Gerardo Alarcón Campos1
Palabras clave: guerrilla; violencia; resistencia; memoria; Veracruz.
El surgimiento del movimiento armado socialista en México significó una coyuntura que sería aprovechada por cientos de jóvenes en todo el país como la oportunidad de crear un cambio verdadero, una alternativa para combatir a un Estado autoritario que cerraba con violencia y autoritarismo todos los caminos legales a las demandas populares. Así mismo, esta explosión respondía a un contexto internacional donde diferentes países del tercer mundo llevaban una lucha encarnizada contra el imperialismo norteamericano y el colonialismo. En américa latina, el triunfo de la revolución cubana significó la oportunidad para que en todos los países del continente se llevaran a cabo luchas similares con el fin de conquistar una mayor libertad para los sectores más empobrecidos y explotados. México no sería la excepción, y desde el año de 1965
1 Estudiante de licenciatura, sociología, Universidad Veracruzana, violencia política, gerardo_barrett@outlook.com.
comenzarían a surgir en diferentes partes del país organizaciones político- militares en el campo y la ciudad.
Todas ellas responden al mismo origen: Son producto de diferentes luchas y movimientos sociales que fueron reprimidos por el Estado. No importaba si las luchas eran por el reparto de tierras, por mayor transparencia en las elecciones, por la creación de nuevos espacios educativos o la democratización dentro de los mismos, por la liberación de presos políticos, cualquier indicio de resistencia era suficiente para que el Estado mexicano hiciera uso de los cuerpos de seguridad, legales e ilegales, para evitar a toda costa que se generalizara el descontento popular. Al encontrar los caminos legales cerrados y los partidos de oposición al encontrarse en una posición que aspiraba más a la convivencia con el poder que a la crítica y movilización popular combinada con una representatividad dentro de los aparatos estatales, varios sectores concluyeron que la única alternativa que tenían a su disposición para conseguir una transformación radical era la lucha armada.
El surgimiento de esta expresión de lucha trajo consigo la descalificación inmediata, tanto del poder mismo que reducía a estas insurrecciones a meros actos delincuenciales y terroristas, como de otros sectores de la oposición política, quienes veían a los rebeldes como un obstáculo para el avance de “la verdadera izquierda”. Gracias a esta criminalización, durante mucho tiempo se menospreció el papel y el impacto que las organizaciones guerrilleras han tenido, tanto en el campo político como ideológico. Tal y como Carlos Montemayor lo señalaba:
“El discurso oficial de gobernantes e intelectuales que ven afectado su prestigio por el desacomodo que la insurrección guerrillera provoca en sus tesis generales o personalísimas sobre el país tiende a la descalificación que insiste en la delincuencia común o en el delirio anacrónico de ideologías superadas. Políticos e intelectuales sienten al guerrillero como un agresor a sus dominios”. (Montemayor: 1996. P 111).
El uso de la violencia por parte de estas organizaciones ha derivado en la descalificación por parte de la clase política y de la academia, principalmente de aquellos sectores que circunscriben la lucha social únicamente a el campo de una sociedad civil romantizada (apartidista, apolítica y desclasada) que únicamente se limita a ejecutar acciones de resistencia de
carácter simbólico y cuyas luchas sólo se proponen a reformar levemente las estructuras del Estado; considerando que la praxis violenta despoja de todo significado la lucha política.
Principalmente hay que entender, que la violencia ejecutada por las organizaciones guerrilleras se encuentra muy lejos de ser un acto nihilista que sólo busca la destrucción. La violencia, definida por Adolfo Sánchez Vázquez como un acto exclusivamente humano, es el nombre que se le da al uso de la fuerza. Violencia significa transformación, es aplicar la fuerza para modificar la naturaleza, transgredirla con el propósito de cambiar el orden natural de las cosas. La existencia de la sociedad implica necesariamente un acto de violencia contra la naturaleza. Los seres humanos han construido su civilización gracias a la transformación radical del planeta tierra. Bosques, montañas, ríos, todos ellos han sido objeto de la transformación de la mano del ser humano.
“En la naturaleza hay fuerzas naturales, pero la violencia no es la fuerza en sí, o en acto, sino el uso de la fuerza. En la naturaleza, las fuerzas actúan, pero no se usan; sólo el hombre usa la fuerza y puede usarse a sí mismo como fuerza. Por ello decimos que la fuerza de por sí no es violencia, sino la fuerza usada por el hombre. De ahí el carácter exclusivamente humano de la violencia.” (Sánchez, 2003, p. 447)
Por esto, es entendible que la violencia, como herramienta del uso de la fuerza para lograr una transformación, sea una práctica llevada a cabo no sólo para modificar la naturaleza en la que habita el ser humano, también lo es para establecer y modificar el orden que rige una sociedad.
La violencia existe porque se rechaza a un orden social establecido y se aspira a transformarlo para dar paso a uno nuevo, subvertirlo, encontrando en ese proceso de transformación, la resistencia de los guardianes de dicho orden para protegerlo. La violencia surge entonces de las contradicciones irreconciliables entre seres humanos y clases sociales, generando con esto confrontación, la cual, indudablemente deberá resolverse a favor o en contra de una de las partes en pugna y con esto, transformando o preservando el orden social.
“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos,
maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras, franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes” (Marx, 1975, P, 32-33).
Efectivamente, es violento que el grupo guerrillero secuestre políticos y empresarios y asalte bancos para financiar sus actividades, también es violento que ejecute emboscadas a militares y policías como parte de sus acciones militares. Pero también fue violento que un gobierno, fundamentado en el llamado estado de derecho, obstaculice procesos democráticos, cometa fraudes en las elecciones, acose y detenga arbitrariamente a militantes y simpatizantes de un movimiento de oposición, que reprima manifestaciones; violento es que haga uso de las fuerzas de seguridad o de grupos paramilitares y criminales para asesinar activistas, líderes campesinos, obreros y periodistas, violenta es la pobreza, el hambre, la impunidad.
La diferencia entre ambas violencias es que la violencia del Estado está encaminada a preservar las relaciones de dominación, mientras la violencia del rebelde se opone a esa dominación y aparece tanto para defenderse de un poder que lo oprime como para acabar con él: “La violencia revolucionaria, se presenta no solo como un instrumento político, sino como un deber moral. El terror es definido como una contraviolencia; pero solo es “legitimo” para defenderse frente a los opresores hasta que estos son derrotados”. (Marcuse, 1970, P.15).
La violencia, principalmente para las organizaciones político – militares de corte socialista, es un medio para obtener un fin, pero no centra toda la lucha política en torno a la violencia. Lenin, al ser cuestionado sobre el uso de la guerra de guerrillas en el preámbulo de la revolución de octubre, señalaba que, si bien, las actividades clandestinas eran y fueron necesarias en determinadas etapas de la organización del partido bolchevique, la lucha por la revolución no podía limitarse a ellas, pues la victoria final sólo podrían alcanzarla con el apoyo de las masas campesinas y trabajadoras, siguiendo diferentes metodologías de lucha, desde la huelga a la lucha dentro de los parlamentos y, por supuesto, el sabotaje y expropiación de recursos económicos y armamentísticos. (1970, p. 87, 88, 89). En términos generales, el marxismo nunca ha despreciado el uso de todas las formas de lucha, sin embargo, si hace un especial énfasis en que, daba la naturaleza del estado liberal y de la clase capitalista que gobierna, la violencia se hará inevitable,
pues el viejo poder se resistirá al cambio radical y hará uso de su maquinaria para detenerlo a toda costa., y ante esa violencia original del poder increpado, solo puede oponerse la violencia revolucionaria. Entonces, la violencia que propone el marxismo, lejos de ser una violencia nihilista, es una violencia que es utilizada como medio para destruir lo viejo, pero al mismo tiempo construir algo nuevo:
“Al recurrir a la violencia, en cada una de sus situaciones históricas, los revolucionarios habían llegado a la conclusión de que la no-violencia no puede anular una violencia establecida, y que, por tanto, para transformar unas relaciones humanas dadas, y crear nuevas relaciones, era preciso destruir violentamente la realidad social que se asentaba, a su vez, sobre una violencia real.” (Sánchez, 2003, p.456)
En el caso de la guerrilla mexicana, si bien es cierto que un aspecto común de la mayoría de las organizaciones fue su constante actitud militarista, esto no significa que no tuvieran en consideración otras formas de lucha. Arturo Gámiz, en la declaración del Grupo Popular Guerrillero, señala que la organización no se opone a la participación de las fuerzas revolucionarias en las elecciones ni a su lucha dentro de las cámaras de los congresos, pero sí hace énfasis en que estas fuerzas no deben jamás renunciar a sus principios, ni ceder ante la corrupción o el oportunismo y en todo momento deben desenmascarar el carácter represivo del régimen, sólo así, podrían combinar la lucha armada con una lucha política que realmente garantice la representatividad popular dentro del aparato democrático del Estado. De igual forma Lucio Cabañas constituye el Partido de los Pobres y su brazo militar La Brigada Campesina de Ajusticiamiento como dos órganos separados. La función del PDLP, como su nombre lo indica, era ser el partido que representara a los más pobres y marginados. De su programa político es importante señalar que el PDLP pone sobre la mesa el tema de la igualdad de género, del reconocimiento de derechos y libertades de las mujeres, algo sumamente importante teniendo en cuenta que un aspecto negativo del contexto rural es la sistemática violencia que se ejerce contra la mujer en muchas formas, siendo considerada incluso una mercancía. Así mismo, 22 años antes de la aparición del EZLN, el PDLP hace un llamado a reconocer a los pueblos indígenas, a restituirles las tierras arrebatadas por caciques y terratenientes y principalmente, a erradicar el
racismo ancestral que se ha cernido contra ellos. Y principalmente el EZLN nos ha demostrado que una organización político – militar es perfectamente capaz de hacer política y de elaborar un programa de transformación social que se convierta en referencia a nivel mundial en materia de resistencia.
El movimiento armado socialista se extendió por todo el país, en algunos estados tuvo más presencia que otros debido a las condiciones particulares de cada región, por su importancia estratégica y por cómo se desarrollaron los movimientos de oposición, en algunos lugares de manera más radical y comprometida que en otros. Ejemplo de esto es Guerrero, Nuevo León, Jalisco, la ciudad de México, Sinaloa, y Chihuahua, lugares donde surgieron las organizaciones más importantes: el Grupo Popular Guerrillero, el Partido de los Pobres, la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, las Fuerzas de Libración Nacional, el Movimiento de Acción Revolucionaria, la Liga Comunista 23 de Septiembre, las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo y la Unión del Pueblo.
Algunas de estas organizaciones solo actuaron dentro del marco de sus regiones, principalmente las organizaciones de carácter rural, sin embargo, el crecimiento y expansión de sus movimientos era una necesidad prioritaria que debía lograrse para alcanzar sus objetivos. Es así como se dan a la tarea de abrir nuevos frentes de lucha o en su defecto, de atraer combatientes de todas las regiones del país con el objetivo de fortalecer las trincheras de la lucha armada y resistir con mayor facilidad al despiadado autoritarismo del Estado.
Al igual que en la mayoría de los países de América Latina, la lucha guerrillera que se ha desarrollado en México ha sido mayoritariamente en el contexto rural, esto gracias a las condiciones propias de nuestro país donde en primer lugar, las zonas rurales son proporcionalmente más amplias que los focos urbanos. La mayoría de los movimientos políticos de resistencia se han originado de igual forma en el contexto rural, esto gracias al inherente abandono, explotación y saqueo del cual es víctima.
La guerrilla rural tiene su origen en problemáticas de corte regional, relacionados a la tenencia de la tierra, al despojo de los recursos naturales, a la violencia ejecutada por caciques y terratenientes. Gracias al trabajo político e intelectual de los cuadros dirigentes de la guerrilla,
quienes cumplen la función de intelectuales orgánicos, se logra encaminar esa lucha exclusivamente regional hacia una causa más superestructural la cual es la revolución socialista.
Respecto a las guerrillas urbanas, estas tienen su aparición hasta la década de los 70’s. Si bien, dos hechos coyunturales tan importantes como las masacres del 2 de octubre de 1968 y del
10 de junio de 1971 fueron cruciales para la radicalización de algunos movimientos mayoritariamente estudiantiles, algunas de estas organizaciones armadas nacen como producto de otras luchas estudiantiles y sociales en sus determinados contextos, así mismo, también encontrarían inspiración en otros movimientos armados aparecidos en diferentes partes del mundo.
A diferencia de lo que establecen los manuales de guerra de guerrillas del Che Guevara y de Carlos Marighella, donde la guerrilla urbana es una extensión de los focos rurales y está destinada a proporcionar recursos materiales y económicos para la misma, así como para proporcionar cobertura en la retaguardia y emprender acciones militares en los centros urbanos para tratar de dispersar la presión militar en contra de los focos rurales, en México la mayoría de los grupos urbanos nacieron seminalmente dentro de las universidades y les costaría mucho trabajo vincularse con los movimientos rurales. Esto, principalmente, por el desconocimiento que los elementos urbanos tenían del contexto del campo. Si bien, tenían una buena preparación teórica y política, está falta de experiencia influyó en su metodología de acción. En algunos casos no pudieron generar la suficiente confianza en los pobladores de la región, en otros su discurso no era aceptado debido a lo pesado y académico que era, y en otros no pudieron aliarse debidamente con las guerrillas rurales debido a un choque entre prácticas, entre la visión sin experiencia y meramente teórica de los citadinos y la experiencia empírica de los rurales.
Dadas las características generales de nuestro país, es la guerrilla rural la que ha sabido permanecer y resistir el paso del tiempo y los operativos de contrainsurgencia. Montemayor explicaba esta recurrencia guerrillera mexicana radica en la vinculación que las organizaciones político militares tienen con las comunidades existentes en el territorio rebelde, muchas veces pasando a ser parte orgánica de las comunidades. La guerrilla rural se ha nutrido y sobrevivido de las redes sociales existentes en las comunidades, las cuales abarcan relaciones vecinales y familiares. Ejemplo de esto es la sobrevivencia del Partido de los Pobres después de la muerte de Lucio Cabañas, y el exitoso establecimiento de las Fuerzas de Liberación Nacional en la región
de Las Cañadas, lo que daría origen en 1983 al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.
Según el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, CISEN en su documento “Guerrillas en el estado de Veracruz”, fechado el día 13 de septiembre de 2012, refiere que la única actividad relacionada a grupos guerrilleros en la entidad es la del Ejército Popular Revolucionario, señalando su primera aparición en la entidad en el año de 1996 y sus posteriores acciones militares del día 10 de septiembre de 2007, con la destrucción de 11 gasoductos de Pemex a lo largo del estado.
Sin embargo, esto es incorrecto. La historia de la guerrilla en Veracruz es la historia de diversas insurrecciones que han estado presentes en la entidad, pero silenciada al grado de convertirse en un secreto a voces del cual todos saben algo, pero que es incómodo mencionarlo.
Para entender las características de este movimiento en el estado es indispensable dar una observación al contexto de la entidad. Veracruz es un estado rural, la tercera entidad federativa con mayor densidad de población y mayor número de municipios. Una vez concluida la revolución mexicana, las relaciones de poder en el estado se mantuvieron casi intactas, incluso algunos llegan a señalar que en Veracruz no pasó la revolución mexicana, a pesar de que previo al conflicto es en este estado donde se desarrolla uno de los conflictos obreros determinantes para el estallido de la insurrección, la huelga de Río Blanco.
Al igual que en todo el país, el campo veracruzano ha sido dominado por caciques y terratenientes, quienes lograron construir verdaderos feudos y cimentaban su poder en base a la violencia ejercida por sus pistoleros y guardias blancas, quienes tenían la capacidad de asolar regiones enteras y de hacer desaparecer a todo individuo que representara un estorbo a sus intereses. En Veracruz el más emblemático de estos ejemplos es el de la Mano Negra, grupo de guardias blancas dirigido por el terrateniente Manuel Parra Mata, financiado por otros terratenientes y poderosos empresarios de diferentes municipios de la zona centro del estado y la ciudad de Xalapa, quienes estaban en contra de la reforma agraria pues esta amenazaba sus intereses. La Mano Negra se cobró la vida de cientos de campesinos que exigían su derecho a la tierra, y la desarticulación de los latifundios.
A lo largo del siglo XX en Veracruz, ejemplos similares de caciques y escuadrones de la
muerte seguirán apareciendo: Tomás Sánchez Vitorero “Tomasín”, Toribio Gargallo, Cirilo Vázquez, Felipe “El Indio” Lagunés, líder de un grupo similar a la mano negra llamado La Sonora Matancera, la Columna Volante, etc. Todos ellos con la encomendada labor de aterrorizar a los pobladores del campo, principalmente a los líderes y militantes de movimientos campesinos ajenos a la hegemonía política del PRI, así como despojar tierras y paulatinamente, introducir el tráfico de armas y de drogas, todo con el amparo de las autoridades estatales y con la colaboración de los cuerpos de seguridad.
La lucha por la tierra ha sido el principal detonante de la lucha guerrillera rural en el estado de Veracruz a partir de la década de los 70’s. El contexto veracruzano comparte muchas similitudes con otro estado en la costa del océano pacifico: Guerrero. Tal vez por eso, en el año de 1970 el Partido de los Pobres comenzó a realizar exploraciones a lo largo del estado con el objetivo de establecer un segundo frente guerrillero. El primero de estos testimonios lo aporta el padre Carlos Bonilla Machorro, destacado cura y activista, quien participaría en el movimiento cañero del pueblo de Carlos A Carrillo, Cosamaloapan acontecido a finales de 1972 y principios de 1973, y el cual, de no haber sido por la mediación del padre, pudo haber terminado en masacre al tratar de intervenir directamente el ejército mexicano contra los campesinos. En su libro Ejercicio de guerrillero el padre Bonilla relata el encuentro que tuvo con una comisión del Partido de los Pobres, la cual iba encabezada por Lucio Cabañas, quien en ese momento había bajado de la sierra de Guerrero para atender sus problemas de salud, aprovechando ese tiempo para visitar y contactar con simpatizantes de Michoacán, Aguascalientes, Durango, Sonora y Veracruz. En dicha reunión, Lucio le ofreció ayuda para deshacerse de las fuerzas militares que acosaban el pueblo. Bonilla, sin embargo, rechazó la ayuda por temor a que la presencia de la guerrilla desencadenara una represión mayor. A partir de ese momento la relación entre Lucio y el padre Bonilla comenzó, siendo invitado personalmente a visitar el campamento del PDLP en la sierra de Atoyac y posteriormente, Bonilla sería el mediador en el secuestro del senador Rubén Figueroa por parte de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento.
A finales de 1973 y principios de 1974, algunas expediciones del PDLP hicieron presencia en diferentes puntos del estado. La sierra de Zongolica, una de las regiones más pobres de la entidad y a la vez más asediadas por el poder de los caciques recibió la visita de militantes de esta organización quienes mediante asambleas clandestinas exponían ante los pobladores el
programa político de la organización. A las reuniones celebradas en la colonia El silbato, del municipio de Tezonapa, acudían principalmente campesinos e indígenas, sin embargo, después de tres sesiones la brigada a cargo tuvo que huir pues habían llamado la atención de la familia Lozano, lo caciques de la región. La influencia ideológica que estas asambleas tuvieron sirvieron para que, años después, se impulsara la candidatura de Inocencio Ramírez Juárez por la alcaldía de Tezonapa por parte del Partido Mexicano Socialista, quien logró articular un movimiento de oposición bastante importante el cual, fue silenciado al ser asesinado por la familia Lozano en plena campaña.
El testimonio de Andrés Tzompaxtle Tecpile, conocido como Rafael dentro del EPR, relata que, a la comunidad de San Juan Tehuacán, llegaron agentes federales a la caza de Lucio Cabañas. De igual forma, en muchos pueblos y comunidades cercanas a la zona Córdoba- Orizaba, tales como Omealca, Providencia y Yanga, la figura de Lucio Cabañas es conocida por los pobladores, y en todos los casos relatan que el PDLP hacia asambleas con ellos y les mencionaba la importancia de rebelarse contra el gobierno para que los pobres pudieran crear un mundo nuevo.
Lucio Cabañas en persona celebraría reuniones con líderes cañeros independientes del ingenio de Ursulo Galván en la comunidad del Bobo, cerca de Cempoala, Veracruz, así como con líderes estudiantiles de la Escuela Normal Veracruzana, Enrique C. Rebsamen en Xalapa y con maestros rurales en Chicontepec. Pero sin duda, el trabajo más importante realizado por el PDLP se desarrollaría en la región de las Huastecas veracruzana e hidalguense. Es en esta zona donde se tiene el primer reporte de actividades relacionadas al PDLP en el año de 1970. En un oficio elaborado por Fernando Gutiérrez Barrios en su calidad de director de la DFS fechado el 17 de marzo de 1970, informa a la secretaría de gobernación la intercepción del correo personal del maestro rural Salvador Ángeles Salas, Ramón, la cual iba dirigida a familiares y amigos, y en la que expresa su reciente incorporación a las filas del Partido de los Pobres. En el periodo comprendido entre septiembre de 1969 y febrero de 1970, Ramón, les relata a sus conocidos las diversas tareas que ha realizado para la guerrilla, así como su intención de establecer un foco guerrillero en las inmediaciones del municipio de Álamo, Veracruz, por lo que urge a sus contactos buscar más gente y organizarse para extender las labores de la organización.
La DFS procedió a la detención de J. Cruz Ángeles Torres, Maximino Islas Cordero y
Juan Gregorio Baltazar. Maximino Islas relató que Ramón tenía planeado ejecutar una expropiación bancaria en una sucursal del Banco de Tuxpan, ubicado en Álamo, con el objetivo de financiar las actividades de la organización, así como de proponer la iniciativa de establecer un foco guerrillero en la zona, ya que Lucio Cabañas aparentemente tenía contemplado iniciar con una insurrección nacional el día 5 de julio, fecha de las elecciones presidenciales. Juan Gregorio respaldaría esta información, asegurando además de que se le solicitó la tarea de buscar más adeptos, así como armas para preparar la insurrección en el área. Los tres detenidos serían puestos a disposición del juzgado tercero de distrito en el estado de Veracruz, consignados por los delitos de conspiración y asociación delictuosa. En cuanto a Salvador Ángeles, este lograría evadir a la inteligencia del Estado, asumiendo el nombre de Isidro Castro Fuentes, quien se convertiría en uno de los principales hombres de confianza de Lucio Cabañas.
Sería hasta 1973 cuando de nueva cuenta el PDLP trataría de establecer un núcleo guerrillero en la zona de las huastecas veracruzana e hidalguense. De nueva cuenta, Isidro Castro estaría al frente de esta tarea, acompañado por Horacio Arrollo Souza, conocido en la clandestinidad como Rubén Palafox. Horacio Arrollo provenía del Movimiento de Acción Revolucionaria, MAR, apenas un año antes, en febrero de 1971, gran parte de la dirección nacional del MAR sería aprendida en la ciudad de Xalapa por elementos de la DFS. Al encontrarse al borde de la desaparición, el MAR trata de reorganizarse, es en este periodo donde busca tejer alianzas con otras organizaciones armadas, logrando así entrar en contacto con el Movimiento 23 de septiembre (remanentes del Grupo Popular Guerrillero), dando origen a una breve alianza conocida como MAR-23 de septiembre. Estos a su vez entrarían en contacto con el PDLP y con La Partidaria (embrión de la Liga Comunista 23 de septiembre). A mediados de 1973 se produce la expulsión de los integrantes de la Partidaria de la zona de influencia del PDLP debido a discrepancias entre Lucio y sus miembros. Esto desencadena una fractura en el MAR el cual se divide entre quienes apoyan al PDLP y quienes posteriormente se integrarían a la LC23S.
Es así como a mediados de 1973 surge el Frente Armado del Pueblo, junto con su brazo armado Vanguardia Armada del Pueblo, dirigido por Isidro Castro, Horacio Arrollo y otro militante conocido como Fabián. Esta organización es prácticamente una extensión del PDLP destinada a operar en la zona de las Huastecas. Esta región, la más pobre del estado de Veracruz, padece un férreo control por parte de los caciques y al mismo tiempo, es donde más movimientos
por la lucha al derecho de la tierra se han dado. La posibilidad de emprender la lucha armada no pasó de manera indiferente para los pobladores de la región, y en poco tiempo el FAP/VAP tenía presencia en Atlapexto, Yahualica, Tlachihualica, Mesa de Santa Lucia y Texoloc por parte de Hidalgo y Ahuatitla, Otlamaxatl, Colotlán, Chautipa, Benito Juárez y Chicontepec en Veracruz. Sin embargo, el 13 de septiembre de 1973, el ejército mexicano irrumpe en la colonia Rubén Jaramillo en Cuernavaca, durante el asalto es detenido José Antonio Castillo Viloria, Marcos, militante del MAR. Durante las sesiones de torturas realizadas por el temible Miguel Nazar Haro, Marcos delata la existencia del núcleo guerrillero. Es así como en octubre de 1973 comienza la operación contrainsurgente en las huastecas, al mando del teniente Francisco Quiroz Hermosillo.
Durante un lapso de 10 meses, el FAP/VAP sufre el embate del ejército, quien despliega un total de tres mil efectivos para localizar al grupo. Durante los próximos meses, las comunidades de Hidalgo y Veracruz serían asediadas, descubriéndose en algunas de ellas arsenales y propaganda del grupo, así como la localización de campamentos de entrenamiento guerrillero. La ofensiva alcanzó su clímax en agosto de 1974, con la detención de varios militantes del grupo, quienes serían trasladados al Campo Militar No 1, así mismo, el día 23 se registra un enfrentamiento entre el FAP/VAP y el ejército en los ejidos de Santa Teresa y Xolpa, en la frontera entre Hidalgo y Veracruz, resultando muertos dos soldados y 4 personas por parte de la guerrilla, dos mujeres, un hombre y una menor de edad que no fue identificada. Los enfrentamientos a lo largo de la sierra continuarían en los siguientes días, dejando según cifras oficiales 18 muertos por parte de la guerrilla, así como el decomiso de un arsenal compuesto por 50 armas de alto poder. Finalmente, acorralados, los tres principales dirigentes del grupo deciden romper el cerco, logran escapar con vida Isidro Castro y Fabián, pero Horacio Arrollo, junto con otros ocho militantes son detenidos cerca de la mina El Chico, en Hidalgo, y posteriormente desaparecidos en el cuartel militar de Pachuca. Hasta la fecha, se desconoce el número total de muertos y desaparecidos producto de esta contraofensiva.
Después de esto el FAP/VAP quedaría desmantelado. Cuatro meses después, en diciembre de 1974 muere Lucio Cabañas en un enfrentamiento con el ejército. Isidro Castro lograría sobrevivir para posteriormente incorporarse, junto con varios sobrevivientes del PDLP al Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo, PROCUP. No obstante, la experiencia de la guerrilla en la huasteca dejaría huella.
A finales de 1976 desertaría del ejército mexicano el cabo Alejandro Hernández Dolores. Este personaje enigmático, perteneciente al 11 regimiento de caballería con base en Cerro Azul, Veracruz, no sólo sería testigo de las operaciones militares en la huasteca contra el FAP/VAP, sino también habría participado en las operaciones contrainsurgentes contra el PDLP en Guerrero. Al ser testigo de los abusos y vejaciones en contra de los campesinos, desertaría del ejército para luchar por el derecho a la tierra de las comunidades más pobres, reivindicando los ideales de Rubén Jaramillo y Lucio Cabañas. Hernández Dolores, quien además era egresado de la escuela normal rural de Acececa, comenzó su lucha por medios pacíficos, logrando organizar a campesinos de la huasteca veracruzana e hidalguense, así como los de la región del totonacapan en contra de los caciques de la región, impulsando la lucha por el reparto de tierras ante dependencias oficiales. El 14 de mayo de 1977, durante una asamblea comunitaria en Huizotlaco, Hidalgo, un grupo de guardias blancas abre fuego contra los campesinos, provocando la muerte de cinco de ellos. En memoria a este hecho, la organización adopta el nombre de Tierra y Libertad 14 de mayo. A partir de este momento la lucha de Hernández Dolores comenzaría a escalar, de ser un movimiento basado en la lucha legal a ejercer acciones de autodefensa armada en contra de las guardias blancas, y de las organizaciones campesinas oficialistas como la CNC y Antorcha Campesina, así como dirigir invasiones de tierras.
En 1978 se funda la Organización Independiente de los Pueblos Unidos de la Huasteca, y si bien esta organización propiamente no se puede calificar como adscrita al movimiento armado socialista, pues sus reivindicaciones políticas no se proponían la destrucción del Estado para instaurar un régimen socialista y estaban más cercanas al nacionalismo – revolucionario, sus acciones político militares fueron posibles gracias a la herencia que el FAP/VAP dejó en la región. A lo largo de la década de los 80´s la OIPUH protagonizaría diversas invasiones de tierras, las cuales ejecutaban comandos armados con metralletas Uzi, AK-47 y AR-15, enfrentamientos con las guardias blancas de los caciques y las fuerzas policiacas de Hidalgo y Veracruz, así como el secuestro y ejecución de caciques y autoridades policiacas coludidas con las guardias blancas. Desde 1979 la DFS daba un seguimiento cercano a las actividades de la OIPUH, pero sería hasta 1984 cuando el ejército mexicano desplegaría un operativo de contrainsurgencia para acabar con la organización. La estrategia, a diferencia de lo ocurrido en 1974, no tuvo éxito, si bien se registraron enfrentamientos entre el ejército y la OIPUH, estos no
afectaron de manera alguna a la organización. En 1989 la OIPUH ejecuta un triple secuestro en la comunidad de Benito Juárez, Veracruz, los secuestrados eran administradores al servicio del ganadero Vicente Vaca por los cuales se exigía la cantidad de 100 millones de pesos por su liberación. Al no pagarse por completo el rescate se libera a dos de los secuestrados y se ejecuta a uno, posteriormente Vicente Vaca moriría ajusticiado por un comando de la OIPUH. El 13 de abril de ese año se produce un choque con el ejército en la comunidad de Chapopote, en el cual morirían 13 guerrilleros. Para el año de 1990 la organización trata de retomar el camino de la lucha legal como una organización civil, sin embargo, la persecución en contra de sus dirigentes impide este proceso. En 1994 la situación se vuelve más tensa, si bien la OIPUH ya estaba incorporada al Frente Democrático Oriental Emiliano Zapata, FDOMEZ y sus acciones se habían reducido considerablemente, el alzamiento zapatista en Chiapas recrudeció la militarización en las huastecas. Finalmente, en circunstancias poco claras, muere Alejandro Hernández Dolores, aparentemente en un enfrentamiento con el ejército en el poblado de Ixhuatlán a finales de 1995. Casi un año después en diciembre de 1996, en la antigua zona de influencia de la OIPUH y de las FAP/VAP, es decir, Álamo, Papantla, Gutiérrez Zamora, Tantoyuca, Chalma, El Ciruelo Ojite, Aseseca, Rancho Tecomate, Las Cañas, El Arbolito, Citlaltepetl, La Reforma, Cerro Dulce, El Ídolo, La Pimienta, Zacatal, Manantial, El Maguey, Piedras Clavadas, Puente de Chapopote, Tepantepec y la carretera Papantla –Chote, haría aparición por primera vez en territorio veracruzano el Ejército Popular Revolucionario. El grupo realiza acciones de propaganda armada y protagonizaría un enfrentamiento con fuerzas militares cerca de Papantla.
Poco después de la aparición pública del EPR en junio de 1996, inteligencia militar acusaba a Hernández Dolores de haber sido uno de los líderes de las 30 organizaciones político – militares que en 1994 se fusionarían para dar origen a esta organización. Esto no suena tan descabellado si se tiene en cuenta que, Isidro Castro, impulsor del primer núcleo guerrillero en las huastecas y del FAP/VAP se incorporó al PROCUP/PDLP, principal organización responsable de la creación del EPR. En la actualidad, el FDOMEZ no oculta su simpatía por Héctor Eladio Torres, dirigente de la Unión del Pueblo y fundador espiritual del PROCUP.
La comandancia veracruzana del EPR es una de las más activas a nivel nacional, produciendo varios comunicados que denuncian las injusticias cometidas a lo largo del estado. Se sabe que el EPR no sólo tiene una presencia fuerte en las huastecas, y el totonacapan, también en
centros urbanos como Xalapa, la sierra de Zongolica, la región Córdoba-Orizaba, así como en las montañas de Playa Vicente. Así mismo, el EPR es responsable de la acción guerrillera más importante ocurrida en la entidad, la explosión de 11 ductos de Pemex ubicados en los municipios de La Antigua, Maltrata, Nogales, Mendoza, Omealca y Ursulo Galván el 10 de septiembre de 2007, esta acción, como parte de la campaña de hostigamiento para exigir la presentación con vida de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecidos el 25 de mayo de 2007 en Oaxaca.
Otras organizaciones locales han aparecido en el estado como el Ejército Revolucionario Popular Zapatista y el Ejército Revolucionario del Pueblo en Armas en los años 2013 y 2016 respectivamente, ambos en la región Córdoba – Orizaba, sin embargo, del primero sólo existe un comunicado publicado en YouTube y del segundo sólo se tiene un comunicado repartido en las calles de la ciudad de Orizaba, por lo cual, hasta el momento, es imposible determinar si son grupos reales.
Los grupos urbanos también hicieron acto de presencia en la entidad durante la década de los 70’s, pero a diferencia de otros lugares del país, la guerrilla urbana no lograría establecerse con mucho éxito en la entidad. Principalmente, hay que entender que muchos de estos grupos estaban nutridos por lo más radical de los movimientos estudiantiles. En Veracruz, si bien hubo una participación importante durante el movimiento del 68, y localmente tuvimos un episodio de represión el día 26 de septiembre de 1968, cuando elementos del ejército mexicano y granaderos golpearon y detuvieron a jóvenes estudiantes de la Universidad Veracruzana, una vez concluido este movimiento los líderes fueron cooptados por el aparato hegemónico, convirtiéndose en una constante la terrible tendencia a utilizar los movimientos sociales y estudiantiles como plataformas para aspirar a cargos públicos o a plazas dentro de la universidad y el estado.
En marzo de 1971, Xalapa se convertiría en noticia nacional al descubrirse un “complot contra México”, 9 de los 19 guerrilleros del Movimiento de Acción Revolucionaria fueron detenidos en esta ciudad, luego de que el casero, Casimiro Hernández, ex jefe de la policía judicial del estado de Veracruz, al sospechar de la rara conducta de los jóvenes que rentaban uno de sus departamentos, descubrió que sus inquilinos pertenecían a una organización guerrillera. A partir del 16 de febrero, aquella casa ubicada en la Calle victoria no 121 se convirtió en una trampa, apenas alguien cruzaba por sus puertas era inmediatamente detenido por agentes de la
DFS. Los documentos encontrados en esa casa ayudarían a los agentes del Estado a desmantelar la organización a nivel nacional. Sin embargo, como ya se mencionó con anterioridad, el MAR lograría reagruparse para posteriormente integrarse tanto al PDLP como a la LC23S.
De igual forma, las Fuerzas de Liberación Nacional se establecerían en la entidad. Dada su característica principal de ser una guerrilla silenciosa, la labor de las FLN en Veracruz se limitaba a formar parte de la extensa red urbana establecida a lo largo de la república con el objetivo de nutrir las fuerzas militares que trabajaban en Chiapas. Después de la caída de la Casa Grande en Nepantla, las redes establecidas en Xalapa y Coatzacoalcos volvieron a reactivarse y funcionaron sin ningún problema durante años. Salvo por un incidente ocurrido el 3 de septiembre de 1977, cuando es detenido José Guadalupe León Rosado, estudiante y militante de las FLN en Coatzacoalcos. La detención estuvo a cargo de policías municipales quienes lo entregan a agentes de la DFS y es trasladado a los separos de los Servicios Especiales de la Dirección General de Seguridad Publica en Xalapa, para finalmente ser llevado al Campo Militar No 1 donde es desaparecido.
El 15 de marzo de 1973, después de un largo proceso marcado por intensos debates y la caída de algunos de los impulsores del proyecto, tales como Raúl Ramos Zavala, nace la Liga Comunista 23 de septiembre, producto de la fusión de diferentes organizaciones político militares de diferentes partes del país. El proyecto de la Liga es construir una organización nacional capaz de enfrentar al Estado y realizar la revolución socialista. El buró político nacional, dirigido por Ignacio Salas Obregón establece comités de zona por toda la república con el objetivo de facilitar la organización de los diferentes focos de insurrección. La zona sur del país, comprendida por los estados de Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Veracruz queda a cargo de Juan Antonio Veloz Ramos, El Gaby. La primera tarea que el comité de zona tiene en Veracruz es establecer una brigada en el corredor industrial Coatzacoalcos – Villahermosa, comprendido por las ciudades de Las Choapas, Minatitlán y Coatzacoalcos, así como el complejo industrial de Pajaritos, lugar donde en ese momento se desarrollaba un importante movimiento obrero protagonizado por trabajadores de Pemex. La Liga vio una oportunidad para desarrollar su trabajo político en este lugar y fortalecer la organización con obreros. Para esta labor es designado el ex militante del MAR Paulino Peña Peña y otro militante identificado como Pancho 2. A principios de 1974, logran conformar una brigada compuesta por un aproximado de 15 personas pertenecientes a la
región.
La Liga, lentamente trata de vincularse con los movimientos que en ese momento se
desarrollan en el estado. Uno de ellos, es un campamento que algunos estudiantes de la Universidad Veracruzana habían instalado cerca de Coatlaxca, Santiago Huatusco, al sur del estado en solidaridad con los campesinos del área que exigían reparto de tierras. Sin embargo, los emisarios de la Liga no serían bien recibidos, pues el comité de lucha estudiantil no era partidario de la lucha armada.
Las actividades de la Liga se desarrollarían con cierta discreción hasta el día 26 de febrero, ese día dos sujetos aparentemente integrantes de la Liga tratan de expropiar un taxi del sitio Castillo en Córdoba, durante el trayecto entre esta ciudad y Fortín de las Flores, tratan de tomar el vehículo, al resistirse, el chofer es asesinado. Las notas de prensa sobre el incidente, lejos de culpabilizar a la delincuencia común, retoman los informes de la policía quienes directamente culpabilizan a la Liga. Lo cual, es indicio de que los aparatos de inteligencia ya tenían conocimiento de la presencia de la organización en el estado.
El primer gran golpe que sufre la LC23S en Veracruz tendría lugar el 9 de mayo de 1974, ese día se produce en un enfrentamiento entre guerrilleros y elementos de la Columna volante, agrupación policiaca rural perteneciente a la policía estatal y vinculada a masacres ordenadas por caciques en todo el estado. El choque se produce en el municipio de Oluta, perteneciente al corredor industrial Coatzacoatlcos – Villahermosa. En el enfrentamiento muere José Manuel Báez Ávila, El Patas y es detenida Ana Luisa Guerra Flores, (Isabel, Elisa Martínez Quevedo). José Manuel Báez era junto con Juan Antonio Veloz, responsable de la brigada en el sur del estado. A raíz del enfrentamiento de Oluta, se decide reforzar a las fuerzas del 29° batallón de infantería con sede en Minatitlán, asumiendo el mando el general de brigada Fernando López Lerma. Los sobrevivientes de la brigada se retiran de manera táctica a Oaxaca, tanto para evitar caer presa de un eventual cerco militar como para reforzar las acciones que la Brigada Revolucionaria Emiliano Zapata se encontraba desarrollando por esas fechas.
Sin embargo, otros dos grupos de la Liga se encontraban trabajando en la región de la huasteca veracruzana y en la región del totonacapan. El día 8 de junio un grupo de personas asaltan a un agente de CONASUPO en el camino entre Poza Rica y Tempoal, llevándose 58 mil pesos y la camioneta donde se trasladaba; el hombre es sedado dos veces antes de ser abandonado
a un costado de la carretera. La ciudad de Poza Rica es una importante zona industrial dedicada al sector petrolero, gracias a esto, se convierte en una zona importante para el reclutamiento de potenciales militantes para la organización, por lo que se establece una casa de seguridad en la ciudad.
Al cargo de esta brigada se encontraba Jorge Luís Caballero Chávez, quien en 1972 junto con Oscar Carballo Segundo habría intentado crear una organización guerrillera denominada Comandos Armados de la Sierra Oriental, sin embargo, al desistir Oscar Carballo del proyecto, Caballero Chávez decide viajar a Guerrero a mediados de 1973 para entrevistarse con Lucio Cabañas. Al llegar es recibido por Carmelo Cortés, pero la insistencia de Caballero por entrevistarse con Lucio hace sospechar a los miembros del PDLP. En esas fechas se produce la ruptura entre Lucio y la Partidaria, y sería esta ultima la que daría oportunidad a Caballero para integrarse a la organización. En la Ciudad de México, se entrevista con los líderes de la Liga, los cuales le proporcionan propaganda, y $40,000 pesos para establecer la brigada en Poza Rica.
Las primeras actividades consistieron en acciones de propaganda y reclutamiento en las preparatorias de la ciudad y entre el sector obrero, pero desde el primer momento chocarían con los militantes del Partido Comunista Mexicano y del Partido Popular Socialista. Estos dos partidos, quienes mantenían una línea de acción política alejada de la lucha armada y encaminada a una coexistencia pacífica con el Estado, vieron a los militantes de la LC23S como un peligro potencial, no porque la presencia de la guerrilla pudiera generar una persecución generalizada contra todos los sectores de la oposición, sino porque consideraban que la presencia de este sector radical pudiera hacer decrecer sus filas. El papel del PCM y del PPS en Veracruz fue el de informante a las fuerzas policiacas. La brigada, compuesta por: Jorge Luís Caballero Chávez, Daniel Mulia Cabrera, Isael Petronio Cantú Nájera, Oscar Federico Izaci Cabrera, Gudelia Arrioja Zertuche, Benito Carcaño Rodríguez, y Guillermo Héctor Caballero Chávez se divide, estableciendo otra casa de seguridad en el puerto de Veracruz.
En el puerto y en Xalapa, Daniel Mulia trataría de reclutar entre la comunidad estudiantil de la UV a potenciales miembros, sin embargo, su poca discreción lo coloca bajo la mira de algunos militantes del PCM quienes tenían orden de reportar a la policía toda actividad de la Liga. Es así como el día 11 de agosto son detenidos por agentes de la DFS en Boca del Río Daniel Mulia y Jorge Caballero, después de ser sometidos a torturas revelan la ubicación de las
dos casas de seguridad de la LC23S en Poza Rica y en el Puerto. El día 14, agentes de la DFS y de los Servicios Especiales del Estado de Veracruz toman por asalto la casa ubicada en la calle de Icazo, esquina con Pino Suárez en el Puerto, donde es capturado Isael Cantú Nájera, Emiliano, Nicolás Hernández. Ese mismo día es tomada por asalto la casa de seguridad ubicada en la calle Gaona No. 105 en Poza Rica, son detenidos Oscar Federico Izaci Cabrera, Gudelia Arrioja Zertuche Marcela, Laura, Benito Carcaño Rodríguez, y Guillermo Héctor Caballero Chávez, se les decomisan una carabina, dos escopetas y seis pistolas. Todos los detenidos son trasladados a Xalapa para ser interrogados. El día 17 de agosto el Director Federal de Seguridad, Luis de la Barreda, informa que los detenidos serán juzgados por los delitos de conspiración, acopio de armas, portación de armas prohibidas y robo, todos son sentenciados y posteriormente, amnistiados en el año de 1977.
Después de este golpe, la actividad de la Liga en los centros urbanos de Veracruz se vería limitada sólo a acciones esporádicas de propaganda, el día 23 de agosto en Xalapa se tiene registrada una de estas acciones, lo mismo en Poza Rica el día 4 de septiembre, así como el desmantelamiento de otra casa de seguridad en Coatzacoalcos, de la cual no se sabe quiénes fueron detenidos y si hubo enfrentamiento alguno. Sin embargo, las actividades militares continuarían en la zona de las huastecas. La Brigada Campesina Lacandones al igual que la Brigada Revolucionaria Emiliano Zapata en Oaxaca, estaba pensada como un brazo armado rural comandado por la Liga. Su labor, era reclutar a militantes originarios de la huastecas veracruzana e hidalguense, así como ejecutar acciones de hostigamiento contra el ejército y los caciques locales. El día 8 de noviembre de 1974, es secuestrado en Paso Largo, Veracruz, el ganadero Juvencio Flores Patiño, hijo del cacique y rico ganadero Nicolás Flores Hernández. Casi de inmediato el ejército mexicano emprendió la búsqueda de los guerrilleros, cabe recordar que en ese momento aún se mantenía activa la operación militar en contra del FAP/VAP que se había establecido en la misma zona, forzando a los miembros de la BCL a replegarse a Hidalgo. El secuestrado fue escondido en una cueva cerca de la comunidad de San Andrés Actopan, Hidalgo, donde posteriormente, el día 15 sería liberado por agentes de la policía judicial de Hidalgo. Son aprendidos Eduardo Candelario Villaburu Ibarra, Javier Francisco Coutiño Gordillo, Sebastián Vázquez Mendoza, Bartolomé Pérez Hernández, Andrés Gómez Balanzar y Daniel Tapia Pérez. A diferencia de la brigada encabezada por Jorge Caballero, después de ser torturados en los
separos de la policía judicial y presentados al ministerio público, los miembros de la BCL son puestos a disposición de la DFS a solicitud de Miguel Nazar Haro y hasta la fecha se encuentran en calidad de desaparecidos.
El día 18 de noviembre se producía en Poza Rica el secuestro de Vicente Ham Gómez, acaudalado ganadero de la región. El denominado Comando Revolucionario Cesar Augusto Sandino, adscrito a la LC23S se adjudicaría el secuestro. El gobierno estatal se negaría a negociar con el comando, por lo que, al verse acorralados por fuerzas policías en toda la ciudad, deciden liberar a Ham Gómez no sin antes cortarle una oreja.
Es así como concluyen las más importantes acciones de la Liga en el Estado. En diciembre de 1974 la DFS implementaría otro operativo en la entidad al recibir reportes sobre acciones propagandísticas de la Liga en algunas zonas rurales del estado. Sin embargo, las fuerzas de la Liga a nivel nacional paulatinamente se fueron concentrando en Monterrey, DF y Guadalajara donde ejecutarían sus acciones más importantes. El 27 de julio de 1975 se registra en Córdoba la desaparición de Leobardo Gómez Sosa, militante de la Brigada Roja a cargo de agentes de la DFS. Y el 29 de enero de 1977 se registra un asalto en el banco de Banco de Comercio de Tlacotalpan a cargo de un comando de la Brigada Roja de la Liga.
La historia brevemente relatada aquí es producto de la unión de muchas pequeñas piezas dispersas en periódicos, en archivos, en documentos oficiales y en testimonios. Después de la llamada transición democrática del año 2000, se presentó la oportunidad para que tanto ex combatientes como familiares de desaparecidos relataran con su voz la historia de este movimiento. Sin embargo, aún hay muchas partes de esta historia que se mantienen ocultas, porque, así como persisten los mismos motivos que originaron la insurrección guerrillera, aún persiste el miedo al verdugo, el cual nunca fue castigado y se ha encargado de enterrar la memoria de estos movimientos y de echar sobre ellos el pesado estigma de la criminalización.
“La guerrilla siempre es un fenómeno social. Es una parte álgida y destacada de los procesos regionales o supraregionales. Por su estructura clandestina, por su capacidad de fuego, por su configuración como fuerzas de autodefensas o como ejércitos populares, la
opinión pública, los discursos oficiales y los análisis del gobierno eliminan sistemáticamente la vinculación de la guerrilla con procesos sociales concretos y la convierten en delincuencia o criminalidad inexplicable. (Montemayor, 2013, p.89)
Es por esto que, los análisis historiográficos, sociológicos y políticos deben de alejarse de esta lógica criminalizadora. La violencia no tiene su origen en el grupo guerrillero, esta es una respuesta ante un sistema que legitima su poder en base a la corrupción, a la impunidad y al uso sistemático de la violencia para legitimar su poder y el de la clase social económicamente dominantes.
Conocer la historia de estas insurrecciones es importante no para evitar que vuelvan a suceder, ya que las rebeliones continuarán ocurriendo mientras no se resuelvan las problemáticas que las originaron, sino para mantener viva en la memoria aquellas luchas emprendidas por una joven generación que entregó sus vidas tratando de construir un país y un mundo mejor.
Esta memoria, es vital para mantener la esperanza en medio de estos tiempos de crisis donde la violencia y la impunidad han incrementado y donde parece que nadie se atreve a levantar la cabeza. México tiene una deuda histórica con esta generación, y nuestro deber es rescatar su recuerdo y principalmente, sus ideas.
Bonilla, C (1981) Ejercicio de guerrillero DF, México: Gaceta editores. Castellanos, L (2007) México armado 1943 – 1981 DF, México: Editorial Era.
De Mora, J (1974) Lucio Cabañas, su vida y su muerte DF, México: Editores asociados S.A Engels, F., Marx C (1973) Manifiesto del partido comunista, Pekin, China: Ediciones en lenguas
extranjeras.
Esteve, H (2013) Amargo lugar sin nombre, Crónica del movimiento armado socialista en México (1960 – 1990) Guadalajara, México: Taller editorial la casa del mago.
Gibler, J (2014) Tzompaxtle, la fuga de un guerrillero DF, México: Tusquets editores. López, J (1974) 10 años de guerrillas en México 1964 -1974 DF, México: Editorial Posada.
López, A (2013) La liga: una cronología Guadalajara, México: Taller editorial la casa del mago. Loya, S., Ravelo, R (1994) 2,000 hombres forman la guerrilla agraria que opera ya en la zona de
las huastecas. Proceso. (921). 22-26.
Martínez, L (2015) Ejército Popular Revolucionario (EPR): su irradiación y operatividad 1994 – 2011 Pachuca, México: Universidad autónoma del estado de Hidalgo.
Marx, C, Engels F, Lenin, V (1970) Marxismo y terrorismo, DF, México: Grijalbo. Marcuse, H (1970) Marcuse ante sus críticos DF, México: Grijalbo.
Massuh, V (1976) La libertad y la violencia Buenos Aires, Argentina: Editorial Sudamericana. Montemayor, C (2013) La guerrilla recurrente DF, México: Grijalbo.
Montemayor, C. (1996) El guerrillero. En Florescano, E (Ed.) (1996) Mitos mexicanos (pp.107-
113) DF, México: Penguin Random House.
Oikion, V (Ed) (2008) Movimientos Armados en México, siglo XX DF, México: El colegio de Michoacán / CIESAS.
Pineda, O (2003) En las profundidades del MAR (El oro no llegó de Moscú) DF, México: Plaza y Valdés.
Sánchez, V (2003) Filosofía de la praxis DF, México: Siglo veintiuno editores. Velázquez, L (1985) Bamba Violenta DF, México: Océano.
Veledíaz, J (2004) Guerra sucia en las huastecas: Díaz Escobar y Quirós Hermosillo, los artífices.
Al punto. (1). 3-11.