Ninel Silva Rodríguez1 y José Juan Cervantes Niño2
Palabras clave: participación política; generación; millennials; ciudadanía; democracia.
Con el advenimiento y complejidad de fenómenos relacionados con la juventud, se encuentran aquellos vinculados con la democracia. Los estudios sobre la cohorte adquieren relevancia y controversia. En lo referente a lo primero, los jóvenes representan aproximadamente 27 % de la población en el mundo y se estima que en el 2025, constituirán más de 70 % de la fuerza laboral
en países desarrollados. En relación a lo segundo, se torna controversial la falta de consenso en la construcción de la generación millennial para América Latina y particularmente en México, además es controversial intentar determinar la consistencia vinculante entre esa cohorte y su participación política, o entre los jóvenes y los asuntos públicos. Actualmente, se observa una activa participación de los millennials en proyectos caritativos y altruistas, no obstante, se incrementa un fuerte rechazo y desconfianza en los procesos democráticos, las instituciones públicas y actores políticos del país (Martínez, 2017).
En ese sentido, el presente trabajo tiene como objetivo principal explicar los factores que inciden en la participación política de los millennials. A diferente escala se observa un decremento en la participación política de la sociedad y en particular en los jóvenes impactando los procesos electorales, por otra parte, se incrementa el ascenso en la participación política por mecanismos divergentes a los institucionales. Por tanto, ¿qué factores influyen en la participación política de los millennials y como se relacionan con la construcción de su ciudadanía? Como cuestionamiento central. Desde una perspectiva socio-histórica, el presente consta de una revisión de la democracia y la inclusión de los jóvenes en los regímenes democráticos; seguidamente se exponen los elementos integradores de la cohorte millennial en la construcción de ciudadanía y finalmente desde el estudio de las generaciones se abordan los factores que intervienen en la participación política de los millennials en México. Hasta ahora, la investigación sostiene que para la democracia del siglo XXI es necesario tomar en cuenta a los jóvenes como actores primordiales en el sistema político del país.
Desde el origen de la democracia, paralelamente se ha reconfigurado su definición. Diversos estudios retoman que en sus inicios fue considerada etimológicamente a los vocablos griegos dêmos y krátos, es decir «pueblo» y «poder», es a partir de estos que se ha desarrollado el debate sobre los regímenes democráticos hasta el siglo XXI. Lo anterior permitió, por un lado, la discusión en contra y a favor de la democracia por el otro, la construcción teórica de su estudio y su implementación con diversos resultados en los países desarrollados, así como en aquellos en vías de desarrollo.
De tal manera, una diversidad de estudios permitió identificar como elementos centrales de la democracia a los ciudadanos que desde los orígenes de este régimen en Atenas y Grecia se les denominaba pueblo. El pueblo y la ciudadanía era exclusiva de los hombres adultos, poseedores de propiedades y con estricto origen ateniense (Dahl, 2004; Held, 2007; Tilly, 2007; De Tocqueville, 2010; Dussel, 2010; Guariglia, 2011; Brown, 2015).
A la etapa anterior se le conoce como época clásica (5000 a.C.-476 d.C.). Durante ese periodo, se construyeron gobiernos abiertos a las demandas del considerado pueblo, se consideró como el periodo de tiempo donde se practicó la democracia directa (Kivisto, 1984), aunque de tipo exclusivista pues no todos los individuos eran considerados ciudadanos (Held, 2007) (Kivisto, 1984; Alejandre y Escobar, 2009; Tilly, 2007; Brown, 2015). Posterior a ella, los estados democráticos cayeron y con el advenimiento de la época medieval (476 d.C.-1492) se establecieron las monarquías, también inició el estudio teórico de la democracia, en las que el poder recaía en un solo individuo: el rey (Bobbio, 2001; Held, 2007). En este periodo los ciudadanos difícilmente eran escuchados y la atención estaba en el enriquecimiento a partir de la explotación de los recursos naturales y de la mano de obra (Hirschman, 1978; Kivisto, 1984).
Con la llegada del renacimiento como movimiento cultural, se observaron nuevamente dinámicas colectivas que permitieron transitar de la época medieval a la época moderna (Sloane, 1985) y distribuir la protección de las garantías y los derechos civiles de una mayor porción de la población en algunas ciudades de Italia e Inglaterra, entre otras.
En la época moderna (1493-1789) nuevamente germinaron las ideas de la democracia con la participación de la sociedad en movimientos importantes en el año 1642 como la revolución en Inglaterra; posteriormente en 1789 la revolución francesa. En 1775 fueron los inicios del movimiento independentista en el continente americano, ahora EUA (Dahl, 1992; De Tocqueville, 2010). Paulatinamente se construyeron Estados nacionales independientes, conformando algunos, sistemas políticos representativos tal fue el caso de Inglaterra, Italia, Alemania, entre otros (Cerroni, 1991). En ese sentido, pensadores como Rousseau primeramente propuso una ciudadanía activa y participativa con apego a la ley y Mary Wollstonecraft escribió críticas hacia los grupos privilegiados de la época y denunció la opresión hacia la mujer en Europa (Held, 2007). Se consideró a América cuna de la democracia moderna por la constante búsqueda de establecer una situación de igualdad y de derechos políticos. Además por ser una
nación en formación los jóvenes empezaban a formar parte del ejército (De Tocqueville, 2010).
Finalmente, en la época contemporánea (1789-) por un lado se regulan las condiciones para generar la ciudadanía, contar con responsabilidades y derechos ante el Estado (Dahl, 2004); también se estudió más sobre el sistema representativo, el voto se universaliza y ya en la discusión, surge como propuesta el socialismo con mira hacia el comunismo (Cerroni, 1991; Bobbio, 2001; Held, 2007); sin embargo, mientras más se ganaba terreno en el logro de los derechos políticos, paradójicamente, mayor era la brecha de pobreza y desigualdad económica en los países democráticos (Vargas-Reina, 2011). Por tanto, la democracia terminaba por ser un gobierno de las minorías (Dahl, 2004) esto es, un gobierno plutocrático, donde se manipula el voto (Font, 2004; Dussel, 2010) y del cual desde la realidad juvenil, los jóvenes no forman parte (García, 2004; Mendoza, 2011).
Como contraparte a lo anterior, recientemente en el contexto árabe del siglo XXI, el movimiento de la primavera árabe mostró, a pesar de no ser un movimiento exclusivamente generacional, los jóvenes compartieron con otras generaciones la percepción hacia el sistema político en el poder, por tanto, fueron un motor para el movimiento debido a en parte por el tiempo que disponen, las energías, los conocimientos, sus perspectivas del futuro, su familiaridad con las nuevas tecnologías de la comunicación y socialización, son más plurales, aunque individuales, más esto no ha impedido su compromiso social, el dominio de lenguas extranjeras y el acceso al mundo exterior a través de las telecomunicaciones. La primavera árabe se entiende como un movimiento generador de un nuevo ciclo político iniciado por su ciudadanía (Abu- Tarbush, 2011).
Así mismo, la participación política de los jóvenes en América Latina surge a partir de finales del siglo XIX y principios del XX, apoyando movimientos obreros y sindicales; algunos movimientos propiamente estudiantiles que involucraron a la clase media, tales como las huelgas y los movimientos sindicales en Brasil en 1917, Perú en 1919, Argentina y México en el año de1918, sin dejar de lado, los movimientos campesinos como la revolución de 1910 en México (Bruckmann y Dos Santos, 2005). De esta forma, la participación política de la juventud se ha observado a través de medidas divergentes a las establecidas desde las esferas de gobierno, principalmente las llamadas movimientos estudiantiles.
La situación económica, política, social y cultural de México tiene sus altibajos. Los estudios sobre la juventud adquieren importancia debido a la presente vulnerabilidad que la cohorte presenta. Los estudios de las generaciones han desarrollado otros prismas para estudiar los fenómenos que vive la juventud. Como características en común de esta generación es que comportante una cultura tecnológica y han crecido en una realidad dominada por las pantallas de ordenadores, celulares, tabletas electrónicas y televisores, lo que les permite ser altamente competentes en los recursos ofertados por la web, por tanto, suelen estar altamente activos en las redes sociales (Martínez, 2017).
Los conceptos de participación y política están estrechamente relacionados con la categoría de ciudadanía, entendida como la necesidad existente entre el Estado y la sociedad en pro de edificar de forma gradual, espacios, valores y actitudes que favorezcan su ejercicio efectivo. Desde su construcción, ciudadano es todo hombre libre que forme parte de una comunidad donde se realicen buenas acciones, un elemento distintivo del ciudadano o ciudadana es contar con la mayoría de edad, se adquiere el derecho a votar y ser votado (Alejandre y Escobar, 2009)
Algunas generalidades en el mundo de la generación millennial está la búsqueda de la estabilidad en un mundo incierto (Deloitte, 2017) principalmente en algunos países de la Unión Europea bajo los estragos de las crisis económicas, también se preocupan en la dirección que están tomando el crimen, la corrupción el desempleo (Castells, 2014; European Commission, 2016; Deloitte, 2017)
Algunas encuestas como las realizadas por Deloitte y Pew Research presentan la percepción de la cohorte sobre su realidad. La primera levantó muestra en 30 países del mundo y la percepción de esta generación mostró que tienen gran sentido del control en el ámbito laboral, sin embargo, en cuanto a lo político no consideran generar influencia alguna. Aun así, 77% se encuentra involucrado en proyectos caritativos (Deloitte, 2017). La segunda analiza en EUA periódicamente a esta cohorte manteniendo análisis comparativos con las otras cohortes, particularmente, los millennials se sienten menos atraídos a la política tradicional, así como a las
instituciones religiosas, son una generación que confía menos en otros, con respecto a las demás generaciones. Su método para acceder a las noticias políticas es a través del socialmedia está muestra se levantó a adultos norteamericanos con acceso en línea. Generalmente, esta cohorte ésta en contra de las instituciones y las formas institucionalizadas de participación política, también desconfían de los políticos y los partidos que representan y aunque se alejen de ello, si les interesan los temas sociales, ambientales y políticos desde otras plataformas de expresión (Boschman y Groen, 2006).
En el contexto latinoamericano el comportamiento electoral de esta cohorte es de tipo coyuntural, es una generación que se encuentra próxima a la participación más que a la exclusión, mayormente, los millennials forman parte de miles de proyectos y acciones alrededor del mundo y sus objetivos buscan mejorar las condiciones de vida de quienes se encuentran viviendo en pobreza, su interés público no se sitúa desde una visión del poder. Además, los millennials son quienes plantean mayores desafíos a las autoridades y organismos que funcionan como intérpretes de la realidad (Martínez, 2017).
En México, por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito público SHCP se identificó el panorama contextual de esta cohorte con respecto a conductas financieras y de consumo de los fondos de ahorros para el retiro. De los resultados, se identifica contradicción en una generación que considera importante el ahorro, está informado, conoce los conceptos y proceso pero no se encuentra interesado en ahorrar, todo se queda en el discurso, muy poco en los hechos (SHCP, 2017), esto muestra una visión cortoplacista de vivir el presente sin interesarse y prever el futuro, lo cual influye en el desinterés en la política, además sus prioridades pueden ser muy diversas así como los mismo millenials.
Algunos datos de la Encuesta Nacional de la Juventud 2012 indican que 90% de los jóvenes les interesa poco o nada la política. El desinterés por la política y en particular por la participación política se debe en parte a la imagen actual que la sociedad tiene de los políticos, en la cual, la sociedad se siente como mercancía electoral, observan que sólo se les busca en los procesos electorales esta generación considera que es importante votar si es por obligación, esto se contrapone a su elemento de libertad y disposición a obra como considere y no porque se lo impongan (Barrita, 2018).
Reguillo señala que la ciudadanía juvenil necesariamente debe entenderse como una
“ciudadanía policéntrica” que permite comprender lo emergente y no sólo la ciudadanía política formal a través de la organización tradicional o la participación electoral” (p. 109). Alejandre y Escobar consideran que no es prudente señalar que el Internet conduce de manera automática hacia la organización y fortalecimiento de la ciudadanía, indican que: “El ciudadano se forma en el ambiente colectivo de manera natural […] es una construcción colectiva que sólo es posible en la ciudad” (Alejandre y Escobar, 2009: 106) es la educación cívica lo que prepara al individuo para que éste participe en los diferentes ámbitos de la política. Así bien, A través de sus diferentes prácticas políticas los millennials en México que se consideran ser minorías debido a sus dinámicas grupales, dejan de ser pasivas, ahora como entes activos han adquirido conciencia de la exclusión y marginación que padecen –esto se observa en las denominadas tribus urbanas-, en ese sentido, se organizan y emplean vestimenta, ideologías y acciones mostrando divergencia (Padilla y Flores, 2011)
La construcción de ciudadana en los millenials parece ser semejante. Es un término dinámico, que se reinventa por los cambios en las dinámicas de los millennials, contraria a la idea individualista, la cohorte es apática a los procesos políticos, se niegan a formar parte de ellos. Las nuevas tecnologías les permiten acceder a las noticias y estar informados y al menos en México no aún faltan mecanismos en línea que permitan participar políticamente más allá que compartiendo un meme y que esa participación incida en la agenda.
Inicialmente los estudios relacionados con las generaciones estaban enfocados en conocer y entender las dinámicas de la juventud, en ese sentido, existe un amplio marco teórico desarrollado desde las ciencias sociales. Elemento fundamental para su estudio es situarse a partir de un momento socio-histórico. El contexto de México corresponde mayoritariamente a permanentes crisis económica, política y social, los efectos han variado en todos los ámbitos de vida que adolecen la sociedad en general y fuertemente los jóvenes.
Existe una vasta diversidad de estudios sobre la juventud en México. Desde dos tipos de trabajos – los etnográficos y los centrados en el análisis global de la juventud como los demográficos, educativos, laborales, de salud, migratorios de participación política, de género,
religión y valores juveniles y violencia- se conocen y observan desafíos por los que atraviesa ésta cohorte; además, factores externos resultados de la globalización complejizan las dinámicas de los jóvenes (Mendoza, 2011).
Además, desde la sociológica, el abordaje de las generaciones enriquece las posibilidades de análisis entre diversos grupos societarios que posean la posición generacional, más la conexión generacional y la unidad generacional (Caballero y Baigorri, 2013). Sin dejar de lado a las generaciones como referentes simbólicos para identificar a los agentes socializados en unas mismas coordenadas temporales (Portillo, Urteaga, González, Aguilera y Feixa, 2012)
Algunas condiciones que pudieran modificar las relaciones societales provienen de la globalización. En México, es preciso destacar la cercanía geográfica e influencia de Estados Unidos generan una creciente dependencia, además de la figura en ascenso de presencia europea
–españoles- en la región (García, 2004; Castells, 2014). Internamente, las consecuencias de las transformaciones económicas, políticas y sociales provocadas por la implementación del modelo de desarrollo neoliberal del país, las repercusiones sobre los procesos democráticos han sido divergentes en las conformaciones estructurales de los países (Adúriz y Ava, 2006; Castells, 2014; Stefan y Mounk, 2016). Uno de los grupos considerados vulnerables son los jóvenes 14 a
29 años pues son herederos de problemáticas globales, nacionales y locales (OIT, 2013;
Castells, 2014).
Otro elemento a destacar es la propuesta de re-articular lo político a partir de la conectividad. Entre los cambios más importantes que el espacio virtual está propiciando en la construcción de los jóvenes como actores sociales, está «la gestión del yo» o la producción de la presencia y visibilización juvenil de maneras más individuales a las maneras colectivas-grupales del siglo XX, pero que a su vez, con las múltiples identidades de la generación se habla de juventudes, que han creado sus formas de participación distantes a las formas tradicionales impuestas sociopolíticamente (Alejandre y Escobar, 2009)
En parte, el cúmulo de factores de tipo macro y micro que esta generación enfrenta se incurren en alguna medida en su participación política, en ese sentido, se observa la subordinación de los instrumentos de participación ciudadana –entre los cuales se encuentran los de la participación política- al partido que por más de setenta años gobernó de formar hegemónica el país (García, 2004; Ziccardi, 2004), esto es, supeditados a la plutocracia mexicana
(Dresser, 2013). Esto es importante, toda vez que hacemos uso de la participación política mediante procesos electorales se realiza y contabiliza a través del mecanismo del voto, siendo este su principal recurso democrático (Alejandre y Escobar, 2009), al estar en manos de unos cuantos la implementación y la transparencia de los procesos electorales difícilmente se puede hablar de una real democracia y mucho menos, aspirar a ella como un ideal.
Lo anterior, se muestra como uno de los posibles elementos para generar abstencionismo así como una desafección por la política y por algunos de los mecanismos de participación (Font, 2004; Fernández, 2010). Por otro lado, el abstencionismo y la desafección política de los jóvenes en México, se debe en gran medida a una creciente inoperancia de las instituciones político- electorales, esto es, a una obsolescencia operativa de los instrumentos de participación política y la postura renuente del sistema electoral ante la realidad emergente, además de construir formas colectivas de participación política, contrarias a los mecanismos individualizado de participación institucionalizados (Alejandre y Escobar, 2009)
Algunos desafíos que enfrenta la generación actual de jóvenes en México, enfrentan un futuro dudoso, con una visión un tanto cortoplacista, ávidos de vivir en el instante, cada vez menos interesados en la historia, lo cual podría repercutir en una participación política menos activa (García, 2004). Existen visiones dicotómicas relacionadas con la brecha digital en la sociedad del país. En ese sentido, por una parte, se considera que los jóvenes estudiantes dependen cada vez más de la tecnología reciente y que están más y mejor informados sobre diferentes aspectos de la vida y la realidad que les rodea (CONAPO, 1998).
Con la brecha digital se existen cambios en la manera en que la población en general está accediendo a la tecnología. Es la generación de jóvenes con mayor educación que las pasadas y el ascenso de los medios de comunicación en masas propiciaron la llamada “movilización cognitiva”, en la que el ciudadano deja de ser ese actor pasivo o sólo un espectador para fungir como el ente activo difícil de manipular (Font, 2004). Contrario a lo anterior, se ha incrementado la desigualdad, educativa, laboral, de salud, de acceso a la tecnología, La Encuesta Nacional de Juventud muestra que 39 % de los jóvenes en México no tienen trabajo, además 54.4 % de los que se encuentran en edad de estudiar no lo hacen (García, 2004); también los medios están financiados por el gobierno y ser periodista en México es un riesgo (Azam, 2017).
Sin embargo, por otra parte, en México se cuenta con población indígena, por tanto, no se
puede excluir la repercusión que tiene las influencias provenientes de la globalización, así como de la brecha digital. Los usuarios de internet en México son mayoritariamente jóvenes urbanos, dada la desigualdad que viven las familias en el país, existen sujetos excluidos de ciertos circuitos informacionales, espacios de participación y demás formas relacionadas con el uso del internet y de las redes sociales (Fernández, 2010).
Los jóvenes indígenas pertenecen al grupo que se encuentra al otro extremo de la brecha de la desigualdad, en ellos se observa el fenómeno de la migración interna –zonas urbanas- debido a una mayor oferta de empleo, educación y servicios, la mayor parte de estos jóvenes obtienen los trabajos más básicos, con mano de obra barata pues no se encuentran especializados, todo ello, les conduce a modificar algunas prácticas sociales y principalmente culturales (Alejandre y Escobar, 2009; Portillo,et al., 2012).
Además, no obstante, los avances en la educación en general y propiamente de la juventud la Encuesta Nacional de la Juventud (ENJ) realizadas en los años 2005 y 2006 los que si estudian
son 49.1 % - entre 12 y 29 años tomando los datos de las tres ciudades más pobladas - Ciudad de
México, Guadalajara y Monterrey - 75% de entre 20 y 29 años no estudia, sólo 5.49% estudia y trabaja (Fernández, 2010). Lo anterior, conlleva a trabajos de mano de obra no calificada, con menos o sin prestaciones de seguridad social, así como la adhesión a un sistema esclavista resultado del endeudamiento (García, 2004).
En lo que respecta a el estudio sobre las generaciones en México se construyó el concepto de generación @. Dicho concepto se utiliza para referirse a los jóvenes de la primera generación del siglo XXI, en ese sentido se caracterizan tres tendencias de cambio: el acceso universal –no necesariamente general- a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación; la erosión de las fronteras tradicionales entre los sexos; y finalmente, el proceso de globalización que conlleva necesariamente nuevas formas de exclusión social a escala planetaria (Portillo et al., 2012).
Compartiendo los mismo acontecimientos socio-historicos está la generación 2.0, llamada así por su etapa de desarrollo en las redes sociales. En este sentido, se entiende a las redes sociales como nuevas formas de organización, participación y conformación gregaria. Estos jóvenes tienen como atributos el ser jóvenes urbanos, provenientes de la clase media y en su etapa de universitarios. Como protagonistas de la revolución tecnológica del siglo XXI las redes
sociales o plataformas digitales les permite mostrarse desde un posicionamiento ideológico y ético de creación e innovación (Portillo, et al., 2012). Los estudios sobre la participación política de los jóvenes en México, desde una visión generacional sostienen que el termino millennial parece no aplicarse a cabalidad, por ello a pesar de algunas similitudes se construyó la generación
2.0 con base a las particularidades del país.
Finalmente, la generación trendsetters llamada trends para denominar a los jóvenes nacidos en la ciudad y actualmente están en la cohorte de entre veintiún y treinta y dos años, por lo general, son solteros, sin hijos; pudieran vivir con su familia originaria o compartir departamento con algún familiar. Las actividades trascienden sus orígenes de clase como límite inferior la clase media baja; principalmente se concentran las carreras en las áreas creativas.
Diagrama 1
Organizacional Mercado
Marco
Forma de vida
Y Vendedores
Y Generadora y
Y Ca
adores de ideas
difusora de
Y Generadores de nuevos mundos
novedosos estudios de vida/trabajo
Placer Estética Innovación
Posición emprendedora
Fuente: Elaboración propia con datos de Portillo, Urteaga, González, Aguilera y Feixa. (2012).
A manera de conclusión, la revisión histórica de la democracia muestra a una juventud inexistente hasta finales del siglo XIX y actualmente, esta generación de jóvenes mundialmente denominada millennials y en países como México generación 2.0 se encuentran informados sobre la política a través de las redes sociales, su participación política es diversa y se alejan de los mecanismos de participación institucionalizados porque la inoperancia de estos. Los jóvenes inyectan y reclaman dinamismos, pero las instituciones parecen renuentes a implementar cambios innovadores que se encuentren al alcance de las demandas de la población del siglo XXI. Es pertinente y urgente erradicar la falta de eficiencia del sistema político-electoral y las instituciones políticas del país, la pregunta es el ¿Cómo?, y sin atender a la nomenclatura con que se les etiquete, los jóvenes en su proactividad continuarán buscando esos espacios públicos para expresar sus ideas. La diversidad de sus voces sin duda enriquece la reconfiguración de términos como la ciudadanía, la política y la democracia.
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