Cómo y por qué citar fuentes en trabajos académicos, nueva guía escolar
Dirigida a estudiantes de bachillerato y licenciatura
Cómo y por qué citar fuentes en trabajos académicos, nueva guía escolar
El libro es un esfuerzo colectivo en el que participaron diversas dependencias universitarias
Daniel Francisco
[Texto tomado de Gaceta UNAM]
El conocimiento es una construcción colectiva. Sólo a partir de la suma, síntesis, análisis y reflexión de los saberes previos y de las fuentes de información es posible proponer ideas o conocimientos nuevos, señala Elisa Speckman Guerra, directora del Instituto de Investigaciones Históricas y presidenta del Comité Universitario de Ética, al comentar la obra Cómo y por qué citar fuentes en trabajos académicos.
El libro es un esfuerzo colectivo en el que participaron las direcciones generales de Asuntos Escolares y de Publicaciones, así como el Comité Universitario de Ética y el Programa Universitario de Bioética.
En todo trabajo académico se debe dar crédito de forma sistemática y correcta a las fuentes y a los trabajos previos, reconociendo lo anterior, es decir, que el conocimiento se construye de manera colectiva. El objetivo de la obra es, precisamente, mostrar la forma correcta de citar las fuentes y los libros, y la importancia de hacerlo, agrega en entrevista.
Speckman explica que al escribir un texto los investigadores se basan, necesariamente, en fuentes de información, que pueden ser muy variadas; para la historia, por ejemplo, cualquier vestigio de la etapa estudiada: restos arqueológicos o edificios, documentos, leyes, comunicaciones oficiales, cartas privadas o notas de amor, recetarios de cocina, obras de arte, utensilios domésticos, ropa, música, fotografía o cine, sólo por referir algunas. Además se deben consultar trabajos que han realizado otros historiadores, es decir, la bibliografía. Todo ello se menciona en el libro, que pretende servir como guía para estudiantes de educación media y de licenciatura.
Se busca que la obra sirva de apoyo para cursos o talleres relacionados con estos temas y, en general, para los profesores y alumnos. La intención, por ello, es que “se distribuya a los estudiantes de nuestra Universidad, en principio a quienes ingresan. En la distribución colaborarán, posiblemente, la Dirección General de Asuntos Escolares y la Dirección General de Bibliotecas. El material también estará disponible en la página del Comité Universitario de Ética”.
Conciencia del plagio
Utilizar trabajos previos es parte del proceso de generación del conocimiento, es válido e inevitable, pero las fuentes deben estar referidas y ser identificables, además de que debe darse crédito a los autores que se consultan y cuyos textos utilizamos. “No hacerlo es una mala práctica académica, es deshonesto; no dar crédito es apropiarse del trabajo de otros sin reconocerlo”.
Plagio, concretamente, significa presentar el trabajo de otra persona como propio, concluye. “Plagio significa no citar el trabajo ajeno. Se puede utilizar conocimiento previo, pero hay que reconocerlo. Cuando no se reconoce debidamente, o no se explica cómo llegamos a lo que estamos proponiendo, incurrimos en una mala práctica académica, una deshonestidad académica”.
No reconocer como es debido la autoría de otros textos puede deberse a la ignorancia o incluso a un desconocimiento de cómo hacerlo correctamente, acota. Por ello, una parte de la obra se dedica a mostrar, de forma didáctica, la manera de citar y de presentar una bibliografía, añade.
“Se consideran diversas disciplinas, porque no se cita de igual manera en la investigación en humanidades que en la científica. Hay diferentes formas de citar e incluso diferentes criterios”. Tampoco son iguales las fuentes de información o los trabajos previos que se consultan.
Otra parte del libro se dedica a mostrar por qué es importante citar o reconocer fuentes y trabajos previos de forma sistemática; es correcto y tiene muchos beneficios.
Cuando un investigador recurre a una fuente o a un documento los interpreta de cierta manera, otros los mirarán con diferentes ojos y los presentarán de forma distinta. “Los temas no se agotan. Yo puedo consultar las mismas fuentes y elaborar un producto completamente diferente que un compañero mío”.
Al reconocer las fuentes utilizadas y referir la bibliografía, “estoy guiando nuevos trabajos y dando la oportunidad de que otros se acerquen con un enfoque distinto y se tengan productos nuevos, que como el propio no partirán de cero”.
En el libro Cómo y por qué citar fuentes en trabajos académicos participaron Marcela Ayala Aceves, Jacobo Dayán Askenazi, Jennifer Hincapie Sánchez, Pablo Landa Ruiloba, David López García, Itzcóatl Maldonado Reséndiz, Abigail Monzalvo Ramírez, Estela Morales Campos, José Francisco Valdés Galicia y Elisa Speckman Guerra.
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