Los nutrientes del desencanto con la germinal democracia mexicana, José Woldenberg
Ninguna semilla nace siendo planta, sin embargo, dentro de sí contiene aquello que la hace serlo; por ello, su germinación es un proceso no únicamente una acción. La democracia, nuestra democracia, según la metáfora de José Woldenberg en su conferencia magistral “Los nutrientes del desencanto con la germinal democracia mexicana”, está en pleno proceso de germinación y, por tanto, no puede ser aún todo aquello que diariamente le exigimos que sea. [1]
En el marco del 5 Congreso Nacional de Ciencias Sociales organizado por Comecso, Woldenberg comparó nuestra democracia con el proceso de germinación de una planta para mostrar que existe una disociación muy clara entre lo que es la democracia, en cuanto proceso, y lo que de ella esperamos, en cuanto idea.
Para el ex Consejero Presidente del Instituto Federal Electoral, hoy Instituto Nacional Electoral, es importante reconocer que “México fue capaz de construir una germinal democracia”, sin embargo, esto no es sinónimo de un Estado democrático, pues para ser verdaderamente democráticos debemos entender que a todos, no sólo al Estado y sus instituciones, nos toca contribuir a la germinación de lo que por décadas sembramos. Por décadas, ya que lo que hoy percibimos como un avance democrático tiene raíces profundas en las que casi nunca reparamos ante la necesidad imperiosa de contar con una “democracia fast-track”. Queremos un Estado democrático, pero nos negamos a la historia; por ello, “Todos los signos de un sistema democrático están ahí y comparándolos con nuestro pasado inmediato, resultan irrecusables”.
Lo que nos impide reflexionar en ello es el malestar profundo que a diario experimentamos con nuestra vida política, ya que tenemos un “sentimiento de hartazgo con los partidos, los políticos, los congresos y las instituciones democráticas, lo cual sistemáticamente genera “un decrecimiento de la adhesión a la democracia”.
No obstante, la democracia no es ni será una varita mágica capaz de cambiarlo todo ni la acción que de manera automática e instantánea hará crecer lo que se encuentra en germinación. La democracia es un proceso y dentro de éste se deberá comprender que hay decenas de factores que inciden en que la democracia se debilite y, por tanto, no crezca como deseamos. Las fuentes del desencanto democrático propuestas por Woldenberg no constituyen listado jerárquico; al contrario, son “una serie de ideas, percepciones y trazos estructurales” que actúan en su contra; tampoco son únicamente defectos de un Estado incapaz de fortalecer su democracia; al contrario, se trata de fuentes que nos atañen a todos, gobernantes y gobernados; políticos y ciudadanos.
El Anti pluralismo: Nos enfadamos de lo político y, por ende de lo democrático, porque queremos contar una pluralidad de voces pero nos negamos a aceptar las diferencias. Esto sucede así porque, en el fondo, estamos aferrados a “la añoranza de un pueblo unido, sin fisuras, marchando al unísono y ordenado”.
La infravaloración del tránsito democrático: Queremos degustar hoy el fruto de nuestra democracia sin reconocer nuestro transitar histórico dentro de ella. “Nunca socializamos con suficiencia el tránsito democratizador que vivió el país”, precisa el autor, y esto hace que se olvide que el proceso de germinación se desdibuje dentro de una historia oficial que siempre ha representado al Estado Mexicano como una democracia, aun cuando no lo era.
Los gobiernos de minoría y la gobernabilidad complicada: Gobernar un estado democrático, no es una tarea fácil. La pluralidad implica generar acuerdos y pactos, y esto es un proceso que no sólo es tortuoso sino también es lento: “Cada cual tiene una idea de lo que hay que hacer y se desespera porque otros lo contradicen, sin darse cuenta que eso es lo peculiar de la democracia”. Esto es una fuente del desencantoporque nuestros políticos exigen la palabra pero están sistemáticamente negados a la escucha.
El déficit de orden democrático: Sin orden no puede haber democracia, ya que el valor de ésta reside en el ofrecimiento y cumplimiento de “las libertades fundamentales de organización, expresión y manifestación”; esta es la teoría, sin embargo en la práctica “no hemos construido la noción, las prácticas y los conductos institucionales para que los intereses particulares puedan conciliarse con el interés general”. Sin orden democrático sólo vemos “dispersión, conflicto y desorden sin sentido”.
Las complejidades genéticas de la democracia: Vivir en democracia no es fácil, siempre habrá un malestar social: “La democracia es una estructura de poder laberíntica (…) desde su diseño normativo hace complejo, retorcido y difícil su propio funcionamiento”, lo cual “deja un sedimento de malestar entre el público” que pide que el Estado resuelva lo que va más allá de sus facultades y, a la par, que le recrimina su incapacidad de acción.
Déficit de ciudadanía y de sociedad civil.Queremos democracia pero no ejercemos nuestra ciudadanía dentro de ella. Ser ciudadano no se reduce al ser votante, esa es sólo una de sus expresiones. Para quien entre 1997 y 2003 condujo las políticas electorales del país, el reducir nuestra participación al voto ha generado “un déficit de ciudadanía”.
Para él, nuestra sociedad civil es epidérmica y desigual:“Epidérmica, porque son porcentualmente muy pocos los que se encuentran organizados y pueden hacer sentir su presencia, y desigual e incluso polarizada porque mientras algunos actores cuentan con asociaciones fuertes e implantadas, los más están atomizados, carecen de voz y potencia para hacer valer sus reclamos”. Si son pocos los involucrados “los grados de libertad –y en ocasiones de impunidad- de las diferentes autoridades suelen ser muy amplios”.
Los partidos: su lenguaje, su comportamiento. Nos guste o no, los partidos políticos sonactores centrales de nuestra vida política. El problema es que han olvidado que deberían de tener “un pie en la sociedad y otro en las instituciones públicas. Al respecto, “tenemos un déficit en el reconocimiento de los otros y quizá eso sea connatural a la coexistencia de una diversidad de partidos (…), pero la mecánica entre ellos no acaba de lograr que los más entiendan el sentido y significado de muchos de sus debates, desencuentros y tensiones”.
Los medios y el discurso anti político: Los medios de comunicación hoy informan pero no hacen entender, lo cual es contraproducente para la democracia porque “toda política moderna pasa y es modulada por los medios. Si los medios tienen tal trascendencia y no cumplen su labor resulta imposible que los ciudadanos puedan formarse políticamente, ya que ellos profesan: “la retórica de la anti política”, ya que “todos los males se originan en la política y en los políticos”.
Decirlo así no es una especie de expiación de toda culpa, al fin de cuentas el autor formó también de la cúpula política; al contrario, esto lo coloca como una fuente del desencanto porque mediáticamente no se hace entender lo que está pasando, únicamente se dice lo que pasó: sin contexto, sin correlaciones y sin análisis.
Pobreza, desigualdad, frágil cohesión social: Ninguna democracia funcionará mientras una buena parte del país concentre sus preocupaciones cotidianas en la subsistencia diaria. Nuestro andar democrático no ha sido lo suficientemente fuerte para abatir las condiciones de pobreza y pobreza extrema en que viven muchos mexicanos, si se les preguntase a ellos qué opinan de la democracia dirán que ésta no funciona porque ellos siguen viviendo exactamente igual (o peor) que como vivían cuando el último candidato los buscó para prometerles que los sacaría de la miseria.
El estancamiento económico y su secuela. Si la democracia no se traduce en bienestar, no hay democracia. El problema de la democracia mexicana es que le ha tocado germinar en una etapa histórica donde la economía mundial está estancada. Esto ha hecho crecer el imaginario social del desencanto porque muchos piensan que se estaba mejor en el anterior régimen (no democrático) y no en éste donde han visto decrecer su economía.
La violencia: Quizá no hay desencanto mayor para la actual etapa de país que la violencia. Hoy la sistemática violación a nuestros derechos humanos, el incremento de la inseguridad y la vulnerabilidad que padecemos ponen en duda los logros de tener una Estado democrático: “El clima de violencia desatada y su secuela crean un ambiente de desconfianza mutua y produce un descrédito de las autoridades inmenso”; por ello, mientras la violencia persiste la democracia no crecerá.
Estas fuentes del desencanto concatenan los factores por los cuales no existe una empatía social con el proceso de germinación democrática que actualmente vivimos. “México ha construido una germinal democracia. Vale la pena festejarlo. Pero falta todo lo demás”… “Ojalá no nos arrepintamos de estar dejando tan desprotegida a una democracia naciente, acechada por todos los flancos”.
Nota preparada por Darwin Franco
[1] Conferencia magistral dictada por José Woldenberg en el marco del 5º Congreso Nacional de Ciencias Sociales organizado por COMECSO en la Universidad de Guadalajara.
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