La representación de la muerte como ausencia en el imaginario social saltillense The representation of death as absence in the saltillense social imaginary

María Mercedes Contreras Torres1 y María de Jesús García Reséndiz2


Resumen: La ausencia física provocada por la muerte de una persona supone una alteración en el imaginario de quien la sufre. Se propone identificar los símbolos recurrentes en torno a la tradición del Día de Muertos, teniendo en cuenta el valor inconsciente que las personas conceden al vacío de quien muere. Se sustentará este trabajo en el método de la investigación documental, recopilando información de distintas fuentes; en la entrevista abierta, por su flexibilidad; y en la etnografía descriptiva, al observar y reflexionar sobre las costumbres sociales. A partir de esta información se analizará y comparará teoría y pragmática.


Abstract: The physical absence caused by the death of a person supposes an alteration in the imaginary of who suffers it. It is proposed to identify the recurring symbols around the Día de Muertos tradition, taking into account the unconscious value that people give to the void of those who have died. This work will be based on the method of documentary research, gathering information from different sources; in the open interview, for its flexibility and dynamism; and in descriptive ethnography, by observing and reflecting on social customs. From this information, theory and pragmatics will be analyzed and compared.


Palabras clave: representación; muerte; ausencia; imaginario social; cultura


Introducción

La muerte forma parte de la cultura de una sociedad. La ausencia física provocada por la muerte de una persona supone una alteración en el imaginario de quien la sufre, lo cual propicia que el tema sea uno de los más recurrentes en el arte.

En la literatura mexicana se manifiesta este tema desde diferentes perspectivas: para José Revueltas, el mexicano es consciente de su muerte en todo momento: la ve, sabe que está ahí y, sin embargo, trata de continuar por dignidad ante el hecho. Al leer El luto humano de José


1 Estudiante del octavo semestre de la Licenciatura en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Coahuila. Línea de investigación Lectura y construcción del conocimiento. Lectura, lenguaje. mezhelu_it@hotmail.com.

2 Estudiante del octavo semestre de la Licenciatura en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Coahuila. Línea de investigación Lectura y construcción del conocimiento. Lectura, lenguaje. tucitaroro@outlook.com.

Revueltas, surgieron muchas preguntas y todas iban dirigidas a este tema. Hay un pasaje donde uno de los personajes va en busca de un baúl donde guarda cosas materiales importantes para él, pertenecientes a su madre muerta. Esto desencadenó la idea de cómo las personas conservan cosas de sus muertos, las cuales, para ellos representan lo que fueron en vida y mediante ellos llenan la ausencia que les dejó.

En otro sentido, Xavier Villaurrutia presenta su perspectiva ante este tema en Nostalgia de la muerte, donde traza un camino que lleva al hombre a avanzar al sentir su miedo más profundo. Siempre en un ambiente lúgubre, pues es en la oscuridad nocturna donde surge la incertidumbre. Al ir en busca de respuestas, el hombre siente miedo de avanzar, dolor en algunos casos, sin embargo, se encuentra finalmente frente a un espejo, el cual revelará que él es su propia muerte.

Mientras en El luto humano la muerte se percibe como lo inmediatamente anterior a morir, Nostalgia de la muerte no da una definición concreta, sino que desglosa su aprehensión a lo largo de los poemas.

Ambos autores coinciden en una cosa: la muerte no es un final, sino un comienzo. Después de ella aún quedan posibilidades, no para el difunto, pero sí para las personas cercanas a él. Existe un proceso de cambio en el imaginario de dichas personas, una readaptación a la vida, un replanteamiento de perspectiva. De esta manera el sujeto puede visualizar su destino ante este hecho innegable.

Octavio Paz en su ensayo Todos santos, día de muertos habla de la fiesta como un ritual. La fiesta representa un desorden, romper con nosotros mismos es un ejemplo de ruptura: “Nuestra muerte ilumina nuestra vida.” (Paz, 1959, pág. 48) Un ritual se define como una serie de acciones basadas en alguna creencia, realizadas en un lugar determinado y con una carga simbólica específica. Estos reflejan la pretensión de rellenar el vacío provocado por la ausencia, se observan como impulso del inconsciente colectivo planteado por Jung, el cual trasciende al inconsciente personal y contiene, principalmente, los arquetipos, los cuales se entienden como constructos que explican imágenes inconscientes compartidas por todos.

México es el país con mayor riqueza en el folklor sobre la muerte. Es conocido en todo el mundo por la fiesta celebrada a los muertos y sobre este tema, Elena Poniatowska comenta que los mexicanos son:

los únicos que transformamos nuestros huesos en azúcar, los únicos que hacemos de nuestro cráneo una cabecita de dulce a la que le ponemos nuestro nombre, los únicos que abrimos grande la boca para comernos a nosotros mismos y chuparnos los dedos con las clavículas, las tibias y los peronés convertidos en pan de muerto. (Acosta, 2013, pág. 109)


Se pretende explicar cómo el inconsciente de la ciudad y su imaginario producen elementos sígnicos que intentan subsanar la carencia de un ser que se ha ido, relacionando con ello la percepción instintiva de festejar el Día de muertos como parte de sustituir el vacío y fomentar el recuerdo de la persona difunta.


La cultura como esencia humana

La cultura es esencial y constitutiva del pensamiento humano, lo que está fuera de ella es simple accesorio. Para Geertz la cultura precede a la humanidad del hombre. Esto se relaciona con la percepción del ser ante la muerte, ya que el déficit de estímulo que se siente acerca de ella lleva al hombre a buscar respuestas, a emprender ese camino propuesto por Xavier Villaurrutia.

“La presencia de la muerte es un hecho universal tanto en la naturaleza como en la cultura.” (Pannikar, 2007, p. 177) En la vida hay un constante enfrentamiento con la muerte. La cultura es la encargada de regular la manera en la cual el hombre debe enfrentarse a este hecho imposible de eludir; se forma a partir de los individuos y está en constante cambio, pues el ser humano no siempre es el mismo, por lo que la concepción de la muerte, religión, etc. dependerá del hombre, quien es su propia cultura.

Marie-Dominique Goutiere en el libro El hombre frente a su muerte ¿el absurdo o la salvación? dice que la muerte es una ruptura que se produce en el desarrollo del hombre vivo y esto es inteligible en sí mismo. El enfrentarse a la muerte es, quizá, la realidad más dura para el ser humano, ya sea la de un ser querido o la propia, y es aquí donde la nostalgia cobra más fuerza. Frente a este acontecimiento, el hombre se pregunta el sentido de su vida y la respuesta es que no hay escapatoria. Sin embargo, en la cultura mexicana la idea de ruptura se sustituye con la tradición del Día de muertos que se celebra año con año, donde se reconfiguran los símbolos culturales para cada uno formar una representación, gracias al imaginario social, que le permite llenar el vacío dejado por la ausencia de quien ha muerto.

Ningún sistema está definido, pero es definible, aclara Rolando García en Sistemas Complejos, con esas acepciones se puede asegurar que la ciudad de Saltillo es un sistema complejo conformado por subsistemas tales como el Gobierno, los funcionarios públicos y los ciudadanos. Cuando un sector de la población fallece se considera carencia, la cual conlleva al desbalance del sistema en general, de ese modo surge la necesidad de un satisfactor que la compense y adecúe su funcionamiento. El sistema llamado Saltillo no será el mismo luego de esa pérdida, pero tampoco desaparecerá; su transformación dependerá del elemento emergente. La tradición de Día de Muertos surge como satisfactor simbólico para compensar el vacío que aparece ante la ausencia física de la población que fallece, tomando como ejemplo los elementos del altar: pertenencias del difunto como su ropa, objetos que solía usar, sus alimentos preferidos y su fotografía. Estos componentes del altar, en conjunto con los empleados generalmente, buscan compensar la sensación de pérdida entre los subsistemas afectados, además de equilibrar la balanza del sistema complejo.

La cultura envolvente de la ciudad permite el desarrollo de prácticas comunes entre los habitantes para satisfacer incertidumbres. Disfraces de esperanza y fe pueden encontrarse en cualquier espacio del sistema, complaciendo las inquietudes de una sociedad que busca reemplazar un sitio vacío.


El hombre frente a la ausencia

Qué es el hombre sino su nostalgia y sus recuerdos; no sabe hacia dónde se dirige ni de dónde ha venido, construye su memoria diariamente y camina buscando responderse. Sabe, sin embargo, que la única respuesta lúcida es su muerte.

Se habla de la nostalgia como un sentimiento que afecta a cualquier persona, colmándola de tristeza por eventos pasados, anhelos y ausencias. La definición de esta palabra la propuso Johannes Hofer en 1688 uniendo dos términos griegos: “regreso a casa” y “dolor”. De esa manera se determina que la sensación de querer regresar al pasado o revivir ciertas experiencias es algo nostálgico.

La palabra muerte proviene del lat. mors, mortis y significa cesación o término de la vida. (Diccionario de la Real Academia Española, 2017) Es una definición concreta que no profundiza en el tema. Se trata de lo observable, de lo que todos aprecian, pero nadie comprende; la

superficie que se observa sin tener en cuenta el mar profundo que le subyace.

Por otro lado, dentro del Diccionario de Filosofía encontramos lo siguiente: “Hegel considera la muerte como el fin del ciclo de la existencia individual o finita por su imposibilidad de adecuarse a lo universal.” (Abbagnano, 1993, p. 822) Al contrario de la primera definición, esta segunda acepción presenta una perspectiva que permite ahondar más en el tema. El hombre se resiste ante su destino. Respecto a esto, Hegel dirá que la muerte es espanto, una verdad que deja pasmado. En la animalidad, la muerte no es fin porque hay una continuación en la especie; pero al separar un animal en concreto, como es el caso del ser humano, al enfrentarse ante el hecho, cobra consciencia de su finitud.

Otra de las definiciones del Diccionario de filosofía, se refiere al pensamiento que Dilthey tiene sobre este hecho:


La relación que determina de un modo más profundo y general el sentimiento de nuestra existencia —ha dicho— es la relación entre la vida y la Muerte, pues la limitación de nuestra existencia por la M. es siempre decisiva para nuestro modo de comprender y de valorar la vida. (Abbagnano, 1993, p. 822)


La idea de Dilthey acerca de la muerte presenta el fin no sólo de la vida, sino de todo lo que hay detrás. Del mismo modo, el tener consciencia de la vida y de la muerte repercute en las personas al comprender lo inevitable de su destino.

El Diccionario de los símbolos presenta otra acepción de la palabra muerte:


La muerte designa el fin absoluto de algo positivo y vivo: un ser humano, un animal, una planta, una amistad, una alianza, la paz, una época. No se habla de la muerte de una tempestad y sí en cambio de la muerte de un hermoso día. El simbolismo general de la muerte aparece igualmente en el decimotercer arcano mayor del Tarot. La Muerte -o el Guadañador- expresa la evolución importante, el duelo, la transformación de los seres y las cosas, el cambio, la fatalidad ineluctable y, según O. Wirth, la desilusión, la separación, el estoicismo o el desaliento y el pesimismo. Así la decimotercera lámina del Tarot simboliza la muerte en su sentido iniciático de renovación y de renacimiento.

(Chevalier, 1986, p. 845)


En esta acepción, la muerte se presenta en los ámbitos personal y cultural. Representa un cambio para quienes sufren la pérdida. Por ser un tema íntimo, la perspectiva que se crea a partir del hecho es distinta para cada persona. Se puede tener una idea de esa vivencia por medio de la religión que profesa. Un ejemplo muy claro es cuando ocurre sincretismo cultural y ambas comunidades ceden parte de sus tradiciones y las reconfiguran. Canclini habla del sincretismo, el cual prefiere llamar “hibridación, porque abarca diversas mezclas interculturales.” (García Canclini N. , 1990, p. 15) Al discutir acerca de los ritos, el autor dice que sirven para clasificar lo real, para poner un antes y un después y establecer procedimientos de pasaje de una situación a otra. Continúa diciendo que los ritos son necesarios porque el hombre no puede soportar tanta hibridación, algunas de las veces, las prácticas pueden estar ligadas, pero se mantiene una diferencia. Ejemplo de ello son los rituales del México prehispánico, los cuales eran muy concretos, sin embargo, con la llegada de los españoles todo cambió, pues la cultura europea era sumamente distinta. En cuanto a las prácticas, a pesar de que los españoles implementaron su religión y su percepción de la muerte, la cultura mexicana continuó incluyendo lo propio y el ritual del Día de muertos con lo cual se formó una mezcla entre ambas culturas.

En los países más desarrollados el concepto de muerte cambia cada vez más hacia una visión antinatural. La ciencia aporta día a día nuevos tratamientos para tomar distancia de la muerte. Una especie de búsqueda de la eternidad llena la manera de apreciar al ser humano moderno. “La sociedad vive privada de la consciencia de su propia finitud”, (Scalici, 2012, p. 5) se afirma en el ensayo La muerte en diferentes culturas.

La concepción cristiana de la muerte es cómoda y motivadora. Basta con tener fe, cumplir con los mandamientos, tener los sacramentos y pedir perdón por las faltas cometidas. La mayor parte de occidente profesa esta religión y coinciden en la creencia de una vida eterna en un paraíso. De otro modo ocurre con los tibetanos, pues al morir, el alma debe pasar ciertas pruebas. Morir es considerado un arte tan esencial como la vida misma. El libro tibetano de los muertos explica de forma detallada este proceso. El Corán es el libro sagrado del islam. En él se aborda la cosmovisión de la muerte desde la perspectiva de Mahoma. Aun en la actualidad se observan los mismos rituales en el proceso de la muerte de un ser querido. Los budistas continúan viendo la

vida y la muerte en una conjunción que permite trascender. Todo es uno. La muerte es necesaria al igual que la vida, pues su percepción de eternidad sobrepasa los miedos y ataduras.

La muerte, en cualquier cultura se configura a partir de lo cultural, lo social, lo político y lo religioso. Ma. De los Ángeles Rodríguez, en su libro Usos y costumbres funerarias en la Nueva España, dice:


La sociedad mexica integró la muerte en su ciclo cosmogónico como una circunstancia más del devenir: al morir se renace; ésta fue la idea básica y de ella se desprendió la concepción de permanencia, porque la muerte no marca un fin, al contrario, fue el eterno embrión, sin miedo a la fe y sin miedo a la muerte. (Rodríguez, 2001; pág. 21)


En la época prehispánica, la muerte en México se vivía de distinta manera a como se vive actualmente. Mientras en el pasado, la muerte representaba una continuidad y no existía la idea de ruptura vida-muerte, en la actualidad es lo contrario. La muerte es ruptura y el dolor presente ante este suceso repercute en la configuración de los elementos que rigen la concepción de la idea. Este cambio en el pensamiento se dio cuando la religión católica se implementó en la cultura mexicana, pues no sólo repercutió en el pensamiento, también en las costumbres y formas de vida.

Por ejemplo, en los estados del sur año con año la festividad del Día de muertos se celebra y la tradición se sigue extendiendo en las familias que la practican no sólo en la realización de los altares, también en las visitas a panteones. Si bien, años atrás estas actividades se realizaban en otros estados, a pesar de vivir en el mismo país, en los últimos años, en Saltillo se ha incrementado la celebración de dicha tradición.

La festividad del Día de muertos permanece a pesar del país vecino y su práctica del Halloween, menciona Lomnitz en el libro La idea de la muerte en México. A pesar de que el autor lo aborda desde el punto político, es cierto que esta tradición no ha decaído en absoluto, sin embargo, ha cambiado la percepción acerca de su origen y representación.

De esta manera, los altares del Día de muertos, a pesar de ser una tradición que viene desde la época prehispánica, en la actualidad tienen una connotación distinta, la sociedad ha aprendido a lidiar con el dolor que representa la muerte, una de las hipótesis planteadas en el

proyecto de investigación es: la ausencia que deja la persona fallecida se sustituye mediante el altar.

Estas afirmaciones (interpretaciones) nos permitieron observar características que se cumplen en las tradiciones mexicanas y la visión del mexicano hacia este tema. Lo anterior nos llevó a investigar cuáles condiciones presentes en nuestra sociedad dirigen el cumplimiento de lo inferido en las obras anteriores.

Para la sociedad mexicana, el tema del altar de muertos es común. La fecha designada para realizar este festejo es el dos de noviembre, día en que cada familia e institución coloca una ofrenda para sus familiares difuntos. Esta costumbre no es extraña para ningún mexicano, tampoco es motivo de tristeza, pues se considera una festividad, una reunión entre vivos y muertos para disfrutar en conjunto. La postura de alegría ante la muerte inevitable está construida por la cultura mexicana y los elementos que han configurado su imaginario social.

En Saltillo se celebra el Día de Muertos en las instituciones como parte de una tradición nacional, pero existen personas que en su hogar realizan este ritual porque están seguros de que son visitados por sus seres queridos y colocan una ofrenda en su honor. Estas actividades proporcionan un panorama de símbolos insertos en el inconsciente colectivo de la ciudad.

El término ausencia proviene del latín absentia, nombre derivado del participio absens, absentis (ausente) del verbo abesse, un compuesto de esse (ser – estar) con el prefijo ab que significa alejamiento o separación. (Diccionario de la Real Academia Española, 2017) El distanciamiento de un ser es lo que detona la nostalgia, por lo tanto, ambos términos van de la mano y derivan en una realidad: el hombre buscará reemplazar lo que perdió para deshacerse del sentimiento nostálgico.

En el libro Biografía del vacío Su historia filosófica y científica, Ribas habla de la idea de Heidegger del Ser-ahí como ausencia y presencia, lo cual resulta inseparable. De esta manera, el Ser-ahí tiene la capacidad de comprender la muerte como una posibilidad a la cual todos pueden acceder. En otra de las acepciones, Ribas menciona a Zambrano:


En cuanto ausencia, es el vacío un sentir del espacio ilimitado, de un espacio cósmico e inhumano donde el hombre aun dueño de su pensamiento se siente semejante a las cosas, rueda como cosa. (…) Y como tal espacio vacío difícilmente puede resistirlo el corazón

humano, bien pronto se puebla de monstruos, de dioses, de pesadillas, de absurdos temores y absurdas esperanzas. (Ribas, 2008, p. 276)


Es en la soledad donde el hombre se encuentra consigo mismo y también se pierde. A pesar de ser consciente de su existencia y su alrededor, hay una constante búsqueda a preguntas, como lo es la muerte, ¿qué es?, ¿qué hay después de ella? Las respuestas tendrán como propósito el llenar el vacío que yace en el hombre, satisfaciendo su pensamiento y a sí mismo. La soledad ha sido el alimento de muchos poetas y pensadores a lo largo de la historia, es en ella que se han visto reflejados, han construido su mundo y encontrado la sustancia que les permitió trascender; les fue abierto el umbral a la poesía. En contraposición a esto, también existieron personas que murieron a causa de su soledad, considerándola un abismo de amargura, no encontraron en ella más que dolor y aislamiento. Zambrano afirma que el hombre se resiste a las realidades que lo rodean (lo que le ha sido impuesto históricamente) e intenta desasirse de ello a través de su soledad, la cual le permitirá diferenciar entre lo impuesto y lo que él ha adquirido en su vida, para encontrar una respuesta a su existencia.

Para Leibniz: “el espacio vacío no es un atributo sin sujeto, porque no entendemos nunca por espacio vacío el espacio vacío de toda cosa, sino solamente el vacío de cuerpo.” (Ribas, 2008, p. 306)

Las acepciones anteriores ayudaron a sustentar la idea de la muerte como ausencia. Si relacionamos las definiciones y aclaramos que “Re-presentar es volver a presentar, poner nuevamente en el presente aquello que ya no está aquí ni ahora, encontrándose así restituido en su re-presentación”, ( Szurmuk & McKee, 2009, p. 249) encontramos que la representación se da en el presente y por lo tanto es artificial, pues es una sustitución de un original. Sin embargo, la representación tiene una relación con la presencia y la esencia de las cosas, pues las hace o las deja venir de nuevo al presente, así diríamos que representar sería hacer retornar la presencia.


Rituales simbólicos

Los rituales manifiestan la necesidad de reforzar una creencia. Se ven reflejados en la sociedad, cuando se cumple con ritos de iniciación en ciertos grupos o al seguir un protocolo específico ya impuesto; en la religión, al asistir a reuniones, venerar a sus dioses y celebrar tradiciones; en la

ideología, al llevarse a cabo elecciones de candidatos. Los rituales han existido desde siempre, son necesarios para la convivencia y supervivencia, conforme pasa el tiempo, estos se transforman para ajustarse a las necesidades de la sociedad.

En el caso del altar que se realiza en el Día de Muertos, se “presenta” nuevamente bajo la forma de un doble algo que sustituye la ausencia de otro. De esta manera, la tradición del altar en la cultura mexicana suple la ausencia del difunto con los objetos del mismo, así como sus platillos favoritos. La persona que ha fallecido en el pasado retorna al presente en este ritual simbólico que lo representa, se hace forma sustituyente del vacío que alguna vez dejó y permite olvidar la agonía para ser convertido en nostalgia.

Las manifestaciones anteriores tienen lugar dentro de cada persona, pues las sensaciones son distintas para todos, pero se sustentan en una base general que une a la sociedad. El inconsciente colectivo no es de naturaleza individual, sino universal. “Es idéntico a sí mismo en todos los hombres y constituye así un fundamento anímico de naturaleza suprapersonal existente en todo hombre. A los contenidos de lo inconsciente colectivo se les llama arquetipos.” (Jung, 1970, p. 10) Estos se manifiestan en cada sociedad de acuerdo con sus tradiciones. En la ciudad de Saltillo, el inconsciente colectivo está conformado por la historia y el contexto que envuelve a los habitantes. Las concepciones de vida y muerte se han trazado a través de la experiencia de la vida en comunidad. Dentro de cada historia se encuentra un símbolo que une a la ciudad y permite la conservación de sus creencias.

La sociedad es autopoiética, se va creando y recreando a sí misma en la medida en que transcurre el tiempo, pues sus habitantes son los encargados de construir los hábitos y costumbres que definirán la identidad de la misma. El imaginario social es definido por Cornelius Castoriadis como una representación social encarnada en sus instituciones: religión, familia, Estado. Dentro del mismo se encuentra la cultura, denominada por Geertz como el sistema de significaciones y símbolos por los cuales el individuo define su mundo, expresa sentimientos y formula juicios.

En El imaginario social constituyente, Castoriadis menciona que sociedad y psique son inseparables, pues sin psique la sociedad no tiene sentido, como sin sociedad sólo habría almas vagando. De esa manera se comprende la alteración del significado de las palabras dependiendo del contexto en que se empleen. El término muerte significa algo distinto ahora que en el siglo pasado. “Así toda sociedad instituye su propio mundo, su propio sistema de interpretación y

construye su identidad.” (Nerio, 2003, p. 15)

Para Castoriadis, un imaginario social es una construcción socio histórica que abarca el conjunto de instituciones, normas y símbolos que comparte un determinado grupo social y, que, pese a su carácter imaginado, opera en la realidad ofreciendo tanto oportunidades como restricciones para el accionar de los sujetos. De tal manera, un imaginario no es una ficción ni una falsedad, sino que se trata de una realidad con consecuencias prácticas para la vida cotidiana de las personas.

El inconsciente colectivo y el imaginario social van de la mano construyendo la vida como se conoce hoy en día. Ambos agentes son necesarios para identificar y diferenciar un sitio de otro. En Saltillo, el imaginario social se ha ido forjando desde hace 440 años y ha sufrido cambios hasta hoy, pero esos detalles históricos son los que hacen de la ciudad lo que ahora es. Es importante destacar las diferencias entre ambos términos, pues mientras el inconsciente colectivo se manifiesta en la psiquis de cada persona en todas las culturas, utilizando temas recurrentes conocidos universalmente, el imaginario social se ve físicamente reflejado en cada sociedad particular, ya que las tradiciones que se conservan y practican se hacen presentes de acuerdo al lugar en que se vive.

En la capital del estado de Coahuila se observan los componentes internos que la han convertido en lo que ahora es. Saltillo cuenta con su propia forma de gobierno, su religión, que en mayor parte es el catolicismo, y de esa manera constituye su imaginario. La cultura saltillense se ve expresada en las manifestaciones sociales, entre ellas los altares expuestos cada dos de noviembre. Son estos los encargados de alzar la voz del pueblo de manera simbólica y reemplazar así las pérdidas de sus habitantes.


Metodología

Este proyecto de investigación tiene como propósito identificar los símbolos recurrentes en torno a la muerte manifestados en la sociedad a través de sus tradiciones, teniendo en cuenta el valor inconsciente que las personas conceden a la ausencia de un ser querido.

El método cualitativo permitirá acercarse al sujeto para entablar un diálogo desde el escenario en que se sitúa partiendo de la observación del mismo en relación con su contexto. El objetivo de este método es analizar las construcciones de sentido hechas por una persona respecto

a sus acciones y prácticas sociales.

La técnica que se utilizará es la entrevista abierta, que suele ser más flexible y dinámica, pues permite el acercamiento al informante y la interacción con él. Para esto se tomará en cuenta el lugar donde se realizarán, las fechas y el tipo de información solicitada. En ella incluiremos el tema del altar de muertos, lo cual derivará en una metodología al mismo tiempo cuantitativa, pues las respuestas serán contabilizadas e interpretadas, además de destacar los símbolos que se reiteran en el discurso de los participantes.

Al observar, contemplar y reflexionar sobre las costumbres en la sociedad, estamos haciendo etnografía descriptiva, específicamente, pues ella maneja la interacción social mediante la observación minuciosa. Haremos uso de ella para describir la realidad de nuestra comunidad en torno al Día de Muertos, esto nos aportará la información necesaria para la verificación de las hipótesis.

Para sustentar este trabajo utilizaremos el método de la investigación documental, que se refiere a recopilar información de distintos libros, registros, archivos, bases de datos, entre otras fuentes que nos serán de ayuda. Esta es una parte fundamental en el proceso de nuestro proyecto, pues a partir de la información recolectada podremos analizar y comparar lo teórico y lo pragmático.


Propuesta de proyecto de investigación

Con lo abordado anteriormente, la investigación propuesta gira en torno a la ausencia que representa la muerte de una persona a partir de la tradición del altar del Día de muertos, titulando el proyecto de manera similar: La representación de la muerte como ausencia en el imaginario social saltillense.

La cultura está en constante cambio y en Saltillo se ha visualizado cómo las tradiciones se transforman con el paso del tiempo, ejemplo de ello es el Día de muertos y las distintas perspectivas que han surgido. En la actualidad, dicha tradición se ha visto crecer de manera significativa. La tesis propuesta: La ausencia física por la muerte de una persona propicia la representación de la muerte en el imaginario social saltillense a través de las características simbólicas en relación con el Día de Muertos en la tradición mexicana, como elemento más importante de la investigación, en conjunto con lo planteado en la fundamentación, afirma que la

muerte de una persona supone un cambio en quien la sufre. Sin embargo, las prácticas en torno a ella permiten aceptarla. Así como se afirma lo anterior, se especulan las siguientes hipótesis surgidas a partir de lo observado en la dicha tradición, esperando su comprobación o negación:

Una vez planteado lo anterior, se dará paso a la observación rigurosa en la sociedad, particularmente en la población delimitada que practique la tradición de los altares del Día de muertos, recopilando la información pertinente para la investigación.


Conclusión

La muerte es una tragedia natural, un destino universal que todos reconocen, pero algunos no aceptan. Rehusar la idea de morir uno mismo o un ser querido es normal, no obstante, se termina por adaptarse al hecho e, inconscientemente, reemplazando esa carencia con algún sustituto. Una manera común de sustituirla es mediante la tradición del Día de muertos. Esta conducta forma parte de la identidad mexicana, funciona con elementos simbólicos considerados sincretismo cultural por sus orígenes y transformaciones.

Volver a hacer presente el alma de un difunto es lo primordial al momento de poner un altar, pues este es ofrecido a una persona en específico. En el punto más alto se coloca la fotografía de la persona, haciendo suya cada ofrenda. La ropa del difunto, comida, accesorios pertenecen a los elementos individualistas que provienen del imaginario de cada persona, pues ellos son quienes decidirán cuáles símbolos se ajustan a su cultura para que puedan expresar lo que realmente se intenta decir.

Un arquetipo simbólico universal es la luz. Sin excepción, todos aprecian este símbolo como un hecho primordial en la creación del mundo, ya sea dotado de religiosidad o no, sin luz no existiría la vida. Además de ello, se cree que en el momento de la muerte lo primero que se vislumbra es una luz guía. Al nacer y morir este elemento está presente, es por eso que en el altar de muertos se utiliza un camino de velas para conducir al difunto entre las tinieblas.

Otro de los arquetipos es el agua. Uno de los cuatro elementos fundamentales y básicos, conocido universalmente y con el significado de pureza, es agregado al altar como forma simbólica de dar de beber a quien visita la ofrenda, además el agua limpia y purifica el camino que llevará al difunto. Como elemento simbólico, el agua representa el origen, por lo que es otra

manera de unir el mundo de vivos y muertos.

Combinando los elementos presentes en el imaginario social con los insertos en el inconsciente colectivo y determinando los incluidos por el sincretismo cultural, se sostiene que los mismos son generados por la comunidad saltillense para evitar sentir el peso de las ausencias provocadas por la muerte de las personas. Los rituales simbólicos como parte de la tradición mexicana pasarán a formar parte consciente de la vida social saltillense.

Ejemplos del impacto que la muerte causa en los mexicanos son las obras mencionadas al comienzo del documento. Para los habitantes de México, la muerte no es un tabú, pues la actitud ante ella es un conjunto de creencias y tradiciones que se han conservado desde hace siglos. Esto se demuestra en la literatura del país, pues tanto en narrativa como en poesía, el tema es de los más frecuentes y en ambos se observa la postura que se tiene ante el hecho indudable que es morir.

Nostalgia de la muerte expresa en cada nocturno un deseo del hombre de reconocerse a sí mismo. La incertidumbre aumenta al llegar la oscuridad, es necesario encontrar un poco de luz y para ello se debe avanzar. El hombre va en busca de su destino, si se le puede llamar así a la respuesta universal, y se topa con imágenes de sí mismo convertido en estatua, mármol frío y níveo que lo hacen reflexionar sobre su existencia. Se desvela en el miedo que lo acaricia, pero continúa su búsqueda. Entre ecos y sombras, finalmente lo ve: es un espejo despoblado, hasta que se acerca y se descubre él mismo, su dualidad oculta, su propia muerte.

En El luto humano la muerte se presenta como un hecho innegable. La novela comienza con la muerte y termina de la misma manera. Las perspectivas de cada uno de los personajes respecto a la muerte se acoplan a la religión impuesta donde se busca un perdón de los pecados, de la misma manera, el ritual de velación del difunto (Chonita) repercute en un cambio en la visión que éstos tenían, frente al hecho, comprenden su finitud. A pesar de saber que morirán, deciden huir sabiendo que su negación no sirve de nada, todos tienen el mismo destino.

Con las dos propuestas ante la muerte se puede observar el deseo de encontrar una respuesta, no sólo para conocer lo oculto que conlleva morir, sino también para saber combatir el proceso de duelo después de una pérdida.

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