Nuestra plataforma común. Observaciones sobre el Congreso Nacional de Ciencias Sociales

El IV Congreso de Ciencias Sociales en San Cristóbal de las Casas constituyó un motivo de satisfacción y orgullo para Comecso. Quienes en los últimos siete años hemos creído en la capacidad de una asociación de escuelas y centros de investigación en Ciencias Sociales para repensarse, reestructurarse y autosostenerse, hemos presenciado además la extraordinaria vitalidad de una amplia comunidad de especialistas en una gran diversidad de vertientes sociales que encuentran en el Congreso una oportunidad para presentar sus avances y reflexiones. Constituye, por lo mismo un espacio para congratularse y festejar la producción del mundo académico, al mismo tiempo que una oportunidad para revisar enfoques teóricos, corregir análisis, repensar metodologías y descartar avances poco fundamentados o ideologizados. Las siguientes son algunas líneas escritas durante los propios días del Congreso que se refieren a distintos aspectos del mismo.

• Los congresos son siempre un corte en la actividad regular que favorece el intercambiar ideas, escuchar nuevas perspectivas y ampliar conocimientos sobre los temas que nos interesan. Cuando el congreso contiene un llamado amplio a las Ciencias Sociales mexicanas, las ideas, las perspectivas y los temas se multiplican. Desde la brillante conferencia inaugural de Enrique Florescano, cada minuto se aprende algo y estoy segura que así será los días venideros. Posiblemente en la mesa matinal del eje que coordinamos Alfredo Hualde y la autora de estas notas sobre “el quehacer de las ciencias sociales” se discutirá sobre enfoques de análisis, sobre las coincidencias entre nuestras disciplinas y la literatura o sobre experiencias de investigación-acción; pero, al mediodía, pasaremos a platicar con Fátima Fernández y Raúl Fuentes en la Mesa magistral sobre comunicación y sociedad y en la tarde escucharemos a Margaret Archer hablar sobre la reflexividad como enfoque metodológico.

A lo largo del día, también habremos platicado con Nelson Arteaga sobre nuevas perspectivas teóricas para abordar la violencia, con Cecilia Montemayor sobre el efecto de la migración en los municipios tamaulipecos; con José Luis Lezama sobre los riesgos del cambio climático, y sobre migrantes y religiones en Chiapas y en la frontera norte con Olga Odgers. Durante la comida o la cena, Willy Sonnleitner nos ilustrará acerca de la relación política entre grupos étnicos y religiosos en Chiapas, Gina Zabludovsky anunciará su próximo seminario internacional sobre Norbert Elias y Jorge Cadena nos recordará visitar la página de su laboratorio sobre movimientos sociales.

• Colabora al intercambio el excepcional clima académico creado por un nutrido grupo de instituciones chiapanecas de ciencias sociales que llevan a cabo su trabajo en esta ciudad y que, junto a Comecso, se han responsabilizado de la organización de este IV Congreso. Lo integran la Universidad Intercultural de Chiapas, el Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Mesoamérica y el Sureste (Proimmse) de la UNAM, el Instituto de Estudios Indígenas y la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), el CIESAS-Sureste, El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) y la sede San Cristóbal de Las Casas de la Universidad Autónoma Chapingo, así como el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (Cesmeca) de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH). Al frente de este excelente grupo de instituciones y de los académicos que las representan, el doctor Alain Basail del Cesmeca, apoyado por la presencia discretísima de Juan Antonio del Monte, Secretario Técnico del Comecso, ha desplegado una incansable actividad para garantizar un funcionamiento terso de los diversos momentos del congreso: mesas, conferencias, presentaciones de libros, invitados especiales. El atractivo de la impecable ciudad colonial, su diversidad étnica, sus patios y plazas colaboran a crear un ambiente de cordialidad y calidad sociológica en el más amplio sentido del término.

• En dos diferentes sesiones hemos conversado con el grupo de nuestro proyecto de ciencias sociales en México: Álvaro Bracamonte del Colegio de Sonora, Esteban Krotz y María Barragán de la Universidad Autónoma de Yucatán, Oscar Contreras y Alfredo Hualde del Colef, Medardo Tapia del CRIM de Morelos, Luis Fernando Macías de la Universidad de Guanajuato en León, Sergio Correa, de la Universidad de Tamaulipas, al igual que Héctor Cappello quien simultáneamente pertenece al CRIM; Raúl Fuentes del ITESO de Guadalajara, Leonardo Tenorio y Carlos Díaz González de la UNAM. Nos preocupa el retraso en la conclusión del inventario que llevamos a cabo, frenado por la falta de información de muchas universidades pequeñas, por la dificultad para enviar becarios a aplicar cuestionarios en estados como Coahuila o Veracruz, donde las distancias son muy grandes, o en otros asolados por la violencia como Tamaulipas o Michoacán. Pese a ello, cada quien trae al congreso un avance de reflexión sobre el tema y nos damos cuenta de que, no solamente coincidimos en la interpretación de datos, sino que los mismos tienen grandes semejanzas con los que un día antes expusieron dos colegas de las universidades de La Plata en Argentina y de Río de Janeiro en Brasil. La reunión nos permite establecer nuevos compromisos y reaviva nuestro interés por concluir la investigación.

• Ha sido en efecto un gran placer el haber compartido con Juan Piovani (La Plata) y Celi Scalon (Río de Janeiro) una apreciación del avance de las ciencias sociales en nuestros tres países. Hemos encontrado grandes coincidencias en cuestiones como el crecimiento exponencial de nuestras disciplinas, hasta muy recientemente rezagadas frente a profesiones de gran demanda o frente al apoyo institucional hacia las ciencias duras. En los tres países la relación entre organismos gubernamentales y universidades es importante para explicar la expansión y, si bien hay que ver los procesos de evaluación con reservas, también reconocemos su contribución a una mejora de la productividad y la calidad en las disciplinas. En una estupenda comida de asado chiapaneco, nos prometemos una colaboración más amplia en los próximos meses.

• De pronto desconcierta el encontrar todavía muchas ponencias de corte normativo en las diferentes mesas. Al parecer, a las ciencias sociales aún nos cuesta trabajo intentar el análisis sin recurrir a la perspectiva ideológica o, en el mejor de los casos ética, para convertir al resultado de la investigación en una admonición a quienes se apartan de lo que el investigador considera correcto. Con frecuencia, esta forma de hacer ciencia social incluye el involucramiento del propio investigador con su objeto de estudio: hay numerosas ponencias sobre proyectos conjuntos de investigadores con comunidades, grupos o movimientos sociales estudiados. Debemos reconocer el enorme compromiso de los colegas que participan en estas experiencias, en las que sin embargo, los logros o derrotas compartidos parecieran volverse más importantes que el análisis de sus causas. Me preocupa cómo lograr que acuerdos que son parte insustituible de nuestra formación, como el respeto a los derechos humanos, el rechazo a la desigualdad y la injusticia o la importancia de la participación social, no nublen la comprensión de los hechos observados e impidan la formulación de conclusiones basadas en análisis objetivos.

• Al dar la bienvenida en la ceremonia inaugural del Congreso, el actual Secretario Ejecutivo del Comecso, Oscar Contreras, investigador del Colegio de la Frontera Norte, expresó su confianza en que las ciencias sociales son capaces de crear una plataforma común de conocimiento sólido que les permita lo mismo aportar a la elaboración de políticas públicas que a la colaboración con actores y movimientos sociales que buscan respuestas alternativas. Hay sin duda material de sobra para empezar a consolidar esa “comunidad epistémica” a la que se refiere Oscar Contreras. Una generación madura de sociólogos, antropólogos, científicos políticos, geógrafos y economistas, comparten en el congreso conocimiento y experiencia con una generación joven que hoy se forma en una línea ininterrumpida desde la licenciatura hasta el doctorado, que recurre a metodologías, técnicas y perspectivas teóricas diversas y sorprende durante las sesiones por el avance de sus pesquisas y la seriedad de sus planteamientos. Estos nuevos científicos sociales vienen de todo el país, se caracterizan por su amplitud de criterio, su tendencia a la interdisciplina y su compromiso con la academia, expresado esta semana a través de su presencia asidua en todas las actividades del congreso. Creo que es en ellos en quienes tenemos que confiar para que empiecen a consolidar una nueva ciencia social, más fundada en el análisis de la información, en la aplicación imaginativa de enfoques teóricos y en la comprensión interdisciplinaria de los nuevos problemas que caracterizan estos primeros años del siglo XXI.