Brigitte Lamy1, José Alberto Ochoa Ramírez2 y Ángel Serrano
Sánchez3
Palabras clave: Migración; ciudad; cambios
La explosión demográfica en las ciudades presenta serios retos; en 2007, la población urbana, a nivel internacional, superó por primera vez a la población rural y las proyecciones muestran que este crecimiento va a continuar y hasta amplificarse, afectando más a las ciudades medias que a las grandes aglomeraciones (Etel, 2009). Si anteriormente migrar a la ciudad representaba la esperanza de mejorar las condiciones de vida, hoy eso no es tan cierto; urbanización y desarrollo ya no
2 Maestría en Planeamiento Urbano Regional, Departamento de Arquitectura, Universidad de Guanajuato, LGAC: Paisaje Urbano. jose.ochoa@ugto.mx
3 Doctorado en sociología, Universidad de Guanajuato, LGAC: migración y salud, medio ambiente. ang5429@yahoo.com
necesariamente van juntos, a tal punto que el Banco Mundial predijo (en 1990) que la pobreza urbana sería el problema más importante y políticamente más explosivo que nuestro mundo tendría que enfrentar. Aportamos estos primeros elementos para señalar la importancia de la relación entre la migración y la ciudad y el interés de estudiar su relación.
El objetivo de este texto es reflexionar sobre esta relación, aportando tanto sobre el aspecto social como espacial, así como algunos elementos para entender esta relación. Proponemos revisar brevemente ciertos elementos que ayudarán a entender la migración, para luego comentar su relación con el entorno urbano. Concretizaremos esta relación observando la situación en la ciudad de Querétaro. Este abordaje no se puede hacer, en nuestra opinión, sin un trasfondo de sustentabilidad social para evitar o aminorar precisamente predicciones como las del Banco Mundial. La complejidad de esta relación y de la situación en general, tanto a nivel local como global, y de cada una de sus componentes (migración y ciudad) requiere una visión abierta y amplia para poder eventualmente entenderla suficientemente e intervenir en ella.
La migración no es ciertamente una “nueva realidad”, ni lo es la llegada de inmigrantes a la ciudad. Las ciudades y los grandes corredores migratorios expresan seguramente (según Gildas, 2008) la articulación compleja entre la movilidad de los seres humanos y la estructura económica del mundo. Sin embargo, poco se ha hablado claramente de la relación entre la migración y la ciudad en términos de sus consecuencias o impactos sociales y espaciales. Probablemente también todos pueden observar algunos que otros efectos de la llegada de “nuevas” personas en el entorno urbano.
Los movimientos de población de la época contemporánea presentan muchos retos y dilemas sociales y espaciales. Castles y Miller (2004) hablaron de la “era de la migración” para ilustrar con esta expresión que desde hace unas décadas como nunca la migración había sido tan importante, tanto en volumen como por su significación en el cambio global.
Este importante movimiento de población se relaciona directamente con los centros urbanos puesto que desde mucho tiempo atrás, se observa estos movimientos “campo-ciudad”. Este movimiento de población se acentuó y expandió con la industrialización, el liberalismo económico y la globalización o mundialización. Ahora los movimientos de población no tienen como único origen el campo, sino que parten también de otras ciudades, pero siguen teniendo el mismo destino: una ciudad; teniendo que “actualmente los flujos migratorios hacia las ciudades han cambiado, a
diferencia de la etapa de urbanización acelerada en la que predominó la migración rural-urbana, en el actual proceso de urbanización dominan los flujos de tipo urbano-urbano” (Granados y Franco, 2015:529). Por lo tanto, el entorno urbano parece estar en constante cambio y crecimiento. La migración es parte de la realidad urbana: la afecta social y espacialmente. Tradicionalmente las ciudades eran “‘imanes de esperanza’ para los inmigrantes… [que] se estaban dirigiendo hacia ellas motivados por la convicción de que iban a encontrar mejores oportunidades en términos de ingresos y redes de apoyo” (UNESCO, 2011:20, los corchetes son nuestros).
Objeto interdisciplinario de estudio, la migración es, desde hace mucho tiempo, analizada por disciplinas como la ciencia política, la historia, la economía, la geografía, la demografía, la sociología, la antropología, el derecho y el urbanismo, entre otras; pues lo que nos hace ver su interdisciplinaridad1, pues representa y constituye más que un simple movimiento o desplazamiento de personas: el fenómeno migratorio refleja las mutaciones de nuestras sociedades y su evolución. Las migraciones jamás son neutras y vienen a modificar los datos del juego político, económico, demográfico, social y cultural (Thurmerelle, 1986, Castles y Miller, 2004, UNESCO, 2011): representan una fuerza para la transformación social; cambian a las sociedades.
Parece tan banal observar que el ser humano está en movimiento incesante, por lo que la movilidad espacial ya no extraña a nadie. Sin embargo, en nuestra época, la movilidad espacial humana se desarrolla a un ritmo aún poco observado; y “es uno de los ejes fundamentales del funcionamiento y del cambio de las sociedades contemporáneas. Es imposible comprender esas sociedades sin tomar en cuenta la movilidad espacial que ahí se desarrolla” (Bassand, 1980 citado por Thumerelle, 1986: 12-13).
Numerosos y diferentes factores están al origen de esas migraciones y sus efectos sobre las personas son también diferentes. Thumerelle (1986) propone tomar en cuenta cuatro clases de factores que intervienen en la decisión de migrar:
Los factores atribuidos al lugar de origen;
Los factores atribuidos al lugar del destino;
Los obstáculos encontrados entre el lugar de partida y el de llegada;
Los factores individuales (Thumerelle, 1986: 100).
El conjunto de esos factores es ocasionalmente reevaluado por el individuo en el transcurso de su vida, puesto que su sistema de percepción puede cambiar; pero también porque los lugares cambian, así como el valor que les atribuía. Ninguna variable tomada aisladamente (estatus social, nivel de educación, estado de salud, etc.) puede determinar la movilidad espacial, habría pues, tres familias de variables relativamente independientes para determinar este fenómeno:
El ciclo de vida (edad, estado civil, tipo de familia);
El estatus social (nivel de instrucción, situación socioprofesional, ingresos, etc.) asociado al tipo de actividad (tipo de empresa, dinamismo de la rama...);
Las experiencias migratorias anteriores (Thumerelle, 1986: 102).
De esta manera, se puede migrar por muchas razones diferentes. Pero cuatro motivos dominan: motivo profesional, eventos familiares, motivos ligados a la vivienda y el servicio militar (y la guerra). La industrialización y el desarrollo urbano parecen haber contribuido a la instauración del movimiento de las regiones rurales hacia las ciudades. Este éxodo rural constituye, en efecto, una de las movilidades espaciales más importantes y por esta razón los movimientos migratorios han sido hasta fechas recientes, de manera preponderante, rurales-urbanos (Roberts, 1995). Así las transferencias de mano de obra hacia las ciudades han modificado profundamente la distribución de las actividades humanas y la fuerte terciarización de las economías modernas ha consumado este proceso (Domenach y Picouet, 1995).
Como ya se ha visto, las razones que están al origen de las migraciones son numerosas y pueden variar de una persona a otra, o de un país a otro (Fischer, 1984), sin embargo, se reconoce la preponderancia del factor económico; los migrantes van en búsqueda de mejores empleos e ingresos, mejores fuentes alimenticias y de un mejor nivel de vida desde el punto de vista material. Otros factores pueden ser el ir huir de persecuciones o violencia, o de desastres naturales, el estudio, el matrimonio, e incluso la tradición; y con ello, se aprecia que “la migración es fenómeno estructural que no se reduce a un problema de orden laboral o de naturaleza exclusivamente económica” (Chávez, 1999:268).2
Los factores económicos constituyen las condiciones necesarias para la migración; sin embargo, estos no constituyen en sí mismos condiciones suficientes ni la determinan de manera mecánica (Bonetti, 1994). Razones no económicas también motivan la migración: escapar de la
opresión y de la discriminación, buscar una mayor libertad y de mayores entretenimientos, gozar de mejores servicios (educativos, sanitarios, etc.), acercarse a parientes y amigos que ya hayan migrado. De hecho, parece que los factores ligados a las condiciones de vida (calidad de vida) determinan cada vez más la movilidad.
Para Fitcher (1968) uno de los efectos que ha tenido la migración interna ha sido una urbanización de la cultura, es decir unas maneras urbanas de pensar y de comportarse, relaciones y estructuras sociales urbanas, etc. (Fichter, 1968). En el mismo sentido, Lewis (1982) también agrega que el efecto de la migración es la diseminación de nuevas ideas, de nuevas técnicas e información nueva. Los migrantes tienden a reagruparse según su origen y los vecindarios urbanos pueden a menudo ser identificados según ciertas características (étnicas, religiosas, etc.).
Según Bairoch (1985), la importante inflación urbana de las ciudades del Tercer Mundo se debe a los flujos migratorios (de la que una buena parte procede del medio rural): «Se calcula que los movimientos migratorios son responsables en un 40 o 50% del crecimiento de la población de las ciudades del Tercer Mundo» (Bairoch, 1985: 566). Este crecimiento no estuvo acompañado de un desarrollo económico tan rápido y tan importante, capaz de absorber esta masa de inmigrantes. Se encuentran entonces, en esas ciudades, una taza de desempleo elevado y la presencia de otros tipos de empleo (terciario y sector informal).3
La migración también tiene un efecto en la composición de las comunidades afectadas por ese fenómeno, pues no solamente contribuye a aumentar la población, sino que también introduce un aspecto de selectividad, insertando miembros que presentan una o algunas características adecuadas para el medio que los acoge; ya sea por la edad (una población más bien joven o de edad avanzada4) o que presentan un cierto perfil socioeconómico de ocupación o de educación, o aún una característica étnica (Lewis, 1982). A escala individual el migrante debe adaptarse a su nuevo ambiente social, económico, político y cultural, y esta adaptación puede ser facilitada si éste se une a un grupo cuyas referencias culturales sean compatibles o similares a las suyas (Lewis, 1982).
Por las características arriba mencionadas, la migración puede provocar fenómenos como la
exclusión, conflictos sociales o una segregación socioeconómica. Sin embargo, frente a estos fenómenos no muy positivos, puede haber una respuesta urbana para atenuar tales problemas, pensando los espacios urbanos.
En el ámbito nacional y regional, la migración también produce un efecto espacial. La distribución de la población en el territorio se modifica, se transforma, provocando nuevas concentraciones a nivel del país (una mayor urbanización) y una expansión urbana, así como una segregación espacial a nivel de cada ciudad. Asimismo, la llegada de la nueva población migrante tiene consecuencia para la ciudad en el aumento de la demanda de empleos, servicios de salud y educación, así como de vivienda y servicios públicos (Chávez, 2000:268). Los cambios de residencia por cuestiones residenciales, son considerados por Granados y Franco (2015), como los motivos de mayor intensidad en las ciudades medias, antes que otros, generándose una ampliación de la mancha urbana, así como una segregación entre grupos de altos ingresos, de medianos ingresos, y aquellos que no tiene acceso a un crédito para adquirir vivienda, siendo estos últimos comúnmente locales, quienes tenderán a ocupar la zonas de alto riesgo, a partir del fraccionamiento ilegal del suelo.
Según Pérez Campuzano (2007) buena parte del crecimiento de las ciudades medias en México estuvo marcado por los cambios de dirección de los movimientos migratorios; pasando de un movimiento del sector rural al urbano, para luego experimentar un movimiento entre ciudades: de las más grandes o más pequeñas, hacia las intermedias o medianas. Estas últimas han sido testigo de cómo la migración impacta en muchos aspectos: mejoras en cuestión de empleos, impacto sobre sus modelos de expansión territorial, diversificación del mercado de la vivienda, densificación demográfica, creación de periferias (suburbios) (Ortiz, 2002). Efectivamente el autor reporta como, con la migración, se va transformando el tejido urbano, pasando de un núcleo compacto, denso, pasa al “modelo anglosajón” de expansión urbana, generando una ciudad “difusa”. Estos procesos de suburbanización, a su vez, darán lugar a diferentes tipos de asentamientos en las ciudades latinoamericanas (según Bahr y Mertins, 1993, citados por Ortiz, 2002): los asentamientos informales, los proyectos gubernamentales de vivienda social y barrios de los estratos altos.
Es por esa razón que Pérez Campuzano (2007) considera la migración como integrante del fenómeno de reestructuración urbano-regional y también haciendo observar que los migrantes van construyendo “contextos” a partir de sus acciones/necesidades cotidianas, que sean
socioeconómicos, ambientales, culturales, etc. y que intensifican definitivamente la urbanización. Que sea el ejemplo de los migrantes bolivianos en Buenos Aires, que por solidaridad étnica se apropian de una parte del espacio urbano, creando una separación pacifica con el resto de la población, creando así un territorio rico en identidad, en cultura e instalando sus negocios por falta de oportunidades en el mercado de trabajo (Sassone, 2007), o el ejemplos de los locutorios en Madrid, reportado por Garcés (2006), que conforman los soportes materiales y sociales que facilitan la comunicación entre comunidades internacionales y contribuyen a la construcción de lo transnacional.
El tema de nuestro estudio nos llevó, desde luego, a perseguir un objetivo central que era el de describir el flujo migratorio y de observar los mecanismos de integración social, específicamente por las redes sociales, y la forma en que esta migración afectaba la estructura espacial de la ciudad. Pero también se persiguieron otros objetivos tales como el de apreciar el contexto en el cual se llevó a cabo la migración, así como los diferentes cambios espaciales y sociales ocasionados por este fenómeno. Sabemos que la migración introduce cambios en las diferentes esferas de la sociedad (demográficos, económicos, sociales, culturales, políticos, etc.) y puede tener repercusiones en diferentes niveles (la sociedad, la comunidad y el individuo) (Lewis, 1982).
Según los datos del INEGI sobre la migración reciente en México (1985-1990), cerca del 20% de la población nacional migraba de un estado a otro y 10 estados de la Republica registraban una proporción superior al 30% de la inmigración reciente, cuando la media nacional era de 22.4%, y Querétaro se encontraba en ese grupo de estados. En 1990, el estado de Querétaro se encontraba en la 6ª posición nacional por su saldo migratorio positivo del 4.3%5. La procedencia de esos inmigrantes hacia el estado de Querétaro era, en orden de importancia: Distrito Federal (México Capital), Guanajuato, México (Estado), Hidalgo, Michoacán, Veracruz, San Luis Potosí, Jalisco y Puebla.
Tabla síntesis I: Origen de la población que radica en el Municipio de Querétaro, 1970 a
2010.
1970 | 1980 | 19906 | 2000 | 2010 | |
Población total | 163063 | 293586 | 456458 | 641386 | 801940 |
Población que cambió de lugar de residencia | 25745 | 57814 | 46942 | 52615 | 52746 |
% de la población nacida en el Estado | 82.5 | 77.3 | 70.9 | 68.34 | 66.8 |
% de la población nacida fuera del Estado | 17.2 | 21.9 | 27.8 | 30.35 | 31.1 |
% de la población proveniente del D.F. en relación con la población que cambió de residencia | 18.7 | 20.1 | 40.9 | ND | ND |
% de la población proveniente de Guanajuato | 42.0 | 23.9 | 19.3 | ND | ND |
% de la pob. proveniente del Estado de México | 9.8 | 12.0 | 11.1 | ND | ND |
Fuente: INEGI, Censos generales de población y vivienda, 1970 a 1990, 2000 y 2010.
Así, en el transcurso de 20 años, el perfil del inmigrante que venía a establecerse en Querétaro cambia completamente; la población de México es más urbana en su perfil, en sus expectativas y en sus exigencias. Podemos, desde ahora, pensar que esta afluencia de inmigrantes urbanos de la capital afectará el desarrollo de la ciudad de Querétaro, no sólo cuantitativamente sino también cualitativamente, como ya lo hemos mencionado anteriormente, esta afluencia masiva de capitalinos puede explicarse por una desconcentración inducida de la capital, pero también por el importante terremoto de 1985 que provocó la huída de un buen número de personas hacia ciudades medias, “satélites” de la capital nacional7.
Por otro lado, los datos del conteo de 1995 nos permiten trazar un retrato de las personas que inmigraron hacia el estado de Querétaro: un poco más de hombres (51.2%) que mujeres (48.8%) migran hacia Querétaro, el grupo de edad más importante entre esos inmigrantes es el de 25 a 49 años (48%), de esos inmigrantes, el 65.6% son considerados económicamente activos y el 34.3% inactivos, mientras que en la población no migrante, el 56.9% son económicamente activos
y el 43%, inactivos.
De esta población inmigrante, el 62.6% es empleada en el sector terciario8 y el 28% en el sector secundario9, mientras que en el grupo de los no migrantes encontraremos que el 45.8% son empleados en el sector terciario y el 29.5% en el secundario. Aparentemente esos inmigrantes también son más instruidos puesto que la proporción de personas con instrucción de posprimaria es más elevada en este grupo (63.2%) que en el de los no migrantes (42.9%).
Según Delgado (1993), la ciudad de Querétaro conoció, por migración, una expansión urbana que la hizo crecer 7 veces en 20 años, lo que generó una estructura muy fragmentada. La ciudad ha devorado poco a poco asentamientos humanos establecidos desde hace mucho tiempo, zonas residenciales, zonas populares de invasión, parques industriales, etc. Según Rivón (1997), la ciudad de Querétaro siguió dos tipos de desarrollo urbano: primero, una expansión uniforme de su núcleo central hasta unirse con las carreteras regionales que la rodean y que se convertirían en vías rápidas urbanas, posteriormente un crecimiento radial a lo largo de esas carreteras regionales. Ese desarrollo urbano se hará a costa de las tierras agrícolas y acuíferas que rodean a la ciudad. Sus tasas de crecimiento rebasan el doble del crecimiento del Estado de Querétaro y el de muchas otras ciudades del país (Delgado 1993; Rivón, 1996).
El desarrollo urbano de la mancha urbana de la ciudad de Querétaro ha sido intenso a partir de 1970: Enrique Rabell García (citado por Flores, 2014) habla de un incremento de 25 veces a la fecha actual; mientras que Emilio Duering (citado por Quino, 2017) precisa que, a partir de la disminución del hacinamiento por vivienda (de 7 ocupantes en 1970, a sólo 4 personas bajo el mismo techo), se tiene que la densidad urbana ha disminuido importantemente, generándose una ampliación de la mancha urbana de 100 veces en los últimos 40 años. Esto obviamente incide negativamente en la sostenibilidad medioambiental, al consumirse los recursos naturales por lo extensa de la mancha urbana; así como en la sostenibilidad social, al aumentar el malestar urbano “con el tráfico, la contaminación, las inundaciones o la mala imagen urbana” (Duering, citado por Quino, 2014)10.
Figura 1: Expansión del área urbana del municipio de Querétaro, durante el período de
1950 a 2010
Fuente: Hernández-Guerrero (2015), «Valoración visual de la calidad ambiental del área urbana de Querétaro, México: la compleja sencillez de valorar el entorno urbano», pág. 49.
A principios de los años 60 del siglo pasado, la ciudad de Querétaro no rebasaba la zona que más tarde sería definida como centro histórico, los limites comprendidos entre Avenida Universidad, al norte, Avenida Zaragoza, al sur, lo que más tarde será Circunvalación, al este y Avenida Tecnológico, al oeste (Gob. del Edo., 1994). Sin embargo, el crecimiento observado entre 1965 y 1990 es calificado como explosivo, la expansión es tal que la ciudad se une a los territorios de tres municipios vecinos (Corregidora, El Marqués y Huimilpan) (Rivón, 1997), que formarán la zona conurbada de Querétaro.
Un ejercicio sociográfico, a partir de variables disponibles en los censos, permite no sólo confirmar este crecimiento o expansión urbana dado por migración, sino también conocer la “nueva” repartición de la población por sus características sociales. Los datos enseñan claramente, para empezar, que los inmigrantes (por las variables de INEGI) en la ciudad de Querétaro se ubican principalmente en las colonias “periféricas” y no en el centro. Y en este mismo espacio urbano, es donde encontramos la proporción más importante de población de menos de 5 años; lo que ha de confirmar que las familias prefieren instalarse en periferia. Y también la población menos
escolarizada. Mientras que el centro de la ciudad y su anillo inmediato recibe una población más grande de edad (65 años y más) y una población más escolarizada. También es en el centro que encontramos las proporciones más importantes de población ocupada en el sector terciario (Lamy, 2007).
Al respecto de la tendencia de ocupación de la periferia, Emilio Duering (citado por Quino, 2017) precisa que “los gobiernos han entendido a la tierra como un valor de mercado, esto promueve acciones de compra-venta de la misma, pero sin un proyecto adecuado de sociedad que la vincule al territorio”, y recalca la segregación socio-espacial que se genera a partir de la construcción de fraccionamientos en los anillos más lejanos del centro de la ciudad, con lo que la movilidad se vuelve compleja.
A partir de la situación de la vivienda se introduce una segregación socio-espacial de la ciudad, misma que presenta las características de una metropolización: conurbación de comunidades generando diferentes tipos de uso, densificación y segregación del espacio y produciendo ritmos y estilos de vida distintos en este conjunto metropolitano (Icazuriaga, 1994).
Respecto de la vivienda y la migración urbana-urbana, María Elena Herrera (citado por Rosas, 2014) establece que de cada 10 personas que buscan vivienda en Querétaro, nueve proviene de otras entidades del país. La especialista hace la consideración del aumento de compradores foráneos de otros estados, que provienen de estados con un alto índice de inseguridad, como es el caso de Michoacán, y precisa que “los michoacanos ya representan el 30 por ciento de este tipo de clientes, con lo que igualan en proporción a los provenientes de la Ciudad de México” (citado por Rosas, 2014). Asimismo, Herrera confirma la preferencia de la mayoría de los compradores por adquirir vivienda nueva, aduciendo que “lo que están comprando es el inicio de una vida”. Un hecho interesante, señalado por la especialista inmobiliaria es el “turismo inmobiliario”, realizado por aquellos que, visitando la ciudad, buscan conocer las opciones de vivienda que se ofrecen.
Cambios de patrón de crecimiento y un desarrollo rápido de Querétaro hacen surgir un cierto número de problemas como las modificaciones de estructura urbana, lo que hace que la ciudad sufra de un cierto déficit de infraestructura básica (electricidad, agua y drenaje) y de equipamientos urbanos, guarderías, escuelas de educación preescolar y primarias, bibliotecas y centros socioculturales y aún a nivel de consultorios médicos de primer contacto, camas de larga duración para ancianos, funerarias, etc. (CIMCQ, 1996).
Las ciudades son consideradas como áreas de acelerada transformación social, y por lo tanto entender los procesos sociales que ocurren en los centros urbanos es un requisito para guiar y cambiar el desarrollo urbano. La migración es considerada como uno de los factores más poderosos de las transformaciones y de las situaciones problemáticas que han conocido las ciudades en las últimas décadas11. Entonces para que el manejo de una ciudad sea exitoso, las políticas necesarias deben ser dirigidas hacia la sustentabilidad social, que podríamos definir o entender como un desarrollo compatible con la evolución armoniosa de la sociedad civil, adoptando una conducta para la cohabitación de la cultura y de la diversidad social urbana, y con metas hacia la integración social y la calidad de vida para todos los segmentos de la población. Entonces la sustentabilidad social se debe de entender como lo opuesto de exclusión social y territorial.
Según Stren y Polese (2000), las políticas urbanas que conducen a la sustentabilidad urbana deben de considerar 6 áreas: 1) la gobernanza, 2) las políticas sociales y culturales, 3) la infraestructura social y servicios públicos, 4) los asentamientos urbanos y vivienda, 5) el transporte urbano y la accesibilidad, y 6) las políticas de empleo, reactivación económica y la construcción de espacios públicos incluyentes (p.16-34).
Al respecto de la gobernanza, y particularmente del trabajo del gobierno local de Querétaro con la población, Rabell (citado por Flores, 2014) señala que “tanto sociedad como gobierno deben ser copartícipes en el diseño, ejecución y regulación que aseguren el crecimiento metropolitano con éxito en temas tan diversos como movilidad, vialidad, seguridad pública, infraestructura urbana, temas ecológicos, protección civil, entre otros” (citado por Flores, 2014).
Este breve apartado sobre sustentabilidad social en este trabajo, tiene como objetivo sólo identificar una pista más de reflexión o un reto más para las ciudades de nuestra época que no pueden realmente escapar del impacto de la migración, y que deben de funcionar con una diversidad social cada vez más grande. Si hasta el momento se había podido ignorar la sustentabilidad social, pensamos que ahora se podría considerar como un modelo o alternativa muy interesante para la vida actual de las ciudades mexicanas.
Al inicio de esta investigación, pensábamos encontrarnos con una migración campo-ciudad, pero vemos ahora que la migración numéricamente importante y reciente hacia Querétaro es una migración urbana-urbana. Con esto no estamos afirmando que no exista más la migración rural- urbana, pero da la impresión de que, salvo por los artesanos autóctonos de la construcción y la artesanía, los rurales salen sobretodo hacia los Estados Unidos puesto que su perfil de trabajador les permite encontrar más fácilmente un empleo “del otro lado” que, en Querétaro, que se ha convertido en una ciudad de economía terciaria.
Al observar los movimientos migratorios hacia Querétaro, y reflexionando acerca de nuestro objetivo para este artículo, no debemos perder de vista que el fenómeno social que hemos observado está inscrito dentro de una dinámica o un contexto económico nacional pero también continental (Tratado de Libre Comercio) e internacional que han favorecido el desarrollo del país, pero sobre todo una reorganización del territorio nacional favoreciendo el desarrollo, fuera de la ciudad de México, de un conjunto de ciudades medias receptoras de actividades económicas y de población. Creemos asistir, con la desconcentración de la ciudad de México, a una etapa del desarrollo económico, pero también territorial y social del país. ¿No decía David Harvey (en Abu- Lughod, 1991) que la distribución de la población sobre el territorio está determinada según la distribución de los recursos económicos y políticos de la sociedad? Por su parte, Méndez (1995) mencionaba, al hablar de la migración en México, que la redistribución de las actividades económicas y de la población sobre el territorio nacional no puede ser calificada como un proceso natural, sino más bien atribuido a un desarrollo económico capitalista. Esta afirmación se une, en efecto, al primero de los cuatro principios de economía política urbana reportado por Macionis y Parrillo (1998): «A city’s form and growth result not from «natural processes», but from decisions made by people and organizations that control wealth and other key resources» (p.209)12.
El estudio de la migración hacia la ciudad de Querétaro nos ha permitido descubrir
fenómenos diferentes y otros alcances de los que esperábamos. La reorganización del territorio en beneficio de las ciudades medias, el tipo de migración y los motivos evocados no dejan de hacernos pretender que México presenta una situación similar a la que viven los países desarrollados (Estados Unidos, Canadá, Francia, Japón, etc.). Y también como este fenómeno termina afectando el espacio/territorio urbano, acercándose al modelo de ciudad difusa.
Los inmigrantes que se dirigieron hacia Querétaro lo hicieron primeramente por razones relacionadas con el empleo y con la esperanza de mejorar su situación económica y material. Se agregan a esas consideraciones, motivos ligados a la calidad de vida, expresados de manera más evidente por las personas provenientes de la capital (CDMX). Esas razones o esos motivos de mudanza se unen a los presentados en los estudios sobre la migración interna en los países desarrollados (Che-Alford, 1992; Nam y otros, 1990; Macionis y Parrillo, 1998; Long, 1988).
Frente a la situación actual en las ciudades receptoras de migración, la propuesta de la sustentabilidad social permitiría una atención integral, integrativa, incluyente de todos los aspectos que deben de considerar el análisis urbano; ¡podría convertirse en un proyecto de ciudad! Esto probablemente al retomar las propuestas para evitar la expansión urbana, como son la redensificación de la ciudad, a partir de la ocupación de los lotes baldíos que, tan sólo en el caso de Querétaro, “podrían albergar a 500 mil habitantes sin crecer la ciudad” (Duering citado por Quino, 2017); asimismo, la propuesta de construcción vertical, antes que aumentar la mancha urbana, permite “optimizar y potenciar los recursos existentes para hacerlos más productivos y con ello ser capaces de atender a un mayor volumen poblacional sobre una superficie urbana más densa y acotada” (Rojas, 2017).
Entonces, parece necesario conocer y tomar en cuenta fenómenos como la migración para reflexionar lo urbano y la ciudad, puesto que la migración afecta de manera clara al ámbito urbano y se convierte en uno de sus importantes retos.
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Notas
1 Pérez-Campuzano y Santos-Cerquera (2013) establecen, para las ciencias sociales, tres grandes vertientes de investigación: la economía y política internacional, la toma decisiones en la migración y los patrones meso o regionales de la movilidad de la población; no considerando la afectación espacial que, con la migración, se da en las ciudades, parte de la presente investigación. Ver Pérez-Campuzano, Enrique; y Santos-Cerquera, Clemencia (2013), “Tendencias recientes de la migración interna en México”, en Papeles de Población, no. 76, abril/junio 2013, pp. 53-88.
2 Chávez (2000) registra que el mayor motivo registrado del cambio de residencia, conforme al Censo del 2000, antes que los motivos económicos, serán los motivos familiares (con rubros como reunirse con la familia, el matrimonio y la unión). Esto mismo, es considerado por Granados y Franco (2015) al precisar “las causas no económicas explican casi la mitad de los cambios hacia esas aglomeraciones humanas; cabe
mencionar, por su fuerte influencia en las decisiones de migrar, a las condiciones de la vivienda, las condiciones ambientales, la inseguridad y la calidad de la vida” (p. 529).
3 Según Polèse (1998), los países en vías de desarrollo enfrentan cuatro retos en los primeros momentos de la urbanización: una concentración de la población urbana creando así grandes disparidades, cambios institucionales difíciles de realizar, que tienen un impacto en la economía local (desarrollo del sector informal), intervenciones insuficientes en el ámbito habitacional debido a las continuas olas de nuevas
poblaciones urbanas y en fin, la importancia de la inversión pública necesaria para la realización de obras de infraestructura urbana haciendo difíciles las relaciones con el Estado.
4 Los movimientos migratorios de población de edad avanzada toman cada vez mayor importancia en los países occidentales.
5 En relación con la población de 5 años y más, el estado de Querétaro presenta un superávit de población
por migración del 4.3%: fueron más los que vinieron a instalarse en Querétaro que los que abandonaron el estado.
6 Población de 5 años y más que reside en el estado de Querétaro según el lugar de residencia en 1985.
7 Este motivo podría repetirse tras el sismo de septiembre del 2017, como establece Miguel Ángel Calderón para el caso de Ciudad Juárez, que recibió entre 1981 y 1990 una oleada de 6 mil 328 personas provenientes del entonces Distrito Federal, siendo el mayor aliciente el terremoto de 1985, generándose la mayor corriente migratoria en esa fecha. Calderón señala que no existió la formulación de políticas por parte del gobierno fronterizo ante el fenómeno, generándose una serie de errores (que no detalla). Ver: Coronado, Martín (2017), “Prevén migración a Juárez tras sismo”, en El Diario de Juárez, 20/-09/2017, versión en línea
[revisado el 09-01-2018], en el sitio: http://diario.mx/Local/2017-09-19_d32f3c59/preven-migracion-a- juarez-tras-sismo/
8 Se entiende por sector terciario, los comercios, el transporte, el gobierno y los demás servicios.
9 Se entiende por sector secundario, las minas, la extracción de petróleo y gas, la industria manufacturera, la construcción, la producción de electricidad y agua.
10 Al respecto revisar la disminución de la calidad ambiental urbana del área urbana del municipio de
Querétaro, conforme la expansión urbana se aleja del centro urbano en dirección del crecimiento, en Hernández-Guerrero, Juan (2015) “Valoración visual de la calidad ambiental del área urbana de Querétaro, México: la compleja sencillez de valorar el entorno urbano”, en Revista de Geografía Norte Grande, 61: 45- 64 (2015).
11 Para Vargas y Cabral (2009), las migraciones impactan en la ciudad y en los espacios públicos, como productos resultantes de dicha dinámica sociocultural, generando nuevos procesos de urbanización, donde
se da una separación entre ricos y pobres, educados e iletrados (en el caso de la migración interna), entre mayorías y minorías étnicas (en el caso de la migración internacional), que propician que los segundos sean criminalizados por las sociedades receptoras, y relegados a los espacios degradados y marginados, generándose una ciudad fragmentada, que reproduce la marginación y la segregación, Ver Vargas L., Ma. Dolores; y Cabral, Alcinda (2009), “Inmigración transnacional, ciudad y segregación urbana: espacios de desigualdad social”, en Zainak, núm. 32, 2009, pp. 1015-1024.
12 Siendo los otros tres principios:
-Urban forms and urban social arrangements reflect conflicts over the distribution of resources
-Government continue to play an important role in urban life
-Urban growth patterns significantly result from economic restructuring