El trabajo y la responsabilidad comunitaria en los jóvenes de la escuela preparatoria Work and community responsibility in young people in high school

René Puebla Benítez1


Resumen: Esta ponencia surge de una investigación que se está realizando con jóvenes de la Escuela Preparatoria de un contexto rural. Epistémicamente se sustenta en la propuesta de la conciencia histórica de Hugo Zemelman y la metodología esta centrada en el método biográfico narrativo, en el que a través de los relatos de vida se recuperan las voces de los jóvenes, de las que ahora empiezo a dar cuenta, pero a partir de reconocer mi marca y afectación desde un proceso de historización, porque no se puede conocer la realidad externa, sino se conoce la realidad interna.


Abstract: This presentation arises from an investigation that is being carried out with young people from the high School of a rural context. Epistemically, it is based on Hugo Zemelman's proposal of "historical consciousness" and the methodology is centered on the narrative biographical method, in which the voices of young people are recovered through life stories, from which I now begin to give account, but from recognizing my mark and affectation from a process of historicization, because you can´t know the external reality, if you don´t know the internal reality.


Palabras clave: escuela; jóvenes; trabajo; afectación; gente de bien.


Introducción

Los jóvenes de la escuela preparatoria que trabajan son gente de bien es una investigación que se está llevando a cabo en el Sur del Estado de México. De inicio describe brevemente el problema que nos lleva a esta construcción, los objetivos, las preguntas de investigación, el apartado epistémico, metodológico y teórico, para terminar mostrando un avance de las primeras impresiones en el encuentro con la realidad que se vive actualmente.

Desde mi propia experiencia como estudiante y ahora como docente he sido testigo de que en las últimas décadas la escuela lejos de ser el lugar ideal para preparar a los jóvenes para la vida, donde se les provee de todos los elementos para potenciar todas sus capacidades, en donde se formen sujetos responsables y trabajadores capaces de poder generar beneficios no solo para


1 Estudiante de Maestría en Investigación de la Educación en el Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México y Docente de Educación Media Superior.

ellos, sino para la comunidad en la que viven; se ha convertido en un lugar de disputa por parte de las autoridades educativas, ya que forma parte del botín político de los que resultan beneficiados en los procesos electorales, en un lugar de escape para los jóvenes que son obligados a asistir a ella, en el sitio perfecto para el noviazgo y convertirse en padres y madres a muy temprana edad y para una aparente pérdida de tiempo; porque lo aprovechan para enajenarse en las redes sociales y cuidando siempre una calificación porque de ella depende poder acceder a un nivel superior en la institución a la que desean pertenecer; que les asegure un buen empleo con el menor esfuerzo y lejos de las actividades propias del campo. Porque se ha configurado la idea de que estas son para los que no estudian.

El diálogo con los jóvenes evidencia que muy pocos de ellos siguen confiando en la escuela como el lugar en donde se obtienen los conocimientos que les ayudan a ser mejores personas a comprender el presente como una posibilidad de pensar en un mejor futuro, seguramente por el desconocimiento del verdadero sentido que se construye al interior de la misma, en la que por ejemplo, la concepción del buen maestro es aquel que explica bien, domina los contenidos curriculares y en general además de ser obediente con sus autoridades se rige por lo establecido en el currículum en el que se legitiman los intereses del poder y por lo tanto reconozco al igual que García y Olmeda (2016) que ser mejor persona significa aprender a obedecer porque el patrón tiene razón y cualquier imposición se debe aceptar como buena porque así lo amerita la situación.

Resultado de esto son los miles de jóvenes que deambulan por la calle en espera que se les cumplan las promesas que el gobierno les prometió cuando los hizo abandonar el campo porque este no era una opción para ellos y que en lo particular me mantiene molesto, porque es en él, en donde se encuentra la mayor riqueza, ya que nos provee de alimento, casa y vestido; simplemente es necesario recuperar el amor por la tierra, reconociéndonos parte de ella y no dueños de ella, como lo estamos haciendo. El lucro nos ha hecho tan inconscientes que hacemos y destruimos de ella cuanto queramos, sin darnos cuenta que está en juego la vida misma.

Esto me llevó a plantear el cuestionamiento, ¿Qué idea de trabajo y responsabilidad social sobre el desarrollo de la comunidad construyen los jóvenes en la escuela preparatoria? y a buscar los elementos que nos ayuden en un primer momento a hacer consciente que el significado de escuela debe cambiar y a luchar por hacer de ella un lugar para todos y donde se forman las

personas para vivir bien, lo que significa formar sujetos honestos, trabajadores, humildes, solidarios, responsables de los demás y principalmente de todo lo que les rodea; dispuestos a no seguir en esa etapa de la vida en la que en lugar de ser los causantes de grandes disturbios puedan convertirse en protagonistas de una nueva sociedad, desde su propio territorio en donde se necesita con urgencia recuperar sujetos críticos y trabajadores que hagan olvidar que el campo es improductivo y solo para los que no estudian, capaces de recuperar el verdadero significado del campesino.

Conscientes de que no es una tarea fácil porque nuestras autoridades educativas se olvidan cada vez más de una educación de lo rural y se ha configurado un significado despectivo de la gente que vive de esas y otras actividades. Por ejemplo Brandon dice: “empecé a echarle más ganas a la escuela con el interés de superarme y ser alguien en la vida y no terminar siendo un albañil o algo así, sino superarme para que mi papá y mi mamá se sientan orgullosos de mí”.

Recuperar la idea de trabajo y la responsabilidad que tenemos como miembros de una comunidad, como aquello que te hace gente de bien que se construye actualmente es la intención de este trabajo de investigación, mostrar algunos aportes teóricos y relacionarlos con las primeras impresiones de la realidad ayudará a hacer evidente el propósito de la escuela y a repensar la educación de nuestro país en esta era, donde el conocimiento ha sido tecnificado por la visión empresarial que domina en sus contenidos curriculares y que niega el progreso de las comunidades, dejándolas con menos opciones de futuro.


Preguntas de la investigación


  1. Pregunta central

    a. ¿Qué idea de trabajo y responsabilidad sobre la comunidad construyen los jóvenes en la escuela preparatoria?

  2. Preguntas subsidiarias

  1. ¿La idea de trabajo y responsabilidad social que construye en la escuela preparatoria te ayuda ser buena persona?

  2. ¿Cuál es el sentido de vida que los jóvenes encuentran en la escuela?

Objetivos

  1. Comprender la idea de trabajo y de responsabilidad que construyen los jóvenes en la escuela preparatoria para saber si se forman como buenas personas.

  2. Conocer las expectativas y las principales demandas de los jóvenes de la escuela preparatoria en relación con su comunidad en un futuro próximo.

  3. Conocer el sentido de vida que los jóvenes construyen desde la escuela preparatoria.


La conciencia histórica como sustento epistémico

La constante molestia, cada vez más evidente y la lucha por darle sentido a la labor que desarrollaba, me colocaron en el desafío de encontrar el por qué ese descontento en el actuar y pensar de los jóvenes respecto de la escuela y que tanto enojo me causaba.

En el Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México (ISCEEM) y desde el campo de Filosofía e Historia de la Educación, reconocí que la forma en cómo me posiciono frente a la realidad tiene que ver con un suceso histórico que me marcó y me hizo ser lo que soy y posicionarme ante el mundo como lo hago. Para descubrirlo fue necesario un proceso de historización profundo, ignorando mis prejuicios y haciendo un gran esfuerzo para recuperar con claridad todas las experiencias por las que he transitado, especialmente aquellas que duele recordar y que erróneamente me recomendaron olvidar para poder ser feliz, que me formaron como un sujeto sin memoria, por tanto inconsciente y con una estructura teórica determinada, que me impedía reconocer que el problema no está en los Otros.

El supuesto epistémico del que se parte en esta investigación es el de la consciencia histórica de Hugo Zemelman, reconociendo que, “no se puede conocer la realidad externa sino se conoce la realidad interna”. Era preciso debelar el porqué de mi enojo; para poder hacer una lectura crítica de la realidad, que siempre nos rebasa, por la rapidez con que se mueve, por su complejidad y por las múltiples posibilidades que nos presenta.

Resultado de todo este esfuerzo, después de un constante cuestionamiento y resignificación del relato de vida dentro de los Círculos de Reflexión, fue posible reconocer que mi marca tiene que ver con el trabajo que desarrollaba todos los días y al que mi padre concebía como el único medio para asegurar “tragar” y “ser gente de bien”, el cuidado de la tierra y los animales aseguraba el alimento de la familia, además del respeto, la dignidad y la fortaleza que te

generaban ante los demás. Afectación que ahora hago evidente con el enojo en situaciones de pobreza, desigualdad e injusticia.

Este reconocimiento personal o autoconocimiento no es posible sino nos reconocemos como seres históricos, sino aceptamos que en el pasado se encuentra todo aquello que nos contiene, que puede potenciar el presente y que sólo puede ser rescatado mediante un proceso de historización. Darle sentido al pasado pero desde el presente, como una posibilidad para el futuro. Un futuro que no será posible sin el reconocimiento del “Otro” y de lo “otro”, con un proyecto común que nos permita reconocernos como seres humanos, en cual he centrado mi lucha desde lo cotidiano.

Con la propuesta de la conciencia histórica se pretende desestructurar al sujeto, para tal caso, el constante cuestionamiento y la reflexión de los acontecimientos que se narran dentro de un grupo de trabajo, la selección de lecturas dentro de los seminarios básicos y de investigación fueron clave para lograrlo.

Parafraseando a Zemelman (2000) darnos cuenta del mundo como sujeto histórico nos coloca ante la duda de lo que es, para qué, cómo se conoce y qué condiciones son necesarias para captar la realidad y dar cuenta de ella. Sin embargo, Quintar (2016) aclara que no basta darse cuenta para dar cuenta, sino que es necesario tomar conciencia; en este sentido es fundamental la propuesta de la conciencia histórica o presente potencial, porque reconocerme como sujeto afectado, pero capaz de construir conocimiento, me potencia y fortalece para seguir en la lucha por un futuro mejor; porque esto es posible desde cualquier circunstancia: desde la opresión, la incertidumbre, la pobreza, la ignorancia, la injusticia. Cuanto más difícil es la situación, más potente la posibilidad. “La potencia no es resistencia, es la imaginación, pensarte desde la víctima, te hace pensarte desde lo poderoso de la posibilidad, porque no estamos derrotados, estamos lastimados” (Quintar, 2016).

El autoconocimiento y cuidado de sí nos hace responsables del Otro y de lo otro, nos permite entenderlo, ayudarlo, quererlo, para ello hay que estar cerca de él, así lo refiere Levinas citado por Romero (2011). Lo que definitivamente convertirá el problema sobre la función de la escuela en una oportunidad de construcción, para pensar de otra forma, hacer las cosas de otro modo y concebir la educación como un acto de amor (Freire, 2005), En el esfuerzo constante por estar siempre alerta, con el fin de que el dinamismo de la realidad, en lugar de convertirse en un

obstáculo, nos potencie para el logro de las metas que cada uno desde sus posibilidades persiga.

En este caso particular la lucha se encuentra en reducir la distancia entre el hogar y la escuela por ser los principales responsables de que los jóvenes hayan perdido el gusto por la escuela y desde donde es posible empezar a construir una idea de trabajo y responsabilidad con la comunidad diferente, con actividades reales propias del contexto, que les permita el arraigo y ser reconocidos como gente de bien.


La metodología biográfica narrativa

Con el reconocimiento personal y el desafío de ver, de escuchar lo que es y no lo que pienso que es, por las lógicas de pensamiento con las que opero que no se hacen conscientes tan fácilmente y habiendo que la única forma de dar cuenta de la realidad, pero sin previas construcciones teóricas que la determinen y que impidan ver la bastedad, me coloqué en ella.

La lectura de las primeras observaciones en los círculos de reflexión dejaba claro que el desafío no era fácil porque en ellas seguía apareciendo lo que deseaba, lo que pensaba y no lo que realmente estaba sucediendo. Seguía sin aparecer aquello que siempre está ahí, pero que se ha invisibilizado: los gestos, las risas, el llanto y toda expresión corporal que sigue sin tener importancia, porque a la escuela se viene a trabajar. El hambre, el dolor, los gustos y todo tipo de problema de los estudiantes es problema de la orientadora y se resuelve en casa.

Las devoluciones de los integrantes del grupo posibilitan una mirada crítica que te ayuda a evitar uno de los problemas más frecuentes de la investigación; que es constatar la información, buscar lo que ya se sabe o lo que Zemelman (1992) refiere como, anteponer la realidad a lo dado, cuando ésta es tan amplia e indeterminada que debe anteponerse a lo teórico como una posibilidad de construir nuevos conocimientos. Es decir, abrir lo dado a lo posible, para potenciar lo porvenir.

Es decir, tener en cuenta que cuando “algo” permite a un “modelo” que funcione y lo justifique, “no excluye el que el mismo “algo” permita el funcionamiento de otros (y muy distintos) modelos” de lo contrario, el modelo propuesto agota la realidad descrita y ya no es preciso instrumentar otras aproximaciones (Zemelman, 1992, p.11)

Las observaciones entendidas, como una forma de organizar el razonamiento para mirar; como una capacidad de pensar la realidad, permite preguntarnos, ¿Qué veo y cómo eso que veo,

llegó a ser eso que es?, Mantenernos en el cuestionamiento y la reflexión constante hace posible una lectura crítica de la realidad y enriquece la investigación.

Considerar estos elementos y las categorías que resultan del proceso de historización permitió determinar los sujetos de estudio, aquellos estudiantes de bachillerato que encuentran en el trabajo y la escuela la posibilidad de trascender, a pesar de las carencias económicas y sociales en las que viven, lo cual no fue difícil decidir por la cercanía que existe con ellos; como docente y vecino de la comunidad.

Las entrevistas y los relatos fueron la manera más apropiada de recuperar sus voces. En el caso de los relatos fue necesario informar a los jóvenes sobre la importancia de contarse y los motivos por los que nos atrevimos a pedirles que lo hicieran.

Narrar su vida les permitirá tomar conciencia de todo lo que les constituye y les ha hecho ser lo que han sido, lo que son y lo que quieren ser, conocerse a sí mismos se convertirá en un instrumento de poder. A pesar de ello, la respuesta no fue la esperada y fue muy claro que no les gusta contarse, unos porque nunca lo han hecho o en general porque culturalmente se les ha educado en la idea de que nadie tiene por qué saber lo que les pasa y menos si se trata de cosas íntimas, lo que da cuenta también de la inseguridad social que se vive en esta Región Sur del Estado de México y quizá por la misma relación que tengo con ellos por ser de la misma comunidad y por la rigidez que como docente mantuve.

Este hecho fue la causa que las entrevistas se realizaran de forma abierta y espontánea, sin ninguna formalidad, sólo un diálogo abierto, aprovechando algunos espacios libres en los que sin ningún dispositivo: como celular, cuaderno, grabadora y ninguna intención formal de recuperación de información me acercaba con ellos. Esta estrategia requería agudizar los sentidos para escuchar y observar todo lo que sucedía, pero sobre todo la memoria para recuperarlo posteriormente.

Por tratarse de jóvenes trabajadores, resulta más significativo la recuperación de las experiencias desde la acción misma, después del horario escolar se incorporan a las actividades que se están llevando a cabo en ese momento, que puede ser: la recolección manual del maíz, del zacate, la alimentación y preparación de alimentos para la engorda de ganado bovino y porcino y todas las actividades de limpieza y construcción que esto genera. Se recuperan las diferentes expresiones y sentires propios de cada momento, en cualquier situación, a qué hora llega, al

final del día, en el momento de recibir el pago, en el de la comida, etc. Se trata pues de evidenciar todo aquello que siempre sucede, pero que no es posible ver, en el decir y lejos de la acción misma.

Utilizar el método biográfico narrativo permitió hacer una lectura más cercana de la realidad que se quiere aprehender, en esta ocasión dentro de las diferentes posibilidades que nos ofrece, se utilizaron los relatos de vida, porque son los jóvenes quienes cuentan lo que ellos desean.

Normalmente, este tipo de investigación comienza con la recogida de relatos (auto) biográficos, en una situación de dialogo interactivo, en que se representa el curso de una vida individual, en algunas dimensiones, a requerimiento del investigador y, posteriormente, es analizada –de acuerdo con ciertos procedimientos específicos- para dar significado al relato (Bolívar, et al., 2001, P.19)

La responsabilidad del investigador es poder realizar la interpretación correspondiente desde lo que se cuenta. Por ello, además del relato, se han utilizado las estrategias descritas, para contar con todos los elementos necesarios para evitar hacer afirmaciones que pongan en duda la investigación y el sentir mismo de los sujetos de investigación.


Elementos contextuales

Las condiciones económicas de la década de los 70 habían empeorado notablemente, la falta de servicios de salud, de comunicación y de educación eran cada vez más escasos y difícil de alcanzar, la idea de que el campo no era una opción para la población se fortalecía, lo que generaba una gran movilidad (principalmente de la gente joven) en busca de nuevas y mejores oportunidades en las grandes ciudades del país, como la ciudad de México y a Estados Unidos en busca del sueño americano principalmente. Con la emigración, además de dejar de producir los alimentos de primera necesidad y volvernos dependientes, se generó una saturación en las ciudades en donde miles de personas deambulan actualmente por las calles, en espera de que se les cumpla lo prometido y así poder cumplir sus sueños.

A pesar de la difícil situación que se vivía en todo el país y principalmente en las comunidades rurales, las numerosas familias seguían dependiendo de los ingresos que generaban con el cuidado de ´plantas, de animales y de las divisas de los familiares que habían emigrado.

Sin embargo, la industrialización y el gran desarrollo tecnológico harían más grande el problema de la emigración. La búsqueda del sueño americano provocó tal impacto que hasta el día de hoy se antepone a cualquier cosa, aún sobre su propia vida por los riesgos que representa actualmente el cruzar la línea. Sabiendo que efectivamente solo es eso, un sueño. Porque para el estilo de vida que ellos buscan, es necesario adquirir una deuda que se necesita la vida misma para pagarla y en la cual, los intereses además de económicos, son la drogadicción, el alcoholismo la incertidumbre constante por su condición de ilegal, el exceso de trabajo y por si fuera poco la desintegración familiar.

Por más de cuatro décadas gran parte de la economía de la comunidad de Almoloya de las Granadas proviene de Estados Unidos, sólo una pequeña parte se genera en el país y en casos muy aislados se sigue viviendo de las actividades de nuestros antepasados. La agricultura y la ganadería. El rechazo por este tipo de actividades es cada vez más evidente a pesar de la gran escasez de alimentos que se vive en todo el país y la dependencia que esto genera, creada de manera intencional por parte del sistema económico y que es utilizada para recuperar el control de la gente a través de los diferentes programas de gobierno: PROCAMPO, PROSPERA, TERCERA EDAD y otros.

La creación de la escuela Preparatoria en la comunidad a inicios de este siglo y de varias universidades en la cercana cabecera municipal parecía ser una forma de disminuir la emigración y los problemas sociales en esta región, al menos los jóvenes tendrían la oportunidad de estudiar y de pensar en otros horizontes pero lo único que logró fue sólo retrasar la salida por que al término de esta y muchas veces de la universidad misma, la mayoría de los jóvenes terminan allá o en cualquier otra parte.

Pertenecer a la institución donde realizo esta investigación, haber sido parte de este fenómeno, haberlo vivido y seguirlo observando en la mayoría de las familias, pero desde otro lugar, puedo decir que es necesario y urgente recuperar la idea de trabajo, de responsabilidad y del buen vivir de nuestros ancestros. Haber hecho consciente que en ello está mi afectación y viviendo en la comunidad sigo trabajando con la esperanza de lograrlo, ampliando el concepto de escuela, porque no sólo dentro de ella se aprende y se enseña, a pesar de la incongruencia del currículum que en el último de los casos, quien tiene la última palabra es el maestro.

El excesivo uso de la tecnología, ha provocado que las enfermedades hayan aumentado

considerablemente. El sarampión, la viruela y otras enfermedades más comunes que recuerdo, han cambiado por enfermedades neuronales y cardiovasculares causadas por el estrés que genera la rapidez con la que se vive, que la creatividad de los niños y jóvenes que antes jugaban con los juguetes que ellos mismos construían o inventaban (el trompo, los carritos, el balero, el caballo, las escondidas, los encantados) haya desaparecido, junto con la armonía que existía en ese tiempo.

Ahora reconozco que la escuela es responsable en gran parte de ello por ser la institución a través de la cual el sistema reproduce todas las acciones políticas, económicas, sociales, culturales que le convienen, que le han permitido mantener el control por muchas décadas y en donde busque por muchos años poder conciliar la hostil relación entre mis padres, quienes desde la precariedad, la impotencia, los gritos, los pleitos y las enfermedades luchaban por darme lo mejor, enseñarme a trabajar para ser buena persona; siendo esto un objetivo en común, pero desde ideas diferentes. Por lo que ahora, lucho sabiendo que las condiciones no son las mismas, pero confiado que aún existe la esperanza de recuperar nuestro planeta y con ello liberarnos de un sistema que oprime y niega a todo aquello que se opone a sus deseos.


Construcción categorial

El posicionamiento teórico en el que se sustenta esta ponencia tiene que ver con las categorías principales que se abordan en ella; en ese sentido respecto a la idea de trabajo y de escuela a la que hago referencia, es Mészáros (2008) quien presenta un acercamiento muy cercano por lo que desde mi experiencia la escuela debería luchar para estar en condiciones de poder incidir en la toma de decisiones dentro de una comunidad y de lograr cierta autonomía y lo describe de la siguiente manera: “el desafío [de la escuela] no es una educación para ilustrar a los trabajadores o para someterlos al dominio de las máquinas, sino para que estén en condiciones de transformar la realidad” (p.15).

Es una propuesta que no niega la función de la escuela, pero tampoco la idea del trabajo, como condición necesaria para ser buenas personas y de ninguna manera se trata de un trabajo y formación que responda a las necesidades económicas del nuevo modelo, como lo describe Laval (2004) en la que asegura que es productora de capital humano, en la que este modelo, se presenta como la solución ideal para todos los problemas económicos, sociales, políticos, culturales y lo

único que hace es alimentar el verdadero mal y olvidar que una cuarta parte de los niños y jóvenes viven en un medio rural, según el INEGI (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Historia), el 26.4 % (10.3 millones) de los niños y adolescentes menores de 17 años viven en zonas rurales.


Lo que dista mucho de promover la justicia, la solidaridad, la libertad y otros valores propios de la escuela emancipadora, en la que sería imposible llevar a cabo dos principios indispensables, “la universalización de la educación y la universalización del trabajo como actividad humana auto-realizadora” (Mészáros, 2008, p.16).


El mismo autor expone que otra escuela es posible, pero que depende de la sociedad que la quiera crear y de rechazar o reorientar al modelo europeo cuyo carácter es empresarial y no humanista. Actualmente en México, ya es una realidad otra educación, instituciones como el CESDER (Centro de Estudios para el Desarrollo Rural) y el CREFAL (El Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe), se atrevieron a cambiar el currículum y hacer una propuesta con base en las necesidades de los jóvenes y adultos de una comunidad en particular.

La formación e incorporación de los jóvenes al trabajo, en zonas de alta marginación, como los pueblos originarios es posible, realizar actividades dentro de la comunidad, que generen algún tipo de beneficio y al mismo recibir una formación que fortalezca ese trabajo, favorece de manera significativa ese proceso y el arraigo en las comunidades, donde con la participación de la comunidad en general, podrían impulsar un verdadero desarrollo, conservar su identidad y pensar en la vida buena que el sistema capitalista intenta cambiar. Al respecto Gómez (2011) sugiere, no se debe formar para el trabajo, se forma en el trabajo; no se forma para luego buscar alternativas para vivir mejor, sino que se buscan y desarrollan las alternativas que generen las mejoras que se desean (Gómez, 2011, p. 47).

Respecto a la categoría de jóvenes, es la idea de Pacheco (2013) la que se acerca más a la que referimos en este estudio, en la que asegura que la ruralidad de los jóvenes es diferente a la de los ancestros, porque la ruralidad de ahora es diferente a la de antes. Lo vinculamos también con la nueva generación jóvenes Hashtag (#) de Feixa (2017); porque existe una participación

importante de la zona semiurbana y porque la tecnología ha alcanzado a todos, independientemente de la ubicación geográfica en que vivan.

En el primer caso los jóvenes rurales no son considerados como portadores de un proyecto de sociedad, porque se encuentran en tránsito a la urbanización. Sin embargo, tienen una mayor participación en el trabajo en una gran diversidad de actividades y no necesariamente agropecuarias, son parte fundamental en la aportación del ingreso familiar especialmente las mujeres, quienes tienen que emigrar porque la idea de la civilización es desaparecerlos del escenario rural haciéndoles creer que no tienen cabida en espacios de poco desarrollo. Son jóvenes con poco protagonismo, sin acción social y en consecuencia no participarían de las políticas del Estado (Durston citado por Pacheco, 2013, p.20).

La exclusión de los jóvenes rurales los obligó a renunciar en la mayoría de los casos a la idea original de ser gente de bien y del buen vivir y a construir un sentido diferente en un lugar donde la felicidad es posible en la medida en que eres capaz de convertirte en un hombre que solo trabaja (Han, 2012) y comprar cuanto puedas con ello. Una sociedad en la que en un instante puedes alcanzar la máxima felicidad, pero en el siguiente la peor de las tragedias; en la que pareciera que la felicidad de los jóvenes depende de la capacidad que se tiene para comprar, principalmente aparatos tecnológicos que los enajenan y les impiden darse cuenta del problema que les genera y se genera con la producción y el desecho de ellos, inmediatamente después de que se compran.

La idea original de vivir bien y ser buenas personas que deseamos recuperar es la que se construye cuando el respeto por la naturaleza y amor por la tierra se antepone a todo y cuando nos reconocemos como parte y no dueños de ella. Cuando aceptamos que cuidarla de manera sustentable nos proveerá de alimento, casa, diversión y sobre todo mantendrá un equilibrio entre el agua, la tierra, el fuego y el aire, como condición necesaria para seguir viviendo en libertad y armonía con las diferentes formas de vida.

Nuestra lucha desde la escuela está centrada en la recuperación de esta concepción originaria de ser buenas personas, la recomendación de Boff es: “volvernos a sentir parte de la tierra, lo que exigiría medidas de tipo pedagógico que desborden el ámbito académico y penetren no sólo en las instituciones, sino también en las conciencias” (Álamo, 2012, p. 249). Y en seguir negando el tipo de sujetos que se forman en una escuela al servicio del poder y que

Baselga (2013) describe de la siguiente manera:


Entrenado en la repetición, la reproducción, la sumisión y sin espíritu crítico, el joven no confía en su propio albedrío y creatividad y sale al mundo laboral esperando ser contratado por alguna empresa, en lugar de pensar qué puede inventar, producir, diseñar por sí mismo (Baselga, 2013, p. 6)


Trabajar para ser validados o para ser gente de bien

En las primeras impresiones encontramos que a la mayoría de los jóvenes de la preparatoria lo único que les interesa es la validación, es decir, no se cuestiona el ¿por qué? y ¿para qué? de lo que les dice el maestro, como uno de los estudiantes expresa: “Eso quiere, eso le entrego”, siempre y cuando la calificación sea aprobatoria”. Esta actitud no sólo la manifiestan respecto a las calificaciones sino en cada uno de sus actos al buscar que alguien apruebe lo que están haciendo y esta es una característica de un sistema empresarial que prepara sólo para saber hacer y obedecer. Resulta claro que la escuela es vista como una empresa y por ello Mészáros (1995) concluye que: “esas son las desventajas de un espíritu comercial. Las mentes de los hombres se vuelven limitadas, se tornan incapaces de elevarse. La educación es despreciada, o por lo menos dejada de lado, y el espíritu heroico se extingue casi totalmente” (p.25).

La concepción de la escuela desde el discurso escolar es que a ella se va a estudiar no a trabajar, no existe un vínculo entre el trabajo y la escuela, es decir la idea de trabajo es eliminada de ella, incluso se sostiene que vas a ella para trabajar menos, para tener un mejor empleo al terminar sus estudios, incluso sólo es un requisito para tener un trabajo en cuanto termine mis estudios “[…] sirve para obtener un papel con el que pueda obtener un trabajo y nada más” (Estudiante1, 17 años).

Son muy pocos los jóvenes que esbozan la idea que la escuela forma buenas personas o gente de bien, la concepción que ellos tienen está relacionada con tener dinero y un saber hacer instrumentalizado para ser alguien en la vida, “para ser capaz de desenvolverme en cualquier ámbito, demostrar cuáles son mis habilidades y destrezas y así poder tener un buen trabajo (Estudiante2, 18 años).

Recuerdo una frase muy común dentro del entorno familiar; la educación es la mejor

herencia que se puede dar a un hijo. Pero que exige repensar el significado que se tiene de educación y si para ello es necesario que el niño pase la mayor parte de su vida en la escuela y por si fuera poco, también en la iglesia, tratando de memorizar bajo amenazas contenidos sin sentido, porque distan mucho de sus necesidades.

De la misma manera habría que repensar la riqueza y el significado del buen vivir a la que refiere Kasuga (2009), cuando nos comparte algunas experiencias: "debemos ser puntuales, ser honestos, ser trabajadores, ser disciplinados, ser cariñosos [...] Mi padre me enseñó: si quieres riqueza para ti y para toda tu gente que te rodea, siembra en ellos educación” y si en ese significado del vivir bien incluye el acceso a la salud, a la educación para la vida y otros servicios que incluyan un sentido de felicidad como nos comparte Barbero (2012).


A manera de cierre apertura

Es evidente entonces que la escuela preparatoria no prepara para la vida, porque la idea del trabajo y de ser gente de bien; responde a intereses ajenos que de manera consciente se socializan y se concretizan en la escuela, en donde el trabajo de formación consiste en hacer esto posible, estimulando a quienes aprenden a obedecer y a repetir y castigando a quienes se resisten, porque no le encuentra sentido debido a que las necesidades y las demandas de los espacios donde interactúan son otras, provocando que una gran cantidad de jóvenes deserten y queden desprotegidos porque sólo saben consumir.

La creación de falsas necesidades, el tipo de educación que se imparte en las escuelas, combinado con la falta de oportunidades reales de empleo dentro de las comunidades, siguen sin frenar el problema de la emigración, a pesar de los riesgos que esto genera.

Desde la experiencia reconozco que los jóvenes que trabajan desarrollan capacidades diferentes que les ayudan a resolver problemas de manera más apropiada y tienen mejores oportunidades dentro de la comunidad y fuera de ella. Se muestran seguros, confiados y dispuestos a realizar cualquier tipo de actividad por la fortaleza que desarrollan con el trabajo, pero que son características que no se generan, ni se potencian en la escuela y por eso la crítica hacia ella.

Respecto a la categoría sobre la responsabilidad que se adquiere en la comunidad, me reconozco en falta en la construcción teórica, la idea por la que trabajo dentro de la comunidad

tiene que ver con que cada individuo que tiene la posibilidad de formarse en cualquier área, debe tomar el desafío desde sus posibilidades de comprometerse con el desarrollo de su comunidad, participar activamente en las decisiones y los trabajos que esto genere, además de participar en el cuidado de los demás y de lo que le rodea. Mantenerse en lucha constante porque de ello depende convertirse en gente de bien.


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