CONSEJO MEXICANO DE CIENCIAS SOCIALES

La historia y los historiadores post COVID-19

La historia y los historiadores post COVID-19
David Eduardo Vázquez Salguero

El conocimiento del pasado es conciencia colectiva.
Edmundo O´Gorman

Comencemos con una sencilla reflexión en torno a la historia y lo que nos está ocurriendo en este momento. No puedo evitar hacer una retrospectiva a los días en los que me formé como historiador. La lectura sobre la historiografía mexicana del periodo novohispano nos remite a las crónicas del siglo XVI con las cuales se reconstruye la historia del nuevo mundo. Se trata de narraciones hechas no precisamente por historiadores, son testimonios de militares y religiosos que en su momento tenían una intencionalidad, dar cuenta de algo, las probanzas de méritos por ejemplo, como en el caso de Bernal Díaz del Castillo y su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.

En todos esos recuentos, de los momentos que ellos vivían durante la conquista, se fue generando y expresando cierta percepción sobre lo que ocurría en la futura América. Esas ideas se llevaron a Europa y se dispersaron por medio de relatos y dibujos. En el viejo mundo se fue construyendo una idea sobre el nuevo mundo. Recordemos la manera en que Edmundo O‘Gorman propuso “La invención de América” como un postulado en el que explicaba cómo América no fue descubierta, sino “inventada”. Hago esta reflexión en retrospectiva porque percibo que la historia del siglo XXI tiene cierto parecido con el proceso de comunicación y representación del mundo de aquella época. Es decir, que parte de la historia de estos y los próximos años, será escrita a partir de las crónicas del momento. Con la enorme diferencia de que los cronistas actuales están activos mediante redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram, TikTok, YouTube. No son solo militares o religiosos, sino la gran diversidad de personas de todas las edades, géneros, ideologías y ámbitos socioeconómicos: “gente común” que no tiene otro interés que compartir un estado de ánimo, una experiencia, discutir y opinar sobre lo que está pasando, de tal manera que, a la postre, eso se va a convertir en una fuente de información para conocer e interpretar el pasado.

Hay una gran diferencia y es que, en este momento, los historiadores del siglo XXI tenemos teoría y método, contamos con muchas herramientas para organizar todo ese conjunto de información que fluye en la red. Por otro lado, pensemos en la historia de la intimidad. Para quienes estudian la historia del siglo XIX, toparse con un diario o una relación epistolar es muy importante, es como encontrarse oro molido. En contraste, la historia de la intimidad del siglo XXI no puede ser escrita a partir de diarios porque ya no se escriben, tampoco hay cartas manuscritas. Ahora la vida íntima, las expresión de los estados de ánimo, las experiencias, las conversaciones a distancia están en los teléfonos celulares. En ocasiones estos están expuestos  y a veces no, a veces se quedan ahí o son muy efímeros. En este contexto de ideas sobre lo que sentimos, pensamos y expresamos sobre la pandemia y sus efectos, ¿cómo escribiremos, analizaremos y comunicaremos la historia del COVID-19?

Es preciso enfatizar que no se pretende concebir la historia como un proceso lineal, sino como un proceso multilineal con ciertas reglas que es necesario redefinir. Por ejemplo, será necesario plantear periodizaciones y temáticas para las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI. En este siglo vamos a tener, efectivamente, muchas “historias”, por lo que será necesario contar con evidencias sólidas en el contexto de una abundancia de noticias falsas. Asimismo, es fundamental repensar nuestras metodologías en tanto historiadores, preguntarnos a qué tipo de herramientas teórico-metodológicas recurrimos a fin de contar con un razonamiento muy consistente que nos permita desarrollar los métodos más adecuados.

En el siglo XXI vamos a tener historias del surgimiento de nuevos Estados-nación, colapsos, desarrollo y consolidaciones de países. Tendremos temáticas como las autonomías, y fenómenos de dimensión transfronteriza; temas coyunturales que tendrán efectos duraderos como lo que está ocurriendo ahora, pues la pandemia del COVID-19 es un hito histórico que ahora mismo está trastocando no a un continente, sino absolutamente a  todo el mundo. El hecho de que la humanidad comparta fenómenos globales, localizados y con expresiones particulares en cada región, nos llevará evidentemente al ejercicio de una historia con muchos elementos comparativos, por lo que el mundo global que vivimos nos obligará a escribir una historia que analice implicaciones y las compare con las de otras áreas del mundo.

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