Tiempos de pandemia, tiempos de solidaridad
Tiempos de pandemia, tiempos de solidaridad. El sector académico de la Unidad Académica de Ciencia Política de la UAZ ante la Covid-19
Jesus Moya Vela
El año 2020 fue difícil para todas y todos. La cotidianeidad se trastocó, los hogares se encontraron siempre ocupados y en las calles cambió desde el andar hasta el aseo diario de sus elementos más públicos. Desde entonces, no respiramos igual y no miramos como antes, porque los rostros que nos rodean están ahora siempre cubiertos; a veces, esto nos llena de una muy incómoda desconfianza. Es verdad que la pandemia por Covid-19 hizo que ya no seamos lo que tardamos años en construir, no porque la vida haya dejado de ser, o debido a que en todos los casos fuera inevitable la desgracia, sino, en realidad, porque las razones desde las cuales cada uno construye su vida transitan hacia rutinas que permiten darle estabilidad a un sentido de existir y estar, de un yo y un nosotros. Sin embargo, hemos cambiado.
La Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) es un “nosotros/nosotras” que debió transitar hacia una nueva forma de hacer su vida como consecuencia de la enfermedad que nos acompañó, en sus inicios, desde las noticias sobre un virus indeterminado y que en el año 2019 aquejaba a China. La conciencia sobre este mal no era más que información, pero a unos cuantos días de arribar a un breve periodo vacacional -que en México llamamos “vacaciones de Semana Santa”- se cerraron las puertas de las instalaciones de nuestra Institución, cambió radicalmente la forma de entender al agente viral.
El 2020 auguraba ser un año especial para la UAZ: coincidía el proceso de elección de los órganos de gobierno de la Universidad y la elección de un nuevo Comité Ejecutivo del Sindicato del Personal Académico de la UAZ (SPAUAZ), algo que solo se repite cada 12 años. Como comunidad, se nos anunciaba una gran movilidad. No obstante, debemos de reconocer que, además de lo electoral, en cada historia personal, grupal o colectiva de la UAZ, debieron albergarse distintas esperanzas, preocupaciones y proyectos que se instaron a modificar sus buenas o malas intenciones. Estudiantes, trabajadores, familias de origen rural y urbano, comerciantes, usuarios y choferes del servicio de transporte público, mujeres y hombres, deben extrañar una UAZ viva al interior de sus edificios.
Todo se detuvo, o por lo menos se ralentizó y se modificó, pero la UAZ continuó con sus honrosas funciones sociales, a pesar del aumento de los casos confirmados de personas enfermas por Covid-19 que fueron en aumento, de la muerte de algún familiar, de los casos de xenofobia y las noticias falsas.
La Unidad Académica de Ciencia Política (UACP), hoy llamada “Doctor Víctor Manuel Figueroa Sepúlveda”, se ha caracterizado por su sentido crítico en el campo académico y ante la realidad social que la rodea. Sí, el pensamiento crítico es indispensable; pero la responsabilidad que acarrea le envuelve de una moral que centra su antropología en principios como la solidaridad y la empatía. Precisamente fue el Doctor Víctor Figueroa, docente-investigador fundador de la UACP y ahora jubilado, quien tuvo la iniciativa de impulsar una serie de acciones que pudieran coadyuvar a afrontar la compleja realidad presentada por la pandemia en el estado de Zacatecas.
Los actos realizados en la iniciativa los podemos concentrar en dos momentos: 1) la pequeña colecta que se realizó entre la comunidad de la UACP para ser donada en especie a los trabajadores del sector salud de instituciones públicas del estado de Zacatecas; y 2) movilizar al SPAUAZ para que las delegaciones sindicales pudieran decidir libremente qué hacer con uno de los adeudos que la Rectoría había adquirido con el sindicato en el Convenio de Conjuramiento de Huelga del año 2020, el cual ascendía a una cantidad de 800,000.00 pesos para ser destinados a los festejos del día del maestro del mismo año. La propuesta e intención de la delegación sindical de nuestra Unidad Académica fue que dicho monto se donara en especie a los trabajadores de la salud de instituciones públicas del estado de Zacatecas con prioridad a la atención de la pandemia.
A partir de la reflexión y de compartir distintas ideas, las y los integrantes de la delegación sindical determinamos colectivamente aportar una parte de nuestro salario. Cada condición individual era diferente, por lo que la donación fue voluntaria. Logramos reunir la cantidad de 19,198.00 pesos. Con ellos se compraron 2 paquetes de cubrebocas N95 con 20 unidades cada una, marca 3M; 2 paquetes de caretas rígidas con 20 unidades cada una; y 20 overoles de uso médico reutilizables. Se donaron a las y los trabajadores de la salud (médicos, trabajadores o enfermeros, hombres y mujeres) que estuvieran en la primera línea de batalla. Fueron entregados por partes iguales al ISSSTE Hospital General Zacatecas y a la Unidad de Especialidades Médicas de Guadalupe. Sabemos que ante una situación mundial tan complicada como la pandemia esto es una pequeña pedrada, aunque cuentan que Goliat cayó con una piedra. No hemos logrado superar la pandemia y la analogía es exagerada, pero lo importante de esta experiencia es que aprendimos a posicionarnos colectivamente con una actitud de solidaridad ante la desventura.
Se hizo un esfuerzo político por alentar a la Universidad a realizar actos de este tipo. Sabemos que varios universitarios y universitarias se solidarizaron de distinta manera, por ejemplo, la Unidad Académica de Derecho donó despensas a familias que las necesitaran para afrontar los efectos negativos que la pandemia ha tenido en la economía de los hogares. Por nuestra parte, derivado de una fuerte deliberación en la delegación sindical expusimos la propuesta ante el Comité Ejecutivo del SPAUAZ de exigir al patrón los 800,000 pesos que se adeudan (aún hoy día) a los docentes para realizar los festejos del día del maestro, para que las y los sindicalizados los donaran en las condiciones mencionadas. La iniciativa se sometió a una consulta a partir de delegacionales en la Universidad, pero la propuesta no fructificó. Sin embargo, estamos muy agradecidos con las muestras de apoyo que hubo de varios sindicalizados y sindicalizadas hacia nuestras intenciones de solidaridad.
Todo ocurrió durante abril y mayo. Hoy, la memoria nos permite ubicarnos en un transcurrir donde el tiempo ha tomado otro ritmo. Seguimos dando clases desde nuestros hogares y nuestros hijos nos ven diario cómo realizamos nuestras labores docentes mientras cuidamos de ellos. Es bueno saberse integrante de una comunidad académica tan relevante como la nuestra, en estos momentos que exigen de la universidad pública muestras de solidaridad hacia los sectores más vulnerables del país.
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