Subjetividades juveniles y alfabetismos emergentes. Una mirada desde la escuela Juvenile subjectivities and emerging literacies. A look from the school

José Federico Benítez Jaramillo1 y María Guadalupe Velasco Giles2


Resumen: La presente ponencia se elabora con base en un proyecto de investigación colectivo que hemos intitulado “Interacciones educativas para la construcción de escuelas equitativas y participativas con jóvenes en el norte y sur del estado de México: Poder, comunidad y alfabetismos emergentes”. Incluido en la Línea de Generación y Aplicación del Conocimiento (LGAC) Cultura Escrita y Vínculo Pedagógico. Línea que se circunscribe en el Cuerpo Académico (CA) Educación y poder. Acciones educativas con grupos en condición de pobreza y contextos de vulnerabilidad, del cual soy integrante. Para lo cual recurrimos metodológicamente a las narrativas de la juventud mexiquense.


Abstract: This paper is prepared based on a collective research project that we have entitled "Educational interactions for the construction of equitable and participatory schools with young people in the north and south of the state of Mexico: Power, community and emerging literacies." Included in the Line of Generation and Application of Knowledge (LGAC) Written Culture and Pedagogical Link. Line that is circumscribed in the Academic Body (CA) Education and power. Educational actions with groups in conditions of poverty and contexts of vulnerability, of which I am a member. For which we resort methodologically to the narratives of the Mexican.


Palabras clave: juventud; alfabetismos emergentes; escuela; subjetividades.


Introducción

El poner la mirada en los jóvenes estudiantes de Secundaria y Bachillerato del Norte y Sur del Estado de México permite ampliar los horizontes, de cómo los jóvenes de diversas territorialidades tejen su mundo virtual, se inscriben en un mundo de escrituras, lecturas emergentes que responde a intereses individuales pero también sociales que se inscriben en el


1 Doctor en Ciencias de la Educación, Docente-Investigador de Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México. División-Académica Tejupilco. Línea de investigación. Educación, Sociedad y Cultura. E-mail. fedelupy@hotmail.com.

2 Doctora en Ciencias de la Educación, Docente-Investigador de Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México. División-Académica Tejupilco. Línea de Investigación Práctica Educativa. E-mail danilupe2009@hotmail.com.

mundo de las tecnologías como instrumentos que se usan para re-mirar otras escrituras y lecturas.

Por tanto, hoy día somos testigos de los usos diversos que innovan los jóvenes de lo virtual y por primera vez en la historia de la humanidad, una nueva generación está capacitada para utilizar la tecnología mejor que sus padres. En términos de Mead (2009), estamos frente a una cultura “prefigurativa”, en la que son los jóvenes quienes enseñan a sus padres los usos que se les dan a diversos artefactos tecnológicos, como es el caso del celular, la computadora, entre otros, en el cual la escuela no reconoce o no quiere reconocer que hay otros aprendizajes que los jóvenes hacen visibles a través de las diversas prácticas sociales de alfabetismos emergentes. Por consiguiente, es importante comprender el mundo simbólico del tiempo y espacio de los jóvenes y su vínculo pedagógico con las redes electrónicas digitales. Ya que desde el punto de vista simbólico, la concepción digital del tiempo tiene su máxima expresión en una serie de artefactos lúdicos, videojuegos, juegos de realidad virtual, simuladores, entre otros; propagados en los ordenadores domésticos y en sus múltiples sucedáneos. (Feixa, 2000).

El escrito se divide en tres partes. La primera trata de esbozar una panorámica general de la cultura escrita y subjetividades, la segunda parte se muestran los alfabetismos emergentes, en el que me pregunto por el sentido que tiene la escuela hoy ante el cambio de época emergente del informacionalismo que se inscriben en otras subjetividades, en el tercer apartado anuncia los espacios de lectura y escritura desde la escuela ante los nuevos alfabetismos. Finalmente, en la última parte hacemos una serie de reflexiones que posibiliten aperturar otras formas de mirar los alfabetismos emergentes y permitan generar cambios desde y con la escuela.


  1. Cultura escrita y subjetividades

    Hemos sido testigos de cómo la cultura escrita es una práctica social viva, que está en movimiento, por tanto, podemos apreciar en imágenes las primeras inscripciones que se hicieron en las cavernas, varios siglos después la escritura en pergaminos, posteriormente en papel con la invención de la imprenta, hasta llegar a la escritura y lectura multimodal en la era digital, en lo que llamamos alfabetismos emergentes. En todo ello está presente el sujeto joven, un sujeto histórico en donde “[…] el sujeto es sujeto en proceso, es el resultado de un avance constitutivo que es movimiento” (Massota, 2002: 111), en este sentido, entiendo al sujeto de la subjetividad como la forma construida a partir del “sentido que crea para sí, […] en la subjetividad humana

    hay reflexividad en sentido fuerte” (Castoriadis, 2004: 102) Por tanto, la cultura escrita en donde se encarnan las subjetividades, el cuerpo y la memoria se hacen presentes en el decir y hacer de los jóvenes estudiantes.

    Ante lo señalado cabría preguntarse, ¿cómo pensar la lectura hoy?, ¿cómo pensar a la escuela y a los jóvenes estudiantes?, ¿qué tipo de cuerpos y subjetividades se crean hoy en día?,

    ¿por qué? ¿Para qué?, ¿qué tipo de escuela necesitamos para eso? vemos que en el s. xv se inventó la imprenta, esto cambia ahora en el sentido de que el libro aparece en una forma de textualidad electrónica, en un formato, el ordenador. Algunas de las respuestas que podemos apresurar es que vemos hoy día que la escuela es incompatible con las subjetividades de los jóvenes estudiantes, habiendo un “desacople [que] se hizo más incontestable en los años más recientes” (Sibilia, 2012: 137). Así, es necesario recuperar la voz de los jóvenes en donde la voz se vea como:


    Esa marca, esa experiencia, esos avatares que hacen que los que hablan y los que escuchan, los que dan y los que reciben, sean sujetos concretos, singulares y finitos, de carne y hueso, y no sólo máquinas comunicativas (emisoras y receptoras de significados) o máquinas cognitivas (codificadoras y decodificadoras de información). (Larrosa, 2008: 2).


    Lo que se muestra es la necesidad de recuperar sus subjetividades, el decir, imágenes, sus relatos, narraciones, en el que se hace presente en dicho ejercicio la memoria vista como “la síntesis cordial que nos va configurando, […] en la etimología del término: el verbo recordar, del latín recordari, significa «pasar de nuevo por el corazón». Podemos decir que gracias a la memoria conservamos los ritmos, las imágenes y los relatos que conforman nuestra visión del mundo” (Garrigós, 2009: 50-51).

    En suma, los jóvenes estudiantes son portadores de saberes, que son necesarios recuperar, es necesario poner la mirada en todo aquello con lo que conviven, que en éste caso son los dispositivos electrónicos los cuales están desempeñando un rol vital en dicha metamorfosis, lo aludido se encuentra en una constante lucha con los envejecidos roles escolares. Ante esto cabria la pregunta ¿para qué necesitamos ahora las escuela?, es importante una transformación de la

    escuela, que miré las realidades socioculturales en la que viven los jóvenes quienes son un medidor objetivo de las necesidades actuales. Ante dicha situación se están proponiendo cambios, pero como señalaba Deleuze (1991) son reformas supuestamente necesarias que estarían condenadas al fracaso, en el que se propaga el encerramiento con las escuelas de tiempo completo a lo que los estudiantes se encuentran desesperadamente desconectados.


  2. Los alfabetismos emergentes

    Hebdige (1988), destaca que la juventud generalmente se ha construido dentro y a través de los discursos. Así, vemos que el concepto de juventud no tiene significado universal, es un constructo sociocultural inconstante que emerge en un particular momento del tiempo bajo determinadas condiciones y polifonías discursivas de los tomadores de decisiones y la cultura adultocéntrica en general. La juventud es un concepto ambiguo, visto como un complejo conjunto de cambiantes clasificaciones culturales atravesadas por la discrepancia y la diversidad, (Barker, 2000), diversidad que se visibiliza en sus prácticas cotidianas, en sus usos que hacen de las lecturas y escrituras y los movimientos que estas tienen así como sus formas de representarlas.

    El no dar-nos cuenta de las transformaciones de ser joven y el no considerar a la juventud como una categoría en movimiento, y pensarlos únicamente como sujetos creadores de problemas y no potenciadores de otros aprendizajes ha tenido graves consecuencias, ya que por ejemplo el no reconocimiento de estos cambios y la forma en como se mira a la juventud y concretamente a los jóvenes estudiantes es que muchos de ellos consideran a la escuela como un espacio que no está potenciando a sus intereses; cuando sus comentarios en entrevistas realizadas aluden que la escuela debe apoyarles para responder a las emergencias de la vida cotidiana. Así, es necesario poner la mirada en esos decires y pensar que los jóvenes con sus haceres cotidianos inciden en las transformaciones de su entorno y en las instituciones con las que interactúan (escuela, familia, iglesias, partidos políticos, entre otros), lo que implica hacer otras lecturas de su influencia activa en la vida cotidiana, de las formas en que se forjan las relaciones con ellos ( que históricamente han sido en muchos casos verticales y autoritarias), de sus conceptos que tienen del mundo virtual y de la escuela en esta sociedad de la información.

    Somos testigos que en el transito del siglo XXI se han vivenciado grandes transformaciones en los diversos ámbitos y en las formas de aprender y de asumir el

    conocimiento en donde existen fusiones de los lenguajes, en las formas textuales, las escrituras y los modos de leer; por tanto, la cultura oral, la cultura basada en el texto escrito, las imágenes, la cultura de la visualidad electrónica y los nuevos ambientes informáticos hacen que en el horizonte de la comunicación actual esté formándose un nuevo sensorium, [es decir, un conjunto de] nuevas sensibilidades, otros modos de percibir, de sentir y de relacionarse con el tiempo y el espacio, nuevas maneras de reconocerse. (Barbero, 1996), así que desde dicha mirada el leer y escribir son construcciones sociales en el que cada época y cada circunstancia histórica da nuevos sentidos a esos verbos de leer, escribir, pero también a los verbos de informar y comunicar.

    Con base en lo expuesto nos encontramos con nuevas formas de comunicación y prácticas de lecturas y escrituras; ya que “la revolución digital de nuestro presente modifica todo a la vez, los soportes de la escritura, la técnica de su reproducción y diseminación, y las maneras de leer” (Chartier, 2010: 34). Continuamente en el pensamiento adultocéntrico señalamos que los jóvenes de hoy viven en la fragmentación, la provisionalidad, la búsqueda de inmediatez y experimentan una intensa y constante sensación de inquietud, es justamente lo que ha provocado más rupturas que encuentros pedagógicos desde la escuela en relación a los usos didácticos que hacen de la lengua escrita los tomadores de decisiones. De Certeau (2000) introduce la distinción sustancial entre “usuarios” y “consumidores” culturales; respecto a las prácticas de uso considera que deben ser pensadas como tácticas a las que recurren los jóvenes estudiantes, más que estrategias de control, como una “producción otra” que propician que los jóvenes se hagan visibles.

    En este sentido, nos daremos cuenta que la escritura y lectura de los jóvenes estudiantes ya no es “necesariamente lineal ni deductiva, tal como lo implica la inscripción de un texto sobre una página, sino que puede ser abierta, expandida y relacional gracias a la multiplicación de los vínculos hipertextuales” (Chartier, 2010: 36), en el que el texto electrónico reintroduce en la escritura un lenguaje simbólico diferente al lineal, es una escritura y una lectura multimodal. Ejemplo de ello es lo que se alude a continuación:


    En el mundo contemporáneo es en relación con la textualidad electrónica que se esboza un nuevo idioma formal, inmediatamente descifrable por cada uno. Es el caso de la invención de los símbolos, los "emoticons", como se dice en inglés, que utilizan de una

    manera pictográfica algunos caracteres del teclado (paréntesis, comas, punto y comas, dos puntos) para indicar el significado de las palabras: alegría:- ) tristeza :-(ironía ;-) ira :-)@ [...] Ilustran la búsqueda de un lenguaje no verbal que, por esta misma razón, pueda permitir la comunicación universal del registro del discurso. (Chartier, 2005: 200-201).


    Así, los jóvenes construyen sus propias simbologías para comunicarse haciendo uso de su imaginación, articulan diversos modos de comunicación en una red interactiva, en hipertextos que integran como parte de su historicidad en las modalidades escrita, oral y audiovisual (texto, imágenes y sonido), interactuando desde múltiples puntos, en un tiempo elegido (real o demorado) a lo largo de una red global, con acceso abierto y asequible, cambiando radicalmente el carácter de la comunicación humana (Castells, 2001). Por tanto, las tecnologías digitales de la información y la comunicación conforman entornos semióticos novedosos que son necesarios mirar desde los espacios escolares y sociales.

    Esta nueva forma de comunicación en red es cambiante e ineludible, donde, si bien es cierto las políticas que se han gestado buscan que todos los estudiantes tengan acceso a Internet, la realidad que viven los jóvenes estudiantes es otra: Por ejemplo: La encuesta Nacional de la Juventud (2010) muestra que el porcentaje de jóvenes entre 12 y 29 años que dijo saber usar Internet alcanza casi 70%. Mientras que la proporción con acceso a Internet en su casa se incrementó 4.6 veces en la última década, alcanzando el 29%; asimismo se muestra que el acceso doméstico a Internet presenta marcadas desigualdades regionales, además la encuesta alude que las redes sociales son el principal uso que tanto hombres como mujeres le dan a Internet, seguido por la búsqueda y recepción de información y en menor medida chatear, se recalca que facebook es el espacio preferido de los jóvenes.

    En suma, en éste apartado hemos querido mostrar que existen abismos, rupturas pedagógicas en relación a los alfabetismos híbridos que nos ofrece la sociedad de la información con lo pedagógico; por tanto, son necesarias nuevos paradigmas que sitúen la enseñanza actual desde los requerimientos contextuales y socioculturales en los que los jóvenes habitan. Ello nos pone frente a nuevos regímenes de educabilidad y comunicabilidad, en el cual necesitamos preguntarnos por la educación, por el sujeto político y la formación ante los nuevos alfabetismos, por el desarrollo cognitivo en los nuevos escenarios socioculturales, la subjetividad y la

    conformación de identidades., entre otros cuestionamientos que cabrían desde la nuevas demandas sociales, económicas y políticas.


  3. Escuela y cronotopías ante los nuevos alfabetismos

    Parto de la idea que presentó Freire (1998) en su texto cartas a quien pretende enseñar en que le alude que la práctica educativa


    […] es algo muy serio. Tratamos con gente, con niños, adolescentes o adultos. Participamos en su formación. Los ayudamos o los perjudicamos en esta búsqueda. Estamos intrínsecamente conectados con ellos en su proceso de conocimiento. Podemos contribuir a su fracaso con nuestra incompetencia, mala preparación o irresponsabilidad. Pero también podemos contribuir con nuestra responsabilidad, preparación científica y gusto por la enseñanza, con nuestra seriedad y nuestro testimonio de lucha contra las injusticias, a que los educandos se vayan transformando en presencias notables en el mundo [...] debemos de asumir con honradez nuestra tarea docente, para lo cual nuestra formación tiene que ser considerada rigurosamente. (Freire, 1998: 52-53).


    Por tanto, haciendo una analogía entre la práctica educativa y la escuela como espacio de formación es algo muy serio, ya que como institución escolar debería considerar las necesidades y demandas de la vida cotidiana de los jóvenes; pues el mundo laboral está cada vez más informatizado, y la escuela (nuestra escuela pública, gratuita y obligatoria, esa gran utopía democrática del siglo XIX) está, en los países periféricos, cada vez más empobrecida, desactualizada, y con maestros mal capacitados y peor pagados. Es imposible que enseñemos contenidos sin saber cómo piensan los jóvenes estudiantes en su contexto real, en su vida cotidiana. Sin saber lo que ellos saben independientemente de la escuela, para ayudarlos, por un lado a saber mejor lo que ya saben, y por el otro lado para enseñarles, a partir de ahí, lo que aún no saben (Freire, 1998) No se puede reducir al joven a un par de ojos que ven, un par de oídos que escuchan, un aparato fonatorio que emite sonidos y una mano que aprieta con torpeza un lápiz sobre una hoja de papel. Detrás (o más allá) de los ojos, los oídos, el aparato fonatorio y la mano hay un sujeto que piensa y trata de incorporar a sus propios saberes este maravilloso medio

    de representar y recrear la lengua que es la escritura y la lectura, que se despliegan en su mundo de vida a través del Internet, correo electrónico, páginas web; estos usos que se hacen están introduciendo cambios en las formas de comunicarse e informarse. Son otros tiempos y espacios de prácticas de lecturas y escrituras emergentes en el que la escuela un puede permanecer ajena ante dichos cambios tan vertiginosos y volátiles.

    Consideramos que alfabetizarse ante las nuevas demandas actuales implica un proceso de transformación de los sujetos “a partir de adquirir o modificar capacidades, formas de sentir, de actuar, de imaginar, de comprender, de aprender y de utilizar sus estructuras para desempeñar prácticas sociales determinadas” (Anzaldúa, 2004: 89), ya que como hemos venido señalando “la cultura del siglo XXI es multimodal, es decir, se expresa y produce y distribuye a través de múltiples tipos de soportes” (Area, Gros y Marzal, 2008:64) Ante este tipo de situaciones es preciso formar a los jóvenes para que resuelvan los problemas de su contexto, situación que pone en crisis los modelos educativos actuales, en donde parece que la escuela como espacio escolar no está siendo congruente con los nuevos cambios que las sociedad actual demanda y sobre todo los jóvenes que requieren de nuevas herramientas que respondan a las necesidades actuales de nuestra sociedad.

    Se puede apreciar en el pensamiento generalizado de la sociedad, que la educación es una idea que funciona fuera de lugar, está mucho más fuera de la escuela que dentro de la escuela, con base en ello, estamos en presencia de un nuevo escenario que propone retos mayores, como en el sentido de que sea ineludible resignificar la escuela y el sentido que se le está otorgando a la educación, con el propósito de proponer posibilidades de comunicación intergeneracional, poner en diálogo la escuela con los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías de la información. Desde el Nuevo Modelo Educativo se plantea el “reto pedagógico [que] reside en hacer de la escuela un lugar social de conocimiento, donde los alumnos se enfrenten a circunstancias ´auténticas´”. (SEP, 2017: 19); aunque la realidad es otra, en la práctica se aprecian sentidos opuestos en el que no parecen existir puntos de encuentro con la realidad que viven los jóvenes. Lo que si se piensa es que los jóvenes no se preocupan ni se ocupan de la escuela, ellos más bien “sólo les importa la nuevas tecnologías, la apariencia, el tener dinero en el bolsillo, […] emborracharse, […] hacer justo lo contrario de lo que deben, y ser rebeldes pos sistema” (Lerner, 2008: s/p).

    Lo anterior conduce a pensar en formas de enseñanza más activas en donde la escuela proporcione a los jóvenes el poder para transformar los espacios escolares (Muñoz, 2006); en el entendido de que los jóvenes tienen diferentes apreciaciones de la escuela y que además creen en ella. Pues, con base en la Encuesta Nacional de la juventud (2010) se muestra que los jóvenes consideran la educación como el factor más importante para obtener un trabajo. Es decir, encuentran una relación importante escuela y trabajo. La realidad muestra que la escuela rompe con dichos intereses, lo que ha provocado entre otras cosas el abandono escolar, aunque la pretensión sea “procurar que en la escuela se diseñen situaciones que reflejen una interpretación del mundo, a lapar [sic] que demanda que los estudiantes aprendan en circunstancias cercanas a su realidad.” (SEP, 2017: 83); estas miradas que se tienen de una escuela futurista aún no se ha concretado, ya que la relación entre las instituciones educativas y el mundo conformado por los lenguajes audiovisuales, los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías de la información han sido vistas desde varias perspectivas, entre otras el de la escuela que mantiene la hegemonía de la cultura escrita al tiempo que teme, desconoce y sataniza los nuevos lenguajes e identidades juveniles; y la idea de la escuela de entrar a estos nuevos alfabetismos y que se mira aún como una utopía. Así, que la pretensión es.


    Un enfoque centrado en el aprendizaje de los estudiantes, y con el acompañamiento del docente, las TIC pueden contribuir, al incorporarse gradualmente con pertinencia, a estimular una mayor autonomía en los estudiantes así como a desarrollar competencias para la investigación, la comprensión y el análisis crítico de la información. (SEP, 2017: 120)


    Ante el vertiginoso ritmo de desarrollo de la sociedad de la información y la incidencia de los avances tecnológicos en la cotidianidad han provocado que la escuela se quede rezagada ante las demandas de los jóvenes estudiantes y de la sociedad en general, cayendo en el juego de hacer del conocimiento un factor prioritario en los procesos productivos, destacando la idea de formar sujetos para producir y no para pensar. Por consiguiente los alfabetismos híbridos en su perspectiva social recogen una argumentación más inclusiva y abarcadora sobre la formación del sujeto, pues trata de reconocer la existencia de la comunicación en múltiples lenguajes, sin dar

    primacía a la lengua escrita; por lo que es necesario potenciar las prácticas socioculturales, intentando leer en ellas los alcances y la forma como los jóvenes estudiantes las llenan de contenido, implica un nuevo llamado a ubicarnos en el contexto de los alfabetismos emergentes. En consecuencia, es inevitable hacer una actualización del tema, abordando las nuevas configuraciones de los sujetos jóvenes como agentes culturales y potencializadores de provocar el cambio.

    El objeto fundamental de una historia que pretende reconocer la manera en la que los actores sociales dan sentido a sus prácticas y a sus palabras se sitúa, por tanto, en la tensión entre, por una parte, las capacidades inventivas de los individuos o de las comunidades y, por otra, las coacciones (Morin, 1977: 223) Al considerar la historia como un proceso de autocreación cobra sentido lo que anota Paz: "El desarrollo ha sido, hasta ahora, lo contrario de lo que significa esa palabra: extender lo que está arrollado, desplegarse, crecer libre y armoniosamente. El desarrollo ha sido una verdadera camisa de fuerza. Una falsa liberación [...]" (1969: 288)

    En este momento histórico, ¿Qué diremos a los nuevos jóvenes?, ¿Qué aprenderán de nosotros?, la escuela históricamente fue creada para responder a las necesidades de la sociedad y por tanto como institución se ha asumido el proyecto de educar a sus ciudadanos; entre otras cosas enseñarles a comunicarse mediante la lectura y la escritura, formando en los sujetos ciertos “modos de ser”


    Que se volvieron hegemónicos en la era moderna, dotados de determinadas habilidades y aptitudes, aunque también lastimosamente signados por ciertas incapacidades y carencias. Según las palabras del propio Foucault, en esa época se construyeron cuerpos “dóciles y útiles”, organismos humanos entrenados para trabajar en la cadena productiva, y equipados para funcionar con eficiencia dentro del proyecto histórico del capitalismo industrial (Sibilia, 2012:139).


    Todo ello, es similar a lo que ahora están viviendo nuestro jóvenes y la sociedad en general, se están formando sujetos para responder a ciertas ordenes empresariales, convirtiendo la escuela en una empresa, a lo que se llama un cuerpo dócil que obedezca y que no piense; así se crean otros cuerpos y subjetividades que responda a las necesidades actuales. Con todo ello, se

    sedimentan otras formas de edificar la propia subjetividad, así como otras formas de relacionarse con los demás y de actuar en el mundo (Sibilia, 2012). Justamente, vale la pena señalar que la relación de los jóvenes con el territorio está cambiando, en la medida que viven la tensión entre lo local y lo mundial.

    Los jóvenes por tanto están inmersos en el “mundo de la comunicación electrónica es un mundo de sobreabundacia textual, cuya oferta desborda la capacidad de apropiación de los lectores”. (Chartier, 2005: 203), la lectura circula a gran velocidad, históricamente la lectura ha tenido transformaciones, esta no se ubica únicamente en la descodificación de los signos, sino que hay un significado, una memoria y una historia en los que se lee y en lo que se escribe. Además la lectura y la escritura están acompañadas de actos y por tano se visualizan como prácticas sociales. Estos actos de leer y de escribir, se transforman, para los jóvenes es hacer una lectura multimodal, crean signos, lenguajes, con base en sus cronotopías que sitúan con territorios, espacios y lugares que emergen desde sus haceres cotidianos que los hacen visibles. “La lectura tiene que ver con la imagen que tenemos de nosotros mismos y del mundo (Manguel, 2006)

    Así, vemos que el “mundo electrónico provoca una triple ruptura: propone una nueva técnica de difusión de la escritura, incita a una nueva relación con los textos e impone a éstos una nueva forma de inscripción”. (Chartier, 2005: 207), por tanto, la lectura ya no es una práctica lineal ni deductiva, es discontinua, fragmentada y por ende segmentada. De esta forma, la “realidad de nuestro presente, caracterizado por una nueva técnica y forma de inscripción, difusión y apropiación de los textos, ya que las pantallas del presente no ignoran la cultura escrita, sino que la transmiten y la multiplican”. (Chartier, 2005: 216).

    Con base en lo señalado el internet es uno de los medios que ha tenido uno de los mayores impactos en las prácticas de escritura y lectura en los jóvenes. Como muestra de ello son los estudios de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), quien refiere que en el 2010 el número de usuarios de Internet en México es de 34.9 millones de personas (51% hombres y 49% mujeres), en donde el 27% corresponde a usuarios cuyas edades oscilan entre los 12 y 17 años, el 23% corresponde a personal entre 18 y 24 años y el 17% entre 25 y 34 años. La información muestra que la mayoría de los usuarios son jóvenes. De esta manera termino este apartado señalando que los tiempos y espacios de los jóvenes en relación a las prácticas de lectura se han

    modificado, ya que ellos se relacionan cotidianamente con:


    Los hipertextos, los gráficos en 3D, los mundos virtuales, los videoclips, las simulaciones, la comunicación en tiempo real y simultanea entre varios sujetos a través de un ordenador, las videoconferencias, los mensajes y correos escritos a través de la telefonía móvil o de Internet, la navegación a través de la world wide web, la presentación multimedia mediante diapositivitas digitales, entre otras muchas formas, representan un caleidoscopio de códigos expresivos y acciones comunicativas bien diferenciados de la comunicación a través de la escritura y lectura en documentos de papel (Area, Gros y Marzal, 2008: 62)


  4. Consideraciones finales

La escuela en particular y la sociedad en general en el mundo de hoy presenta varios retos a los que nos convocan y exigen los jóvenes estudiantes, por tanto necesitamos un nuevo pensamiento sobre las formas como se escriben nuestras historias en los espacios de los medios de comunicación, sobre las formas de aprender a conectarnos con nosotros mismos y con los otros, a crear lazos sociales, a pensar sin mentalidad colonizada, a actuar por fuera de los intereses privados de los medios, a los cuales solo interesamos en cuanto consumidores, hacer un uso crítico de los alfabetismos emergentes.

En el mundo de las subjetividades juveniles se inscriben diversas historias que se tejen con las prácticas sociales de lecturas y escrituras en el que estamos inmersos en un mundo donde la ‘sociedad de consumo’ se ha fortalecido mucho, particularmente a partir del periodo que se inicia con la reconstrucción de la segunda guerra mundial. El “consumo” reduce el papel del sujeto al de cliente o comprador en el mercado (ya sea de bienes, servicios u objetos inmateriales).

Ante la profunda ruptura generacional, la cual supera la simple diferencia de edades. Es evidente la inequidad en términos generacionales al impedir la participación de los jóvenes estudiantes en el proceso educativo, a través de la exclusión de los nuevos modos de percepción y cognición.

Recordemos que no se trata exclusivamente del cuerpo físico, ni de los medios masivos y las nuevas tecnologías de la información, ni del espacio geográfico. Estos representan recortes a

los escenarios, que hay que superar. Concebir la comunicación desde los tres escenarios nombrados mueve sus fronteras del confín que se le ha trazado; no es un movimiento caprichoso, es un desplazamiento que se está produciendo y que es imperioso reconocer.

Necesitamos crear conocimientos incorporados que configuren nuevas formas de concebir nuestros deseos, situados en relación con cuerpos y significados. De acuerdo con Haraway (1995) hace falta una política y una epistemología de la localización, de la posición y de la situación, “desde un cuerpo que siempre es un cuerpo complejo, contradictorio, estructurante y estructurado, opuesto a la visión desde arriba, desde ningún lugar, desde la simplicidad”.

En suma, se puede percibir la existencia de grandes núcleos problemáticos asociados a lo que he venido aludiendo, como es el caso de la pérdida de sentido de la institución escolar, que podrían ser considerados retos que se plantean a comunicadores y educadores. Vemos que existe un rompimiento entre el saber escolar y aquellos adquiridos, construidos y usados en la praxis cotidiana por los jóvenes estudiantes. De donde resulta la inaplicabilidad social del conocimiento impartido desde las aulas. Los desafíos crecientes desde la escuela son en consecuencia no ser reproductora de una sociedad de control, y caer en los ‘usos instrumentales de manejos de programas de propósito general para realizar tareas ‘pre-empaquetadas’ ((Rueda, 2001: 69), con usos acríticos de las nuevas tecnologías.


Bibliografía

Area, M. M., Gros, S. B., y Marzal, M. A. (2008) Alfabetizaciones y tecnologías de la formación y la comunicación. Síntesis, España.

Barbero-Martín, J., (1996) “Heredando el futuro. Pensar la educación desde la comunicación”. En Revista Nómadas # 5, Departamento de Investigaciones. Fundación Universidad Central, Bogotá.

Barker, Ch., (2000) Cultural Studies. Theory and practice, Sage, London.

Blumer, H. (1982) El Interaccionismo-Simbólico: Perspectiva y Método. Edit. Horasa, S.A., Barcelona.

Castells, M. (2009). Comunicación y Poder. Madrid: Alianza Editorial.

Castoriadis, C. (2004) Sujeto y verdad en el mundo histórico-social. F.C.E. Buenos Aires. Chartier, R. (2005) El presente del Pasado. Escritura de la historia, historia de lo Escrito.

Universidad Iberoaméricana. Departamento de Historia. México.

Chartier, R. (2010), “Aprender a leer, leer para aprender”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Débats, mis en ligne le 01 février, URL: http://nuevomundo.revues.org/58621 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.58621 (Consultado el 11 de octubre de 2017).

De Certeau, M. (2000) Un cultura muy ordinaria. En la invención de lo cotidiano 1. Artes de hacer. Departamento de Historia, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente/ITESO. México.

Deleuze, G. (1991)” Posdata sobre las sociedades de control”, en. Ferrer Ch. (comp.,) El lenguaje libertario, vol. II, Montevoideo, Nordan.

ENJ, INEGI, SEP, (2010) Encuesta Nacional de la Juventud. Resultados http://www.imjuventud.gob.mx/imgs/uploads/Encuesta_Nacional_de_Juventud_2010_-

_Resultados_Generales_18nov11.pdf Disponible en (Consultado el 10 de octubre de 2017).

Feixa, C., (2000) “Generación @: la juventud en la era digital”. Revista Nómadas 13, Bogotá. Disponible en http://www.redalyc.org/pdf/1051/105115264007.pd (Consultado el 7 de octubre de 2017).

Freire, P., 1998. Cartas a quien pretende enseñar. México: Siglo XXI.

Garrigós, A. (2009) “Lectura, Memoria y Metáfora. Sabores letrados” En: Cassany, D. (Comp.)

Para ser letrados. Voces y miradas sobre la lectura, Paidós, España.

Haraway, D. (1995). Ciencia, cybors y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Madrid: Cátedra.

Hebdige, D., (1988) Hiding in the ligth, London, Comedia.Castells, M., (2001) Internet y la sociedad red. En revista: Letra, Madrid.

Lankshear, C., & Knobel, M. (2010). Nuevos alfabetismos. Su práctica cotidiana y el aprendizaje en el aula. Barcelona: Morata.

Larrosa, G. (2008) Aprender de oído, en, file:///C:/Users/ADMIN/Downloads/1424145420.5-

%20Larrosa,%20J.%20Aprender%20de%20o%C3%ADdo.pdf (Consulado el 21 de octubre de 2017)

Lerner, H. (2008) El narcisismo es un signo de los jóvenes de hoy, En: http://www.lanacion.com.ar/986141. (Consultado el 11 de octubre de 2017).

Massota, O. (2002) Prólogo. En Deleuze, G. Empirismo y subjetividad. Gedisa, Barcelona.

Mead, M. (2009) Cultura y compromiso. Estudio sobre la ruptura generacional, 2ª. Edición, Gedisa, España.

Muñoz, G. (2006) La comunicación en los mundos de vida juveniles. Hacia una ciudadanía comunicativa. Tesis Doctoral en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Centro de Estudio Avanzados en Niñez y juventud de la Alianza, CINDE, Universidad de Manizales. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/Colombia/alianza-cinde- umz/20130225045351/tesismunoz.pdf (Consultado el 11 de octubre de 2017).

Paz, O. (1969) La mirada anterior. En: Castaneda, C. Las enseñanzas de don Juan. F.C.E., México.

Rueda, R. (2001) “¿Tecnoutopía en la escuela? La necesidad de una pedagogía crítica”. En, Revista Nómadas # 15. Departamento de Investigaciones de la Universidad Central, Bogotá.

SEP (2017) Modelo Educativo para la Educación Obligatoria. En: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/198738/Modelo_Educativo_para_la_Ed ucacio_n_Obligatoria.pdf (Consultado el 8 de octubre de 2017).

Sibilia, P. (2012) “La escuela en un mundo hiperconectado: ¿redes en vez de muros?, Revista Educación y Pedagogía, Medellin, Universidad de Antioquia, Facultad de Educación, vol. 24, núm., 62, enero-abril, pp. 135-144.