Tú eres recordar: Historia oral y proceso migratorio

«Tú eres recordar»: La Historia oral y el estudio del proceso migratorio contemporáneo
Leticia Calderón Chelius

Introducción

La sola imagen provoca miedo. Son mareas de personas que caminan, nadan, se esconden, se trepan a un tren al que llaman bestia y desafían desiertos, montañas y océanos. No se detienen, aparentemente nada puede detenerlos. La imagen se repite una y otra vez y los rostros pueden ser de mexicanos, sirios, haitianos, centroamericanos o todos juntos sumados a tantas otras nacionalidades. La impresión que se transmite con esta imagen es que la mitad del planeta se está moviendo para ocupar otras partes del globo terráqueo. En la opinión pública este proceso no se presenta como un resultado propio de los tiempos de la globalización sino como un peligro a la seguridad. Cunde el pánico y se levantan muros, se fortalecen vallas, se cierran las puertas con triple cerrojo. Se logran objetivos más políticos que humanitarios y las distintas sociedades se atrincheran. ¿Por qué llega esta gente? ¿Por qué dejan sus países, sus pueblos, sus casas? ¿Por qué arriesgan tanto si piden tan poco? Las estadísticas abruman, 240 millones de personas viven en un país distinto al que nacieron, y esto es solo el comienzo, porque las condiciones están dadas para que la movilidad humana se multiplique.

A estos desarraigados nadie los oye −aunque muchos les pregunten− y entonces el fenómeno migratorio se concentra en fotos, estadística, leyes y controles fronterizos. No entendemos nada, o sólo entendemos lo que la publicidad insiste en presentar como la foto de la marea humana que se vuelve un tsunami y eso, sin duda, provoca miedo.

Para la historia oral el proceso migratorio es uno de los campos más fértiles como metodología, aproximación y construcción discursivo-explicativa del relato en la voz de los propios protagonistas. Esto se debe a que si, por un lado, la teoría económica explica la migración como una contabilidad de fuerza de trabajo que es atraída y a su vez expulsada de mercados laborales en constante movimiento, por otro, se ha dado una especie de “espacio para la resistencia” al ponerle sentido, voz y comprensión al relato en primera persona a quienes quedan en medio de esta maquinaria que “jala-empuja” (push-pull), con que la economía suele apresar la comprensión de la movilidad humana internacional.

El relato en primera persona busca narrar la experiencia de quienes han vivido algún proceso que implica mudanza de casa, cruce de fronteras (generalmente internacionales), que experimenta entre nostalgia, ausencia, distancia emocional, lo mismo que confrontación y contraste de valores, gustos, prácticas y vivencias, los cuales son sólo algunos de los elementos inherentes a todo proceso migratorio que la historia oral captura con elegancia y respeto. Aún más, dado que cada relato personal es un fragmento de una historia social de la que todo sujeto es parte esencial y complemento, la historia oral −como aproximación a los procesos migratorios− ofrece elementos que se vuelven clave para entender, desde una sola historia, el devenir del mundo en muy diversos temas que pueden rebasar, con mucho, al proceso migratorio mismo, como son las consecuencias globales de la demografía, la ecología, los sistemas políticos, la violencia, la desigualdad.

Cada sujeto atrapado en la vorágine migratoria es un desplazado por violencia, una víctima del sistema financiero internacional, un activista que “vota con los pies”, un talento que se escapa, y todos y cada uno son rebeldes al destino que les deparó el azar por haber nacido en un país empobrecido y brutal y no en una economía próspera y bajo un Estado de bienestar y de derecho. Cada migrante puede ser el mejor crítico de su entorno porque puede comparar entre culturas políticas, ser un sobreviviente al cambio climático, o un desterrado por la complicidad de las autoridades y empresas que planean nuevos desarrollos inmobiliarios sin reubicar a la población local. La historia oral del que migra se convierte también en una manera vivencial de entender el racismo, la intolerancia y la xenofobia; pero también, en el otro lado del péndulo, puede relatar sorpresas amorosas, nostalgias compartidas, síndromes de Ulises y esperas de Penélope superados.

La historia oral de sujetos que participan del proceso migratorio es una forma de entrar en la piel del otro para dar sentido a la construcción científica de un proceso de tales dimensiones. Un testimonio puede aportar elementos y claves para complementar a la propia teoría y enriquecerla con potencia y profundidad, pese a su sencillez. En este texto nos proponemos hacer dicho ejercicio mostrando cómo un testimonio aporta elementos para captar distintos procesos que convergen en la explicación y el análisis de la movilidad humana a escala mundial.

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