Melania Khiabet Domínguez Domínguez1
Palabras clave: investigación cualitativa; toma de decisiones; reflexividad; teoría; metodología
Este es un ejercicio de reflexividad a partir de la experiencia en la construcción teórico- metodológica de una investigación en desarrollo, titulada: “Las prácticas sociales de las matemáticas que desarrollan los jóvenes estudiantes de preparatoria en un contexto rural”, que sirve como sustento empírico para esta ponencia. El propósito es dar cuenta de las dificultades y los retos que vivo en la experiencia de investigación, así como la toma de decisiones que me
1 Docente de Educación Media Superior y Estudiante de Maestría en Investigación de la Educación, Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México.
posibilitó resolver y superar esas situaciones.
La reflexividad a la que refiero es precisamente la que “permite dar cuenta de la construcción científica, así como del modo subjetivo en quien investiga, construye y reconstruye su mirar, su pensamiento, sus preguntas y el modo de estudiar una realidad concreta” (Giddens, 2011; citado en Salgado, 2016: 19), proceso del cual manifiesto en las dificultades, retos y toma de decisiones. Además, de ser un proceso reflexivo es derivado de la relación con los otros, es decir, de la discusión que se genera en los distintos seminarios de la maestría.
Por lo que, la ponencia está organizada en dos apartados, en el primero hablo de las dificultades, iniciando por las teóricas y seguidas de las metodológicas, en las que doy cuenta de las contradicciones en mi sentir y pensar. Esto a partir de cuestionamientos sobre el uso de la teoría, ¿qué metodología elegir?, ¿cuál es el proceso metodológico?, ese camino que tengo que seguir, como es mi forma de mirar la realidad, a los jóvenes y a mí misma. Así como la configuración epistémica que me constituye y que implica en mi forma de reconocer a los otros, que parte del orden hegemónico y adultocéntrico.
También, doy cuenta de dificultades como los bloqueos mentales para escribir y construir el corpus teórico-empírico y la perspectiva metodológica. Así como, sentimientos de miedo, incertidumbre, contradicciones de pensamientos y formas de ser, entre otros.
En el segundo apartado, son esos retos que surgieron como exigencia de la propia investigación, del asesor, de las discusiones dentro de los diversos seminarios y de la investigadora, que tienen relación con las dificultades. Las cuales son la construcción del corpus teórico-empírico y la perspectiva metodológica, pero cada una requirió de retos específicos. Al mismo tiempo, a parecen la toma de decisiones como las reflexiones y el posicionamiento que voy configurando a partir de la discusión de autores claves, así como las acciones que elijo en el momento, refiriéndome a decisiones que fui tomando en el trabajo en campo.
Por último, presento las conclusiones que logro construir al final de este ejercicio de reflexividad, de como veo ahora la investigación como una posibilidad de transformación y de construcción de conocimiento, así como no perder de vista la naturaleza del problema, la importancia del uso de la teoría para poder comprender la realidad, el reconocimiento a los jóvenes como sujetos diversos y constructores de cultura, la flexibilidad del diseño metodológico manifestado en el trabajo en campo. Además, que los retos no terminan y toda toma de decisión
es difícil.
La dificulta según el diccionario de la Real Academia Española es un inconveniente, oposición o contrariedad que impide conseguir, ejecutar o entender algo bien y pronto, me refiero a esos problemas que van surgiendo o situaciones que han puesto en contradicción en mi sentir y pensar. Por lo que, voy a tratar esas dificultades que se han ido presentando en el proceso de investigación, específicamente las teóricas y metodológicas.
Las dificultades teóricas responden a preguntas concretas que fueron surgiendo como contrariedad de mi forma de ser que es más práctica y técnica debido a la formación en la carrera de ingeniería en sistemas de información, ante esto reconozco la falta de conocimiento de otras perspectivas teóricas.
Al llegar a ese momento de revisar la teoría en la investigación, la dificultad fue pensar
¿Cómo voy a mirar la realidad? ¿Cómo mirar lo que los otros ven? ¿Qué me permitirá comprender a los otros?, ¿Por qué la teoría? ¿Para qué me sirve? ¿Qué me va posibilitar hacer?,
¿Es sólo un simple requisito de investigación o tiene un propósito en especial? ¿Cuál teoría puede ayudar en la investigación? Además, al reflexionar mi condición humana, principalmente el ser emocional, como cualquier persona que se enfrenta al mundo y a muchas realidades, a problemas o una variedad de circunstancias que afectan la forma de ver la realidad o poder distinguir la verdad, si “la teoría sirve para definir y explicar los conceptos y para explicar los resultados de dicha investigación empírica” (González, 2014:19), permite interpretar, comprender la realidad, como mirar con determinados lentes el mundo, me cuestiono ¿Cómo comprender a estos jóvenes estudiantes de preparatoria? ¿seré lo bastante cuidadosa para que mis pre-juicios, creencias, lógicas de pensamiento no afecten las interpretaciones de los datos u observaciones del trabajo de campo?
Estos cuestionamientos son muestra de los inconvenientes que surgieron al llegar a este momento del proceso de investigación, provocando un sentir de frustración, un choque entre mis certezas y las incertidumbres, sobre todo pensar en lo que me configura, ya que puede influir en la investigación.
Al pensar sobre esta configuración que me constituye, un primer momento fue, pensar en
el mundo en el que me encuentro, para poder posicionarme. Vivo en un mundo que es una “vida líquida es una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante” (Bauman: 2006:10), formo parte de las personas racionales, consumidoras, controladas por el tiempo, donde todos nos movemos tan rápido que no gozamos lo que hacemos y no se piensa en el otro.
Un pensamiento objetivista, que sostiene “la realidad y el significado de la realidad existen independientemente de la operación de ninguna conciencia sobre ellas” (Sandín, 2003: 48), en otras palabras, en la investigación se tiene que tomar distancia, no involucrarse con los sujetos para que el conocimiento producido sea verdadero, esto se considera ser objetivo y eso equivale a verdad.
Además, de “recuerda lo malo. Olvida lo bueno”, (Bauman: 2006:10), me hace reflexionar en que me muevo en esa lógica, que por ese motivo he caído en las inercias de etiquetar y juzgar a los jóvenes estudiantes, de decir que no saben, hacen o piensan las matemáticas. Sin embargo, ¿de dónde surge esta construcción de juventud?, porque ha sido difícil reflexionar a los jóvenes, ya que no los reconocía ni siquiera yo misma me pensé como una investigadora joven, debido a que mi percepción fue desde un orden hegemónico y adultocéntrico, es decir, viví un rol de docente, en una relación vertical, donde ellos se encuentran en lo inferior de esa jerarquía, no importaba su voz, sólo las cosas que se solicitaban he indicaba, así como no darles confianza para que no faltaran al respeto.
¿Qué significaba entonces ser joven? Reflexiono y recuerdo a los que fueron mis estudiantes, los miraba a todos igual, me refiero a lo que pensaba, un sujeto que se encontraba entre un rango de edad, irresponsable, rebelde, que no sabe de la vida, ni tiene experiencia y carente de disciplina.
Creo que, por la configuración colonizada de la que refiere De Souza, que parte desde mi hogar, escuela y sociedad, el construirme sin memoria, ha provocado que me olvide de que soy un ser humano, un sujeto. El pensar “yo soy ser humano porque tú eres un ser humano… yo soy solamente si tú también eres” (Hinkelammert, 2002: 2), considero que esta frase invita a la reflexión y el reconocimiento de uno mismo como sujeto y a los otros. Ya que, el contexto en el que vivimos y de nuestro pensamiento colonizado, hablando desde mi particularidad, he negado al sujeto, a los estudiantes al no considerarlos como igual y creyendo que solo yo tengo el conocimiento y la experiencia, sobre todo en el campo de las matemáticas y entrando en esa
lógica positivista.
Lo anterior fue un proceso difícil, de contrariedad con lo que me constituía, reconocer que requiero otra mirada que me posicione en una horizontalidad con el otro y rompa con esa lógica hegemónica, donde las relaciones son verticales y los sujetos son vistos como objetos.
Por otro lado, las dificultades metodológicas se manifestaron en los siguientes cuestionamientos ¿Qué voy hacer? ¿Cómo lo voy hacer? ¿Qué tipo de investigación pretendo realizar? ¿Por qué es cualitativa y no cuantitativa? y ¿Si las historias de vida podrían ser una perspectiva metodológica? ¿Por qué historias de vida y no relatos de vida?
Al cuestionarme constantemente un sentimiento de incertidumbre y miedo me invadió, por no saber cuál es el camino, porque es andar por una cueva oscura y no ver más allá. Lo que me llevo a pensar en la investigación cuantitativa y cualitativa, cuál de éstas se relaciona con el propósito que persigo, que es comprender a los jóvenes estudiantes de preparatoria.
Además ha provocado contrariedad con mi forma de pensar, porque he realizado otras investigaciones de tipo cuantitativa, sin embargo son choques de ideas, lo que dicen las perspectivas cualitativas, con lo que son mis certezas y experiencias pasadas.
Las dificultades expuestas son complejas, porque fui formada y realice investigación a partir de un pensamiento positivista, en una relación investigador-objeto, siguiendo los pasos de cierta metodología, una que no es flexible, en especial no me encontraba en la posición de comprender a sujetos. En este proceso de investigación que es con sujetos jóvenes y cuyo objetivo es comprender lo que dicen, hacen y piensan de las matemáticas me provoca la necesidad de reflexionar sobre una metodología que me posibilite un tipo de relación donde ambas partes nos veamos como iguales, pero respetemos nuestras diferencias.
Lo anterior implica un nivel de dificultad, sin embargo a pesar de haber investigado y hacer un estado de la cuestión como un acercamiento a las investigaciones relacionadas a mi problema de estudio. Al analizarlas y observar los tipos de metodologías y teorías que empleaban, provocó dos cosas: la primera, un alivio de saber cuáles eran mis posibilidades para usar en mi investigación. La segunda, el conflicto de revisar todas y no tener claro cual sería la más adecuada, ya que se corre con el riesgo de estar de acuerdo con todas, es decir, perderse entre tanta información.
Por lo que, al leer teorías y metodológicas en búsqueda de cuál me posibilitaría para
continuar con el proceso de investigación, padecí un bloqueo mental que me impedía escribir y no en esa ocasión sino en varias, esto era por la contrariedad de que no le encontraba sentido a la información con la propia investigación, derivado por las incertidumbres que mostraba al reflexionar constantemente cada paso que daba.
Otro momento que pertenece a la metodología, es estando ya en el trabajo en campo, tiene que ver con el acceso, antes de entrar para mí fue estar en incertidumbre constante, sin embargo, una vez dentro era otra contrariedad con mis miedos, recordando a los autores y lo que propuse en mi diseño metodológico, todo eso es un choque contra la realidad, me refiero a que estuve ocupada preparando una presentación para hablar con el director y luego con los jóvenes estudiantes.
Al reflexionar lo anterior, esa presentación era sólo un orden de palabras en el sentido hegemónico, donde solicito amable y respetuosamente el permiso de hacer una investigación en la preparatoria de Almoloya de las Granadas. Además, por la mala relación que había tenido con el director de la escuela pensaba en los inconvenientes que posiblemente pasarían, fue una dificultad provocada por mis pensamientos no tanto por los otros.
Una ultima dificultad de la que quiero hablar, es precisamente el elegir el grupo al que pasaría a observar, mi configuración epistémica fue un problema y del cual tengo que estar alerta, porque elegí al grupo de quinto semestre por la seguridad que sentía, ya que les di clases todo un ciclo escolar y pensaba que los conocía. Además de apuntar que ya tenia un posible informante, el inconveniente es que la realidad supero mis imaginarios, no los conocía y me sentí fuera de lugar, en otras palabras, que no encajaba ahí y la incertidumbre de si encontraría información empírica para mi investigación.
Superar las dificultades anteriores de este proceso de investigación que vivo, fue a través de trazar retos personales, con el asesor y la ayuda de otros camaradas, sin embargo, la toma de decisiones fue y sigue siendo siempre mía.
Al reflexionar sobre qué es un reto, este es un objetivo difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un desafío para quien lo afronta. Los retos que presente en el proceso de esta
investigación, fueron varios y hacen referencia en la construcción del corpus teórico-empírico y la perspectiva metodológica. Cabe mencionar que, esos desafíos algunos son de las exigencias de la propia investigación, del asesor, de las discusiones dentro de los diversos seminarios y de la investigadora.
Por otro parte, veo esencial concebir la toma de decisiones, a qué refiero o cómo lo entiendo, recordando un poco en esas dificultades y los retos que se van viviendo, pienso en las decisiones como esos posibles y diversos caminos que aparecen, pero no es sólo salir del problema, si no es que solucionemos lo que pasa y al mismo tiempo sentir bienestar, en otras palabras, las pienso como el posicionamiento que adquirí en cada reto.
El primer reto como una exigencia de mi investigación y del asesor fue la construcción del corpus teórico-empírico, este implico otros más, ya que fue necesario leer diversas teorías, teniendo como guía lo que había encontrado en el estado de la cuestión.
Por lo que, tuve que pasar de un estado de bloqueo al esclarecimiento de ideas y argumentos para sostener mis decisiones y asumir un posicionamiento, que he construido a partir de lecturas claves de la realidad a través del uso de la teoría, y reconocer que “sin ésta no es posible realizar un trabajo metódicamente riguroso ni hacer interpretaciones de fondo más allá del sentido común” (González, 2014: 20), en otras palabras, es poder mirar con otros lentes la realidad y de acuerdo a la necesidad del problema, ya que “la índole del problema indica cuál sería la teoría adecuada que esclarezca los conceptos, posibilite la interpretación de los hechos y la explicación de los resultados” (González, 2014: 19), el cual es lo que dicen hacen y piensan los jóvenes estudiantes de las matemáticas.
Además, el reflexionar sobre la teoría en la investigación educativa y que esta “alude un mayor o menor grado de consistencia conceptual, metodológica y analítica. La dimensión teórica es entonces constitutiva de la producción de conocimiento” (Buenfil, 2002: 29), es necesaria para validar todo el proceso de la investigación.
Esto me hace tener presente que la teoría posibilita una forma de comprender la realidad de los jóvenes estudiantes, así como de construir conocimiento. Sin embargo, continuando un poco con mi formación más práctica, la pienso a la vez “en su capacidad potencial de convertirse en un modelo incuestionable, que todos los investigadores deben seguir para ver reconocidos sus trabajos” (Bondarenko, 2009: 466), es decir, no es el remedio para todos los problemas, ya que
“no son eternas, ni acabadas, no son perfectas, siempre son parciales y aproximadas, y nunca son totalmente objetivas” (Bondarenko, 2009: 465), esto pensando que dependen de la naturaleza del problema y también de las diferentes configuraciones epistémicas del investigador.
Otro de los retos dentro del corpus teórico-empírico, es precisamente de adoptar una teoría general para lograr esa consistencia conceptual de la que refiere Buenfil y esta “implica una visión de la sociedad, de su estructura y funcionamiento, del lugar que las personas ocupan en ella, de las interrelaciones que se dan entre sus miembros y de las relaciones entre éstos y el todo social” (González, 2014: 31), en otras palabras, una forma de comprender la sociedad en la que están inmersos estos jóvenes estudiantes de preparatoria.
Por lo anterior, veo la posibilidad de comprender a los jóvenes a partir del interaccionismo simbólico que “hace referencia, desde luego, al carácter peculiar y distintivo de la interacción, tal y como ésta se produce entre los seres humanos” (Blumer, 1982: 59), es decir, ese proceso de comunicación de las relaciones inter e intra personales, en la que se construyen interpretaciones simbólicas a las que el sujeto da sentido y significado.
Los seres humanos a través de los símbolos comunicamos lo que sentimos o pensamos con los demás. Además, las “acciones que expresan un significado que el otro puede interpretar a partir de su experiencia” (Woods, 1998: 49), es por eso que en cada interacción con los otros están en juego los significados de cada sujeto y que pueden moldearse de acuerdo a la interpretación que se le dé a la situación en la que se encuentren.
Para comprender lo que llegan a decir, lo que hacen y que piensan de las matemáticas los jóvenes, veo esa posibilidad en el interaccionismo simbólico, para entender como es que en sus interacciones con los otros van re-construyendo esos significados y los saberes matemáticos que son diferentes a los propuestos por la escuela.
Otro reto que considero tanto personal como de la propia investigación, fue superar esa mirada hegemónica y adultocéntrica con respecto a los jóvenes, romper con esa concepción por lo biológico y pensar a las juventudes, para esto decidí por asistir a las sesiones del seminario optativo de juventudes, pude haber elegido cualquier otro, pero quiero reconocer y comprender a los jóvenes, ya que los estoy investigando y siento un compromiso ético por ser una investigadora joven.
Por lo que, ser joven “es una etapa de la vida muy particular y compleja” (Durston, 2001:
99), es una construcción social, cultural, histórica, política, económica, que no puede definirse simplemente por lo biológico, y para ser analizada “se debe atender a los aspectos facticos, materiales, históricos y políticos en que toda producción social se desenvuelve” (Margulis, 2017: 2), es entonces que es necesario contextualizar a los jóvenes.
Siendo de esta manera, no se puede hablar de juventud sino de juventudes, ya que “sus significantes son diversos y refieren a varias imágenes desde un mismo habla con diversos hablantes” (Duarte, 2001: 59), que construyen sus identidades y significados en los distintos espacios sociales.
Lo anterior me hace pensar que los jóvenes tienen una condición concreta, un tiempo, un espacio, por eso, se puede decir que son sujetos situados y que existen una heterogeneidad de jóvenes, por tanto, no se pueden homogeneizar.
Además, si el ser joven es difícil y complejo, serlo desde un contexto rural puede ser más complejo, por los imaginarios impuestos o construidos a partir de la mirada adultocéntrica, lo hegemónico se desborda para incapacitar a estos jóvenes estereotipados sólo por ser rurales, pensados en no poder estudiar, analfabetas, pobres, dedicados al campo, que migran por condiciones de carencia, pero esta ficción es superada por la realidad, ya que “proporciones importantes de los jóvenes rurales activos están ocupados en tareas no-agrícolas” (Durston, 2001: 103), refiriendo a los jóvenes de esta investigación son de un contexto rural y por lo mismo los mire en carencia pensando en esos estereotipos, pero no es su realidad.
Asimismo, reconocer que los jóvenes son constructores de espacios y tiempos en donde re-significan su cultura juvenil, ya que se entretejen y “los lugares de la memoria se ubican en el tiempo de la cotidianidad, del calendario, del ciclo vital, de la historia; y los momentos recordados están anclados en locales, paisajes, territorios físicos o sociales concretos” (Feixa, 2000: 55), en otras palabras, son esos espacios y tiempos vivenciados de los jóvenes.
Ante esta reflexividad que fue a partir de la lectura de trabajos de juvenologos y las discusiones que provocaron y construimos con los compañeros del seminario optativo, llego a tener una postura de que las juventudes son diversas, no depende de una edad etaria o condiciones biológicos, sino que es más complejo, una construcción social, cultural, biológica y política. Además, este enfoque sociocultural de la juventud me posibilita reconocerlos como diversos no sólo una juventud universal y hegemónica, así como no mirarlos en carencia, de que
no saben o tienen experiencia, sino que son protagonistas, que tienen su historia, que reconstruyen significados, sus espacios y tiempos, que luchan por ser escuchados y buscan formas de manifestarse.
Otro reto fue entender estas prácticas sociales de las matemáticas, ya que a través de estas “el hombre da sentido a los problemas fundamentales de la ciencia, sometiéndolos a las complejas relaciones entre ellos y su entorno” (Camacho, 2006: 133), así como concebirla que es cualquier acción humana realizada en lo social, de la cual se logra re-construir significados.
Cabe mencionar, que estas prácticas sociales dependen de cada sujeto “de las posibilidades específicas que posea, posibilidades que están en relación con el volumen y la estructura de su capital y con los habitus incorporados” (Gutiérrez, 2005: 96), en otras palabras, entre más sean las interacciones y variadas con los demás, serán las significaciones que construyan.
Esto de las prácticas sociales, es reconocer que construimos conocimientos, significados, sentidos y símbolos a través de las interacciones sociales, la ansiedad me invade por descubrir lo que los jóvenes estudiantes llegan a re-significar de las matemáticas en lo social, con sus familias y amigos, esos saberes matemáticos que no reconoce la escuela.
Por otra parte, los retos para la construcción de la perspectiva metodología, fue decidirme por la investigación cualitativa, ya que ésta pretende “entender los fenómenos sociales desde la propia perspectiva del autor” (Taylor y Bogdan, 1987: 16), por lo que va más allá de solucionar o decir por qué de un problema, sino una comprensión de la realidad.
Además, de acuerdo a la naturaleza del problema de investigación, es importante considerar que “la elección de las prácticas de investigación depende de los problemas que se hayan formulado, y estos problemas, a su vez, dependen de sus contextos” (Denzin y Lincoln, 2011: 51), el querer comprender y recuperar lo que dicen, hacen y piensan los jóvenes estudiantes en sus prácticas sociales de las matemáticas en el contexto rural, es por lo que considero una investigación de tipo cualitativa.
También, veo necesario de una metodología “en el que cada uno se reconoce por la mirada que el otro, en una situación horizontal le devuelve” (Corona, 2012:92), es decir, una donde reconozca a los jóvenes como iguales, pero respetando las diferencias, en la que sean ellos considerados como los que saben y que sea a partir de ellos mismos y no sólo del investigador,
sino en colaboración.
Asimismo, miro una posibilidad metodológica en lo biográfico narrativa y recuperar las historias de vida de los jóvenes, ya que “es una forma de escritura, distinta de los tradicionales informes de investigación, y -como tal- un modo específico de analizar y describir los datos en forma de relato” (Bolívar, 2001:18), porque todos los seres humanos estamos necesitados de escuchar y contar historias, sobre todo los jóvenes.
Además, el narrarse “supone una forma de conocimiento que interpreta la realidad” (Rivas, 2009: 18), es decir, que a través de la propia voz de los sujetos nos permite comprender la realidad que viven.
Otro reto fue conocer el proceso y como no perderme en la investigación a través de un diseño metodológico, pues éste “puede concebirse como un procedimiento o guía apropiados para hacer algo teniendo en cuenta ciertas condiciones” (Knobel y Lankshear, 2001:17) metodológicas de la investigación cualitativa, es decir, me va asistir en el proceso de esta investigación.
Por lo que, al reflexionar la decisión del diseño del proceso de la investigación, y considerar que “no implica elaborar una estructura rígida de pasos, etapas y actividades” (Osorio, 2014: 200), siendo el método biográfico narrativo, flexible, no lineal, ni rígido.
Considero las fases de todo el proceso de investigación de “la planeación, el trabajo de campo y la interpretación de la información” (Osorio, 2014: 189), esta última que requiere de mayor trabajo reflexivo y de análisis, la descompongo en dos etapas, una que es análisis e interpretación de información y la otra que viene siendo la escritura.
Por último, lo que vivo en el trabajo en campo la decisión que tome es vivir el momento, pero cuidando lo epistémico que me configura, es decir, cuidando mis prejuicios, creencias, evitar etiquetar y juzgar, porque todo lo que imagine fue superado por la realidad.
Toda esta reflexión de las dificultades, los retos y la toma de decisiones que fui y sigo haciendo, me permite mirar la investigación como un proceso complejo, transformador y siempre en construcción. Así como, tener presente que los retos no se acaban, desde que inicias en el proceso de investigación y aunque termines aún se presentan en esos pendientes que vas descubriendo.
Además, tomar una decisión no es fácil, requiere tiempo y aunque parece que es la
culminación de un proceso de lucha, es un inicio que te permite avanzar pero sin saber que te puede pasar, es un proceso en espiral que parece se repiten los pasos, pero las situaciones son distintas.
Por otro lado, la reflexividad que hice de la teoría y metodología fue darme cuenta precisamente que la naturaleza del problema de la investigación que persigo es mi brújula para no perderme entre tanta información teórico-metodológica. Asimismo, que la teoría sirve para mirar con otros ojos la realidad, son otros lentes para ver mas allá de lo evidente.
Es por eso mismo, que mi forma mirar a los jóvenes ha cambiado, reconociendo que es una construcción social, cultural, política e histórica, es decir, compleja. Así como pensar en juventudes plurales, que luchan por ser escuchados, porque son sujetos situados e históricos, con experiencia y de acción, para transformar la sociedad.
Igualmente, reconocer la flexibilidad del diseño metodológico y que he vivido en el trabajo en campo, el cual miro más que ir a investigar a jóvenes es entrar en relación con ellos, en el cual construyes lazos de amistad. Además, de tener presente que la ficción la supera la realidad en el sentido de no ir con una receta o parecer una especie de robot, al contrario ir con la intención de escuchar a los otros y vivir el momento. En fin, reflexiono el estar en el campo como un espacio de re-construcción de significados sobre todo si es una investigación de tipo cualitativa, porque, tocas a los otros y ellos a ti.
Por último, el proceso de investigación a parte de construir conocimiento es de formación, porque el investigador se va transformando a partir de las dificultades y los retos que se van presentando. Además, reconocer que esto no ocurre de manera solitaria, sino en compañía de los otros. También, es importante mencionar que en cada toma de decisión, es donde se logra percibir esa transformación personal y que se desborda a otras dimensiones del sujeto.
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