Dorismilda Flores Márquez1
Palabras clave: comunicación digital; migración; participación; activismo.
La experiencia migratoria, aunada a la presencia de los medios digitales, transforma los modos de entender la ciudadanía y la participación. Esta ponencia presenta los resultados preliminares de una investigación sobre el activismo político digital de mexicanos desde el extranjero. La investigación aborda los casos de mexicanos que residen en el extranjero y tienen prácticas de
1 Doctora en Estudios Científico-Sociales, en la línea de Comunicación, Cultura y Sociedad, por el ITESO. Profesora-investigadora en la Universidad De La Salle Bajío. Líneas de investigación: cultura y comunicación digital, comunicación para el cambio social, comunicación intercultural. Correo-e: dorixfm@gmail.com, dfloresm@delasalle.edu.mx.
activismo digital.
Estudios previos señalan que los medios digitales por sí mismos no determinan la participación, pero proveen de espacios para que los ciudadanos comprometidos lo hagan y contribuye a la emergencia de nuevos actores políticos. El caso mexicano es pertinente, al tratarse del segundo país con mayor cantidad de emigrantes, sólo después de India. De acuerdo con datos de la ONU, más de 12 millones de mexicanos viven fuera del país.
Metodológicamente, se trata de un estudio etnográfico, que articula la etnografía digital y las etnografías de la participación. La recolección de datos incluye revisión de páginas en Facebook, Twitter e Instagram, de grupos mexicanos en el extranjero, así como entrevistas semi- estructuradas con migrantes para explorar sus experiencias.
Los hallazgos confirman la relevancia de los medios digitales en la experiencia de los migrantes, en tanto que estos expanden el acceso a la información y a la expresión pública, así como la formación de redes sociales y activistas. A raíz de sus experiencias migratorias, estos mexicanos han experimentado un renovado interés en los asuntos públicos de su país de origen, como resultado de distintos factores, como la oportunidad de repensar México al compararlo con otros países, las preocupaciones sobre sus familias y amigos que se quedaron, así como la nostalgia por su lugar de origen. De esta manera, los cambios en la subjetividad política son una motivación para hacer activismo digital por su país de origen, incluso cuando no está en sus planes regresar.
El estudio del activismo político digital de los mexicanos desde el extranjero desde la comunicación contribuye a la comprensión del espacio público y sus reconfiguraciones en la era global.
Esta investigación se ubica en un área de frontera entre los estudios de comunicación e internet, la sociología política, la sociología de los movimientos sociales y los estudios de migración, al conectar las preocupaciones por los cambios comunicacionales y sus implicaciones en la reconfiguración del espacio público, con las lógicas de participación de los ciudadanos y su opción por el activismo, así como con la migración.
Los estudios previos sostienen que hay un lazo fuerte entre los medios digitales y la
participación política. Si bien los medios digitales por sí mismos no determinan la participación, sí se convierten en elementos clave para la interacción y la participación de ciudadanos con cierto nivel de compromiso político. Además, las experiencias migratorias transforman los marcos de ciudadanía, y subjetividad política, así como el uso de medios digitales.
Lo público se encuentra en una reconfiguración permanente, en relación con los cambios en las sociedades, sus modos de organización y de comunicación. El espacio público se ha entendido como un espacio de participación y tradicionalmente ha tenido tres sentidos básicos: aquello de interés común, aquello que goza de visibilidad y aquello que es accesible. Los tres sentidos se han construido en oposición a lo privado, que se considera de interés particular, no visible u oculto, así como inaccesible o restringido (Martín-Barbero, 2001; Rabotnikof, 2010; Thompson, 2011). Las nociones sobre lo público han estado además asociadas a la democracia, de modo que lo público ha designado un área de la vida social, el sitio, el lugar y el resultado del debate democrático (Cassegård, 2014; Nash, 2014; Rabotnikof, 2010).
El espacio público, que tradicionalmente había sido conceptualizado en una dimensión nacional, se ve desafiado ante la emergencia primero de los medios de comunicación de masas y, posteriormente, de los medios digitales. Estos últimos expanden el alcance y la visibilidad de los asuntos públicos locales en contextos internacionales, a la vez que permiten observar las implicaciones locales de los asuntos públicos internacionales.
Los medios digitales han favorecido un desplazamiento en el acceso a la expresión pública, de modo que éste deja de limitarse al sujeto legitimado e incluye al sujeto tecnologizado (Flores Márquez, 2010), es decir, a aquel que tiene las posibilidades, el interés y las habilidades para comunicarse a través de los medios digitales. Quienes se asumen previamente como sujetos políticos ven en lo digital la posibilidad de volverse visibles, intervenir en la agenda pública y contribuir —o, incluso, disputar— la construcción de sentido del mundo (Escobar, 2009; Flores Márquez, 2016; Milán, 2013; Ward & DeVreese, 2011).
En ese sentido, estos espacios contribuyen a la emergencia de nuevos tipos de actores políticos, que cuestionan los límites entre lo público y lo privado, conectan la vida cotidiana con la política y, además, ejerce nuevas y creativas formas de ciudadanía tanto en el espacio público urbano como en los medios digitales (Martín-Barbero, 2008; Pleyers, 2013). La circulación transnacional de información y la integración de redes se conectan con la formación de cierta
conciencia global o de una sociedad civil global (Castells, 2008, 2009). La posibilidad de comunicarse a través de los medios digitales, da lugar a las discusiones sobre el espacio público ampliado, expandido o virtual, para referirse a la extensión de las posibilidades de participar en los asuntos públicos, más allá del entorno físico inmediato y de las fronteras nacionales (Cardon, 2011; Reguillo, 2002; Ribeiro, 2002; Trejo Delarbre, 2009).
El estudio del vínculo entre lo público e internet se ha enfocado en las transformaciones en la visibilidad posibilitada por los medios de comunicación y amplificada por los medios digitales (Cardon, 2011; Couldry & Dreher, 2007; Goldberg, 2010; Martín-Barbero, 2001;
Papacharissi, 2002; Thompson, 2011; Trejo Delarbre, 2009; Van Dijck & Poell, 2015). Sin embargo, se observa que los debates en la esfera pública virtual no necesariamente están orientados al diálogo y la deliberación (Calvo & Campos-Domínguez, 2016; Cammaerts, 2009; Goldberg, 2010; Trejo Delarbre, 2015). Se observa también que, en nuestros tiempos, lo público se caracteriza por la fragmentación, principalmente en las redes sociodigitales (Couldry & Dreher, 2007; Flores-Márquez, 2016; Tufte, 2015).
Por otro lado, la ciudadanía se refiere al reconocimiento y la pertenencia a una comunidad política, los derechos y obligaciones con esa comunidad política, las instituciones que posibilitan y garantizan la participación, así como las prácticas de los ciudadanos tanto por medio de canales institucionales —gobiernos, partidos políticos— como por fuera de ellos —organizaciones de la sociedad civil, grupos activistas— (Ramírez Sáiz, 2006; Susen, 2010). La investigación sobre ciudadanía, en relación con los debates sobre la expansión del espacio público, ha abordado recientemente la erosión de las fronteras nacionales propia de la era global, en relación con la emergencia de nuevas formas de ciudadanía, como la sociedad civil transnacional o global, la ciudadanía mundial y los movimientos sociales supranacionales (Castells, 2008; Kaldor, 2003; Kymlicka, 2011; Ramírez Sáiz, 2006; Sassen, 2009).
El vínculo entre ciudadanía y comunicación se produce en torno a condiciones básicas que son pre-requisitos para la participación en sociedades democráticas, tales como la libertad de expresión, el acceso a la información, el acceso a medios y tecnologías de comunicación, así como la cobertura mediática. Refiere, entonces, a derechos, condiciones y prácticas.
Al igual que el espacio público, las conceptualizaciones tradicionales de ciudadanía eran referidas a la dimensión nacional, en tanto que la ciudadanía se asocia con un Estado-nación. Las
migraciones internacionales desafían las nociones clásicas de ciudadanía, al incorporarse otras lógicas de ciudadanía: los ciudadanos de un país que viven en otro con autorización, los ciudadanos de un país que viven en otro sin autorización, los ciudadanos que tienen dos o más nacionalidades. Al cruzar esto con los medios digitales, se observan nuevas formas de participación y nuevos tipos de actores políticos.
En este marco, se entiende por migración al proceso de desplazamiento permanente o temporal de individuos o grupos de un lugar a otro. La migración internacional se concentra en aquellos flujos migratorios que implican un desplazamiento de un país a otro (United Nations, 2016). Estos flujos migratorios dan lugar a la categoría del migrante y constituyen un desafío para el ejercicio y el estudio de la ciudadanía.
Las migraciones internacionales ponen en relieve los polos de crecimiento económico, los flujos migratorios, los desafíos de los encuentros interculturales en la vida cotidiana y en contextos laborales y académicos, así como las implicaciones de estos desplazamientos para las relaciones internacionales (Couton & Gaudet, 2008; Huang, Lee & Hayes, 2016; White, 2016). Las migraciones internacionales implican tensiones en el ejercicio de la ciudadanía, al estar esta última vinculada al Estado-nación. Los migrantes siguen siendo ciudadanos de su país de origen, a la vez que participan en su país de residencia. Esto da lugar a discusiones tanto sobre la ciudadanía mundial, transnacional o diaspórica (Bretell, 2016; Ramírez Sáiz, 2006; White & Johnson, 2016) como sobre la dimensión cultural de la ciudadanía, en términos de ciudadanía cultural, multicultural y/o multinacional (Kymlicka, 2011; Rosaldo, 2000; Winter, 2015). La experiencia migratoria, aunada a la presencia de los medios digitales, transforma los modos de entender la ciudadanía y la participación. Estos medios son elementos importantes para los migrantes, tanto en los ámbitos de las relaciones interpersonales como en el ejercicio de la ciudadanía en contextos transnacionales.
La comunicación, en un sentido amplio, se refiere a la producción social de sentido. Con los medios digitales, las prácticas de comunicación se han transformado, en términos de producción, circulación y consumo. Se han alterado las condiciones de acceso, alcance, visibilidad, interacción, integración en redes, entre otros aspectos (Jensen, 2010; Scolari, 2009; Thompson, 2011). No son simplemente herramientas, sino espacios de disputa por el sentido, en los cuales los sujetos buscan acceder a recursos de simbolización y expandir su espacio de
visibilidad (Cardon & Granjon, 2010; Cardon, 2011; Escobar, 2009; Flores-Márquez, 2016; Milan, 2013). De ahí que sean tan importantes para el ejercicio de la ciudadanía, especialmente en contextos transnacionales. El vínculo entre comunicación y medios digitales, migración y ciudadanía, permite explorar las reconfiguraciones de lo público en la era global. En la siguiente sección se expone el caso mexicano y su relevancia.
En las décadas recientes, los flujos migratorios se han intensificado en todo el mundo. De hecho, se considera que las migraciones internacionales son uno de los elementos clave en la globalización. Los flujos migratorios tienen ciertas lógicas que reflejan problemáticas, desigualdades y modos de organización, que responden a contextos concretos.
El país que recibe mayor cantidad de inmigrantes es Estados Unidos. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas, en 2015 vivían en ese país 47 millones de habitantes. La migración más grande de un país a otro se produce de México a Estados Unidos, puesto que el 98% de los emigrantes mexicanos tienen como destino ese país. Eso convierte a México en el segundo país con mayor número de emigrantes en el mundo, sólo después de India (United Nations, 2016).
Los otros países en los cuales se concentra la migración de mexicanos se sitúan en América y Europa (ver tabla número 1). Otros países concentran números menores de mexicanos.
Tabla núm. 1. Mexicanos que viven en el extranjero, en países distintos a Estados Unidos
País | Número de migrantes mexicanos |
Canadá | 93,557 |
España | 46,867 |
Alemania | 18,268 |
Guatemala | 17,540 |
Francia | 12,580 |
Reino Unido | 10,502 |
Fuente: Elaboración propia, con datos de United Nations, 2015.
En el año más reciente, se han endurecido las posiciones contra los migrantes. La retórica nacionalista, xenofóbica y racista ha sido una constante tanto en el Reino Unido, donde se votó para salir de la Unión Europea, como en Estados Unidos, donde Donald Trump se convirtió en presidente.
En ese sentido, el caso mexicano es privilegiado para analizar el vínculo entre comunicación en medios digitales, ciudadanía y migración, como una vía para comprender las transformaciones de lo público.
Metodológicamente, se trata de un estudio etnográfico (Hammersley & Atkinson, 1994), a fin de analizar el vínculo entre comunicación en medios digitales, ciudadanía y migración desde la perspectiva de los actores.
Se recuperan elementos de la etnografía digital (Hine, 2009, 2015) y etnografías de la participación (Cefaï, Carrel, Talpin, Eliasoph & Lichterman, 2012) para analizar las prácticas de sujetos móviles, tanto en línea como en contextos presenciales.
La recolección de datos incluye revisión de páginas en Facebook, Twitter e Instagram, de grupos mexicanos en el extranjero, de carácter público. En ese sentido, no se revisan los perfiles personales de los sujetos de estudio, incluso cuando se tiene acceso a algunos de ellos, sino aquellas participaciones colectivas orientadas hacia lo público.
Se realizan además entrevistas semi-estructuradas con migrantes —la mayoría de ellas, en línea— para explorar sus trayectorias, experiencias y perspectivas, en tres ejes: la experiencia migratoria, el interés y la participación en asuntos públicos mexicanos desde el extranjero y las prácticas de comunicación en medios digitales.
En esta primera etapa del trabajo, se han recabado datos de páginas de grupos de mexicanos en el extranjero en Facebook y se han realizado 15 entrevistas con migrantes mexicanos de perfiles diversos: 10 de ellos viven en Estados Unidos, cuatro en Argentina y uno en España; ocho hombres y siete mujeres; de 20 a 58 años de edad; con distintos tiempos de permanencia en el extranjero, que van de uno a 30 años; 12 de los 15 sólo han habitado en un país extranjero y tres más han vivido en dos o más países; todos los entrevistados hasta el momento, han emigrado de manera legal.
La fase de sistematización y análisis de datos sigue también una lógica etnográfica, para recuperar las categorías que emergen de los propios actores.
Como se expone en las siguientes secciones, los primeros hallazgos confirman la relevancia de los medios digitales en la experiencia migrante. Se observa un nuevo interés en los asuntos públicos del país de origen, que se traduce en algunos casos en la necesidad de hacer activismo político digital por el país de origen, incluso en casos de migrantes que no tienen pensado regresar a él.
Tanto en las publicaciones en internet como en las entrevistas, se observa entre los mexicanos que viven fuera de México un orgullo por ser mexicanos. Ellos coinciden en que estar lejos de su país les ha permitido amarlo de otra manera. Reconocen la grandeza de México y la explican en cuanto a su gente, es decir, consideran que los mexicanos somos felices, amables, solidarios, trabajadores e ingeniosos, aun en contextos adversos.
Uno de los elementos que más señalan es lo mucho que extrañan la comida mexicana, sobre todo quienes habitan en países más lejanos —es el caso de Argentina y España— o bien en ciudades estadounidenses con menor acceso a productos mexicanos. Si bien la cultura alimentaria no es un elemento clave en esta investigación, resulta relevante como uno de los elementos que más valoran quienes están lejos.
Por otro lado, buena parte de los migrantes expresan que extrañan a su familia y amigos que aún viven en México, pero también expresan preocupación ante las problemáticas a las cuales están expuestos quienes se quedaron en el país. Entre las páginas de mexicanos en el extranjero revisadas, se observa la difusión de noticias de acontecimientos complicados para los mexicanos, tanto de orden natural como el terremoto, como de orden social como la corrupción, los desaparecidos, los feminicidios y la inseguridad. En las entrevistas, fue recurrente que mencionaran dichas problemáticas como razones por las cuales no volverían a México, incluso cuando algunos lo extrañan tanto.
Estas preocupaciones por determinadas problemáticas se han intensificado a partir de la experiencia de vivir en otros países, convivir con otros modos de organización y otras lógicas de ejercicio de la ciudadanía. Algunos de los entrevistados manifestaron haber sido muy poco
participativos, casi indiferentes, mientras vivían en México; haberse sorprendido ante los modos en que ciudadanos de otros países exigen sus derechos y participan en organizaciones de la sociedad civil; y haber cuestionado la pasividad que perciben en los mexicanos frente a problemáticas tan graves. Para algunos, hacer esto consciente los ha empujado a participar por distintas vías.
Algunos de ellos manifiestan interés por la política en su país de residencia, puesto que ésta les afecta de manera directa. Particularmente, entre quienes viven en Estados Unidos, existe preocupación en torno a las políticas anti-inmigratorias de Donald Trump y los cambios en las legislaciones que ponen en riesgo su permanencia en Estados Unidos. Sin embargo, varios de ellos enfatizan que, si bien Barack Obama fue políticamente correcto, en sus periodos como presidente creció el número de deportaciones.
Las razones que estos mexicanos tuvieron para emigrar se concentran en la búsqueda de mejores oportunidades laborales, ya que, según señalan, incluso cuando algunos trabajan en actividades de construcción o mantenimiento, los sueldos son superiores a los que ganaban como profesionistas en México. El temor a regresar y no tener empleo es una de las razones más fuertes para evitar regresar. En esta lógica de las oportunidades laborales, algunos de los entrevistados se fueron a buscar trabajo, mientras que otros —los menos— se fueron cuando ya tenían un empleo, en corporativos transnacionales, o bien en el servicio diplomático.
Otras de las motivaciones para irse son los estudios de posgrado de líneas específicas que no encontraron en su país de manera tan clara. De igual manera, la familia es una motivación importante, es decir, algunas emigraron por seguir a su pareja.
Para estos mexicanos, la experiencia migratoria ha implicado una serie de desafíos. En primer lugar, el idioma fue un asunto complejo. Para quienes viven en Estados Unidos implicó aprender o reaprender inglés, tanto para la vida cotidiana como para tener mejores posibilidades de trabajar. Para quienes viven en Argentina y España implicó reaprender español, en tanto que hay expresiones distintas dentro del mismo idioma.
El segundo de estos desafíos es la convivencia con la gente. Algunos de los entrevistados se encontraron sin familia, sin amigos, sin red de apoyo para situaciones como una enfermedad o un asunto doméstico. Ellos perciben a los estadounidenses, argentinos y españoles, como gente más fría frente a la calidez de los mexicanos. Sin embargo, para algunos mexicanos en Estados
Unidos, la situación fue relativamente más fácil al ir con familiares o amigos que habían emigrado antes, pero relativamente complicada ante la competencia entre los propios mexicanos de distintas generaciones de migración.
El tercero de los desafíos es la alimentación. Varios de los entrevistados señalan que la comida de estos tres países es insípida y cara. Esto último complica la supervivencia de quienes se van en busca de oportunidades, pero también de quienes van a estudiar un posgrado con una beca en pesos mexicanos que no resulta suficiente en el extranjero.
Pese a estar lejos, estos migrantes mexicanos se sienten cerca. Prácticamente todos ellos mantienen el contacto con sus familiares y amigos mexicanos, a través de internet, particularmente mediante Whatsapp, Messenger y Facebook. Para ellos, las redes significan la oportunidad de estar cerca, de mantener los vínculos. Quienes tienen mayor edad, recuerdan lo complicado que era antes comunicarse: era muy caro llamar por teléfono, así que lo hacían muy poco. En este sentido, valoran mucho la oportunidad que se tiene ahora, de comunicarse permanentemente y de manera instantánea. La interacción a través de pantallas se ha convertido en parte de su vida cotidiana.
Por otro lado, lo que pasa en México sigue siendo importante para varios de ellos, de modo que están pendientes de las noticias sobre el país, a través de medios mexicanos y/o latinos, como Univisión y Telemundo, así como a través de internet. En mayor o menor medida, estos migrantes siguen medios mexicanos en redes sociodigitales como Facebook, para estar siempre actualizados sobre lo que ocurre en México. Algunos de ellos —los menos— manifestaron contrastar fuentes y dar seguimiento a temas específicos, quienes así lo señalaron son quienes participan de manera activa en organizaciones de la sociedad civil en alguno de los países, en grupos activistas, o bien que realizan prácticas de activismo digital sin formar parte de grupos. Este tipo de perfiles son quienes manifiestan explícitamente su incomodidad ante la pasividad de los mexicanos y su búsqueda por contribuir a generar sociedades más críticas.
La exploración digital permitió observar que algunos de los grupos se asumen claramente como activistas y apuestan por la vía de la información. Desde su perspectiva, los mexicanos — dentro y fuera de México— deben tener acceso a la información acerca de las prácticas de
corrupción e impunidad de los gobiernos mexicanos, así como de las condiciones de desigualdad y violencia en que se vive.
Otros optan por la intervención y participan activamente en la recaudación de apoyos para contribuir a la solución de problemas concretos, que van desde ayudar a comprar una ambulancia para el hospital del pueblo hasta ayudar a familias desfavorecidas en sus comunidades de origen. Para estos perfiles, es muy relevante reconocer las condiciones de desigualdad, pero no basta con la información, sino que se enfocan en la acción. Algunos de ellos consideran que la vía de la sociedad civil es apoyar a los gobiernos para mejorar las condiciones de sus connacionales.
El contraste entre estar físicamente lejos, pero emocional y políticamente cerca, atraviesa por la experiencia migratoria, las prácticas políticas y las prácticas de comunicación digital. Estar lejos implica algo más que la nostalgia, puesto que la distancia les permite repensar a México, principalmente a partir de las comparaciones entre su país de origen y el de residencia. Estas comparaciones se producen en varios niveles: el país en un sentido amplio, es decir, México como un Estado fallido frente a otros países que logran funcionar; y la ciudadanía como derecho y como práctica, es decir, la comparación entre estilos de ciudadanía más pasivos en el caso mexicano y más activos en los casos de Estados Unidos, Argentina y España.
En estos procesos los medios digitales juegan un papel fundamental, tanto por la vía de los medios periodísticos que les permiten estar informados permanentemente de lo que acontece en México, como por la vía de la expresión pública en redes, es decir, el creciente acceso a medios digitales facilita para ellos ejercer su libertad de expresión, plantear posturas respecto a lo que ocurre en su país y, en algunos casos, organizarse tanto para la protesta como para la intervención.
A reserva de profundizar en estos aspectos, se observa que la cultura política importa, es decir, las prácticas que estos mexicanos traían desde su familia, escuela, comunidad y los medios, son muy relevantes y, en buena parte de los casos, se intensifican estando fuera.
El contexto también importa. Como fue señalado anteriormente, la investigación se realiza justamente mientras hay cambios en las políticas migratorias de Estados Unidos y se intensifican las oposiciones a la migración en otros contextos. Esto ha tenido sus implicaciones en varios
grupos. Por ejemplo, algunos grupos que proseguían sus prácticas de activismo digital en torno a casos como Ayotzinapa o la gestión de Peña Nieto, desviaron parcialmente su atención hacia Trump, para después regresar a las preocupaciones iniciales.
Si bien los perfiles de mexicanos han sido muy distintos entre sí, las experiencias en torno a la ciudadanía, el activismo y la comunicación en medios digitales, los unen. En ese sentido, el estudio del activismo político digital de los mexicanos desde el extranjero contribuye a comprender el espacio público y sus reconfiguraciones en la era global.
Bretell, C.B. (2016). Perspectives on migration theory – Anthropology. En White, M.J. (editor). International Handbook of Migration and Population Distribution (pp. 41-67). New York: Springer.
Calvo, D. & Campos-Domínguez, E. (2016). Participation and topics of discussion of Spaniards in the digital public sphere. Communication & Society, 29(4), pp. 219-234.
Cammaerts, B. (2009). Radical pluralism and free speech in online public spaces: the case of North Belgian extreme right discourses. International Journal of Cultural Studies, 12(6), pp. 555-575.
Cardon, D. (2011). La démocratie internet. Promesses et limites. Paris: La Republique des Idees / Seuil.
Castells, M. (2008). The new public sphere: global civil society, communication networks, and global governance. ANNALS, 616, pp. 69-93.
Castells, M. (2009). Communication power. Oxford: Oxford University Press.
Cefaï, D., Carrel, M., Talpin, J., Eliasoph, N. & Lichterman, P. (2012). Ethnographies de la participation. Participations, 3(4), 7-48.
Collyer, M. & King, R. (2015). Producing transnational space: International migration and the extra-territorial reach of state power. Progress in Human Geography, 39(2), pp. 185-204.
Couldry, N. & Dreher, T. (2007). Globalization and the public sphere: Exploring the space of community media in Sidney. Global Media and Communication, 3(1), pp. 79-100.
Couton, P. & Gaudet, S. (2008). Rethinking social participation: The case of immigrants in Canada. International Migration and Integration, 9, pp. 21-44.
Davis, T. (2010). Third spaces or heterotopias? Recreating and negotiating migrant identity using online spaces. Sociology, 44(4), pp. 661-677.
Dutton, W. (2013). Internet studies: The foundations of a transformative field. En W. Dutton, The Oxford handbook of internet studies (págs. 1-23). Oxford: Oxford University Press.
Erel, U. (2012). Engendering transnational space: Migrant mothers as cultural currency speculators. European Journal of Women’s Studies, 19(4), pp. 460-474.
Ess, C. & Consalvo, M. (2011). Introduction: What is internet studies? En M. Consalvo & C. Ess,
The handbook of internet studies (págs. 1-8). West Sussex: Wiley-Blackwell.
Flores-Márquez, D. (2016). Imaginar un mundo mejor: La expresión pública de los activistas en internet (tesis doctoral). ITESO, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, México.
Goldberg, G. (2010). Rethinking the public/virtual sphere: The problem with participation. New Media & Society, 13(5), pp. 739-754.
Hammersley, M. & Atkinson, P. (1994). Etnografía. Métodos de investigación. Madrid: Espasa.
Hine, C. (2009). Question one. How can qualitative Internet researchers define the boundaries of their projects? En A. N. Markham & N. K. Baym, Internet inquiry (págs. 1-19). Thousand Oaks: Sage.
Hine, C. (2015). Ethnography for the internet. Embedded, embodied and everyday. London / New York: Bloomsbury Academic.
Huang, S., Lee, S.K. & Hayes, M. (2012). The politics, subjectivities and connectivities of transnational migration in East Asia. Asia and Pacific Migration Journal, 21(2), pp. 135- 147.
Kaldor, M. (2003). Global civil society. An answer to war. Cambridge: Polity Press.
Kymlicka, W. (2011). Multicultural citizenship within multinational states. Ethnicities, 11(3), pp.
281-302.
Lechner, N. (1988). Los patios interiores de la democracia. Subjetividad y política. Santiago de Chile: FLACSO.
Martín-Barbero, J. (2001). Reconfiguraciones comunicativas de lo público. Anàlisi, 26, 71-88. Papacharissi, Z. (2002). The virtual sphere. The internet as a public sphere. New Media &
Society, 4(1), pp. 9-27.
Pleyers, G. (2010). Alter-globalization. Becoming actors in the global age. Cambridge: Polity Press.
PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo & OEA, Organización de los Estados Americanos (2010). Nuestra democracia. México: Fondo de Cultura Económica.
Rabotnikof, N. (2010). Discutiendo lo público en México. En Merino, Mauricio (coord.). ¿Qué tan público es el espacio público en México? (pp. 25-56). México: Fondo de Cultura Económica / CONACULTA / Universidad Veracruzana.
Ramírez Sáiz, J.M. (2006). Ciudadanía mundial. Guadalajara: ITESO / Universidad Iberoamericana León.
Rosaldo, R. (2000). La pertenencia no es un lujo: Procesos de ciudadanía cultural dentro de una sociedad multicultural. Desacatos, 3, pp. 39-50.
Sassen, S. (2009). Incompleteness and the possibility of making. Towards denationalized citizenship? Cultural Dynamics, 21(3), pp. 227-254.
Staeheli, L.A., Mitchell, D. & Nagel, C.R. (2009). Making publics: Immigrants, regimes of publicity and entry to the public. Environment and planning D, 27, pp. 633-648.
Thompson, J. B. (2011). Los límites cambiantes de la vida pública y la privada. Comunicación y Sociedad, 15, 11-42.
Trejo Delarbre, R. (2009). Internet como expressão e extensão do espaço público. Matrizes(2), 71-91.
Tufte, T. (2015). Comunicación para el cambio social. La participación y el empoderamiento para el desarrollo mundial. Bogotá: Icaria.
United Nations (2015). Trends in International Migrant Stock: Migrants by Destination and Origin (database). New York: United Nations.
United Nations (2016). International Migration Report 2015. New York: United Nations.
Van der Bly, M. (2005). Globalization: A triumph of ambiguity. Current Sociology, 53(6), 875- 893.
Van Dijck, J. & Poell, T. (2015). Social media and the transformation of public space. Social Media + Society, pp. 1-15.
Ward, J. & De Vreese, C. (2011). Political consumerism, young citizens and the Internet. Media, Culture & Society, 33(3), 399-413.
White, M.J. & Johnson, C. (2016). Perspectives on migration theory – Sociology and political science. En White, M.J. (editor). International Handbook of Migration and Population Distribution (pp. 68-89). New York: Springer.
White, M.J. (2016). Introduction: Contemporary insights on migration and population distribution. En White, M.J. (editor). International Handbook of Migration and Population Distribution (pp. 1-8). New York: Springer.
Winter, E. (2015). Rethinking multiculturalism after its ‘retreat’: Lessons from Canada. American Behavioral Scientist, 59(6), pp. 637-657.