagle, K. A., Zhao, S., & Nelson, C. B. (1994). Lifetime and 12- month prevalence of DSM-III-R psychiatric disorders in the United States: Results from the National Comorbidity Study. Archives of General Psychiatry, 51, 8–19.
Kim, E. (2012). An alternative theoretical model: Examining psychosocial identity development of the international students in the United States. College Student Journal, 46(1), 99-113.
LaFromboise, T, Coleman, H. L. K., & Gerton, J. (1993). Psychological impact of biculturalism: Evidence and theory. Psychological Bulletin, 114, 395-412.
Lee, R.M., Yoon. E., & Liu-Tom, H-T.T (2006). Structure and measurement of acculturation/enculturation for Asian Americans: Cross-cultural validation for the ARSMA-II. Measurement and Evaluation in Counseling and Development, 30, 42-55.
Lombard, C. A. (2014). Coping with anxiety and rebuilding identity: A psychosynthesis approach to culture shock. Counselling Psychology Quarterly, 27(2), 174-199. http://dx.doi.org/10.1080/09515070.2013.875887
Malgady, R. G., & Rogler, L. H. (1993). Mental health status among Puerto Ricans, Mexican Americans, and non-Hispanic Whites: The case of the misbegotten hypothesis. American Journal of Community Psychology, 21, 383–388.
McGinley, M., Carlo, G., Crockett, L. J., Raffaelli, M., Torres Stone, R. A., & Iturbide, M. I. (2010). Stressed and helping: The relations among acculturative stress, gender, and prosocial tendencies in Mexican Americans. The Journal of Social Psychology, 150, 1-23. Mummert, F. G. (2003). “Del metate al despate: trabajo asalariado y renegociación de espacios y relaciones de género”. En Heather Fowler- Salamini y Mary Kay Vaughan (eds.). Mujeres
del campo mexicano, 1850-1990. México: El Colegio de Michoacán-BUAP.
Ojeda García, A., Cuenca Vázquez, J. & Espinosa Garduño, D. I. (2008) Comunicación y Afrontamiento como Estrategias Individuales que Buscan Facilitar la Adaptación Social en Población Migrante. Revista Migración y Desarrollo, 11 (2do. semestre), 79-95.
Ojeda-Garcia, A. (2014). Immigrant’s Personal Identity and Social Adaptation Process: Suggestions from Latino Women for Improve Actions to Achieve It. New York, USA: David Publishing.
Pham, L., & Saltmarsh, D. (2013). International students’ identities in a globalized world: Narratives from Vietnam. Journal of Research in International Education, 12, 129–141.
Rivas, M., (1995). La participación social y las redes sociales de los inmigrantes en España: Análisis desde una perspectiva psicosocial comunitaria. Universidad Complutense. Madrid, No. 6.
Rubin, M., Milanov, M. & Paolini, S. (2016). Uncovering the diverse cultural bases of social identity: Ingroup ties predict self-stereotyping among individualists but not among collectivists. Asian Journal of Social Psychology, 19(3, July), 225-234. DOI: 10.1111/ajsp.12137
Santiesteban, D. & Mena M. (2009). Culturally Informed and Flexible Family-Based Treatment for Adolescents: A Tailored and Integrative Treatment for Hispanic Youth. Family Process, 48(2), 253-268.
Sargenti, A. V. (2001). Ethnic Identity Development in a Pluralistic Society through Art. Thesis no published of Masters of Arts. Marital and Family Therapy Department. Loyola Marymount University, Los Angeles, CA.
Shobe, M. A., Coffman, M. J., & Dmochowski, J. (2009). Achieving the American Dream: Facilitators and Barriers to Health and Mental Health for Latino Immigrants. Journal of Evidence-Based Social Work, 6(1), 92-110. doi:10.1080/15433710802633601.
Spencer-Rodgers, J., Williams, M. J. & Peng, K. (2010). Cultural differences in expectations of change and tolerance for contradiction: A decade of empirical research. Personality and Social Psychology Review, 14, 296–312.
Tajfel, H. & Turner, J. C. (1979). An integrative theory of intergroup conflict. In W. G. Austin & S.Worchel (Eds.). The social psychology of intergroup relations (pp. 33–47). Monterey, CA: Brooks-Cole.
Turner, J. C. (1987). A self-categorization theory. In J. C. Turner, M. A. Hogg, P. J. Oakes, S. D. Reicher, & M. Wetherell (Eds.). Rediscovering the social group: A self-categorization theory (pp. 42–67). Oxford: Blackwell.
U.S. Census Bureau (2010). Educational attainment in the United States: Population characteristics. Current Population Reports No. P20–528. Washington, DC: Author.
Valencia Calderón, O. (2017). Metodología para la implementación de mapeo de procesos. Tesis Licenciatura publicada online. Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México. Recuperada el 10 de enero de 2017 de: http://www.ptolomeo.unam.mx:8080/xmlui/bitstream/handle/132.248.52.100/12822/Meto dolog%C3%ADa%20para%20la%20implementaci%C3%B3n%20de%20mapeo%20de% 20procesos.pdf?sequence=1
Vargas-Mendoza, J. E., Aguilar-Morales, J. E., Vásquez, L. & Aguilar-Morales, E. O. (2004). Emigración y disfunción familiar: un estudio piloto en dos comunidades de valles centrales. Boletín electrónico de Investigación de la Asociación Oaxaqueña de psicología A. C., 1, 23-29.
Vega, W. A., Kolody, B., Valle, R., & Hough, R. (1986). Depressive symptomatology and their correlates among immigrant Mexican women in the United States. Social Science and Medicine, 22, 645–652.
Ward, C., Bochner, S., & Furnham, A. (2001). The psychology of culture shock (2nd ed.). London: Routledge.
World Development Report (1993). Investing in health. Washington, DC: Author.
Zou, X., Morris, M. W. & Benet-Martínez, V. (2008). Identity motives and cultural priming: Cultural (dis)identification in assimilative and contrastive responses. Journal of Experimental Social Psychology, 44, 1151–1159.