Ignacio Ibarra López1 y Ángel Christian Luna Alfaro2
Palabras clave: pueblos originarios; encuestas; censos.
Utilizando la visión de Warman (2003:15) se asume que un descendiente de un pueblo originario o indio (como lo denomina el autor) es una identidad que se comparte en un grupo que se considera o es tratado como similar y conforma una categoría social.
El objetivo central del trabajo de campo desde el método etnográfico, es establecer criterios de entendimiento entre el objjeto de estudio, su visión desde el investigador y derivado
1 Profesor investigador de El Colegio de Tlaxcala A.C., mail:ignacio.ibarra@coltlax.edu.mx.
2 Profesor investigador de El Colegio de Tlaxcala A.C., mail: luna.alfaro@gmail.com.
de esta una descripción cercana a las realidades de los sujetos observados (Guber, 2015). De esta manera, una de las principales técnicas utilizadas es la entrevista no dirigida a través de la observación participant. Para el caso del proyecto, el guion inicial de la entrevista, se centró en establecer interrogantes que más allá de acercarse a posibles respuestas, permitan, la construcción de preguntas a través del sentido, el pensamiento y las palabras de las y los sujetos de estudio. Es decir, la primera entrevista no dirigida, busca encontrar y/o formular preguntas, en cierto sentido, con amplia claridad y coherencia discursiva con las y los informantes interrogados.
En un segundo momento, el guion de la entrevista apuntó a señalar la correlación entre lo que consideran que es lo “indígena” o lo que difiere de esa categoría o identidad. Al mismo tiempo averiguar qué dentro de sus actividades cotidianas y su misma historia de vida, es de interés mencionar, dando paso a conocer más de un tema según los perfiles de las y los informantes, así como el tiempo con el que contaban, carisma, entre otros aspectos. Por ende, este último apartado de la entrevista reconoció que el ejercicio central será la observación participante.
Por lo citado, esta investigación no se hace “sobre” la población, sino “con” y a partir de “ella” por lo que unas consideraciones que se deben tomar en cuenta es que “el investigador es parte del instrumento de recolección, pues mientras lo aplica está activo social e intelectualmente: Debe reflexionar, intervenir y controlarse constantemente para obtener lo que busca y para orientar su trabajo” (Tarrés 2013)
Con base en el paradigma naturalista, sugerido por Guber (2015) que “propone una fusión del investigador con los sujetos de estudio, de forma tal que este aprehende la lógica de la vida social como hacen sus miembros” la investigación se propuso interpretar y comprender la noción de lo indígena desde la propia voz de las y los entrevistados/as.
Tratando de resumir las propuestas de investigación, mencionaré que el método que se utilizó es el etnográfico, con las siguientes técnicas:
Observación participante
Entrevista no estructurada
Etnografía
La identidad es demasiado compleja de entender y develarla requiere años de exploración en comunidades. Se requiere observar los elementos que conforman a la misma, los sentimientos, lengua, creencias, sistemas de organización, pensamiento político, naturaleza, género, actividades de subsistencia, entre otras, exige períodos extenuantes de campo.
El trabajo etnográfico que se realizó no parte de esquemas predispuestos sobre lo que se puede considerar coloquialmente como “indígena”. En las diferentes entrevistas se aborda al sujeto de estudio a partir de charlas informales donde aparecen conceptos tales como “indio”, el “dialecto”, su “comunidad”, las “fiestas”, el “vestido”, lo “nuestro”, lo de “ellos”, los “otros”, entre otras referencias expuestas.
Para la construcción teórica del concepto se utilizan trabajos de Alfredo López Austin y Leonardo López Luján (2014), Johana Broda (1991), Felix Baéz Jorge (1983), López Austin (2001) y Andrés Medina Hernández (2015). También se debe mencionar la influencia de Alicia Barabas y Miguel Bartolomé (1990), así como el estudio titulado: Visiones de la diversidad. Relaciones interétnicas e identidades indígenas en el México actual de Bartolomé (2005).
Mientras que existe un período de campo que data desde el mes de abril y concluye en julio de 2017. Sin embargo, existen antecendente de trabajo en diferentes localidades de las que se seleccionaron de por lo menos unos 10 años previos. En particular se conoce con detalle características relacionados con el contexto social actual e histórico de varias de las localidades ubicadas en los estados de Oaxaca y Tlaxcala.
Las localidades que se han seleccionado forman parte de la selección realizada para la aplicación de la encuesta y el desarrollo de las técicas de análisis cuantitivo. Sin embargo, los lugares específicos de estudio donde se aplican las entrevistas en estas localidades, son aleatorios. El objetivo es no sólo indagar en poblados donde se identificará mediante fuentes oficiales (en particular los censos, conteos y encuestas del INEGI), una mayor presencia de hablantes de una lengua indígena. Es crucial para los objetivos del proyecto financiado por CONACYT acudir a lugares donde la cantidad de las personas que indican hablar la lengua indigena no es mayoritaria. Adicionalmente y como parte del proceso para generar inferencias, se acude a diferentes
festividades, mercados, tiendas y lugares de concurrencia popular.
Para el caso de Hidalgo, se exploraron lugares tales como la capital: Pachuca y diversas localidades ubicadas en la región conocida como el Mexquital, entre ellas se visitaron los siguientes municipios: Ixmiquilpan, Actopan, Tepejil del Río de Ocampo, Apan, Tepeapulco.
En Oaxaca se privilegió la observación en la región denominada istmo. Pero se abordaron otros lugares, a continuación, la lista de los mismos: Oaxaca de Juárez, Tlacolula, Santo Domingo Tehuantepec, Juchitan de Zaragoza, El Espinal, Santa María Xadani, La Venta, Salina Cruz, Ciudad Ixtepec, San Pedro Comitancillo, Unión Hidalgo, Ingenio Santo Domingo
Para el caso de Puebla, se visitaron los siguientes lugares: H. Puebla de Z., Zaragoza, Zacapoaxtla, Cuetzalan, Lipuntahuaca y Huehuetla
En Tlaxcala se incluyó la observación de los siguientes lugares: La Trinidad Tepehitec, San Lucas Tecopilco , Muñoz de Domingo Arenas, Tlaxco, José María Morelos, Tierra y Libertad, San Felipe Sultepec, Xaltocan, Huejotzingo, Santa Ana Nopalucan, Atoyatenco, San Miguel del Milagro, Nativitas, Tetlatlahuaca, Santa Apolonia Teacalco, San Pedro Muñoztla, San Pedro Tlalcuapan, San José Aztatla, Ocotlán Tepatlaxco, Contla, San Pedro Xochiteotla, Cuahuixmatlac, Chiautempan, Tlaxcala, Huamantla, Nanacamilpa, Ixtenco, Santa Isabel Xiloxostla, Santiago Tepeticpac, Apizaco, Apetatitlán de Antonio Carbajal, Nanacamilpa de Mariano Arista, San Sebastian Atlhapa, Santa María Acuitlapilco, Hueyotlipan, Xaloztoc, Tzompactepec, Tocatlán, Tlayecac, San Damián Texoloc, Ixtacuixtla de Mariano Matamoros, San Vicente Xiloxochitla, Panotla, San Jorge Tezoquipan, San Diego Metepec
Dice Sánchez Montalbán (2006:58) que “conceptualmente, podríamos decir que la antropología visual oscila sobre todos los aspectos de la cultura que son visibles, desde la comunicación no verbal, el ambiente construido, el desempeño de rituales y ceremonias, bailes y arte, a la cultura material. Como vemos el campo puede ser conceptualmente de gran alcance, pero la antropología de práctica visual está dominada primariamente por un interés en procesos gráficos como medio de comunicar conocimiento antropológico, es decir, las fotografías y películas, así como el
estudio de las manifestaciones visuales de la cultura”.
Se utilizó la inercia del trabajo etnográfico, recurriendo a registros documentales tales como la fotografía y el video, tanto de espacios de estudio, como de entrevistas, personas, festividades, rutas, mercados, hogares, entre otros. El mismo Sánchez señala que
“podríamos hablar de documento etnográfico si la preparación de la fotografía ha sido objeto de trabajo que ha conducido al fotógrafo a decidirse por la toma obtenida; y si, por otro lado, el trabajo realizado durante tiempo, ha permitido la acumulación de una experiencia tal que, al recurrir al acto instantáneo, la imagen resultante se perciba como portadora de esa experiencia adquirida (2006: 27)”.
El material que se ha recolectado se encuentra en un anexo donde se observan 55 carpetas, que incluyen 5,667 archivos, en su mayoría fotográficos y algunos videos que se obtuvieron en el período de trabajo de campo. La información se dividió en 5 carpetas generales:
Afrodescendientes Oaxaca y Guerrero, en ella se incluyen registros de observación de campo en poblados de Oaxaca, como Pinotepa Nacional, Corralero, entre otros, así como Cuajinicuilapan, en el estado de Guerrero.
Hidalgo, incluyendo imágenes de Actopan, Apan, Ixmiquilpan, Mezquital, Pachuca, Real del Monte y Tepeapulco. Es de particular interés subrayar que se anexan imágenes de templos, así como de lugares en apariencia no identificados como indígenas, como Real del Monte o la misma Pachuca, que sirven para dar un panorama general de los espacios y los hallazgos de personas que en entrevista confesaban su ascendencia a un pueblo originario.
Oaxaca contiene las carpetas de Chontales, Costa, El Espinal, Guevea de Humbolt, Huaves, Istmo, Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, Pinotepa Nacional, Región Amuzgos, San José del Pacífico, San Pedro Comitancillo, San Pedro Pochutla, Santa Catarina Tayata, Santa María Guenagati, Santa María Xadani, Sierra Sur, Sola de Vega, Tlacolula de Matamoros, Valles Centrales. No elegí en algunos casos poner carpetas de pueblos en específico, más bien recurrí a “regiones” o espacios que nos indicaron las mismas personas, al dialogar con ellas.
Puebla, se incluyen imágenes de Cuetzalan, Sierra Norte, la universidad Intercultural (Huehuetla), Zacapoaztla y la misma capital. Aquí es importante notar una colección de fotos de un encuentro de la misma universidad, donde se exponían expresiones de la cultura totonaca en la región.
Para el caso de Tlaxcala, se incluyeron imágenes y videos de los centros arqueológicos de Cacaxtla, Xochitecatl y Tecoaque. También hay de Tlaxco, Xalostoc, Santa María Acuitlapilco, Santa Isabel Xiloxostla, San Pedro Tlalcuapan, San Miguel del Milagro, San Juan Bautista Ixtenco, Ocotlan Tepatlaxco, Nanacamilpa de Mariano Arista, Huamantla, la capital del estado y algunos registros tomados durante el Diplomado INAH Tlaxcala, que se impartió entre 2016 y 2017 en las instalaciones del museo regional INAH de la misma entidad.
Todas las carpetas incluyen un apartado de “Senderos”, que no sólo registran caminos, sino también poblados, personas y espacios donde también se observó y averiguo parte de este estudio.
19 mujeres autoidentificadas como indígenas
34 hombres autoidentificados como indígenas
6 personas que no se identifican como indígenas. Edades: entre los 19 a los 47. Diversas latitudes.
Sus edades entre los 20 años y 75
Nivel educativo: La mayoría con primaria trunca, una mujer con estudios de maestría (titulada) y un par de hombres con estudios de doctorado. Unos 12 hombres con estudios superiores (del istmo de Oaxaca).
Ocupaciones: profesores de nivel primaria y universidad, comerciantes, artesanas, amas de casa, estudiantes, campesinos, pescadores.
Lo indígena, no sólo es una referencia académica o que utilizan las instituciones oficiales para identificar a un tipo de persona, es también un constructo familiar, social e histórico. También se
encuentra ligado a cuestiones físicas, como el color de la piel, los bienes materiales, la economía, vestimenta, así como diversos aspectos emanados de las subjetividades.
Uno de los hallazgos del trabajo de campo es que el ser “más indio” (o menos según se interprete) está relaciona con el que el sujeto se identifique como “wero”, “prieto” o “alto”, tiene mucho que ver con aspectos tales como los etnocentrismos que se viven en cada comunidad. Un aspecto clave en las entrevistas fue el tratar de entender precisamente el contexto social de los lugares donde emana este discurso. La que se adoptó fue mediante la realización de otras preguntas. En particular se recurrió a indagar “¿Usted es más indígena en comparación de qué o quién?”.
Las personas entrevistadas entienden la referencia “indígena”, pero no se encuentran de acuerdo con la misma. “Indígena” es una palabra ofensiva e incluso inicialmente poco agradable. Indudablemente la identidad indígena, también está vinculada a los sentimientos, en palabras de una mujer vendedora en el mercado de Juchitán: “lo nuestro es más puro, más cercano al corazón, a la naturaleza, a la raíz de algo más que un país”. En todas las latitudes donde se entrevistó, las personas prefieren ser llamados por su grupo o pueblo originario, es decir, se identifican más como otomís, “mexicanos” (entendida como una variable del náhuatl), totonaco, etc.
Al mismo tiempo, se aprecia que una buena parte de los informantes no consideran su lengua, la lengua indígena que hable en el lugar que viven, o en general el concepto “lengua indígena” como algo importante y al mismo nivel que otros idiomas. Es sorprendehte que incluso en los profesionistas entrevistados se puede aceptar como un equivalente la palabra “dialecto”. Esto puede explicar porqué cuando se preguntaba a las personas “¿Hablan un idioma originario?, no entendían, incluso si referenciaba a continuación: ¿Ud. habla el idioma zapoteco?
Sin embargo, el uso de la lengua también genera inferencias en el otro sentido. Por ejemplo, en las velas o festividades tradicionales de la región del istmo de Oaxaca, se aprecia que se hable el zapoteco, particularmente en las fiestas. Tal es el caso de la ceremonia de presentación de una quinceañera, donde es correcto referirse a las y los ancianos en zapoteco. Es señal de “etiqueta”, respeto, y de “buen gusto”. De la misma manera, el político, que además de vestir a la usanza, menciona frases o domina una lengua originaria, es mejor observado que quien no lo hace.
Para los casos de Hidalgo Puebla y Tlaxcala donde se habla Totonaco y Náhuatl, pasa
exactamente lo contrario: existe una especie de pena y las personas suelen ocultar su comunicación. Los informantes mencionan que “son los espacios privados, dentro de casa principalmente, donde se atreven a expresarlo”, especialmente los sentimientos y opiniones personales sobre los casos cotidianos, sus malestares, enfermedades, cariño, afecto, etc.
La lengua, es según las observaciones realizadas, un factor que determina en gran medida la identidad indígena. Muchas (si no es que la mayoría) de las personas que indicaban el uso de una lengua indígena se definían como indígenas. Lo interesante es que ante cuestionamientos sobre qué hace a una persona indígena, se encontraban algunas contradicciones en la relación indígena y lengua. Por ejemplo, a los sujetos de estudio se les preguntó si era posible identificar a una persona como indígena cambiando ciertos rasgos de la misma (i.e. que sea rubia, alta, con mucho dinero) pero manteniendo la característica del uso de la lengua.
La mayoría de los entrevistados dudaba al responder y generalmente indicaba que este tipo de personas (i.e. las personas rubias, altas, con mucho dinero, pero que usaban la lengua indigena) ya no podían considerarse como indígenas. Los sujetos no entendían la contradición que puede generar su apreciación para la concepción oficial de lo que se considera “un indígena” en México. Para ellos es posible la existencia un “no indígena” que habla la lengua indígena. No son conscientes de dicha contradicción, simplemente porque para ellos no existe. Lo más importante en relación a este hallazgo: se sugiere que la lengua es un rasgo importante pero no definitivo para considerar a una persona como indígena, tal cual lo considera el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).
Un dato adicional que aparecía en las respuestas, y que resulta revelador de la forma en la cual las personas entrevistadas que se consideran indígenas, aprecian a los integrantes de su comunidad, es que acompañaban la respuesta con una reflexión: “las personas que son indígenas tienen que vivir con nosotros”. El lugar donde se reside o también dónde se nació es crucial para el proceso de construcción del concepto.
Este hallazgo es particularmente útil para conocer también la relación que tienen las personas que usan la lengua indígena con integrantes de su comunidad que llegan a migrar. La percepción es que los migrantes “pierden lo indígena” o son “menos indígenas” que aquellos que se quedan.
Otro detalle que apareció en algunos entrevistados es la relación que puede darse entre el concepto indígena y los recursos públicos que otorga el gobierno. Este es precisamente el caso de “El Galáctico”, zapoteco de Juchitán, que se hace llamar así, por considerar que “ser zapoteco es la gente que viene del cielo, somos universales”. Dicho personaje, mayor de 50 años, arguye que “los gobiernos inflan las cantidades de hablantes de zapotecos, ya no somos tantos y muchos ya le ponen nuevas palabras y las zapotequizan. Entre más hablantes reconozcan, mayor es la cantidad de apoyo económico, pues ya sabes que al aceptar que somos muchos (aunque no lo sea) pues el gobierno federal piensa que estamos jodidos, que necesitamos y es entonces que manda lana para cosas que hasta la fecha no vemos claro”.
Lo indígena, para el caso de un joven entrevistado en Cuetzalan Puebla (21 años, comerciante de habla náhuatl), se encuentra ligado inherentemente con la naturaleza. El informate indicó que: “A nosotros, a diferencia de quien no es indígena, nos enseñan a convivir y respetar a la naturaleza”. El mismo informante lamentaba que su intento por llevar estudios universitarios en la región, no le proporcionaran más elementos sobre “cultura”, “lo indígena lo olvidan los tecnológicos”.
Una mujer de origen otomí, con grado de maestría, planteaba que “la organización social es un factor importante en mi comunidad”. “Las formas de elegir representantes es más directa, también la atención que recibes de los gobiernos locales”. De la misa forma las tradiciones y aspectos culturales. “Nuestras fiestas, no sólo son para el chupe o el desmadre, también haces comunidad, te mantienes integrado en una gran familia. Aunque a veces nos peleamos, los istmeños hacemos comunidad en cualquier parte que nos vemos” Coincidían profesores, sobre su noción de lo indígena.
En cuanto a la educación, se logran testimonios que permiten inferir que las personas educadas “no pueden ser indígenas”. Un informante en particular indicó “mi esposa habla indígena, pero nada más en casa”, para luego concluir: “Yo por eso mando a mi hijo a la escuela, para que deje de ser indígena, pues si además de negro, habla eso, de plano le irá mal en la vida”.
Tristemente se puede observar que las personas entrevistadas (independiente si hablan la lengua indígena o se consideran como indígenas), siguen identificando a los “indígenas” con la pobreza, el rezago, un bajo nivel de estudios, así como un color de piel oscuro, moreno (algunos enunciaron “color indio”). En Oaxaca (particularmente en tierras zapotecas), sujetos de sexo
masculino indicaron: “a veces vienen del DF o Puebla, se llevan a las mujeres de acá, tienen hijos, y ya esos salen menos indios, por así decirlo”. “Algunos se hacen de dinero, y se van, otros se quedan y dan a la gente, o sea que, aunque dejan de ser un poco indígenas, siguen acordándose de la tierra, siguen siendo”. Para los entrevistados un indígena aparentemente no puede “ser exitoso”, “ser un patrón o un dueño”. Está condenado a trabajar para alguién. Por ello todo lo que se relacione con “lo indígena” presenta esta doble contradicción: Para las instancias oficiales la necesidad de identificar al indígena mediante una variable, un indicador, algo que resuma de forma sencilla cientos de años de historia. Para las personas, el decir que son algo que aman y odian simultáneamente. Aman porque representa lo que son (sus tradiciones, la familia, sus amigos, su espíritu). Odian porque les impide ser “algo más” o parecerse a otras personas con las que interactúan.
En palabras Rubicelia, de Pinotepa: “lo indio se trae de nacimiento, pues, aunque mucha gente se pinte el pelo, aprenda inglés o se vista de marca, indígena será, como dice el dicho: la mona, aunque se vista de seda, mona se queda”.
¿Por qué nos resulta importante el estudio del estado más pequeño de México?
El proyecto financiado por CONACYT nació en Tlaxcala en 2014, cuando un grupo de investigadores de El Colegio de Tlaxcala A.C. fue invitado por la Comisión de Derechos Humanos del Estado a participar precisamente en un evento sobre Derechos Humanos. En el evento se planteaba la discusión de diferentes temas tales como los derechos de la comunidad LGBTTTH, los derechos de las y los niños, los derechos de los migrantes, los derechos de los indígenas. En esa ocasión los investigadores que asistimos, comentamos algo que nos pareció curioso: la mesa dedicada a pueblos originarios tenía muy pocas personas y aparentemente el principal problema que se experimentaba en Tlaxcala según los integrantes de dicha mesa, era “la necesidad de que en Tlaxcala existiera una delegación de la CDI, como la que estaba en Puebla”.
En la opinión de algunos de los participantes este era un problema porque en “Puebla se concentraban la mayoría de proyectos y recursos de la delegación, algo así como el 99% y a Tlaxcala solo le toca lo que le dejan”. A medida que se desenvolvía la charla, los actores coincidían en que todo el problema de derechos humanos de los descendientes de pueblos en el
estado era un tema de asignación de recursos. Sin embargo, uno de los participantes comentó algo importante: “en algunas comunidades de San Pablo del Monte (municipio colindante con Puebla), existe un grupo de personas que vienen de Zacatlán a realizar faenas. Poco a poco se han apropiado de los cargos (mayordomías principalmente) porque a los jóvenes no les interesa”.
De estos dos comentarios surgieron dos preguntas que a la postre sirvieron de inspiración para el proyecto: 1) ¿Cuáles son los criterios que adopta el estado mexicano para desarrollar políticas a favor de los descendientes de pueblos originarios?, en relación a la necesidad de contar en Tlaxcala con una delegación de la CDI y; 2) ¿porqué se llega a considerar como una “invasión” el que personas pertenecientes a una misma etnia que hablan el mismo idioma y que tienen las mismas costumbres, eran considerados como “extranjeros”?, en relación al tema de la pérdida de cargos.
Con estas dos preguntas, se comenzó una revisión documental, histórica y estadística que poco a poco delineó el proyecto de investigación. Del trabajo inicial, se indentificaron algunas cuestiones muy interesantes. En particular que Tlaxcala podría considerarse como un estado con una alta concentración de población indígena (i.e existen una serie de costumbres, apellidos, características físicas, e incluso formas de gobierno indígens), pero en la práctica los datos oficiales del INEGI lo ubican con un estado con menos del 3% de la población indígena. Siguiendo esta vena de análisis, se descubrió que el aspecto estadístico es crucial para el planteamiento de la política pública focalizada en los descendientes de pueblos originarios. Si en México la población no contesta que habla la lengua indígena, no es considerada como indígena (pese a que ya existe el criterio de autoadscripción).
En términos institucionales el problema es todavía más complejo debido al refinamiento al que se llega en instrumentos normativos como las Reglas de Operación de los Programas: cierto tipo de recursos solo pueden ejercerse si la población pertenece a un municipio o localidad que al mismo tiempo aparece en el Catálogo de la CDI; es decir, el uso de la lengua indígena no basta para ser considerado indígena, en términos normativos además se debe pertenecer a un determinado tipo de municipios.
Esta situación es preocupante por lo siguiente: un mexicano podría indicar hablar la lengua indígena y aún así no ser beneficiario de un programa de la CDI debido a que las personas que viven en el lugar de residencia de esta persona, podrían no declarar que usan la lengua
indígena.
Los participantes en la mesa de la Comisión de Derechos Humanos de Tlaxcala, veían con preocupación el tener una delegación de la CDI en Tlaxcala y consideraban que tenían las características suficientes. Su impotencia era porque no podían hacer nada para que las personas que no declaran el uso de la lengua lo hicieran. Peor aún, si el contexto influye en las personas (i.e. existe una retroalimentación positiva de la conducta de los individuos) mientras más personas que hablan la lengua no lo declaran, es más probable que cualquiera que habla la lengua, tampoco lo declare.
Un dato que termino por motivar el tomar como epicentro del proyecto el estado: al realizar la lectura de la la historia de Tlaxcala, se identificó la existencia de figuras representativas del gobierno indígena tales como el cabildo indígena y los señoríos, las cuales se mantienen en la actualidad bajos otros nombres (inspectorías, presidencias de comunidad). En algún momento de la historia contemporánea incluso motivaron la separación de territorios y la generación de nuevos municipios y un proceso de lucha política intensa.
Tlaxcala sirvió de inspiración del proyecto, pero también de objeto de estudio. En este recorrido las observaciones realizadas han permitido complementar el análisis de los demás estados para entender porqué razón o razones las personas no consideran importante declarar el uso de la lengua. A continuación, se presentan algunos de los hallazgos y pesquisas relacionados con las personas entrevistadas en diferentes localidades de este particular estado.
En tierras tlaxcaltecas, la expresión libre y pública de la lengua, no es fluida y menos para las mujeres. Se encontró que algunas mujeres mayores de 50 años, en una entrevista callejera aseguraban que “a los jóvenes les da pena hablar como nuestros abuelos, ya todo mundo quiere hablar el inglés, eso se los meten en las escuelas, lo ven en la tele y lo aprenden de la música que escuchan, se pierde mucho lo nuestro”.
Entre algunos hombres adultos (22 a 57 años, con estudios de primaria y secundaria), en comunidades de Tlaxcala, se argumentaba en relación al uso del lenguaje que: “yo sólo sé groserías, de eso es lo que más sé”. Al convivir en festividades, pero sobre todo bajo el influjo de alcohol, muchos hombres alburean, se comunican para no evidenciar alguna molestia con algún
presente. Entonces ahí salen palabras o referencia sobre todo de genitales, tanto femeninos como masculinos. Sin embargo, lo que se ha podido identificar es que en Tlaxcala prevalece un enorme machismo, en particular de los descendientes de pueblos originarios. Incluso se logra detectar que, en un municipio como Españita, hasta el día de hoy ninguna mujer ha sido propuesta como candidata al gobierno municipal, alegando “usos y costumbres” de la población.
Quizá este es el rasgo más importante que presenta el estado en comparación con Hidalgo, Oaxaca o Puebla. Algunas comunidades sobre todo las del sur, que presentan la mayor cantidad de características indígenas, son lugares que enfrentan un grave problema de trata de personas con fines de explotación sexual, siendo algunos poblados, los escenarios socio históricos donde ha surgido y dinamizado una cultura proxeneta.
La idea de progreso que conlleva la adopción de prácticas occidentales se observa de forma diferente en los sujetos masculinos. Por ejemplo, en el caso de Ixtenco, un municipio otomí cercano al municipio de Huamantla y en el camino hacia la planta AUDI establecida en San José Chiapa Puebla, nos decía en entrevista Don Mateo que: “la iglesia se quedó con la escuela durante muchos años. Los indios no podíamos estudiar ahí”. “Nuestras fiestas son nuestra oportunidad de hacernos de algunos pesos, también es una inversión a futuro, para nuestros hijos”.
Otro sujeto que declaró ser tlaxcalteca debido a que sus abuelos hablaban náhuatl, y cuya profesión era el ser albañil y cohetero, comentó en relación a la intervención del gobierno que: “Tienen poco tiempo que en Tlaxcala nos hacen caso”, decía un anciano originario de un poblado a las faldas de la Matlalcueyetl. “Antes”, decía la misma persona, “todo lo recorríamos a pie o con caballo. Enfermarse era sinónimo de muerte, ahora, bien que mal, hay carreteras, y algunos hospitales, sin medicina y a veces sin médicos, pero al menos ya hay algo”.
Sin embargo, el halo de progreso ha traído consigo un profundo cambio en la forma en cómo se considera lo indígena en Tlaxcala. Un caso muy interesante es la forma en cómo se entiende el éxito de las personas, en particular en aquellas que tienen un cargo público o se dedican a la política. La gente que se entrevistó y que tiene un perfil “más indigena” nos refiere que el mole es el platillo fundamental para celebrar una fiesta importante, salvo que se considere como un actor político. En este caso, preferirá la paella. De hecho, es curioso que dentro del trabajo de campo se recibió la invitació por parte de un actor político en Tlaxcala al cual le llamó
la atención el proyecto. En dicha fiesta por supuesto hubo mole, pero el platillo principal fue la paella valenciana, preparada a la leña y ex profeso para esta reunión por un miembro de una cofradía de paelleros en Apizaco. Todavía más interesante, la celebración fue amenizada con música de salterio, instrumento que data de la época colonial y que tal como lo comentó el anfitrión de la festividad “había sido confeccionado en Altzayanca Tlaxcala y no en España”.
Al realizar el trabajo de campo se observa que el estado tlaxcalteca, es un lugar con profundas raíces mesoamericanas, donde aparentemente la clase política se ha dado a la tarea de ocultar ese pasado de forma sistemática. Mientras por una parte, se encargan de hacerle frente al estigma de “traidores” de una patria que aún no existía, sufren de una negación para reconocer su procedencia. Pese a que la madre y el padre sean propios de estas tierras, muchas personas que son tlaxcaltecas reclaman su ascendencia de otro país o lugar exógeno al estado.
En conjunto con el estudio etnográfico se ha realizado una encuesta denominada Encuesta para la Estimación Multidimensional de la Población Indígena (EEMPI). Su objetivo es el de obtener información estadística de los descendientes de pueblos originarios en relación a cuatro grandes temas: 1) origen; 2) discriminación; 3) cultura y tradiciones y 4) aspectos socioeconómicos. Se parte de la idea de que ciertos encuestados en las encuestas, censos y conteos de INEGI, presentan contradicciones entre el uso de la lengua indígena y la autoadscripción como indígenas. Muchos no reportan información relacionada con su lengua en encuestas de INEGI pero si reportan su autoadscripción. La razón para sostener este argumento es la que se deriva a partir del análisis de la tabla 1 donde con datos de la Encuesta Intercensal 2015, se compara el porcentaje de personas que reportan hablar una lengua indígena con el grupo de aquellas que se consideran indígenas.
Resulta muy interesante que, en todos los estados del país, el criterio de hablar una lengua indígena genera siempre valores más bajos que el de la autoadscripción, incluso en los estados con un alto porcentaje de personas que manifiestan hablar una lengua indígena (e.g. Oaxaca, Chiapas o Yucatán).
Lo anterior nos permite argumentar que al considerar el criterio de lengua indígena como
el principal marcador de las personas que pertenecer a un pueblo originario se tiende a subestimar el tamaño de localidades con esta característica lo cual implica un sesgo importante para diseñar y aplicar políticas a favor de este grupo vulnerable de mexicanos.
Tabla 1. Diferencias en la proporción de la población considerada como indígena.
Habla lengua Se considera + indígena Se considera | Diferencia | ||
en parte | |||
Yucatán | 28.89 | 68.01 | 39.12 |
Oaxaca | 32.15 | 67.26 | 35.11 |
Quintana Roo | 16.62 | 46.51 | 29.89 |
Campeche | 11.51 | 46 | 34.49 |
Hidalgo | 14.22 | 37.66 | 23.44 |
Puebla | 11.26 | 37.17 | 25.91 |
Chiapas | 27.94 | 37.15 | 9.21 |
Guerrero | 15.32 | 35.43 | 20.11 |
Veracruz | 9.19 | 31.1 | 21.91 |
Morelos | 1.98 | 30.18 | 28.2 |
Michoacán | 3.56 | 29.69 | 26.13 |
Tabasco | 2.72 | 27.25 | 24.53 |
Tlaxcala | 2.74 | 27.06 | 24.32 |
San Luis Potosí | 10 | 24.86 | 14.86 |
Nayarit | 5.41 | 23.6 | 18.19 |
Nacional | 6.52 | 23.09 | 16.57 |
Colima | 0.63 | 22.17 | 21.54 |
Querétaro | 1.68 | 21.47 | 19.79 |
Sonora | 2.44 | 19.44 | 17 |
México | 2.74 | 18.56 | 15.82 |
Baja California Sur | 1.53 | 16.12 | 14.59 |
Sinaloa | 1.4 | 14.31 | 12.91 |
Aguascalientes | 0.25 | 13.12 | 12.87 |
Chihuahua | 2.67 | 12.84 | 10.17 |
Jalisco | 0.77 | 12.69 | 11.92 |
Distrito Federal | 1.5 | 10.77 | 9.27 |
Guanajuato | 0.23 | 10.4 | 10.17 |
Baja California | 1.45 | 9.7 | 8.25 |
Durango | 2.41 | 9.45 | 7.04 |
Zacatecas | 0.25 | 8.93 | 8.68 |
Nuevo León | 1.22 | 8.03 | 6.81 |
Coahuila | 0.2 | 7.9 | 7.7 |
Tamaulipas | 0.74 | 7.6 | 6.86 |
Fuente: elaboración propia con datos de la Encuesta Intercensal 2015 a nivel nacional sobre etnicidad disponible en: http://www3.inegi.org.mx/sistemas/tabuladosbasicos/default.aspx?c=33725&s=est.
Por ejemplo, en Oaxaca donde se tiene el mayor porcentaje de la población que habla una lengua indígena (32.15%), se nota que la diferencia entre esta variable y la de autoadscripción es de 35.11 puntos porcentuales. Esto implica que 2.09 personas se consideran indígenas por cada persona que dice hablar una lengua indígena. Yucatán es otro ejemplo interesante. Es el estado que en 2015 por autoadscripción se tiene el porcentaje más alto (68.1%) y se observa que en el criterio de hablar una lengua indígena el porcentaje de personas es visiblemente menor (28.89%), lo cual se traduce en una diferencia de 39.12 puntos porcentuales. Esto implica que por cada persona que manifiesta hablar una lengua indígena se tendrán 2.35 personas que se autoadscriben como indígenas.
Utilizando los datos para construir un promedio nacional, se concluye que el 6.52% reporta hablar una lengua indígena (tal como se había presentado en la tabla 2), mientras que el 23.09% se considerará o se considerará en parte indígena. Esto significa una diferencia de al menos 16.57 punto porcentuales y en promedio 3.54 personas que se identifican como indígenas por cada persona que indica hablar una lengua indígena. Una segunda conclusión que se deriva del análisis de los oficiales es que en la práctica las personas que se asumen como descendientes de pueblos originarios (i.e se autoadscriben como indígenas), no declaran el uso de la lengua.
La encuesta está dirigida a hogares de los estados de Hidalgo, Oaxaca, Tlaxcala y Puebla y está diseñada para dar resultados de acuerdo a la selección de ciertas localidades en los estados. Se han seleccionado estas localidades en atención a la probabilidad de encontrar descendientes de pueblos originarios y en congruencia con el estudio etnográfico. El diseño de la muestra no es probabilístico dado que existe un sesgo en el tipo de localidades seleccionadas. En consecuencia, los resultados obtenidos no pueden generalizarse a toda la población. Para la selección de la
muestra se utilizó el Marco Nacional de Viviendas 2012 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), datos del Consejo para la Evaluación de la Política en Desarrollo Social (CONEVAL) y datos electorales del Instituto Nacional Electoral (INE). La muestra se eligió por separado para la parte urbana y la parte rural. Como se ha comentado la selección se realizó para estados específicos del país y en localidades específicas de esos estados. Para garantizar que en la muestra se tiene representatividad para el tpo de personas que se buscaba estudiar (personas que pudieran hablar la lengua indígena pero que no lo declaran en las encuestas) se distinguieron dos grandes segmentos de población (estratos): 1) población residente en áreas urbanas y 2) población residente en áreas rurales. Para el estrato rural se utilizaron localidades de menos de 2,500 habitantes. Las localidades fueron elegidas también tomando en cuenta su tamaño poblacional por ello es que aparecen en las encuestas las capitales de los estados. Por otro lado, se integró a la información: a) la proporción de personas mayores de sesenta años, b) la de personas que hablan lengua indígena y d) la proporción de mujeres.
En atención al objetivo de la encuesta, se identifica una región compuesta por localidades especificas de los estados de Puebla, Tlaxcala, Hidalgo y Oaxaca tal cual se plantea en el mapa 1. Los lugares encerrados con un círculo rojo constituyen los espacios geográficos a los cuales se asistió y tienen una característica en común: son lugares donde no existe una alta concentración de personas que hablan la lengua indígena.
Con los datos de la encuesta se plantea un modelo donde existe una variable dependiente de respuesta binaria que identifica si una persona habla o no la lengua indígena (1 si habla la lengua indígena, 0 cualquier otro valor). Esta variable se encuentra en función de otras variables relacionadas con los siguientes aspectos:
origen del entrevistado caracterizado por variables de respuesta binaria (el entrevistado se encuentra a disgusto con su origen, el entrevistado se encuentra a disgusto con su religión, el entrevistado se encuentra a disgusto con su raza, el entrevistado se encuentra a disgusto con su piel , el entrevistado se encuentra a disgusto con su lengua, el entrevistado se encuentra a disgusto con su acento, el entrevistado se encuentra a disgusto con su nombre, el entrevistado se encuentra a disgusto con sus costumbres);
Mapa 1. Ubicación geográfica de los lugares donde se sospecha existirá población que usa la lengua indígena pero que no lo reporta en encuestas de INEGI.
Hidalgo
Puebla
Tlaxcala
Oaxaca
Fuente: elaboración propia con datos de Encuesta Intercensal INEGI 2015.
conductas discriminatorias que ha enfrentado la persona caracterizado por variables de respuesta binaria (el entrevistado reporta que lo han tratado mal otras personas, el entrevistado reporta que le han pagado menos que a otras personas, el entrevistado reporta que lo han despedido injustificadamente, el entrevistado reporta que no lo han atendido en un hospital, el entrevistado reporta que le han negado la participación en un programa social, el entrevistado reporta que le han negado la inscripción de un hijo a la escuela, el entrevistado reporta que han corrido a un hijo de la escuela, el entrevistado reporta que ha experimentado violencia familiar, el entrevistado reporta que le han prohibido estar en un lugar público, el entrevistado reporta que lo han amenazado en la calle , el entrevistado reporta que le han aplicado la "ley del hielo", el
entrevistado reporta que lo humillan sus colegas de trabajo, el entrevistado reporta que ha enfrentado violencia en la escuela, el entrevistado reporta que ha enfrentado violencia en el trabajo, el entrevistado reporta que ha enfrentado burlas o bromas, el entrevistado reporta que le inventan rumores, el entrevistado reporta que lo han excluido de actividades grupales, el entrevistado reporta que ha enfrentado otro tipo de discriminación);
características socioeconómicas del entrevistado identificadas con una variable en niveles (edad, de 12 a 100 años) y un grupo de variables de respuesta binaria (la persona se encuentra separada de su pareja, la persona está divorciada, la persona es soltera, la persona es migrante, la persona entiende la lengua indígena, la persona no tiene la primaria terminada, la persona tiene la primaria terminada, la persona tiene la secundaria terminada, la persona tiene la educación media superior terminada, la persona tiene la educación superior terminada, la persona es mujer);
prácticas culturales, costumbres y tradiciones medidas a partir de una variable en niveles (tono de piel del entrevistado, de 0 a 10 donde 10 es más oscuro) y variables de respuesta binaria (el padre del entrevistado pertenece a un pueblo originario, la persona celebra alguna fiesta especial, la persona realiza alguna ceremonia especial, la persona prepara alguna comida especial, la persona toca alguna música especial, la persona baila alguna danza especial, la persona utiliza alguna vestimenta especial, la persona desempeñó actividades de trabajo o puestos comunitarios, la persona tiene algún cargo especial en su comunidad)
actitud ante preguntas del INEGI medida por variables de respuesta binaria (el entrevistado está en desacuerdo de que le pregunten por su origen, el entrevistado está en desacuerdo de que le pregunten por su religión, el entrevistado está en desacuerdo de que le pregunten por su raza, el entrevistado está en desacuerdo de que le pregunten por su piel, el entrevistado está en desacuerdo de que le pregunten por su lengua, el entrevistado está en desacuerdo de que le pregunten por su acento, el entrevistado está en desacuerdo de que le pregunten por su nombre, el entrevistado está en desacuerdo de que le pregunten por sus costumbres).
La inclusión del modelo estadístico se justifica debido a que se busca conocer (y en su caso confirmar) si los factores reportados reportados en el estudio etnográfico son relevantes en lo estadístico. En términos estadísticos dado que la variable dependiente del modelo es de
respuesta binaria se utiliza una regresión logística la cual se estima mediante máxima verosimilitud. Una alternativa sería el Modelo de Probabilidad Lineal (MPL) que es más sencillo de interpretar y que implica una estimación mediante Mínimos Cuadrados Ordinarios (MCO) . Desafortunadamente esta opción no es conveniente ya que no es correcto asumir que la probabilidad es lineal, se podría enfrentar heterocedasticidad y es posible que con un MPL el coeficiente de determinación (R2) presente un sesgo. Adicionalmente pronósticos sobre las estimaciones de la variable dependiente en caso de asumir el supuesto de probabilidad lineal, pueden ser mayores a uno o menores a cero incumpliendo las propiedades matemáticas de la probabilidad.
En la tabla 2 se presenta un resumen de las variables que resultaron significativas, indicando el impacto que tienen en la probabilidad de que una persona responda si habla la lengua indígena. Los resultados de la tabla 2 en conjunto con los hallazgos derivados del estudio etnográfico, permiten plantear conclusiones más robustas.
Se observa que las variables que tienen un mayor impacto en la probabilidad de que una persona hable la lengua indígena son el que la persona entienda la lengua indígena, encontrarse a disgusto con sus costumbres y estar a disgusto con su origen. Las variables permiten cuantificar la situación contradictoria que enfrentan las personas que son identificadas como indígenas en México.
Resulta interesante que también el impacto sera positivo si la persona está en desacuerdo de que le pregunten por su origen. Todavía más interesante es el parámetro sobre el tono de piel. A medida que el tono de piel es más oscuro, la probabilidad de que una persona indique el uso de la lengua también crece. Si se tienen 11 niveles y por cada nivel el parámetro arroja 4.66%, entonces una persona que se encuentre en los tonos más oscuros tendrá una probabilidad de 51.33% de hablar una lengua indígena. Este hallazgo confirma lo observado en el estudio etnográfico cuando las personas indicaron la existencia de un tono de piel asociado a “lo indígena”.
En cuanto a las costumbres la persona variable que resulta fundamental es el tocar alguna música especial y que la persona La persona baile alguna danza especial. Llama la atención que estas dos variables sean las únicas que resultan significativas, lo cual exhibe la importancia de su relación con el uso de la lengua. Tristemente se observa que si la persona no tiene la primaria
terminada es más alta la probabilidad de que la persona también use la lengua indígena. Pero también se observa una cuestión positiva: personas que indicaron tener la educación superior terminada también presentan un impacto positivo. Finalmente, se debe comentar que el origen étnico del padre es importante al igual que la edad.
Tabla 2. Resultados del modelo en relación al impacto en la probabilidad de hablar la lengua indígena (aumentos o disminuciones en la probabilidad).
Variable | Impacto | Significancia |
La persona entiende la lengua indigena | 19.51193 | *** |
El entrevistado se encuentra a disgusto con sus costumbres | 12.04483 | ** |
El entrevistado se encuentra a disgusto con su origen | 10.35585 | *** |
El entrevistado está en desacuerdo de que le pregunten por su origen | 7.65085 | *** |
Tono de piel del entrevistado | 4.66664 | *** |
La persona toca alguna musica especial | 3.83205 | *** |
La persona no tiene la primaria terminada | 3.35093 | *** |
La persona tiene la educación superior terminada | 2.90077 | * |
La persona baila alguna danza especial | 2.30092 | * |
El padre del entrevistado pertenece a un pueblo originario | 0.65908 | *** |
Edad de la persona | 0.29139 | * |
La persona es migrante | -2.60983 | *** |
La persona se encuentra separada de su pareja | -3.71219 | ** |
El entrevistado está en desacuerdo de que le pregunten por su religión | -4.73822 | * |
El entrevistado reporta que lo humillan susu colegas de trabajo | -7.09477 | ** |
El entrevistado reporta que le inventan rumores | -12.05457 | *** |
El entrevistado se encuentra a disgusto con su piel | -12.69589 | *** |
Fuente: elaboración propia con datos de la EEMPI 2017. Nota: * pvalue<0.15, ** pvalue<0.10, *** pvalue<0.05
Para las variables que presentan un efecto negativo, se puede destacar el que la persona sea migrante (-2.61%) y que se encuentre separada de su pareja (-3.71%). Es interesante que si la persona está en desacuerdo de que le pregunten por su religión el efecto en la probabilidad de usar la lengua indígena también será negativo (-4.74%). Si la persona padece el que lo humillan sus colegas de trabajo la probabilidad de indicar que usa la lengua desciende en -7.09 por ciento. Finalmente, otras dos cuestiones relacionadas con la discriminación inciden negativamente en la
probabilidad de que una persona indique el uso de la lengua: si el entrevistado reporta que le inventan rumores (-12.05%) y si el entrevistado se encuentra a disgusto con su piel (-12.70%).
Con las estimaciones del modelo obtenemos conclusiones contradictorias. Por ejemplo, si la persona se encuentra a disgusto con sus costumbres y con su origen es más alta la probabilidad de que use la lengua indígena. Se llega a esta conclusión al interpretar los coeficientes de estas variables, pero también al analizar los coeficientes de las variables asociadas a la música y a la danza. Al mismo tiempo, si el entrevistado se encuentra a disgusto con su piel la probabilidad desciende, pero tonos más oscuros de piel aumentan la probabilidad de que una persona use la lengua indígena. Lo que nos dicen los datos es que las personas que usan la lengua indígena no están conformes con la parte de su origen étnico que aparentemente no se puede esconder que en este caso resulta ser el tono de piel. El que una persona se encuentre a disgusto cuando le preguntan sobre su religión incide en que indique que usa o no la lengua indígena. Esto es importante porque si en una encuesta se pregunta primero por la religión y después por el uso de la lengua, podría ser menos probable que las personas contestaran esta segunda pregunta.
El ejercicio estadístico confirma algunos de los hallazgos del trabajo etnográfico. Por ejemplo, que la referencia indígena o pueblo originario no es bien vista o entendida. Al respecto en el trabajo antropológico se observó que las personas descendientes de un pueblo originario no consideran a su lengua como tal, Realizan referencias al concepto “dialecto”. Sin embargo, resulta interesante que en las entrevistas se comentó en reitereadas ocasiones que no consideran que solamente la lengua es algo que los identifique como indígenas.
En cuanto a conductas discriminatorias en su contra, eeconocen racismo cotidiano, así como servicios omitidos o demorados por su color de piel. Esto puede relacionarse con su preferencia a llamarse como zapotecos, mixtecos, amuzgos, mexicanos (hablantes de náhuatl). Y para el caso de los otomís de Hidalgo es mejor que se refieran a ellos como: hñähñú.
En su relación con el gobierno, conciben que la población indígena tiene mayores beneficios sociales y económicos que ellos. El caso de Tlaxcala y de Oaxca es singular en este sentido debido cuenta con muchas comunidades que siguen basando sus relaciones sociales mediante elementos indígenas, tales como la lengua, costumbres, el sistema milpa, entre otros.
Para el caso específico de los sujetos entrevistados en Oaxaca, a diferencia de los otros observados, cuenta con los pueblos originarios con más arraigo y presencia social visible. Se enorgullecen y expresan públicamente lo que su identidad les dicta. La presencia de programas sociales es generalizada en todas las latitudes observadas, la entrega y convocatoria de actividades vinculadas a dichos programas, ha provocado que ciertos días de la semana se hayan vuelto cotidianos, mezclándose las vendimias y dinámicas comerciales, de transporte, así como las modificaciones de muchas otras actividades de la comunidad con tal de presenciar, recibir o vender recursos, productos, entre otros. La mayor parte de poblaciones originarias se encuentra en disputa por lo que consideran que es “su recurso natural” contra particulares, esencialmente extranjeros.
En cuanto a la diversidad cultural, es en Oaxaca el escenario con mayor expresión de diversidad cultural y sexual de los 5 estados observados. Es probable que, por motivos históricos, de marginación o económicos no solamente asuman algunas religiones de forma pasajera, sino también identidades como la indígena. Están presentes diversas violencias en el proceso adquisitivo de la identidad indígena, instituciones como el Estado, educación, servicios de salud, entre otros, han contribuido histórica y sistemáticamente a ello.
Finalmente, para generar mejores políticas públicas se requiere fortalecer las capacidades de identidad de las poblaciones, la educación formal puede servir en el proceso. Tras la realización del trabajo se pueden identificar algunos efectos en la población que podrían ser evitados en caso de contar con un mejor diseño de las encuestas. Dentro de los principales que se podrían incluir destacan el tono de piel, los datos de autoadscripción (que solamente se incluyen en los censos y conteos)
Baéz-Jorge, Félix. (1983). “La cosmovisión de los zoques en Chiapas (Reflexiones sobre su pasado y su presente)”, en Lorenzo Ochoa y Thomas A. Lee, Jr., Antropología e historia de los mixe-zoques y mayas. Homenaje a Frans Blom. México: UNAM/Brigham University, pp. 383-412.
Barabas, Alicia (2006). Dones, dueños y santos. Ensayo sobre religiones en Oaxaca. México: CONACULTA-INAH, Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa.
Barabas, Alicia y Bartolomé Miguel A. (1990). Etnicidad y pluralismo cultural: la dinámica étnica en Oaxaca. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Bartolomé Miguel A. (coordinador) (2005). Visiones de la diversidad. Relaciones interétnicas e identidades indígenas en el México actual. México: INAH.
Bonfil, Batalla, Guillermo (1998) México Profundo. Una civilización negada. México: Grijalbo.
Broda, Johana. (1991). “Cosmovisión y observación de la naturaleza: el ejemplo del culto de los cerros”, en J. Broda, Iwaniszewski y L. Maupomé (eds, Arqueoastronomía y etnoastronomía en Mesoamérica. México: UNAM, pp. 461-500.
Dalton, Margarita. (2010). Mujeres: Género e identidad en el istmo de Tehuantepec, Oaxaca.
México: CIESAS.
Gámez, Espinosa, Alejandra y López Austin, Alfredo (2015). Cosmovisión mesoamericana.
Reflexión, polémicas y etnografías. México: Colmex/FCE/BUAP.
Guber Rosana (2015). La etnografía. Método, Campo y Reflexividad. Argentina: Siglo veintiuno editores.
Kirchhoff, Paul et al. (1992). Una definición de Mesoamérica. México: Instituto de Investigaciones Antropológicas-UNAM.
Tarrés, María Luisa (2013). “Lo cualitativo como tradición”, en Tarrés María Luisa (coord.) Observar, escuchar y comprender. Sobre la tradición cualitativa en la investigación social. México: Flacso-COLMEX, pp. 37-60.
Marroquín Zaleta, Enrique (2007). El conflicto religioso en Oaxaca 1976-1992. México: UNAM, IISUABJO
Medina Hernández Andrés. (2015). “La cosmovisión mesoamericana. La configuración de un paradigma”, en Gámez, Espinosa, Alejandra y López Austin, Alfredo. Cosmovisión mesoamericana. Reflexión, polémicas y etnografías. México: Colmex/FCE/BUAP, pp. 52-120
Miano Borruso, Marinella (2003) Hombres, mujeres y muxe' en el Istmo de Tehuantepec.
México: Conaculta/INAH-Plaza y Valdés.
López Austin Alfredo y López Luján Leonardo. (2014). El pasado Indígena. México: El Colegio de México/Fondo de Cultura Económica.
López Austin, Alfredo (2015). “Sobre el concepto de cosmovisión”, en Gámez, Espinosa,
Alejandra y López Austin, Alfredo. Cosmovisión mesoamericana. Reflexión, polémicas y etnografías. México: Colmex/FCE/BUAP, pp. 17-51
López Austin, Alfredo. (2001). “El núcleo duro, la cosmovisión y la tradición mesoamericana”, en J. Broda y F. Baéz-Jorge (coords.). Cosmovisión, ritual e identidad de los Pueblos indígenas de México. México: Conaculta/FCE, pp. 47-65.
Sánchez Montalbán, Francisco J. (2006). LA MÁQUINA ETNOGRÁFICA. Reflexiones sobre Fotografía y Antropología Visual. Revista Contraluz No3. Agosto. España: Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico. Consultado el 7 de julio de 2017, desde: http://www.cerdayrico.com/contraluz/numero03/04%20contraluz.pdf
Velázquez Gutiérrez, María Elisa. (2011). Africanos y afrodescendientes en México: premisas que obstaculizan entender su pasado y presente. Cuicuilco, 18(51), 11-22. Recuperado en
18 de agosto de 2017, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185- 16592011000200002&lng=es&tlng=es
Velázquez Gutiérrez, María Elisa e Iturralde Nieto, Gabriela (2012). Afrodescendientes en México, una historia de silencio y discriminación. México: Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.
Warman, Arturo. (2002). Los indios mexicanos en el umbral del milenio. México: Fondo de cultura económica