Leonora Arteaga Del Toro1 y Julián Beltrán Pérez2
Abstract: Borders are taken as the limit in which a State can exercise its power with total sovereignty, in accordance with the Westphalian International System structure. From geopolitics standpoint, in Mexico’s case both borders play different roles. This is for at least two reasons, the first being the neighbors that border with it and how the state interacts with them, and the second, is that both are perceived and characterized differently by the Mexican government. Inside “Northern Literature”, one can find manifestations of how the northern border is characterized.
Palabras clave: Geopolítica; Discurso; Frontera Norte
La geopolítica como disciplina es relativamente joven. Sus inicios datan de finales del siglo XIX. En su acepción más pura, se trata de combinar a la geografía con las relaciones de poder que se dan entre los Estados, primordialmente con los que se colinda. E sus inicios estuvo ligada al
realismo político (Ó Tuathail, 1998), debido a q e esta era la corriente dominante para hacer
política exterior, dado que explica a los fenómenos que conciernen a la geopolítica desde la
1. Dra. en Estudios del Desarrollo Global.Universidad Autónoma de Baja California, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales Líneas de investigación: Diplomacia Cultural y Patrimonio Cultural, Comunidades y Procesos Sociales. Correo electrónico: leonoraarteaga@gmail.com
2 Maestro en Ciencias Sociales. Universidad Autónoma de Baja California, Facultad de Humanidades. Líneas de investigación: frontera e identidad en la literatura.
óptica de la política y el poder.
La relación entre política y poder no es nueva. Desde la antigua Grecia, el Renacimiento y la Ilustración, ha sido explorada. La principal debilidad de esta forma de geopolítica es que solo se enfoca en el poder y el interés estatal sin tomar en consideración otras aristas. Estas otras aristas siendo las relaciones sociales y las dinámicas que crean dentro de los territorios. Si bien es imposible, en caso de guerra tomar en cuenta a todos los ciudadanos dentro de un Estado por la rapidez con la que hay que actuar, se debe tomar en consideración que para cuestiones de más largo plazo, la macro dinámica social, la cual es clave para asegurar una relación cordial y estable entre los Estados.
En el sentido estricto de la geopolítica, una frontera es tomada como el límite en que un Estado puede ejercer su poder con total soberanía, de acuerdo con la estructura del Sistema Internacional Westfaliano. La geografía demarca los límites de la vida entendida como las condiciones de habitar el lugar: después de la línea fronteriza, lo que sigue es ilegal. Y de este lado, “del lado de acá” (esta frase pertenece a la novela Rayuela, donde Julio Cortázar llama “del lado de acá” a Buenos Aires, con respecto a Francia) la vida se organiza hasta donde su geografía lo permite.
En el caso de México hay una clara diferenciación entre sus dos fronteras, las razones por la cual se da esto, van desde los vecinos con los que colindan y las interacciones con ellos, hasta la percepción que se tiene de que cada una de ellas y como son caracterizadas de distinta manera por el Estado mexicano. Dentro de la “Literatura Norteña”, se pueden encontrar expresiones de cómo se da la caracterización de la frontera norte. Lo anterior, se debe a que tanto porque es el primer frente que contiene y a su vez amortigua la influencia estadounidense, así como por ser un espacio donde ambas culturas se conjugan. Estas manifestaciones se pueden encontrar en el leguaje que se utiliza en esta literatura para describir a la región de la frontera norte y cómo las palabras utilizadas toman distintos significados para los pobladores de dicha región como para el resto de los mexicanos. En este sentido, el objetivo de este trabajo es explorar los significados del lenguaje utilizado en la “Literatura Norteña” para apoyar la construcción de un discurso geopolítico que caracterice a la frontera norte de México respondiendo tanto al orden mundial multipolar como a su estructura social; tanto para comprender cómo se dan las interacciones producto de las relaciones comerciales con EEUU, así como para explorar qué tan inmersa en el
proceso de globalización se encuentra la frontera norte. Este trabajo es un estudio multidisciplinario teórico metodológico.
Según Karl Haushofer, geopolítico alemán, se puede señalar que la geopolítica es una relación específica entre la realidad geográfica del Estado y la política, en ese orden (Cuellar, 2011, p.49). Es decir, existe una relación íntima entre el comportamiento del Estado y los vecinos que lo rodean, porque en cierta medida su comportamiento es determinado por su posición geográfica y con quienes se relaciona.
Karl Haushofer, no ha sido el único intelectual que ha observado este patrón, durante La Ilustración, Montesquieu sostuvo que las condiciones geográficas y el clima eran determinantes para la evolución política de una sociedad (Zamora, 2016, p43). Dando pie a argumentos, que en ocasiones son calificados como “deterministas”, sobre la diferencia entre el norte y el sur, los cuales se han apoyado en las diferencias contrastantes mostradas por el desarrollo económico que presentan ambas regiones.
Si se entiende por geopolítica a un aspecto toral respecto de la complejidad de la vida social y el contexto en el que se involucra y se desarrolla (González, 2011, 345), se debe a que se basa en un discurso, y a su vez construye discurso sobre las relaciones de poder que se dan entre los Estados, como parte de la Macrodinámica social que permea hacia los habitantes de dichos Estados, porque el Sistema Internacional se comporta como una estructura estructurante.
Otra manera de entender a la geopolítica es viéndola como una guía para comprender al mundo, porque utiliza descriptores geográficos, metáforas y plantillas, lo que ayuda a generar un modelo más simple del mundo, el cual es utilizado para aconsejar a los hacedores de política exterior (Dodds, 2007 p4-5). Desde esta perspectiva, la geopolítica se torna en una herramienta tanto para generar discurso como para estudiarlo. Bajo está óptica habrá que tener cuidado en cómo es utilizado, porque este discurso genera imaginarios, los cuales sin tener la intención de hacerlo dotan de una identidad en ocasiones no solicitada a una región en particular.
Ahora bien, habrá que estar consciente de que los lugares, como las relaciones sociales son dinámicos. Los lugares son redes de relaciones sociales que han sido producto de la actividad humana y las funciones que se han realizado en ellos, así como sus instituciones están
construidas sobre la base de las actividades humanas que se llevan a cabo en ellos. Lo cual cambia y evoluciona conforme el tiempo avanza (Flint, 2006). Por eso, es necesario ser cuidadoso a la hora de etiquetar a un lugar o una región, ya que inadvertidamente se puede crear un estereotipo.
Aunque en su forma más pura la geopolítica es la práctica de los estados de controlar y competir por territorio (Flint, 2006, p.13), también es una práctica que crea imágenes mediante lenguaje y discurso. Es decir, no sólo se queda en el mundo de la política sino que permea a la macrodinámica social de la población dentro de los Estados. Además de ser una práctica de “hombres de Estado” también ayuda a distinguir polos y relaciones de poder dentro de su discursividad.
Es tan vasto el trabajo desde esta perspectiva, que se incluye ahora como una rama de la disciplina bajo el nombre de geopolítica crítica (Ó Tuathail, 1998). Esta rama promueve interpretaciones del mundo y su historia, contrarias a las presentadas por los gobiernos y los medios de comunicación masivos (Flint, 2006, p.16). Es decir esta rama invita a cuestionar todo aquello que es promovido por las instituciones, llamando a los ciudadanos a echar una mirada más crítica a los discursos que les permean.
Para estudiar geopolítica, hay que estudiar discurso que puede ser definido como las prácticas representativas mediante las cuales las culturas pueden constituir creativamente mundos de significado (ó Thuatail, 1998 p1.).Lo que Geraóid Ó Tuathail, quiere expresar es que no sólo los hechos y la facticidad cuentan, sino también es necesario conocer los significados del discurso y su interpretaciones. Estas interpretaciones crean narrativas, las cuales en ocasiones son utilizadas como opuestos, por ejemplo el uso de nosotros y los otros.
Por lo que se le invita al individuo a comprender los contextos culturales de dónde emanan los discursos para interpretar sus significados; a no separar en dos categorías política y cultura; a no utilizar opuestos como una forma de comprender al mundo; y sobre todo a cuestionar los significados que promueven los gobiernos y los medios de comunicación como verdaderos entre ellos.
Lo anterior, se debe, a que la manera en la que se crearon los Estados y qué estructuras armaron en el proceso de su construcción como nación, tiene un gran Impacto condicionado en su cultura geopolítica (Ó Thuatail, 1998, p.17). Así como el hombre construye su ser, los Estados
han hecho lo mismo y la forma en la que han construido y creado instituciones, y los valores que emanan de ellas así como actúan al relacionarse con el resto de los estados dentro del sistema internacional.
Pero, se necesita reconocer que no todos los discursos geopolíticos tienen el mismo origen ni son tratados iguales. Existen discursos creados por instituciones estatales, por la sociedad civil o por instituciones privadas (Ó Tuathail, 1998); cada uno de ellos representando un interés en particular. En este sentido la literatura también puede generar discurso geopolítico Dado que nos presenta narrativas sobre los procesos sociales que se generan como parte de la vida cotidiana de una región en particular o de la región que quiere representar.
También, contribuye a comprender los significados de los discursos que han sido creados, porque en ella queda grabada la historia, la cultura y la forma de vida de la región que representa, las cuales promueven como parte de su identidad.
Hace un poco más de un par de décadas, en la franja fronteriza del norte de México, nace una literatura que ha quedado regionalizada en un campo temático de situaciones que solamente ocurren en ciertas geografías como la migración o la violencia; “la Literatura del Norte tiene apenas un par de décadas de existencia. Su denominación proviene del reacomodo del campo literario mexicano en la era de la globalización, cuando el Estado perdió su hegemonía como patrocinador cultural y, a su vez, emergieron o se reforzaron las industrias culturales de corte transnacional” (Enderle, 2012, pág. 75). Esta literatura asociada en ocasiones, aunque no necesariamente se toquen los temas, con lugares como el desierto, en otras con la violencia, representa a una región geográfica conformada por los estados del norte de México, a saber, - Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua, Sonora y Baja California, en ocasiones también se incluye en esta clasificación geográfica, Baja California Sur, Sinaloa y Durango.
A su vez, se puede aludir a que el escritor fronterizo quiere distanciarse del centro de México. Ha desplazado su lenguaje y al hacerlo le ha borrado su historia para ponerlo en circulación en una literatura fronteriza que él quiere construir en un discurso propio en una escritura menor. En el sentido de Deluse y Guatari. Ha puesto en circulación un nuevo discurso en una literatura nueva porque ha resignificado los conceptos de una lengua madre (español), los
ha movido de su lugar de origen.
En esta literatura, se observa cómo el retorno al lugar, desde un punto de vista metafórico va creciendo en valor dentro del mundo contemporáneo, dada el reconocimiento que han ido ganando los conceptos de lugar y su identidad. Ya que el lugar se ve invadido por lo externo, por lo universal, por la globalización, en definitiva; y por lo tanto se convierte en un espacio abstracto, neutro y homogéneo, que obliga a reconocer que el territorio cada vez más, tiene un peso específico, debido a que, no sólo la política absorbe problemáticas sociales de carácter territorial, sino porque las propias organizaciones políticas no tienen más remedio que descentralizarse para acercarse más y mejor al ciudadano (Nogué y Rufí, 2011).
Varias obras literarias que se producen en el norte de México, en un sentido discursivo, abordan el tema de la violencia en México, sin embargo la particularidad de algunas radica en la forma que toma el hecho violento considerando el lugar desde donde se produce. Por ejemplo, en el caso de la novela Balas de plata, del escritor sinaloense Elmer Mendoza destaca la singularidad del narcotráfico debido a que esta práctica se ha asociado al norte de México, mientras que en la pieza dramática Música de balas de Hugo Salcedo, el tema es la narcoguerra, aunque hace referencia a un asunto nacional que toma como punto central el sexenio del expresidente Felipe Calderón, la obra es norteña porque se escribe desde la sede del fenómeno, considerando que la distancia desde donde se enuncia la voz discursiva es Tijuana, sobre tal situación dotan de ciertas particularidades el desarrollo de la obra. Con respecto al centro, precisamente debido a las prácticas centralistas que demarcan el abordaje de la violencia, sobre todo cuando el origen de esta se asocia a una práctica muy norteña, el narcotráfico.
El tomar a los hechos violentos y darles el significado que corresponde a la región donde acontecen, es una forma de utilizar a las relaciones geográficas y de poder, para generar discurso, etiquetar a una región y crear mundos de significados que lo dotan de sentido para ser comprendido. En este caso, se está hablando de la Frontera Norte de México, para distinguirla del resto del país como región que posee de una identidad propia, generada por los procesos sociales que se desarrollan dentro de ella.
Por ejemplo, si el centro de México, cataloga a la literatura norteña como una forma de expresión regional, el norte responde con un discurso que hace suyo al recibir en la distancia la paternidad otorgada desde el centro sobre el narcotráfico, debatiendo, mediante la producción de
un discurso violento subjetivo desde la frontera norte de México, que bajo ninguna consideración, resaltará la responsabilidad del aparato del Estado y su falta de pericia y estrategias para resolver el conflicto bélico. Tratando de obligar a las instituciones gubernamentales a descentralizarse para ayudar a resolver el problema.
Ahora bien, la subjetividad de este discurso se construye en la distancia demarcada de tal manera por la geografía, así como la influencia que ejerce la cercanía con un mercado internacional que influye en la vida cotidiana en las ciudades fronterizas como Tijuana, a través de un intercambio comercial y lingüístico del norte de México con el sur de Estados Unidos.
De tal suerte, se observa que en la frontera norte de México se organiza una forma de vida cotidiana relacionada con la geografía del lugar produciendo determinadas dinámicas sociales que se diferencian del centro debido a los recursos naturales que casi siempre resultan desafortunados para la vida en la frontera. Estas formas de vida constituyen la cultura de la cual emana el discurso geopolítico que narra las relaciones de poder entre el centro del país, la región del norte y los carteles de la droga, con el vecino país.
La geografía pues, determina las condiciones de vida que se van a producir en esta zona. Por lo que la literatura norteña no existe solamente por el elemento geográfico, con respecto al centro de México. No son los temas de violencia, migración, desierto o narcotráfico, sino el lenguaje que nombra esa sociedad del norte de México. Las dos obras anteriormente mencionadas que se ubican en dicho contexto geográfico llamadas literatura norteña, a saber Música de balas del dramaturgo jalisciense, Hugo Salcedo y Balas de plata del escritor sinaloense, Élmer Mendoza. Estas obras sólo son un ejemplo de lo denominado literatura norteña mediante los temas de migración, narcotráfico y frontera, pero además porque ambas presentan particularidades que indican las prácticas de interacción de sociedades producidas en estos contextos anteriormente mencionados.
Estas obras, ejemplifican cómo el lenguaje y la cultura de una región pueden generar discurso geopolítico mediante metáforas. Considerando que los términos de lugar, origen e identidad son palabras que construyen la literatura del norte. El escritor norteño selecciona palabras de una lengua (nativa) para resignificarlas en un (nuevo, otro) lugar.
Un ejemplo es la metáfora del desierto, la cual es posible en la metáfora del lenguaje para designar a una literatura del desierto. El desierto es lo que hace diferente al norte del centro y es
este mismo el que lo identifica. Lo cual genera una identidad fronteriza a partir de la diferencia. Con lo anterior se observa, cómo una metáfora puede calificar de inhóspita a una región, debido a la resignificación de las palabras de un contexto a otro y los nuevos significados que ahora cargan.
Desierto, violencia, migrante, frontera son palabras que aparecen constantemente en la literatura fronteriza y de estas palabras ninguna es un neologismo sino que son significantes de una lengua madre de las que se han seleccionado para identificar el sentido en el norte de México. La identidad de la literatura norteña aparece a partir de la diferencia: mismas palabras pero diferentes significados. Las palabras seleccionadas permanecen en su lengua materna pero al mismo tiempo ya no queda nada de su sentido original en un nuevo lugar en el que se nombran y al mismo tiempo nombran. Estos nuevos sentidos, a su vez, le dan un nuevo significado al discurso geopolítico emanado del centro del país, al tratar de amalgamar con la dinámica social de la frontera norte.
Ahora bien, un tema central de la literatura norteña, así como de la geopolítica, es la frontera. La frontera en su sentido geopolítico, está estrechamente ligada al poder y a la razón de ser del Estado y se materializa físicamente sobre el terreno, porque representa a una separación, que no tiene en cuenta otras variables que no sean las estrictamente geopolíticas. Esta delimita el espacio sobre el cual el Estado puede ejercer su poder con total soberanía, espacio reconocido y definido por organismos internacionales. Por esto y otras razones las fronteras son artificiales, sus límites son escogidos por el hombre (Nogupe y Rufí, 2011). Y una palabra para representar este concepto dentro de la literatura norteña, es la palabra “garita”.
La palabra garita, perteneciente a una lengua diferente significa puerta de acceso pero solo funciona en un lugar fronterizo como puerta de acceso de un país a otro. Cuando la nueva resignificación de una palabra sea posible, se habrá olvidado su significado de origen, el cual quedará dormido en la metáfora y podrá ser despertado en el momento en que ese nombre haga posible la evocación de otro lugar.
Quizás la literatura de la frontera norte de México, no lo es tanto por el lugar geográfico de procedencia del autor o desde donde se escriben los textos, o bien, al lugar que refieren los textos en su temática y problemática, sino por el lugar que construye el lenguaje al ser desplazado de su centro. Este lenguaje se pone en circulación y va describiendo el lugar fronterizo, en su
literatura, al mismo tiempo que este va apareciendo. Y va evolucionando conforme el paso del tiempo y los cambios dentro de las relaciones de poder entre México y Estados Unidos, así como los cambios de dinámica con el Sistema Internacional.
La frontera representa el ejemplo de una ruptura del poder del lenguaje porque es posible que ese lenguaje nativo (lengua materna) no sea más que una interpretación a su vez de otra lengua, que de hecho como ocurre en la lengua norteña de México, es posible que las palabras se resignifiquen porque viene de una lengua que ha sido resignificada, el español, no siempre fue español, incluso después de esto, cuando los primeros conquistadores llegaron a América, el español rompió su grado de abolengo, su investidura imperial para abrirse a nuevas variantes: el español de México no es el mismo que el español de Argentina o de Colombia, como tampoco lo es del español de España, por ejemplo.
El escritor norteño es fronterizo en la medida que trastoca los límites del lenguaje y colabora en la construcción y demarcación de un personaje fronterizo con ciertas características condicionadas a lo meramente geopolíticas, ocasionando con ello la apertura de un migrante que permea el imaginario popular que lejos de protegerlo de sus garantías individuales y derechos humanos lo abandona a la explotación de su imagen (como una plusvalía) a la que se recurre para reclamar derechos centralistas que en un discurso fronterizo norteño mexicano, no se puede separar de la relación original y auténtica entre México y Los Estados Unidos de Norteamérica) pero el referente de carne y hueso, el mexicano norteño sigue construyéndose un discurso de desconocimiento en una región o franja fronteriza que lo coloca en desventaja frente a sus co- regionales del suroeste de Estados Unidos.
Las obras del escritor norteño, se pueden utilizar para cuestionar los significados y los discursos geopolíticos promovidos por las instituciones gubernamentales, así como por los medios de comunicación masivos, ya que representan para el lector una experiencia, casi de primera mano, de las dinámicas sociales que se dan en la región del norte de México.
El texto literario norteño, no promueve garantías para el conciudadano mexicano que se cruza; no establece propuestas ni es un manifiesto que promulgue principios ni garantías individuales para los migrantes. A lo mucho, el texto reporta casos de violencia de migrantes mexicanos o latinoamericanos, en manos de la patrulla fronteriza, pero más bien reclama al gobierno mexicano la ausencia de garantías, trabajo y bienestar social para los que se van; y en
este reclamo, marca su autonomía en la distancia, en la lejanía del centro del país, este elemento va a ser muy importante para la construcción de las narrativas sociales en la geografía fronteriza y la literatura no podrá sustraerse a ello, pues al reclamar su patente sin el gentilicio mexicana se abrogará el derecho de proyectar las formas de vida que se dan afuera de un sistema cuyos mecanismos políticos y culturales expulsan sin retorno al migrante al que no rescata defendiendo sus derechos.
Dicho lo anterior, estos textos hacen una crítica a los discursos oficiales, ofreciendo una nueva interpretación de los hechos acontecidos en la región, de tal manera que se pueden subir para ser estudiados por parte de la geopolítica crítica, ya que trastocan dos aspectos importantes, territorio y poder. Esto, la literatura norteña lo va aprovechar muy bien y echará a andar sus propios mecanismos para retratar las narrativas fronterizas, sin el México al quien la espalda en respuesta a su abandono y aliada con el suroeste de los Estados Unidos, al que voltea a ver. La literatura norteña no exalta valores revolucionarios ni patriotas, y cuando se refiere a México es para reprocharle su falta de reconocimiento como literatura mexicana.
La creación de mitos, puede ser un efecto secundario de los discursos geopolíticos que se producen y no se les permite evolucionar porque se quedan grabados en la memoria, gracias al reforzamiento que les puede dar el Estado o los medios de comunicación, así como la literatura. Un ejemplo del cuidado que se debe tener cuando en un discurso se utilizan calificativos que pueden llegar a ser inadvertidamente nocivos, y estos a su vez son reforzados al paso de los años, ya sea por el discurso oficial o por la literatura, es el mito producido alrededor de Tijuana, que para algunos es la ciudad de la perdición (visión que casi siempre es vista desde los Estados Unidos de América, por el contraste que presenta esta frente a la ciudad fronteriza de San Diego California) mientras que para otros, los mexicanos que emigran al norte representa el lugar de las oportunidades ya que Tijuana les ha dado todo lo que perdieron en el sur cuando migraron.
En este caso, ha sido la literatura quien se ha encargado de reforzar ese mito dicotómico, violencia-progreso, escritores como Luis Humberto Crosthwaite o Heribeto Yepez han descrito en su literatura a la ciudad de Tijuana como una ciudad de contrastes: “Tijuana no es una ciudad. Tijuana es lo que sucede con una ciudad. Tijuana es una condición post-urbana. Tijuana es lo que sucede cuando estallan los contrastes”. (Yépez, 2006)
El crítico de la tijuanense, Humberto Félix Berumen en su libro Tijuana la horrible
menciona que “las expresiones discursivas que han terminado por ubicar las representaciones imaginarias de Tijuana dentro del ámbito de las creencias generales y del imaginario social. Es una entidad de la que se ha escrito, se habla y se percibe a partir de ciertas experiencias, apreciaciones, estereotipos, juicios y valores”. (p. 46). El mito de Toda ciudad, creemos se construye así.
La vida fronteriza delimita la planeación urbana y geográfica de Tijuana y produce prácticas culturales particulares, tanto comerciales, laborales como de recreo. La geografía que demarca calles demarca límites y si bien no demarca moldea el carácter de quienes aquí viven. Como menciona Humberto Félix Berumen:
En Tijuana el estudio de la relación entre la estructura productiva y organización del espacio urbano debe orientarse, por lo menos hasta la década de los años ochenta, a explicar principalmente los efectos de la participación del comercio y de los servicios relacionados con el turismo sobre la configuración de la ciudad”. (Berumen, 2003 p.60)
Aunque la geopolítica crítica promueva la aceptación de otros discursos geopolíticos que no sean los discursos oficiales. Es necesario tener cuidado con los significados y las interpretaciones, que a lo largo de los años permanecen estáticas, dado que estas de alguna manera han creado un estereotipo inadvertidamente. Es aquí, donde también es necesario emplear las herramientas críticas para determinar si este estereotipo es válido u obsoleto.
Ante el desconocimiento de un mundo producido por prácticas e interacciones diferentes de quienes habitan espacios con características geopolíticas distantes de un discurso oficial que no alcanza siquiera a ver, y menos a incorporar, este mundo se vuelve ingobernable. Del entendimiento y la inclusión al estado del discurso oficial, económico, político y comercial, surge un mundo que resiste porque no se reconoce, precisamente por esa falta de interés en la incorporación por ambos bandos: el centro y el norte. El norte emerge como un mundo latente en potencia ante la falta de políticas de integración e inclusión.
Si bien la concepción universal de la geopolítica se encuentra en el mundo de la política, el
acercarse al arte, sobre todo a la literatura, permite conocer otra faceta de la disciplina. En ella se puede descubrir cómo la geografía, la dinámica social y las relaciones de poder confluyen para crear significados y de igual manera construir discursos.
En la literatura uno como lector, se puede encontrar narrativas, casi de primera mano, de lo que sucede en una región en particular. Se pueden desmentir y desmantelar mitos, comprender los significados de los discursos, conocer otras formas de pensar, dotar de significado y comprender al mundo. Se puede viajar en el tiempo y en el espacio a una región y a un lugar específico para poder comprender los acontecimientos actuales.
Combinar a la literatura con la geopolítica crítica, aporta, además del conocimiento de un nuevo discurso geopolítico dentro de los textos, el cual se lee entre líneas, una visión de primera mano de los problemas y las dinámicas sociales de la región que se está representando. Algo, que en numerosas ocasiones es olvidado por los estadistas, porque contradice la narrativa del discurso oficial. Pero a su vez es nocivo para quienes habitan en las regiones en cuestión.
La literatura norteña de México, es solo un ejemplo de cómo el arte capta y recoge las experiencias de la lucha que se da dentro de las relaciones de poder entre los grupos dominantes, el gobierno, las instituciones y los mismos Estados, en una determinada región geográfica. Aunque es una literatura relativamente joven y aún no reconocida como parte del patrimonio literario mexicano, por ser diferente a la literatura del centro, en muchos aspectos determinados por la geografía donde es producida, el reconocerla y aceptarla, puede contribuir a mejores políticas por parte de la administración central del país, así como mejores estrategias para negociar en el campo internacional, sobre todo con Estados Unidos.
El conocer las dinámicas y las diferencias culturales, del norte del país con respecto al centro, apoyaría en el proceso de reconocer a los mexicanos que habitan en dicha región como parte del resto del país, y que estos se reconozcan y se identifiquen con el resto del territorio.
Utilizar la literatura como herramienta para conocer y comprender los contextos culturales de los cuales han emanado discursos geopolíticos, es como psicoanalizar a los Estados mediante los niveles de Estudio propuestos por Kenneth Waltz. El conocimiento emanado de dichos análisis, puede contribuir a mejorar las negociaciones internacionales, la diplomacia y en general las relaciones entre los Estados. Ya que se estaría conociendo a profundidad de dónde provienen los intereses y las razones de Estado.
Conocer cómo un Estado define sus regiones y cómo sus habitantes pueden cambiar de significado y resignificar las palabras, puede contribuir a su vez, a la obtención de un conocimiento privilegiado de la manera en la que su discurso dota de significado al mundo que lo rodea. Si bien esto está condicionado a la geografía y a los vecinos que lo rodean, se pueden conocer los orígenes de sus actitudes y reacciones hacia los acontecimientos internacionales.
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