La heurística de disponibilidad y el COVID-19
La heurística de disponibilidad y el COVID-19
Ricardo Mansilla
“Cuanto más accesible sea un suceso, más frecuente y probable parecerá;
cuanto más viva sea la información, más convincente y fácil de recordar será;
y cuanto más evidente resulte algo, más causal parecerá.”
Scott Plous. The availability heuristic.
The psychology of judgment and decision making. McGraw-Hil, 1993.
Un hombre muerto es una tragedia. Un millón
de hombres muertos son una estadística.
J. Stalin.
En el largo proceso evolutivo al que nuestra especie se ha sometido desde los más lejanos ancestros hasta la actualidad, el cerebro humano ha optimizado el proceso de selección de las decisiones en asuntos críticos para la subsistencia. La creación de simplificaciones mentales ha sido vital en la búsqueda de respuestas rápidas y efectivas a problemas y situaciones que, en las frecuentes condiciones de incertidumbre, requerirían más tiempo para ser resueltos.
La heurística de disponibilidad[1] es un mecanismo psicológico que facilita la tarea de pensar de forma profunda sobre temas complejos. Consiste básicamente en que las personas realizan juicios sobre la probabilidad o la frecuencia de ciertos eventos basándose en lo fácil que les resulte recordar ejemplos de estos. Lo anterior implica que aquellas cosas que somos capaces de recordar más fácilmente nos parecerán más relevantes o representativas que aquellas que no recordemos con tanta facilidad. No es un procedimiento infalible, pues puede llevarnos a tomar decisiones equivocadas basadas en los sesgos de nuestras estimaciones, los cuales, en los tiempos presentes dependen fuertemente de los medios de comunicación masiva, de la internet y sus redes sociales.
La heurística de disponibilidad en el área de la Economía se manifiesta como la consecuencia ineludible del principio de racionalidad limitada propuesto por el Premio Nobel de Economía en 1978 H. Simon, el cual sugiere que los individuos usan reglas aproximadas para tomar decisiones en lugar de considerar una valoración completa de un problema, la cual con frecuencia está fuera de su alcance por la falta de datos y criterios adecuados. En la visión de Simon, las heurísticas son reglas racionales aproximadas que ofrecen respuestas adecuadas, pero no óptimas.[2]
El Premio Nobel de Economía de 2002 D. Kahneman junto a A. Tversky publicaron en 1973 un trabajo donde analizaban profundamente las bases mismas de este fenómeno.[3] Para los propósitos de esta contribución conviene destacar el concepto de heurística no estadística el cual refleja la incapacidad de las personas para aplicar principios estadísticos básicos en la vida cotidiana debido, como ya se ha comentado, a la poca disponibilidad de datos confiables y a las carencias en el manejo diestro de tales principios que se advierte con frecuencia en la población.
Consideremos por ejemplo las causas más comunes de mortalidad de las tortugas marinas. Las explicaciones habituales a este fenómeno suelen ser la caza furtiva, el tráfico ilegal de carne y caparazones de tortugas, la ingesta de restos de plástico, el calentamiento global o la muerte accidental de tortugas por el uso irresponsable de la pesca de arrastre. Sin embargo, es poco conocido que solamente una de cada mil tortugas llega a la adultez.[4] En realidad, los más feroces depredadores de esta especie son las gaviotas, peces y otros animales marinos, o la desovación a destiempo pues el calor del sol puede dañar los huevos.[5]
En otras ocasiones los medios de comunicación masiva y algunas expresiones de la cultura popular conspiran en la formación de criterios sesgados acerca de situaciones que ponen en peligro la vida humana. A la pregunta, ¿qué animal es más peligroso para los seres humanos, el tiburón o el elefante?, naturalmente la respuesta mayoritaria designará a los escualos. Sin embargo, las estadísticas de esos siniestros, cuyo reporte del año 2001 se comenta en una de las obras más conocidas del dúo S. Levitt y S. Dubner, son 50 ataques de tiburones contra 200 de elefantes a nivel mundial.[6] Estas cifras se han mantenido en similar proporción a lo largo de los años. En esto obviamente ha jugado un papel esencial por solo citar un ejemplo, la narrativa desarrollada por Disney, que con frecuencia nos ha presentado amistosos elefantitos y agresivos tiburones. Los escritores P. Benchley, E. Hemingway y H. Melville decidieron (cada uno por razones muy diferentes, que escapan al objetivo de este trabajo) encarnar el espíritu del mal en tiburones. Más recientemente, el realizador S. Spielberg llevó a la pantalla la obra de Benchley donde se apreciaba un tiburón brutal y sanguinario.
Los hechos antes descritos patentizan que la evidencia científica puede ser impugnada por creencias bien arraigadas en nuestra conciencia, engendradas por nuestros sesgos heurísticos. Los prejuicios incorporados a nuestro cerebro aíslan sus creencias de los hechos que le son contradictorios. Hay varios artilugios bien conocidos de la psicología humana que permiten a las personas seguir aferrándose a sus creencias incluso frente a información contradictoria y verificable para las mismas.[7] Esto cubre ampliamente todas las áreas del quehacer humano, incluidos los procesos electorales por solo citar un primer ejemplo. A pesar de la absoluta falta de evidencias de un fraude en las pasadas elecciones presidenciales de los EEUU, el 70% de los republicanos no creen que las elecciones hayan sido libres y justas.[8] En esto ha jugado un papel esencial la difusión a través de cuentas bots en redes sociales (algunas de ellas provenientes de México) de una fuerte carga de fake news y desinformación en contra del ganador de la contienda J. Biden.[9]
En lo que respecta a la pandemia de COVID-19 estos mecanismos psicológicos han aportado un saldo dramático para la nación. Desde que se establecieron las normas de confinamiento en los diferentes estados, ha sido palpable en muchos ciudadanos su proclividad a violarlas. Frases como “Esto no me puede ocurrir a mí”, “A mí no me va a pasar”, “No es para tanto”, “Pa´mí que engañan a la gente con el Covid”, “Pa’ mí que el presidente y los gobernadores engañan a la gente como cuando pasó lo de la influenza,”[10] etcétera, son indicadores fehacientes de una heurística no estadística que se sustenta en una incorrecta evaluación del peligro de contagio. Como ha sido documentado, el 71.2% de las personas que han muerto por COVID-19 tenían menos de 6to grado de primaria.[11] Tal vez lo más dramático de su comportamiento es que quienes actúan de esta forma están violando el aislamiento orillados por la necesidad de proveer sustento a sus familias.
Mención aparte merecen el uso del cubrebocas y la sana distancia. Es fácil verificar a través de la simple constatación personal o de los innumerables videos transmitidos por los medios de comunicación masivos a lo largo de todo este año, la presencia de muchas personas en lugares públicos que no usan este efectivo medio de evitar el contagio. Aquí de nuevo el uso del cubrebocas hubiera protegido a muchos de los fallecidos que tuvieron que exponerse al contagio obligados por necesidades pecuniarias.
Tales manifestaciones de disonancia cognitiva, estudiada a profundidad por L. Festinger en su obra, [12] pueden percibirse en esta pandemia en la modalidad de interpretar la información referente al COVID-19 de una manera que justifique las creencias de los implicados, que reivindique sus sesgos de confirmación[13] y libere a los partícipes de la carga ética de atentar en contra de su salud y la de sus conciudadanos.[14]
Sin embargo, las conductas antes descritas necesitan de un asidero tangible, de un sistema de creencias arraigado en información (o desinformación) concomitante con la actuación de los ciudadanos. La deplorable actuación de las autoridades encargadas del manejo la pandemia, es sin duda una de las fuentes más consistentes que han apuntalado los comportamientos detallados con anterioridad en México. El desempeño del encargado del manejo de esta crisis sanitaria dentro del gobierno federal ha sido penoso e insuficiente, enviando a la ciudadanía información confusa y con cierta frecuencia errónea, como puede constatarse en sus propias intervenciones públicas.[15] Una de las implicaciones de este comportamiento podría derivar en responsabilidades administrativas para los funcionarios implicados.[16] Por demás, la OMS ha señalado en más de una ocasión sus inquietudes sobre el manejo de la epidemia en nuestro país.[17]
Este errático comportamiento se ha consumado de espaldas a la comunidad científica. Desde el inicio de la pandemia, la UNAM ha desarrollado diferentes iniciativas (en algunas de las cuales, el autor de estas líneas ha estado implicado) dirigidas a una evaluación científica de la situación epidemiológica. Es pertinente señalar que entre los involucrados en este notable esfuerzo se encontraban especialistas con lustros de trabajo en la modelación de fenómenos epidémicos. Hasta donde puede acreditar el autor de estas líneas, ninguno ha sido convocado para la tarea de asesorar a las autoridades sanitarias federales. Al parecer, además de “otros datos”, los funcionarios federales tienen “otros científicos”.
Al momento de escribir estas líneas, las autoridades de la Ciudad de México habían tomado la decisión de regresar al semáforo rojo. Una decisión que a todas luces debió tomarse hace semanas y que por razones que preferimos calificar de inexplicables no se tomó.[18] El Jefe del Ejecutivo Federal les ha suplicado a los ciudadanos que permanezcan en casa por los próximos días. Atrás han quedado sus singulares afirmaciones de que: “No es, según la información que se tiene, algo terrible, fatal. Ni siquiera es equivalente a la influenza” (28 de febrero), “Miren, lo del coronavirus, eso de que no se puede uno abrazar; hay que abrazarse, no pasa nada” (4 de marzo), “El escudo protector es como el detente (…) El escudo protector es la honestidad, eso es lo que protege, el no permitir la corrupción (…) detente, enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo” (18 de marzo),[19] por no citar su obstinada renuencia en el uso de cubrebocas.
El recrudecimiento de las condiciones invernales, el surgimiento de brotes de influenza estacional, así como el comportamiento irresponsable de una buena parte de la población analizado más arriba son los ingredientes primordiales de una tormenta perfecta que se cierne sobre el sistema de salud mexicano, agobiado por la saturación hospitalaria y con un personal sanitario exhausto por el cansancio y el stress de largos meses de situaciones críticas en sus instalaciones. Ellos son los únicos héroes en esta contienda, pues con su espartano esfuerzo han sido la primera línea de batalla en esta tragedia.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Heurística_de_disponibilidad.
[2] H. Simon, A behavioral model of rational choice, The Quarterly Journal of Economics, 69, pags. 99–118, 1955.
[3] A. Tversky, D. Kahneman, Availability: A heuristic for judging frequency and probability, Cognitive Psychology, 5, pags. 207-232, 1973.
[4] R. Spotila, Sea turtles: A complete guide to their biology, behavior, and conservation, Johns Hopkins University Press, 2004.
[5] Véase la referencia [2] del trabajo: https://www.animal-ethics.org/heuristica-de-disponibilidad-cuando-nuestra-memoria-les-falla-a-los-animales/
[6] S. Levitt, S. Dubner, Superfreakonomics. Global cooling, patriotic prostitutes and why suicide bomber should buy life insurance, Harper Collins, 2009, pags. 14-15.
[7] https://www.mic.com/p/your-brains-built-in-biases-insulate-your-beliefs-from-contradictory-fact-47222239.
[8] https://www.politico.com/news/2020/11/09/republicans-free-fair-elections-435488.
[9] O. Fontanelli, R. Mansilla, Un análisis de la pasada elección en EEUU a través del hashtag StopTheSteal. Sus implicaciones en México. Conferencia impartida en el CEIICH-UNAM el 4 de diciembre de 2020. https://www.academia.edu/44733894/Un_análisis_de_la_pasada_elección_en_EEUU_a_través_del_hashtag_StopTheSteal_Sus_implicaciones_en_México.
[10] https://www.eluniversal.com.mx/estados/pami-que-enganan-la-gente-con-el-covid-dicen-en-morelos.
[11] Hernández, H., Mortalidad por covid-19 en México. Notas preliminares para un perfil sociodemográfico, Notas de coyuntura del CRIM, núm. 36, junio, pags. 1-7, 2020. https://web.crim.unam.mx/sites/default/files/2020-06/crim_036_hector-hernandez_mortalidad-por-covid-19_0.pdf.
[12] L. Festinger, A Theory of Cognitive Dissonance, Stanford University Press, 1957.
[13] V. G. Vinod Vydiswaran, et al., Overcoming bias to learn about controversial topics, The Journal of the Association for Information Science and Technology, 66, 8, pags. 1655–1672, 2015. https://doi.org/10.1002/asi.23274.
[14] https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2020/07/role-cognitive-dissonance-pandemic/614074/.
[15] https://www.youtube.com/watch?v=O7ds8rvnwIk, ver en este video el intervalo entre 00:40 y 08:35.
[16] https://www.eleconomista.com.mx/politica/Lopez-Gatell-habria-incurrido-en-responsabilidad-administrativa-al-declarar-intrascendente-el-semaforo-Covid-19-Luis-Perez-de-Acha-20201220-0003.html.
[17] https://www.eluniversal.com.mx/mundo/coronavirus-oms-pide-mexico-tomarse-muy-en-serio-la-pandemia; https://www.infobae.com/america/mexico/2020/12/20/mexico-nunca-salio-de-la-primera-ola-de-covid-19-la-dura-declaracion-de-la-oms-ante-el-repunte-de-contagios-en-el-pais/.
[18] https://www.nytimes.com/2020/12/21/world/americas/mexico-city-covid.html.
[19] R. Mansilla, Teorías de la conspiración, fake news y COVID-19, capítulo en el libro Las Ciencias Sociales y el Coronavirus publicado por COMECSO. https://www.comecso.com/las-ciencias-sociales-y-el-coronavirus/teorias-conspiracion-fake-news-covid-19.
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Hay muy poco dato duro como para justificar las afirmaciones. Realmente los sesgos heuristicos son argumento no sesgado? Interesante sería observar las probabilidades de contagio, la eficiencia del uso de mascarillas y otros medios para controlar la pandemia. Me parece que muchos de estos medios obedecen tambien al mismo tipo de sesgos que los enunciados aca. Es facil criticar al poblador ignorante y denunciar sus sesgos, sin analizar los propios sesgos de quien se cree poseedor de la verdad. Ha escuchado Ud hablar del sesgo de Autoridad?
Agradecemos tu comentario Gustavo. Corresponde al autor responde tus preguntas que, sin duda, son pertinentes.
Saludos
Yo creo que su comentario Sr. Gustavo no es apropiado. El trabajo del Dr. Mansilla está lleno de referencias y datos provenientes de otras investigaciones. Por otra parte él no acusa «al poblador ignorante» de nada, sino a las autoridades que no han sido claras en su estrategia.