El tiempo que vivimos, desde muchos ángulos, es una época que nos va dejando sin mundo, que nos va homogeneizando y despojando de la riqueza de las historias diversas que las diferentes formas de vida crearon durante siglos, en las que se conformaron distintas rutas para el existir. Por múltiples vías, esa diversidad sostenida en diferencias fundamentales en cuanto sus cosmologías (YuK Hui), que en casi todos los casos han sido, en efecto, diferencias en la configuración de las mundanidades concretas, ha sido sometida y subordinada a una manera hoy planetaria de producir la vida social. Ese proceso de sometimiento y subordinación ha sido sostenido sobre prácticas violentas, en todas las forma de violencia posible, durante siglos. Lo que se llama América Latina, ha sido objeto de ello incesantemente desde hace por lo menos quinientos años.
Buena parte de ese despojo histórico (de las historias y de la condición de actores principales de nuestra historia), es el que poco a poco sucede con aquello que se ha nombrado memoria histórica, que centra su importancia en formular lo que ha sido como parte fundamental de lo que nuestro ahora contiene en términos prácticos concretos y en cuanto a las formas de dotar de sentido a nuestros quehaceres, un ahora en que anida lo que ha de suceder y que podría configurarse como lo memorable. Ese despojo, no tiene lugar únicamente como un efecto impensado de las nuevas formas de convivencia que traen consigo los desarrollos tecnológicos dominantes, sino como parte de un programa de gobernanza mundial que el Foro Económico Mundial ha dado en llamar “El gran reseteo”.
Despojar de la memoria histórica a los pueblos y/o colectividades emergentes es, sin duda, despojarlos de la capacidad y la posibilidad para procesar su historia, es decir, de hacer historia apropiadamente; de hacer una historia que sea propia de su devenir y que sea apropiada por todos y cada cual de quienes integren esos pueblos y colectividades. En efecto, cuando hablamos de despojo hablamos de diferentes maneras en que se nos ha privado de ese existir histórico que caracteriza las formas de vida en cuanto tales; extracción, robo, extinción, aniquilación, sometimiento, anulación, borradura, son algunos términos que dan contenido práctico a la idea del despojo como categoría para agrupar procesos específicos que han dado lugar a la actual situación de las diferencias efectivas con los amos del mundo.
Una tarea fundamental para enfrentar el despojo, es contar la historia de nuevo, la historia nueva, que reivindique nuestras diferencias, que reivindique nuestras perspectivas más propias para el bien estar, para el buen vivir, que vuelva a ser propia y apropiada nuestra historia de mundanidad práctica y del conocimiento en que se fundamenta.
El conversatorio, en la marco de las Primeras Jornadas de reflexión acerca del vivir en las ruinas del capitalismo , el que hemos de vivir y han de vivir quienes nos sucedan, tiene como objetivos;
1) compartir el estado en que se encuentra en diferentes latitudes de la región el trabajo en torno de la memoria histórica,
2) debatir acerca de los vacíos de memoria con los que se ha de lidiar y,
3) dialogar en torno de aquello que ha de caracterizar lo memorable de la memoria histórica.